31 de mayo de
2017 – MIÉRCOLES
DE LA SEMANA VII DE PASCUA
31 de mayo – Visitación
de la Virgen María (F)
Feliz de ti, Virgen María, por haber creído
Lectura de la profecía de
Sofonías 3, 14-18
¡Grita de alegría, hija de Sión! ¡Aclama,
Israel! ¡Alégrate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén! El Señor ha
retirado las sentencias que pesaban sobre ti y ha expulsado a tus enemigos. El
Rey de Israel, el Señor, está en medio de ti: ya no temerás ningún mal.
Aquel día, se dirá a Jerusalén: ¡No temas,
Sión, que no desfallezcan tus manos!
El Señor, tu Dios, está en medio de ti, es
un guerrero victorioso! El exulta de alegría a causa de ti, te renueva con su
amor y lanza por ti gritos de alegría, como en los días de fiesta.
Yo aparté de ti la desgracia, para que no
cargues más con el oprobio.
Palabra de Dios.
O bien:
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de
Roma 12, 9-16b
Hermanos:
Amen con sinceridad. Tengan horror al mal
y pasión por el bien. Ámense cordialmente con amor fraterno, estimando a los
otros como más dignos. Con solicitud incansable y fervor de espíritu, sirvan al
Señor. Alégrense en la esperanza, sean pacientes en la tribulación y
perseverantes en la oración. Consideren como propias las necesidades de los
santos y practiquen generosamente la hospitalidad.
Bendigan a los que los persiguen, bendigan
y no maldigan nunca. Alégrense con los que están alegres, y lloren con los que
lloran. Vivan en armonía unos con otros, no quieran sobresalir, pónganse a la
altura de los más humildes.
Palabra de Dios.
SALMO Is 12, 2-3.
4bcd. 5-6 (R.: 6b)
R. ¡Es grande en
medio de tí el Santo de Israel!
Este es el Dios de mi salvación:
yo tengo confianza y no temo,
porque el Señor es mi fuerza y mi
protección;
él fue mi salvación.
Ustedes sacarán agua con alegría
de las fuentes de la salvación. R.
Den gracias al Señor, invoquen su Nombre,
anuncien entre los pueblos sus proezas,
proclamen qué sublime es su Nombre. R.
Canten al Señor porque ha hecho algo
grandioso:
¡que sea conocido en toda la tierra!
¡Aclama y grita de alegría, habitante de
Sión,
porque es grande en medio de ti
el Santo de Israel! R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Lucas 1, 39-56
María partió y fue sin demora a un pueblo
de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas
esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel,
llena del Espíritu Santo, exclamó:
«¡Tú eres bendita entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi
Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi
seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de
parte del Señor.»
María dijo entonces:
«Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi
espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque el miró con bondad
la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán
feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es
santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos
que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de
corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de
bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió
a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido
a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre.»
María permaneció con Isabel unos tres
meses y luego regresó a su casa.
Palabra del Señor.
Para
reflexionar
No sabemos si Sofonías, cuando habla de la
Hija de Sión, piensa en el pueblo elegido o en una persona individual que lo
simboliza; posiblemente se le superponen ambas imágenes. Lo importante para él
es la expresión que muestra que Yahvé está en medio de su pueblo. Y, cuando
Yahvé se acerca a los suyos, aparta el temor y aparece la fiesta, la alegría y
el gozo.
Lucas contempla a María desde los antiguos
símbolos judíos: la Hija de Sión, el arca de la Alianza, el santuario cerrado;
todo lo que puede significar la presencia cercana del Dios entrañable. María,
como el Arca de la Alianza, sube a la montaña de Judá llevando consigo al Dios
del gozo.
Lucas subraya su prontitud para el
servicio. La indicación de que Isabel, su prima, de edad ya avanzada, va a
necesitar ayuda basta para provocar el movimiento de la Virgen María. No
permanece pasiva, encerrada en su mundo de jovencita embarazada que
necesita atención y cuidados.
No se regodea en su privilegio y alegría.
María sale de su mundo, de sí misma y tomando el camino que atravesaba los
montes de Samaría acude con rapidez a Ain Karem donde residían Isabel y
Zacarías para ayudar a su parienta.
Así como el ángel «entró» en su casa y la
«saludó» con el “Ave María”, María «entró en casa de Zacarías y saludó a
Isabel». Se confunden en un abrazo la que va a ser Madre de Dios con la que
será madre del Precursor.
Dos mujeres habitadas por el Espíritu
Santo comparten la obra de Dios en un impulso de ternura. El encuentro de las
dos madres sirve de telón de fondo para el encuentro de los dos niños que lleva
cada una en su seno. El hijo de María, verdadero “Hijo del Altísimo” concebido
gracias a la potencia del Espíritu, es la fuente del gozo que experimenta
Isabel al oír el saludo de María y la causa por la cual el otro niño, Juan,
salta de alegría en el vientre de su madre.
Isabel proclama a María, Bienaventurada
porque ha creído. Ella es la primera de los pobres de Yahvé que, en medio de su
misma pobreza ha recibido la gracia de Dios y ha respondido con fe y con el
corazón abierto a los planes de Dios. María es de Dios. Por eso es grande y
dichosa: ha recibido el don de Dios, ha creído, y puede presentarse como
portadora de Dios entre los seres humanos.
María es mujer de nuestra historia,
abierta a Dios y a los seres humanos. Ha vivido siempre en actitud de gratuidad
y de donación. Se reconoce amada de Dios que es su Señor, y canta agradecida.
Mujer solidaria que cree en el Dios solidario.
El Dios de María, el Dios Santo y
Todopoderoso es solidario y está a favor de los humildes, de los
humillados, de los pobres. María se reconoce inmersa en la historia de pobreza
y sufrimiento de los seres humanos, descubriendo, al mismo tiempo, la fuerza
creadora de Dios que transforma, por medio de Jesús, las viejas condiciones de
la historia. María alaba al Señor por esa misteriosa forma en que actúa y
proclama no sólo lo que Dios ha hecho en su vida, sino que alza su voz para
cantar la acción de Dios en la humanidad.
Maria cree y canta a un
Dios solidario y, por eso, liberador del mal que pesa sobre la vida del
hombre bajo diversas formas. La solidaridad lleva a Dios a hacerse hombre
en Jesús de Nazaret. Esa solidaridad liberadora del Dios de la vida, lleva
a Jesús a la pasión y a la cruz. María, Mujer solidaria estará al lado de
su hijo que muere en la cruz.
Hoy es preciso mirar a María, verla en el
Evangelio como ella se presenta y no como nosotros nos la imaginamos. Es
necesario mirar a María para contemplar el papel esencial que ella tiene en el
misterio de Cristo y en el misterio de la Iglesia. En ella, como imagen de la
Iglesia, se nos muestra el cuño con el que cada cristiano y la Iglesia entera
debe ser modelada.
…”La Iglesia contempla a María “como
purísima imagen de lo que ella misma, toda entera, ansía y espera ser”… (SC
103; MC 22). En la escuela de la Madre de Dios, la Iglesia aprende el estilo de
vida de la gratuidad, del amor que se adelanta a las necesidades del otro y le
trasmite no sólo la vida, sino el gozo y el sentido de la vida: …”La Virgen fue
en su vida ejemplo de aquel amor maternal con que es necesario que estén
animados todos aquellos que, en la misión apostólica de la Iglesia, cooperan a
la regeneración de los hombres”… (LG 65).
Para
discernir
¿Qué me dice la imagen de María en la
Visitación?
¿Reconozco en el servicio un gesto
evangelizador?
¿Sé proclamar lo que Dios obra en mi vida
y en la historia?
Repitamos a
lo largo de este día
…”Mi alma canta la grandeza del Señor”…
Para la
lectura espiritual
…”La conciencia cristiana “percibe a María
como la figura de la Iglesia…, su sacramento…, el espejo en el que se refleja
toda la Iglesia. Ella la lleva ya y la contiene toda entera en su persona.
María es el inicio, el germen y la forma perfecta de la Iglesia; en ella se
encuentra todo lo que el Espíritu derramará sobre la Iglesia. En María se
celebra la promesa y la anticipación del triunfo de la Iglesia. De este modo,
María “no eclipsa la gloria de todos los santos como el sol, al levantarse la
aurora, hace desaparecer las estrellas“, como se lamentaba santa Teresa
de Lisieux de las presentaciones de la Virgen. Al contrario, la Virgen María
“supera y adorna” a todos los miembros de la Iglesia”…
San Buenaventura. H. de Lubac, Meditación
sobre la Iglesia
Para rezar
Virgen María, que movida por la caridad,
no dudaste en abandonar tu tierra
y ponerte en marcha hacia la casa de tu prima Isabel,
dame un corazón desprendido
para que no tema abandonar mis propias seguridades
y lanzarme al encuentro de aquellos que me necesitan.
Tú, que a pesar de estar embarazada,
te pusiste al servicio de tu anciana pariente
que necesitaba de tu ayuda,
enséñame a hacer de mi vida un servicio constante a
los demás.
Que sepa llevar a los demás a Jesucristo,
así como tú lo llevaste en tu vientre,
y lo hiciste presente en la casa de Isabel.
Yo también quiero, Madre, ser misionero como tú,
y hacer presente a Jesucristo en todo lugar donde
vaya,
donde la voluntad del Padre del Cielo quiera llevarme.
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