22 de junio de 2017


Cuando oren digan así

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Corinto     11, 1-11

Hermanos:
¡Ojalá quisieran tolerar un poco de locura de mi parte! De hecho, ya me toleran. Yo estoy celoso de ustedes con el celo de Dios, porque los he unido al único Esposo, Cristo, para presentarlos a él como una virgen pura. Pero temo que, así como la serpiente, con su astucia, sedujo a Eva, también ustedes se dejen corromper interiormente, apartándose de la sinceridad debida a Cristo.
Si alguien viniera a predicarles otro Jesucristo, diferente del que nosotros hemos predicado, o si recibieran un Espíritu distinto del que han recibido, u otro Evangelio diverso del que han aceptado, ¡ciertamente lo tolerarían! Yo pienso, sin embargo, que no soy inferior a esos que se consideran «apóstoles por excelencia.» Porque, aunque no soy más que un profano en cuanto a la elocuencia, no lo soy en cuanto al conocimiento; y esto lo he demostrado en todo y delante de todos.
¿Acaso procedí mal al anunciarles gratuitamente la Buena Noticia de Dios, humillándome a mí mismo para elevarlos a ustedes? Yo he despojado a otras Iglesias, aceptando su ayuda, para poder servirlos a ustedes. Y cuando estaba entre ustedes, aunque me encontré necesitado, no fui gravoso para nadie, porque los hermanos que habían venido de Macedonia me proveyeron de lo que necesitaba. Siempre evité serles una carga, y así lo haré siempre.
Les aseguro por la verdad de Cristo que reside en mí, que yo no quiero perder este motivo de orgullo en la región de Acaya. ¿Será acaso porque no los amo? Dios lo sabe. 
Palabra de Dios.

SALMO    Sal 110, 1-2. 3-4. 7-8 (R.: 7a) 
R.    Las obras de tus manos, Señor, son verdad y justicia.

Doy gracias al Señor de todo corazón,
en la reunión y en la asamblea de los justos.
Grandes son las obras del Señor:
los que las aman desean comprenderlas. R.

Su obra es esplendor y majestad,
su justicia permanece para siempre.
El hizo portentos memorables,
el Señor es bondadoso y compasivo. R.

Las obras de sus manos son verdad y justicia;
todos sus preceptos son indefectibles:
están afianzados para siempre
y establecidos con lealtad y rectitud. R.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo    6, 7-15

Jesús dijo a sus discípulos:
Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.
Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido. No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal.
Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes. 
Palabra del Señor.

Para reflexionar

A partir de este capítulo nos encontramos con una segunda carta a los Corintios de tono enérgico. Unos predicadores judaizantes están sembrando cizaña en Corinto y acusan a Pablo de tener una doctrina demasiado abierta y poco respetuosa de la tradición judía, pero lo peor es que la comunidad, que a Pablo le había costado tanto fundar, escucha a esos que él llama irónicamente «súper apóstoles».
La oposición que Pablo tiene que combatir, va más allá las acusaciones hechas a su persona, y toca la realidad misma de su ministerio. Se lo acusa de ser un hombre débil y sin carácter, que sólo se mostraba fuerte y enérgico por escrito y de lejos. Pablo se enoja y amenaza con ser duro y severo cuando esté presente. Pero, lo que más le duele a Pablo, es ver que es despreciada su predicación y que se pone en discusión su autoridad de apóstol.
Por eso dejará bien en claro que la fuerza de su predicación, no radica en la belleza de las palabras, sino en el conocimiento y la fuerza de Dios, que es lo único que puede acreditar al verdadero apóstol. En segundo lugar dirá que por mucho que otros se llamen apóstoles, no hay otra realidad que la que él les ha predicado. Y en tercer lugar, Pablo dejará asentado que no desprecia ninguna expresión cultural, pero tampoco toma ninguna como absoluta.
***
Jesús acaba de condenar el modelo de oración que se hace por ostentación. Su deseo, es que sus discípulos pasen a un modelo de oración distinto, al que vienen acostumbrados. Aconseja a sus seguidores que su oración, no sea con muchas palabras, porque Dios ya conoce lo que le vamos a decir.
Jesús nos deja un modelo de oración: el Padrenuestro. Esta oración es como el resumen de la espiritualidad del Antiguo y del Nuevo Testamento sobria y equilibrada. Mateo pone el Padrenuestro en contraste con la oración de los paganos que se caracterizaba por la acumulación de largas y tediosas fórmulas donde se amontonaban los calificativos de Dios. Mateo destaca, en cambio, de una manera positiva, el Padrenuestro como una oración breve.
Primero, nos lleva pensar en Dios, que es nuestro Padre: su nombre, su reino, su voluntad. Nos invita a mostrar nuestro deseo de sintonizar con Dios. Luego pasa a nuestras necesidades: el pan de cada día, el perdón de nuestras faltas, la fuerza para no caer en tentación y vencer el mal. El Padrenuestro a pesar de ser tan breve; es una síntesis de todo lo que Jesús vivió y sintió respecto de Dios, del mundo y de su pueblo.
El Padre nuestro se divide en dos partes. La primera tiene como centro al Padre y la segunda a la comunidad.
En la primera parte, la comunidad pide por la extensión del reino a la humanidad entera. Al comenzar diciendo «Padre nuestro», Jesús marca un estilo de petición. Existe una relación comunitaria de los discípulos con Dios, ya no es solamente individual. Son los hijos, o los miembros del reino, los que se dirigen a Dios como Padre porque Él es el único que merece ese nombre.
La expresión, «que estás en los cielos», no aleja al Padre de sus hijos, sino que indica la trascendencia y la invisibilidad de Dios.
La comunidad pide que la humanidad reconozca a Dios como Padre. Antes que pensar en sí misma, la comunidad se preocupa por la humanidad que la rodea.
La comunidad tiene experiencia del reinado de Dios, por eso pide que se extienda a todo hombre. Pide, porque sabe que es ella la que, con su modo de vida, hace presente en el mundo el mensaje de salvación. Pide fidelidad al mensaje de las bienaventuranzas, y a la práctica de esta novedad de vida.
La comunidad pide que se cumpla el designio de Dios, designio histórico de Dios sobre la humanidad: llevar a su plenitud la ley y realizar la obra redentora.
La decisión de la salvación está tomada por Dios, pero tiene que realizarse en la tierra. Le pedimos a Dios que lo que Él ya ha decidido en el cielo, se realice en la tierra. La comunidad vuelve a pedir por el mundo; su primera preocupación es la misión que Jesús le confía.
En la segunda parte la comunidad reza por sí misma. La palabra «pan», es equivalente a alimento. «El pan del mañana» hace referencia al banquete mesiánico final. Jesús describió su presencia con los discípulos como un banquete de bodas, en contrapartida a la tristeza del ayuno practicado por los discípulos de Juan y los fariseos. Se pide que el gozo de ese momento, lo pueda experimentar esta comunidad presente.
En la petición del perdón del las ofensas aparece una exigencia para la comunidad. El perdón del Padre está condicionado al perdón mutuo, expresión del amor. Quien se cierra al amor de los otros se cierra al amor de Dios, que se manifiesta en el perdón. La división en la comunidad impide la presencia en ella del amor del Padre. Se pide, pues, la manifestación continúa de ese amor que se traduce en el perdón mutuo. En los deudores quedan incluidos los enemigos y perseguidores.
«No nos dejes caer en la tentación», remite a las tentaciones de Jesús en el desierto, no se trata de una tentación única y determinada. El sentido de «tentación» se refiere a las mismas que experimentó Jesús. Aquéllas pretendían desviar su mesianismo. La comunidad puede experimentar en su misión, que continúa la de Jesús, las mismas tentaciones que éste: usar sus dones para propio beneficio sin atender al plan de Dios; caer en la irresponsabilidad, pero, sobre todo, caer en la tentación de la gloria y el poder.
En la petición final del Padrenuestro, rogamos que el Padre no permita que la comunidad ceda a las seducciones del Malo que es la personificación del poder del mundo.
Insiste Jesús en la necesidad del perdón. La unión en la comunidad asegura la experiencia del amor del Padre y es condición para su existencia. No es que Dios se niegue a perdonar; es el hombre que no perdona, quien se hace incapaz de recibir el amor.
Esta oración nos debe ir afirmando en nuestra condición de hijos para con Dios, y también en nuestra condición de hermanos de los demás, dispuestos a perdonar cuando haga falta, porque todos somos hijos del mismo Padre.
El Padre Nuestro no es la oración institucionalizada. A Dios nadie lo puede encerrar en palabras. Dios lo desborda todo. Lo que quiere Jesús con el “Padre Nuestro” es que confrontemos nuestra vida personal y comunitaria con su proyecto original: que con nuestro proceder, hagamos que el Reino de Dios se desarrolle y crezca.

Para discernir

¿Qué rezo cuando rezo el Padre nuestro?
¿Qué experimento ante cada una de las peticiones?
¿Qué relación hay entre la oración del Señor y mi proyecto de vida en la fe?

Repitamos a lo largo de este día

…Padre, venga tu Reino…

Para la lectura espiritual

…”La primera parte del Padre nuestro va, de una manera atrevida, del tú al Dios que se ha revelado como amor. Se trata de una oración de agradecimiento llena de júbilo por el hecho de que podamos llamar, amar y alabar de manera confiada al Santísimo como Nuestro Padre y como nuestro tú. Expresa el compromiso de verificar nuestras aspiraciones y nuestras acciones, a fin de ver si y hasta qué punto se toman en serio y honran el nombre del Padre y nuestra vocación de hijos a hijas suyos. Y, no por último, nos pone sobre todo frente a nuestra misión de promover, para honor del único Dios y Padre, la paz y la solidaridad salvífica entre todos los hombres [...].
Recitar el Padre nuestro significa preguntarse por la seriedad con la que tomamos, intentamos comprender y confesamos con actos concretos el plan salvífico de Dios. Un rasgo fundamental e imprescindible del compromiso que hemos asumido en virtud del Espíritu Santo y con la mirada puesta en el Hijo predilecto es el de amar a Dios en todo y por encima de todo y cumplir su voluntad santa y amorosa.
La segunda parte del Padre nuestro habla del amor al prójimo en unión con Jesús. Se trata del «Nosotros», de vivir de manera radical la solidaridad salvífica de Jesús con todos los hombres y en todos los campos de la vida. La conciencia adquirida de que la recitación del Padre nuestro nos introduce, de manera semejante al bautismo de Jesús en el Jordán, en la vida trinitaria de Dios, así como nuestra opción fundamental en favor de la solidaridad salvífica en todos los campos, nos ayudarán, sin la menor duda, a conferir un perfil cada vez más claro y convincente a nuestro programa de vida”…

B. Häring, II Padre nuestro. Alabanza, oración programa de vida, Brescia 1995.

Para rezar

Este es tu reino entre nosotros, Señor,
vivir en tu amor ser tus hijos
y contemplar tu rostro,
tal como lo manifestó tu hijo amado, Jesús.

Ahora sabemos que la santidad a la que nos llamas
está amasada de vida diaria, de trabajo,
de alegrías y penas,
de un caminar constante hacia un mundo nuevo
que renace a su liberación y a la paz definitiva.

Porque esta santidad no nos saca del mundo
sino que nos hace vivir en plenitud
dando sentido a nuestra vida
para volcarnos a un gran proyecto:
una nueva humanidad.


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