3 de agosto de 2017 – TO – JUEVES DE LA XVII SEMANA
Recojan lo
bueno en canastas y tiren lo que no sirva
Lectura del libro del Éxodo 25,8-9; 40,
16-21. 34-38
Moisés realizó exactamente todo lo que el
Señor le había ordenado. En el segundo año, el primer día del primer mes, se
procedió a la erección de la Morada. Para ello, Moisés asentó sus bases, colocó
sus bastidores, dispuso sus travesaños y levantó sus columnas. Después extendió
la carpa por encima de la Morada, y sobre ella colocó la cobertura de la carpa,
como el Señor se lo había ordenado. En seguida tomó las tablas del Testimonio y
las puso en el arca; sujetó las andas en el arca, y sobre ella colocó la tapa.
Entonces condujo el arca hasta el interior de la Morada, colgó el velo que la protegía
y así cubrió el Arca del Testimonio, conforme a la orden que el Señor le había
dado.
Entonces la nube cubrió la Carpa del
Encuentro y la gloria del Señor llenó la Morada. Moisés no podía entrar en la
Carpa del Encuentro, porque la nube se había instalado sobre ella y la gloria
del Señor llenaba la Morada.
En todas las etapas del camino, cuando la
nube se alzaba, alejándose de la Morada, los israelitas levantaban el
campamento. Pero si la nube no se alzaba, ellos no se movían, hasta que la nube
volvía a hacerlo. Porque durante el día, la nube del Señor estaba sobre la
Morada, y durante la noche, un fuego brillaba en ella, a la vista de todo el
pueblo de Israel. Esto sucedía en todas las etapas del camino.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 83, 3-6ª.
8a. 11
R. ¡Qué amable es
tu morada, Señor del universo!
Mi alma se consume de deseos
por los atrios del Señor;
mi corazón y mi carne claman ansiosos
por el Dios viviente. R.
Hasta el gorrión encontró una casa,
y la golondrina tiene un nido
donde poner sus pichones,
junto a tus altares, Señor del universo,
mi Rey es mi Dios. R.
¡Felices los que habitan en tu Casa
y te alaban sin cesar!
¡Felices los que encuentran su fuerza en
ti!
Ellos avanzan con vigor siempre creciente.
R.
Vale más un día en tus atrios
que mil en otra parte;
yo prefiero el umbral de la Casa de mi
Dios
antes que vivir entre malvados. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 13, 47-53
Jesús dijo a la multitud: «El Reino de los
Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de
peces. Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose,
recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve. Así sucederá al fin del
mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, para
arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
¿Comprendieron todo esto?»
«Sí», le respondieron.
Entonces agregó: «Todo escriba convertido
en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de
sus reservas lo nuevo y lo viejo.»
Cuando Jesús terminó estas parábolas se
alejó de allí.
Palabra del Señor.
Para
reflexionar
Hoy terminamos la lectura del Libro del
Éxodo. Lo iniciamos con la imagen de la opresión del pueblo de Israel a manos
del faraón, y ahora lo concluimos con una perspectiva esperanzadora.
El pueblo de Dios alcanzó la libertad y
marcha, protegido y guiado por Yahvé hacia la tierra prometida. Esta
transformación es obra exclusiva de Yahvé. El ha llamado a este pueblo de la
nada, lo ha sacado de la opresión, lo ha puesto en el camino de la libertad y
le ha dado sentido a su marcha, para que sea signo de su presencia salvadora.
Dios se revela en los acontecimientos de la historia.
El Dios de Israel es un Dios que «hace camino»
con su pueblo a través del desierto.
Moisés manda construir «el santuario», que
no es todavía el Templo. Esta tienda, que contiene el arca de la alianza con el
documento en que constan las cláusulas de la Alianza, será el punto de
referencia de la presencia de Dios en medio de su pueblo.
Pero es una tienda desmontable, de modo
que cuando el pueblo levantaba el campamento para continuar su marcha por el
desierto hacia la tierra prometida, Dios también caminaba con ellos. Su
presencia se manifestaba por medio de una nube, de día, y una columna de fuego,
de noche.
Se ha hecho realidad la promesa de Dios de
habitar en medio de los hijos de Israel y ser su Dios.
***
En la orilla del mar, en la barca, con las
redes encuentra Jesús el paisaje para su enseñanza; que en el final de esta
sección de parábolas, pone su insistencia en el juicio definitivo de Dios.
Jesús ha proclamado el reino y cada hombre
ahora es llamado a situarse en una opción con respecto a Él; es invitado no
sólo a prestar atención a sus palabras, sino a comprometerse en una actitud de
confianza obediencial a la buena Noticia Revelada.
Los peces son separados por sus
cualidades, por lo que son. Mateo invita a reflexionar con esta serie de
comparaciones en la radicalidad del juicio de Dios.
No podemos quedarnos dormidos. La
presencia de Jesús marca el tiempo de la opción, el tiempo de buscar a Dios y
el bien, con todas nuestras fuerzas, sin consentir ni dar lugar al mal y a la
injusticia. O estamos con Cristo o estamos contra Él.
Convertirse significa, en este caso, optar
totalmente por pertenecer al reino y llevar una vida digna de hijos. Sin
embargo, muchas veces tenemos en nuestro interior la experiencia del pecado:
vemos el bien que deberíamos hacer y en cambio obramos el mal.
Si queremos dar una verdadera unidad a
nuestras vidas, debemos reconocer que solos, no podemos hacer mucho.
Necesitamos ponernos en manos de Dios, para lograr una vida que ame, busque el
bien y camine en justicia y santidad.
Jesús termina invitándonos a ser como los
escribas del Reino y que nos sirvamos de lo antiguo y de lo nuevo, poniendo
todo al servicio de la vida. No debemos apegarnos a las grandes verdades del
pasado, ni a snobismos del presente. No debemos atarnos a lo que siempre hemos
sido, ni fantasear lo que nunca podremos ser. Vivir con sencillez y humildad la
realidad, pasando todo por el fuego purificador del evangelio, para descubrir
lo verdadero y bueno que hay en cada cosa.
«Por el hecho de no estar seguros del
tiempo en que vendrá nuestro Juez, debemos vivir cada jornada como si nos
tuviera que juzgar al día siguiente». San Jerónimo.
Para
discernir
¿Tengo juicio claro acerca de lo bueno y
lo malo?
¿La bondad o maldad de algo radica en el
beneficio que me brinda?
¿Valoro la experiencia y la confronto con
las cosas nuevas que se presentan?
Repitamos a
lo largo de este día
…Estoy en tus manos Señor, como arcilla en
manos del alfarero…
Para la
lectura espiritual
«El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que
no crea en el Hijo, no verá la vida»
[Santa Catalina oyó que Dios decía:]
…“En el último día del juicio, cuando
el Verbo, mi Hijo, revestido de mi majestad, vendrá a juzgar al mundo con su
poder divino, no vendrá como pobre y miserable tal como se presentó cuando
nació del seno de la Virgen, en un establo y en medio de animales, o tal como
murió, entre dos ladrones. Entonces, en él mi poder estaba escondido; como
hombre le dejé sufrir dolores y tormentos. No fue, en absoluto, que mi
naturaleza divina se separara de la naturaleza humana, sino que le dejé sufrir
como a hombre para expiar vuestras faltas. No, no es así que vendrá en el
momento supremo: vendrá con todo su poder y con todo el esplendor de su propia
persona…
A los justos les inspirará, al mismo
tiempo que un temor respetuoso, un gran júbilo. No es que su rostro cambie: su
rostro, en virtud de su naturaleza divina, es inmutable porque no es sino uno
conmigo, y en virtud de la naturaleza humana su rostro es igualmente inmutable
porque tiene asumida la gloria de la
resurrección. A los ojos de los réprobos, aparecerá terrible, porque le verán con ese ojo de espanto y turbación que los pecadores llevan dentro de sí mismos.
resurrección. A los ojos de los réprobos, aparecerá terrible, porque le verán con ese ojo de espanto y turbación que los pecadores llevan dentro de sí mismos.
¿No es lo mismo que ocurre con un ojo
enfermo? Cuando brilla el sol no ve más que tinieblas, mientras que el ojo sano
ve la luz. No es que la luz tenga algún defecto; no es que el sol cambie. El
defecto está en el ojo ciego. Es así como los réprobos verán a mi Hijo: en la
tiniebla, el odio y la confusión. Será por culpa de su propia enfermedad y no a
causa de la majestad divina con la que mi Hijo aparecerá para juzgar al mundo”…
Santa Catalina de Siena (1347-1380), terciaria
dominica,
doctora de la Iglesia, Copatrona de Europa – El
Diálogo, Cap. 39
Para rezar
Guárdame Señor, de la insignificancia,
que seamos amplios en el pensamiento,
la palabra y el acto.
Que eliminemos la crítica,
que seamos amplios en el pensamiento,
la palabra y el acto.
Que eliminemos la crítica,
y nos apartemos del egoísmo.
Permítenos alejar toda ostentación
y encontrarnos con el otro cara a cara sin lástima ni
prejuicios.
Que no juzguemos apresuradamente,
y seamos siempre generosos.
Que nos tomemos tiempo para todas las cosas.
Permítenos crecer calmos, serenos, mansos.
Que no juzguemos apresuradamente,
y seamos siempre generosos.
Que nos tomemos tiempo para todas las cosas.
Permítenos crecer calmos, serenos, mansos.
Enséñanos a poner en acción nuestros mejores impulsos
y haznos honrados y no temerosos.
Concédenos comprender que,
son las pequeñas cosas en la vida, las que crean
diferencias,
porque en las grandes todos somos uno.
Y, oh Señor Dios, que no olvidemos ser amables.
porque en las grandes todos somos uno.
Y, oh Señor Dios, que no olvidemos ser amables.
Amén.
María Estuardo,
Reina de Escocia
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