19 de noviembre de 2017

19 de noviembre de 2017 – TO - DOMINGO XXXIII – Ciclo A

Has sido fiel en lo poco, pasa al banquete de tu Señor

Lectura del Libro de los Proverbios 31,10-13.19-20.30-31.

Una buena ama de casa, ¿quién la encontrará? Es mucho más valiosa que las perlas.
El corazón de su marido confía en ella y no le faltará compensación.
Ella le hace el bien, y nunca el mal, todos los días de su vida.
Se procura la lana y el lino, y trabaja de buena gana con sus manos.
Aplica sus manos a la rueca y sus dedos manejan el huso.
Abre su mano al desvalido y tiende sus brazos al indigente.
Engañoso es el encanto y vana la hermosura: la mujer que teme al Señor merece ser alabada.
Entréguenle el fruto de sus manos y que sus obras la alaben públicamente. 
Palabra de Dios.

SALMO Sal 128(127),1-2.3.4-5. 
R.    Dichoso el que teme al Señor.

¡Feliz el que teme al Señor    
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás feliz y todo te irá bien. R.

Tu esposa será como una vid fecunda,
en el seno de tu hogar;
tus hijos, como retoños de olivo,
alrededor de tu mesa. R.

¡Así será bendecido
el hombre que teme al Señor!
¡Que el Señor te bendiga desde Sión
todos los días de tu vida:
que contemples la paz de Jerusalén. R.

Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo
a los Tesalonicenses 5,1-6.

Hermanos, en cuanto al tiempo y al momento, no es necesario que les escriba.
Ustedes saben perfectamente que el Día del Señor vendrá como un ladrón en plena noche.
Cuando la gente afirme que hay paz y seguridad, la destrucción caerá sobre ellos repentinamente, como los dolores de parto sobre una mujer embarazada, y nadie podrá escapar.
Pero ustedes, hermanos, no viven en las tinieblas para que ese Día los sorprenda como un ladrón: todos ustedes son hijos de la luz, hijos del día. Nosotros no pertenecemos a la noche ni a las tinieblas.
No nos durmamos, entonces, como hacen los otros: permanezcamos despiertos y seamos sobrios. 
Palabra de Dios

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 25,14-30.

El Reino de los Cielos es también como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes.
A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió. En seguida, el que había recibido cinco talentos, fue a negociar con ellos y ganó otros cinco.
De la misma manera, el que recibió dos, ganó otros dos, pero el que recibió uno solo, hizo un pozo y enterró el dinero de su señor.
Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus servidores.
El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presentó otros cinco. ‘Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí están los otros cinco que he ganado’.
‘Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo su señor, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor’.
Llegó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: ‘Señor, me has confiado dos talentos: aquí están los otros dos que he ganado’.
‘Está bien, servidor bueno y fiel, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor’.
Llegó luego el que había recibido un solo talento. ‘Señor, le dijo, sé que eres un hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido.
Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo tuyo!’.
Pero el señor le respondió: ‘Servidor malo y perezoso, si sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido, tendrías que haber colocado el dinero en el banco, y así, a mi regreso, lo hubiera recuperado con intereses.
Quítenle el talento para dárselo al que tiene diez, porque a quien tiene, se le dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene.
Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes’. 
Palabra del Señor.

Para reflexionar

En un bello poema alfabético, la madre del rey Lemuel, presenta a su hijo, el cuadro de una buena ama de casa; modelo a imitar por los israelitas, e ideal de compañera, casi utópica; “el que la encuentra ha encontrado un gran tesoro”.
El escritor de Proverbios trata de presentar una simple ama de casa que, con su buen hacer, aporta bienestar, felicidad y alegría a su esposo, sus hijos y criados. No la belleza ni la apariencia externa, sino la actividad y donación, la entrega total, fruto de un amor grande y centrado en los de su casa y en el bien de su pueblo, son los valores que resalta el texto.
A pesar de proponerse el ideal femenino que corresponde a una cultura patriarcal, se señalan valores permanentes, que siguen teniendo importancia para la mujer de todos los tiempos: espíritu fuerte, laboriosidad, y que sabe ganarse la vida con su trabajo.
La conclusión del libro de los Proverbios, que comienza mostrándonos como principio de la sabiduría el temor de Yahvé, nos ha querido mostrar que el bien auténtico del hombre, y el camino que lo lleva a la vida, es escuchar y aceptar las enseñanzas de la sabiduría que estará personificada en Cristo.
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La curiosidad de los tesalonicenses por averiguar cuándo y cómo será la venida del Señor es muy humana. Pero Pablo les responde que no tienen ninguna necesidad de que les escriba sobre ello.
El pueblo de Israel, circunscribía la intervención favorable y decisiva de Yahvé, a un día que no pertenecía ya al tiempo de la historia, un día que debía detener el curso de la historia.
Jesús de Nazaret modifica profundamente estos conceptos tradicionales. El Reino que Dios ofrece se construye aquí y ahora, en lo cotidiano de la existencia. Existe un solo tiempo: el tiempo profano como el lugar en que Dios interviene para salvarnos.
Por eso, para Pablo, en lugar de esperar desesperadamente un “día de Yahvé”, es mejor vivir en la luz con Dios, los días que nos toquen vivir.
La fe en la “parusía”, relativiza la actitud del cristiano frente a todas las grandes realizaciones históricas. Los cristianos, aun alegrándose de las victorias humanas, nunca podrán considerar definitiva una época histórica.
El creyente tiene que velar siempre. Esta vigilancia supone sobriedad, para defenderse de los enemigos que atacan de noche. Los creyentes, como todos, velan y duermen; pero su sueño y su vigilia son los propios de hombres destinados a la salvación por medio del Señor Jesucristo, que murió por ellos. Tanto si velan como si duermen, viven siempre junto con Él.
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La conocida parábola de los talentos tiene su centro de interés en el momento de rendir cuentas. Talento era una especie de lingote de plata, con un peso aproximado de treinta kilos. Así, aquel que recibió cinco talentos se ha visto cargado con más de 150 kilos, y por otro lado, según el derecho rabínico enterrar el dinero envuelto en un pañuelo de cabeza, era la protección más segura contra los ladrones, y eximía de responsabilidad civil.
Los dos primeros empleados han aumentado el capital y son alabados, mientras que el tercero, que creía que su mesura y cautela serían alabadas, se encuentra ante una dura humillación por parte del amo.
La respuesta a su conducta la recibe por no cumplir con la misión encomendada, no haber hecho fructificar lo que se le había confiado y es, por lo tanto, un empleado inútil e infiel.
La parábola de Jesús iba dirigida a los judíos piadosos que buscaban su seguridad personal en la observancia de la ley, con el fin de hacer méritos ante Dios. Mientras que la religión de Israel se convertía en un cúmulo de cumplimientos estériles, el pueblo sencillo, los pecadores, los publicanos, las prostitutas, los enfermos no sacaban ningún beneficio de la observancia farisaica de la ley, y Dios no percibía intereses de todo lo confiado a través de la Alianza. Por eso, la conclusión de la parábola es una alusión a Israel que será desposeído de lo que tiene, y se le dará a un nuevo pueblo que sea capaz de correr riesgos y hacer fructificar los dones recibidos.
El mensaje de la parábola de los talentos es escatológico. Forma parte de los dos capítulos del evangelio de Mateo, en que se mira hacia el futuro del Reino proclamado y comenzado por Jesús.
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No es superfluo mirar hacia adelante, ni evasivo pensar en lo que espera al final del camino. Mirando la meta tiene sentido el camino, en esto consiste la verdadera sabiduría. Creer en el juicio final es creer que el hombre, todos y cada uno, por insignificante que parezca su existencia, es responsable, y no puede desentenderse de la vida y refugiarse en “vivir su vida”, al margen y sin tener en cuenta a los demás y la realidad de la historia y del mundo.
Mateo quiere motivar a sus lectores a que se comprometan de un modo responsable y generoso mientras esperamos la venida del Hijo del Hombre.
Los “talentos” no pueden identificarse tan sólo con los dones naturales que ha recibido cada hombre, sino que son la revelación de los “misterios divinos” que se han recibido gratuitamente y tienen que fructificar. Así la fe es respuesta a la iniciativa gratuita y salvadora de Dios.
No se trata entonces, de las buenas obras que el discípulo realiza con los talentos recibidos, en orden a su salvación o condenación individual; sino que se apunta a las actitudes de quienes han recibido el don de la Buena Noticia del Reino, y su compromiso generoso de hacer con la historia, una historia de salvación.
Lo propio del discípulo no es sólo esperar la salvación futura, sino la responsabilidad en el trabajo por la justicia, la paz, la liberación de los oprimidos, la cultura, la promoción social, la política, el esfuerzo ecológico. Es peligroso y limitado pensar que lo que ahora podemos hacer no tiene relación con el futuro que esperamos.
La vida real y concreta, es el campo y el espacio, donde hay que extender el Reino de Dios, y desde donde se puede hacer un servicio muy especial al hombre.
La comunidad de discípulos, siente la necesidad de extender esa salvación con todas sus fuerzas en el ahora, sabiendo que su plenitud es algo que nos supera y que esperamos del Padre de Jesús Resucitado.
Los bienes del Reino que hemos recibido y constituyen nuestra identidad cristiana, son un precioso regalo a conservar, pero enterrarlos en el mero cumplimiento, en la rutina o en la estricta intimidad, es hacerse merecedores de la condena del Señor. Es preciso vivirlos, alimentarlos, testimoniarlos y contagiarlos. Cada uno con su peculiar estilo de negociar, y sin infundados miedos por lo que pueda pasar.
Vivimos una página difícil de la historia del mundo y de la Iglesia. Estamos inmersos en un tiempo de cambios acelerados, en los que tenemos una responsabilidad que realizar. Y existe el peligro, ante un presente que nos desborda y un futuro que nos atemoriza por miedo, anclarnos en el pasado. Hay que «conservar» sin duda la fe, las tradiciones, la gracia, la vocación, pero sobre todo hay que apostar, afrontar el presente, salir al encuentro de los retos del futuro.
La vida de la fe no es estatismo conservadorista, no es la justificación de una perezosa resignación, no es repetición mecánica de lo que siempre se hizo sin discernimiento del presente.
La vida del discípulo no se puede reducir a una fe bien formada, a una piedad fervorosa en actos cultuales, o a una lucha escrupulosa contra las faltas de perfección. Todo esto puede ser valioso en función de lo esencial del cristiano, que es la fidelidad a la misión encomendada de hacer partícipes a los demás de nuestra esperanza, hacer llegar a todos los hombres el Reino de Dios: la verdad, la justicia, la paz, los panes y la vida en abundancia.
Cuando no nos preocupamos de nada, ni por nadie, sin duda no correremos ningún riesgo ni tendremos problemas; por el contrario, si queremos ser fieles, sin duda encontraremos momentos poco claros, y nos equivocaremos probablemente más de una vez.
La vida del discípulo no consiste en esconder y conservar los dones recibidos, estando con “todo ordenadito”, de tal modo que Dios nos encuentre bien confesados y recién comulgados cuando nos llegue la hora. Así “el tradicionalismo” mata lo más valioso de la tradición. Vivir es moverse, y moverse siempre lleva algún riesgo.
Seguir a Jesús es riesgo más que seguridad. Exigencia y audacia fecunda, más que cumplimiento estéril. Urgencia de amor, más que satisfacción del deber cumplido.
La vida crece arriesgándola, lo cual supone que valoramos más lo que esperamos conseguir, que lo que tenemos. Estar vivo no consiste en que sencillamente no nos ha llegado la muerte.
El cristianismo es algo más que una religión, es un estilo de vida y el evangelio nos avisa que el peor enemigo del hombre es el miedo. El miedo es lo contrario de la fe, incapacita para la fe, impide hacer nuevas todas las cosas desde la vida nueva del Resucitado.
Los cristianos necesitamos como nunca la creatividad para extender el Reino de Dios. La fe debe ser siempre fuente de creatividad, porque es respuesta salvadora actual a la necesidad de los hombres. Nuestra vida de discípulos misioneros se opone a la idea de un cristianismo que busca conservar lo recibido sin modificar nada, defender unos esquemas dogmatizándolos, repetir de memoria unas respuestas, que nadie pregunta, desconectadas muchas veces de la realidad concreta, intentando infructuosamente parar la historia en un punto en el que no nos sintamos interpelados.
Mucho es lo que hemos recibido; Dios, no se conforma con que le devolvamos lo que nos ha dado, quiere mucho más. La propia Iglesia y cada comunidad deben reflexionar constantemente sobre el mensaje de Jesús, para encarnarlo en todas las culturas y ambientes, confrontándolo con los grandes interrogantes de la sociedad.
Es muy común en algunos ambientes de Iglesia, entender lo nuevo como sospechoso por el mero hecho de serlo, llevándose siempre los “palos”, aquellos que abren caminos y muy pocas veces, los que se quedan sentados esperando y juzgándolo todo.
La evangelización debe ser con palabras y con obras, metiéndonos de verdad en el corazón de los problemas. Si no es así, el mensaje cristiano no transformará los amplios sectores del mundo tan necesitados de verdadera vida.
“Esta firme decisión misionera debe impregnar todas las estructuras eclesiales y todos los planes pastorales de diócesis, parroquias, comunidades religiosas, movimientos y de cualquier institución de la Iglesia. Ninguna comunidad debe excusarse de entrar decididamente, con todas sus fuerzas, en los procesos constantes de renovación misionera, y de abandonar las estructuras caducas que ya no favorezcan la transmisión de la fe”. Aparecida 365
En definitiva, Jesús nos pide que seamos trabajadores de su Reino, gente que dedica su vida a hacer que sea realidad lo que Él ama, valora y por lo que ha dado su vida.
Jesús se mueve en la perspectiva del amor, que no sabe de cálculos, pero tampoco de miedo.

Para discernir

¿Reconozco los talentos que he recibido?, ¿los valoro?, ¿soy agradecido?
¿A qué riesgos, a qué desacomodos, a qué conversión me invita este Evangelio?
¿Qué talentos tengo que “conservar”, cuáles tengo que “desenterrar”, qué puedo aportar y testimoniar de creatividad y novedad en mi ambiente?

Repitamos a lo largo de este día

…Que no tenga miedo Señor, quiero apostar al Amor…

Para la lectura espiritual

…”Debemos rezar constantemente por la paz, pero también debemos trabajar con todas
nuestras fuerzas por el desarme y la suspensión de las pruebas de armas. Debemos utilizar nuestra inteligencia rigurosamente para planear la paz como la hemos utilizado para planear la guerra. Debemos rogar apasionadamente por la justicia racial, pero también debemos utilizar nuestras inteligencias para desarrollar un programa, organizarnos en acción de masas pacíficas y valernos de todos los recursos corporales y espirituales para poner fin a la injusticia racial.
Debemos rezar infatigablemente por la justicia económica, pero también debemos trabajar con diligencia para llevar a término aquellos planes sociales que produzcan una mejor distribución de la riqueza en nuestra nación y en los países subdesarrollados del mundo.
¿No nos revela todo esto la falacia de creer que Dios eliminará el mal de la tierra aunque el hombre no haga otra cosa que sentarse complacido al borde del camino? Ningún rayo del cielo eliminará jamás el mal. Ningún poderoso ejército de ángeles descenderá para obligar a los hombres a hacer lo que no quieren hacer. La Biblia no nos presenta a Dios como un zar omnipotente que toma decisiones por sus súbditos, ni como un tirano cósmico que con parecidos métodos a los de la Gestapo invada la vida interior del hombre, sino como un Padre amoroso que concede a sus hijos todas las abundantes bendiciones que quieran recibir con buena disposición. El hombre tiene que hacer algo siempre. “Ponte en pie, que voy a hablarte” (/Ez/02/01). El hombre no es un inválido total abandonado en un valle de depravación hasta que Dios le saque. El hombre más bien es un ser humano válido, cuya visión está averiada por los caracteres del pecado, y cuya alma está debilitada por el virus del orgullo, pero le queda suficiente visión para levantar los ojos hacia las montañas y le queda aún el recuerdo de Dios para que oriente su débil y pecadora vida hacia el Gran Médico que cura los estragos del pecado”… 
Martin Luther King – LA FUERZA DE AMAR

Para rezar

El divino impaciente

Te he confesado hasta el fin
con firmeza y sin rubor.
No he puesto nunca, Señor,
la luz bajo el celemín.
Me cercaron con rigor
angustias y sufrimientos,
pero en mis desalientos
vencí, Señor, con ahínco.
Me diste cinco talentos
y te devuelvo otros cinco.

José María Pemán


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