26 de noviembre de 2017


Solemnidad de Cristo Rey

Se sentará en el trono de su gloria y separará a unos de otros

Lectura de Libro del profeta Ezequiel
34,11-12.15-17.

Porque así habla el Señor: ¡Aquí estoy yo! Yo mismo voy a buscar mi rebaño y me ocuparé de él. Como el pastor se ocupa de su rebaño cuando está en medio de sus ovejas dispersas, así me ocuparé de mis ovejas y las libraré de todos los lugares donde se habían dispersado, en un día de nubes y tinieblas.
Yo mismo apacentaré a mis ovejas y las llevaré a descansar -oráculo del Señor-. Buscaré a la oveja perdida, haré volver a la descarriada, vendaré a la herida y curaré a la enferma, pero exterminaré a la que está gorda y robusta. Yo las apacentaré con justicia.
En cuanto a ustedes, ovejas de mi rebaño, así habla el Señor: Yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carneros y chivos. 
Palabra de Dios

SALMO Sal 23(22), 1-2.2-3.5.6. 
R: El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar. R.

Me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre. R.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R.

Lectura de la I Carta del apóstol San Pablo
a los Corintios 15,20-26.28.

Hermanos:
Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos. Porque la muerte vino al mundo por medio de un hombre, y también por medio de un hombre viene la resurrección.
En efecto, así como todos mueren en Adán, así también todos revivirán en Cristo, cada uno según el orden que le corresponde: Cristo, el primero de todos, luego, aquellos que estén unidos a él en el momento de su Venida.
En seguida vendrá el fin, cuando Cristo entregue el Reino a Dios, el Padre, después de haber aniquilado todo Principado, Dominio y Poder. Porque es necesario que Cristo reine hasta que ponga a todos los enemigos debajo de sus pies. El último enemigo que será vencido es la muerte,
Y cuando el universo entero le sea sometido, el mismo Hijo se someterá también a aquel que le sometió todas las cosas, a fin de que Dios sea todo en todos. 
Palabra de Dios

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 25, 31-46

Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso.
Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: ‘Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver’.
Los justos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?’.
Y el Rey les responderá: ‘Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo’.
Luego dirá a los de su izquierda: ‘Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron’.
Estos, a su vez, le preguntarán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?’.
Y él les responderá: ‘Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo’.
Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna”. 
Palabra del Señor

Para reflexionar

El texto encuentra su situación histórica en la diáspora y en el exilio de Israel en Babilonia. Experimentan el fracaso de la monarquía y la incapacidad de los dirigentes, fue la causa principal del exilio y la dispersión de los hijos de la alianza. La imagen del pastor es frecuente en el antiguo Oriente para expresar las relaciones entre el rey y los vasallos.
En la lectura de hoy se denuncian las injusticias o las culpas de los malos pastores por no haber sido auténticamente conductores de su pueblo, sino buscarse a sí mismos, su propio provecho en lugar de buscar el bien y el bienestar de las ovejas, del pueblo; y llevarlas hacia las verdaderas praderas. Pero Yavé, no desistirá de su plan de salvación.
Justamente, es en el fracaso de los hombres donde brillará con más fuerza la fidelidad de Dios, como último recurso para salvar a su pueblo, va a intervenir en persona. El mismo será el pastor que saldrá en busca de las ovejas descarriadas y dispersas por todas las naciones, para reunirlas y devolverlas a su tierra.
***
El señorío de Cristo glorioso no se reduce a unos cuantos hombres ni a un sector de la realidad. Pablo ve en la Resurrección de Cristo la victoria sobre el pecado que domina a los hombres desde Adán en adelante. La victoria de Cristo se va completando en cada hombre y en cada generación hasta llegar al final. Cristo resucitado comunica su Vida a quien libremente se entrega a Él, Vida que supera todas las oscuridades de pecado y muerte.
El proceso histórico puesto en marcha por Cristo se manifestará un día en toda su fuerza y dimensión. Ese día se revelará al fin, con toda claridad, que Dios había sido desde siempre la razón de ser del hombre.
***
Estamos ante la última enseñanza de Jesús según el evangelio de Mateo. Su lenguaje es sobre todo profético, aunque lo realiza a través de una la parábola. Las últimas palabras del Maestro nos describen la venida del Hijo del Hombre en gloria y poder para el juicio; cuando se ha sentado en el trono y se disponga a juzgar.
Lo significativo del texto radica en esa presencia de los paganos en el acontecimiento final, algo absolutamente impensable en la mentalidad de los judíos contemporáneos de Jesús.
Para Mateo, tal como lo ha ido desarrollando a lo largo de su obra, la inclusión en el Reino de Dios, no puede ir ligada exclusivamente al conocimiento de Dios o al cumplimiento de su ley. Lo que hace del pagano un miembro del Reino de Dios, es su vida humanitaria comprometida con el que sufre. Esto determina la calidad de su persona, y de tal modo que, puede ser considerada dentro de los “justos”, título hasta ahora reservado exclusivamente a los miembros del Pueblo de Dios y ligado al cumplimiento de la ley. La identificación del rey con los necesitados constituye desde el Éxodo, uno de los rasgos característicos del Dios bíblico.
A través de este texto, Jesús hace ver a sus discípulos que en el futuro Reino de Dios, pueden también tener cabida aquellos que oficialmente o legalmente no son miembros del Pueblo de Dios.
La profecía de Ezequiel que anuncia que el mismo Dios se va a preocupar de su pueblo: como pastor, guía, médico, juez, liberador, reunificador, se ha cumplido perfectamente en Cristo Jesús en quien Dios se nos ha acercado definitivamente.
Jesús como Pastor no domina, sino apacienta, no se enseñorea, sino que busca y cuida a sus ovejas; cura a las enfermas y venda a las heridas; libera de todas las esclavitudes e ilumina todas las oscuridades; es un Pastor, que a nadie pone a su servicio, sino que a todos sirve para que todos vivamos sometidos por amor a nuestro Padre común.
Los contemporáneos de Jesús identificaban al Pueblo de Dios con el Reino de Dios. Jesús proclama la mayor amplitud del Reino sobre el Pueblo, con una consecuencia, sorprendente: al Reino de Dios no se accede por la sola vía religiosa. Frente a una concepción restrictiva del Reino de Dios, Jesús presenta una concepción universal que lo convierte en un texto capital para la humanidad. Cualquier hombre puede llegar a Dios, siempre que su vida tenga la calidad de la solidaridad.
El juicio será según las obras, no según lo que decimos creer y confesar. Son las obras las que distinguen y juzgan a los hombres, no las palabras ni el tipo o cantidad de plegarias. Distinciones de raza, de dinero o cultura, no valen nada y no permanecerá ni colocarán a los hombres a la izquierda o a la derecha del Señor. La realización concreta del mandamiento del amor o su incumplimiento anticipa ya en el mundo el juicio final.
El que ama a Cristo en los pobres y sufrientes, solidarizándose con su causa se introduce en el reino de Dios. Los cristianos no tenemos la exclusiva del reino de Dios, ni la exclusiva del servicio a Dios. El reino de Dios se extiende más allá de nuestras fronteras: se encuentra dondequiera que haya hombres capaces de amar y de servir a los hermanos. Lo que uno ha hecho a otro, lo ha hecho a Jesús y a Dios. Ya no tiene importancia si lo sabía o no, si quería o no servir en él a Jesús y a Dios. Al fin se manifiesta que todo servicio al amor fue servicio al Padre.
El peligro de no pertenecer al Reino no nos viene tanto de lo que hacemos mal, sino de aquello que dejamos de hacer. Cada hermano que no es amado suficientemente, que no recibe la ayuda posible; cada vez que eludimos nuestras responsabilidades o posibilidades comunitarias, en la sociedad, en la Iglesia; el no hacer nada para que mejore el ambiente del trabajo, para defender a los que están mal pagados, o excluidos; nos aleja de Jesucristo y del reino que inauguró con su estilo de vida basado en la compasión y el amor. Para un discípulo, la pertenencia a la Iglesia como modo de vivir el Reino, no puede dejar de expresarse en un compromiso de servicio a la humanidad.
La encarnación del hijo de Dios ha sido tan profunda en la naturaleza humana que donde haya un hombre que reclama nuestra atención, allí está presente el Dios hecho hombre, Jesucristo, el Salvador.
Ser discípulo de Cristo es amar con el amor efectivo que consiste en servir, consolar, acompañar, compartir, dar lo que sea preciso, a cada hombre concreto con quien tropezamos, con la certeza de que en cada hombre, tropezamos con Cristo.
Este es el camino que nos enseñó y vivió nuestro Rey, Nuestro Señor Jesucristo. Un camino posible para todos, pero exigente para todos. Así, la fiesta de hoy no es la exaltación de un « catolicismo triunfante», sino más bien al contrario: es la exaltación del reinado del amor servidor sobre todas las cosas.

Para discernir

¿Qué imagen de Cristo Rey tengo formada en mi corazón?
¿Reconozco el reinado de Cristo diverso al reinado humano?
¿Acepto un reinado que se da desde la entrega y la cruz? ¿Apuesto con mi vida a un reino que no es de este mundo?

Repitamos a lo largo de este día

…Que venga tu Reino Señor…

Para la lectura espiritual

«Venid vosotros, los benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo»

…”Habiendo realizado la purificación de los pecados, Cristo está sentado a la derecha de su Majestad en las alturas» (Hb 1,3)…Es, pues, para servirnos que vino desde su Padre hasta el mundo. Y para colmo: no se manifestó tan sólo en el momento en que vino a la tierra revestido de la debilidad humana presentándose en forma de esclavo y escondida su calidad de señor, sino que más tarde se manifestará en todo su esplendor, el día en que vendrá con todo su poder y aparecerá con toda la gloria de su Padre. Refiriéndose a su reino, se dice: «Se ceñirá, hará sentar a sus siervos a la mesa y los irá sirviendo» (Lc 12,37). ¡Éste es aquel por quien reinan los soberanos y gobiernan los príncipes!
Es de esta manera que ejercerá su realeza verdadera y sin mancha…; es de esta manera que hace seguir a los que ha sometido a su poder: más amable que un amigo, más imparcial que un príncipe, más tierno que un padre, más íntimo que los miembros, más indispensable que el corazón. No se impone a través del temor, no domina por un salario. Sólo en él encuentra la fuerza de su poder, sólo a través de sí mismo se une a sus súbditos. Porque reinar a través del temor o en vistas a un salario, no es gobernar con autoridad, sino por la esperanza de un sueldo o por amenaza…
Es preciso que Cristo reine en el sentido estricto de la palabra; toda otra autoridad es indigna de él. Ha sabido llegar a ella por un medio extraordinario… para llegar a ser el verdadero Señor, abraza la condición de esclavo y se hace el servidor de los esclavos, hasta la cruz y la muerte; es así como arrebata el alma de los esclavos y se apodera directamente de su voluntad. Sabiendo que éste es el secreto de su realeza, Pablo escribe: «Se rebajó hasta someterse incluso a la muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo» (Flp 2, 8-9)… Por la primera creación, Cristo es Señor de la naturaleza; por la nueva creación, se ha convertido en señor de nuestra voluntad… Por eso dice: «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra» (Mt 28,18)”…

San Nicolás Cabasilas (hacia 1320-1363), teólogo laico griego
La vida en Cristo, IV, 93-97, 102

Para rezar

Construir el Reino es,
hacer la Verdad;
porque la más auténtica Verdad
de nuestro mundo es que está llamado
a ser algo muy distinto
de lo que en realidad es;
la más auténtica realidad
de nuestro mundo es que está llamado
a estar construido sobre la solidaridad,
sobre el afecto, la mutua confianza,
la búsqueda del bien común;
la ausencia de todo egoísmo,
de todo tipo de lucha,
de toda forma de injusticia o insolidaridad;
la más auténtica realidad de nuestro mundo
es que está llamado a pervivir,
a transformarse entrando en una vida nueva
y sin término, a reconocer plenamente
que Dios está ahí y que es el Padre común
de todos los hombres
y el autor de toda la creación.


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