28 de noviembre de 2017 – TO – MARTES DE LA XXXIV SEMANA
No quedará
piedra sobre piedra
Lectura de la profecía de
Daniel 2, 31-45
«Tú, rey, estabas mirando, y viste una
gran estatua. Esa estatua, enorme y de un brillo extraordinario, se alzaba delante
de ti, y su aspecto era impresionante.
Su cabeza era de oro fino; su pecho y sus
brazos, de plata; su vientre y sus caderas, de bronce; sus piernas, de hierro,
y sus pies, parte de hierro y parte de arcilla.
Tú estabas mirando, y de pronto se desprendió
una piedra, sin que interviniera ninguna mano: ella golpeó la estatua sobre sus
pies de hierro y de arcilla, y los pulverizó.
Entonces fueron pulverizados al mismo
tiempo el hierro, la arcilla, el bronce, la plata y el oro; fueron como la paja
en la era durante el verano: el viento se los llevó y no quedó ningún rastro.
En cuanto a la piedra que había golpeado la estatua, se convirtió en una gran
montaña, y llenó toda la tierra.
Este fue el sueño; ahora diremos su
interpretación en presencia del rey.
Tú, rey, eres el rey de reyes, a quien el
Dios del cielo ha conferido la realeza, el poder, la fuerza y la gloria; él ha
puesto en tus manos a los hombres, los animales del campo y las aves del cielo,
cualquiera sea el lugar donde habitan, y te ha hecho dominar sobre todos ellos:
por eso la cabeza de oro eres tú.
Después de ti surgirá otro reino inferior
a ti, y luego aparecerá un tercer reino, que será de bronce y dominará sobre
toda la tierra.
Y un cuarto reino será duro como el
hierro: así como el hierro tritura y pulveriza todo -como el hierro que
destroza- él los triturará y destrozará a todos ellos.
También has visto los pies y los dedos, en
parte de arcilla de alfarero y en parte de hierro, porque ese será un reino
dividido: habrá en él algo de la solidez del hierro, conforme a lo que has
visto del hierro mezclado con la masa de arcilla; pero como los dedos de los
pies son en parte de hierro y en parte de arcilla, una parte del reino será
fuerte, y una parte frágil.
Tú has visto el hierro mezclado con la
masa de arcilla, porque ellos se mezclarán entre sí por lazos matrimoniales,
pero no llegarán a adherirse mutuamente, como el hierro no se mezcla con la
arcilla.
Y en los días de estos reyes, el Dios del
cielo suscitará un reino que nunca será destruido y cuya realeza no pasará a
otro pueblo: él pulverizará y aniquilará a todos esos reinos, y él mismo
subsistirá para siempre, porque tú has visto que una piedra se desprendía de la
montaña, sin la intervención de ninguna mano, y ella pulverizó el hierro, el
bronce, la arcilla, la plata y el oro.
El Dios grande hace conocer al rey lo que
va a suceder en adelante. El sueño es cierto y su interpretación digna de fe.»
Palabra de Dios.
SALMO Dn 3, 57. 58.
59. 60. 61
Todas las obras del Señor, bendigan al
Señor.
R. ¡Alábenlo y
glorifíquenlo eternamente!
Ángeles del Señor,
bendigan al Señor.
R. ¡Alábenlo y
glorifíquenlo eternamente!
Cielos, bendigan
al Señor.
R. ¡Alábenlo y
glorifíquenlo eternamente!
Todas las aguas
que están sobre los cielos, bendigan al Señor.
R. ¡Alábenlo y
glorifíquenlo eternamente!
Todos los
ejércitos celestiales, bendigan al Señor.
R. ¡Alábenlo y
glorifíquenlo eternamente!
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Lucas 21, 5-9
Como algunos, hablando del Templo, decían
que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: «De
todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo
será destruido.»
Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo
tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?»
Jesús respondió: «Tengan cuidado, no se
dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: “Soy yo”, y
también: “El tiempo está cerca.” No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y
revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará
tan pronto el fin.»
Palabra del Señor.
Para
reflexionar
Las circunstancias que acompañan a los
judíos en los tiempos del libro de Daniel no son gratas: están dominados y además,
por una potencia enemiga de Dios. Por eso el autor tiene que alentarlos con la
esperanza.
La idea principal de este capítulo es
revelar el sentido de la historia dirigida por Dios y su fin último: la
constitución de su reino sobre la tierra.
La interpretación del sueño de
Nabucodonosor alude, con los diversos metales a los diversos reinos que se han
ido sucediendo, para el tiempo en que se escribe este libro. Nabucodonosor tuvo
un sueño que sólo Daniel, entre todos los sabios, conoce porque Dios se lo ha
revelado.
La estatua vista por Nabucodonosor
representa los reinos de la tierra que se sucedieron destruyéndose mutuamente.
Son cuatro en total, cifra simbólica que la Biblia utiliza frecuentemente para
designar las fuerzas terrestres.
Esta lucha por el poder entre las
potencias terrestres provoca una incesante decadencia: el oro degenera en
plata, después en bronce, después en hierro y en tierra cocida, hasta el punto
de que basta una piedra pequeña para demoler a la estatua. Una historia
dirigida exclusivamente por el hombre lo conduce inevitablemente a la
decadencia.
Esa piedra arrojada contra la estatua de
los imperios humanos sin la intervención de mano alguna, es dirigida por el
mismo Dios. Un suceso que a los ojos de los hombres parecía carecer de
importancia, derriba todos los fundamentos humanos.
La piedra se convierte, a su vez, en una
gran montaña que “llena toda la tierra”, a la manera de “la gloria de”. El Dios
del cielo hará surgir un “reino” que jamás será destruido. Se anuncia la
llegada de un reino procedente del cielo, el del Mesías.
Muchos imperios e ideologías han ido
cayendo, y siguen cayendo, porque tienen los pies de barro. Esto nos advierte
de la tentación de poner demasiado entusiasmo en ninguna institución ni en
ningún ídolo.
***
Comenzamos hoy la lectura del último
discurso de Jesús, que ahora es de carácter escatológico. Lucas concluye la
predicación de Jesús en el Templo de Jerusalén, donde ha realizado gestos y
enseñanzas ante todo el pueblo.
Este largo discurso apocalíptico en el
círculo de sus discípulos está presente también en Marcos, Mateo y Lucas. Esto
hace creíble que Jesús realmente lo realizó, aunque las diferencias sean
notables.
En tiempos de Jesús, el Templo era recién
edificado; incluso no terminado del todo. Se comenzó su construcción diecinueve
años antes de Jesucristo: era considerado una de las siete maravillas del mundo
antiguo. Algunos discípulos de Jesús comentaban la belleza del Templo por la
calidad de las piedras y de las donaciones de los fieles.
Tenemos que superar las imágenes, para
captar el sentido universal de sus palabras, válidas para todos los tiempos.
Jesús comienza aludiendo a la destrucción del templo que, en la tradición
profética, se presenta siempre como consecuencia de la ruptura de la alianza
por parte del pueblo. Las palabras que pronuncia Jesús apuntan a mostrar la
fragilidad y la caducidad de las más grandes y hermosas obras humanas. Este
Templo será destruido unos años más tarde, en el 70 d. C., por Tito. Lucas no
se refiere al final del mundo sino a la destrucción del templo de Jerusalén.
Luego viene un mensaje de alerta sobre los
signos que acompañarán el final. La aparición de falsos “Mesías”. La fecha
precisa del tiempo final son claramente signos engañosos frente a los que Jesús
es claro: el fin no vendrá inmediatamente. De esta forma el evangelista
pretendía corregir la fiebre mesiánica que dominaba en algunos sectores de las
iglesias de su tiempo.
Jesús amplía el horizonte mezquino y
cerrado de los discípulos, anunciándoles que, desgraciadamente, guerras,
terremotos, hambre y señales asombrosas las habrá siempre. El final es un
acontecimiento de gracia, un triunfo del Dios de la Vida sobre todas las
fuerzas de muerte.
Hoy vivimos una agitación parecida.
Estamos inundados de visiones catastróficas que nos anuncian un futuro oscuro y
terrible para todos los seres vivientes. Pero lo importante no es la fecha en
que el mundo sucumbirá; lo importante es preguntarnos ¿cuál es la finalidad del
mundo y de la humanidad?, ¿cuál es nuestra esperanza?, ¿qué futuro podemos y
debemos construir?, ¿qué quiere Dios de nosotros aquí y ahora?
Las visiones apocalípticas se pueden
convertir en la pesadilla suicida, o en una renovada oportunidad de suscitar el
Reino en medio de la humanidad; ocasión especial para plantear una visión del
futuro desde una verdadera valoración del ser humano y de la vida en todas sus
dimensiones.
Los verdaderos signos son aquellos que nos
ayudan a despertarnos, a tomar conciencia de la gracia del Señor que ya está
entre nosotros y nos disponen a recibirla con alegría y confianza.
Para Jesús el tiempo presente y el futuro
se abren como esperanza: es el tiempo definitivo de la salvación. Por eso es
necesario tomarse en serio el momento presente e interpretarlo como una señal
de Dios que nos llama a hacer de este mundo de muerte, un mundo de vida. Para
Jesús, el cambio es posible aquí y ahora.
La invitación a mantenernos vigilantes es
verdadera sabiduría. Cada día es volver a empezar la historia. Cada día es
tiempo de salvación, si estamos atentos a la cercanía y a la venida de Dios a
nuestras vidas.
Para
discernir
¿Reflexiono sobre la gran fragilidad de
todas las cosas?…
¿Soy consciente de mi fragilidad?…
¿Qué actitud tomo al descubrir la brevedad
de la belleza, de la vida?…
Repitamos a
lo largo de este día
…Dame alegrarme con tu visita Señor…
Para la
lectura espiritual
« ¿No sabéis que sois el templo de Dios?» (1C 3,16)
…” «Jesús dijo a los judíos: ‘Destruid
este templo y en tres días lo levantaré’. Pero él hablaba del templo de su
cuerpo» (Jn 2, 21)… Algunos piensan que no es posible aplicar al cuerpo de
Cristo todo lo que se ha dicho del Templo; piensan que su cuerpo ha sido
llamado ‘templo’ porque, de igual manera que el primer Templo estaba habitado
por la gloria de Dios, así también el ‘Primer nacido de entre todas las
criaturas’ es la imagen de la gloria de Dios (Col 1,15) y que por eso es justo
que a su Cuerpo, a la Iglesia, se le llame templo de Dios, porque contiene la
imagen de la divinidad… Nosotros hemos aprendido de Pedro que la Iglesia es el
cuerpo y la casa de Dios, construida con piedras vivas, una casa espiritual
para un sacerdocio santo (1P 2,5).
Así podemos ver en Salomón, el hijo de
David que construyó el Templo, una prefiguración de Cristo: es después de la
guerra, cuando reinaba una gran paz, que Salomón hizo construir, en la
Jerusalén terrestre, un templo a la gloria de Dios… En efecto, cuando todos los
enemigos de Cristo serán «colocados bajo sus pies y el último enemigo, la
muerte, será vencido» (1C 15, 25-26) entonces la paz será perfecta, cuando
Cristo será «Salomón», cuyo nombre significa «pacífico», en él se cumplirá esta
profecía: «Con los que odian la paz, yo era pacífico» (Sl 119, 6-7). Entonces,
cada una de las piedras vivas, según lo merecido en la vida presente, será una
piedra del templo: uno, apóstol o profeta, puesto en los fundamentos, sostendrá
las piedras colocadas encima; otro, viniendo detrás de los que son fundamentos,
llevado él mismo por los apóstoles, llevará con él a otros más débiles; otro
será un piedra totalmente interior, allí donde se encuentra el arca con los
querubines y el propiciatorio (1R 6,19); otro, la piedra del vestíbulo (v. 3),
y otro, fuera del vestíbulo de los sacerdotes y los levitas, será la piedra del
altar donde se hacen las ofrendas de las cosechas… El desarrollo de la
construcción, con la organización de los ministerios, será confiada a los
ángeles de Dios, sus fuerzas santas prefiguradas por los jefes de trabajo de
Salomón… Todo eso se cumplirá cuando la paz sea perfecta, cuando una gran paz
reinará”…
Orígenes (hacia 185-253), presbítero y teólogo
Comentario al Evangelio de Juan, 10,39; PG 14, 369s
Para rezar
Tengo pues la certeza de que Dios existe, que creó
todo lo que vive y lo que no, que nos creó a todos los seres humanos, que tuvo
un motivo para crearnos, y que más allá de la visión, imagen que tengamos de Él
o el Nombre que le queramos poner, o el carácter o justicia que deseamos que Él
posea e imparta, Él tiene una visión de nosotros, Él sabe lo que hacemos.
No somos almas solitarias supeditadas a nuestra propia
voluntad para construirnos un futuro incierto, un destino. Además creo que en
la libertad que Él nos dio. Tengo la certeza de que Él quiso acercarse a
nosotros mediante Jesús, para que pudiésemos entender esto del amor entre las
personas. Tengo la certeza de que Dios se preocupa por el destino de este
mundo, que su Espíritu vuela vigilante.
Pero creo que para Él toda nuestra vida es un suspiro,
un destello.
Tengo la certeza de que nadie puede encerrar a Dios en
su limitado conocimiento. Tengo la certeza de que Dios nos quiere plenos, y que
nos dio recursos para lograrlo aún a pesar de la maldad humana, (Él nos creó,
Él nos conoce), sino sería un cínico, un torturador que nos puso aquí para
sufrir.
Yo quiero una vida plena, quiero el amor sincero, el
abrazo del hermano, y el de los familiares, y el de los amigos.
Quiero compartir el amor que Dios me ha permitido
tener.
Pero no quiero reprimir mis buenos deseos, mis dudas,
mis ganas…
Con estas certezas vivo…
María Verónica
Benavente
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