22 de febrero de 2018 – CUARESMA- Jueves
de la semana I
22 de
febrero – Cátedra de San Pedro (F)
Esto te lo
ha revelado mi Padre que está en el cielo
Lectura de la primera carta del apóstol
san Pedro 5, 1-4
Queridos hermanos:
Exhorto a los presbíteros que están
entre ustedes, siendo yo presbítero como ellos y testigo de los sufrimientos de
Cristo y copartícipe de la gloria que va a ser revelada. Apacienten el Rebaño
de Dios, que les ha sido confiado; velen por él, no forzada, sino
espontáneamente, como lo quiere Dios; no por un interés mezquino, sino con
abnegación; no pretendiendo dominar a los que les han sido encomendados, sino
siendo de corazón ejemplo para el Rebaño. Y cuando llegue el Jefe de los
pastores, recibirán la corona imperecedera de gloria.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 22,1-6
R. El Señor es
mi pastor, nada me puede faltar.
El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
El me hace descansar en verdes
praderas,
me conduce a las aguas tranquilas y
repara mis fuerzas:
me guía por el recto sendero, por amor
de su nombre. R.
Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque Tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden
confianza. R.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza y mi copa
rebosa. R.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la casa del Señor,
por muy largo tiempo. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 16, 13-19
Al llegar a la región de Cesarea de
Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: « ¿Qué dice la gente sobre el Hijo del
hombre? ¿Quién dicen que es?»
Ellos le respondieron: «Unos dicen que
es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas.»
«Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen
que soy?»
Tomando la palabra, Simón Pedro
respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón,
hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino
mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te
daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará
atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el
cielo.»
Palabra del Señor.
Para reflexionar
La celebración de la Cátedra de San
Pedro en este día, da a la liturgia la ocasión para colocarnos, en pleno camino
cuaresmal, ante la Persona de Jesús y su Misterio. Hasta este momento en el
Evangelio, han sido los otros quienes continuamente se han puesto interrogantes
y proclamado lo que pensaban sobre la Persona de Jesús al ver sus signos y
prodigios.
El paso a la parte pagana del lago
tenía por objeto salir del territorio judío. Cesarea de Filipo era la capital
del territorio gobernado por este tetrarca, hermano de Herodes Antipas. Para
proponer a sus discípulos la cuestión de su identidad, Jesús los saca del
territorio donde reina la concepción del Mesías davídico.
Ahora, Jesús mismo interroga los
discípulos para hacer brotar la respuesta de la fe. Después de contestar lo que
la gente piensa, Pedro toma la palabra en nombre de todos. Pedro pertenece a la
categoría de los sencillos, no a la de los sabios y entendidos, y ha recibido
esa revelación que le permite reconocer al Nazareno como el Cristo, el Hijo de
Dios, el Hijo amado del Padre, enviado al mundo para salvarnos. Pedro es
admitido a participar en el secreto de Dios.
La revelación del Padre está ofrecida a
todos, no es un privilegio de Pedro, pero sólo los “sencillos” están en
disposición de recibirla. Los que reciben del Padre la revelación sobre Jesús
son los que ven en Jesús la imagen del Padre, y los que reciben de Jesús la
experiencia de Dios como Padre y pueden invocarlo como tal.
Simón Pedro, es el primero que profesa
la fe en Jesús con una fórmula que describe perfectamente su ser y su misión
por eso se constituye como el prototipo de todos los creyentes. Con éstos,
Jesús construye la nueva sociedad humana, que tiene por fundamento inamovible
esa fe. Apoyada en ese cimiento, la comunidad de Jesús podrá resistir todos los
embates de las fuerzas enemigas, representadas por los perseguidores.
Posibilita además el ofrecimiento de salvación, dando a los seres humanos la
oportunidad que esperan y pueden, también, excluir a los que rechazan esa
salvación.
En la fe de Pedro podemos entender las
posibilidades que abre la fe a toda existencia creyente. Pedro a pesar de
reconocer a Jesús como el Mesías esperado, no pudo sostener esta afirmación en
todo momento de su vida, fue débil; sin embargo, a pesar de sus pecados, volvió
al Señor y hoy podemos celebrar su Cátedra: su autoridad, concedida por
Jesucristo y asentada en Roma como Pastor universal de la Iglesia.
En esta segunda semana de Cuaresma,
esta pregunta se dirige a nosotros para que podamos verificar hondamente la
calidad de nuestra relación con Jesús, nuestra experiencia de su Misterio y
nuestra respuesta. El Señor nos lleva a la región extranjera de nuestro
corazón, a la de la pregunta y nos interroga amistosamente para hacer brotar de
nuestro corazón una respuesta de fe más profunda y más comprometida.
Para discernir
¿Vivo mi fe enraizada en la fe de los
apóstoles?
¿Descubro la necesidad de compartir la
fe que profeso?
¿Experimento a la Iglesia como maestra
en el camino de mi fe?
Para rezar
Creemos en Jesucristo, el hombre de Nazaret,
nuestro Señor crucificado y resucitado.
El vino a nosotros, compartió nuestra vida,
El vino a nosotros, compartió nuestra vida,
conquistó el pecado y la muerte y reconcilió
el mundo consigo mismo.
el mundo consigo mismo.
Derramó sobre nosotros su Santo Espíritu,
creando y renovando la Iglesia de Jesucristo,
uniendo en su alianza a los creyentes de todas las
lenguas y razas.
Nos llamó a ser su Iglesia a aceptar
Nos llamó a ser su Iglesia a aceptar
el costo y la alegría del discipulado,
a ser siervos en el servicio a los demás,
a proclamar el evangelio a todo el mundo
y resistir el poder del diablo,
a recibir el bautismo de Cristo y comer en su mesa,
a recibir el bautismo de Cristo y comer en su mesa,
a participar en su pasión y victoria.
El prometió a todos los que confían en él
El prometió a todos los que confían en él
el perdón de los pecados y la gracia plena,
coraje en la lucha por la justicia y la paz,
su presencia en la prueba y el gozo, y eterna vida
en el
Reino que no tiene fin.
Reino que no tiene fin.
Bendición y honor, gloria y poder sean a Él. Amén
Aportado por: Equipo De Selah
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