23 de mayo de 2018 – TO –
MIÉRCOLES DE
LA VII SEMANA
El que no está contra
nosotros está con nosotros
Lectura de la carta del
apóstol Santiago 4, 13-16
Y ustedes, los que ahora
dicen: «Hoy o mañana iremos a tal ciudad y nos quedaremos allí todo el año,
haremos negocio y ganaremos dinero», ¿saben acaso qué les pasará mañana? Porque
su vida es como el humo, que aparece un momento y luego se disipa.
Digan más bien: «Si Dios
quiere, viviremos y haremos esto o aquello.»
Ustedes, en cambio, se
glorían presuntuosamente, y esa jactancia es mala. El que sabe hacer el bien y
no lo hace, comete pecado.
Palabra de Dios.
SALMO Sal
48, 2-3. 6-7. 8-10. 11 (R.: Mt 5, 3)
R. ¡Felices
los que tienen alma de pobres,
porque a ellos les pertenece el Reino de los
Cielos!
Oigan esto, todos los
pueblos;
escuchen, todos los
habitantes del mundo:
tanto los humildes como
los poderosos,
el rico lo mismo que el
pobre. R.
¿Por qué voy a temer en
los momentos de peligro,
cuando me rodea la
maldad de mis opresores,
de esos que confían en
sus riquezas
y se jactan de su gran
fortuna? R.
No, nadie puede
rescatarse a sí mismo
ni pagar a Dios el
precio de su liberación,
para poder seguir
viviendo eternamente
sin llegar a ver el
sepulcro:
el precio de su rescate
es demasiado caro,
y todos desaparecerán
para siempre. R.
Cualquiera ve que mueren
los sabios;
necios e ignorantes
perecen por igual,
y dejan a otros sus
riquezas. R.
EVANGELIO
Lectura del santo
Evangelio según san Marcos 9, 38-40
Juan le dijo a Jesús:
«Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de
impedírselo porque no es de los nuestros.»
Pero Jesús les dijo: «No
se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar
mal de mí. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros.»
Palabra del Señor.
Para reflexionar
Santiago, predicador
concreto, se dirige sucesivamente a algunas grandes categorías sociales de su
tiempo. En el pasaje de hoy Santiago hablará más particularmente a los
«comerciantes», algunos judíos que desde la época del exilio en Babilonia se
habían especializado en el gran comercio internacional.
Si bien lo que dice no
es una novedad estamos siempre tentados a ignorarlo. Sabemos que nuestra vida
es fugaz; como la niebla que se ve un rato y luego se desvanece. A pesar de
esto tendemos a actuar como si el futuro estuviera en nuestras manos,
dependiera de nosotros. La invectiva contra los ricos es muy dura.
Es lastimoso dejarse
deslumbrar por el brillo de las riquezas y de los vestidos, del oro y la plata.
Todo llegará. El Señor ahora no está, pero volverá. La riqueza se pudre, los
vestidos se apolillan, el oro y la plata se los come el orín.
Lo único cierto es que
estamos en manos de Dios. No vale la pena absolutizar nada: ni los negocios, ni
los proyectos, ni nuestro futuro. La Palabra nos enseña a mantener una sana
indiferencia, para que no nos aferremos demasiado de las cosas pasajeras.
Lo que el autor de la
carta dice al engreído de sí mismo puede valer para todos. En efecto, a menudo
nos creemos capaces de disponer de nuestra vida a nuestro gusto, sin contar con
Dios, y Santiago nos recuerda que la vida es corta.
***
En el episodio de hoy,
uno de los discípulos, Juan, corre donde Jesús para pedir autorización y
detener a uno que expulsaba demonios en nombre de Jesús sin ser del grupo.
Los apóstoles se dejaban
llevar muchas veces por la impaciencia y los celos. Querían arrancar la cizaña
del campo, deseaban que lloviera fuego del cielo porque en un pueblo no los
habían querido recibir. Jesús tenía siempre mucha más paciencia y un corazón
mucho más generoso. Es muchas veces la tentación de los que se piensan buenos o
“parte de”; pretender acaparar o monopolizar los dones de Dios y sentir celos
de que otros hagan cosas buenas. Querer tener todo controlado.
La respuesta de Jesús
está en consonancia con toda la novedad del Evangelio. Abre la posibilidad para
que todo el que quiera obrar el bien en su nombre lo haga. No obliga a todos a
meterse bajo el mismo paraguas. La preocupación de Jesús es verdaderamente
universal porque le preocupa el bien de la humanidad y no los intereses de su
pequeño grupo. Hacer el bien a los demás es más importante que los
protagonismos.
Frente a los criterios
pequeños de los discípulos, el Señor abre la posibilidad a un horizonte más
amplio. el que no está contra nosotros, está con nosotros. Junto al espíritu
estrecho y sectario de Juan, el trueno, tenemos aquí la apertura total de Jesús
que invita a sus discípulos a confiar en el Espíritu Santo.
La verdad y el bien no
son patrimonio de algunos, sino de aquellos que se abren a Dios y dejan que su
gracia bondadosa los toque. Mientras que los criterios humanos tienden a estandarizar
a todo con sus medidas, Jesús. abre de par en par, y para todos, el mensaje de
salvación. En Jesús, sabiduría y amor, entran los diferentes, los que no son
aparentemente seguidores directos, los que no tienen el carnet de inscripción
en la institución divina, pero que, sin embargo, demuestran que están en
sintonía con la sabiduría de su corazón que siempre suma, nunca resta. Dios
actúa en todas partes y el Espíritu no es propiedad de ningún grupo, ni de
ninguna estructura. El Espíritu sopla donde quiere.
En la Iglesia, para la
construcción del Reino, hay diferentes carismas y diferentes maneras de
proponer el mensaje evangélico. Desde la teología que propone un evangelio más
encarnado e inculturado desde los más pobres, hasta la Renovación en el Espíritu
Santo que busca una renovación del individuo, lo que se busca es la edificación
del reino de Dios, así los distintos carismas cooperan de diferente manera a la
única misión de la Iglesia que es evangelizar.
Para discernir
¿Experimento mi vida de
fe como un derecho o privilegio frente a los demás?
¿Divido fácilmente entre
los míos y los de otro lado?
¿Integro a los
distintos?
Repitamos a lo largo de este
día
…Es de los nuestros el
que obra el bien…
Para la lectura espiritual
«Se lo hemos querido
impedir, porque no es de los nuestros»
…”Imitemos la inmensidad
del amor del mismo Jesús, modelo supremo de amor hacia la Iglesia.
Indudablemente que la Esposa de Cristo, la Iglesia, es única; y sin embargo el
amor del Esposo divino se extiende tan ampliamente que, sin excluir a nadie,
abarca en su Esposa a todo el género humano. Si nuestro Salvador ha derramado
su sangre, es con el fin de reconciliar con Dios, en la cruz, a todos los
hombres, incluso aunque estén separados por la nación o la sangre y reunirlos
en un solo Cuerpo. El verdadero amor de la Iglesia exige, pues, no solamente
que unos sean miembros de los otros en el mismo Cuerpo, llenos de mutua
solicitud (Rm 12,15), miembros que deben alegrarse cuando otro miembro es
honorado y sufrir con él cuando él sufre (1C 12,26); sino que exige también que
en los demás hombres todavía no unidos a nosotros en el Cuerpo de la Iglesia,
sepamos reconocer en ellos a hermanos de Cristo según la carne, llamados igual
que nosotros a la misma salvación eterna.
Sin duda que no falta
gente, sobre todo hoy, ¡desgraciadamente!, que orgullosamente alaban la lucha,
el odio y la envidia como medio para sublevar y exaltar la dignidad y la fuerza
del hombre. Pero nosotros, que discernimos con dolor los lamentables frutos de
esta doctrina, seguimos a nuestro Rey pacífico, que nos ha enseñado no sólo
amar a los que no pertenecen a la misma nación o tienen el mismo origen (Lc
10,33s), sino incluso amar a nuestros enemigos (Lc 6,27s), Celebremos con san
Pablo, el apóstol de las naciones lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo del
amor de Cristo (Ef. 3,18); amor que la diversidad de pueblos o de costumbres no
puede romper, que la inmensidad que se extiende en el océano no puede
disminuir, que, en fin, las guerras, hechas por una causa justa o injusta, no
pueden disgregar”…
Pío XII, papa de 1939 a 1958 Encíclica
Mystici Corporis Christi
Para rezar
Este es tu reino entre nosotros, Señor,
vivir en tu amor ser tus hijos
y contemplar tu rostro,
tal como lo manifestó tu hijo amado, Jesús.
Ahora sabemos que la auténtica sabiduría
está amasada de vida diaria, de trabajo,
de alegrías y penas, de oración y evangelio;
de un caminar constante hacia un mundo nuevo
que renace a su liberación y a la paz
definitiva.
Porque esta sabiduría no nos aleja del mundo
sino que nos hace vivir en plenitud
dando sentido a nuestra vida
para volcarnos a un gran proyecto:
una nueva humanidad.
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