9 de noviembre de 2018 – TO – VIERNES DE LA XXXI SEMANA
Dedicación de la Basílica de Letrán
(F)
Somos las piedras vivas del nuevo templo
Lectura de la profecía de
Ezequiel 47, 1-2. 8-9. 12
En aquellos días:
El hombre me hizo volver a la entrada de la Casa, y
vi que salía agua por debajo del umbral de la Casa, en dirección al oriente,
porque la fachada de la Casa miraba hacia el oriente. El agua descendía por
debajo del costado derecho de la Casa, al sur del altar. Luego me sacó por el
camino de la puerta septentrional, y me hizo dar la vuelta por un camino
exterior, hasta la puerta exterior que miraba hacia el oriente. Allí vi que el
agua fluía por el costado derecho.
Entonces me dijo: «Estas aguas fluyen hacia el
sector oriental, bajan hasta la estepa y van a desembocar en el Mar. Se las
hace salir hasta el Mar, para que sus aguas sean saneadas. Hasta donde llegue
el torrente, tendrán vida todos los seres vivientes que se mueven por el suelo
y habrá peces en abundancia. Porque cuando esta agua llegue hasta el Mar, sus
aguas quedarán saneadas, y habrá vida en todas partes adonde llegue el
torrente.
Al borde del torrente, sobre sus dos orillas,
crecerán árboles frutales de todas las especies. No se marchitarán sus hojas ni
se agotarán sus frutos, y todos los meses producirán nuevos frutos, porque el
agua sale del Santuario. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas de
remedio».
Palabra de Dios.
O bien:
Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo
a los Corintios 3,9c-11.16-17
Hermanos:
Porque nosotros somos cooperadores de Dios, y
ustedes son el campo de Dios, el edificio de Dios.
Según la gracia que Dios me ha dado, yo puse los
cimientos como lo hace un buen arquitecto, y otro edifica encima. Que cada cual
se fije bien de qué manera construye.
El fundamento ya está puesto y nadie puede poner
otro, porque el fundamento es Jesucristo.
Sobre él se puede edificar con oro, plata, piedras
preciosas, madera, pasto o paja: la obra de cada uno aparecerá tal como es,
porque el día del Juicio, que se revelará por medio del fuego, la pondrá de
manifiesto; y el fuego probará la calidad de la obra de cada uno.
¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el
Espíritu de Dios habita en ustedes?
Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo
destruirá a él. Porque el templo de Dios es sagrado, y ustedes son ese templo.
Palabra de Dios
SALMO Sal 45, 2-3. 5-6. 8-9
(R.: 5)
R. Los canales del río
alegran la ciudad de Dios,
la más
santa morada del Altísimo.
El Señor es nuestro refugio y fortaleza,
una ayuda siempre pronta en los peligros.
Por eso no tememos, aunque la tierra se conmueva
y las montañas se desplomen hasta el fondo del mar.
R.
Los canales del Río alegran la Ciudad de Dios,
la más santa Morada del Altísimo.
El Señor está en medio de ella: nunca vacilará;
él la socorrerá al despuntar la aurora. R.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro baluarte es el Dios de Jacob.
Vengan a contemplar las obras del Señor,
él hace cosas admirables en la tierra. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Juan 2, 13-22
Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a
Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas
y a los cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y
los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las
monedas de los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas:
«Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio.»
Y sus discípulos recordaron las palabras de la
Escritura: El celo por tu Casa me consumirá.
Entonces los judíos le preguntaron: « ¿Qué signo
nos das para obrar así?»
Jesús les respondió: «Destruyan este templo y en
tres días lo volveré a levantar.»
Los judíos le dijeron: «Han sido necesarios
cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en
tres días?»
Pero él se refería al templo de su cuerpo.
Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos
recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra
que había pronunciado.
Palabra del Señor.
Para
reflexionar
La región sur de Jerusalén, es la más infértil de
todas las regiones del país, con excepción de Jericó y alguno que otro torrente
inhabitado. El cambio de aridez en fertilidad, es utilizado para resaltar el
efecto que va a producir en el pueblo, las trágicas experiencias vividas en los
últimos años.
El templo, centro religioso y símbolo nacional de
Israel, se ha convertido en lugar de comercio y explotación. San Juan nos
presenta a Jesús, expulsando a los vendedores y cambistas, que se habían ido
apoderando poco a poco del lugar santo.
Juan junta el relato del agua convertida en vino en
las bodas de Caná; con este de la purificación del templo, y la discusión con
los judíos acerca de su destrucción y reconstrucción, aprovechando el marco de
la celebración de la Pascua. La intención fundamental, es dar a entender mejor,
cuál es el programa de su actividad evangelizadora. El vino que surge de las
tinajas de agua, dispuestas para la purificación de los judíos, muestra la
presencia del Hijo de Dios en la fiesta de boda. Pero la gran boda es la de
Dios con su pueblo a través de su Hijo. Así que el gesto de Jesús en el templo,
indica que era necesario que la novedad, su presencia, se hiciera sentir en un
lugar tan paradigmático del pueblo judío como el templo.
La acción de Jesús contra los mercaderes es una
excusa provocadora. Jesús está decididamente en contra, de quienes han obligado
a una gran parte del pueblo, a vivir en condiciones injustas y hasta profanas.
Los bandidos, son los dirigentes y manipuladores económicos que explotaban a
los pobres con el fraude de lo sagrado, y saben que sus ganancias por el cobro
de impuesto a los mercaderes ubicados allí, se van a venir abajo. Por eso
increpan y piden una señal a Jesús para desautorizarlo y sacárselo de encima.
De ahí en adelante la vida y obra entera de Jesús
estarán consagradas a generar una ruptura con aquellas modalidades, estructuras
e instituciones que sean un obstáculo para la realización del proyecto de Dios.
La afirmación de Jesús sobre el nuevo templo
proclama la destrucción definitiva de la distancia entre Dios y nosotros. No
necesitamos ya ningún lugar separado para entrar en relación con Él porque
todos los lugares pueden ser santos. El lugar por excelencia es el mismo cuerpo
de Cristo. En éste, el templo nuevo, nosotros somos las piedras. La relación
con Dios está ligada al reconocimiento de su presencia, en todos aquellos que
constituimos el cuerpo de Cristo.
La dedicación o consagración de la basílica de san
Juan de Letrán es celebrada en toda la iglesia católica por tratarse de la
catedral del Papa, obispo de Roma. Se trata de la primera y de la cabeza de
todas las iglesias del mundo católico. Fue mandada construir en el siglo IV por
el emperador Constantino, el primero de los emperadores cristianos.
Desde muy antiguo, el ser humano ha sentido la
necesidad de reservar espacios que favorezcan el encuentro con Dios. Al
principio del cristianismo, los lugares de encuentro con Dios eran las casas
particulares, en las que se reunían las comunidades para la oración y la
fracción del pan. Con el paso del tiempo, las comunidades fueron construyendo edificios
dedicados a las reuniones litúrgicas, la predicación de la Palabra y la
oración. Y así es como en el cristianismo, con el paso de la persecución a la
libertad religiosa en el Imperio Romano, aparecieron las grandes basílicas,
entre ellas San Juan de Letrán, la catedral de Roma.
San Juan de Letrán es el símbolo de la unidad de
todas las Iglesias del mundo con la Iglesia de Roma, y por eso, esta basílica,
lleva el título de Iglesia principal y madre de todas las Iglesias.
Pero no debemos perder de vista que el verdadero
lugar de encuentro del hombre con Dios, el auténtico templo, es Jesucristo que
gracias a la entrega de su vida por nosotros, ha hecho de la comunidad de
creyentes un templo vivo de Dios.
La Iglesia fiel a esta convicción no puede dejar de
vivir lo que nos pide el Papa Francisco: «Sueño con una opción misionera capaz
de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el
lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la
evangelización del mundo actual más que para la autopreservación. La reforma de
estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este
sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral
ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a
los agentes pastorales en constante actitud de salida y favorezca así la
respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad. Como
decía Juan Pablo II a los Obispos de Oceanía, “toda renovación en el seno de la
Iglesia debe tender a la misión como objetivo para no caer presa de una especie
de introversión eclesial”» (EG 27).
Para
discernir
¿Experimento la presencia de Dios en los miembros
de la Iglesia?
¿Me siento piedra viva de este nuevo templo?
¿Reconozco lo sagrado de cada vida?
Repitamos a
lo largo de este día
el templo de Dios es sagrado
Para
reflexionar
Destruid este Templo, y en tres días lo reedificaré
“… El Templo judío quedaba confinado a un solo
lugar. El mundo entero no podía estar en él, ni tan sólo toda una nación, sino
tan sólo algunos de la multitud. Pero el templo cristiano es invisible y
espiritual, por tanto puede estar en todas partes… Jesús dijo a la Samaritana:
«Vendrá el tiempo en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en
espíritu y en verdad» (Jn 4,23). «En espíritu y en verdad» porque, si no es
invisible, su presencia no puede ser real. Lo que es visible no es lo real; lo
que es material de desintegrará; lo que está en alguna parte no es más que un fragmento.
El templo de Dios, en el régimen cristiano, está en
todas las partes donde hay cristianos en nombre de Cristo; él esta tan
plenamente presente en cada lugar como si no estuviera en ninguna otra parte. Y
nosotros podemos entrar y unirnos a los santos que lo habitan, a la familia
celeste de Dios, de manera tan real como el judío entraba en los atrios
visibles del Templo. Nosotros no vemos nada de nuestro templo espiritual, pero
es la condición requerida para que él esté en todas partes. No estaría en todas
partes si le viéramos en alguna parte; no vemos nada, pero gozamos de todo.
Es así como nos lo presentan ya los profetas del
Antiguo Testamento. Isaías escribe: «Al final de los días estará firme el monte
de la casa del Señor, en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas.
Hacia él confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos» (2,2). El templo
cristiano ya fue desvelado a Jacob… cuando vio en sueños «una escalinata,
apoyada en la tierra, y con la cima tocaba el cielo. Ángeles de Dios subían y
bajaban por ella» (Gn 28,12) y también al servidor de Eliseo: «Abrió el Señor
los ojos del criado y vio que la montaña estaba llena de caballos y carros de
fuego» (2R 6,17). Todo ello eran anticipaciones de lo que se tenía que
establecer cuando Cristo vino y «abrió el Reino de Dios a todos los creyentes».
Es lo que hace decir a san Pablo: «Os habéis acercado al monte de Sión, a la
ciudad del Dios vivo, a la Jerusalén celestial, a miríadas de ángeles en
fiesta, a la asamblea de los primogénitos cuyos nombres están inscritos en el
cielo» (Hb 12,22)”…
Cardenal John Henry Newman (1801-1890), presbítero, fundador de comunidad religiosa, teólogo – PPS, Vol. 4, nº 12:
«La Iglesia una casa para los solitarios”
Para rezar
Oración por la Iglesia
Que no olvide yo ni un instante
que Tú has establecido en la tierra
un reino que te pertenece;
que la Iglesia es tu obra,
tu institución, tu instrumento;
que nosotros estamos bajo tu dirección,
tus leyes y tu mirada;
que cuando la Iglesia habla,
Tú eres el que hablas.
Que la familiaridad que tengo
con esta verdad maravillosa
no me haga insensible a esto;
que la debilidad de tus representantes humanos
no me lleve a olvidar, que eres Tú quien hablas
y obras por medio de ellos. Amén.
Cardenal Newman
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