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de marzo de 2019 – TO - DOMINGO DE LA VIII SEMANA – Ciclo C
De la abundancia del corazón habla la boca.
Lectura
del libro del Eclesiástico 27, 4-7
Cuando se zarandea la criba, quedan los residuos: así los desechos de un hombre aparecen en sus palabras.
El
horno pone a prueba los vasos del alfarero, y la prueba del hombre está en su
conversación.
El
árbol bien cultivado se manifiesta en sus frutos; así la palabra expresa la
índole de cada uno.
No
elogies a nadie antes de oírlo razonar, porque allí es donde se prueban los
hombres.
Palabra de Dios.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 91, 2-3. 13-16
R. Es
bueno darte gracias, Señor.
Es
bueno dar gracias al Señor,
y cantar, Dios Altísimo, a tu Nombre;
proclamar tu amor de madrugada,
y tu fidelidad en las vigilias de la noche. R.
El justo florecerá como la palmera,
crecerá como los cedros del Líbano:
trasplantado en la Casa del Señor,
florecerá en los atrios de nuestro Dios. R.
En la vejez seguirá dando frutos,
se mantendrá fresco y frondoso,
para proclamar qué justo es el Señor,
mi Roca, en quien no existe la maldad. R.
y cantar, Dios Altísimo, a tu Nombre;
proclamar tu amor de madrugada,
y tu fidelidad en las vigilias de la noche. R.
El justo florecerá como la palmera,
crecerá como los cedros del Líbano:
trasplantado en la Casa del Señor,
florecerá en los atrios de nuestro Dios. R.
En la vejez seguirá dando frutos,
se mantendrá fresco y frondoso,
para proclamar qué justo es el Señor,
mi Roca, en quien no existe la maldad. R.
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo
a
los cristianos de Corinto 15, 51. 54-58
Hermanos:
Les voy a revelar un misterio:
No
todos vamos a morir, pero todos seremos transformados.
Cuando
lo que es corruptible se revista de la incorruptibilidad y lo que es mortal se
revista de la inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra de la Escritura:
«La muerte ha sido vencida». ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu
aguijón? Porque lo que provoca la muerte es el pecado y lo que da fuerza al
pecado es la ley.
¡Demos
gracias a Dios, que nos ha dado la victoria por nuestro Señor Jesucristo!
Por
eso, queridos hermanos, permanezcan firmes e inconmovibles, progresando
constantemente en la obra del Señor, con la certidumbre de que los esfuerzos
que realizan por Él no serán vanos.
Palabra de Dios.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 6, 39-45
Jesús les hizo también esta comparación: «¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un pozo?
El
discípulo no es superior al maestro; cuando el discípulo llegue a ser perfecto,
será como su maestro.
¿Por
qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en
el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: «Hermano, deja que te saque la paja
de tu ojo», tú, que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita, saca
primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de
tu hermano.
No
hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: cada
árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se
cosechan uvas de las zarzas.
El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca.
Palabra del Señor.
El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca.
Palabra del Señor.
Para reflexionar
La
primera lectura de hoy está tomada del libro del Eclesiástico y es el típico
texto de la literatura sapiencial con sabor poético. A partir de varias
imágenes (la criba, el horno, el fruto del árbol) se nos dice que la bondad del
hombre se manifiesta auténticamente después de haber sido probada, después de
haber sido examinada. Tan sólo entonces se constata si es algo sólo superficial
o si es algo que mana de lo hondo del corazón.
***
El
evangelio de hoy usa este estilo, con una serie de máximas e imágenes del mismo
tipo de las que hemos visto en la primera lectura, algunas incluso calcadas: el
ciego y el pozo, el discípulo y su maestro, la paja y la viga en el ojo, el
árbol y sus frutos, el corazón y la boca.
El
núcleo de este mensaje de hoy consiste en valorar lo interior. Jesús invita a
la profundidad y a la sinceridad de corazón; a no quedarse con la imagen
exterior, que sólo es al fin y al cabo un reflejo de la interioridad de la persona.
El
evangelio tiene dos partes: la primera consiste en una llamada a la humildad, a
la sencillez, a la hora de valorarnos a nosotros y a los demás. A partir de las
imágenes del ciego que no puede ser guía de otro ciego, y del discípulo que no
está tan instruido como su maestro, Jesús hace una llamada a ser conscientes de
la propia limitación, a la capacidad de autocrítica. Este pensamiento culmina
con el ejemplo de la viga en el propio ojo y la paja en el del vecino: “¿Por
qué te fijas en la paja que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga
que llevas en el tuyo?”
Jesús
invita, en la segunda parte del texto de hoy, a descubrir al hombre en su
propia realidad. Una realidad que halla su aspecto más auténtico en lo que hay
en el fondo del corazón. Lo que vale en cada persona no es lo que dice, ni lo
que hace, sino lo que hay en su corazón. Y lo que hay en el fondo del corazón
se expresará después en sus palabras y en sus obras.
Para discernir
¿A
qué me invita esta palabra de Dios?
¿Estoy
dispuesto a crecer en humildad?
¿Qué
frutos brotan de mi corazón?
Repitamos a lo largo de este día
Quiero
proclamar tu amor y tu fidelidad Señor
Para la lectura espiritual
«El árbol se
reconoce por sus frutos»
En la creación,
manda Dios a las plantas que lleven sus frutos, cada una según su especie (Gn
1,11); de la misma manera que a los cristianos, plantas vivas de la Iglesia,
les manda que produzcan frutos de devoción, cada uno según su condición y
estado. De diferente manera han de practicar la devoción el noble y el
artesano, el criado y el príncipe, la viuda, la soltera y la casada; y no
solamente esto, sino que es menester acomodar la práctica de la devoción a las
fuerzas, a los quehaceres y a las obligaciones de cada persona en particular…
¿sería cosa puesta en razón que el obispo quisiera vivir en la soledad, como
los cartujos? Y si los casados nada quisieran allegar, como los capuchinos, y
el artesano estuviese todo el día en la iglesia, como los religiosos, y el
religioso tratase continuamente con toda clase de personas por el bien del
prójimo, como lo hace el obispo, ¿no sería esta devoción ridícula, desordenada
e insufrible? Sin embargo, este desorden es demasiado frecuente,
No,…, la devoción
nada echa a perder, cuando es verdadera; al contrario, todo lo perfecciona, y,
cuando es contraria a la vocación de alguno, es, sin la menor duda, falsa. La
abeja, dice Aristóteles, saca su miel de las flores sin dañarlas y las deja
frescas y enteras, según las encontró; más la verdadera devoción todavía hace
más, porque no sólo no causa perjuicio a vocación ni negocio alguno, sino,
antes bien, los adorna y embellece. Las piedras preciosas, introducidas en la
miel, se vuelven más relucientes, cada una según su propio color; así también
cada uno de nosotros se hace más agradable a Dios en su vocación, cuando la
acomoda a la devoción: el gobierno de la familia se hace más amoroso; el amor
del marido y de la mujer, más sincero; el servicio del príncipe, más fiel; y
todas las ocupaciones, más suaves y amables.
Es un error, y
aun una herejía, querer desterrar la vida devota de las compañías de los
soldados, del taller de los obreros, de la corte de los príncipes y del hogar
de los casados. Es cierto… que la devoción puramente contemplativa, monástica y
propia de los religiosos, no puede ser ejercitada en aquellas vocaciones; pero
también lo es que, además de estas tres clases de devoción, existen muchas
otras, muy a propósito para perfeccionar a los que viven en el siglo.
San Francisco de
Sales (1567-1622) – obispo de Ginebra y doctor de la Iglesia
Introducción a
la vida devota, I, cp. 3
Para rezar
Ayúdame Señor
A ocuparme,
razonablemente
en aquello que
sea para tu gloria
para el
beneficio de los míos y de mí mismo
A disfrutar el
presente, sin estar tan pendiente
de lo que pueda
ocurrir mañana.
A, mirar hacia
el futuro,
aportando las
semillas que siembro hoy en el camino.
AYÚDAME, SEÑOR
A sentir tu
mirada en aquello que veo
A palpar tus
manos en mis pequeñas obras de cada día
A escuchar tu
Palabra en las mías,
pobres, torpes y
atropelladas
AYÚDAME, SEÑOR
A vivir
comprometido pero sin ansiedad
A caminar
ligero, pero sin prisas
A trabajar con
empeño, pero sin nervios
A soñar con un
futuro mejor
sin olvidar que
puedo superar el presente
AYÚDAME, SEÑOR
A confiar en tu
mano providente
A no tener miedo
al mañana que me aguarda
Contigo, Señor,
me basta. Amén
Javier
Leoz
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