26
de septiembre de 2019 - TO – JUEVES DE LA XXV
SEMANA
¡Hacer bien y
salvar!
Principio
de la profecía de Ageo 1, 1-8
En
el segundo año del rey Darío, el primer día del sexto mes, la palabra del Señor
fue dirigida, por medio del profeta Ageo, a Zorababel, hijo de Sealtiel,
gobernador de Judá, y a Josué, hijo de Iehosadac, el Sumo Sacerdote, en estos
términos:
Así
habla el Señor de los ejércitos: Este pueblo dice: «Todavía no ha llegado el
momento de reconstruir la Casa del Señor». Y la palabra del Señor llegó, por
medio del profeta Ageo, en estos términos:
¿Es
este acaso el momento de que ustedes vivan en sus casas revestidas de madera,
mientras esta Casa está en ruinas? Ahora bien, así habla el Señor de los
ejércitos: ¡Consideren la situación en que se encuentran! Ustedes han sembrado
mucho, pero han cosechado poco; han comido, pero no se han saciado; han bebido,
pero no han apagado su sed; se han vestido, pero no se han abrigado; y el
asalariado ha puesto su jornal en saco roto.
Así
habla el Señor de los ejércitos: Suban a la montaña, traigan madera y
reconstruyan la Casa; yo la aceptaré gustoso y manifestaré mi gloria, dice el
Señor.
Palabra
de Dios
SALMO Sal
149, 1-2. 3-4. 5-6a y 9b (R.: 4a)
R. El
Señor tiene predilección por su pueblo.
Canten
al Señor un canto nuevo,
resuene
su alabanza en la asamblea de los fieles;
que
Israel se alegre por su Creador
y
los hijos de Sión se regocijen por su Rey. R.
Celebren
su Nombre con danzas,
cántenle
con el tambor y la cítara,
porque
el Señor tiene predilección por su pueblo
y
corona con el triunfo a los humildes. R.
Que
los fieles se alegren por su gloria
y
canten jubilosos en sus fiestas.
Glorifiquen
a Dios con sus gargantas
esta
es la victoria de todos sus fieles. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Lucas 9, 7-9
El
tetrarca Herodes se enteró de todo lo que pasaba, y estaba muy desconcertado
porque algunos decían: «Es Juan, que ha resucitado.» Otros decían: «Es Elías,
que se ha aparecido», y otros: «Es uno de los antiguos profetas que ha
resucitado.»
Pero
Herodes decía: «A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es este del que oigo
decir semejantes cosas?» Y trataba de verlo.
Palabra
del Señor.
Para reflexionar
El
año segundo del reinado de Darío, el primer día del sexto mes fue dirigida la
palabra del Señor por medio del profeta Ageo. La Palabra del Señor no es
atemporal. Si Dios toma la palabra, lo hace en primer lugar a través de las
situaciones, de los acontecimientos.
Durante
el cautiverio en Babilonia, Ezequiel había exhortado a los judíos a rendir a
Yahvé un culto purificado en un nuevo templo. Era natural que una vez
instalados en Jerusalén pusiesen pronto, manos a la obra para edificar el
templo.
Ageo
comienza su ministerio el 1° de agosto del año 520. Fue profeta en este período
de la vuelta del destierro, junto con otros personajes claves como Zorobabel o
Josué. Ya habían transcurrido dieciocho años de la vuelta del destierro.
Durante cinco meses, hasta el fin de diciembre, hablará en una plaza de
Jerusalén.
Levantó
su voz porque los recién vueltos no parecían tener mucho apuro en reconstruir
el templo. Las casas propias las habían reconstruido, pero el templo no.
Los
problemas a resolver eran muchos y graves: la animosidad de los samaritanos,
las malas cosechas, las rivalidades interiores. Las obras de reconstrucción del
templo fueron abandonadas apenas se iniciaron, esperando tiempos mejores.
El
profeta los anima a que todos colaboren en la tarea, que es urgente. El templo
servirá como punto de referencia para todas las demás dimensiones de la
reconstrucción nacional.
Ageo
dice a sus contemporáneos que el templo debe tener prioridad en esta tarea de
la nueva instalación en Judá, porque es símbolo de los valores religiosos. Lo
que le sucedió a Israel se debió, en gran parte, a su infidelidad a la Alianza.
Ageo no quiere que descuidando la vida de fe se repita la historia.
Los
hombres de todos los tiempos somos los mismos: cuando aducimos muchas razones
para justificar algo, quiere decir, normalmente, que no tenemos ninguna, y sí,
en cambio, muchas excusas.
***
La
misión realizada por los discípulos suscita interés en los destinatarios por
conocer a fondo la identidad de Jesús. Jesús en su época causó desconcierto y
confusión. A todos les inquietaba este hombre que andaba por todos los caminos
haciendo prodigios y anunciando una buena noticia a los pobres. Algunos lo
unían a la figura de Juan el Bautista.
Varios
de los seguidores de Juan fueron más tarde sus discípulos. Otros lo veían como
un nuevo Elías, profeta que vendría a realizar el juicio decisivo de Dios sobre
Israel. Muchos lo asimilaban a la fuerte tradición profética y lo veían en la
línea de los grandes del Pueblo elegido. De las opiniones divididas acerca de
Jesús, no estaban ajenos ni los miembros más sencillos ni los grandes jefes
religiosos, ni los gobernantes.
La
misión apostólica parece ser tan efectiva, que hasta el tetrarca Herodes
resulta interesado en conocer a Jesús. La pregunta que plantea es provocada por
lo que conoce que Jesús ha realizado hasta ese momento y de lo cual el mismo
evangelio nos da testimonio. La figura de Jesús lo inquieta, pero no lo mueve
la búsqueda de la verdad, sino el temor a que salgan a la luz pública las
maldades que había obrado en el pasado.
Nuestra
sociedad, en distintos ámbitos y medios informáticos, sigue opinando y hablando
de Jesús desde perspectivas muy diversas. También hoy oímos decir con relación
a Jesús todo tipo cosas, pero junto a esas opiniones se nos hace imprescindible
preguntar a Jesús mismo en la Iglesia quién es Él. Siguiendo el camino que nos
propone Lucas, el reconocimiento verdadero y la confesión de fe sólo es posible
a partir de la visión, la escucha y el discernimiento de las obras de Jesús;
sólo así se conseguirá captar a fondo su identidad.
La
presencia de tantos ídolos y líderes mediáticos, llevados a una fama tan desmedida
como pasajera e inconsistente, son una invitación a renovar con firmeza nuestra
fe en Aquel cuyas palabras de vida eterna y cuyos gestos visibles de compasión,
ternura y perdón, nos recuerdan y anuncian la salvación que sólo Dios puede
ofrecernos.
Acercarse
a Jesús, beber de su evangelio, compartir desde nuestras manos sus gestos
salvadores, crear espacios de comunión y encuentro en nuestro corazón por la
oración nos revelarán una y otra vez su identidad y la nuestra.
“Él
debe ser vuestro amigo y vuestro apoyo en el camino de la vida. Sólo Él tiene
palabras de vida eterna» Juan Pablo II.
Para discernir
¿Qué
es lo que más me atrae de la identidad de Jesús?
¿Qué
nos hace falta para crecer en la confesión de la verdadera fe?
¿Qué
me ayuda en mi camino de conocimiento de Jesús?
Repitamos a lo largo de este día
Señor
Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios Vivo
Para la lectura espiritual
«Herodes
tenía ganas de verlo»
“…El
Señor no es visto en este mundo más que cuando él quiere. ¿Qué tiene ello de
sorprendente? En la resurrección misma no se concedió ver a Dios más que a
aquellos que tenían puro el corazón: «Dichosos los limpios de corazón, porque
ellos verán a Dios» (Mt 5,8). Cuántos bienaventurados había ya enumerado, y sin
embargo, no les había prometido esta posibilidad de ver a Dios. Si los que
tienen limpio el corazón verán a Dios, indudablemente que los demás no lo
verán…; el que no ha querido ver a Dios, no lo verá.
Porque
no es en un lugar determinado donde se ve a Dios, sino en el corazón limpio. No
son los ojos del cuerpo los que buscan a Dios; no se deja él abarcar con la
mirada, ni poderlo coger al tocarlo, ni oído en la conversación, ni reconocido
en su andar. Se le cree ausente y se le ve; está presente y no se le ve. Por
otra parte, los mismos apóstoles no todos veían a Cristo; por eso les dijo:
«Tanto tiempo que estoy con vosotros ¿y todavía no me conoces?» (Jn 14,9). En
efecto, cualquiera que ha conocido: «cual es lo ancho, lo largo, lo alto y lo
profundo –el amor de Cristo que sobrepasa a todo conocimiento» (Ef. 3, 18-19)
éste ha visto a Cristo, ha visto al Padre. Porque los demás no es según la
carne que conocemos a Cristo (2C 5,16), sino según el Espíritu: «El Espíritu
que está frente a nosotros, es el Ungido del Señor, el Cristo» (Lm 4,20). ¡Que
en su misericordia se digne llenarnos de la plenitud de Dios, para que podamos
verle!”…
San Ambrosio
(hacia 340-397), obispo de Milán y doctor de la Iglesia – Comentario al
Evangelio de san Lucas 1, 27
Para rezar
Creemos
CREEMOS
en Dios,
Padre de la Madre Tierra,
creador de la Vida y la Libertad,
imagen y semejanza del Hombre Nuevo,
esperanza de los pobres
Padre de la Madre Tierra,
creador de la Vida y la Libertad,
imagen y semejanza del Hombre Nuevo,
esperanza de los pobres
CREEMOS
en Jesucristo,
el primer bienaventurado,
compañero en el sufrimiento,
hermano en la Resurrección,
camino por donde pasa el Reino de la Paz.
el primer bienaventurado,
compañero en el sufrimiento,
hermano en la Resurrección,
camino por donde pasa el Reino de la Paz.
CREEMOS
en María,
vientre fecundo donde crece la Iglesia Viva,
amiga solidaria de los sufrimientos
de las mujeres en el campo y la ciudad.
vientre fecundo donde crece la Iglesia Viva,
amiga solidaria de los sufrimientos
de las mujeres en el campo y la ciudad.
CREEMOS
en el Espíritu,
que anima la construcción de la sociedad nueva,
en la fuerza santificadora que impulsa a los pobres,
en la Iglesia de los bienaventurados,
como una primavera entre el dolor de América Latina.
En los cristianos y misioneros comprometidos,
que llevan encendidas sus lámparas
para que empiece la fiesta del Reino.
que anima la construcción de la sociedad nueva,
en la fuerza santificadora que impulsa a los pobres,
en la Iglesia de los bienaventurados,
como una primavera entre el dolor de América Latina.
En los cristianos y misioneros comprometidos,
que llevan encendidas sus lámparas
para que empiece la fiesta del Reino.
RECONOCEMOS
un solo Bautismo
en la sangre de los mártires;
confesamos nuestra Fe en la ley del Amor,
esperamos la Resurrección del Pueblo
y nos alegramos alabando al Señor
que ha puesto su mirada
en los desheredados del pan, de la casa y de la tierra.
en la sangre de los mártires;
confesamos nuestra Fe en la ley del Amor,
esperamos la Resurrección del Pueblo
y nos alegramos alabando al Señor
que ha puesto su mirada
en los desheredados del pan, de la casa y de la tierra.
Así
sea.
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