1
de agosto de 2020 – TO – SÁBADO DE LA XVII
SEMANA
El Señor me ha
enviado para decir estas palabras
Lectura
del libro del profeta Jeremías 26, 11-15. 24
Los
sacerdotes y los profetas dijeron a los jefes y a todo el pueblo: «Este hombre
es reo de muerte, porque ha profetizado contra esta ciudad, como ustedes lo han
escuchado con sus propios oídos.»
Pero
Jeremías dijo a los jefes y a todo el pueblo: «El Señor es el que me envió a
profetizar contra esta Casa y contra esta ciudad todas las palabras que ustedes
han oído. Y ahora, enmienden su conducta y sus acciones, y escuchen la voz del
Señor, su Dios, y el Señor se arrepentirá del mal con que los ha amenazado. En
cuanto a mí, hagan conmigo lo que les parezca bueno y justo. Pero sepan que si
ustedes me hacen morir, arrojan sangre inocente sobre ustedes mismos, sobre
esta ciudad y sobre sus habitantes. Porque verdaderamente el Señor me ha
enviado a ustedes para decirles todas estas palabras.»
Los
jefes y todo el pueblo dijeron a los sacerdotes y a los profetas: «Este hombre
no es reo de muerte, porque nos ha hablado en nombre del Señor, nuestro Dios.»
Sin
embargo, Ajicám, hijo de Safán, protegió a Jeremías e impidió que fuera
entregado en manos del pueblo para ser ejecutado.
Palabra
de Dios.
SALMO
Sal 68, 15-16. 30-31. 33-34 (R.: cf. 14)
R. Respóndeme,
Dios mío, en el tiempo de gracia.
Sácame
del lodo para que no me hunda,
líbrame
de los que me odian
y
de las aguas profundas;
que
no me arrastre la corriente,
que
no me trague el Abismo,
que
el Pozo no se cierre sobre mí. R.
Yo
soy un pobre desdichado, Dios mío,
que
tu ayuda me proteja:
así
alabaré con cantos el nombre de Dios,
y
proclamaré su grandeza dando gracias. R.
Que
lo vean los humildes y se alegren,
que
vivan los que buscan al Señor:
porque
el Señor escucha a los pobres
y
no desprecia a sus cautivos. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Mateo 14, 1-12
La
fama de Jesús llegó a oídos del tetrarca Herodes, y él dijo a sus allegados:
«Este es Juan el Bautista; ha resucitado de entre los muertos, y por eso se
manifiestan en él poderes milagrosos.»
Herodes,
en efecto, había hecho arrestar, encadenar y encarcelar a Juan, a causa de
Herodías, la mujer de su hermano Felipe, porque Juan le decía: «No te es lícito
tenerla.» Herodes quería matarlo, pero tenía miedo del pueblo, que consideraba
a Juan un profeta.
El
día en que Herodes festejaba su cumpleaños, la hija de Herodías bailó en
público, y le agradó tanto a Herodes que prometió bajo juramento darle lo que
pidiera.
Instigada
por su madre, ella dijo: «Tráeme aquí sobre una bandeja la cabeza de Juan el
Bautista.»
El
rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por los convidados, ordenó
que se la dieran y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Su cabeza fue llevada
sobre una bandeja y entregada a la joven, y esta la presentó a su madre. Los
discípulos de Juan recogieron el cadáver, lo sepultaron y después fueron a
informar a Jesús.
Palabra
del Señor.
PARA REFLEXIONAR
Los
sacerdotes y los profetas dijeron a los magistrados y a todo el pueblo que
Jeremías, merecía la muerte porque había profetizado contra la ciudad.
Jeremías
es reo de muerte porque se había atrevido a anunciar la destrucción del Templo
de Jerusalén.
El
profeta, con entereza y humildad y hace su propia defensa. Es enviado por Dios
a predicar, por eso no tiene temor alguno de confesar la misión para la que ha
sido elegido por el Señor. Él es inocente. Es sólo instrumento escogido por
Dios en favor de su pueblo.
Lo
importante es el anuncio, de que si enmiendan su conducta, Dios se arrepentirá
de su amenaza. El profeta tiene la conciencia tranquila y se muestra disponible
a lo que quieran hacer con él.
No
ha predicado, en primer lugar la destrucción del Templo, ni el mal, sino la
«conversión». Todo puede cambiar si cambian de vida.
Los
jefes religiosos y políticos se abstienen de condenar a muerte a Jeremías,
porque su sangre pesaría sobre sus conciencias como una culpa que no quedaría
sin castigo. Jeremías salva la vida, gracias a la protección que le brinda un
personaje con autoridad, frente a los jefes del pueblo.
***
Contemplamos
hoy la injusticia de la muerte de Juan Bautista; y a la vez descubrimos la
necesidad de un testimonio claro y concreto de nuestra fe para llenar de
esperanza el mundo.
Los
tres sucesores del sanguinario Herodes, el grande, se disputaban a mordiscos el
control del reino de Judea. Juan denunciaba las ambiciones de poder entre la
familia herodiana. Herodes Antipas estaba en adulterio con Herodías, esposa
legítima de su hermano Filipo, con el fin de apoderarse de todo el territorio,
a la muerte de su hermano.
Antipas,
es un contra testigo. Se entera de la fama de Jesús y lo confunde con Juan el
Bautista resucitado; esta afirmación no pasa de ser un vago comentario, que no
le cambia la vida. Tampoco había sido capaz de ser coherente con la admiración
que sentía por Juan el Bautista, arrestándolo ilegalmente, metiéndolo en un
calabozo y luego haciéndolo decapitar, porque Juan puso al descubierto su
adulterio.
Juan
será testigo de la verdad. Igual que la mayoría de los profetas que lo
precedieron, Juan era la conciencia crítica ante corrupción de los jefes de
pueblo de Israel. El Bautista era la voz de los que no tenían voz y el
mensajero que preparaba el camino el salvador. Ni el poder del rey, ni el miedo
por su vida, hicieron que su voz callara las injusticias que veía.
Juan,
siguiendo la tradición en el pueblo de Israel, como todo profeta, pagó con su
vida ser mensajero de la verdad. La habilidad de Herodías y el poder de
seducción de su hija, condujeron al embriagado rey a condenar a muerte al
Bautista.
Es
una constante de la historia, las persecuciones allí donde hay alguien que
denuncia de modo claro y comprensible, con su vida y con sus palabras, la
verdad de Dios. La verdad molesta, del mismo modo que molesta el amor, porque
significa renunciar a nuestros propios intereses egoístas y pide la apertura y
disponibilidad al otro.
…
“Es preciso, por consiguiente, que aquel que vive con celo la vida profética y
ha sido capaz de acoger al Espíritu, que había en los profetas, reciba
desprecio en el mundo y entre los pecadores, a quienes resulta embarazosa la
vida del justo”… Orígenes, Comentario del evangelio de Mateo, Roma 1998, I, pp.
14 1ss.
«Con
toda la Iglesia, invito a mis hermanos y hermanas en la fe a abrirse constante
y confiadamente a Cristo y a dejarse renovar por Él, anunciando con el vigor de
la paz y el amor a todas las personas de buena voluntad que, quién encuentra al
Señor conoce la Verdad, descubre la Vida y reconoce el Camino que conduce a
ella». Juan Pablo II, Iglesia en Europa.
PARA DISCERNIR
¿Qué
me condiciona para vivir la verdad?
¿Qué
silencio por miedo?
¿Qué
cosas no soy capaz de denunciar?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Ayúdame
a ser testigo de la Verdad
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
La
grandeza de Juan el Bautista
…
“Lo que ha hecho grande a Juan, lo que le ha hecho el más grande entre los
grandes, es que ha vivido sus virtudes al máximo… uniendo a estas la más grande
de todas, la humildad. Siendo considerado como el más elevado de todos,
espontáneamente y con la presura del amor, ha puesto por encima de él a Aquel
que es el más humilde de todos, y hasta tal punto lo ha puesto por encima de él
que se declaró indigno de desatarle las sandalias (Mt 3, 11).
Que
otros queden maravillados de que Juan haya sido anunciado por los profetas,
anunciado por un ángel…, nacido de padres tan santos y tan nobles, aunque de
edad avanzada y estériles…, que en el desierto haya preparado el camino del
Redentor, que haya convertido los corazones de los padres hacia los hijos y los
de los hijos hacia los padres (Lc 1,17), que haya sido digno de bautizar al
Hijo, escuchar al Padre, ver al Espíritu (Lc 3, 22), en fin, que haya combatido
por la verdad hasta dar la vida y que, para ser precursor de Cristo incluso en
el país de los muertos, haya sido mártir de Cristo ya antes de su Pasión. Que
otros se queden maravillados de todo esto…
A
nosotros, hermanos míos, se nos propone su humildad no tan sólo como objeto de
admiración, sino también de imitación. Es ella que le ha incitado a no querer pasar
por grande, siendo así que podía hacerlo… En efecto, este fiel «amigo del
Esposo» (Jn 3,29) que amaba a su Señor más que a sí mismo, deseaba «disminuir»
para que él creciera (v 30). Se esforzaba para aumentar la gloria de Cristo
haciéndose él mismo más pequeño, manifestando a través de toda su conducta lo
que diría el apóstol Pablo: «No nos predicamos a nosotros mismos sino al Señor
Jesucristo» (2C 4,5).
Beato Guerrico
de Igny (hacia 1080-1157), abad cisterciense
3er sermón sobre
san Juan Bautista
PARA REZAR
Oración
de la dificultad
Sé
luz en mi mente, paz en mi corazón,
sabiduría
en mis decisiones, amor en mis relaciones.
Te
necesito, Señor. Tú calmas mi desasosiego y alejas el mal;
contigo
es fácil aceptar las asperezas
y
soportar el dolor.
Contigo puedo ser comprensivo con los que me ofenden,
Contigo puedo ser comprensivo con los que me ofenden,
fuerte
ante el dolor y amoroso con todos.
Dame
paciencia conmigo mismo y con los demás,
Una
paciencia que me aleje de la ira y el desaliento.
Eres
mi esperanza y mi fortaleza, mi baluarte y mi descanso.
En
ti todo lo puedo, y con tu amor
los fardos son llevaderos.
los fardos son llevaderos.
Tú
me libras de las aguas turbulentas,
apaciguas
mis males y conjuras mis temores.
Te
amo, Señor, te adoro, te bendigo y te doy gracias.
Padre
Gonzalo Gallo
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