17 de julio de 2022 – TO - DOMINGO XVI – Ciclo C
Una cosa es importante
PRIMERA
LECTURA
Lectura
del libro del Génesis 18, 1-10ª
El
Señor se apareció a Abraham junto al encinar de Mamré, mientras él estaba
sentado a la entrada de su carpa, a la hora de más calor. Alzando los ojos,
divisó a tres hombres que estaban parados cerca de él. Apenas los vio, corrió a
su encuentro desde la entrada de la carpa y se inclinó hasta el suelo,
diciendo: «Señor mío, si quieres hacerme un favor, te ruego que no pases de
largo delante de tu servidor. Yo haré que les traigan un poco de agua. Lávense
los pies y descansen a la sombra del árbol. Mientras tanto, iré a buscar un
trozo de pan, para que ustedes reparen sus fuerzas antes de seguir adelante.
¡Por algo han pasado junto a su servidor!»
Ellos
respondieron: «Está bien. Puedes hacer lo que dijiste.»
Abraham
fue rápidamente a la carpa donde estaba Sara y le dijo: «¡Pronto! Toma tres
medidas de la mejor harina, amásalas y prepara unas tortas.»
Después
fue corriendo hasta el corral, eligió un ternero tierno y bien cebado, y lo
entregó a su sirviente, que de inmediato se puso a prepararlo. Luego tomó
cuajada, leche y el ternero ya preparado, y se los sirvió. Mientras comían, él
se quedó de pie al lado de ellos, debajo del árbol.
Ellos
le preguntaron: «¿Dónde está Sara, tu mujer?»
«Ahí
en la carpa», les respondió.
Entonces
uno de ellos le dijo: «Volveré a verte sin falta en el año entrante, y para ese
entonces Sara habrá tenido un hijo.»
Palabra
de Dios.
SALMO
Sal 14, 2-3b. 3c-4b. 5 (R.: 1a)
R.
Señor, ¿quién se hospedará en tu Carpa?
El
que procede rectamente
y
practica la justicia;
el
que dice la verdad de corazón
y
no calumnia con su lengua. R.
El
que no hace mal a su prójimo
ni
agravia a su vecino,
el
que no estima a quien Dios reprueba
y
honra a los que temen al Señor. R.
El
que no presta su dinero a usura
ni
acepta soborno contra el inocente.
El
que procede así, nunca vacilará. R.
SEGUNDA
LECTURA
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo
a
los cristianos de Colosas 1, ,24-28
Hermanos:
Ahora
me alegro de poder sufrir por ustedes, y completo en mi carne lo que falta a
los padecimientos de Cristo, para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia. En
efecto, yo fui constituido ministro de la Iglesia, porque de acuerdo con el
plan divino, he sido encargado de llevar a su plenitud entre ustedes la Palabra
de Dios, el misterio que estuvo oculto desde toda la eternidad y que ahora Dios
quiso manifestar a sus santos. A ellos les ha revelado cuánta riqueza y gloria
contiene para los paganos este misterio, que es Cristo entre ustedes, la
esperanza de la gloria.
Nosotros
anunciamos a Cristo, exhortando a todos los hombres e instruyéndolos en la
verdadera sabiduría, a fin de que todos alcancen su madurez en Cristo.
Palabra
de Dios.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Lucas 10, 38-42
Jesús
entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa.
Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su
Palabra.
Marta,
que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: «Señor, ¿no
te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude.»
Pero
el Señor le respondió: «Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas
y, sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria. María eligió la
mejor parte, que no le será quitada.»
Palabra
del Señor.
PARA REFLEXIONAR
En
la primera lectura nos encontramos con un relato que tiene todas las connotaciones
de leyenda sagrada, pero que expresa el misterio de la vida de Abraham. El que
se lo jugó todo apoyado en la palabra de Dios. En su promesa pone en
funcionamiento la sagrada ley de la hospitalidad. La gran Misión se jalona en
actitudes sencillas, humanas, profundas y concretas.
***
La
segunda lectura pone de manifiesto que el misterio de Dios se ha revelado a los
suyos, a la Iglesia y se ha hecho presente en Cristo. De alguna manera ha
dejado ya de estar velado y de ser algo imposible para los hombres. Sigue
siendo un misterio, pero está humanizado en Cristo y está humanizado en el
servicio de proclamarlo a los hombres
***
En
el camino de fe del hombre, Dios se deja encontrar y se hace huésped. Abraham
ofrece hospitalidad a Dios, que se le muestra bajo las apariencias de tres
extranjeros que van de paso. La casa de Marta y María es uno de estas casas
donde Jesús se sabe bien recibido. Estas mujeres que reciben y acogen a Jesús
forman parte de aquellos que han estado en contacto con Jesús, que lo han amado
y seguido. En el Evangelio Jesús se detiene para descansar en casa de sus
amigos de Betania.
En
la figura de las dos hermanas se hacen visibles dos modos de recibir a Jesús.
Marta es una típica ama de casa: siempre haciendo algo, no se detiene un instante.
No descubre que lo importante es sentarse, dejar la limpieza de la casa, y
atender al amigo. María sentada a los pies del Maestro, en la postura clásica
del discípulo lo escucha con atención. Era la forma común de comportamiento
entre los alumnos de los rabinos.
Marta
se queja ya que su hermana la dejó sola para el trabajo y lo único que hace es
estar sentada a los pies de Jesús. Cristo responde juzgando ambas
actitudes. Su respuesta no es de condenación a la preocupación que anima a
Marta sino que esclarece la situación y le da su verdadera dimensión.
Marta
y María representan dos dimensiones del seguimiento de Jesús. Marta se entrega
en múltiples tareas, es una mujer servicial, incansable, atenta seguramente a
todo lo que pudiera necesitar Jesús y cualquiera de los que iban con él. Jesús
no desautoriza la acción. Incluso una mística como santa Teresa dice, que, si
todos hiciésemos como María, Jesús se quedaría sin comer. Para Jesús no hay
oposición entre acción y contemplación: pero todo debe tener su raíz profunda
en esa escucha atenta de la Palabra de Dios. Así, podemos llegar a ser
«contemplativos en la acción» o «activos en la contemplación».
María
«ha escogido la parte mejor, y ésa no se le quitará», dice Jesús: María
centrada en las palabras de Jesús, en la Buena Noticia simboliza la escucha de
la palabra de Dios que no excluye las demás ocupaciones, pero sí debe ser lo
primero. De esa escucha debe surgir la verdadera acción por el reino. Para que
la acción del creyente sea auténtica tiene que estar fundamentada en la escucha
de la vida que se manifiesta en Jesús de Nazaret.
Sólo
uniendo la acción y la contemplación viviremos a fondo nuestra vida, sabremos
mirar con ojos serenos lo que verdaderamente merece la pena, podremos descubrir
la presencia de Dios en nuestra vida y en la vida de cada ser humano.
Los
cristianos que glorifican la oración, la alabanza, la vida interior, la gracia,
los carismas no pueden hacerlo llegando al olvido de la fe en todo su
compromiso histórico de transformación del mundo. Por otro lado, los cristianos
entregados con generosidad al trabajo solidario por la justicia, a la acción
social y humanizadora en todas sus formas no pueden olvidar la oración, la
liturgia, la vida interior sin caer en el riesgo de adulterar la Buena Noticia.
Somos
discípulos recibiendo a Jesús como huésped de nuestra vida en la verdad
misteriosa de su Palabra. En cada Eucaristía siempre se nos brinda la ocasión
de dar hospitalidad como discípulos del Maestro a la Palabra de verdad que
fortalece la fe, centra la esperanza y purifica el amor. Lucas hace de María un
modelo de discípulo de Jesús en razón de la escucha de la Palabra y nos
presenta a Marta como discípula que es capaz de servir desde el amor.
Marta
y María. Una síntesis. No una contraposición ni una competición que nos marca
una senda en nuestra vida de discípulos misioneros: hombres de a la escucha
atenta y comprometidos en el trabajo generoso por el Reino.
“Una
cosa es necesaria”, escuchar y hospedar progresivamente el proyecto de Dios para
cada uno respondiendo con generosidad y entrega.
PARA DISCERNIR
¿Qué
lugar le doy a la oración?
¿Descubro
la necesidad ponerme a la escucha del Señor?
¿En
que modifica mi oración mi modo de vivir mi apostolado?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Ayúdame
a elegir la mejor parte
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Se
presentó durante mucho tiempo a Marta y María como los dos polos de la vida
cristiana: la acción y la oración, como si ambas fueran excluyentes. Esta
perspectiva no parece exacta. No olvidemos que son hermanas. Hemos de terminar
con la separación de la acción y de la contemplación. Marta representa
únicamente aquella acción que no se basa en la palabra de Jesús. María
simboliza la escucha de la palabra que se traduce necesariamente en servicio al
prójimo. La escucha de la palabra de Dios no excluye las demás ocupaciones,
pero sí debe ser lo primero. De esa escucha debe surgir la verdadera acción
humana. Para que la acción del creyente sea auténtica tiene que estar
fundamentada en la escucha de la vida que se manifiesta en Jesús de Nazaret. El
auténtico hombre activo es contemplativo, y al contrario. Sólo uniendo la
acción y la contemplación viviremos a fondo nuestra vida, sabremos mirar con
ojos tranquilos lo que verdaderamente merece la pena, atinaremos a descubrir la
presencia de Dios en nuestra vida y en la vida de cada ser humano.
El
hombre de fe está siempre alerta. Sabe que en cualquier momento y de cualquier
forma Dios le puede hablar. Y que cuando llegue ese momento hay que escucharlo,
porque viene como un amigo, de paso, y no se puede desperdiciar esa
oportunidad. Vivimos en medio de ruidos, de proyectos, de cachivaches, de
preocupaciones, de propagandas. Estemos atentos para no perder lo único
necesario. Podremos, de esa forma, ir comprendiendo lo que significa orar:
descubrir el rostro y la obra de Dios en nuestra misma vida.
No
podemos rezar apartándonos de la vida. Pero de nada vale intentar vivir sin el
alimento del espíritu. La oración surge desde nuestro yo más íntimo. No comienza
con un montón de peticiones, sino como María: «a los pies del Señor», para
escuchar una palabra nueva.
En
Dios está el amor, la vida, la libertad… porque Dios es todo eso. Rezar es
abrirse a ese amor, a esa vida, a esa libertad…
Hagamos
frecuentemente un alto en nuestro camino para preguntarnos, como María, por
nosotros mismos, por cómo nos sentimos y cómo vamos respondiendo a nuestras
ilusiones. Si la fe no nos sirve para encontrar el sentido y el gozo de vivir,
¿para qué la queremos? Sólo una cosa es necesaria: vivir en plenitud, con poco
o con mucho. Ese es el lenguaje de este pasaje evangélico, y para eso llega el
Señor de improviso a nuestra casa: para indicarnos la forma de vivir de verdad.
Francisco
Bartolomé González
PARA REZAR
Señor,
buscarte a ti y buscar lo que tú quieres es lo mismo.
Cuando
busco al Dios que llevo dentro, te busco a ti,
y
al encontrarte, necesariamente te pregunto siempre lo mismo
¿qué
quieres Señor que haga?
Y
la respuesta que me das es indefectiblemente
una
respuesta de amor manifestado en las obras.
Ponerse
a tu disposición se traduce cada día
en
hacer lo que tú quieres.
Y
tú quieres siempre el amor a ti y a los hermanos.
Mal
podría llamarme seguidor tuyo
si
no fuera esa mi única pretensión.
Encontrarte
es ponerse en actitud permanente de escucha.
Encontrarse
contigo, Señor, es abrir el corazón a tus proyectos,
que
son los proyectos de tu Reino universal y de amor.
Encontrarse
contigo en la oración, en mi santuario interior,
es
mirar al futuro, soñar contigo, con tu Iglesia,
con
tu humanidad sedienta de ti.
Es
animarse cada día a comenzar de nuevo,
desde
la sencillez, despojándose de los propios planes
para
ponerse bajo los planes programados por Dios.
Es
aceptar tu voluntad, sin cálculos ni sentimientos.
Por
eso es tan bello y tan duro al mismo tiempo
seguir
tus huellas, ser tu seguidor.
Tu
seguidor se define por la fe y el amor a ti.
Tú
haces tuya la vida de tu seguidor,
si
el seguidor se pone a disposición del Padre,
como
hiciste tú: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”
LUNES
XVI
El
Hijo del hombre estará en el seno de la tierra tres días y tres noches
Lectura
de la profecía de Miqueas
6, 1-4. 6-8
Escuchen
lo que dice el Señor:
«¡Levántate,
convoca a juicio a las montañas y que las colinas escuchen tu voz! ¡Escuchen,
montañas, el pleito del Señor, atiendan, fundamentos de la tierra! Porque el
Señor tiene un pleito con su pueblo, entabla un proceso contra Israel:
«¿Qué
te hice, pueblo mío, o en qué te molesté? Respóndeme. ¿Será porque te hice
subir de Egipto, porque te rescaté de un lugar de esclavitud y envié delante de
ti a Moisés, Aarón y Miriam?»»
¿Con
qué me presentaré al Señor y me postraré ante el Dios de las alturas? ¿Me
presentaré a él con holocaustos, con terneros de un año? ¿Aceptará el Señor
miles de carneros, millares de torrentes de aceite? ¿Ofreceré a mi primogénito
por mi rebeldía, al fruto de mis entrañas por mi propio pecado? Se te ha
indicado, hombre, qué es lo bueno y qué exige de ti el Señor: nada más que
practicar la justicia, amar la fidelidad y caminar humildemente con tu Dios.
Palabra
de Dios.
SALMO
Sal 49, 5-6. 8-9. 16b-17. 21 y 23 (R.: 23b)
R.
Al que va por el buen camino, le haré gustar la salvación de Dios.
«Reúnanme
a mis amigos,
a
los que sellaron mi alianza con un sacrificio.»
¡Que
el cielo proclame su justicia,
porque
el Señor es el único Juez! R.
No
te acuso por tus sacrificios:
¡tus
holocaustos están siempre en mi presencia!
Pero
yo no necesito los novillos de tu casa
ni
los cabritos de tus corrales. R.
«¿Cómo
te atreves a pregonar mis mandamientos
y
a mencionar mi alianza con tu boca,
tú,
que aborreces toda enseñanza
y
te despreocupas de mis palabras? R.
Haces
esto, ¿y yo me voy a callar?
¿Piensas
acaso que soy como tú?
Te
acusaré y te argüiré cara a cara.
El
que ofrece sacrificios de alabanza,
me
honra de verdad;
y
al que va por el buen camino,
le
haré gustar la salvación de Dios.» R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Mateo 12, 38-42
Algunos
escribas y fariseos le dijeron a Jesús: «Maestro, queremos que nos hagas ver un
signo.»
El
les respondió: «Esta generación malvada y adúltera reclama un signo, pero no se
le dará otro que el del profeta Jonás. Porque así como Jonás estuvo tres días y
tres noches en el vientre del pez, así estará el Hijo del hombre en el seno de
la tierra tres días y tres noches.
El
día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la
condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí
hay alguien que es más que Jonás.
El
día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra esta generación y la
condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la
sabiduría de Salomón, y aquí hay alguien que es más que Salomón.»
Palabra
del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
El
sábado pasado comenzamos la lectura de Miqueas, con una denuncia a las
clases dirigentes. Miqueas, el profeta, no puede quedar en silencio ante las
injusticias que se cometen en su pueblo, y se presenta como el portavoz de Dios
ante todo el país.
Dios
tiene pleito judicial contra su pueblo, en el que no se presenta como juez,
sino como parte querellante. Con frecuencia, las montañas han sido
personificadas en la Biblia; en el texto de hoy, Dios las toma como testigo,
para el juicio que quiere entablar contra su pueblo.
La
protesta de Dios tiene fundamento, porque lo hizo subir de Egipto, lo rescató
de la esclavitud sin abandonarlo nunca, le puso como guías a enviados suyos, y
lo protegió hasta la posesión de la tierra prometida; ahora sólo recibe
ingratitud.
El
pueblo pretende calmar a Dios con holocaustos de animales, o sacrificando a sus
propios primogénitos. El profeta les recuerda que lo que tienen que hacer, es
cumplir la alianza pactada con Dios, respetando el derecho, amando la
misericordia, siendo humildes con su Dios. Estas son las obras buenas que
realmente pide Yahvé. Miqueas presenta, al final, a Yahvé que condena la
impiedad, el fraude, la violencia, el engaño; la fuente de la desventura
del pueblo, son las injusticias que comete.
***
Jesús
había realizado signos suficientes para mostrar no solamente que venía de Dios,
sino que era Dios. Pero, aun así, a algunos maestros de la ley y fariseos no
les alcanzaba y le piden que demuestre su procedencia divina con una señal
prodigiosa. Le piden que les dé muestras palpables de que es el Hijo de Dios.
Sin embargo, por más milagros que hubiera hecho, no habrían creído.
El
Señor, con tono profético, tomando una señal prodigiosa del Antiguo Testamento,
anuncia su muerte, sepultura y resurrección. Jesús les recuerda el signo
particular que Dios realizó en el profeta Jonás, cuando estuvo en el vientre de
una ballena, durante tres días completos y luego lo arrojó.
Esta
figura del misterio pascual, es la única señal que se les dará. Allí el poder
de Dios se manifestará con todo su esplendor. Frente a ella deberán optar.
Ellos
no aceptan el mensaje salvador que les ha anunciado Jesús. Han cerrado su mente
y su corazón a la novedad del Reino. Se sienten seguros en sus tradiciones,
instituciones y códigos. Su sabiduría y elocuencia los hace soberbios y
autosuficientes.
Existe
en nuestra vida una tendencia permanente a pedir señales, milagros, signos,
pruebas indiscutibles, para poder creer. Lo que produce beneficios entra dentro
de nuestra escala de valores. El utilitarismo nos condiciona y queremos
experimentar ya los efectos de lo que pedimos.
Hemos
perdido el sentido de la gratuidad y de los procesos. Esto hace que la fe
sea demasiado débil y atada a resultados inmediatos.
La
resurrección de Jesús es el único signo que se nos ha dado y se nos dará.
También nosotros, hemos sido sepultados con Cristo, y vivimos por Él y en Él,
ahora y por siempre, habiendo dado un verdadero “paso pascual”: paso de muerte
a vida, del pecado a la gracia. Liberados de la esclavitud del pecado, llegamos
a ser hijos de Dios. Es “el gran prodigio”, que ilumina nuestra fe y nos
abre a la esperanza de vivir amando como Dios nos invita a hacerlo, para poseer
su Amor en plenitud.
La
resurrección es el triunfo de la vida sobre toda forma de muerte. Por eso la
Pascua de Jesús como la nuestra, por el bautismo, son el signo de vida por
excelencia; causa de tantos “milagros cotidianos de la gracia”.
PARA
DISCERNIR
¿Le
pedimos a Jesús que nos dé un “signo”, una “prueba” de su presencia?
¿Qué
busco en este tipo de pedido?
¿Cambia
mi actitud de fe ante la ausencia de respuestas visibles?
REPITAMOS
A LO LARGO DE ESTE DÍA
Jesús,
bendito signo del Padre
PARA
LA LECTURA ESPIRITUAL
..”Conozco
dos tipos de creyentes. Los que necesitan milagros para creer y aquellos a
quienes el milagro no añade ni una onza de fe; más aún, casi les supone una
mortificación. No hace falta escarnecer a los primeros; están en buena
compañía, puesto que el mismo san Agustín dice con ellos: «Sin los milagros no
sería cristiano». A los segundos no les hace falta creer demasiado: si bajara a
una plaza cualquiera, en una hora de tráfico o de mercado, gritando que a una
milla de allí se había aparecido la Virgen, en un abrir y cerrar de ojos se
quedaría desierta la plaza, estoy seguro de ello. Y los primeros en correr
detrás de mí serían tal vez los materialistas, los llamados incrédulos, pero
inmediatamente después, no menos jadeantes, vería a muchos de esos amigos que
solían decirme: «El milagro es para mí algo superfluo, mi fe no necesita
milagros».
La
verdad para todos nosotros es sólo esta: que somos milagros, venimos del
milagro y estamos hechos por milagros. Hasta el hombre que lo tiene todo invoca
el milagro, porque el milagro, antes de ser un socorro benéfico, antes de ser
un don útil y resolutivo contra la pena, es la exaltación de la infancia que
vuelve a encantarnos, la revancha de aquella primera sabiduría inocente sobre
la falaz sabiduría de después.
El
Evangelio es el campo de los milagros. Sin embargo, hay una cosa que aparece
clara de inmediato: que Cristo fue enemigo de los milagros. El milagro, para
Él, es lo que debería brotar como consecuencia, algo para cuya obtención cedió
a hacerse brujo y que, sin embargo, sólo en rara ocasión consiguió: la fe. «Más
adelante vio a otros dos hermanos: Santiago, el de Zebedeo, y su hermano Juan,
que estaban en la barca con su padre Zebedeoreparando las redes. Les llamó
también, y ellos, dejando al punto la barca y a su padre, le siguieron».
Nosotros nos hemos quedado reparando las redes, aunque él nos ha mirado en más
de una ocasión; tranquilos en la barca con nuestro padre y los mozos, hemos
hecho fracasar el milagro rarísimo, ése ante el cual la resurrección de Lázaro
es un juego. El milagro que le sale una vez de cada mil y que nadie ha sido
capaz de contar. Seguirle”…
L.
Santucci, Una vida de Cristo
PARA
REZAR
Oración
de san Francisco
Alto
y glorioso Dios:
ilumina las tinieblas de mi corazón,
dame una fe recta,
esperanza cierta,
caridad perfecta
y humildad profunda.
Dame,
Señor,
comprensión y discernimiento
para cumplir
tu verdadera y santa voluntad.
Amén.
MARTES
XVI
Estos
son mi madre y mis hermanos
Lectura
de la profecía de Miqueas 7, 14-15.18-20
Apacienta
con tu cayado a tu pueblo, al rebaño de tu herencia, al que vive solitario en
un bosque, en medio de un vergel. ¡Que sean apacentados en Basán y en Galaad,
como en los tiempos antiguos! Como en los días en que salías de Egipto,
muéstranos tus maravillas.
¿Qué
dios es como tú, que perdonas la falta y pasas por alto la rebeldía del resto
de tu herencia? El no mantiene su ira para siempre, porque ama la fidelidad.
El
volverá a compadecerse de nosotros y pisoteará nuestras faltas. Tú arrojarás en
lo más profundo del mar todos nuestros pecados. Manifestarás tu lealtad a Jacob
y tu fidelidad a Abraham, como lo juraste a nuestros padres desde los tiempos
remotos.
Palabra
de Dios.
SALMO
Sal 84, 2-4. 5-6. 7-8 (R.: 8a)
R.
¡Manifiéstanos, Señor, tu misericordia!
Fuiste
propicio, Señor, con tu tierra,
cambiaste
la suerte de Jacob;
perdonaste
la culpa de tu pueblo,
lo
absolviste de todos sus pecados;
reprimiste
toda tu indignación
y
aplacaste el ardor de tu enojo. R.
¡Restáuranos,
Dios, salvador nuestro;
olvida
tu aversión hacia nosotros!
¿Vas
a estar enojado para siempre?
¿Mantendrás
tu ira eternamente? R.
¿No
volverás a darnos la vida,
para
que tu pueblo se alegre en ti?
¡Manifiéstanos,
Señor, tu misericordia
y
danos tu salvación! R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Mateo 12, 46-50
Jesús
estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban
afuera, trataban de hablar con él. Alguien le dijo: «Tu madre y tus hermanos
están ahí afuera y quieren hablarte.»
Jesús
le respondió: « ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» Y señalando con
la mano a sus discípulos, agregó: «Estos son mi madre y mis hermanos. Porque
todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi
hermano, mi hermana y mi madre.»
Palabra
del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
Esta
última página de Miqueas es una mezcla de afirmaciones proféticas y de súplica
ante Dios, ensalzando su misericordia. La confianza del profeta se basa en que
Dios seguirá siendo fiel a las promesas que había hecho, ya desde Abraham, y
que pastoreará al pueblo de su heredad. Pero, sobre todo, se basa en que Dios
seguirá haciendo lo que sabe hacer mejor: perdonar.
Es
un retrato entrañable: «¿qué Dios hay como tú, que perdonas el pecado?… se
complace en la misericordia… arrojará a lo hondo del mar todos nuestros
delitos».
La
última palabra de la historia no es nuestro pecado, sino, como nos dice
Miqueas, el amor perdonador de Dios. Necesitamos oír esta buena noticia, porque
todos somos débiles y nos alegramos del perdón de Dios.
Dios
deja siempre abierta la puerta a la misericordia.
***
El
rechazo del Reino por parte de los fariseos hecho en presencia de la multitud,
ha puesto de relieve la profundidad que el Reino de Dios, produce en todo
hombre. Jesús se dirigirá ahora a todos para invitarlos al discipulado y al
seguimiento.
En
este pasaje todavía Jesús estaba hablando a la gente, cuando su madre y sus
hermanos se presentaron a, tratando de hablar con Él.
Con
el término “madre y hermanos” se designa una realidad amplia, que puede
englobar la pertenencia a la misma familia, pero también el parentesco entre
los miembros de un clan o de una tribu.
Jesús
dijo: «¿Quién es mi madre?, ¿Quiénes son mis hermanos?», sorprende la pregunta
porque todos los que lo conocen, en efecto, saben que la que está allí
fuera es su madre.
La
pregunta no significa un desprecio de Jesús hacia los suyos: nadie ha amado a
su madre mejor que El con un amor fuerte. Pero Jesús quiso poner de relieve la
ruptura, que el Reino de los cielos introduce en las relaciones humanas en
general, y en la familia de sangre en particular. Aquellos con quienes lo ligan
lazos familiares no son los que se hallan “fuera”, sino los que se encuentran
con El, a los que puede señalar con la mano, “los discípulos”.
Frente
a la familia de sangre, se presenta la verdadera familia. De esta forma Jesús
señala que el vínculo de sangre derivado de la pertenencia a un mismo hogar,
clan o pueblo debe ceder ante otro tipo de vínculo: el que surge del
discipulado y del seguimiento. El discípulo es «familiar de Jesús». Jesús
ofrece a los hombres la cálida intimidad de su familia. Entre Dios y los
hombres ya no hay sólo relaciones de obediencia y sumisión como entre un amo y
los subalternos. Con Jesús entramos en la familia de Dios, como sus hermanos y
hermanas, como su madre.
Este
nuevo vínculo se realiza en torno al Padre del cielo que es capaz de crear un
nuevo tipo de unidad familiar. Esta nueva unidad surge de la participación en
el mismo querer del Padre, en la asimilación de la propia vida al proyecto del
Padre.
Se
trata por tanto, de la constitución de una nueva familia universal de hermanos,
hermanas, madre, que le ha sido dada a Jesús por el Padre del cielo.
Este
es el lazo familiar que debe predominar en la vida del discípulo. La nueva
familia de Jesús se realiza en todos aquellos que colocan por encima de todo el
beneplácito del Padre, realizado en Jesús y en su mensaje. La característica
esencial del discípulo de Jesús: es «hacer la voluntad de Dios».
Reconocer
en Jesús, al Maestro, Hermano, Servidor y Mesías que implanta el derecho para
todos y responde a las esperanzas de todo hombre; y poder descubrir de esta
forma el verdadero rostro de Dios escondido en la cotidianeidad de la vida de
los hombres, posibilita formar parte de la comunidad que constituye la
verdadera familia de Jesús. Entrar en comunión con Dios, haciendo su voluntad
es, al mismo tiempo, entrar en comunión con incontables hermanos y hermanas que
tratan también, de hacer esa misma voluntad.
La
invitación se dirige a todo hombre a lo largo del tiempo. El Señor, el Dios de
la historia, que es Dios con nosotros hasta el fin de los tiempos, sigue
dirigiéndola a todo aquel que está dispuesto a compartir su suerte, entrando en
comunión con el Padre y su Palabra hecha carne, y asumiendo gozosamente sus
exigencias.
PARA
DISCERNIR
¿Tengo
experiencia de Dios como salvador, la he compartido con otros?
¿Qué
rasgos de mi ser “discípulo” me invita a revisar y convertir esta palabra?
¿Camino
en comunión con otros hermanos, la construyo, discierno en comunidad la
voluntad del Padre Dios?
REPITAMOS
A LO LARGO DE ESTE DÍA
Dame
un corazón dócil a tu voluntad, Señor
PARA
LA LECTURA ESPIRITUAL
«El
que cumple la voluntad de mi Padre… ese es mi hermano y mi hermana y mi madre»
…La
Bienaventurada Virgen, predestinada, junto con la Encarnación del Verbo, desde
toda la eternidad, cual Madre de Dios, por designio de la Divina Providencia,
fue en la tierra la esclarecida Madre del Divino Redentor, y en forma singular
la generosa colaboradora entre todas las criaturas y la humilde esclava del
Señor. Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo en el
templo al Padre, padeciendo con su Hijo mientras El moría en la Cruz, cooperó
en forma del todo singular, por la obediencia, la fe, la esperanza y la
encendida caridad en la restauración de la vida sobrenatural de las almas.
Por
tal motivo es nuestra Madre en el orden de la gracia. Y esta
maternidad de María perdura sin cesar en la economía de la gracia… Pues una vez
recibida en los cielos, no dejó su oficio salvador, sino que continúa
alcanzándonos por su múltiple intercesión los dones de la eterna salvación. Con
su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo, que peregrinan y se debaten
entre peligros y angustias y luchan contra el pecado hasta que sean llevados a
la patria feliz. Por eso, la Bienaventurada Virgen en la Iglesia es invocada
con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora…
Ninguna
criatura puede compararse jamás con el Verbo Encarnado nuestro Redentor; pero
así como el sacerdocio de Cristo es participado de varias maneras tanto por los
ministros como por el pueblo fiel, y así como la única bondad de Dios se
difunde realmente en formas distintas en las criaturas, así también la única mediación
del Redentor no excluye, sino que suscita en sus criaturas una múltiple
cooperación que participa de la fuente única…
Concilio
Vaticano II – Constitución dogmática sobre la Iglesia « Lumen Gentium »
61-62
PARA
REZAR
Escuchar
la Palabra
Señor
de la Vida,
abre nuestro corazón a tu Palabra.
Queremos anunciar tu Reino
y construirlo con nuestras vidas.
Queremos ser testigos
de tu amor y tu proyecto
para todos.
Ayúdanos a escuchar tu Palabra,
a leer y rezar con la Biblia,
a contemplar la vida y la historia
para descubrir tu propuesta
y caminar hacia Tí.
Tu
Señor, que aprendiste
de la mano de María,
la virgen fiel,
enséñanos a seguir su ejemplo.
Maestra de las cosas de Dios,
quien guardaba en su corazón
lo que vivía,
y meditaba en el silencio
lo que iba descubriendo.
María, mujer sencilla,
que no entendía todo
pero se animó a decir sí a todo.
Ella nos enseña
que para vivir la fe
hay que escuchar mucho,
hay que escuchar siempre… (…)
Marcelo
A. Murúa
MIÉRCOLES
XVI
Dieron
fruto al ciento por uno
Lectura
del libro del profeta Jeremías 1, 1. 4-10
Palabras
de Jeremías, hijo de Jilquías, uno de los sacerdotes de Anatot, en territorio
de Benjamín. La palabra del Señor llegó a mí en estos términos:
«Antes
de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras del
seno, yo te había consagrado, te había constituido profeta para las naciones.»
Yo
respondí: « ¡Ah, Señor! Mira que no sé hablar, porque soy demasiado joven.»
El
Señor me dijo: «No digas: «Soy demasiado joven», porque tú irás adonde yo te
envíe y dirás todo lo que yo te ordene. No temas delante de ellos, porque yo
estoy contigo para librarte -oráculo del Señor-.»
El
Señor extendió su mano, tocó mi boca y me dijo: «Yo pongo mis palabras en tu
boca. Yo te establezco en este día sobre las naciones y sobre los reinos, para
arrancar y derribar, para perder y demoler, para edificar y plantar.»
Palabra
de Dios.
SALMO
Sal 70, 1-2. 3-4a. 5-6b. 15ab y 17 (R.: cf. 15)
R.
Mi boca anunciará tu salvación, Señor.
Yo
me refugio en ti, Señor,
¡que
nunca tenga que avergonzarme!
Por
tu justicia, líbrame y rescátame,
inclina
tu oído hacia mí, y sálvame. R.
Sé
para mí una roca protectora,
tú
que decidiste venir siempre en mi ayuda,
porque
tú eres mi Roca y mi fortaleza.
¡Líbrame,
Dios mío, de las manos del impío! R.
Porque
tú, Señor, eres mi esperanza
y
mi seguridad desde mi juventud.
En
ti me apoyé desde las entrañas de mi madre;
desde
el seno materno fuiste mi protector. R.
Mi
boca anunciará incesantemente
tus
actos de justicia y salvación.
Dios
mío, tú me enseñaste desde mi juventud,
y
hasta hoy he narrado tus maravillas. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Mateo 13, 1-9
Aquel
día, Jesús salió de la casa y se sentó a orillas del mar. Una gran multitud se
reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella,
mientras la multitud permanecía en la costa. Entonces él les habló extensamente
por medio de parábolas.
Les
decía: «El sembrador salió a sembrar. Al esparcir las semillas, algunas cayeron
al borde del camino y los pájaros las comieron. Otras cayeron en terreno
pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra
era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz,
se secaron. Otras cayeron entre espinas, y estas, al crecer, las ahogaron.
Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras
treinta. ¡El que tenga oídos, que oiga!»
Palabra
del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
Jeremías
vivió algo más de un siglo después de Amós, Isaías, Miqueas, entre 625 y 586
a.C, fecha de la destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor, precedida de
varias deportaciones.
Este
profeta es un hombre sensible, que a causa de su mismo sufrimiento, tiene una
vida interior muy marcada. Su vida será un testimonio de la fidelidad, a pesar
de que todo parezca venirse abajo.
A
diferencia de Isaías, en el relato de la vocación de Jeremías, todo resulta más
sencillo. No se describe ninguna teofanía y la investidura de la misión no es
tan solemne. La vocación se da en el silencio interior, es una palabra íntima,
es la convicción de que Dios ha sido el primero en amarlo, y lo ha hecho antes
que estuviese en el seno de su madre.
Jeremías
es tímido, confiesa su debilidad y su incapacidad pero el Señor calmará su
miedo asegurándole que está con él para salvarlo. Así como el Señor
alargó su mano y le tocó la boca, de ese modo le asegura que ha puesto sus
palabras en su boca.
Jeremías
será, verdaderamente, el hombre de la «palabra». El será la lengua de aquella
comunicación apasionada de Yahvé con su pueblo y con todos los hombres.
Le
dará autoridad sobre los pueblos y sobre los reinos, para extirpar y destruir,
para abatir y derrocar, para reconstruir y plantar.
Dios
lo constituyó en profeta de las naciones, su misión es «universal», a pesar de
haber fracasado durante su vida. Pero su influencia crecerá más tarde, y se
convertirá en el padre del judaísmo que florecerá pasada la prueba del Exilio.
Vive
la tensión de querer identificarse plenamente con el Señor dejándose conducir
por su Espíritu y, al mismo tiempo, desea con fuerza convivir con los demás
hombres y ayudarlos a vivir una existencia realmente buena y justa.
A
Jeremías, con un corazón hecho para amar, le fue encargado el tremendo papel de
derrocar para plantar, transmitiendo mensajes de desgracia y de dolor a los
reyes, a los sacerdotes, a los falsos profetas y a todo el pueblo.
***
Comienza
Mateo con el tercer gran discurso formativo de Jesús a sus discípulos. En este
nuevo discurso, Jesús no sólo dice lo que hay que hacer, sino que también les
enseña a discernir la voluntad de Dios en cada circunstancia de la vida.
Jesús,
en el lenguaje de las parábolas, nos revela su experiencia de Dios, su
relación, su intimidad; a la vez que nos introduce en verdaderos ejercicios de
discernimiento espiritual, que tratan de captar el acontecer silencioso del
Reino, en medio de las circunstancias de la vida, e invitan a realizar una
elección correcta de la voluntad de Dios.
Con
la parábola del sembrador, desde una imagen muy conocida para la gente que lo
rodea, revela algo de cada uno, en relación con la Palabra que es Él.
Así
como el “sembrador” esparce la semilla en la tierra sin escatimar, así también,
Jesús anuncia la Palabra confiada por el Padre a todos, sin distinciones
y sin reservas. No busca sembrar en el mejor de los terrenos para asegurarse la
mejor de las cosechas. Él ha venido para que todos «tengan vida y la tengan en
abundancia». Por eso, no escatima en desparramar puñados generosos de semillas,
ya sea «a lo largo del camino», como «entre piedras», o «entre espinos.
La
imagen del sembrador aparentemente inexperto, proclama la bondad de Dios, quien
no tiene límites para ofrecer sus bendiciones.
La
pequeña porción de semilla que cayó posiblemente en un rincón del terreno, en
un trozo de tierra abonada, creció y dio mucho fruto. De modo semejante ocurre
con la Palabra anunciada por Jesús, tendrá una fecundidad extraordinaria en
quien reconoce en el Evangelio de Jesús, la voluntad del Padre y está dispuesto
a acogerla y ponerla en práctica.
Dios
se ha hecho Palabra, para que pudiéramos entrar en relación con Él, y sigue
dirigiéndonos su Palabra a cada uno de nosotros, de manera personal. Esto
implica para cada uno, el hacerse a sí mismo “buena tierra”, desde la confianza
en la fuerza de la palabra de Jesús, para que esta semilla pueda crecer y dé
frutos de vida renovada en la justicia y la misericordia.
Aun
cuando nos parezca que habla a la muchedumbre, Dios nos tiene presente a cada
uno, con nuestra realidad personal; y tiene un proyecto salvífico para cada
hombre.
Frente
al desánimo que sentimos muchas veces cuando todo el esfuerzo que se realiza
parece inútil, que se gastan demasiadas fuerzas y que son pocos los resultados,
el relato de la parábola presenta una conclusión sorprendente: el terreno
fértil, el que acoge generosamente la semilla, produce una cosecha que supera
cualquier expectativa razonable.
PARA
DISCERNIR
¿Qué
rasgos de Jeremías me interpelan en mi seguimiento hoy?
¿Desde
dónde hago mis opciones, mis elecciones en la vida? ¿Es la Palabra mi criterio
de discernimiento?
¿A
qué me invita hoy la generosidad del sembrador?
REPITAMOS
A LO LARGO DE ESTE DÍA
Tu
Palabra alegra mi corazón.
PARA
LA LECTURA ESPIRITUAL
…”La
alegría del Evangelio es propia de quien, tras haber encontrado la plenitud de
la vida, queda suelto, libre, desenvuelto, sin temor, no cohibido. Ahora bien,
¿creéis acaso que quien ha encontrado la perla preciosa empezará a despreciar
todas las otras perlas? En absoluto. Quien ha encontrado la perla preciosa se
vuelve capaz de colocar las otras en una escala de valores justa, para
relativizarlas, para juzgarlas en relación con la perla más bella. Y lo hace
con extrema sencillez, porque, teniendo como piedra de toque la preciosa, es
capaz de comprender mejor el valor de las otras.
A
quien tiene la alegría del Evangelio, a quien tiene la perla preciosa, el
tesoro, se le dará el discernimiento de los otros valores, de los valores de
las otras religiones, de los valores humanos que hay fuera del cristianismo; se
le dará la capacidad de dialogar sin timidez, sin tristeza, sin reticencias;
más aún: con alegría, precisamente porque conocerá el valor de todo lo demás.
Quien busca la alegría en seguridades humanas, en ideologías, en sutilezas, no
puede encontrar esta alegría. La alegría del Evangelio es Jesús crucificado,
que llena nuestra vida perdonando nuestros pecados, dándonos el signo de su
amor infinito, llenándonos día y noche con su alegría profunda. Cuando
carecemos de soltura, cuando estamos espantados, cuando somos perezosos,
temerosos, cuando estamos preocupados por el futuro de la Iglesia y de nuestra
comunidad, eso significa que no tenemos la alegría del Evangelio, sino sólo
algunas sombras, algún eco lejano, intelectual, abstracto, del mismo. Acoger el
Evangelio es acoger su fuerza y apostar por ella, confiarnos a Cristo
crucificado, que quiere llenarnos de su alegría”…
Carlo
Maria Martini, La Alegría del Evangelio.
PARA
REZAR
Señor,
enséñanos a orar, a abrir las manos ante ti.
Orar
con limpio corazón, que sólo cante para Ti,
con
la mirada puesta en Ti, dejando que hable, Señor.
Orar
buscando la verdad, cerrar los ojos para ver.
Dejarnos
seducir, Señor, andar por tus huellas de paz.
Orar
hablándote a Ti, de tu silencio y de tu voz,
de
tu presencia que es calor. Dejarnos descubrir por Ti.
Orar
también en sequedad, las manos en tu hombro, Señor.
Mirarte
con sinceridad: Aquí nos tienes, Señor.
C.N.
JUEVES
XVI
A
quien tiene, se le dará más todavía
Lectura
del libro del profeta Jeremías 2, 1-3. 7-8. 12-13
La
palabra del Señor llegó a mí en estos términos:
«Ve
a gritar a los oídos de Jerusalén: Así habla el Señor: Recuerdo muy bien la fidelidad
de tu juventud, el amor de tus desposorios, cuando me seguías por el desierto,
por una tierra sin cultivar. Israel era algo sagrado para el Señor, las
primicias de su cosecha: todos los que comían de él se hacían culpables, les
sobrevenía una desgracia -oráculo del Señor-
Yo
los hice entrar en un país de vergeles, para que comieran de sus frutos y sus
bienes; pero ustedes entraron y contaminaron mi país e hicieron de mi herencia
una abominación. Los sacerdotes no preguntaron: «¿Dónde está el Señor?», los
depositarios de la Ley no me conocieron, los pastores se rebelaron contra mí,
los profetas profetizaron en nombre de Baal y fueron detrás de los que no
sirven de nada.
¡Espántense
de esto, cielos, horrorícense y queden paralizados! -oráculo del Señor- .
Porque mi pueblo ha cometido dos maldades: me abandonaron a mí, la fuente de
agua viva, para cavarse cisternas, cisternas agrietadas, que no retienen el
agua.»
Palabra
de Dios.
SALMO
Sal 35, 6-7b. 8-9. 10-11 (R.: 10a)
R.
En ti, Señor, está la fuente de la vida.
Tu
misericordia, Señor, llega hasta el cielo,
tu
fidelidad hasta las nubes.
Tu
justicia es como las altas montañas,
tus
juicios, como un océano inmenso. R.
¡Qué
inapreciable es tu misericordia, Señor!
Por
eso los hombres se refugian
a
la sombra de tus alas.
Se
sacian con la abundancia de tu casa,
les
das de beber del torrente de tus delicias. R.
En
ti está la fuente de la vida,
y
por tu luz vemos la luz.
Extiende
tu gracia sobre los que te reconocen,
y
tu justicia sobre los rectos del corazón. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Mateo 13, 10-17
En
aquel tiempo, los discípulos se acercaron y le dijeron: « ¿Por qué les hablas
por medio de parábolas?»
El
les respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino
de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene, se le dará más todavía y
tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Por
eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan
ni entienden. Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice:
Por
más que oigan, no comprenderán, por más que vean, no conocerán. Porque el
corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado
sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no
comprenda, y no se conviertan, y yo no los cure.
Felices,
en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les
aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven, y no lo
vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.»
Palabra
del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
Empiezan
en este capítulo los primeros oráculos de Jeremías entre los años 627 y 622 a.
C., cuando tuvo lugar la reforma deuteronómica de Josías.
Como
habíamos leído en Miqueas, ahora en Jeremías aparece una querella judicial de
Yahvé contra su pueblo.
Le
fue dirigida la palabra del Señor a Jeremías para que vaya y grite a los oídos
de Jerusalén que recuerde su cariño juvenil, el amor de su noviazgo; aquel seguimiento
por el desierto. Era el tiempo del primer amor, el fervor de los comienzos de
Israel.
Tan
enorme es lo que va a decir, que Jeremías esta vez, pone como testigos a los
cielos, para que oigan su queja.
Yahvé
había liberado al pueblo, lo había conducido con cariño inmenso a la tierra
prometida. Al principio, Israel en el desierto, respondió amando a Dios con
amor de novia y siguiéndolo. Pero al entrar en Canaán, el pueblo, profanó la
Alianza; prefirió vivir a su antojo, abandonando al Dios liberador y promotor
de la fraternidad humana, para seguir a dioses vanos, que nada valen,
cuyas exigencias son alienantes y apartan de la tarea humana.
Jeremías
se atreve a atacar, a todas las categorías de responsables del pueblo. Los
primeros acusados fueron los sacerdotes, los doctores de la ley, los pastores y
los profetas, que tenían la misión de detectar las exigencias concretas de
Yahvé en cada tiempo; pero no han exhortado al pueblo a obrar de acuerdo con el
espíritu de la alianza. Cayeron en el peor desatino abandonando al Señor,
“fuente de agua viva, y cavando aljibes agrietados, que no retienen el agua”.
El
agradecimiento por las obras de Dios, los debía comprometer a obrar de acuerdo
a la alianza, trabajando por su propia liberación y la de todos.
***
Los
discípulos preguntan a Jesús porque a la gente le habla en parábolas y a ellos
no. Jesús responde diciendo que ellos, son de los que han comprendido y
asimilado la Palabra, y que los otros aun habiéndola escuchado, no se han
dejado transformar por su novedad.
Esta
aptitud para comprender la palabra no se trata de un privilegio ‘dado’ a
algunos, y ‘negado’ a otros. El comprender o no, es fruto de una apertura de
corazón a su palabra, de un camino de conversión, de acercamiento a Jesús, y
requiere esfuerzo. No es un simple oír la Palabra y dejar que ésta pase
exteriormente sin que toque y cuestione la vida.
Para
quien ha hecho un camino serio de apertura y confrontación con la Palabra de
Dios, todo lo que sucede es ocasión de crecimiento, por eso está en condiciones
de recibir más. Pero para quien no ha recorrido este camino, lo poco que podría
tener lo pierde.
La
causa de tal cerrazón es el corazón endurecido que no deja penetrar la ‘buena
nueva’ de Cristo.
Jesús
termina dirigiendo una “alabanza” a quienes estaban junto a Él y declara
dichosos sus ojos, porque lo ven, y sus oídos, porque lo oyen.
Con
Él llega la plenitud de los tiempos, y esta alabanza también nos alcanza. Si
bien no hemos visto a Jesús con nuestros ojos, sí lo hemos conocido y lo
conocemos por la fe. No hemos escuchado su voz con nuestros oídos, pero sí
hemos escuchado y escuchamos sus palabras. El conocimiento que la fe nos da,
aunque no es sensible, es un auténtico conocimiento, nos pone en contacto con
la verdad y, por eso, también nos hace felices
Que
nuestro trato con Jesús sea tan cercano como el que tenían aquellos discípulos
que estaban junto a Él, que lo vieron y oyeron. Estamos realmente en su tiempo,
el tiempo de su gracia y salvación, un tiempo que no acaba. La oración y la
Eucaristía nos aseguran esta cercanía y nos hacen realmente dichosos al mirarlo
con ojos y oídos de fe.
PARA
DISCERNIR
¿Qué
realidades personales hemos dejado transformar por nuestra escucha de la
Palabra de Dios?
¿Me
animo a vivir cada día como tiempo de gracia y salvación?
¿Qué
cerrazones y endurecimientos me impiden recibir “más”?
REPITAMOS
A LO LARGO DE ESTE DÍA
Que
comprenda, tu Palabra.
PARA
LA LECTURA ESPIRITUAL
«Muchos
profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros»
…”Al
emperador Adriano, Augusto César, y a Verísimo, su hijo filósofo, y a Lucio,
filósofo, y al Senado y a todo el pueblo romano: yo, Justino de Neápolis
[Naplouse] en Siria de Palestina, uno de los muchos hombres de toda raza que
son injustamente odiados y perseguidos, dirijo este discurso a favor de todos
ellos…
Se
nos pone la objeción de que aquel a quien llamamos Cristo no es sino un hombre,
que los prodigios que le atribuimos son debidos a arte de magia y que logró
hacerse pasar por Hijo de Dios. Nuestra demostración no se apoyará sobre lo que
se dice sino sobre unas profecías hechas antes del acontecimiento, a las
cuales, necesariamente, hemos de creer porque hemos visto y todavía vemos que
se realiza lo que estaba predicho…
Entre
los judíos hubo profetas de Dios a través de los cuales el Espíritu profético
anunció por adelantado los acontecimientos futuros. Estas profecías fueron
cuidadosamente conservadas por los sucesivos reyes de Judea, tal cual
habían sido pronunciadas, en unos libros escritos en hebreo por la mano misma
de los profetas….
Ahora
bien, leemos en los libros de los profetas que Jesús, nuestro Cristo, ha de
venir, que nacerá de una virgen, que llegará a la edad adulta, que curará toda
clase de enfermedades y dolencias, que resucitará a los muertos, que será menospreciado
y perseguido, será crucificado y morirá, que resucitará y subirá al cielo, que
es y será reconocido Hijo de Dios, que enviará a algunos a anunciar estas cosas
al mundo entero y que serán sobre todo los paganos los que creerán en él. Estas
profecías fueron pronunciadas hace cinco mil, tres mil, dos mil, mil,
ochocientos años antes de su venida porque los profetas se fueron sucediendo
uno tras otro de generación en generación”…
San
Justino (hacia 100-160), filósofo, mártir
Primera apología, 1.30-31
PARA
REZAR
A
pesar de todo
A
pesar de todo…
Creo en la fuerza silenciosa y la oración
que viene de lo alto.
Creo
en la serenidad, nobleza y comprensión.
Creo
en la bondad espontánea,
en el gesto comunitario de quien sirve.
Creo
en la luz radiante
reflejada en las manos que oran.
Creo
en el sufrimiento
que habla de renuncia y donación.
Creo en la mirada comprensiva
de los que expresan paz interior
por su oración.
Creo
en la flor de la gratitud
que florece en el fondo del alma.
Creo
en el silencio y la oración
que todavía construyen islas de bienestar
en el barullo y la competencia.
A
pesar de todo…y sobre todo,
creo en el Amor alimentado de oración,
silencio
y reflexión
que puede trasformar la tierra colocándola
más cerca del cielo.
Dios es silencio,
palabra hecha oración.
VIERNES
XVI
22
DE JULIO – SANTA MARÍA MAGDALENA (F)
¡He
visto al Señor!
Lectura
del Cantar de los
Cantares 3, 1-4a
Así
habla la esposa:
En
mi lecho, durante la noche, busqué al amado de mi alma. ¡Lo busqué y no lo
encontré! Me levantaré y recorreré la ciudad; por las calles y las plazas,
buscaré al amado de mi alma. ¡Lo busqué y no lo encontré!
Me
encontraron los centinelas que hacen la ronda por la ciudad: «¿Han visto al
amado de mi alma?» Apenas los había pasado, encontré al amado de mi alma.
Palabra
de Dios.
O
bien:
Lectura
de la segunda carta del apóstol san Pablo
a
los cristianos de Corinto 5, 14-17
Hermanos:
El
amor de Cristo nos apremia, al considerar que si uno solo murió por todos,
entonces todos han muerto. Y él murió por todos, a fin de que los que viven no
vivan más para sí mismos, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
Por
eso nosotros, de ahora en adelante, ya no conocemos a nadie con criterios
puramente humanos; y si conocimos a Cristo de esa manera, ya no lo conocemos
más así.
El
que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser
nuevo se ha hecho presente.
Palabra
de Dios.
SALMO
Sal 62, 2. 3-4. 5-6. 8-9 (R.: 2b)
R.
Mi alma tiene sed de ti, Señor, Dios mío.
Señor,
tú eres mi Dios,
yo
te busco ardientemente;
mi
alma tiene sed de ti,
por
ti suspira mi carne
como
tierra sedienta, reseca y sin agua. R.
Sí,
yo te contemplé en el Santuario
para
ver tu poder y tu gloria.
Porque
tu amor vale más que la vida,
mis
labios te alabarán. R.
Así
te bendeciré mientras viva
y
alzaré mis manos en tu Nombre.
Mi
alma quedará saciada
como
con un manjar delicioso,
y
mi boca te alabará
con
júbilo en los labios. R.
Veo
que has sido mi ayuda
y
soy feliz a la sombra de tus alas.
Mi
alma está unida a ti,
tu
mano me sostiene, R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según San Juan 20, 1-3. 11-18
El
primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María
Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al
encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo:
«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
María
se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó
al sepulcro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera
y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. Ellos
le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?»
María
respondió: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.»
Al
decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció.
Jesús
le preguntó: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?»
Ella,
pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: «Señor, si tú lo has
llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo.»
Jesús
le dijo: «¡María!»
Ella
lo reconoció y le dijo en hebreo: «¡Raboní!», es decir «¡Maestro!»
Jesús
le dijo: «No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a
mis hermanos: «Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el Dios de
ustedes».»
María
Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él le
había dicho esas palabras.
Palabra
del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
María
de Magdala fue la primera testigo de la resurrección del Señor. Va al sepulcro
muy temprano, siente dolor y tristeza y por eso llora. Corrió hacia el sepulcro
para terminar los ritos de la sepultura; pero sobre todo quería reencontrarse
con lo que estaba aparentemente perdido. Buscaba, aferrada al recuerdo que la
mantiene, sentir la presencia de Aquel a quien había amado. La piedra había
dicho la última Palabra sellando la puerta del sepulcro, y ahora la encuentra
corrida. Se estremece al oír aquella voz familiar y tan querida, y su
corazón, responde con palabras que la razón se niega todavía a pronunciar.
El
Espíritu revela el único lugar donde Dios habita para siempre, y donde Dios ha
elegido tener su morada: el corazón que ama. Ahí se busca a Dios y ahí se le
encuentra.
María
Magdalena nos enseña que el amor es el único camino de la fe. La inolvidable
aparición de esa mañana nueva, no atiende más que a esta llamada, y la fe está
toda ella en esta respuesta.
María
se siente transformada por la presencia del Resucitado. Del dolor y del llanto
pasa a la alegría. La resurrección debe ser una experiencia que nos transforme,
nos haga sentir personas, nos convoque y nos envié a llevar esta buena noticia
de vida a todas partes.
Confesar
que Él es Señor y Dios, es entrar en comunión con Él, y dejar que la Vida, asuma
nuestras muertes, nuestras pequeñas muertes de cada día y la muerte última y
definitiva. Muertes que por Él, llevan en sí la semilla de una vida sin fin.
PARA
DISCERNIR
¿Cómo
es mi experiencia de encuentro con el Resucitado?
¿Experimento
que me llama por mi nombre a una vida nueva?
¿Siento
el impulso de anunciar su presencia en medio nuestro?
REPITAMOS
A LO LARGO DE ESTE DÍA
Encontré
al amor de mi alma
PARA
LA LECTURA ESPIRITUAL
Ardía
en deseos de Cristo, a quien pensaba que se lo habían llevado
…María
Magdalena, cuando llegó al sepulcro y no encontró allí el cuerpo del Señor,
creyó que alguien se lo había llevado, y así lo comunicó a los discípulos.
Ellos fueron también al sepulcro, miraron dentro y creyeron que era tal como
aquella mujer les había dicho. Y dice el evangelio acerca de ellos: Los
discípulos se volvieron a su casa. Y añade a continuación: Fuera, junto al
sepulcro, estaba María, llorando.
Lo
que hay que considerar en estos hechos es la intensidad del amor que ardía en
el corazón de aquella mujer, que no se apartaba del sepulcro, aunque los
discípulos se habían marchado de allí. Buscaba al que no había hallado, lo
buscaba llorando y, encendida en el fuego de su amor, ardía en deseos de aquel
a quien pensaba que se lo habían llevado. Por esto, ella fue la única en verlo
entonces, porque se había quedado buscándolo, pues lo que da fuerza a las
buenas obras es la perseverancia en ellas, tal como afirma la voz de aquel que
es la Verdad en persona: El que persevere hasta el final se salvará.
Primero
lo buscó, sin encontrarlo; perseveró luego en la búsqueda, y así fue como lo
encontró; con la dilación, iba aumentando su deseo, y este deseo aumentado le
valió hallar lo que buscaba. Los santos deseos, en efecto, aumentan con la
dilación. Si la dilación los enfría, es porque no son o no eran verdaderos
deseos. Todo aquel que ha sido capaz de llegar a la verdad es porque ha sentido
la fuerza de este amor. Por esto dice David: Mi alma tiene sed de Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? Idénticos sentimientos expresa la
Iglesia cuando dice, en el Cantar de los cantares: Estoy enferma de amor; y
también: Mi alma se derrite.
Mujer,
¿por qué lloras?, ¿a quién buscas? Se le pregunta la causa de su dolor con la
finalidad de aumentar su deseo, ya que, al recordarle a quién busca, se
enciende con más fuerza el fuego de su amor.
Jesús
le dice: « ¡María!» Después de haberla llamado con el nombre genérico de
«mujer», sin haber sido reconocido, la llama ahora por su nombre propio. Es
como si le dijera:
«Reconoce
a aquel que te reconoce a ti. Yo te conozco, no de un modo genérico, como a los
demás, sino en especial».
María,
al sentirse llamada por su nombre, reconoce al que lo ha pronunciado, y, al
momento, lo llama: «Rabboni», es decir: «Maestro», ya que el mismo a quien ella
buscaba exteriormente era el que interiormente la instruía para que lo buscase.
San
Gregorio Magno, Homilía 25 sobre los evangelios (1-2.4-5: PL 76, 1189-1193)
PARA
REZAR
Liturgia
de las horas
Estaba
al alba María,
llamándole
con sus lágrimas.
Vino
la gloria del Padre
y
amaneció el primer día.
Envuelto
en la blanca túnica
de
su propia luz divina,
la
sábana de la muerte
dejada
en tumba vacía,
Jesús,
alzado, reinaba;
pero
ella no lo veía.
Estaba
al alba María,
la
fiel esposa que aguarda.
Mueva
el Espíritu al aura
en
el jardín de la vida.
Las
flores huelan la Pascua
de
la carne sin mancilla,
y
quede quieta la esposa
sin
preguntas ni fatiga.
¡Ya
está delante el esposo,
venido
de la colina!
Estaba
al alba María,
porque
era la enamorada.
Amén.
SÁBADO
XVI
Dejen
que crezcan juntos hasta la siega
Lectura
del libro del profeta Jeremías 7, 1-11
Palabra
que llegó a Jeremías de parte del Señor, en estos términos: «Párate a la puerta
de la Casa del Señor, y proclama allí esta palabra. Tú dirás: Escuchen la
palabra del Señor, todos ustedes, hombres de Judá que entran por estas puertas
para postrarse delante del Señor.
Así
habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Enmienden su conducta y sus
acciones, y yo haré que ustedes habiten en este lugar. No se fíen de estas
palabras ilusorias: «¡Aquí está el Templo del Señor, el Templo del Señor, el
Templo del Señor!»
Pero
si ustedes enmiendan realmente su conducta y sus acciones, si de veras se hacen
justicia unos a otros, si no oprimen al extranjero, al huérfano y a la viuda,
si no derraman en este lugar sangre inocente, si no van detrás de otros dioses
para desgracia de ustedes mismos, entonces yo haré que ustedes habiten en este
lugar, en el país que he dado a sus padres desde siempre y para siempre.
¡Pero
ustedes se fían de palabras ilusorias, que no sirven para nada! ¡Robar, matar,
cometer adulterio, jurar en falso, quemar incienso a Baal, ir detrás de otros
dioses que ustedes no conocían! Y después vienen a presentarse delante de mí en
esta Casa que es llamada con mi Nombre, y dicen: «¡Estamos salvados!», a fin de
seguir cometiendo todas estas abominaciones.
¿Piensan
acaso que es una cueva de ladrones esta Casa que es llamada con mi Nombre? Pero
yo también veo claro -oráculo del Señor-.»
Palabra
de Dios.
SALMO
Sal 83, 3. 4. 5-6a y 8a. 11 (R.: 2)
R.
¡Qué amable es tu Morada, Señor del universo!
Mi
alma se consume de deseos
por
los atrios del Señor;
mi
corazón y mi carne claman ansiosos
por
el Dios viviente. R.
Hasta
el gorrión encontró una casa,
y
la golondrina tiene un nido
donde
poner sus pichones,
junto
a tus altares, Señor del universo,
mi
Rey es mi Dios. R.
¡Felices
los que habitan en tu Casa
y
te alaban sin cesar!
¡Felices
los que encuentran su fuerza en ti!
Ellos
avanzan con vigor siempre creciente. R.
Vale
más un día en tus atrios
que
mil en otra parte;
yo
prefiero el umbral de la Casa de mi Dios
antes
que vivir entre malvados. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Mateo 13, 24-30
Jesús
propuso a la gente otra parábola:
«El
Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo;
pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y
se fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la
cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: «Señor,
¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en
él?»
El
les respondió: «Esto lo ha hecho algún enemigo
Los
peones replicaron: «¿Quieres que vayamos a arrancarla?»
«No,
les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar
también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a
los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para
quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero.»»
Palabra
del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
Hacia
el año 608 a. C., a principios del reinado de Joaquín y teniendo en cuenta que
la reforma de Josías no había calado demasiado hondo, Jeremías pronunció un
discurso en la puerta del templo, que tuvo graves consecuencias.
Se
enfrenta abiertamente al culto formalista del templo de Jerusalén y será
detenido y acusado por haber blasfemado. Jeremías, duda de la calidad de la
presencia de Dios en el templo, mientras el pueblo se entrega al pecado y
ejerce un culto formalista. De la idea de Isaías, de que Jerusalén no podía ser
destruida, porque era el lugar de la presencia divina, se deducía la seguridad
de que esa protección existiría de modo incondicional.
Jeremías
reacciona contra una falsa seguridad que el Templo, suscitaba en el pueblo,
eximiéndolo de toda búsqueda y de todo conocimiento verdadero de Yahvé. De nada
les servirá tener entre ellos la casa de Yahvé, si el pueblo continúa hurtando,
matando, cometiendo adulterio, jurando en falso, quemando incienso a
Baal, y yendo detrás de dioses extranjeros. No se opone al templo, pero
critica el uso que se hace de él, ni tampoco la función sacerdotal, sino el
modo en que se realiza.
La
clave de la seguridad no consiste en afirmar que Yahvé está en medio de ellos,
protegiéndolos desde su templo, sino en obrar de acuerdo con esta presencia de
Yahvé; haciendo valer la justicia entre los hombres, no oprimiendo ni al
peregrino, ni al huérfano y a la viuda, no derramando sangre inocente, no
actuando de manera idolátrica.
***
Jesús
compara el Reino de Dios y por consiguiente, la Iglesia y toda la
humanidad con este campo en el que conviven el trigo y la cizaña.
En
la vida de la comunidad se mezclan, continuamente, el bien y el mal, la gracia
y el pecado. La justicia crece en medio de la corrupción y la opresión. La paz
va floreciendo aún en medio de la violencia. El amor vive en medio del egoísmo.
El Reino de Dios va surgiendo en un ambiente hostil. Creemos que al final, será
el Reino quien derrote a las fuerzas de las tinieblas y la maldad. Si las cosas
no fueran así, no tendría sentido nuestro trabajo por la causa de Jesús. Por
eso, para el creyente, no hay lugar para el desánimo y la derrota, si
tiene su mirada puesta en el Padre, que resucitó a Jesús y nos envía
permanentemente la luz de su Espíritu, para confirmarnos en la fe y
fortalecernos en el compromiso.
Frente
a la presencia del mal, el instinto de los criados, los lleva a querer eliminar
de inmediato el elemento nocivo y acabar con esta situación.
Jesús
nos presenta, en la lógica del dueño del campo, el corazón del Padre que espera
hasta el último momento, la posibilidad del cambio.
Es
difícil aceptar que en una realidad ambigua y mediocre, crezca el Reino
de Dios, y a veces nos desanimamos porque es tan fuerte el poder de la maldad,
la corrupción y la violencia en el mundo, que sentimos la tentación de desistir
de la misión. Lo importante es tratar de descubrir las señales del Reino, para
potenciarlo; y no favorecer nada que ayude a contentarnos en la mediocridad. No
obstante, el hecho de vivir sumergidos en una mezcla de bien y mal, no debe
impedir el avance de nuestra vida espiritual; lo contrario sería convertir
nuestro trigo en cizaña.
Es
imposible crecer de otro modo, ni podemos buscar el Reino en ningún otro lugar
que en este mundo y en esta sociedad en la que estamos. Nuestra tarea será
hacer que crezcan en ella, los signos del Reino de Dios.
El
Evangelio nos llama a no dar crédito a los que se creen salvados. Siempre
estará la tentación de pensar que unos ya han alcanzado la meta, y que otros
están lejos. Jesús constata que todos estamos en camino, absolutamente todos.
Estemos
atentos para no dejar que el maligno se filtre en nuestras vidas, cosa que
ocurre cuando nos instalamos, nos creemos seguros y más que los otros.
PARA
DISCERNIR
¿Cuál
es mi actitud ante la presencia del mal en el mundo?
¿Cuál
es mi actitud ante la presencia del pecado en mi vida?
¿Descubro
el bien presente en medio de las dificultades y adversidades?
REPITAMOS
A LO LARGO DE ESTE DÍA
Dame
paciencia en las dificultades
PARA
LA LECTURA ESPIRITUAL
…”En
Cristo, Cabeza de la Iglesia que es su Cuerpo (Col 1,18), todos los cristianos
forman «la raza elegida, el sacerdocio real, la nación consagrada, el pueblo
adquirido por Dios para anunciar sus hazañas» (1P 2,9). La eucaristía, como
misterio para vivir, se ofrece a cada uno de nosotros en la situación en que se
encuentra, haciendo de esta situación existencial el lugar en el que se debe
vivir cotidianamente la novedad cristiana. Si el sacrificio eucarístico
alimenta y hace crecer en nosotros lo que se nos dio ya en el bautismo, por el
cual somos llamados a la santidad, eso debe, pues, aparecer y manifestarse
precisamente en las situaciones o en los estados de vida en las que se
encuentra cada cristiano. Así día tras día, viviendo la vida como una llamada,
nos convertimos en un culto agradable a Dios. Si partimos de la
convocatoria a la que somos llamados por la liturgia, es el mismo
sacramento de la eucaristía el que nos compromete en la realidad cotidiana para
que todo sea hecho para la gloria de Dios.
Y
puesto que el mundo es «el campo» en el que Dios pone a sus hijos como buen
grano, los cristianos laicos, en virtud de su bautismo y de su confirmación, y
fortificados por la eucaristía, son llamados a vivir la radical novedad traída
por Cristo, precisamente, en medio de las condiciones comunes de la existencia.
Deben alimentar el deseo que la eucaristía marque cada vez más profundamente su
vida cotidiana, conduciéndolos a ser testigos identificables en su medio de
trabajo y en la sociedad toda entera.
Quiero
dar un ánimo particular a las familias a fin de que saquen inspiración y fuerza
de este sacramento. El amor entre el hombre y la mujer, la acogida de la vida,
la tarea educadora, se revelan como lugares privilegiados en los que la
eucaristía puede manifestar su capacidad de transformar y dar plenitud de
sentido a la existencia. Los pastores no dejarán nunca de sostener, educar y dar
ánimo a los fieles laicos a que vivan plenamente su vocación a la santidad en
el mundo al que tanto ha amado Dios que le ha dado su Hijo para que en él tenga
la salvación (Jn 3,16)”…
Papa
Benedicto XVI – Sacramentum caritatis, 79
PARA
REZAR
Señor,
todo lo espero de ti, confío total y exclusivamente en ti:
confío
en la inmensidad de tu bondad, poder y sabiduría.
Nada me hará temer: frente a los enemigos más poderosos,
frente
a los más grandes males, frente a los infortunios más graves,
estaré
seguro de ti, confiaré totalmente en ti.
Cuanto mayor sea el apremio, cuanto mayor sea el peligro,
tanto
más esperaré todo de ti; y si no viera tu mano providente,
más
y más confiaré en ti, me aferraré a la seguridad
de
que tu amor por mí es incalculable, ilimitado…
Inflámame en tu amor para que me confunda contigo,
que
eres el Amor mismo: purifica mi miseria
y
quema todas mis impurezas con ese Amor ardiente,
para
que ya no tenga apegos por las criaturas
y
te ame exclusivamente a ti, el Creador.
Así
te amaré como tú mereces ser amado y viviré buscando
únicamente
tu Reino de Amor, de paz y de alegría,
despreocupado
de todo lo demás…
Señor, creo en ti, pero aumenta mi Fe.
Señor, lo espero todo de ti, pero aumenta mi Esperanza.
Señor, te amo, pero aumenta mi Caridad.
+ Bernardo Serén García Q.E.P.D. Rogamos una Oración Comunitaria en la misa vespertina del sábado 6-8-2022 por su Eterna Memoria. Papi hoy y siempre estarás en el corazón de tus hijos. "Sos la estrella que desde el Cielo nos sigue iluminando"
ResponderEliminar+ Gloria Pájaro Rodríguez de Fernández Q.E.P.D. A quince años de tu partida física rogamos una Oración comunitaria en su memoria en la misa vespertina del sábado 26-11-2022 en la Parroquia Dulcísimo Nombre de Jesús de Saavedra. Siempre estarás presente en nuestros corazones 23-11-2007* 23-11-2022 Tu hijo Ángel y familia
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