Día 31. 30 de diciembre

MES DE LA SAGRADA FAMILIA

CON LA SAGRADA FAMILIA
Autor: H. Francisco Cabrerizo Miguel
Madrid, 2010
Propiedad Intelectual – Derechos Reservados
Edita: Hermanos de la Sagrada Familia


31.- LA SAGRADA FAMILIA VIVE CON NOSOTROS.

Transcribo, sin más, las referencias que las Constituciones de los Hermanos de la Sagrada Familia nos ofrecen para expresar esta presencia viva de la Sagrada Familia en cada Hermano y en las comunidades. Es aplicable a cada Fraternidad Nazarena y a cada miembro asociado. El texto se escribió para los Hermanos pero es válido para cuantos comparten el carisma recibido por el Venerable Hermano Gabriel. Incluso creo que puede ser válido para cuantos quieran asomarse a Nazaret con ojos de fe y de amor. El texto va en primera persona.

Recuerda que en la casa humilde de Nazaret encontrarás la sabiduría que te guiará en la vida. Contémplalos como familia, tu familia, ámalos y confía en ellos. Que su humildad profunda, su sencillez, su confianza en el plan de Dios, su caridad llenen tu vida. En las dificultades, no te separes de Jesús, María y José.

Esfuérzate para que el hombre nuevo nazca en cada corazón, como lo hicieron María y José consagrando su vida a Jesús.

La Sagrada Familia da su nombre al Instituto e inspira tu espiritualidad. Recuerda con alegría que, bajo el humilde techo de Nazaret, vivía la familia más santa y noble, y que de ella ha tomado la Congregación su hermoso nombre.

Considera a la Sagrada Familia como la realización más perfecta, en la tierra, de la comunidad de amor que es la Santísima Trinidad. Pon de manifiesto tu voluntad de servir a Dios y a los hombres, viviendo el misterio de Cristo en su vida de familia con María y José. Profundiza cada día más en el plan de salvación revelado en Nazaret.

Que tu espiritualidad tenga siempre como referencia la vida de Jesús, María y José como familia. Aprende a meditar y a vivir el Evangelio a la luz de este misterio, donde Jesús comenzó a vivir lo que más tarde había de predicar. Que esta espiritualidad nazarena anime toda tu vida.

El culto a la Sagrada Familia es un camino elegido por la Providencia para ayudarte a comprender y a asumir mejor la vida cristiana. Imponte la obligación de promover su culto entre las personas con quienes te relacionas. Que tu vida lo manifieste. Ten siempre una tierna devoción a Jesús, María y José.

Que tu presencia en la Iglesia contribuya a realizar el plan de salvación aportando el espíritu de familia, espíritu que deriva de los lazos vitales que unían a los miembros de la familia de Nazaret y cuya fuente primera es la Santísima Trinidad. La fidelidad a la Palabra de Dios es uno de estos lazos vitales que establecen nuevos vínculos de verdadera familia congregada en Cristo. Así como el Verbo encarnado llevó a cabo la unión familiar perfecta en el misterio de Nazaret, que también, de igual manera, la Palabra divina te abra a la plenitud de la paz por medio del amor, la oración y el trabajo para, en la misma unión, construir permanentemente tu comunidad.

Ten un corazón y un alma sola con tus hermanos; comparte las alegrías y las penas, los éxitos y los fracasos; ama y ayuda a todos; que tu delicadeza y tu entrañable fraternidad contribuyan a unificar los espíritus y los caracteres más diversos; lo que es tuyo pertenece a todos; olvida las palabras "mío" y "tuyo"; considérate menos que los demás para que Dios reine sobre todos; rivaliza por ser el más humilde, el más caritativo, el que más trabaje por Dios y por la comunidad; entrégate a los cometidos más humildes y penosos. Sé sencillo: cuanto más humilde y sencillo seas mayor bien harás. Que todas tus relaciones estén animadas y selladas por este espíritu de familia. Que en él encuentres orientación para tu misión entre los hombres y que él caracterice toda tu manera de ser y de hacer.

La Sagrada Familia fue pobre entre los pobres. Comparte con sencillez tu tiempo, tus cualidades, tus energías y el don mismo de tu vocación. Que la vida humilde, sencilla y activa de la Sagrada Familia en Nazaret inspire siempre tu estilo de vida.

En tu empeño por consagrarte a Dios y al reino, encuentra siempre el apoyo en Jesús, María y José. Son modelo perfecto de consagración a Dios. Configura tu vida con Cristo, el consagrado por excelencia, que vive pobre, casto y obediente con María y José. Que la espiritualidad nazarena y el espíritu de familia animen siempre tu consagración vivida dentro de la comunidad. Que en tu vida de comunión fraterna puedas actualizar y prolongar la misma respuesta de amor que Jesús, unido a María y a José, da a su Padre en el hogar de Nazaret.

En Nazaret la virginidad se consagra totalmente al servicio del Amor para salvar al mundo. Desarrolla también tu castidad dentro de la comunidad, en un ambiente de verdadero amor fraterno abierto a las necesidades de los hombres. Así podrás manifestar a los hombres de hoy esta faceta del misterio de Nazaret. Cuenta con José y con la Virgen Inmaculada para vivir tu castidad: ellos son custodios e imagen de la fidelidad de un amor consagrado. Vive la intimidad con Cristo en la oración y sobre todo en la Eucaristía que actualiza ya el encuentro definitivo hacia el que tiende tu amor.

En Nazaret se inaugura el Nuevo Testamento. La Sagrada Familia vivió la primera bienaventuranza sin hacer ostentación de su pobreza. Con humildad y sencillez sabe unir, al trabajo y a la participación de bienes, el agradecimiento al Padre que les reúne en el amor y los abre a los demás. Todas las cosas son un don del Padre, signo de su presencia de amor. Usa de ellas con respeto y gratitud, convirtiéndolas en elemento de unidad. No olvides que Cristo "siendo rico se hace pobre para enriquecernos con su pobreza". En Belén la Sagrada Familia sufre los mordiscos de la pobreza. Su ofrenda es la de los pobres. Continúa amando la pobreza de Jesús, María y José y repitiendo en tu vida sus gestos.

Tu obediencia, Hermano, es ante todo una actitud de disponibilidad al plan que Dios tiene sobre ti, vivida de manera consciente en la comunidad. Tu modelo es Jesús, María y José quienes, viviendo en familia, realizan el plan de Dios sobre cada uno de ellos. Como allí, animado por el Espíritu de Amor, permanece siempre atento al Padre, reunido como estás por el Verbo Encarnado. Siente tu responsabilidad en la obra común y aporta tu colaboración activa y leal.

Que la Sagrada Familia inspire siempre el servicio de tu autoridad: José, al servicio de la Sagrada Familia, María, la esclava del Señor, Jesús que vino, no para ser servido, sino para servir.

Tu compromiso, por profesión, comprende el trabajar en la Iglesia por el Reino de Dios dentro de una comunidad que vive el Misterio de Amor de Nazaret. No ceses cada día en expresar tu fidelidad. Cuenta con Jesús, María y José.

Hermano, vives en una comunidad que tiene por modelo a la Sagrada Familia de Nazaret. Con tus Hermanos, en comunidad, actualiza y prolonga el dinamismo familiar de Nazaret en la oración, el trabajo y el amor. María y José, unidos a Jesús, dan comienzo en Nazaret al ideal de la comunidad eclesial, religiosa y familiar. Con ellos, comienza cada día, con nuevo entusiasmo, la creación continua de tu comunidad, de tu familia. Busca la voluntad de Dios sobre ella y presta la adhesión incondicional de tu persona. María y José, junto con Jesús, forman en Nazaret la primera comunidad evangélica. Su testimonio de caridad hecho vida se convierte en comunidad evangelizadora.

El Padre escoge a la Sagrada Familia para dar su Hijo a los hombres. En ella encuentras inspiración y apoyo para tu misión apostólica. Manifiesta, personal y comunitariamente, a las familias, a los jóvenes y cuantos se cruzan contigo en la vida, las especiales riquezas que tiene la comunión de amor de Jesús, María y José.

Une tu plegaria a la oración de Jesús, María y José. Recuerda que en Nazaret, ellos vivieron la fe y la esperanza de Israel con los mismos salmos que tú proclamas y que ellos iniciaron la oración que la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, sigue dirigiendo hoy al Padre, unida a Cristo. Vive la actitud de pobreza espiritual que te permita prolongar la oración de Jesús, María y José que, atentos al Padre, meditan en su corazón los acontecimientos salvíficos que se revelan en el Hijo. La meditación diaria es para ti el momento privilegiado de contacto personal con Dios y de escucha de su Palabra para interiorizarla, acogerla y vivirla. Mantente abierto al Espíritu. Déjate modelar por el Señor y ábrete al impulso y a la firmeza que tu caridad necesita para entregarte resueltamente y sin ambigüedades a las actividades del Instituto. Mantén la actitud permanente de conversión y de fidelidad a tu vocación.

Con alegría, participa de la intimidad familiar de Jesús, María y José, especialmente durante el tiempo de Navidad. Que tu oración enraíce siempre en el Misterio de Nazaret. Allá ha de estar siempre tu tesoro y tu corazón. Recuerda que esta familia reúne en sí todas las virtudes divinas y humanas. Que el lunes sea el día que les dedicas de manera especial. Celebra su fiesta con renovado fervor. Es tu fiesta, la de tu Instituto.

María es tu Madre, modelo de unión íntima con Dios. Que su fidelidad a la Palabra de Dios anime la perseverancia en tu consagración. Que su delicadeza maternal haga de tu comunidad una prolongación del hogar de Nazaret y estreche los vínculos familiares con tus hermanos. Ella, que a petición del Padre ofreció su persona para la venida de Cristo y se lo dio al mundo, te ayude a formarlo cada vez más perfectamente en ti mismo y en los demás.

José, el varón justo, toma a María por Esposa para formar una familia en donde Jesús es recibido y amado. Sabe colaborar sin reservas al plan divino de la Redención. Calla, escucha, trabaja y obedece. Como responsable de la familia desempeña su cometido con prudencia, valentía y lucidez ante los acontecimientos de la vida. Es tu modelo en la vida comunitaria y apostólica. Cuenta con su poderosa protección.

Cristo supo crecer en edad, sabiduría y gracia en su familia de Nazaret. Considérate siempre en proceso de formación. Sostenido por tus Hermanos y unido a Cristo, cultiva durante toda tu vida los talentos recibidos de Dios.

ORACION: Dios, Padre nuestro, que has querido que tu Hijo habite entre los hombres en la familia de Nazaret, te pedimos que prolongue hoy entre nosotros la misma respuesta de amor que te dio en la comunidad de Nazaret.

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