Con la Sa Fa Día 5. 4 de diciembre

CON LA SAGRADA FAMILIA

5. SIGUEN LAS PRUEBAS. Lc. 2, 1-7.

• Ideas para la oración preparatoria.

• Centrarse en sí mismo y ponerse en actitud de diálogo con Dios, de escucha.

• Reconocerse miembro de Cristo, solidario con el pueblo de Dios.

• Pedir al Espíritu Santo que nos descubra el valor de la oración y la importancia de las pruebas en la vida del hombre.

• Con María y José, compartir la disponibilidad a los planes de Dios.


Método: Vivir con María y José la alegría del nacimiento.


En aquellos días salió un decreto del emperador César Augusto ordenando hacer un censo del mundo entero. Este fue el primer censo que se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad. También José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret en Galilea a la ciudad de David, que se llama Belén, para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaban allí, le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada. (Lc. 2, 1-7)


La vida de la Sagrada Familia no aparece en el Evangelio con la candidez y dulzura con que la han plasmado los artistas ni con las sorpresas mágicas que nos narran los apócrifos. Los evangelistas no transmiten bienestar material ni tranquilidad bienaventurada. Tampoco quiere decir que todo sea sacrificio. La Familia de Nazaret vive las dificultades propias de la vida de una familia en su tiempo y en su condición: buscar el sustento diario, la vivienda, el trabajo, los compromisos sociales, familiares y religiosos. Cabe destacar la educación del hijo y la monotonía de una vida irrelevante en un lugar perdido. Ahí es donde el amor colorea el gris monótono de la existencia. Sin embargo es significativo el hecho que los evangelistas resalten momentos duros de su vida, cuando la fe y la confianza en Dios se ponen a prueba. He aquí algunas imágenes.

A. El censo. Lucas coloca la anunciación a María en Nazaret. A continuación cita el edicto del emperador romano para realizar el censo en el imperio, siendo Cirino Gobernador de Siria. Seguramente quiere situar el nacimiento de Cristo en la historia y en Belén después de haber colocado la anunciación en Nazaret. Así introduce el dato de Cirino, como dato histórico de referencia y el nacimiento de Cristo en Belén con un viaje desde Nazaret a causa del censo. San Mateo no se cuestiona el viaje porque no sitúa la anunciación. Sí se plantea la estancia de Cristo en Nazaret. Para resolverlo nos relata el aviso del ángel a José indicándole que regrese de Egipto una vez que “han muerto los que atentaban contra la vida del niño”. (Mt. 2, 20)

En Mt. 2, 21-22, leemos que José “al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí y, avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea”. Algunos autores deducen de este texto que José había pensado ir a Belén y establecerse allí incluso antes del censo. Al menos no fue sólo para censarse y regresar a continuación. Esto puede desdramatizar las condiciones de un viaje precipitado, justo en los peores días para María, que ciertamente estaba en avanzado estado de gestación. Además desmitifica el no encontrar sitio en “la posada”, aspecto tan remarcado en la tradición. Cabe pensar que José preparó el viaje lo mejor que pudo. Posiblemente utilizaron un asno ya que era el animal de carga al alcance de la gente humilde en Israel. Harían los 150 km. de camino aceptando las incomodidades y llenándose de atenciones.

La preocupación más importante para los dos es el hijo. Cabe pensar que María dialogaba largamente con él, como suelen hacer a menudo las madres primerizas. También van preocupados por el futuro, cómo hacer frente a la vida, dónde se instalarán. El oficio de carpintero, de artesano, estaba bien considerado en Israel pero esto no quita para que se encuentren ante un futuro incierto. Seguro que se apoyaban mutuamente y que trataban de quitar importancia a la situación.

B. El nacimiento de Jesús. "Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada "(Lc. 2, 6-7). Según el relato, parece que no fue tan inmediato el nacimiento de Cristo en relación con el viaje. Sobre el no haber sitio para ellos en la posada, según Francisco M. López Malús, la palabra griega original que trae el evangelista Lucas es “katalyma”, la misma que pone en boca de Jesús cuando envía a los apóstoles a preparar la cena pascual y diferente a la que emplea en el caso del samaritano atendido en el mesón. Eso significa que era el lugar principal de la casa, la “katalyma”, y no había sitio para ellos porque estaban los demás familiares y María sería impura durante cuarenta días, según las leyes de la purificación. Por ello deciden habitar en la parte baja, en la cuadra, habitación de reserva, que sirve de almacén y donde están los animales, pero que tiene una cierta intimidad y la separación legal adecuada a la circunstancia y dado que toda la familia está en casa a causa del censo. (Cfr. “María de Nazaret, la verdadera discípula”, pág.87)

La Sagrada Familia buscando casa, necesitada de un hogar, como cualquier familia que arranca en amor recién estrenado. ¡Cómo cuesta decidir! Lugar, precio,… María y José pasaron por estos duros momentos donde se decide siempre en consenso familiar. En su caso, días de angustia para ambos por la premura del parto. Sin embrago, conviene señalar que los pastores no manifiestan extrañeza por el lugar elegido ni el evangelista resalta este dato. Puede que en aquel entonces fuese natural el vivir así, al menos mientras se dan las circunstancias de la aglomeración de la familia, de la impureza legal de la parturienta o mientras encuentran casa propia.

Lo más significativo es que Cristo quiere nacer pobre, en un lugar que ni siquiera es casa. Dios no viene al mundo como turista ni se hospeda en el hotel. Viene entre los suyos, el último de todos. Comparte nuestra existencia. Este dato ha inspirado a muchísimos cristianos de todos los siglos, una gran admiración por la pobreza como parte integrante de la encarnación, del misterio cristiano. Cuando el H. Gabriel se traslada desde Belmont a Belley, se encuentra sin casa, con toda la comunidad en la calle, y se acomoda en el invernadero que le ofrece el obispo. ¡Qué gozo experimenta toda la comunidad y con qué alegría lo recuerdan posteriormente en las efemérides, por haber podido imitar a la Sagrada Familia en esta faceta de su vida! Cristo viene al mundo desprendido de todo, incluso de lo necesario, contando solamente con el amor de María y de José, con el cariño de quienes quieren acogerle.

¡Qué gozo experimentaría María al contemplar a su hijo, el primogénito! José y Ella conocen el misterioso origen de Jesús y estarían esperando ver la apariencia que tenía. Ven que es uno más, y María acepta y cree que en El se cumplirá cuanto ha dicho el ángel en la anunciación. María, la creyente, la “bienaventurada porque has creído” (Lc. 1,45). Para cada matrimonio el hijo es siempre único, excepcional, hermoso, completo. Siempre se le ve con los ojos del amor y de la esperanza. Así debemos mirar siempre a la familia comunitaria, eclesial, familiar. A cada miembro. Esperando que Dios cumpla sus designios de amor.

Cristo nace donde hay un corazón que le recibe. Es necesario estar en una continua actitud de nacimiento, de acogida. Que en el corazón haya lugar para Dios. Puede que se encuentre tan lleno de tantas cosas que no haya lugar para Cristo y su mensaje. San Juan nos relata el pasaje de la expulsión de los vendedores del templo. Con un látigo de cuerdas, Cristo arroja a los traficantes y exclama: "quitad esto de aquí y no hagáis de la casa de mi Padre una casa de contratación" (Jn. 13, 16). Cristo habla, en el mismo pasaje, del templo de su cuerpo. Tener un corazón limpio, desprendido, sin negocios sucios ni lugar para contrataciones, donde Cristo pueda sentirse en su casa. Hay que velar sobre sí mismo, no sea que después de haber renunciado al uso y al usufructo de los bienes por el voto de pobreza, el corazón se apegue a una gran multitud de cosas intranscendentes. (Const. 54).

Cristo nace también cuando hay una familia que le recibe. Conviene crear las condiciones familiares para que Cristo pueda nacer en nuestro hogar. Es empeño común, sostenido en opción matrimonial, en amor. Pero puede también ser decisión personal, mantenida en la oración y en la entrega desvelada por los suyos, cuando la respuesta en fe es respetada pero no es compartida en la familia. También aquí encuentra Cristo su lugar de nacimiento.

María y José comparten la pobreza de Jesús. No la eligen para ellos mismos. La aceptan desde y por Cristo. Y la aceptan en solidaridad familiar, unidos al Hijo. Aceptar unidos y alegres la pobreza, las limitaciones, las personas. Aceptar unidos a Cristo. Crean en familia las circunstancias que permiten a Cristo darse a los hombres. Es importante crear este ambiente familiar donde quepa Dios, donde pueda nacer, donde se encuentre en familia. Dios quiere nacer y crecer en cada familia. ¿Ponemos los medios? ¿Cabe en nuestra casa? ¿Qué puesto ocupa?

La vida nos va presentando cada día pequeñas pruebas que hay que aceptar desde la fe, renuncias que pueden parecer absurdas pero que, mirando a Cristo, adquieren otra dimensión. Lo malo es cuando, mirándonos a nosotros mismos, lo vemos como necesidad y como derecho. Para aceptarlas en fe hay que contar con el amor, vivir en el amor a Dios. Entonces sobran muchas cosas que parecen imprescindibles. En qué poca cosa se quedan tantas preocupaciones personales y comunitarias cuando se toma conciencia de la opción que hemos hecho de seguir a Cristo, que no viene a ser servido sino a servir.

Que la Sagrada Familia nos ayude a descubrir el paso de Dios por las circunstancias de la vida y aceptar las adversidades que puedan llegarnos. Que Cristo encuentre siempre un corazón desprendido y libre para que pueda nacer cada día.

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