30 de diciembre de 2012 - SAGRADA FAMILIA (F)
– Ciclo C
…El niño iba creciendo y se llenaba de sabiduría…
PRIMERA
LECTURA
Lectura
del primer libro de Samuel 1, 20-22.24-28
«Ana concibió y dio a luz un hijo, al que
puso por nombre Samuel, pues dijo: ¡Al Señor se lo pedí! Cuando su marido
Elcaná subió con toda su familia para ofrecer al Señor el sacrificio anual y
cumplir sus promesas, Ana no quiso subir, sino que dijo a su marido: Cuando el
niño haya sido destetado, yo lo llevaré para presentárselo al Señor y que se
quede allí para siempre. Después subió con el niño al templo del Señor en Siló,
llevando un novillo de tres años, una medida de harina y un odre de vino.
Cuando inmolaron el novillo y presentaron
el niño a Elí, Ana le dijo: Señor mío, te ruego que me escuches; yo soy la
mujer que estuvo aquí, junto a ti, rezando al Señor. Este niño es lo que yo
pedía, y el Señor me ha concedido lo que le pedí. Ahora yo se lo cedo al Señor;
por todos los días de su vida queda cedido para el Señor. Y se postraron allí
ante el Señor».
Palabra de Dios.
SALMO Sal 95, 1-2. 11-12. 13-14 (R.: 11a)
R. Alégrese
el cielo y goce la tierra.
Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su
Nombre,
día tras día, proclamen su
victoria. R.
Alégrese el cielo y exulte la
tierra,
resuene el mar y todo lo que
hay en él;
regocíjense el campo con todos
sus frutos,
griten de gozo los árboles del
bosque. R.
Griten de gozo delante del
Señor,
porque él viene a gobernar la
tierra:
él gobernará al mundo con
justicia,
y a los pueblos con su verdad.
R.
SEGUNDA
LECTURA
Lectura
de la primera carta de San Juan 3,1-2.21-24
Consideren el amor tan grande que nos ha
demostrado el Padre, hasta el punto de llamarnos hijos de Dios; y en verdad lo
somos. El mundo no nos conoce, porque no lo ha conocido a él. Queridos, ahora
somos ya hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que,
cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Queridos míos, si nuestra conciencia no
nos condena, podemos acercarnos a Dios con confianza, y lo que le pidamos lo
recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le
agrada. Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo
Jesucristo y que nos amemos los unos a los otros según el mandamiento que él
nos dio. El que guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él. Por
eso sabemos que él permanece en nosotros: por el Espíritu que nos ha dado.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Lectura
del Santo Evangelio según San Lucas 2, 41 -52
Los padres de Jesús solían ir cada año a
Jerusalén por las fiestas de Pascua.
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a
la fiesta según la costumbre, y cuando terminó, se volvieron; pero el niño
Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
Estos, creyendo que estaba en la caravana,
hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos;
al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca.
A los tres días, lo encontraron en el
templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles
preguntas: todos los que le oían, quedaban asombrados de su talento y de las
respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo
su madre:
-Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira
que tu padre y yo te buscábamos angustiados.
El les contestó:
-¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo
debía estar en la casa de mi Padre?
Pero ellos no comprendieron lo que quería
decir.
El bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo
su autoridad.
Su madre conservaba todo esto en su
corazón.
Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en
estatura y en gracia ante Dios y los hombres.
Palabra del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
Rápidamente hemos asistido a un cambio
profundo de la institución familiar. La familia numerosa va tendiendo a
desaparecer para ser sustituida por una «familia nuclear»
formada por la pareja y un número muy reducido de hijos. Hace años en Francia, se presentaba la familia
ideal como la compuesta por hombre-mujer-niño-perro. Hoy están haciendo un
esfuerzo publicitario enorme para convencer al televidente de cuán bella y
reconfortante es la familia numerosa.
Los divorcios y las separaciones han
crecido notablemente. La inestabilidad matrimonial
trajo aparejado el aumento de hijos que crecen en un hogar con uno sólo de
los progenitores o en familias ensambladas.
Muchos gurúes del relativismo plantean que
todo esto significa que la familia está llamada a desaparecer. Los estudiosos de la familia apuntan hoy, más
bien, a la posibilidad de que se extinga la familia tal como la
hemos conocido, pero ninguno se atreve a proclamar seriamente la
desaparición de la dimensión familiar. Todo
hombre necesita el ámbito familiar para abrirse a la vida y crecer
armónicamente.
A veces se buscan respuestas facilistas.
Los problemas de la pareja y de la familia no se van a resolver con la ley del
divorcio ni con la despenalización del aborto.
Lo que necesitan y reclaman los hombres y mujeres de esta sociedad es el ámbito social, moral, afectivo y de desarrollo para formar una verdadera familia.
Lo que necesitan y reclaman los hombres y mujeres de esta sociedad es el ámbito social, moral, afectivo y de desarrollo para formar una verdadera familia.
Si los hombres y mujeres de nuestros días no crecen
rodeados de experiencias fundantes de amor gratuito, confiado y
comprensivo, se expande el círculo vicioso que
dificulta que se den las condiciones necesarias para que se puedan formar
matrimonios duraderos y familias estables, cálidas y acogedoras.
***
Son tantas las opiniones y tantas
contestaciones contra la familia que tenemos vergüenza y miedo de declarar que
«creemos en la familia».
Para los creyentes la familia es el lugar
privilegiado para expresar y vivir la gracia y el amor de Dios.
Las familias siempre pasan crisis,
porque los problemas son frecuentes. Unas
veces son los problemas económicos, otras la falta de comprensión, otras
la separación, otras los malos tratos, otras los hijos. Unas veces los padres
se quejan de sus hijos, y otras éstos se quejan de sus padres. Así que
siempre hay crisis que afrontar.
No existe la familia ideal. Sin embargo,
hay una fuerza vivificadora que en cualquier circunstancia y,
especialmente, en los momentos de crisis y dificultades, es el camino que
Dios espera de nosotros.
Tenemos siempre la posibilidad de vivirla
mejor. Vivirla mejor si ponemos más y mejor amor en todas las grandes o
pequeñas cosas, en los gestos y palabras o silencios, miradas o caricias
que la componen.
Defender la familia es
comprometerse en un camino de fe y de esperanza en el amor. Vivir el amor en la familia es vivir los insospechados caminos de la gratuidad. En familia se ama más de lo que merece cada uno. No se aman en ella unos a otros porque no se encuentren defectos, porque sean los mejores…, sino porque son el padre, la madre, los hijos o hermanos.
comprometerse en un camino de fe y de esperanza en el amor. Vivir el amor en la familia es vivir los insospechados caminos de la gratuidad. En familia se ama más de lo que merece cada uno. No se aman en ella unos a otros porque no se encuentren defectos, porque sean los mejores…, sino porque son el padre, la madre, los hijos o hermanos.
Defender la familia es
vivir la paternidad, la maternidad y la filiación mucho más de lo que biológicamente se entiende. Ser padres no se limita a engendrar un hijo y a trabajar para darle de comer y educarlo. Ser padre y madre es dar vida, ser hijo es recibirla. Se es padre y madre en la medida que se da vida y se ayuda a desarrollarla. Se es hijo en la medida en que se acepta la vida y dejamos que nos ayuden a que se desarrolle.
vivir la paternidad, la maternidad y la filiación mucho más de lo que biológicamente se entiende. Ser padres no se limita a engendrar un hijo y a trabajar para darle de comer y educarlo. Ser padre y madre es dar vida, ser hijo es recibirla. Se es padre y madre en la medida que se da vida y se ayuda a desarrollarla. Se es hijo en la medida en que se acepta la vida y dejamos que nos ayuden a que se desarrolle.
Defender la familia es
no encerrarnos ni pretender encerrar a los demás en ella como último refugio, huyendo de la realidad y del compromiso de transformar el mundo.
Cuando se pretende convertir la familia en el único mundo, se acaba en la asfixia. La familia que vive desde la fe y el amor es siempre una familia abierta donde el amor se practica y se nutre, pero no se encierra, sino que se abre a los otros. Entonces la familia acrecienta el amor, pero éste no se agota, porque puede expandirse hacia los demás y cumple su función de constructora de una sociedad solidaria.
no encerrarnos ni pretender encerrar a los demás en ella como último refugio, huyendo de la realidad y del compromiso de transformar el mundo.
Cuando se pretende convertir la familia en el único mundo, se acaba en la asfixia. La familia que vive desde la fe y el amor es siempre una familia abierta donde el amor se practica y se nutre, pero no se encierra, sino que se abre a los otros. Entonces la familia acrecienta el amor, pero éste no se agota, porque puede expandirse hacia los demás y cumple su función de constructora de una sociedad solidaria.
Defender la familia es creer en ella como medio elegido por Dios para
venir a nosotros y como propuesta de formación humana y cristiana de
personas y de generaciones.
Defender la familia es ver a la familia como algo más que una pequeña estructura social. Se trata
de vivir pensando en la gran familia humana.
Sentir que los chicos de la calle, los niños abandonados, los niños huérfanos,
los que son sometidos a la violencia familiar, los niños que mueren bajo
las balas de narcotraficantes o policías, son nuestros hijos que claman
para que alguien de la familia humana responda por sus vidas. Sentir que
los viejos que mendigan son nuestros abuelos y abuelas, los hombres y
mujeres desocupados son nuestros padres y nuestras madres que exigen de
sus hijos la honra, el respeto y la dignidad que su condición humana les
merece.
Defender la familia es
defender la vida, es defender el progreso, es defender el futuro, es defender la justicia, el bien común. No podemos relativizar a la familia, sería tanto como relativizar nuestra propia vida.
defender la vida, es defender el progreso, es defender el futuro, es defender la justicia, el bien común. No podemos relativizar a la familia, sería tanto como relativizar nuestra propia vida.
…Proclamamos la alegría del valor de
nuestras familias en América Latina. Afirma el Papa Benedicto XVI que la
familia es “patrimonio de la humanidad, constituye uno de los tesoros más
importantes de los pueblos latinoamericanos y de El Caribe. Ella ha sido y es
escuela de la fe, palestra de valores humanos y cívicos, hogar en que la vida humana
nace y se acoge generosa y responsablemente… La familia es insustituible para
la serenidad personal y para la educación de sus hijos”… (Aparecida 114)
PARA
DISCERNIR
¿Vivo mi experiencia familiar como lugar de encuentro,
de respeto mutuo, de crecimiento?
¿Qué aporto para el desarrollo de todos sus
miembros?¿Qué riquezas recibo para mi madurez?
¿La experimento como lugar de realización del plan de
Dios?
REPITAMOS Y
VIVAMOS HOY LA PALABRA
…Mis ojos han visto a tu Salvador…
PARA LA
LECTURA ESPIRITUAL
Cuando Jesús, sobre los doce años, se
queda entre los doctores en el templo, le pierden sus padres. Podemos
imaginarnos el desconcierto de María, después de haberle buscado y
encontrado: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo te
hemos buscado angustiados» (Lc 2,48). En este nuevo pasaje de la vida de
María nos parece encontrar en su estado de ánimo una analogía con un fenómeno
típico por el que pasan, llegadas a cierta edad espiritual, las almas que aman
a Dios. Estas, en efecto, tras haber conocido y optado por el nuevo ideal de
vida y haber correspondido a las muchas gracias recibidas del Señor, advierten
en un momento determinado, con aguda insistencia, un nuevo florecimiento de las
tentaciones que desde hacía tiempo ya no advertían y que parecían superadas
definitivamente. En general, se trata de tentaciones contra la paciencia,
contra la caridad, contra la castidad. Y, a veces, son tan fuertes que ofuscan
la fascinación de la luz que las había iluminado primero.
Se desvanece el entusiasmo y se frena el
impulso. Esto nos hace sufrir y nos dirigimos al Señor casi lamentándonos, como
hizo María: «Por qué te has alejado de mí? Te habías hecho tan presente en mi
alma que me habías hecho creer que contigo habría podido vencer al mundo. Ahora
estoy en la oscuridad de tu ausencia». Y el Señor parece respondernos, un poco
como hizo con María, diciéndonos: ¿No sabías que todo lo que te he dado es
mío y sólo por gracia lo habías recibido? Esa aridez y esas
tentaciones te han sobrevenido para que puedas comprender bien esto. De este
modo podré hacer en ti lo que quiere mi Padre».
El fenómeno del que hablo es ese que los
místicos llaman la «noche de los sentidos». La pérdida del jovencito Jesús
constituyó también, en cierto modo, para María, una noche de los sentidos. Ya
no veía a Jesús, no oía su voz, su presencia se había sustraído a su amor
sensible de madre. En el caso de María, después de la prueba, hubo un largo
período en el que pudo convivir con Jesús, y nadie en el mundo podrá saber
nunca cuán bello e íntimo fue. De modo paralelo, los que -con humildad- aceptan
estas pruebas, a veces largas, y, con la gracia de Dios, las superan, pueden
avanzar después en las diferentes experiencias de la unión con Dios en una
nueva y profunda intimidad con él, algo que antes no habían experimentado
nunca.
C. Lubich, Edición española:Cristo a través de
los siglos
Editorial Ciudad Nueva, Madrid 1995
PARA REZAR
Más, en Jerusalén, una amarga tristeza
te envuelve y, como un mar, tu corazón inunda.
Por tres días Jesús se esconde a tu ternura
y, entonces sí, sobre tu vida
cae un oscuro, implacable, riguroso, destierro.
te envuelve y, como un mar, tu corazón inunda.
Por tres días Jesús se esconde a tu ternura
y, entonces sí, sobre tu vida
cae un oscuro, implacable, riguroso, destierro.
Por fin logras hallarle y, al tenerle,
rompe tu corazón en transporte amoroso.
Y le dices al Niño, encanto de doctores:
«Hijo mío, ¿por qué has obrado así?
Tu padre y yo, con lágrimas, te estábamos buscando».
rompe tu corazón en transporte amoroso.
Y le dices al Niño, encanto de doctores:
«Hijo mío, ¿por qué has obrado así?
Tu padre y yo, con lágrimas, te estábamos buscando».
Y el Niño Dios responde, ¡Oh profundo
misterio!,
a la Madre querida que hacia él tiende los brazos:
«¿A qué buscarme, Madre? ¿No sabías, acaso,
que en las cosas que son del Padre mío
he de ocuparme ya?».
a la Madre querida que hacia él tiende los brazos:
«¿A qué buscarme, Madre? ¿No sabías, acaso,
que en las cosas que son del Padre mío
he de ocuparme ya?».
Me enseña el Evangelio que sumiso
a María y José permanece Jesús
mientras crece en sabiduría.
¡Y el corazón me dice
con qué inmensa ternura a sus padres queridos
él obedece siempre!
a María y José permanece Jesús
mientras crece en sabiduría.
¡Y el corazón me dice
con qué inmensa ternura a sus padres queridos
él obedece siempre!
Ahora es cuando comprendo el misterio del
templo,
las palabras ocultas del amable Rey mío:
tu dulce Niño, Madre,
quiere que seas Tú el ejemplo vivo
del alma que le busca
a oscuras, en la noche de la fe.
las palabras ocultas del amable Rey mío:
tu dulce Niño, Madre,
quiere que seas Tú el ejemplo vivo
del alma que le busca
a oscuras, en la noche de la fe.
Teresa de Lisieux, Porque te amo,
María, estrofas 13-15.
LECTIO
DIVINA
Jesús entre los doctores de la Ley es hallado por sus
padres
+ Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo según san Lucas
2, 41-52
Sus padres iban todos los
años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua.
Cuando el niño cumplió
doce años, subieron como de costumbre, y acabada la fiesta, María y José
regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que ellos se dieran cuenta.
Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un día y después comenzaron
a buscarlo entre los parientes y conocidos.
Como no lo encontraron,
volvieron a Jerusalén en busca de él.
Al tercer día, lo hallaron
en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles
preguntas. Y todos los que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus
respuestas. Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo:
“Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos
angustiados”. Jesús les respondió: “¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo
debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?” Ellos no entendieron lo que les
decía.
El regresó con sus padres
a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su
corazón. Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante de
Dios y de los hombres.
Palabra del Señor.
Palabra del Señor.
1.
LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías
para la lectura:
Lucas en las últimas
semanas, nos ha venido mostrando la vida del niño Jesús, un niño como cualquier
otro de los de su tiempo, que está al cuidado de sus padres y que como todo
judío va al Templo de Jerusalén a celebrar las fiestas.
Esta vez, nos presenta el
último episodio de esta infancia, antes de hablarnos de su ministerio público.
Jesús se encuentra en una
edad de transición, pues en el judaísmo los niños al llegar a los doce años
pasan a una “adultez”, pues deben aprender y cumplir la ley judía, de ahí que
este episodio de hoy lo presente en medio de los maestros, quienes enseñan lo
referente a la ley judía.
Jesús es presentado como
un niño talentoso e inteligente, pero lo que más llama la atención del relato
de Lucas es la expresión “casa de mi Padre”. ¿Lo hace como un judío que se
reconoce como hijo de Dios? ¿O lo hace como un niño que está haciéndose
consciente de su misión como Hijo de Dios? Las dos respuestas son correctas,
pues por un lado Lucas lo ha presentado como un judío que reconoce el Templo
como la casa de Dios, pero por otro lado termina este relato diciendo que el
niño Jesús, no sólo crece en estatura, humanamente, sino también en gracia ante
Dios y ante los hombres, gracia que viene de Dios mismo, y que le acompañará a
lo largo de su vida, en la misión que le ha encomendado: la salvación de todos
los hombres.
Por eso, no son sólo María
y José quienes tienen que acostumbrarse a ver al niño en las cosas de Dios,
también nosotros tenemos que comprender el misterio de un Dios que se hace
niño, y que se ha hecho hombre como nosotros pero sin perder su condición de
Dios.
A la luz de todo lo
que se ha dicho hasta ahora sobre este tema, tal palabra evangélica parece ser
particularmente sintética y sugestiva. El crecimiento "en edad" se
refiere a la relación natural del hombre con el tiempo; este crecimiento es
como una etapa "ascendente" en el conjunto del pasar humano. Pero es
necesario que a este proceso corresponda el crecimiento "en sabiduría y en
gracia".
Gentileza Lectionautas
2.
MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Preguntas
para la meditación:
Ø ¿Alguna
vez te has sentido perdido de la presencia de Dios?
Ø ¿En
dónde buscas a Dios?
Ø ¿En
qué etapa estás en el crecimiento espiritual?
3.
ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
|
Padre nuestro, que estás
en los cielos, escucha a tus hijos.
Te pedimos por nuestros
padres.
Por medio de ellos nos lo
diste todo,
devuélveles todo el bien
que nos han hecho.
Nos han dado la vida:
consérvales la salud.
Nos han dado el alimento:
dales el pan de cada día.
Nos han dado el vestido:
que sus almas se hallen vestidas siempre de tus gracias.
Concédeles sobre la tierra
la felicidad que se encuentra en servirte y amarte.
Y haz que podamos estar un
día reunidos en el cielo. Amén
4.
CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
|
Tómate un tiempo para
imaginar la alegría de José y María al encontrar a Jesús, así mismo, pide al
Señor te dé hoy la posibilidad de reencontrarte con el Señor, con tu gran
amigo, para poder sentarte cada día a sus pies y escuchar sus enseñanzas y
sumérgete en su amor.
“Amigo Jesús quiero darme
tiempo para reencontrarme contigo como dos grandes amigos”
5.
ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
Ahora que está finalizando
el año, abrimos el corazón a las invitaciones que nos hace el Señor, de modo
que vivamos según nos pide hoy en su Palabra y pregúntate:
Durante este año:
Ø ¿Cuándo
has sentido que gozas del favor de Dios?
Ø ¿En
qué cosas ves un crecimiento en tu sabiduría?
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