Pedro
Damián, obispo y doctor (a. 1072)
“Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá.
Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que
llama, se le abrirá.”
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de
Ester 4, 12. 14-16. 23-25
La
reina Ester, presa de una angustia mortal, también buscó refugio en el Señor.
Luego oró al Señor, Dios de Israel, diciendo:
¡Señor
mío, nuestro Rey, tú eres el Único! Ven a socorrerme, porque estoy sola, no
tengo otra ayuda fuera de ti y estoy expuesta al peligro. Yo aprendí desde mi
infancia, en mi familia paterna, que tú, Señor, elegiste a Israel entre todos
los pueblos, y a nuestros padres entre todos sus antepasados, para que fueran
tu herencia eternamente. ¡Y tú has hecho por ellos lo que habías prometido!
¡Acuérdate,
Señor, y manifiéstate en el momento de nuestra aflicción! Y a mí, dame valor,
Rey de los dioses y Señor de todos los que tienen autoridad. Coloca en mis
labios palabras armoniosas cuando me encuentre delante del león, y cámbiale el
corazón para que deteste al que nos combate y acabe con él y con sus
partidarios.
¡Líbranos
de ellos con tu mano y ven a socorrerme, porque estoy sola, y no tengo a nadie
fuera de ti, Señor! Tú, que lo conoces todo.»
Palabra de Dios.
SALMO Sal 137, 1-2a.
2bc-3. 7c-8 (R.: 3a)
R. Me
respondiste cada vez que te invoqué, Señor.
Te doy
gracias, Señor, de todo corazón,
te
cantaré en presencia de los ángeles.
Me postraré
ante tu santo Templo. R.
Daré
gracias a tu Nombre
por tu
amor y tu fidelidad,
porque
tu promesa ha superado tu renombre.
Me
respondiste cada vez que te invoqué
y
aumentaste la fuerza de mi alma. R.
Tu
derecha me salva.
El
Señor lo hará todo por mí.
Tu amor
es eterno, Señor,
¡no
abandones la obra de tus manos! R.
EVANGELIO
X
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 7-12
Jesús
dijo a sus discípulos:
«Pidan
y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el
que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá.
¿Quién
de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez,
le da una serpiente? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus
hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará cosas buenas a aquellos que se las
pidan!
Todo lo
que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste
la Ley y los Profetas.»
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
El tema de hoy es la oración.
La vida de oración es fundamental en la manera de ser y de actuar de los
cristianos. Pero qué mal hemos entendido la oración al interior de la Iglesia.
Hemos hecho de la oración o un mero acto intimista –de inmanencia, de calmar la
conciencia–, o un acto egoísta –de conseguir el favor pretendido–.
Se nos olvidó que la oración
cristiana está centrada en la vida, anclada en la ética y comprometida por la
humanización plena y total. La oración cristiana es esencialmente transcendente
en cuanto ella es ética-profética.
La oración es un diálogo íntimo
con Dios, pero no es intimista. La oración ha de manifestar en el creyente una
vivencia de la presencia de Dios. Orar significa configurar la vida, mi vida,
con Dios.
Por tanto, la vida del creyente
ha de ser testimonio del Dios en el que se cree, en el que se ora. La oración
ha de volver a las personas buenas, justas, amables, cariñosas,
misericordiosas, tiernas, comprensibles, hacedoras de paz, respetuosas de la
diferencia, incluyentes.
Si la oración que elevamos a
Dios no surte ese efecto en nosotros, entonces hemos de hacernos esta pregunta
¿a qué Dios le estoy orando?
***
La primera
lectura nos
presenta la dramática situación que vive el
pueblo judío. Están dispersos,
son una minoría en medio de pueblos paganos
que los despreciaban y perseguían. En esa situación Ester va
a hacer su plegaria. Su oración parte de su
vida. Antes de presentarse ante el rey asirio para interceder por su pueblo, entra en su corazón y muy sencillamente expone su caso a
Dios.
Comienza confesando la soberanía absoluta y única del Dios de Israel. Para
Ester, Dios es el único que los puede salvar.
Todo lo que ella consiga o decida el rey, está subordinado a la voluntad del
Señor.
Recurre
al Señor recordándole su misericordia:
Él fue quien eligió a Israel como heredad. La fidelidad del Señor a su palabra
queda bien demostrada en el pasado.
Ester, termina pidiendo que la
libre del pecado que la amenaza, y ponga en sus labios las palabras precisas
para cambiar la decisión del rey y librar a su pueblo de la muerte. La plegaria pronunciada por Ester es una preciosa oración
de confianza y humildad nacida en una circunstancia conflictiva. Y su oración fue escuchada.
***
El evangelio de hoy sigue
repitiendo que Dios es profundamente bueno, que desea “dar” cosas buenas a sus
hijos. La plegaria del hombre a su Padre del
cielo se apoya en la bondad y la voluntad amorosa de Dios. Podemos estar seguros de ser escuchados, siempre que
aquello que pidamos esté en la línea del plan salvador de Dios.
La oración es
una necesidad para el hombre creyente.
Jesús dice: pidan, busquen, llamen. Para ser escuchada la oración debe
hacerse desde la situación de honda necesidad.
Quien pide y no siente necesidad de lo que pide, no puede ser escuchado. Quien
busca, y no siente la urgencia de encontrar aquello que busca, nunca encontrará
nada. Es preciso que la oración brote de un
corazón sinceramente necesitado.
Para creer
que Dios es Padre y nos ama como a hijos, que Jesucristo murió por nosotros
para salvarnos por pura generosidad; y para empezar
a vivir de acuerdo con esto, se necesita la
oración.
Cuando uno ora por esto, esta
plegaria está ya atendida. Jesús nos asegura que si le pedimos al Padre un
corazón nuevo, nos lo dará. No hay que temer pedirle al Padre que nos dé el don de la misericordia, ola capacidad de perdonar y amar a quien en algún momento
parezca ser nuestro enemigo. Pedirle
esto a Dios Padre es pedirle la capacidad de hacer posible la justicia que su
Hijo vino a anunciarnos.
Frente a la imposibilidad de
llegar a amar sin esperar compensación, o entregar la vida sin pedir nada a
cambio, o perdonar setenta veces siete, tenemos
un Padre que se define por la misericordia y que la da al hijo que se la pida.
Orar es pedir,
buscar, llamar a la puerta sin cansarse nunca y hasta tal punto que la oración
se convierte en un estado y no sólo en una práctica ocasional. Orar es un modo de ser delante de Dios.
PARA DISCERNIR
¿Mi oración es
la del interesado o la del enamorado?
¿Tengo plena
confianza que Dios quiere mi bien a pesar que no pueda ver sus caminos con
claridad?
¿Soy constante
o me desanimo con facilidad?
¿Mi oración es
un modo de ser ante Dios o solamente un requerimiento a su poder?
REPITAMOS A LO LARGO DE
ESTE DÍA
…Si afligidos
invocamos al Señor, Él nos escucha…
PARA LA LECTURA
ESPIRITUAL
…Antes de
saber cómo hay que orar, importa mucho más saber cómo “no cansarse nunca”, no
desanimarse nunca, ni deponer las armas ante el silencio aparente de Dios: “Les
decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin
desfallecer” (Lc 18,1).
Que la
intrepidez se adueñe de ti como de la viuda ante el juez. Vete a encontrar a
Dios en plena noche, llama a la puerta, grita, suplica e intercede. Y si la
puerta parece cerrada, vuelve a la carga, pide, pide hasta romperle los oídos.
Será sensible a tu llamada desmesurada, pues ésta grita tu confianza total en
Él.
Déjate llevar
por la fuerza de tu angustia y el asalto de tu impetuosidad. En algunos
momentos, el Espíritu Santo formulará Él mismo las peticiones en lo más
íntimo de tu corazón con gemidos inefables. ¿Has oído gemir a un enfermo presa de un intenso sufrimiento? Nadie puede permanecer insensible a esta queja, a menos que tenga un corazón de piedra. En la oración, Dios espera que pongas esta nota de violencia, de vehemencia y de súplica para volcarse sobre ti, y escuchará tu petición. En el fondo, no haces más que dar alcance al amor infinito comprimido en su corazón, que espera tu oración para desencadenarse en respuesta de ternura y misericordia. Si supieses lo atento que está Dios al menor de tus clamores, no dejarías de suplicarle por tus hermanos y por ti. El se levantaría entonces y colmaría tu espera mucho más allá de tu oración. Se puede esperar todo de una persona que ora sin cansarse y que ama a sus hermanos con la ternura misma de Dios…
íntimo de tu corazón con gemidos inefables. ¿Has oído gemir a un enfermo presa de un intenso sufrimiento? Nadie puede permanecer insensible a esta queja, a menos que tenga un corazón de piedra. En la oración, Dios espera que pongas esta nota de violencia, de vehemencia y de súplica para volcarse sobre ti, y escuchará tu petición. En el fondo, no haces más que dar alcance al amor infinito comprimido en su corazón, que espera tu oración para desencadenarse en respuesta de ternura y misericordia. Si supieses lo atento que está Dios al menor de tus clamores, no dejarías de suplicarle por tus hermanos y por ti. El se levantaría entonces y colmaría tu espera mucho más allá de tu oración. Se puede esperar todo de una persona que ora sin cansarse y que ama a sus hermanos con la ternura misma de Dios…
J.
Lafrance, Ora a tu Padre, Madrid 1981, 173-174.
PARA REZAR
La alegría de esperar
¡Feliz de ti
si tienes un
corazón paciente!
¡Feliz de ti si
sabes campear el temporal
de este tiempo
difícil,
con la esperanza
puesta en el futuro,
cuyos cimientos
construyes cada día.
Feliz de ti si no
te desalientas,
impaciente como un
niño,
queriéndolo todo ya
y sin esfuerzo.
Feliz de ti si
sabes caminar esperanzado
este tramo del
camino de tu juventud
que te lleva por el
camino de una vida madura.
Feliz de ti
sino te dejas
engañar por el deslumbre
de las falsas
promesas de éxitos fáciles,
y si caminas
paciente en el esfuerzo
para conquistar las
metas que te propones,
Feliz de ti si no
te desalientas ante tus inconstancias
y asumes la difícil
tarea de educar tu voluntad,
para hacerte dueño
de tí mismo
y responsable de tu
propia historia.
Feliz de ti si,
leyendo el Evangelio,
alcanzas la alegría
de vivir de acuerdo a su mensaje,
descubriendo en
Jesús que la VERDAD
no es una frase o
una moda,
sino la respuesta
seria y profunda sobre el sentido de la vida.
LECTIO DIVINA
El que pide recibe
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 7, 7-12
Jesús dijo a sus discípulos:
«Pidan y se les dará;
busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe;
el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá.
¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez, le da una serpiente? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará cosas buenas a aquellos que se las pidan!
¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez, le da una serpiente? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará cosas buenas a aquellos que se las pidan!
Todo lo que deseen que los
demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los
Profetas.»
Palabra del Señor.
1.
LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías
para la lectura:
El texto bíblico del
Evangelio del día está dentro del Sermón de la montaña. Los relatos
corresponden a la eficacia en la oración (vs. 7-11), y el resumen de la Ley que
también es conocida como la Regla de oro (vs. 12), quizá uno de los resúmenes
más acabados de ese sermón.
Los tres verbos que
utiliza Jesús y que asimila a la oración adecuada son: “pedir, buscar y
llamar”. La respuesta de Dios ante estas peticiones es: “se les dará,
encontrarán y se les abrirá”.
El pedir implica
humildad y consciencia de necesidad. Buscar es pedir, mas actuar, se
trata de vivir en armonía con la voluntad de Dios. Llamar es pedir, más
actuar, más perseverar, en donde la perseverancia al mismo tiempo fortalece y
perfecciona las acciones anteriores.
Jesús compara el diálogo y
la ecuación pedido-respuesta a la que se realiza entre un hijo y su padre y
agrega: “Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos,
¡cuánto más el Padre celestial dará cosas buenas a aquellos que se las pidan!
"
El relato también gira en
relación al pedir “cosas buenas”. El pedir de acuerdo a la voluntad de Dios y
con una actitud de humildad y de espera paciente, es importante en la dinámica
de la oración en el texto bíblico. Basta mencionar a Santiago, que dice al
respecto, con toda claridad: “Ustedes no tienen porque no piden. O bien piden
mal, con el único fin de satisfacer sus pasiones” (Stg. 4.2b-3).
La denominada “regla de
oro” ya se conocía entre los judíos y otros pueblos de la antigüedad, incluso
como resumen de la Ley. Era citada de manera proverbial sobre todo en su forma
negativa, es decir “no hagan con otros lo que no quieran que ellos hagan con
ustedes”. Jesús la proclama en forma positiva, como principio de acción. Esta
forma proactiva de interpretar la ley está en perfecta consonancia con la
segunda parte de Gran Mandamiento “…y amarás a tu prójimo como a ti mismo”. La
vida de un seguidor de Cristo, siempre debe reflejar el amor activo de quien
busca primero el bienestar del otro, sin egoísmos ni especulaciones reactivas.
2.
MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Preguntas
para la meditación:
Ø ¿De
qué forma busco la voluntad de Dios en mi oración?
Ø ¿Cuál
es mi perseverancia en llamar con insistencia a las puertas del Padre?
Ø ¿Qué
implicancia tiene para mi vida de oración el saber este paralelismo superador
de Dios como Padre que atiende los ruegos de sus hijos?
3.
ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
|
Señor, ayúdame con el
Espíritu Santo a pedir, buscar y llamar a las puertas del Padre.
Oro con el salmista en el
Salmo del día “Me respondiste cada vez que te invoqué y aumentaste la fuerza de
mi alma”.
Señor, dame la sabiduría y
el coraje de vivir la Regla de oro, como norma habitual de vida, que vaya
forjando mi carácter de hijo de Dios. Amén.
4. CONTEMPLACIÓN
- ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
|
Trato de ubicarme dentro
de la audiencia que escucha el sermón del Señor, buscando percibir el impacto
de sus palabras para mi vida de oración.
Me ubico en mi vida
familiar, como hijo y-o padre en el diálogo de pedido y cumplimiento habitual.
Trato de trasladar esa escena a la de un diálogo con mi Padre Celestial, que
sabe dar cosas buenas a aquellos que se las pidan.
Medito acerca de mis
motivaciones para orar y de, en qué medida pido cosas buenas y en consonancia
con la voluntad de Dios.
Reflexiono con sinceridad
y profundidad en cuáles son las cosas que me agradan que los demás hagan por
mí, y busco como haré lo mismo con mis prójimos.
5.
ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
Ø ¿De
qué manera voy a cambiar mi forma de rezar aplicando los principios y
significados del pedir, buscar y llamar?
Ø ¿Estoy
aplicando la regla de oro?
Ø ¿De
aplicarla, lo he hecho hasta ahora de la forma negativa o de la positiva?
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