12 de marzo de 2013 – CUARESMA - MARTES DE LA IV
SEMANA
San Inocencio y San Luis Orione
Después, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo:
«Has sido curado;
no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán
peores cosas todavía.»
PRIMERA
LECTURA
Lectura de la profecía de
Ezequiel 47, 1-9. 12
El hombre me hizo
volver a la entrada de la Casa, y vi que salía agua por debajo del umbral de la
Casa, en dirección al oriente, porque la fachada de la Casa miraba hacia el
oriente. El agua descendía por debajo del costado derecho de la Casa, al sur del
altar. Luego me sacó por el camino de la puerta septentrional, y me hizo dar la
vuelta por un camino exterior, hasta la puerta exterior que miraba hacia el
oriente. Allí vi que el agua fluía por el costado derecho.
Cuando el hombre
salió hacia el este, tenía una cuerda en la mano. Midió quinientos metros y me
hizo caminar a través del agua, que me llegó a los tobillos. Midió otros
quinientos metros y me hizo caminar a través del agua, que me llegó a las
rodillas. Midió otros quinientos metros y me hizo caminar a través del agua,
que me llegó a la cintura. Luego midió otros quinientos metros, y ya era un
torrente que no pude atravesar, porque el agua había crecido: era un agua donde
había que nadar, un torrente intransitable.
El hombre me dijo:
« ¿Has visto, hijo de hombre?», y me hizo volver a la orilla del torrente. Al
volver, vi que a la orilla del torrente, de uno y otro lado, había una inmensa
arboleda.
Entonces me dijo:
«Estas aguas fluyen hacia el sector oriental, bajan hasta la estepa y van a
desembocar en el Mar. Se las hace salir hasta el Mar, para que sus aguas sean
saneadas. Hasta donde llegue el torrente, tendrán vida todos los seres
vivientes que se mueven por el suelo y habrá peces en abundancia. Porque cuando
esta agua llegue hasta el Mar, sus aguas quedarán saneadas, y habrá vida en
todas partes adonde llegue el torrente.
Al borde del
torrente, sobre sus dos orillas, crecerán árboles frutales de todas las
especies. No se marchitarán sus hojas ni se agotarán sus frutos, y todos los
meses producirán nuevos frutos, porque el agua sale del Santuario. Sus frutos
servirán de alimento y sus hojas de remedio.»
Palabra de Dios.
SALMO Sal 45, 2-3. 5-6. 8-9 (R.: 8)
R. El Señor de los
ejércitos está con nosotros, nuestro baluarte es el Dios de Jacob.
El Señor es
nuestro refugio y fortaleza,
una ayuda siempre
pronta en los peligros.
Por eso no
tememos, aunque la tierra se conmueva
y las montañas se
desplomen hasta el fondo del mar. R.
Los canales del
Río alegran la Ciudad de Dios,
la más santa
Morada del Altísimo.
El Señor está en
medio de ella: nunca vacilará;
él la socorrerá al
despuntar la aurora. R.
El Señor de los
ejércitos está con nosotros,
nuestro baluarte
es el Dios de Jacob.
Vengan a
contemplar las obras del Señor,
él hace cosas
admirables en la tierra. R.
EVANGELIO
+ Lectura del santo Evangelio según san
Juan 5, 1-3a. 5-16
Se celebraba una
fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
Junto a la puerta
de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo Betsata, que
tiene cinco pórticos. Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos,
ciegos, paralíticos y lisiados, que esperaban la agitación del agua.
Había allí un
hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años. Al verlo tendido, y
sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: « ¿Quieres
curarte?»
El respondió:
«Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a
agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes.»
Jesús le dijo:
«Levántate, toma tu camilla y camina.»
En seguida el
hombre se curó, tomó su camilla y empezó a caminar.
Era un sábado, y
los judíos dijeron entonces al que acababa de ser curado: «Es sábado. No te
está permitido llevar tu camilla.»
El les respondió:
«El que me curó me dijo: “Toma tu camilla y camina.”» Ellos le preguntaron: «
¿Quién es ese hombre que te dijo: “Toma tu camilla y camina?”»
Pero el enfermo lo
ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí.
Después, Jesús lo
encontró en el Templo y le dijo: «Has sido curado; no vuelvas a pecar, de lo
contrario te ocurrirán peores cosas todavía.»
El hombre fue a
decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado. Ellos atacaban a
Jesús, porque hacía esas cosas en sábado.
Palabra del Señor.
Para reflexionar
El tema del agua es columna vertebral de las lecturas
de este nuevo día de Cuaresma. Pero percibimos que el evangelio de Juan nos
presenta una novedad sorprendente: Jesús sana a los enfermos no por la fuerza
del agua, sino por la fuerza amorosa de Dios Padre.
El Evangelio nos indica que Jesús curó a un enfermo
que llevaba treinta y ocho años postrado, pero lo curó sin necesidad del agua,
sin necesidad de fuerzas extrañas, sin ningún acto mágico. Sólo su Palabra
basta para sanar.
Es importante pasar de experiencias de fe que buscan
sólo milagros que nos muevan a creer, a avanzar por caminos que, basados en la
fidelidad, el seguimiento y el testimonio de vida misionera, nos conduzcan a
una experiencia de conocimiento profundo de Dios.
Ese ha sido el papel que han jugado los místicos a lo
largo de la historia: pasar de creer en Dios a conocer a Dios. Recordemos que
toda experiencia de Dios o con Dios tiene una tarea y un objetivo concreto, que
no puede ser cambiado o adulterado: conocer más y mejor a Jesús, para seguirle
en fidelidad, lealtad, apertura y de manera militante y comprometida.
¿Estamos profundizando en ese conocimiento vivencial
de Dios?
***
El agua, como principio de vida, es una imagen
que se encuentra con frecuencia en la Biblia. Lostorrentes en el Antiguo
Testamento son símbolo de la vida que Dios da, especialmente en los
tiempos mesiánicos.
Ezequiel utiliza la imagen del torrente de agua
milagrosa, que mana del lado derecho del templo, que es el lugar de la
presencia de Dios. El agua que brota del templo, o sea, que viene
de Dios
va hacia el oriente que es la zona más árida, purifica y cura todo a su paso haciendo que los campos produzcan fértiles frutos y que el mar muerto se llene de vida.
va hacia el oriente que es la zona más árida, purifica y cura todo a su paso haciendo que los campos produzcan fértiles frutos y que el mar muerto se llene de vida.
***
En el evangelio de hoy, San Juan nos
presenta a Jesús realizando un “signo”, un milagro, en sábado. Era
una fiesta de los judíos, pero la multitud, tirada en los pórticos,
está, por tanto, excluida de la fiesta, de la alegría de la vida, de la
felicidad.
En Jerusalén, se encuentra la piscina de Betsata, que
significa casa de la misericordia y que tiene cinco pórticos. Los pórticos del
templo eran el lugar de la enseñanza oficial de la Ley de Moisés. Para muchos, los
pórticos son un símbolo de los cinco libros de la Ley, que mal
interpretados sólo sirven para provocar la opresión y la muerte del pueblo.
Se arrastraban hacia allí gran cantidad de lisiados y
multitud de mendigos, que colocándose al borde de la piscina, esperaban poder
algún día recobrar la salud. Imagen de una humanidad que vive esperando
inútilmente la salvación de quien no puede darla. El agua de Betsata era
estéril, no podía producir un nacimiento nuevo.
Jesús se acerca a ellos, concretamente a uno que lleva treinta y ocho años, toda una vida ahí, esperando
por Dios, esperando que otros le den la posibilidad de Dios. Ahora Dios
se acerca a él. Este hombre es signo de la muchedumbre agobiada por el peso de
la ley. Por eso la curación que va a efectuar Jesús, es el signo de la
liberación de aquello que los somete. Jesús no se preocupa de cumplir el
precepto del descanso; para Él cuenta sólo el bien del hombre, sin
importarle el momento. A los dirigentes judíos, no les alegrará que el hombre
recobre la salud; por el contrario, los alarmará el atrevimiento de dispensar
de las obligaciones religiosas, que ellos imponen. Por este motivo,
inmediatamente, piensan en matarlo.
Jesús, al verlo y sabiendo que ya llevaba mucho
tiempo, le dice: “¿Quieres quedar sano?” A este hombre y a
todo ese pueblo que él representa, Jesús quiere darle la salud. Al
hombre sin fuerzas, víctima de su enfermedad, incapaz de movimiento, de acción,
de iniciativa, Jesús implícitamente le
ofrece una esperanza de salvación.
ofrece una esperanza de salvación.
El enfermo desea la curación, pero está fuera de su
alcance porque no tiene a nadie que lo lleve a la piscina cuando el agua se
agita. Jesús le dice:
“levántate y anda”. El hombre que estaba paralítico desde hacía treinta y ocho años, encadenado a su pasado de desdicha, se pone de pie. Le da la salud y con ella la capacidad de actuar por sí mismo. Aquí hay un “agua viva” que tiene como un poder de resurrección: suscita seres vivos. Es un agua que da vida.
“levántate y anda”. El hombre que estaba paralítico desde hacía treinta y ocho años, encadenado a su pasado de desdicha, se pone de pie. Le da la salud y con ella la capacidad de actuar por sí mismo. Aquí hay un “agua viva” que tiene como un poder de resurrección: suscita seres vivos. Es un agua que da vida.
“Levántate, toma tu camilla y anda”. Comienzo de una vida nueva. Cuando Dios da el agua viva, el viejo mundo
desaparece. El hombre ahora puede caminar a donde quiera. La camilla que cargaba
con el hombre inválido; ahora, curado, es cargada por él.
Es la vida nueva de los bautizados. Dios quiere un “hombre de pie”, un hombre que avanza. La
salvación no viene de la “magia” del agua o del
cumplimiento estricto de la ley, sino de la persona de Jesús, del Hijo
de Dios, que es el único que tiene el agua de la vida y la generosidad para
darla en abundancia.
Nuestra vida se renueva y reverdece cuando el Espíritu
nos inunda. Bautizados en la muerte y resurrección de Jesús, pertenecemos
a una tierra liberada. El Señor vino a sanarnos de nuestros males, vino a
perdonarnos nuestros pecados, vino a darnos la capacidad de caminar. El que
quiera ser su discípulo, debe ir tras las mismas huellas que
Él nos ha dejado, huellas de amor y de servicio a los demás.
Renovados en el bautismo, somos curados de la parálisis de nuestros pecados; y podemos salir al
encuentro de todos los hombres, para anunciar las maravillas que Dios hace siempre
a favor de los humildes, los pequeños, los enfermos y los pobres.
Para discernir
¿Cuáles son mis ataduras más viejas?
¿Cuáles son las parálisis del corazón que
no me dejan andar en libertad?
¿Dejo que su gracia se instale en mi vida
desde la constancia?
¿Hago memoria de lo que Dios ha hecho en
mí para que pueda seguir haciéndolo?
Repitamos a lo largo de este día
…Devuélveme la alegría de tu salvación…
Para la lectura espiritual
…Volviendo a un hombre totalmente sano, Jesús le
confiere la vida en plenitud; se exhorta ciertamente al hombre a no pecar más,
pero él no hace más que una cosa: “andar”. A diferencia del ciego de
nacimiento, después de su curación, no se pone a proclamar que Jesús es un
profeta, ni se pone a confesar su fe, sino que es simplemente un signo vivo de
la vida transmitida por el Hijo, y en este sentido expresa al Padre. No hay
ninguna consigna de que no “reniegue”, sino el deber de existir, de “caminar”
simplemente. El creyente es un hombre que camina, si permanece en relación con
el Hijo y, por Él, con el Padre [...].
¿Cómo transmite Jesús la verdad que habitaba en Él? Él
sabe que la Palabra es creadora de vida y sabe también que la Palabra traducida
en palabras corre el peligro de verse confundida con el parloteo del lenguaje
humano. Por eso empieza dando la salud a un hombre que llevaba muchos años
enfermo; y sólo a continuación ilumina su acción [...]. Al realizar esta acción
en día de sábado, suscita una cuestión sobre la autoridad de su misma persona,
y luego explica su sentido.
De esta manera, todo discípulo puede aprender también
la forma de comunicar su experiencia de fe. Frente a los que no la comparten,
me siento tentado a combatir con palabras que expresen la verdad. Pero de esta
manera me olvidaría de que las palabras no son solamente un medio de
comunicación, sino también un obstáculo para el encuentro con otro. Por el
contrario, si pongo al otro en presencia de un acto que invite a reflexionar sobre
ese ser extraño que soy yo (cf. Jn 3,8), entonces se entabla un
diálogo, no con palabras que se cruzan, sino entre unos seres vivos,
discípulos, para comunicarse a través de unos gestos que ofrecen sentido…
X. León-Dufour, Lectura del evangelio de Juan, Salamanca 1992, II, 67-68.
Para rezar
Señor, danos tu mano
y renová tu invitación.
Sumerginos en el agua viva de tu amor,
que no me paralice la vieja desconfianza,
que no me ate el pecado sin esperanza,
que no me hunda en el hombre viejo que no cambia.
Sé que me das tu gracia,
sé que ella me levanta,
sé que sin ella no camino.
Dame la constancia y la perseverancia
de recordar como tu pascua
han hecho nueva mi historia.
LECTIO DIVINA
Enseguida el hombre se curó
+ Evangelio de nuestro
Señor Jesucristo según san Juan 5, 1-3a. 5-16
Se celebraba
una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
Junto a la
puerta de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo Betsata,
que tiene cinco pórticos. Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos,
ciegos, paralíticos y lisiados, que esperaban la agitación del agua.
Había allí un
hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años. Al verlo tendido, y
sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: «¿Quieres
curarte?»
El respondió:
«Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a
agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes.»
Jesús le dijo:
«Levántate, toma tu camilla y camina.»
En seguida el
hombre se curó, tomó su camilla y empezó a caminar.
Era un sábado,
y los judíos dijeron entonces al que acababa de ser curado: «Es sábado. No te
está permitido llevar tu camilla.»
El les
respondió: «El que me curó me dijo: "Toma tu camilla y camina."»
Ellos le preguntaron: «¿Quién es ese hombre que te dijo: "Toma tu camilla
y camina?"»
Pero el
enfermo lo ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que
estaba allí.
Después, Jesús
lo encontró en el Templo y le dijo: «Has sido curado; no vuelvas a pecar, de lo
contrario te ocurrirán peores cosas todavía.»
El hombre fue
a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado. Ellos atacaban a
Jesús, porque hacía esas cosas en sábado.
Palabra del
Señor.
LECTURA
- ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
Guías para la
lectura:
El relato
juanino se corresponde al tercer signo de los siete que corresponden a la
primera mitad del Evangelio.
El espectáculo
alrededor de la piscina junto a la puerta de las Ovejas era estremecedor. Una
multitud de enfermos yacía esperando la agitación del agua para ser sanados.
Había una creencia popular que decía que el primero que ingresaba a la pileta
en ese momento del mover del agua era sanado.
Jesús entra en
escena, pero ninguno de los enfermos lo mira a Él. Todos tienen la mirada
puesta en el agua esperando no perderse el momento de la agitación. El Agua de
Vida estaba entre ellos y no se dieron cuenta, siguieron creyendo la fábula de
una creencia popular sobre un agua milagrera.
El enfermo en
la camilla, que inmediatamente pasa a tener un rol protagónico en el texto, no
es la excepción. No mira a Jesús, sólo observa el agua y sus propias
limitaciones. Esas limitaciones que lo llevaron a pasar sus treinta y ocho años
de enfermo en la misma condición. Su esperanza de sanidad era a todas luces
irrealista. ¿Quién de los enfermos alrededor de él iban a ceder su oportunidad
de llegar a la piscina para cargar la camilla de otro?
Como en otros
relatos de sanidad realizados por Jesús, es el mismo Maestro, quien toma la
iniciativa de comenzar el diálogo. Y lo hace con una pregunta aparentemente
innecesaria ¿Quieres curarte? (vs.6). ¿Existía en este enfermo una especie de
auto conmiseración que le llevaría a haber perdido las reales esperanzas de
sanidad y con ello el deseo ferviente de serlo? La respuesta del enfermo es de
un pesimismo realista: “Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina
cuando el agua comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes.”
(vs.7) ¿Esperaba el enfermo que este extraño preguntón le lleve en andas a la
piscina? Lejos estaba Jesús de esa metodología y muy distante el enfermo de
conocer quien tenía enfrente de él.
Jesús, como
siempre, realiza algo inesperado. Le da la orden al enfermo de hacer lo
imposible: “Levántate, toma tu camilla y camina” (vs.8). Lo que sigue es de una
simpleza asombrosa, “en seguida el hombre se curó, tomó su camilla y empezó a
caminar” (vs.9a).
Se ve
claramente en la acción milagrosa, el poder transformador de la palabra de
Cristo y la fe del enfermo en creer en esa palabra poderosa, más allá de sus
limitaciones, realidades y “ofertas milagreras”.
Pero cabe aquí
una pregunta de orden pragmático. ¿Por qué Jesús le pide que lleve su camilla
ya sanado? ¿Qué utilidad podría tener ahora? Hay dos líneas de respuesta a este
interrogante. Primero, con su camilla bajo el brazo, y luego de treinta y ocho
años de ser conocido como “el enfermo en la camilla”, era un testimonio
irrefutable de sanidad personal realizada por Jesús. La segunda línea de
respuesta es similar, pero se explica en el contexto de los versículos
siguientes: “Era un sábado, y los judíos dijeron entonces al que acababa de
ser curado: «Es sábado. No te está permitido llevar tu camilla.»” (vs.
9b-10). A los religiosos de esa época poco les importaba la nueva vida de
sanidad del enfermo, solamente estaban preocupados porque desde su
interpretación del reposo sabático, llevar una camilla era considerado un
trabajo.
Como en otros
relatos de milagros de Jesús, éste desaparece de la escena para reaparecer ante
el enfermo sanado, a los fines de revelar su identidad y dar una indicación
propia de un discipulado. (vs.14).
En relación al
texto: “Has sido curado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán
peores cosas todavía.” (vs.14) no es adecuado sacar la conclusión de que el
Señor quiso decir: “Hace más de treinta y ocho años cometiste un pecado. La
consecuencia fue que quedaste físicamente enfermo. Ahora no peques más; de otro
modo te puede suceder algo peor”. Por el contrario, puesto que el verbo se
halla en presente, lo podríamos traducir como “no continúes pecando”; el
significado es más bien referente a la situación presente de este hombre; y no
a lo que pudiera haber sucedido treinta y ocho años antes. En aquel momento
estaba sin reconciliarse con Dios. Jesús sabía esto. Por ello le advierte que
no continúe en esta condición, pues de otra forma le aguarda algo peor que la
enfermedad física de la que acaba de ser librado. De ahí se ve que, el
relato no contiene referencia consistente que haga una relación directa del
pecado, como la causa de la enfermedad física de este hombre. Esta explicación
concuerda también con las palabras de Cristo en 9.3.
MEDITACIÓN
- ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
Preguntas para
la meditación:
¿Cómo es la
actitud de los enfermos frente a las opciones de sanidad y cómo es la mía,
cuando ésta llega a mi vida, o a la de mis seres queridos?
¿Qué
importancia le doy a las promesas contenidas en la palabra de Dios cuando la
adversidad golpea mi puerta?
¿Tengo alguna
actitud de juicio religioso cuando a mi lado sucede algún hecho milagroso
atribuido al poder de Dios?
ORACIÓN
- ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
Señor, hazme
sensible a tu voz cuando me hablas en la enfermedad.
Señor, que yo
pueda tener la piedad de Jesús que se acercó al sufriente para darle alivio
cuando nadie se interesa en él.
Señor, líbrame
de fundamentalismos vacíos de amor y llenos de juicio hacia otros hermanos que
en su simpleza buscan la ayuda de Dios. Amén.
CONTEMPLACIÓN
- ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
Observo la
escena en el estanque y pienso cuál sería mi proceder si hubiera estado allí
con respecto al enfermo en la camilla.
Reflexiono
sobre la importancia de reconocer en Cristo todos los atributos de poder y
gracias que necesito cuando estoy pasando un mal momento.
ACCIÓN
- ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
Preguntas para
la acción:
¿Qué actitud
proactiva voy a tomar frente a la enfermedad de mi prójimo?
¿Cómo voy a
discernir la verdadera esperanza de la fabulada?
¿Qué
pensamientos voy a desarrollar en mi corazón a la luz de este pasaje para no
tomar la actitud de los religiosos fundamentalistas desprovistos de amor?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Te invitamos a dejarnos tus comentarios, sugerencias u observaciones. Gracias por hacerlo.