25 de marzo de 2013



Beato Hilario Januszewski, mártir (a. 1945)

“María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio,
ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos.”

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías    42, 1-7

    Así habla el Señor:
    Este es mi Servidor, a quien yo sostengo, mi elegido, en quien se complace mi alma. Yo he puesto mi espíritu sobre él para que lleve el derecho a las naciones. El no gritará, no levantará la voz ni la hará resonar por las calles. No romperá la caña quebrada ni apagará la mecha que arde débilmente. Expondrá el derecho con fidelidad; no desfallecerá ni se desalentará hasta implantar el derecho en la tierra, y las costas lejanas esperarán su Ley.
    Así habla Dios, el Señor, el que creó el cielo y lo desplegó, el que extendió la tierra y lo que ella produce, el que da el aliento al pueblo que la habita y el espíritu a los que caminan por ella.
    Yo, el Señor, te llamé en la justicia, te sostuve de la mano, te formé y te destiné a ser la alianza del pueblo, la luz de las naciones, para abrir los ojos de los ciegos, para hacer salir de la prisión a los cautivos y de la cárcel a los que habitan en las tinieblas.
Palabra de Dios.

SALMO    Sal 26, 1. 2. 3. 13-14 (R.: 1a)
R.    El Señor es mi luz y mi salvación.

    El Señor es mi luz y mi salvación,
    ¿a quién temeré?
    El Señor es el baluarte de mi vida,
    ¿ante quién temblaré? R.

    Cuando se alzaron contra mí los malvados
    para devorar mi carne,
    fueron ellos, mis adversarios y enemigos,
    los que tropezaron y cayeron. R.

    Aunque acampe contra mí un ejército,
    mi corazón no temerá;
    aunque estalle una guerra contra mí,
    no perderé la confianza. R.

    Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
    en la tierra de los vivientes.
    Espera en el Señor y sé fuerte;
    ten valor y espera en el Señor. R.

EVANGELIO
+ Lectura del santo Evangelio según san Juan    12, 1-11

    Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado. Allí le prepararon una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los comensales.
    María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume.
    Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo: « ¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?» Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella.
    Jesús le respondió: «Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura. A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre.»
    Entre tanto, una gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba allí, y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado. Entonces los sumos sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos se apartaban de ellos y creían en Jesús, a causa de él.
Palabra del Señor.

Para reflexionar

Ya estamos en Semana Santa. Estamos en los días santos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Vamos a experimentar en estos días la plenitud del amor de Dios.
El Evangelio de hoy nos introduce en la intimidad de la casa de Betania, lugar donde viven Marta, María y Lázaro, tres amigos entrañables de Jesús. El gesto de María, que podría ser leído como signo de despilfarro y de derroche, Jesús lo lee como una premonición de lo que ha de suceder después de su muerte: ser embalsamado en la tumba.
Celebrar la muerte de Jesús es celebrar la generosidad de un Dios que derrocha amor por la humanidad. Semana Santa es celebrar el exceso del amor de Dios. El amor de Dios a los hombres y mujeres de todo tiempo, raza y nación no tiene medida.
Sin el amor de Dios ¿qué sería de nuestra vida? Hay tanto amor en Jesús, que se prepara para dar la vida por cada uno de nosotros. Estamos ante una lección que todos debemos aprender y transmitir.
Que la experiencia de estos días nos haga transparentar en nuestra vida el amor generoso e ilimitado del buen Padre Dios.
*** 
Entramos en la Semana Santa, seis días antes de la Pascua, en la cena en Betania. Comienza la cuenta regresiva para la muerte de Jesús. Estar en el lugar “donde estaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos“, conecta lo que acababa de suceder –la experiencia de fe en la resurreccióncon la Pasión de Jesús que está por comenzar.
Vamos a hacer en primer lugar un camino desde el amor y la adoración, dejándonos llevar por la imagen de María. Ella tomando la iniciativa, le rinde el homenaje de su cariñolo unge con perfume de nardo puro, importado, y en abundante cantidad. Su costo de trescientos denarios, es el equivalente de trescientos jornales para quien trabaja en el campo. ¡Era mucho dinero! El amor agradecido de María, es un amor que se desborda completamente.
Pero también descubramos que en este caminono todo es amor. En el mismo lugar, está Judas Iscariote, que reacciona negativamente frente al gesto de María de Betania. El reproche que hace, refleja su incapacidad de ver más allá. Además, las motivaciones de Judas son ocultas e interesadas, está pensando en sus propios intereses.
Jesús le va a dar la correcta interpretación al gesto de María: “Para el día de mi sepultura”. Este es el gesto de fe, de una persona que ha centrado todo en la persona de Jesús, y ha entrado en el misterio de su Cruz.
Reafirmará Jesús con la frase “porque pobres siempre tendrán con ustedes”, que no es
una negativa para el servicio a los pobres, sino precisamente lo contrario, el efecto de la muerte de Jesús en el corazón redimido por Élse expresará luego en el amor a los hermanosLa Cruz de Jesús purifica y encamina todo amor. Judas va en contravía de esta propuesta.
Finalmente, entran en escena los sumos sacerdotes, quienes también reaccionan negativamente frente a Jesús, porque muchos judíos se les iban y creían en Jesús.
Judas, es incapaz de abrirse al amor. Los sumos sacerdotes son incapaces de creer, aún frente a la evidencia. Es así como en torno a Jesús, surge el conflicto entre los que aman y buscan la vida, y los que solamente piensan en tramar acusaciones, trampas y muerte.
Frente a la fuerza de la amistad, se revelan también los secretos motivos ocultos de la mezquindad, la superficialidad y la maldad que también habitan en el corazón del hombre. Este es el pecadono querer dejarse interpelar, ni llamar, ni transformar por el lenguaje del amor de Jesús.

Para discernir

¿Calculo mi entrega al Señor?
¿En qué le mezquino mi entrega?
¿Dónde no lo dejo llegar?
¿Con cuál de los dos discípulos me identifico más? ¿Por qué?

Repitamos a lo largo de este día

“El Señor es mi luz y mi salvación!”

Para la lectura espiritual

…El ungüento que María extiende es el símbolo de la comunión nupcial con Jesús manifestado por la comunidad cristiana. Celebramos la llamada de nuestras comunidades cristianas, representadas por María de Betania, a la comunión total con Jesús, dador de vida. Es Él quien transforma lo que debería haber sido un banquete fúnebre en memoria de Lázaro en un banquete gozoso. Es Él quien cambia el hedor insoportable de un muerto “de cuatro días” en el perfume que inunda la casa de alegría. Es Él quien contesta a todos los Judas de la tierra, que consideran un despilfarro el ungüento precioso de la intimidad con Dios y oponen los pobres al Señor. Es Él quien
rechaza la “práctica” de los que prefieren la eficiencia del dinero a cualquier éxtasis de amor y reducen maliciosamente a un valor monetario lo que no tiene precio. Es a Él, en resumidas cuentas, a quien debemos buscar en la oración del abandono, en la experiencia contemplativa y en nuestro modo de vivir.
Que el Señor nos libre del error de Judas, que, insensible al perfume de nardo, sólo escucha el tintinear de las monedas, y en vez de percibir el resplandor del aceite, se deja seducir por el brillo del dinero. ¿Cuál es este perfume de ungüento con el que debemos llenar la casa, y cuál es este buen olor de Cristo que debemos difundir por el mundo? El perfume que debe llenar la casa es la comunión. Naturalmente, como el que compró María de Betania, el ungüento de la comunión tiene un precio muy elevado. Y debemos pagarlo sin rebajas, con mucha oración, ya que no se trata de un producto comercial de venta en nuestras perfumerías, ni es fruto de nuestros esfuerzos titánicos. Es un don de Dios que debemos implorar sin cansarnos. Pero lo obtendremos, estoy seguro, y su perfume llenará toda nuestra Iglesia… 
A. Bello, Lenguaje de comunión, Terlizzi 1991, 69-75, passim.

Para rezar

Salmo de los dos caminos.

Aquí estoy, Señor Jesús;
mis pasos buscan tus huellas.
La vida y la muerte están ante mí;
el bien y el mal se cruzan en mi corazón
que sin descanso busca, pide y llama.
Quiero dar frutos de paz y bien,
y dejar que las semillas
que has sembrado en mí se abran.
No dejes jamás, Señor,
que se marchiten mis hojas verdes,
ni que el viento las arranque,
una a una, de sus ramas.
Quiero seguir el camino del hombre nuevo,
del hombre que dice sí a la vida
y con tesón la guarda.
Señor Jesús,
contigo se hace el camino suave y ligero,
al llevar entre tú y yo
esta pesada carga.
Quiero ser buen discípulo tuyo,
y aprender de ti, Maestro,
a ser libre como el viento,
en Espíritu, que guía y salva.

LECTIO DIVINA

Déjala. Ella tenía reservado este perfume
para el día de mi sepultura
 
    
  
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan   12, 1-11

Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado. Allí le prepararon una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los comensales.
María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo: «¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?»
Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella.
Jesús le respondió: «Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura. A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre.»
Entre tanto, una gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba allí, y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado. Entonces los sumos sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos se apartaban de ellos y creían en Jesús, a causa de él.
Palabra del Señor. 

1.   LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?

 ·   Guías para la lectura:
                
El extraordinario milagro de la resurrección de Lázaro había causado un esperable revuelo tanto entre los seguidores como en los detractores de Jesús. La conspiración ya estaba en su fase final y sangrienta (vs.45-53). El último signo del Evangelio juanino es la bisagra que dará entrada al segundo tomo de su obra, la Pasión de Jesús.
Sabedor Jesús de esta circunstancia, y teniendo plena comprensión de los tiempos precisos del “reloj del Padre” para su sacrificio, se fue con sus discípulos a Efraím (vs.54). Pero la Pascua estaba cerca, y la expectativa crecía (vs.55-56). Jesús entonces decide volver a Betania seis días antes del Pesaj (12.1).
Resulta muy impactante que Jesús, antes de emprender su camino final a Jerusalén, prefiere ir a cenar a la casa de sus entrañables amigos: María, Marta y Lázaro. Allí, seguramente se sentía cómodo bajo el calor de un hogar amigable. Juan nos describe la escena en donde, más allá de dejar expresa constancia que el ex – muerto Lázaro era un comensal, vuelve a resaltar las diferencias de carácter de Marta y María. Marta proactiva y servicial, y María meditativa y expectante. De allí que precisamente por la actitud de María,  la amigable cena familiar toma un giro inesperado.  “María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos.”  (vs.3)
Este suceso provoca reacciones dispares y adentra el texto a su núcleo narrativo. Por un lado, uno de los apóstoles, Judas Iscariote, hace un reproche sobre la mala administración que María hace de sus recursos, en detrimento de la ayuda a los necesitados. Este reclamo “piadoso” de Judas, no sólo confunde los conceptos de “precio” y “valor” que Jesús luego se encarga de acomodar, sino que lo hace en forma perversa, al verse imposibilitado de seguir con su conducta delictiva, de los escasos bienes del grupo que él mismo cuidaba (vs.6).
Jesús, como se adelantó en el párrafo anterior, pone las cosas en su lugar y lo hace respondiendo en dos direcciones. En primer lugar, hace una apología del acto de María con un argumento sorprendente: “Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura” y en segundo lugar, pone la piedad en una dimensión temporal continua, en clara contraposición con su inminente partida: “A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre”.  
Una consideración especial merece la afirmación de Jesús de que el perfume tenía, originalmente, el destino de ser usado en su sepultura. La acción de María no resulta una apresuramiento inoportuno, sino por el contrario, realiza algo que le hubiera sido imposible hacer luego, ya que de acuerdo al relato de Marcos (15.46), cuando las mujeres desean llevarlo adelante, Jesús ya había resucitado (Mc.16.1 ss).
La escena bíblica en el versículo 9 se desplaza del interior de la casa en Betania al exterior. Una gran multitud se agolpó alrededor de la vivienda, no solamente para ver a Jesús, cosa que ya era una constante, sino para ver en cuerpo presente al que había estado muerto, Lázaro. 
El relato juanino, culmina con una frase que desenmascara no solamente la insensibilidad espiritual de los sumos sacerdotes, sino la pérdida total del sentido común, provocado por la incontrolable situación que disparó la resurrección de Lázaro en sus propias narices. ¡Decidieron ahora también matar al ex – muerto! (vs.10-11).    
  
2.   MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?

·                       Preguntas para la meditación: 

Ø     ¿Con qué actitud me identifico más, con la de Marta o la de María?
Ø     ¿Qué significa para mí y mi familia, que Jesús se haya sentido tan cómodo en la casa amiga de Betania, en un momento tan especial de su vida?
Ø    ¿Hubiera cuestionado ese uso de un perfume cuyo valor es el equivalente al salario de un año? 

3.   ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
                  
Señor, ayúdame a tener la sensibilidad de María de Betania para ofrendar el perfume de mi servicio al Señor, y que éste inunde mi casa.
Que mi familia sea un lugar donde a Jesús le gustaría pasar un tiempo de amistad y sentarse a nuestra mesa. Amén. 

4.  CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
      
Miro la escena, y me imagino dentro de la casa de Betania. Trato de reflexionar sobre cuál hubiera sido mi reacción ante lo sucedido. 
Reflexiono en las palabras del Señor, tratando de entender la importancia permanente de servicio a los necesitados, a la vez de mi necesaria vocación de adoración a Él.

5.   ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?

·                        Preguntas para la acción: 

Ø     ¿Cómo prepararé el clima espiritual de mi familia en estos días especiales de Pascua?
Ø     ¿Cuál será mi gesto y acción que se asimilen a un perfume que ofrezco al Señor e inunde mi casa?
Ø     ¿Cómo prepararé mi corazón para que ante mis acciones en esta semana, el Señor pueda afirmar que me dejen continuarlas?

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