Santos Lucio y Adrián
Cuando Jesús llegó a Nazaret, dijo a la
multitud en la sinagoga:
“Les aseguro que ningún profeta es bien
recibido en su tierra…”
PRIMERA LECTURA
Lectura
del segundo libro de los Reyes 5, 1-15
Naamán,
general del ejército del rey de Arám, era un hombre prestigioso y altamente
estimado por su señor, porque gracias a él, el Señor había dado la victoria a
Arám. Pero este hombre, guerrero valeroso, padecía de una enfermedad en la
piel.
En
una de sus incursiones, los arameos se habían llevado cautiva del país de
Israel a una niña, que fue puesta al servicio de la mujer de Naamán. Ella dijo
entonces a su patrona: « ¡Ojalá mi señor se presentara ante el profeta que está
en Samaría! Seguramente, él lo libraría de su enfermedad.»
Naamán
fue y le contó a su señor: «La niña del país de Israel ha dicho esto y esto.»
El
rey de Arám respondió: «Está bien, ve, y yo enviaré una carta al rey de
Israel.»
Naamán
partió llevando consigo diez talentos de plata, seis mil siclos de oro y diez
trajes de gala, y presentó al rey de Israel la carta que decía: «Al mismo
tiempo que te llega esta carta, te envío a Naamán, mi servidor, para que lo
libres de su enfermedad.»
Apenas
el rey de Israel leyó la carta, rasgó sus vestiduras y dijo: « ¿Acaso yo soy
Dios, capaz de hacer morir y vivir, para que este me mande librar a un hombre
de su enfermedad? Fíjense bien y verán que él está buscando un pretexto contra
mí.»
Cuando
Eliseo, el hombre de Dios, oyó que el rey de Israel había rasgado sus
vestiduras, mandó a decir al rey: « ¿Por qué has rasgado tus vestiduras? Que él
venga a mí y sabrá que hay un profeta en Israel.»
Naamán
llegó entonces con sus caballos y su carruaje, y se detuvo a la puerta de la
casa de Eliseo. Eliseo mandó un mensajero para que le dijera: «Ve a bañarte
siete veces en el Jordán; tu carne se restablecerá y quedarás limpio.»
Pero
Naamán, muy irritado, se fue diciendo: «Yo me había imaginado que saldría él
personalmente, se pondría de pie e invocaría el nombre del Señor, su Dios;
luego pasaría su mano sobre la parte afectada y curaría al enfermo de la piel.
¿Acaso los ríos de Damasco, el Abaná y el Parpar, no valen más que todas las
aguas de Israel? ¿No podía yo bañarme en ellos y quedar limpio?» Y dando media
vuelta, se fue muy enojado.
Pero
sus servidores se acercaron para decirle: «Padre, si el profeta te hubiera
mandado una cosa extraordinaria ¿no lo habrías hecho? ¡Cuánto más si él te dice
simplemente: Báñate y quedarás limpio!»
Entonces
bajó y se sumergió siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del hombre
de Dios; así su carne se volvió como la de un muchacho joven y quedó limpio.
Luego
volvió con toda su comitiva adonde estaba el hombre de Dios. Al llegar, se
presentó delante de él y le dijo: «Ahora reconozco que no hay Dios en toda la
tierra, a no ser en Israel. Acepta, te lo ruego, un presente de tu servidor.»
Palabra
de Dios.
SALMO Sal 41, 2. 3; 42, 3. 4 (R.: cf. 41,3)
R. Mi alma tiene sed del Dios viviente: ¿Cuándo
contemplaré el rostro de Dios?
Como
la cierva sedienta
busca
las corrientes de agua,
así
mi alma suspira
por
ti, mi Dios. R.
Mi
alma tiene sed de Dios,
del
Dios viviente:
¿Cuándo
iré a contemplar
el
rostro de Dios? R.
Envíame
tu luz y tu verdad:
que
ellas me encaminen
y
me guíen a tu santa Montaña,
hasta
el lugar donde habitas. R.
Y
llegaré al altar de Dios,
el
Dios que es la alegría de mi vida;
y
te daré gracias con la cítara,
Señor,
Dios mío. R.
EVANGELIO
+
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 4, 24-30
Cuando
Jesús llegó a Nazaret, dijo a la multitud en la sinagoga:
«Les
aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra. Yo les aseguro que
había muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y
seis meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país. Sin
embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en
el país de Sidón.
También
había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno
de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio.»
Al
oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y,
levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la
colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero
Jesús, pasando en medio de ellos, continuó su camino.
Palabra
del Señor.
PARA REFLEXIONAR
El rechazo del que Jesús es objeto en su patria chica presagia el rechazo
total de que será objeto en Israel. Lucas anticipa también la futura extensión
del programa mesiánico de Jesús a todas las naciones paganas: “Les aseguro que
ningún profeta es aceptado en su patria”.
Los dos ejemplos comparativos, el de la viuda de Sarepta (1 Re 17,7-16) y
el de Naamán el Sirio (2 Re 5,1-14), dejan entrever que el alcance de la misión
de Jesús no se circunscribe sólo a Israel.
El fanatismo religioso de sus compatriotas no se contenta con recriminarle
su falta de compromiso político: “Al oírlo, todos en la sinagoga se indignaron…
y lo llevaron a un barranco del monte con intención de despeñarlo”.
De hecho, al final de su vida lo sacarán fuera de la ciudad de Jerusalén y
lo ejecutarán como si fuera un zelota más, crucificándole en medio de dos
malhechores. La inscripción INRI es una acusación de que el Maestro se había
autoproclamado “rey de los judíos”. Su misma gente se la ingeniará y lo harán
callar. Le aplicarán el rigor del egoísmo y por fin le asesinarán.
¿Hasta qué punto y por qué motivos rechazamos nosotros al Jesús
inquietante?
***
Los
sirios tenían fama de poseer secretos mágicos para curar las enfermedades.
Damasco era esplendorosa y opulenta, eran bien conocidos sus perfumes y sus aguas
refrescantes a pesar de estar al borde del desierto. Naamán, el Sirio, favorito
del gobierno del rey es oriundo de esta ciudad y va a Israel buscando la
curación de su lepra.
El
profeta Eliseo le manda decir que tiene que lavarse siete veces en el Jordán y
su carne quedará limpia. Naamán a pesar de su enojo, porque esperaba gestos más
espectaculares, es capaz de humillarse y someterse a la palabra del profeta. Se
baña en el Jordán y experimenta que lo menos importante es el río y el número
de veces que tenía que bañarse. Lo importante era hacer lo que Dios
quería y como Dios quiere.
El
pagano Naamán sale sano del baño del Jordán purificado de la lepra del cuerpo y
sobre todo de la de su corazón incrédulo. Sale creyendo ya en el Dios
verdadero.
***
El Evangelio
que escuchamos hoy está a continuación de la proclamación que Jesús hace del
Año de Gracia para todo el pueblo manifestado en la libertad para los
oprimidos, luz para los ciegos y la buena nueva para los pobres. Después de
este anuncio los hombres de Nazaret tientan a Dios y quieren utilizar a Jesús
pidiéndole que realice los milagros que ha hecho en Cafarnaún.
Jesús
no se deja intimidar, y aprovecha para anunciar la salvación universal a través
del recuerdo de la viuda y el general que siendo paganos fueron bendecidos por
los milagros de Elías y de Eliseo y supieron reconocer la actuación de
Dios. Jesús se sitúa en la línea de los profetas que critican que la
salvación sea vista como algo exclusivo de los judíos.
Las
palabras que Jesús dirige a su pueblo, a pesar de haber sido recibidas en un
comienzo con admiración y aplausos, acaban casi en tragedia. Les molesta tanto
que Jesús les muestre que no han sabido captar los signos de los tiempos, que
lo empujan fuera del pueblo con la intención de despeñarlo. Ya se vislumbra el
final del camino: la muerte en la cruz.
Nuestra
sociedad no se encuentra lejos de la problemática de los Nazarenos. Seguimos
manejando la fantasía del proyecto de una nueva humanidad realizada a base de
milagros, sin el esfuerzo que da el convencimiento, sin la conversión y el
sacrificio de los propios intereses y como propiedad exclusiva de unos pocos.
Hacer
milagros para implantar la justicia, la bondad y el amor solidario en el mundo,
no es el camino que Dios ha elegido. La nueva realidad debe nacer,
ciertamente con la ayuda de Dios, pero con el asentimiento y el compromiso de
todo el hombre y de todos los hombres.
Dios se
deja encontrar solamente por los sencillos, aquellos que aún no se han formado
juicio alguno sobre Él, aquellos que aún no han convertido a Dios a su imagen y
semejanza. Dios no es algo; Él es Alguien siempre original,
siempre nuevo, que inesperadamente entra en nuestra vida y rompe esquemas,
destruye tranquilidades y nos coloca siempre ante el gran desafío de la fe.
Por
eso, acoger a Cristo no es privilegio de una raza o una nación sino de todos
los que sepan reconocer los signos, las llamadas de Dios que suelen ser siempre
en la vida cotidiana y común de los hombres: una pobre viuda que espera socorro
para el hambre y un leproso desahuciado. Y para poder reconocerlo, necesitamos
estar sedientos del Dios que da la vida. Estar sedientos de Él es el único modo
para encontrar siempre, y en todo momento, a través de las circunstancias, de
las personas, de los ambientes, de las dudas, de las caídas, de nuestras
debilidades, la salvación de Dios.
Cuaresma es el tiempo favorable para que desde la contemplación de nuestra
vida, con sus luces y sombras, pidamos que se agigante nuestro deseo de Dios.
PARA DISCERNIR
¿Dónde busco a Dios?
¿Qué valor le doy a lo cotidiano como expresión de la
voluntad de Dios?
¿Puedo descubrir que Dios me habla a través de
acontecimientos y personas?
¿Cuáles? ¿Quiénes?
REPITAMOS A LO LARGO DEL DIA
…Envíanos, Señor, tu luz y tu verdad…
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
…Existe una obediencia a Dios, con frecuencia muy exigente, que consiste
sencillamente en obedecer a las situaciones. Cuando se ha visto que, a pesar de
todo el esfuerzo y las oraciones, se dan, en nuestra vida, situaciones difíciles,
incluso a veces absurdas y, a nuestro parecer, espiritualmente
contraproducentes, que no cambian, hay que dejar “de dar coces contra el
aguijón” y empezar a ver en tales situaciones la silenciosa pero no menos
cierta voluntad de Dios con nosotros. Es preciso, además, dejar todo, para
hacer la voluntad de Dios: trabajo, proyectos, relaciones (…]
La conclusión más hermosa de vida de obediencia sería “morir por
obediencia”, es decir, morir porque Dios dice a su siervo: “¡Ven!”, y él viene.
La obediencia a Dios en su forma concreta no es asunto exclusivo de los
religiosos en la Iglesia, sino que está abierta a todos los bautizados. Los
laicos no tienen, en la Iglesia, un superior al que obedecer —por lo menos no
en el sentido en que lo tienen los religiosos y clérigos-, pero, en
compensación, tienen un “Señor” al que obedecer. Tienen su Palabra. Desde sus
más remotas raíces hebreas, la palabra “obedecer” indica la escucha y se
refiere a la Palabra de Dios. El camino de la obediencia se abre al que ha decidido
vivir “para el Señor”; es una exigencia que se desprende de la verdadera
conversión…
R. Cantalamessa, La obediencia, Milán 1986, 59-63,
passim.
PARA REZAR
Señor, que podamos sentir la luz de tu
presencia
en el corazón de la vida,
queremos hallarte en lo profundo
de lo cotidiano.
Estás tan cerca que es un error
salir en tu búsqueda, lejos.
Estas presente entre nosotros,
en cada uno, te revelas en todo lo
que nos pasa día a día.
Señor, ya has venido, ya estas viniendo.
Ahora solo nos falta ver.
Ahora solo nos falta ver.
Sabemos que te estás revelando siempre,
en cada sonrisa, en cada problema.
Ábrenos, Señor, el oído,
como una antena abierta,
para escuchar tu latido,
repetido en cada ser humano,
sobre todos en los más pobres
y oprimidos y sepamos encontrarte.
Cuando Jesús llegó a Nazaret, dijo a la multitud en la sinagoga:
LECTIO DIVINA
Jesús, como Elías y Eliseo,
no es enviado solamente a los judíos
no es enviado solamente a los judíos
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san
Lucas 4, 24-30
Cuando Jesús llegó a Nazaret, dijo a la multitud en la sinagoga:
«Les aseguro que ningún
profeta es bien recibido en su tierra. Yo les aseguro que había muchas viudas
en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo
lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país. Sin embargo, a ninguna de
ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón.
También había muchos
leprosos en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue
curado, sino Naamán, el sirio.»
Al oír estas palabras,
todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo
empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la
que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en
medio de ellos, continuó su camino.
Palabra del Señor.
1.
LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías
para la lectura:
El texto del Evangelio de
hoy, se encuentra dentro de la predicación de Jesús en Nazaret, que San Lucas
ubica al inicio de su ministerio. Aunque el evangelista en su prólogo anuncia
que su relato de los hechos públicos de Jesús se hará respetando el orden
cronológico (1.3), es claro que aquí el mismo se altera levemente. El comentario
de Jesús en el versículo 23 parece indicar que este suceso en la sinagoga, se
da a posteriori de su visita a Capernaún, narrada en los capítulos siguientes.
De todas maneras, la ubicación prioritaria que Lucas da a este relato, nos debe
dar de por sí la importancia que para el evangelista tiene este hecho en el
futuro del ministerio público de Jesucristo.
En el culto sabático
sinagogal, el que presidía podía invitar a cualquier varón adulto, judío, a
leer en voz alta un pasaje de las Escrituras y explicarlo. Esto es lo que
sucede con Jesús a quien se le da el rollo de cuero con el texto bíblico, en
este caso el del libro del profeta Isaías.
Jesús hace suyas las
palabras del profeta para declarar que su mensaje y ministerio están dirigidos
a los pobres y a los oprimidos y a todas las necesidades humanas. Luego de la
lectura de las Escrituras que se hacía de pie, Jesús se sentó adoptando la
clásica postura de quien iba a impartir una exhortación o enseñanza a partir
del texto leído. La declaración de que “hoy” se ha cumplido esta profecía
mesiánica tiene una evidente declaración pública; en donde la escatología y la
soteriología mesiánica se unen en su mismísima persona.
De todas maneras, no
parece ser esta impresionante declaración, la que produce la ira de sus oyentes
ocasionales, sino la que Jesús añade a continuación y está contenida en el
texto del día de hoy.
Al citar Jesús los relatos
de Elías con la viuda de Sarepta y de Eliseo con Naamán el sirio, sumado a su
introducción con la expresión proverbial “…ningún profeta es bien recibido en
su propia tierra”, les está advirtiendo a la audiencia sin eufemismos que el
Mesías esperado no tendrá acogida entre ellos, sino que su rechazo, hará que el
mismo se dirija también al “pueblo no esperado” y no sólo al “pueblo elegido”.
Este contenido universal de la salvación mesiánica, tenía para los oyentes un
elemento insultante para su orgullo, lejos del recuerdo de la promesa
abrahámica de un Dios que iba a bendecir a todos los pueblos de la
tierra.
Por cierto, esta
declaración de Jesús era muy significativa. Era una lección que el auditorio
inmediato de Jesús, aquí en Nazaret, necesitaba en este inolvidable día de
reposo. Pero a la vez era útil a un propósito más grande. Era un claro indicio
de la llegada de una nueva era en la historia de la redención, que no era sino
un largo período, durante el cual la puerta de la salvación, comenzando desde
Jerusalén, se abriría más y más para todo aquel que se acerca con sinceridad,
sin distinción de raza o nacionalidad.
2.
MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Preguntas
para la meditación:
Ø ¿He
meditado en el alcance universal de la salvación de Cristo?
Ø ¿Alguna
vez me he sentido perteneciente a un sector exclusivo de la misericordia de
Dios?
Ø ¿Cómo
hubiera reaccionado yo mismo si hubiese estado en la sinagoga en aquel momento?
3.
ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
|
Señor, ayúdame a entender
la salvación tan grande que tenemos todos en Cristo Jesús.
Señor, gracias porque a
pesar de ser “olivo injertado” del tronco judío, tu salvación nos alcanzó.
Señor, ayúdame a compartir
con todos este extraordinario amor redentor tuyo. Amén.
4. CONTEMPLACIÓN
- ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
|
Trato de situarme dentro
de la audiencia en la sinagoga de Nazaret, y escuchar a Jesús en su sermón.
Medito en sus palabras, mientras reflexiono en mi actitud hacia ellas.
Reflexiono en las palabras
del salmo del día de hoy a la luz de lo aprendido y meditado en el Evangelio:
Espero en el Señor y
confío en su palabra,
porque en Él se encuentra
la misericordia
y la redención en
abundancia.
5.
ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
Ø ¿De
qué manera voy a mirar la grandeza de la salvación en Cristo?
Ø ¿Qué
comprensión de la extensión de esa salvación obtengo a partir de la lectura de
hoy?
Ø ¿Con
quiénes voy a compartir este mensaje de redención tan grande?
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