José
Moscati, médico (a. 1927)
“Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que
estaban sentados.
Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron.”
PRIMERA LECTURA
Lectura de los
Hechos de los Apóstoles 5, 34-42
Un
fariseo, llamado Gamaliel, que era doctor de la Ley, respetado por todo el
pueblo, se levantó en medio del Sanedrín. Después de hacer salir por un momento
a los Apóstoles, dijo a los del Sanedrín:
«Israelitas,
cuídense bien de lo que van a hacer con esos hombres. Hace poco apareció
Teudas, que pretendía ser un personaje, y lo siguieron unos cuatrocientos
hombres; sin embargo, lo mataron, sus partidarios se dispersaron, y ya no queda
nada.
Después
de él, en la época del censo, apareció Judas de Galilea, que también arrastró
mucha gente: igualmente murió, y todos sus partidarios se dispersaron. Por eso,
ahora les digo: No se metan con esos hombres y déjenlos en paz, porque si lo
que ellos intentan hacer viene de los hombres, se destruirá por sí mismo, pero
si verdaderamente viene de Dios, ustedes no podrán destruirlos y correrán el
riesgo de embarcarse en una lucha contra Dios.»
Los
del Sanedrín siguieron su consejo: llamaron a los Apóstoles, y después de
hacerlos azotar, les prohibieron hablar en el nombre de Jesús y los soltaron.
Los
Apóstoles, por su parte, salieron del Sanedrín, dichosos de haber sido
considerados dignos de padecer por el nombre de Jesús. Y todos los días, tanto
en el Templo como en las casas, no cesaban de enseñar y de anunciar la Buena
Noticia de Cristo Jesús.
Palabra de
Dios.
SALMO Sal
26, 1. 4. 13-14 (R.: 1a)
R. El
Señor es mi luz y mi salvación.
El
Señor es mi luz y mi salvación,
¿a
quién temeré?
El
Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante
quién temblaré? R.
Una
sola cosa he pedido al Señor,
y
esto es lo que quiero:
vivir
en la Casa del Señor
todos
los días de mi vida,
para
gozar de la dulzura del Señor
y
contemplar su Templo. R.
Yo
creo que contemplaré la bondad del Señor
en
la tierra de los vivientes.
Espera
en el Señor y sé fuerte;
ten
valor y espera en el Señor. R.
EVANGELIO
+ Lectura del
santo Evangelio según san Juan 6, 1-15
Jesús
atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. Lo seguía una gran multitud, al
ver los signos que hacía curando a los enfermos. Jesús subió a la montaña y se
sentó allí con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos.
Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a
Felipe: « ¿Dónde compraremos pan para darles de comer?» El decía esto para
ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer. Felipe le respondió:
«Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de
pan.»
Uno
de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: «Aquí hay un
niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para
tanta gente?»
Jesús
le respondió: «Háganlos sentar.»
Había
mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres. Jesús
tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo
mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron. Cuando todos
quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: «Recojan los pedazos que
sobran, para que no se pierda nada.»
Los
recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco
panes de cebada.
Al
ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: «Este es,
verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo.»
Jesús,
sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo
a la montaña.
Palabra del
Señor.
PARA REFLEXIONAR
Los pobres van
tras Jesús porque habían visto la curación de enfermos. Van buscando salud y siguen
a Jesús. En la montaña, Jesús se sienta con sus discípulos. Sabiendo que se
aproxima la Pascua Judía, y viendo aquella multitud de pobres que se aproxima,
le pregunta a Felipe por pan para que sacien el hambre.
Andrés
encuentra la solución. Hay una posibilidad, compartiendo lo poco que se tiene.
Un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces.
Desde lo
pequeño y desde lo poco se sacia el hambre de multitudes. El muchacho que
comparte lo que tiene es ejemplo de lo que Jesús muestra a sus seguidores.
El número de
cinco mil personas recostadas sobre la hierba para comer recuerda la antigua
organización de las doce tribus; lo mismo la repartición de panes y peces.
Recoger los pedazos que sobran recuerda la práctica tribal de no perder ni
desperdiciar alimentos.
El hambre y la
enfermedad son superadas por la unidad y la solidaridad de quienes comen juntos
de la misma fuente amorosa y generosa.
***
Gamaliel es
un fariseo que no había sospechado el carácter explosivo de la predicación de
los apóstoles, a pesar de no tener ningún fin político. Cuando fueron detenidos
los apóstoles, este fariseo prestigioso se
atreve a comprometerse y dar una opinión contraria a la de sus colegas. Sugirió
al tribunal que dejara que las cosas siguieran su curso. Según él, si el movimiento cristiano venía de Dios, los
hombres no podrían nada contra él; si, por el
contrario, venía de los hombres, desaparecería por sí mismo.
Las
autoridades de Israel no se tienen que precipitar en su juicio: no vayan a
oponerse a la voluntad de Dios. Por muy incómoda que sea la actitud de estos
discípulos de Jesús, los miembros del Sanedrín no se deberían dejar
guiar de motivaciones personales o prejuicios, sino de una sensatez hecha de fe en Dios y de prudencia humana.
Los apóstoles,
por su parte, siguen valientes e intrépidos en
su propósito de seguir anunciando a Cristo Jesús, a pesar de todas las
prohibiciones. Ellos están dispuestos
no sólo a seguir predicando, sino a asumir los sufrimientos que su acarree su misión. Siguiendo el ejemplo de su Maestro, ya saben que van a ser perseguidos.
no sólo a seguir predicando, sino a asumir los sufrimientos que su acarree su misión. Siguiendo el ejemplo de su Maestro, ya saben que van a ser perseguidos.
***
El relato de
Juan de la multiplicación de los panes, es programático e importante para poder entender
la persona de Jesús, y el lugar que la fe y la
Eucaristía ocupan en la comunidad cristiana.
El escenario es
ahora el lago de Galilea. La muchedumbre sigue a Jesús por sus
milagros, por curiosidad, por necesidad o por compromiso personal.
La
muchedumbre, a pesar de su diversidad, tiene
en común el hambre. Jesús quiere responder a este problema, pero dejando
una enseñanza. En esta escena la iniciativa
parte del mismo Jesús conmovido por la fidelidad de la gente.
Jesús plantea
a los discípulos el problema de cómo alimentar a la multitud, quienes de
inmediato buscan la solución fácil: no hay suficiente dinero. Jesús no se deja llevar por pesimismo de los
discípulos, y se hace cargo de la situación.
No se trata sólo de llenar el estómago. Se
trata de hacer nacer la solidaridad, que es el milagro del futuro.
Jesús toma los cinco panes de cebada y los dos peces que ofrece un muchacho,
pronunció una acción de gracias y se puso a repartirlos a los que estaban
recostados.
Comer
recostado era propio de hombres libres; la libertad es el primer
efecto de la acción de Jesús. La nueva
Pascua no se come de pie y apurados como antiguamente; es
la de los hombres libres, no la de los esclavos.
la de los hombres libres, no la de los esclavos.
El gesto de
Jesús anima a la multitud y todos reciben alimento, a pesar de la escasez.
Compartir es el gran milagro multiplicador. Lo importante es compartir, dar lo
que se tiene. La señal que da Jesús
es liberar los dones de la creación del acaparamiento egoísta que esteriliza, para que se conviertan en don de Dios para todos. Compartir, es prolongar el amor de Dios hacia todos, multiplicando el acto creador. Frente a la confianza en el dinero, Jesús invita a la confianza en el amor.
es liberar los dones de la creación del acaparamiento egoísta que esteriliza, para que se conviertan en don de Dios para todos. Compartir, es prolongar el amor de Dios hacia todos, multiplicando el acto creador. Frente a la confianza en el dinero, Jesús invita a la confianza en el amor.
Hoy, en el
siglo de la globalización y el mercado mundial, hay millones de seres humanos
hambrientos y de niños que siguen muriendo por hambre y desnutrición. El
milagro de Jesús es una llamada de atención a nuestra capacidad de solidaridad
que debe alimentarse de su propia vida entregada.
Repartir
el pan eucarístico, que nos
permite crecer en un amor maduro y verdadero, es y seguirá siendo obra confiada
por Jesús a su Iglesia, así como la solidaridad con los que padecen hambre de
“pan”. El pan compartido con los hermanos,
será el signo por el que demostremos que hacemos vida del pan comulgado en la
Eucaristía.
PARA DISCERNIR
¿Somos
generosos con quienes, débiles y frágiles, se acercan a nosotros para pedirnos
un poco de alimento?
¿Podremos
compartir no sólo lo que tenemos sino incluso nuestra propia vida?
Qué
alimentamos en los demás: ¿la confianza, el amor, la verdad, la justicia, la
paz? o, por el contrario: ¿La desconfianza, el egoísmo, la mentira, la
injusticia, la división?
REPITAMOS A LO LARGO DE
ESTE DÍA
El Señor es mi
luz y mi salvación.
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
…”Una lectura
espiritual no significa sólo leer sobre personas o cosas espirituales. Es
también leer espiritualmente, es decir, de manera espiritual, a saber: leer con
el deseo de que Dios venga más cerca de nosotros.
La mayoría de
nosotros lee para adquirir conocimiento o para satisfacer su propia curiosidad.
El fin de la lectura espiritual, sin embargo, no es apoderarse del conocimiento
o de la información, sino dejar que el Espíritu de Dios señoree sobre todos
nosotros. Por muy extraño que pueda parecer, la lectura espiritual significa
dejar que Dios nos lea. Podemos leer con curiosidad la historia de Jesús y
preguntarnos: « ¿Ha sucedido de verdad? ¿Quién ha compuesto esta historia y
cómo lo ha hecho?». Pero también podemos leer la misma historia con atención
espiritual y preguntarnos: « ¿De qué modo me habla Dios aquí y me invita a un
amor más generoso?». Podemos leer las noticias de cada día simplemente para
tener algo de que hablar en nuestro trabajo. Pero también podemos leerlas para
hacernos más conscientes de la realidad del mundo, que tiene necesidad de las
palabras y de la acción salvífica de Dios. El problema no es tanto lo que
leamos, sino cómo leamos. La lectura espiritual es una lectura que se hace
prestando una atención interior al movimiento del Espíritu de Dios en nuestra
vida exterior e interior. Esta atención permitirá que Dios nos lea y nos
explique lo que verdaderamente estamos haciendo”…
H. J. M.
Nouwen, Vivir en el Espíritu, Brescia 1998, 64s.
PARA REZAR
Jesús
Eucaristía
¡Jesús
Eucaristía!
¡Tú eres mi Dios y mi todo!
Y por eso en estos momentos quiero
profundizar en esta trascendental
verdad.
¡Jesús Eucaristía!
¡Tú eres mi Dios y mi todo!
Sé que muchas cosas me sobran
y quiero prescindir libremente de ellas
pero de tí, es absolutamente imposible
que yo pueda abstenerme… porque
Tú eres el Señor de mi vida, el dueño
absoluto de mis aspiraciones y demás
sentimientos, el ideal y la razón cabal
de toda mi existencia.
¡Jesús Eucaristía!
¡Tú eres mi Dios y mi todo!
Háblame en lo más profundo de mi ser.
Revélame tu amor y tu misterio.
Comunícame tu luz y tu verdad suprema
hazme experimentar viva y poderosamente
que Tú solamente tú.
eres lo único necesario en mi vida.
¡Jesús Eucaristía!
¡Tú eres mi Dios y mi todo!
Tú eres el motivo de mi contemplación,
el anhelo constante de todos mis
pensamientos, la meta de todas mis
acciones, el objetivo de todas mis
aspiraciones.
¡Jesús Eucaristía!
¡Tú eres mi Dios y mi todo!
Que la creación te glorifique,
los volcanes proclamen tu poder,
la tempestad tu omnipotencia,
los ríos y las praderas tu suavidad
y armonía, los cielos y los espacios
canten tu excelsa gloria.
¡Jesús Eucaristía!
¡Tú eres mi Dios y mi todo! Amén.
¡Tú eres mi Dios y mi todo!
Y por eso en estos momentos quiero
profundizar en esta trascendental
verdad.
¡Jesús Eucaristía!
¡Tú eres mi Dios y mi todo!
Sé que muchas cosas me sobran
y quiero prescindir libremente de ellas
pero de tí, es absolutamente imposible
que yo pueda abstenerme… porque
Tú eres el Señor de mi vida, el dueño
absoluto de mis aspiraciones y demás
sentimientos, el ideal y la razón cabal
de toda mi existencia.
¡Jesús Eucaristía!
¡Tú eres mi Dios y mi todo!
Háblame en lo más profundo de mi ser.
Revélame tu amor y tu misterio.
Comunícame tu luz y tu verdad suprema
hazme experimentar viva y poderosamente
que Tú solamente tú.
eres lo único necesario en mi vida.
¡Jesús Eucaristía!
¡Tú eres mi Dios y mi todo!
Tú eres el motivo de mi contemplación,
el anhelo constante de todos mis
pensamientos, la meta de todas mis
acciones, el objetivo de todas mis
aspiraciones.
¡Jesús Eucaristía!
¡Tú eres mi Dios y mi todo!
Que la creación te glorifique,
los volcanes proclamen tu poder,
la tempestad tu omnipotencia,
los ríos y las praderas tu suavidad
y armonía, los cielos y los espacios
canten tu excelsa gloria.
¡Jesús Eucaristía!
¡Tú eres mi Dios y mi todo! Amén.
LECTIO DIVINA
Distribuyó a los que estaban sentados,
dándoles todo lo que quisieron
dándoles todo lo que quisieron
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
6, 1-15
Jesús atravesó
el mar de Galilea, llamado Tiberíades. Lo seguía una gran multitud, al ver los
signos que hacía curando a los enfermos. Jesús subió a la montaña y se sentó
allí con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos. Al
levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe:
«¿Dónde compraremos pan para darles de comer?» El decía esto para ponerlo a
prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer. Felipe le respondió: «Doscientos
denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan.»
Uno de sus discípulos,
Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: «Aquí hay un niño que tiene cinco
panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?»
Jesús le
respondió: «Háganlos sentar.»
Había mucho
pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres. Jesús tomó
los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo
hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron. Cuando todos quedaron
satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: «Recojan los pedazos que sobran, para
que no se pierda nada.»
Los recogieron
y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de
cebada.
Al ver el
signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: «Este es, verdaderamente, el
Profeta que debe venir al mundo.»
Jesús,
sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo
a la montaña.
Palabra del
Señor.
LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
Guías para la
lectura:
El signo
relatado en el texto de hoy es el único milagro de Jesús que está presente en
los cuatro Evangelios. De allí la especial necesidad que le damos, dada la
importancia que tuvo este suceso, entre los evangelistas y por supuesto, entre
los discípulos.
Es evidente
que los signos que Jesús venía realizando provocaron no sólo el enojo de los
fariseos y escribas, sino, y especialmente el favor popular que veía en Él una
fuente de vida, salud y esperanza. (v.2).
Jesús decide
pasar un tiempo especial con sus discípulos sentándose en lo alto de una
montaña, del otro lado del mar de Galilea. (vs.1,3). La fiesta de la
Pascua estaba cerca, con todo el significado espiritual, litúrgico y ritual que
implicaba. (v.4).
De pronto,
Jesús advierte que la multitud lo ha seguido hasta allí, y se produce un
enigmático diálogo con Felipe. Jesús, a sabiendas del signo que estaba por
realizar (v.6), prueba la fe de Felipe y de sus compañeros y le realiza una
pregunta doméstica, retórica, que sin duda le debía llevar al apóstol y sus
colegas a la conclusión de que el anhelo de Jesús era a todas luces
impracticable: «¿Dónde compraremos pan para darles de comer? (V.5). La
respuesta de Felipe es de un pragmatismo demoledor, pero carente de toda
dimensión espiritual: «Doscientos denarios no bastarían para que cada uno
pudiera comer un pedazo de pan.» (v.7). Es claro a esta altura del relato,
que las miradas sobre un mismo hecho de Jesús y de Felipe, son abismales. Jesús
mira la necesidad material de la gente sin perder de vista las riquezas de la
fe en la acción divina; Felipe ve un problema en la “invasión intrusa” y no
puede sacar la vista de las limitaciones tangibles.
De repente, el
relato toma un giro inesperado. ¿La causa? Un niño aparece en el centro de la
escena. No es un hecho menor ni casual. Muchas veces Jesús reclamó de los suyos
una fe fresca e incontaminada de un niño y hasta declaró que si no se volvían
como tales, en un obvio sentido espiritual no cronológico, no podrían ver la
dimensión real del reino de Dios. Pero nuevamente es uno del “riñón” de Jesús,
en este caso Andrés, quien mira solamente las limitaciones concretas y
minimiza la ayuda que ese niño puede acercar: «Aquí hay un niño que tiene
cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?»
(v.9).
Sin entrar en
discusiones, Jesús hace sentar a toda la multitud en el césped y se dispone a
dar una clase práctica del poder de la fe, que se constituirá en un nuevo signo
de su filiación con Dios. El evangelista calcula que se trata de cinco mil
hombres, cifra que puede dar a entender que por alguna causa, sólo lo habían
seguido hombres, o desde luego, se puede triplicar si esa mención omite censar
a mujeres y niños (v.10).
Con una
simpleza llamativa, Juan relata que Jesús, tomó los panes y los pescados y
luego de dar gracias los distribuyó (v.11) ¿El desencadenante de esa
acción de Jesús? No sólo toda la multitud comió hasta quedar satisfecha, sino
que sobraron doce canastos que fueron cuidadosamente llenados a expresa
indicación de Jesús (v.12-13).
El milagro
hecho signo, cobra una especial dimensión al recordarse la cercanía de la
Pascua, y del ritual utilizado por Jesús al distribuir la escasez, que luego se
multiplicó en abundancia. La línea exegética general, atribuye sin lugar a dudas
a la acción sobrenatural de Jesús, el hacer que los alimentos se multiplicasen.
Sin embargo, se debe mencionar, que para algunos biblistas el milagro consistió
en que la acción altruista y llena de fe de Jesús, al repartir los primeros
panes y pescados, hizo que todos los que habían llevado alimentos (al igual que
el niño generoso), imitasen esa actitud; provocando un signo de fe y
solidaridad comunitario.
¿Cuáles fueron
las consecuencias inmediatas de ese signo? Básicamente dos. Primero, la gente
reconoció en Jesús su identidad mesiánica (v.14). Esto es el efecto esperable
en la teología juanina: “Éstos (signos) han sido escritos para que
ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios” (20.31).
Segundo, tamaño gesto de alimentación comunitario, fue para algunos una señal
política fortísima que les motivó a promoverlo como rey. Ésta última
opción, Jesús la rechaza de manera categórica, retirándose solo a la montaña
(v.15). Esto parece suponer que los discípulos se quedaron con la multitud,
quizá confundidos por la negativa de Jesús de encabezar un reino político,
quien luego explicitaría que “su Reino no es de este mundo”.
MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
Preguntas para
la meditación:
¿De qué manera
me acerco a situaciones limitantes? ¿Con la mirada de fe de Jesús, o de
pragmatismo hiperrealista de Felipe y Andrés?
¿Qué me enseña
la actitud simple y confiada del niño?
¿Cuál es el
significado de que Jesús no quiso que se pierda nada de los panes y pescados
sobrantes?
ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO
BÍBLICO?
Señor,
reconozco en Vos tu provisión en todo lo que tengo. Ayúdame a no mirar mis
limitaciones sino que con la actitud de un niño, espere con humildad y simpleza
tu ayuda.
Amén.
CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
Me siento
imaginariamente en el césped a contemplar la escena. Escucho a Jesús dialogar
con Felipe y luego con Andrés. Trato de pensar en cuál hubiera sido mi actitud
ante el problema planteado y el milagro de Jesús. ¿Hubiera fortificado mi fe en
el poder de Jesús? ¿Me hubiera movido a acciones solidarias y generosas?
¿Hubiera querido que Jesús asuma compromisos de reinado político?
ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
Preguntas para
la acción:
¿Cómo voy a
afrontar futuras situaciones de limitaciones materiales?
¿De qué manera
voy a alentar a la fe y la solidaridad comunitaria?
¿Cómo evalúo
la real dimensión del reinado de Jesús?
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