13 de junio de 2013 – TO – JUEVES DE LA SEMANA X
San Antonio de Padua, presbítero y
doctor de la Iglesia
…Vivan una justicia superior…
PRIMERA
LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Corinto 3,
15-4, 1. 3-6
Hermanos:
Hasta el día de hoy un velo
les cubre la inteligencia siempre que leen a Moisés. Pero al que se convierte
al Señor, se le cae el velo. Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el
Espíritu del Señor, allí está la libertad. Nosotros, en cambio, con el rostro
descubierto, reflejamos, como en un espejo, la gloria del Señor, y somos
transfigurados a su propia imagen con un esplendor cada vez más glorioso, por
la acción del Señor, que es Espíritu.
Por eso, investidos
misericordiosamente del ministerio apostólico, no nos desanimamos. Si nuestro
Evangelio todavía resulta impenetrable, lo es sólo para aquellos que se
pierden, para los incrédulos, a quienes el dios de este mundo les ha
enceguecido el entendimiento, a fin de que no vean resplandecer el Evangelio de
la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios.
Porque no nos predicamos a
nosotros mismos, sino a Cristo Jesús, el Señor, y nosotros no somos más que
servidores de ustedes por amor de Jesús.
Porque el mismo Dios que dijo: «Brille la luz en medio
de las tinieblas», es el que hizo brillar su luz en nuestros corazones para que
resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios, reflejada en el rostro de
Cristo.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 84, 9ab y 10. 11-12. 13-14 (R.: cf. 10b)
R. La gloria del Señor habitará
en nuestra tierra.
Voy a proclamar lo que dice el
Señor:
el Señor promete la paz,
la paz para su pueblo y sus
amigos.
Su salvación está muy cerca de
sus fieles,
y la Gloria habitará en
nuestra tierra. R.
El Amor y la Verdad se
encontrarán,
la Justicia y la Paz se
abrazarán;
la Verdad brotará de la tierra
y la Justicia mirará desde el
cielo. R.
El mismo Señor nos dará sus
bienes
y nuestra tierra producirá sus
frutos.
La Justicia irá delante de él,
y la Paz, sobre la huella de
sus pasos. R.
EVANGELIO
X Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 5, 20-26
Jesús dijo a sus discípulos:
Les aseguro que si la justicia
de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el
Reino de los Cielos.
Ustedes han oído que se dijo a
los antepasados: No matarás, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal.
Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser
condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado
por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de fuego.
Por lo tanto, si al presentar
tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano
tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte
con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Trata de llegar en seguida a
un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el
adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso. Te
aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.
Palabra del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
Pablo tuvo como estrategia básica de evangelización,
durante años enteros, cada vez que llegaba a un lugar comenzar su obra de
predicación en las sinagogas, básicamente con un anuncio maravilloso: “las
promesas hechas a nuestros padres han sido cumplidas en Jesucristo, muerto y
resucitado”.
En este texto vemos como Pablo prosigue su propia
defensa frente a los ministros de la Antigua Alianza. Se defiende porque se le
ataca y acusa: pero toda su argumentación descansa sobre Cristo y no sobre Si
mismo. Pablo utiliza aquí un argumento comprensible para los judíos que le
atacaban. En la Biblia, en efecto, se presenta a Moisés bajando del Sinaí
cubierto con un velo para ocultar el resplandor de su rostro luminoso por el
contacto de Dios. Pablo saca de ello otra conclusión: los judíos están siempre
bajo ese velo porque es oscuro su entender la Palabra de Dios.
Hoy todavía, cuando se lee la ley de Moisés, un «velo»
se extiende sobre el corazón de los que escuchan… Pero si nos volvemos al
Señor, el velo se levanta.
Sólo en Cristo se comprenden la Escritura y la
historia, sólo él puede descorrer el velo. «El Señor es espíritu», es decir,
solamente en el Señor se produce liberación de la letra y de la ley.
Los judíos leen la misma Escritura que nosotros, pero
no la acaban de entender con claridad. A nosotros Jesús nos ha «revelado»,
«desvelado» el sentido de la historia y de la voluntad de Dios.
Pablo se llama a sí mismo ministro del espíritu y, por
lo tanto lo vive con toda libertad, sin ataduras, como es propio del tiempo
nuevo comenzado. Donde hay el Espíritu del Señor hay libertad. No estamos
atados a los que interpretan la vida del hombre como una simple casualidad en
la cadena evolutiva. No somos fruto de un mecanismo ciego, sino de un amor que
nos quiere personalmente. Por eso es valiosa cada vida humana. No somos
esclavos de nuestra tendencia a la búsqueda de egoísta de nosotros mismos, sino
que en el amor encontramos el verdadero camino para nuestra realización
personal y felicidad.
***
Jesús, con la autoridad del profeta definitivo enviado
por Dios, y sirviéndose de antítesis muy claras, plantea a sus discípulos seis
antítesis que comportan una nueva manera de pensar con relación a la mentalidad
vigente sobre la ley. Las actitudes del Antiguo Testamento ahora deben ser
perfeccionadas: «Si no son mejores que los letrados y los fariseos…».
Con la palabra “justicia” Mateo quiere indicar la
fidelidad de los discípulos a la ley de Dios, fidelidad nueva, que se hace
posible y urgente gracias a la interpretación autorizada de la ley que ofrece
Jesús.
El discípulo de Jesús es fiel a la ley e incluso debe
cumplirla hasta sus consecuencias más radicales, pero no con el espíritu de los
fariseos que habían caído en el legalismo exterior y se contentaban con cumplir
el mínimo indispensable.
La vivencia que propone Jesús de la ley abarca no
solamente las acciones culpables sino la raíz de donde brotan esas acciones: el
sentimiento e interioridad del ser humano.
Esta interpretación mucho más radical e interior de la
ley está fundamentada en una relación personal con el Padre y desborda las
exigencias de la misma ley a través de un amor vivido en plenitud.
Han oído que se mandó a los antiguos: No matarás… Pues
Yo les digo: Todo el que trate con ira a su hermano será condenado por el
tribunal. Este primer ejemplo de “cumplimiento” de la Ley antigua es ya una
fidelidad dado que prohibiendo matar, la Ley quería ya conducir al hombre a una
menor violencia y a un mayor amor. Pero Jesús pide un cambio total: pasar de la
práctica formalista a una actitud de interiorización. Lo que corrompe el
interior del corazón humano no es el gesto de matar, ya que se puede matar sin
querer, sino el odio. Podemos ser verdaderos homicidas de nuestros hermanos sin
derramamiento de sangre.
La piedad hacia Dios no es verdadera si no la precede
el amor a los hermanos. La fraternidad verdadera en la vida cotidiana es
prioritaria al servicio cultual de Dios; o mejor aún, es el servicio que Dios
espera en primer lugar.
En una cultura generadora de muerte física de hombres
y mujeres a causa de la violencia y la injusticia el Maestro, que nos invita a
hacer cosas “mayores”, que parten de una actitud distinta. Cosas mayores que,
paradójicamente, parten de las menores y más pequeñas. Jesús quiere que
cuidemos nuestras actitudes interiores, que es de donde proceden los actos
externos. No dar lugar al odio, al desprestigio, a la mentira, a los insultos y
las discriminaciones, a fin de que reconstruyamos, desde el Evangelio, nuevas
relaciones fraternas basadas en perdón y en la convivencia social.
Todo esto, sólo lo puede movilizar un gran amor. San
Pablo dice: “No adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás y todos los
demás preceptos, se resumen en esta fórmula: ‘Amarás a tu prójimo como a ti
mismo’. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud». Sólo la caridad hacia
el prójimo hasta el mínimo detalle será la mejor y más auténtica ofrenda al
Dios.
Ser obradores de paz, tratar bien a todos, callar en
el momento oportuno, decir palabras de ánimo, saludar también al que nos niega
el saludo, saber perdonar, son las actitudes del discípulo del Reino que ha
sido llamado a ser que sal de la tierra y luz del mundo, desde la vigencia de
las bienaventuranzas.
PARA
DISCERNIR
¿Qué sal puedo aportar en para la construcción del
Reino?
¿Soy luz delante de mis hermanos?
¿Descubro la necesidad de vivir este llamado con
generosidad? ¿Dónde? ¿Cuándo?
PARA REZAR
Señor, hazme sencillo y humilde
¡Oh, Señor! Dame la salud del cuerpo, junto con la intención de
conservarla.
Dame una buena digestión, y también alguna que otra cosa para digerir.
¡Oh, Señor! Dame un alma santa, que tenga ojos para la belleza y la
pureza, para que ésta no se espante al ver el pecado, sino que sepa
enderezar la situación.
pureza, para que ésta no se espante al ver el pecado, sino que sepa
enderezar la situación.
Dame un alma que no conozca el aburrimiento, la murmuración, el
gemido y el suspiro, No permitas que me dé demasiada pena por esta
cosa tan deleznable que llamo Yo.
gemido y el suspiro, No permitas que me dé demasiada pena por esta
cosa tan deleznable que llamo Yo.
Señor, dame la alegría del humorismo para que obtenga algún bien de
esta vida, y haga que los demás se puedan aprovechar de ello. Así sea.
esta vida, y haga que los demás se puedan aprovechar de ello. Así sea.
Santo Tomas Moro
LECTIO
DIVINA
X Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 5, 20-26
Jesús dijo a sus discípulos:
«Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas
y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata, debe
ser llevado ante el tribunal. Pero yo les digo que todo aquel que se irrita
contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo
insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la
Gehena de fuego.
Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu
hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a
reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas
caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al
guardia, y te pongan preso. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas
pagado el último centavo.»
Palabra del
Señor
LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
Guías para la
lectura:
El texto del
Evangelio del día de hoy está dentro del conocido Sermón de la montaña. Jesús,
a modo de “nuevo Moisés” se encarga específicamente de encuadrar sus mandatos
en relación a la ley mosaica. En este caso a uno de los Diez mandamientos “No
matarás”.
En el
versículo 17 hace una introducción importantísima al tema: “No piensen
que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a
dar cumplimiento.” El término “la Ley o los Profetas” debemos
entenderlo como lo que hoy conocemos como Antiguo Testamento.
Jesús aclara
que para entrar en el Reino de los Cielos, no basta con conocer, enseñar o
hacer cumplir la ley de Dios. Se requiere una justicia mayor, que es la que
adquieren aquellos que buscan el sentido profundo de vida, que el Dios de la
palabra, le impartió a su ley. Un cumplimiento gozoso y agradecido alejado de
un formulismo hipócrita y fundamentalista.
El segmento
discursivo que se inicia en el texto leído y que culmina en el versículo 48
está estructurado sobre seis antítesis “Han oído vs. Yo les digo”.
Esto lejos de contradecir lo que se había dicho, lo aclara, buscando el
significado primero y espiritual de la norma mosaica. El “han oído”
también muestra que lo escrito muchas veces ha sufrido modificaciones
acomodadas a la falsa justicia de quienes enseñaban.
El mandamiento
siempre vigente de no quitar la vida a otro ser humano en donde reposa la
imagen misma de Dios, tiene en la enseñanza de Jesús, un vuelo revelador. El
asesinato es el último y trágico escalón que comienza con albergar en nuestro
corazón ira, odios que al principio pueden manifestarse con insultos y hasta
maldiciones. Pero el ADN del desprecio por la vida de mi prójimo ya anida en
ese corazón.
El Gehena
era un valle fuera de las murallas de Jerusalén. En tiempos remotos, allí había
existido un altar al dios Maloc, y en ese lugar, se habían asesinado
personas a modo de ofrenda. En tiempos de Jesús, ese monte era usado a modo de
“quema” de las basuras de la ciudad. Tiene por lo tanto una relación directa
con la matanza de seres humanos y con la figura del Infierno bíblico.
Inmediatamente
Jesús, lleva el tema del conflicto personal a la esfera de la práctica piadosa
de la limosna que se hace en presencia de Dios (en el altar). Allí hay dos
elementos fundamentales. En primer lugar, que la reconciliación con mi hermano
es requisito previo a una muestra visible de piedad cristiana. En segundo
término, que el sujeto activo que busca la reconciliación es el que recuerda
que otro, tiene un conflicto conmigo. De esta manera el hecho de quien comenzó
la contienda pasa a un segundo plano. Lo importante no es quien la comienza,
sino quien la finaliza buscando la reconciliación de una manera activa.
Finalmente,
Jesús indica la urgencia de la reconciliación antes de que el conflicto se
extienda y agrande. El tiempo no soluciona los conflictos, seguramente los
agravará.
MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL
TEXTO BÍBLICO?
Preguntas para
la meditación:
¿En qué medida
mi justicia supera mi deseo religioso de hacer visible mis conocimientos
doctrinales?
¿Estoy
anidando en mi corazón sentimientos de odio, rencor o ira contra algún hermano?
¿Estoy
dispuesto a reconciliarme con mi hermano que me ha herido antes de mi próxima
muestra visible de piedad cristiana?
ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL
TEXTO BÍBLICO?
Señor ayúdame
como me ayuda el texto del profeta Ezequiel a tener un corazón nuevo y un
espíritu renovado.
Señor, que mi
justicia refleje en todo momento mi pertenencia como tu discípulo y que nazca
de un corazón gozoso de cumplir tus mandatos.
Señor, que la
ira, el odio o el rencor no aniden en mi corazón.
Perdona Señor
mis ofensas, ten piedad y misericordia.
Señor, ayúdame
hoy a tener el coraje de acercarme a mi hermano y reconciliarme con él.
Amén.
CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO
BÍBLICO?
Reflexiono en
las palabras del Señor y agradezco su búsqueda de que mi corazón permanezca
puro y disfrute el gozo de su salvación y de ser su discípulo.
Medito en lo
profundo de mi mente y corazón buscando sentimientos de ira, odio o rencor, y
los pongo delante del Señor buscando su perdón y limpieza.
ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO
BÍBLICO?
Preguntas para
la acción:
¿Qué
importancia le voy a dar de ahora en más en mi vida a sentimientos de ira, odio
o rencor?
¿Voy a
reflexionar y callar, antes de que un insulto salga de mi boca?
¿Qué acción
voy a tomar hoy con quien mantengo una contienda?
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