21 de julio de 2013 – TO -DOMINGO XVI - Ciclo C -
…Una cosa es importante…
PRIMERA
LECTURA
Lectura del libro del
Génesis 18, 1-10a
El Señor se apareció a Abraham junto al encinar de Mamré, mientras él estaba
sentado a la entrada de su carpa, a la hora de más calor. Alzando los ojos,
divisó a tres hombres que estaban parados cerca de él. Apenas los vio, corrió a
su encuentro desde la entrada de la carpa y se inclinó hasta el suelo,
diciendo: «Señor mío, si quieres hacerme un favor, te ruego que no pases de
largo delante de tu servidor. Yo haré que les traigan un poco de agua. Lávense
los pies y descansen a la sombra del árbol. Mientras tanto, iré a buscar un
trozo de pan, para que ustedes reparen sus fuerzas antes de seguir adelante.
¡Por algo han pasado junto a su servidor!»
Ellos respondieron: «Está bien. Puedes hacer lo que dijiste.»
Abraham fue rápidamente a la carpa donde estaba Sara y le dijo: « ¡Pronto! Toma
tres medidas de la mejor harina, amásalas y prepara unas tortas.»
Después fue corriendo hasta el corral, eligió un ternero tierno y bien cebado,
y lo entregó a su sirviente, que de inmediato se puso a prepararlo. Luego tomó
cuajada, leche y el ternero ya preparado, y se los sirvió. Mientras comían, él
se quedó de pie al lado de ellos, debajo del árbol.
Ellos le preguntaron: « ¿Dónde está Sara, tu mujer?»
«Ahí en la carpa», les respondió.
Entonces uno de ellos le dijo: «Volveré a verte sin falta en el año entrante, y
para ese entonces Sara habrá tenido un hijo.»
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 14, 2-3b. 3c-4b. 5 (R.: 1a)
R. Señor,
¿quién se hospedará en tu Carpa?
El que procede rectamente
y practica la justicia;
el que dice la verdad de corazón
y no calumnia con su lengua.
El que no hace mal a su prójimo
ni agravia a su vecino,
el que no estima a quien Dios reprueba
y honra a los que temen al Señor.
El que no presta su dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que procede así, nunca vacilará.
El misterio oculto desde toda la eternidad,
ahora manifestado a los santos
SEGUNDA
LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a
los cristianos de Colosas 1, ,24-28
Hermanos:
Ahora me alegro de poder sufrir por ustedes, y completo en mi carne lo que
falta a los padecimientos de Cristo, para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia.
En efecto, yo fui constituido ministro de la Iglesia, porque de acuerdo con el
plan divino, he sido encargado de llevar a su plenitud entre ustedes la Palabra
de Dios, el misterio que estuvo oculto desde toda la eternidad y que ahora Dios
quiso manifestar a sus santos. A ellos les ha revelado cuánta riqueza y gloria
contiene para los paganos este misterio, que es Cristo entre ustedes, la
esperanza de la gloria.
Nosotros anunciamos a Cristo, exhortando a todos los hombres e instruyéndolos
en la verdadera sabiduría, a fin de que todos alcancen su madurez en Cristo.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Lucas 10, 38-42
Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su
casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor,
escuchaba su Palabra.
Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile
que me ayude.»
Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas
cosas, y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria. María
eligió la mejor parte, que no le será quitada.»
Palabra del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
La queja de que no hay tiempo para nada
está siempre a la orden del día. Lo más grave es que parece verdad.
Paradójicamente el aparato cultural en el que está montada la sociedad crea una
escala de necesidades en pos del bienestar sin tiempo para disfrutar. El
tener más no siempre ayuda a estar mejor.
Vivimos una fuerte tensión entre lo
urgente y lo importante. Para muchos se ha transformado en un estilo de vida de
tal modo que las necesidades más hondas van siendo postergadas y sacrificadas
en aras de lo inmediato que aparece como absolutamente necesario.
Con razonables justificaciones, muchos
viven tan ocupados y llenos de cosas que no les queda tiempo ni espacio para
estar con aquellos por quienes se está “tan ocupado”. Tanto nos preocupa
el bienestar de los nuestros que no hay posibilidad de encuentro personal, de
diálogo. Los momentos de encuentro se reducen a temas prácticos a
solucionar. Se vive con ausencias bien intencionadas. No queda tiempo para el
encuentro gratuito en la amistad, y el compartir se reduce a “encuentros
entretenidos”, pero sin una comunicación verdadera y fecunda.
Esta concepción de la vida lleva muchas
veces a la postergación de los más hondos proyectos vocacionales en función de
las insustituibles conveniencias, que al impedir el desarrollo del potencial
personal terminan generando insatisfacción y frustración. En este tobogán en el
que nos vamos deslizando hay responsabilidades sociales, pero también
personales.
Lo urgente puede esperar; lo importante,
no. Esta es una buena enseñanza, si somos capaces de diferenciar lo uno
de lo otro, en este mundo de necesidades creadas en el que lo verdaderamente
importante queda siempre oculto tras el fuego deslumbrante de lo urgente.
En nuestra vida, en nuestro camino de fe
como discípulos: ¿Dónde se encuentra lo auténticamente importante?
***
En la primera lectura nos encontramos con
un relato que tiene todas las connotaciones de leyenda sagrada, pero que
expresa el misterio de la vida de Abraham. El que se lo jugó todo apoyado
en la palabra de Dios. En su promesa pone en funcionamiento la sagrada ley de
la hospitalidad. La gran Misión se jalona en actitudes sencillas, humanas,
profundas y concretas.
***
La segunda lectura pone de manifiesto que
el misterio de Dios se ha revelado a los suyos, a la Iglesia y se ha hecho
presente en Cristo. De alguna manera ha dejado ya de estar velado y de ser algo
imposible para los hombres. Sigue siendo un misterio, pero está humanizado
en Cristo y está humanizado en el servicio de proclamarlo a los hombres.
***
En el camino de fe del hombre, Dios se deja
encontrar y se hace huésped. Abraham ofrece hospitalidad a Dios, que se le
muestra bajo las apariencias de tres extranjeros que van de paso. La casa de
Marta y María es uno de estas casas donde Jesús se sabe bien recibido. Estas
mujeres que reciben y acogen a Jesús forman parte de aquellos que han estado en
contacto con Jesús, que lo han amado y seguido. En el Evangelio Jesús se
detiene para descansar en casa de sus amigos de Betania.
En la figura de las dos hermanas se hacen
visibles dos modos de recibir a Jesús. Marta es una típica ama de casa que
siempre está haciendo algo, que no se detiene un instante. Esclava de su
trabajo, no le alcanza el tiempo para nada… Y a veces ese «nada» es importante.
No descubre que lo importante es sentarse, dejar la limpieza de la casa, y
atender al amigo. María sentada a los pies del Maestro, en la postura clásica
del discípulo lo escucha con atención. Era la forma común de comportamiento
entre los alumnos de los rabinos.
Marta se queja ya que su hermana la dejó
sola para el trabajo y lo único que hace es estar sentada a los pies de
Jesús. Cristo responde juzgando ambas actitudes. Su respuesta no es
de condenación a la preocupación que anima a Marta sino que esclarece la
situación y le da su verdadera dimensión.
Marta y María representan dos dimensiones
del seguimiento de Jesús. Marta se entrega en múltiples tareas, es una
mujer servicial, incansable, atenta seguramente a todo lo que pudiera necesitar
Jesús y cualquiera de los que iban con él. Jesús no desautoriza la acción.
Incluso una mística como santa Teresa dice, que, si todos hiciésemos como
María, Jesús se quedaría sin comer. Para Jesús no hay oposición entre
acción y contemplación: pero todo debe tener su raíz profunda en esa escucha
atenta de la Palabra de Dios. Así, podemos llegar a ser «contemplativos en la
acción» o «activos en la contemplación».
María «ha escogido la parte mejor, y ésa
no se le quitará», dice Jesús: María centrada en las palabras de Jesús, en
la Buena Noticia simboliza la escucha de la palabra de Dios que no excluye las
demás ocupaciones, pero sí debe ser lo primero. De esa escucha debe surgir la
verdadera acción por el reino. Para que la acción del creyente sea auténtica
tiene que estar fundamentada en la escucha de la vida que se manifiesta en
Jesús de Nazaret.
El auténtico hombre activo es
contemplativo, y al contrario. Sólo uniendo la acción y la contemplación
viviremos a fondo nuestra vida, sabremos mirar con ojos serenos lo que
verdaderamente merece la pena, podremos descubrir la presencia de Dios en
nuestra vida y en la vida de cada ser humano.
Los cristianos que glorifican la oración,
la alabanza, la vida interior, la gracia, los carismas no pueden hacerlo
llegando al olvido de la fe en todo su compromiso histórico de transformación
del mundo. Por otro lado los cristianos entregados con generosidad al trabajo
solidario por la justicia, a la acción social y humanizadora en todas sus
formas no pueden olvidar la oración, la liturgia, la vida interior sin caer en
el riesgo de adulterar la Buena Noticia.
Somos discípulos recibiendo a Jesús como
huésped de nuestra vida en la verdad misteriosa de su Palabra. En cada
Eucaristía siempre se nos brinda la ocasión de dar hospitalidad como discípulos
del Maestro
a la Palabra de verdad que fortalece la fe, centra la esperanza y purifica el amor. Lucas hace de María un modelo de discípulo de Jesús en razón de la escucha de la Palabra y nos presenta a Marta como discípula que es capaz de servir desde el amor.
a la Palabra de verdad que fortalece la fe, centra la esperanza y purifica el amor. Lucas hace de María un modelo de discípulo de Jesús en razón de la escucha de la Palabra y nos presenta a Marta como discípula que es capaz de servir desde el amor.
Marta y María. Una síntesis. No una
contraposición ni una competición que nos marca una senda en nuestra vida de
discípulos misioneros: hombres de a la escucha atenta y comprometidos en el
trabajo generoso por el Reino.
“Una cosa es necesaria”, escuchar y
hospedar progresivamente el Proyecto de Dios para cada uno respondiendo
con generosidad y entrega. De esa manera lo importante será lo urgente.
PARA DISCERNIR
¿Qué lugar le doy a la oración?
¿Descubro la necesidad ponerme a la
escucha del Señor?
¿En qué modifica mi oración mi modo de
vivir mi apostolado?
REPITAMOS Y
VIVAMOS HOY LA PALABRA
……..Ayúdame a elegir la mejor parte….
PARA LA
LECTURA ESPIRITUAL
Se presentó durante mucho tiempo a Marta y
María como los dos polos de la vida cristiana: la acción y la oración, como si
ambas fueran excluyentes. Esta perspectiva no parece exacta. No olvidemos que
son hermanas. Hemos de terminar con la separación de la acción y de la
contemplación. Marta representa únicamente aquella acción que no se basa en la
palabra de Jesús. María simboliza la escucha de la palabra que se traduce
necesariamente en servicio al prójimo. La escucha de la palabra de Dios no
excluye las demás ocupaciones, pero sí debe ser lo primero. De esa escucha debe
surgir la verdadera acción humana. Para que la acción del creyente sea auténtica
tiene que estar fundamentada en la escucha de la vida que se manifiesta en
Jesús de Nazaret. El auténtico hombre activo es contemplativo, y al contrario.
Sólo uniendo la acción y la contemplación viviremos a fondo nuestra vida,
sabremos mirar con ojos tranquilos lo que verdaderamente merece la pena,
atinaremos a descubrir la presencia de Dios en nuestra vida y en la vida de
cada ser humano.
El hombre de fe está siempre alerta. Sabe
que en cualquier momento y de cualquier forma Dios le puede hablar. Y que
cuando llegue ese momento hay que escucharlo, porque viene como un amigo, de
paso, y no se puede desperdiciar esa oportunidad. Vivimos en medio de ruidos,
de proyectos, de cachivaches, de preocupaciones, de propagandas. Estemos
atentos para no perder lo único necesario. Podremos, de esa forma, ir
comprendiendo lo que significa orar: descubrir el rostro y la obra de Dios en
nuestra misma vida.
No podemos rezar apartándonos de la vida.
Pero de nada vale intentar vivir sin el alimento del espíritu. La oración surge
desde nuestro yo más íntimo. No comienza con un montón de peticiones, sino como
María: “a los pies del Señor”, para escuchar una palabra nueva.
En Dios está el amor, la vida, la
libertad… porque Dios es todo eso. Rezar es abrirse a ese amor, a esa vida, a
esa libertad…
Hagamos frecuentemente un alto en nuestro
camino para preguntarnos, como María, por nosotros mismos, por cómo nos
sentimos y cómo vamos respondiendo a nuestras ilusiones. Si la fe no nos sirve
para encontrar el sentido y el gozo de vivir, ¿para qué la queremos? Sólo una
cosa es necesaria: vivir en plenitud, con poco o con mucho. Ese es el lenguaje
de este pasaje evangélico, y para eso llega el Señor de improviso a nuestra
casa: para indicarnos la forma de vivir de verdad.
Francisco Bartolomé González
PARA REZAR
Señor, buscarte a ti y buscar lo que tú
quieres es lo mismo.
Cuando busco al Dios que llevo dentro, te
busco a ti,
y al encontrarte, necesariamente te
pregunto siempre lo mismo
¿qué quieres Señor que haga?
Y la respuesta que me das es
indefectiblemente
una respuesta de amor manifestado en las
obras.
Ponerse a tu disposición se traduce cada
día
en hacer lo que tú quieres.
Y tú quieres siempre el amor a ti y a los
hermanos.
Mal podría llamarme seguidor tuyo
si no fuera esa mi única pretensión.
Encontrarte es ponerse en actitud
permanente de escucha.
Encontrarse contigo, Señor, es abrir el
corazón a tus proyectos,
que son los proyectos de tu Reino
universal y de amor.
Encontrarse contigo en la oración, en mi
santuario interior,
es mirar al futuro, soñar contigo, con tu
Iglesia,
con tu humanidad sedienta de ti.
Es animarse cada día a comenzar de nuevo,
desde la sencillez, despojándose de los
propios planes
para ponerse bajo los planes programados
por Dios.
Es aceptar tu voluntad, sin cálculos ni
sentimientos.
Por eso es tan bello y tan duro al mismo
tiempo
seguir tus huellas, ser tu seguidor.
Tu seguidor se define por la fe y el amor
a ti.
Tú haces tuya la vida de tu seguidor,
si el seguidor se pone a disposición del
Padre,
como hiciste tú: “Aquí estoy, Señor, para
hacer tu voluntad”
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