4 de julio de 2013

4 de julio de 2013 – TO – JUEVES DE LA SEMANA XIII

Santa Isabel de Portugal

…Tus pecados son perdonados…

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Génesis    22, 1-19

    Dios puso a prueba a Abraham. « ¡Abraham!», le dijo.
    El respondió: «Aquí estoy.»
    Entonces Dios le siguió diciendo: «Toma a tu hijo único, el que tanto amas, a Isaac; ve a la región de Moria, y ofrécelo en holocausto sobre la montaña que yo te indicaré.»
    A la madrugada del día siguiente, Abraham ensilló su asno, tomó consigo a dos de sus servidores y a su hijo Isaac, y después de cortar la leña para el holocausto, se dirigió hacia el lugar que Dios le había indicado. Al tercer día, alzando los ojos, divisó el lugar desde lejos, y dijo a sus servidores: «Quédense aquí con el asno, mientras yo y el muchacho seguimos adelante. Daremos culto a Dios, y después volveremos a reunirnos con ustedes.»
    Abraham recogió la leña para el holocausto y la cargó sobre su hijo Isaac; él, por su parte, tomó en sus manos el fuego y el cuchillo, y siguieron caminando los dos juntos. Isaac rompió el silencio y dijo a su padre Abraham: « ¡Padre!»
    El respondió: «Sí, hijo mío.»
    «Tenemos el fuego y la leña, continuó Isaac, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?»
    «Dios proveerá el cordero para el holocausto», respondió Abraham. Y siguieron caminando los dos juntos.
    Cuando llegaron al lugar que Dios le había indicado, Abraham erigió un altar, dispuso la leña, ató a su hijo Isaac, y lo puso sobre el altar encima de la leña. Luego extendió su mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo. Pero el Ángel del Señor lo llamó desde el cielo: « ¡Abraham, Abraham!»
    «Aquí estoy», respondió él.
    Y el Ángel le dijo: «No pongas tu mano sobre el muchacho ni le hagas ningún daño. Ahora sé que temes a Dios, porque no me has negado ni siquiera a tu hijo único.»
    Al levantar la vista, Abraham vio un carnero que tenía los cuernos enredados en una zarza. Entonces fue a tomar el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. Abraham llamó a ese lugar: «El Señor proveerá», y de allí se origina el siguiente dicho: «En la montaña del Señor se proveerá.»
    Luego el Ángel del Señor llamó por segunda vez a Abraham desde el cielo, y le dijo: «Juro por mí mismo -oráculo del Señor- : porque has obrado de esa manera y no me has negado a tu hijo único, yo te colmaré de bendiciones y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades de sus enemigos, y por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra, ya que has obedecido mi voz.
    Abraham regresó a donde estaban sus servidores. Todos juntos se fueron a Berseba, y Abraham residió allí.
Palabra de Dios.

SALMO    
Sal 114, 1-2. 3-4. 5-6. 8-9 (R.: 9)    
R.    Caminaré en la presencia del Señor, en la tierra de los vivientes.

    Amo al Señor, porque él escucha
    el clamor de mi súplica,
    porque inclina su oído hacia mí,
    cuando yo lo invoco. R.

    Los lazos de la muerte me envolvieron,
    me alcanzaron las redes del Abismo,
    caí en la angustia y la tristeza;
    entonces invoqué al Señor:
    « ¡Por favor, sálvame la vida!» R.

    El Señor es justo y bondadoso,
    nuestro Dios es compasivo;
    el Señor protege a los sencillos:
    yo estaba en la miseria y me salvó. R.

    El libró mi vida de la muerte,
    mis ojos de las lágrimas y mis pies de la caída.
    Yo caminaré en la presencia del Señor,
    en la tierra de los vivientes. R.

EVANGELIO
    X Lectura del santo Evangelio según san Mateo    9, 1-8

    Jesús subió a la barca, atravesó el lago y regresó a su ciudad. Entonces le presentaron a un paralítico tendido en una camilla. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: «Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados.»
    Algunos escribas pensaron: «Este hombre blasfema.»
    Jesús, leyendo sus pensamientos, les dijo: « ¿Por qué piensan mal? ¿Qué es más fácil decir: “Tus pecados te son perdonados”, o “Levántate y camina”? Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.»
    El se levantó y se fue a su casa.
    Al ver esto, la multitud quedó atemorizada y glorificaba a Dios por haber dado semejante poder a los hombres.
Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

Abraham contra toda apariencia creyó en las promesas de Dios. Su larga fidelidad tuvo como premio ese hijo tan deseado: Isaac. Sin embargo, Dios quiere pedirle una prueba aún mayor de su fidelidad: el «sacrificio» de lo que más ama en el mundo, su hijo tan querido.
Era costumbre de esa época primitiva, que los padres sacrificaran a su «primogénito», en honor a su dios y para obtener su clemencia.
La prueba para Abraham no es sencilla, porque implica la ofrenda del hijo de las promesas. El lugar de la oblación es una montaña en el país de Moria, lugar donde será edificado el templo de Jerusalén.
La respuesta de Abraham, a pesar de la incomprensibilidad de esta decisión divina será de docilidad. Si la respuesta primera lo llevó a abandonar su país de origen y su ligazón al pasado, el sacrificio de Isaac equivale a cortar sus amarras con el futuroEl esperado durante tanto tiempo y con tanto deseo, el depositario de los planes salvadores de Dios, debe ser ofrecido en holocausto.
En el último instante, una vez que la obediencia de Abraham quedó suficientemente demostrada, el ángel del Señor impide el holocausto del hijo. Un carnero lo sustituirá. Desde entonces, aquel lugar llevará el nombre de “Yahvé provee”. Dios no ha querido nunca ese asesinato, pero se sirvió de esa costumbre de la época para sondear hasta dónde llegaba la fe de Abraham.
Hoy existen situaciones anormales y aún inhumanas, que pueden ser «recuperadas» para un bien mayor. El sufrimiento es un mal y sigue siendo un mal. Pero, en ciertas condiciones, puede ser utilizado como «prueba de la fe» y del amor.
***
Jesús después de su viaje a territorio pagano vuelve a su país. Subió a una barca, cruzó a la otra orilla y llegó a Cafarnaúm, su ciudad. Allí le presentaron un paralítico en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: « ¡Animo, hijo! tus pecados están perdonados». Algunos letrados se dijeron: «Ésta blasfemando».
Hasta aquí Jesús curó enfermos, dominó los elementos materiales, venció los demonios; y ahora perdona los pecados.
El pecado atañe a Dios ante todo; por eso el poder de perdonarlos está reservado sólo a Él.
En aquella época, los judíos, relacionaban las catástrofes, la desgracia y la enfermedad con el mal moral. El perdón de los pecados suprime las raíces del mal. Según la concepción reinante, Dios pagaba ahora y aquí según la conducta personal o familiar. Jesús denunció esa manera de pensar, por eso afirma, que “ni él, ni sus parientes pecaron para que se encuentre en este estado”.
Con sólo su palabra cura al paralítico. La curación significa el paso de la muerte a la vida. El hombre, muerto por sus pecados, no solamente es liberado de ellos, sino queempieza a vivir. Jesús usa aquí esta curación corporal, para probar esa otra curación: aquella que hace libre al hombre. El milagro que Jesús ha hecho es el de la liberación interior, que inevitablemente no puede dejar de proyectarse hacia afuera.
El milagro es una respuesta a la fe, en este caso del paralítico. Por otra parte, la fe en Jesús, es una confesión implícita del pecado y de la necesidad de salvación.
El milagro es algo más que una manifestación maravillosa; es ante todo un símbolo del proceso salvador que se ha iniciado en Jesús y, de la presencia del reino entre los hombres. Esto escandaliza a los letrados que ven en las palabras de Jesús, que se adjudica atribuciones divinas.
Jesús nos quiere con salud plena. Con libertad exterior e interior. Con el equilibrio y la alegría de los sanos de cuerpo y de espíritu.
Hoy vemos que el mal nos toca, que somos dañados por él y que los demás también son dañados, pero en general, nos cuesta aceptar la realidad del pecado y la necesidad del perdón. El pecado siempre nos pone en estado de postración, opresión y humillación. El pecado no se limita a una trasgresión de una ley; nos deshumaniza y es la fuerza destructora que pretende frenar y debilitar la dinámica del reino en la persona y en la humanidad.
Jesús ha venido de parte de Dios precisamente a eso: a reconciliarnos, a anunciarnos el perdón y la vida en Dios. No hay pecado que no sea perdonable porque no hay situación de la que el hombre no pueda salir.
Nadie puede descender tan bajo como para que Dios no pueda levantarlo. La fe, si es auténtica, es capaz de llevar al hombre a la conversión, a la reorientación de su vida y de su marcha hacia la felicidad, hacia la salvación.
Para Dios, el valor de un hombre no está en su pasado, sino en su futuro, en lo que puede alcanzar a ser. Dios valora el futuro y perdona el pasado. Dios no está atento a lo que hemos sido, sino lo que vamos a ser y por eso la muerte, el momento de la muerte, es el momento moral por excelencia, a partir del cual uno ya no puede cambiar, pero mientras hay vida hay posibilidad de perdón y por tanto de crecimiento, de cambio, de conversión.
«Es una gran miseria el hombre orgulloso, pero más grande es la misericordia de Dios humilde». San Agustín. 

PARA DISCERNIR

¿Pedimos con sencillez desde nuestra pobreza?
¿Sabemos reconocer nuestros pecados y desde allí clamar a Dios?
¿Reconocemos el mal que ocasiona en nosotros el pecado o nos hemos acostumbrado? 

REPITAMOS Y VIVAMOS HOY LA PALABRA

…«Sé en quien he puesto mi confianza»…

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

…Quien ha encontrado a Cristo ha escuchado su llamada a la conversión del corazón y de la vida. No es posible encontrar a Cristo y seguir como antes: si lo encuentras de verdad, El no te deja indiferente y no se cansa de llamarte a que salgas de ti para ir allí a donde su amor te preceda. En el fondo del corazón del creyente resuena sin parar la invitación a acoger al Dios que viene y hace nuevas todas las cosas, dejando que nos reconciliemos con El.
La reconciliación es el sacramento en el que Cristo viene en socorro de la debilidad del hombre, del hombre que había traicionado o rechazado la alianza con Dios, y lo reconcilia con el Padre y con la Iglesia, lo vuelve a crear como criatura nueva con la fuerza del Espíritu Santo. La reconciliación también recibe el nombre de penitencia, porque es el sacramento de la conversión del hombre; además del sacramento del perdón de Dios, es el encuentro del corazón que se arrepiente con el Señor que le acoge en la fiesta de la reconciliación. Este encuentro con Cristo, Salvador del mundo, que abrió las puertas del paraíso al buen ladrón, se lleva a cabo por medio de la confesión: toda la vida del pecador se ofrece a la bondad del Señor para que la sane de la angustia, para que la libere del peso de la culpa, para que la confirme en los dones de Dios y para que la renueve con el poder de su amor. A la confesión le responde el perdón divino, obtenido mediante la aplicación de los méritos del sacrificio de Cristo, que se hace presente El mismo en el acontecimiento sacramental con su obra de reconciliación y de paz, y viene a unir al pecador perdonado con el Padre del amor. El Señor, que quiso ser llamado amigo de los pecadores, no desprecia las debilidades ni las resistencias del hombre, sino que las toma en serio hasta el fondo, haciéndose cargo de ellas y ofreciendo, a quien se la pida, la ayuda necesaria para vivir una existencia reconciliada y ser así instrumento de reconciliación entre los hombres…
B. Forte, Pequeña introducción al sacramento, Cinisello B. 1 994, pp.

PARA REZAR

Gracias Señor

Gracias, Señor, por ese mundo lleno de amor que sale a nuestro paso para llenar el corazón con su belleza.
Gracias por el pan que nos das para aplacar el hambre.
Por la risa del niño que se vuelve caricia. Por el mar y la nube.
Por el don de sentir a plenitud la vida.

Gracias por cada hora, aún cuando no todas sean iguales de buenas.
Gracias por el valor de la mariposa que enciende sin conciencia de su
milagro, un pabilo de ensueño.
Gracias, Señor, por los espejos maravillosos del mirar de nuestros
padres y nuestras mentes.
Por la amistad que prolonga ese sereno privilegio de ser hermanos.

Gracias por la lluvia fuerte, por la llovizna bienhechora, por haber
puesto trinos y alas en las ramas. Gracias por cada gota rocío y por el arco iris y por el árbol que madruga su júbilo en el fruto.

Gracias, Señor, por el ayer que se prendió al recuerdo. Por el hoy
que vivimos y por el mañana que nos espera con sus brazos repletos de
misterio.
Gracias, a través de mis labios, desde mi alma, en nombre de aquellos
que se olvidaron de dártelas, en nombre de los que somos y los que seremos.

Gracias por toda la eternidad.

LECTIO DIVINA 
                                                                                                                                                     Glorificaban a Dios por haber dado semejante poder a los hombres
  
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     9, 1-8

    Jesús subió a la barca, atravesó el lago y regresó a su ciudad. Entonces le presentaron a un paralítico tendido en una camilla. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: «Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados.»
    Algunos escribas pensaron: «Este hombre blasfema.»
    Jesús, leyendo sus pensamientos, les dijo: «¿Por qué piensan mal? ¿Qué es más fácil decir: "Tus pecados te son perdonados", o "Levántate y camina"? Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.»
    Él se levantó y se fue a su casa.
    Al ver esto, la multitud quedó atemorizada y glorificaba a Dios por haber dado semejante poder a los hombres.
Palabra del Señor. 

1.   LECTURA -  ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO? 

·        Guías para la lectura:

A pesar de que el relato de san Mateo sigue un aparente orden secuencial, al estar este Evangelio ordenado temáticamente y no cronológicamente, no nos permite ubicar exactamente el momento del suceso narrado. Además, los relatos paralelos en Marcos 2.5-17 y Lucas 5.29-32, dan otras “coordenadas” históricas a la vez de aportar otros datos narrativos. De todas maneras, analizaremos la narración de Mateo tal como está en el texto en el Evangelio de hoy. 
¿Significa esto ahora que Mateo, al apartarse del orden histórico de los acontecimientos, presenta su material de un modo desordenado, sin rima ni razón? De ningún modo. Al relatar los milagros, Mateo muestra que le gusta la variedad y un arreglo del tipo que conduce a un clímax. Por el toque de la mano Jesús sana un leproso. Sin siquiera tocar, sana al siervo del centurión. Quita una fiebre, pero, como si tales milagros de curación no fueran suficientes para mostrar su poder y gloria, acalla los vientos y aquieta las olas. Además, no sólo gobierna sobre el universo físico; también sobre el espiritual, los demonios. Ellos también deben obedecer su voluntad. Sin embargo, aún no ha alcanzado a la raíz de la miseria humana, su corrupción y pecado que lo apartan de su Creador. La sección de hoy demuestra que el Gran Médico es también un sanador en este sentido. Mientras libra al hombre de su enfermedad física, también tiene el poder de librarlo del pecado, el mayor de todos los males.  
Jesús regresa a Cafarnaún “su ciudad” atravesando el lago. Allí unos hombres simples, pero llenos de fe le traen en una camilla a un paralítico. El deseo de ellos es por demás evidente, la sanación del cuerpo inerme de su amigo. Sin embargo, Jesús vuelve a sorprender a propios y extraños, no hace lo “correcto”, realiza lo necesario. Absuelve al enfermo de sus pecados. Lo dice de una manera paternal y afectuosa “Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados”. El pecado paraliza, estanca, adormece, postra el alma de una persona. El pecado hace que su ser interior se enferme y tarde o temprano esta enfermedad se muestra exteriormente, se somatiza y exterioriza.  
¿Se justifica también la conclusión adicional, a saber, que en el caso de este hombre el pecado y la enfermedad estaban en una relación de causa y efecto, en el sentido que una vida disoluta habría causado la enfermedad? No hay nada en el texto y en el contexto que lo demuestre.  
Las palabras de Jesús que transgreden el status quo religioso y lo que los presentes esperaban, hace que la enfermedad del paralítico pase a segundo plano. Los escribas no están dispuestos a dejar pasar la blasfemia, su parálisis espiritual fundamentalista, rápidamente endurece los músculos de su rostro. Jesús lo percibe al instante, es más, lo esperaba. Le brinda la oportunidad de hacer una declaración aún más “osada” de su identidad mesiánica. El relato de Mateo no tiene desperdicios: “Algunos escribas pensaron: «Este hombre blasfema.» Jesús, leyendo sus pensamientos, les dijo: «¿Por qué piensan mal? ¿Qué es más fácil decir: "Tus pecados te son perdonados", o "Levántate y camina"? Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.»”. De todas maneras, el análisis teológico de los fariseos no es incorrecto. Sólo Dios tiene prerrogativa de perdonar pecados. Pero ahora el pensamiento de ellos llega a una bifurcación en el camino y ellos siguen el errado. Uno de dos, o: a) Jesús es lo que por inferencia pretende ser, esto es, Dios; o b) blasfema en el sentido de que injustamente reclama atributos de la divinidad. Los escribas optan por la opción b). 
La simpleza y naturalidad de la descripción de los hechos siguientes son maravillosos: “El se levantó y se fue a su casa”. Se fue sano de alma y cuerpo. Así que en el reino de lo perceptible demostró que también en el universo de lo invisible había ejercido su poder y amor divinos. Había dado a este hombre un cuerpo sano, pero también, y en primer lugar, un alma sana. 
Nada se dice de la reacción inmediata de los escribas, aunque sabemos que este suceso como otros similares fue gestando en ellos el plan de eliminar a Jesús, “ese transgresor”. La multitud, el pueblo presente sin embargo tuvo actitudes espontáneas: un temor reverente hasta la glorificación de Dios. ¡Toda una definición teológica! Mateo lo describe vivamente: “Al ver esto, la multitud quedó atemorizada y glorificaba a Dios por haber dado semejante poder a los hombres”. 

2.   MEDITACIÓN -  ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO? 

·        Preguntas para la meditación: 

·        ¿De qué manera mis pecados ocultos se hacen visibles en mi vida?
·        ¿Le doy prioridad a mi salud espiritual o física?
·        ¿Qué aspecto de la personalidad “transgresora” de Jesús me impacta en el texto? 

3.   ORACIÓN -  ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO? 

Señor, Vos que conocés mis dolencias espirituales y físicas, ten misericordia de mí. Necesito tu perdón y tu sanidad interna y externa. Como la multitud de aquel día en Cafarnaún, al leer el texto me envuelve un temor reverente y glorioso de tu persona. Amén.

4.   CONTEMPLACIÓN -  ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO? 

Trato de recrear la escena en mi mente. Percibo las expectativas de los que traen la camilla y del enfermo, las especulaciones y juicio de los escribas y finalmente la reacción, sorpresa, admiración de todos los presentes ante las palabras y acciones de Jesús. Admiro al Señor en su muestra visible de su deidad. 

5.   ACCIÓN -  ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO? 

·        Preguntas para la acción: 

·        ¿Cómo voy a buscar el perdón del Señor ante las “dolencias del alma”?
·        ¿Hay dolencias físicas en mi vida originadas en parálisis espirituales?
·        ¿De qué manera voy a glorificar a Dios por lo que Jesús es y hace?


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