14 de agosto de 2013 – TO - MIÉRCOLES DE LA SEMANA XIX
San Maximiliano Kolbe, presbítero y mártir
…Si te hace caso, has salvado a tu hermano…
PRIMERA
LECTURA
Lectura del libro del
Deuteronomio 34, 1-12
Moisés subió de
las estepas de Moab al monte Nebo, a la cima del Pisgá, frente a Jericó, y el
Señor le mostró todo el país: Galaad hasta Dan, todo Neftalí, el territorio de
Efraím y Manasés, todo el territorio de Judá hasta el mar Occidental, el
Négueb, el Distrito y el valle de Jericó -la Ciudad de las Palmeras- hasta Soar.
Y el Señor le dijo: «Esta es la tierra que prometí con juramento a Abraham, a
Isaac y a Jacob, cuando les dije: “Yo se la daré a tus descendientes.” Te he
dejado verla con tus propios ojos, pero tú no entrarás en ella.»
Allí murió Moisés,
el servidor del Señor, en territorio de Moab, como el Señor lo había dispuesto.
El mismo lo enterró en el Valle, en el país de Moab, frente a Bet Peor, y
nadie, hasta el día de hoy, conoce el lugar donde fue enterrado. Cuando murió,
Moisés tenía ciento veinte años, pero sus ojos no se habían debilitado, ni
había disminuido su vigor. Los israelitas lloraron a Moisés durante treinta
días en las estepas de Moab. Así se cumplió el período de llanto y de duelo por
la muerte de Moisés.
Josué, hijo de
Nun, estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había impuesto sus
manos sobre él; y los israelitas le obedecieron, obrando de acuerdo con la
orden que el Señor había dado a Moisés.
Nunca más surgió
en Israel un profeta igual a Moisés -con quien el Señor departía cara a cara-
ya sea por todas las señales y prodigios que el Señor le mandó realizar en
Egipto contra el Faraón, contra todos sus servidores y contra todo su país, ya
sea por la gran fuerza y el terrible poder que él manifestó en presencia de
todo Israel.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 65, 1-3a. 5 y 8. 16-17 (R.: cf. 20a y
9a)
R. Bendito sea
Dios, que nos concedió la vida.
¡Aclame al Señor
toda la tierra!
¡Canten la gloria
de su Nombre!
Tribútenle una
alabanza gloriosa,
digan al Señor: «
¡Qué admirables son tus obras!» R.
Vengan a ver las
obras del Señor,
las cosas
admirables que hizo por los hombres.
Bendigan, pueblos,
a nuestro Dios,
hagan oír bien
alto su alabanza. R.
Los que temen al
Señor, vengan a escuchar,
yo les contaré lo
que hizo por mí:
apenas mi boca
clamó hacia él,
mi lengua comenzó
a alabarlo. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 18, 15-20
En aquel tiempo dijo Jesús a sus
discípulos:
“Si tu hermano peca, repréndelo a solas
entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso,
llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca
de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace
caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano.
Les aseguro que todo lo que aten en la
tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra quedará
desatado en el cielo.
Les aseguro, además, que si dos de ustedes
se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del
cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en
medio de ellos”.
Palabra del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
La muerte de Moisés cierra el
libro del Deuteronomio y todo el Pentateuco. Son momentos solemnes:
la última conversación que Moisés mantiene con Yahvé en la tierra.
Moisés subió de las estepas de Moab al
monte Nebó, sobre una cima frente a Jericó. El Señor le mostró todo el país y
le dijo: “Esta es la tierra que bajo juramento prometí a Abraham, a
Isaac y a Jacob dar a su descendencia. Te dejo verla, pero no entrarás en ella”.
Después del desierto del Negueb, Moisés
tiene a la vista: el verde palmeral de Jericó, los cultivos irrigados
de las orillas del Jordán. Es el oasis, la abundancia.
Moisés había sido el «servidor de Dios», el «profeta que el Señor
trataba cara a cara». Ha sido un hombre que dio lo mejor de sí
mismo para «liberar a su pueblo» y conducirlo a esa «tierra de libertad y
de felicidad».
Este es un texto emocionante, esa mirada
de Moisés de la “tierra que mana leche y miel” es todo un símbolo. Moisés ve
“con el corazón”, toma por adelantado posesión de una tierra que
Yahvé había prometido a Abrahán, Isaac y Jacob. Moisés no entrará en ella.
Allí murió Moisés, el servidor
del Señor, muy cerca de la Tierra prometida.
Sin embargo el proyecto de Dios
continúa. El Nuevo Testamento es continuación de Moisés.
***
El capítulo 18 de Mateo está
centrado la dinámica que debe caracterizar las relaciones de los
discípulos de Jesús entre sí. Hoy, el evangelista aborda el tema
del perdón.
La sociedad primitiva, se manifestaba
violentamente contra las faltas del individuo, porque al carecer de medios para
perdonarlo, sólo podía repararse la ofensa mediante un castigo ejemplar setenta
y siete veces más fuerte que la misma falta.
La ley del talión, marca un progreso
importante al tener que ser la venganza, no superior a la ofensa o daño
recibido. Si bien el Levítico da un paso en este
proceso, no establece la obligación del perdón. Sin embargo
se pone un fuerte acento en la solidaridad que debe unir a los hermanos entre
sí y deja bien en claro la prohibición de arreglar sus diferencias recurriendo
a procedimientos judiciales.
Una de las novedades que aporta el
texto es la aparición del término “hermano” para
designar la relación existente entre los integrantes de la comunidad de
discípulos de Jesús.
Al inicio se presentan tres
caminos para ganar al hermano. Los dos primeros: la corrección
privaday la hecha en presencia de dos o tres testigos eran
procedimientos habituales entre los judíos y confirmados por los libros
sagrados.
Las ofensas y perjuicios entre hermanos
llevan pérdida de fraternidad y ésta no se recupera si el
perjudicado, no gana al ofensor por el camino del perdón.
El camino de la corrección
fraterna lleva al ofendido a buscar a la persona que
le ha causado el problema y a tratar de hacerle ver el error. De este modo, se
rompe el círculo vicioso de las ofensas mutuas porque el ofendido toma una
actitud reconciliadora. Si el que ofende se niega a reconocer el error
cometido, entonces se llama a dos testigos, no para recriminarle la
falta, sino paraayudarlo a entrar en razón. Cuando esto no funciona, entonces,
el problema pasa a manos de la comunidad. Este modo de obrar es exigente y
no pocas veces ingrato e incómodo. Hay que evitar caer en la trampa de
una equivocada “caridad cristiana”, que puede ser un puro escapismo,cobardía o comodidad.
Jesús repite a toda la comunidad lo que
había dicho personalmente a Pedro: “Todo lo que desaten en la tierra,
quedará desatado en el cielo, y todo lo que aten en la tierra, quedará atado en
el cielo”. Así, todos los miembros de la comunidad quedan encargados de
perdonar a sus hermanos. La Iglesia tiene que ser el lugar de la
misericordia.
Nuestras comunidades necesitan ser espacios reconciliados y
reconciliadores. Comunidadesabiertas al diálogo, tolerantes y comprometidas con
las necesidades de quienes lo necesitan. Iglesia donde las personas que se
sientan agredidas por el hermano, se adelanten a ayudarle al otro a reconocer
su falta.
PARA
DISCERNIR
¿Cuál es nuestra actitud ante nuestros
amigos, compañeros y vecinos cuando se presenta un conflicto?
¿Somos capaces de vivir el amor de Cristo
en la vida cotidiana?
¿Preferimos aislarnos en nuestro rencor o
damos pasos para el perdón?
REPITAMOS Y VIVAMOS
HOY LA PALABRA
…Donde están dos o tres reunidos en mi
nombre, allí estoy Yo en medio de ellos…
PARA LA
LECTURA ESPIRITUAL
…”Cristo está entre el otro y yo… Dado que
Cristo se encuentra entre el otro y yo, no debo desear una comunión inmediata
con éste. Del mismo modo que sólo Cristo puede hablar conmigo de forma que me
socorra realmente, así también el otro sólo puede ser ayudado por Cristo mismo.
Ahora bien, eso significa que debo dejar libre al otro y no intentar determinar
sus decisiones, obligarle o dominarle con mi amor. Por ser libre respecto a mí,
el otro quiere ser amado tal como es verdaderamente, esto es, como un hombre
para el que Cristo ha conquistado la remisión de los pecados y para el que ha
preparado la vida eterna. Puesto que Cristo ya ha realizado desde hace tiempo
su obra en mi hermano, mucho antes de que yo pudiera empezar mi obra en él,
debo dejar libre a mi hermano por Cristo, debe encontrarme sólo en aquel hombre
que él es ya por Cristo.
Eso es lo que significa que podamos
encontrar al prójimo sólo a través de Jesucristo. El amor psíquico se crea su
propia imagen del otro, de lo que es y de aquello en que debe convertirse. Toma
la vida del prójimo en sus propias manos. El amor espiritual reconoce la
verdadera imagen del prójimo a través de Jesucristo; es la imagen que
Jesucristo ha forjado y que quiere forjar. Por eso el amor espiritual seguirá
confiando constantemente, en todo lo que dice y en todo lo que hace, el prójimo
a Cristo. No intentará suscitar emociones en su ánimo, tratando de
influenciarle de una manera demasiado personal e inmediata, o interviniendo en
su vida de una manera impura; no experimentará placer en la excitación de los
sentimientos ni en el excesivo ardor religioso, sino que le saldrá al encuentro
con la clara Palabra de Dios y estará dispuesto a dejarlo solo con esta Palabra
durante un extenso período, a dejarlo de nuevo libre, para que Cristo pueda
obrar en él. Respetará los límites que Cristo ha puesto entre el otro y yo, y
encontrará la plena comunión con él en Cristo, que enlaza y une a todos.
Por eso hablará más con Cristo del hermano
que no de Cristo al hermano. Sabe que el camino más corto que lleva al otro
pasa a través de la oración dirigida a Cristo y que el amor por él está
completamente unido a la verdad en Cristo. Respecto a este amor, dice el
apóstol Juan: «Nada me produce tanta alegría como oír que mis hijos son fieles
a la verdad» (3 Jn 4)”…
D. Bonhoeffer, Vida en comunidad.
PARA REZAR
Señor Dios
ayúdanos a trabajar en comunidad.
Que cada uno aprenda a poner en común,
esa parte de verdad y de bien
que todos poseemos.
Que no haya egoísmos.
Danos valor y comprensión.
Que nunca callemos
cuando debamos hablar
y que nunca digamos
ni un sola palabra de más
cuando tenemos que callar.
Te pedimos constancia y entusiasmo,
ganas de participar y fuerzas para hacerlo.
Que nos queme el fuego del servicio,
los deseos de salir de adentro nuestro
para correr hacia Vos que estás en los otros,
en el hermano que pasa a nuestro lado.
ganas de participar y fuerzas para hacerlo.
Que nos queme el fuego del servicio,
los deseos de salir de adentro nuestro
para correr hacia Vos que estás en los otros,
en el hermano que pasa a nuestro lado.
Que sepamos servir con alegría
porque ser alegres nos llena de vida
y sabemos que a tu lado, es posible.
porque ser alegres nos llena de vida
y sabemos que a tu lado, es posible.
Amén.
14 DE AGOSTO-SAN MAXIMILIANO KOLBE
“Tenemos que ganar el mundo entero y cada alma, ahora y en el futuro hasta el final de los tiempos, para la Inmaculada y a través de ella, para el Corazón Eucarístico de Jesús”.
(San Maximiliano María Kolbe)
EL MARTIRIO FINAL
El bloque 14 había salido para la cosecha
de unas parcelas de trigo. Aprovechando algún descuido de los guardias, un
preso se fugó. Por la tarde, al pasar lista, se descubrió el hecho. El terror
congeló los corazones de aquellos hombres. Todos sabían la terrible amenaza del
jefe: “Por cada evadido, 10 de sus compañeros de trabajo, escogidos al azar,
serian condenados a morir de hambre en el bunker o sótano de la muerte.
A todos aterrorizaba el lento martirio del
cuerpo, la tortura del hambre, la agonía de la sed. Al día siguiente, los otros
bloques siguen sus faenas diarias. Los del bloque 14 han de quedar en posición
de atención en la explanada bajo el sol calcinante de verano, sin comer ni
beber. Tres horas pasan como la eternidad. El P. Maximiliano, el de los
pulmones agujereados por la tisis, el que acaba de salir del hospital, siempre
débil y enfermizo, resiste de pie, no desmaya ni cae. El solía repetir: “En la
Inmaculada todo lo puedo”. A las 21 horas se distribuyo la comida. Pero no para
el bloque 14. Estos pobres observaron cómo sus raciones eran tiradas de las
ollas al desagüe. Al romper filas todos van a catres sabiendo que al día siguiente
diez de entre ellos serian escogidos para el bunquer de la muerte. Ya había
ocurrido en dos ocasiones.
Al día siguiente, a las 18 horas, Fritsch,
el comandante del campo, se planta de brazos cruzados ante sus víctimas. Un
silencio de tumba sobre la inmensa explanada, atestada de presos sucios y
macilentos. “El fugitivo no ha sido hallado… Diez de ustedes serán condenados
al bunker de la muerte… La próxima vez serán veinte”.
Con total desprecio a la vida humana, los
condenados son escogidos al azar. ¡Este!… ¡Aquel!… grita el comandante. El
ayudante Palitsch marca los números de los condenados en su agenda.
Aterrorizado, cada condenado sale de las filas, sabiendo que es el final.
¡Adiós, adiós, mi pobre esposa!.. ¡Adiós,
mis hijitos, hijitos huérfanos! dice sollozando el sargento Francisco
Gajownieczek.
Las palabras del sargento sin duda tocan
el corazón de muchos presos, pero en el corazón del padre Kolbe hacen más.
Mientras los diez condenados responden al grito: “¡Quítense los zapatos!”,
porque deben ir descalzos al lugar del suplicio; de improviso ocurre lo que
nadie podía imaginarse.
He aquí los testimonios de los que estaban presentes:
“Después de la selección de los diez
presos atestigua el Dr. Niceto F. Wlodarski, el P. Maximiliano salió de las filas
y quitándose la gorra, se puso en actitud de ¡firme! ante el comandante. Este
sorprendido, dirigiéndose al Padre, dijo: “Que quiere este cerdo polaco?”. “El
P. Maximiliano, apuntando la mano hacia F. Gajownieczek, ya seleccionado para
la muerte, contesto: “Soy sacerdote católico polaco; soy anciano; quiero tomar
su lugar, porque él tiene esposa e hijos…”.
“El comandante maravillado, pareció no
hallar fuerza de hablar. Después de un momento, con un gesto de la mano,
pronunciando la palabra ¡Raus! ¡Fuera!…, ordeno a Gajowniczek que regresara a
su fila. De este modo, el P. Maximiliano María Kolbe tomo el lugar del
condenado”.
“Parece increíble que el comandante Frisch
haya borrado de la lista al sargento, y haya aceptado el ofrecimiento del
P.Kolbe, y que mas bien no haya condenado a los dos al bunker de la muerte. Con
un monstruo como ese, todo era posible”
“Los diez pasaron ante nuestras filas”,
declara Fray Ladislao Swies, palotino, “y entonces observe que el Padre Kolbe
seguía por último, y sostenía a tientas a otro de los condenados, más débil que
él, que no era capaz de caminar con sus propias fuerzas”.
A la Virgen dirige su oración: “Reina mía,
Señora mía, has mantenido tu palabra. ¡Es para esto que yo he nacido!”.
“El sacrificio del P. Kolbe, mientras
provocó la consternación entre las autoridades del campo, provocó la admiración
y el respeto de los presos”, (Sobolewski). “En el campo casi no se notaban
manifestaciones de amor al prójimo. Un preso rehusaba a otro un mendrugo de
pan. En cambio, el había dado su vida por un desconocido” (Dr. Stemler)
El sol se estaba hundiendo en el horizonte
detrás de las tétricas alambradas. El cielo estaba tomando los colores rojos de
los mártires. “Fue una magnifica puesta del sol, una puesta nunca vista”,
relatan los pocos supervivientes de esa tarde de fines de julio de 1941. Entre
el odio brilló mas fuerte el amor que la Virgen nos concede. “No hay amor más
grande que dar la vida por un amigo” (San Jn 15:13) .
Los diez condenados al hambre y la sed
bajan al sótano de la muerte del que solo salen cadáveres directamente al
crematorio.
Bruno Borgowiec, un polaco encargado de
retirar los cadáveres, dio su testimonio: “Después de haber ordenado a los
pobres presos que se desnudaran completamente, los empujaron en una celda. En
otras celdas vecinas ya se hallaban otros veinte de anteriores procesos.
Cerrando la puerta, los guardias sarcásticamente decían: “Ahí se van a secar
como cascaras”. Desde ese día los infelices no tuvieron ni alimentos ni
bebidas”
“Diariamente, los guardias inspeccionaban
y ordenaban retirar los cadáveres de las celdas. Durante estas visitas estuve
siempre presente, porque debía escribir los nombres-números de los muertos, o
traducir del polaco al alemán las conversaciones y los pedidos de los presos.
“Desde las celdas donde estaban los
infelices, se oían diariamente las oraciones recitadas en voz alta, el rosario
y los cantos religiosos, a los que se asociaban los presos de las otras celdas.
En los momentos de ausencia de los guardias yo bajaba al sótano para conversas
y consolar a los compañeros. Loas fervorosas oraciones y cantos a la Virgen se
difundían por todo el sótano. Me parecía estar en una iglesia. Comenzaba el P.
Maximiliano y todos los otros respondían. A veces estaban tan sumergidos en las
oraciones, que no se daban cuenta de la llegada de los guardias para la
acostumbrada visita. Sólo a los gritos de estos, las voces se apagaban.
“Al abrir las celdas, los pobres
infelices, llorando a lágrima viva, imploraban un trozo de pan y agua, pero les
era negado. Si alguno de entre los más fuertes se acercaba a la puerta, en
seguida recibía de los guardias patadas al vientre, tanto que cayendo atrás
sobre el cemento, moría en el acto o era fusilado.
“Del martirio que han debido padecer los
pobres condenados a una muerte tan atroz, da testimonio el hecho de que los
cubos estaban siempre vacíos y secos. De lo cual hay que concluir que los
desgraciados, a causa de la sed, tomaban la propia orina”.
“El P. Maximiliano se comportaba
heroicamente. Nada pedía y de nada se quejaba. Daba ánimo a los demás.
Persuadía a los presos a esperar que el fugitivo sería hallado y ellos serían
liberados.
“Por su debilidad recitaba las oraciones
en voz baja. Durante toda visita, cuando ya casi todos estaban echados sobre el
pavimento, se veía al P. Maximiliano de pie o de rodillas en el centro, mirando
con ojos serenos a los llegados. Los guardias conocían su sacrificio, sabían
también que todos los que estaban con el morían inocentemente. Por esto,
manifestando respeto por el P. Kolbe, decían entre si: “Este sacerdote es todo
un caballero. ¡Hasta ahora no hemos visto nada semejante!”.
Así pasaron dos semanas, mientras tanto
los presos morían uno tras otro. Al término de la tercera semana, solo quedaban
cuatro, el P. Kolbe entre ellos.
A las autoridades pareció que las cosas se
alargaban demasiado. La celda era necesaria para otras víctimas. “Por esto, un
día, el 14 de agosto, condujeron al director de la sala de enfermos, el
criminal Boch, el cual propino a cada uno una inyección endovenosa de ácido
fénico. El P. Kolbe, con la plegaria en los labios, el mismo ofreció el brazo
al verdugo.
“Partidos los guardias con el verdugo,
volví a la celda donde encontré al P. Kolbe sentado”, narra Borgowiec,
“recostado en la pared, con los ojos abiertos y concentrados en un punto y la
cabeza reclinada hacia la izquierda (era su posición habitual). Su cuerpo
limpio y luminoso. Su rostro lucia sereno y bello, radiante, mientras los demás
muertos estaban tendidos sobre el pavimento, sucios y con los signos de la
agonía en el rostro.
“En el campo por meses se recordó el
heroico acto del sacerdote. Durante cada ejecución se recordaba el nombre de
Maximiliano Kolbe.
“La impresión del hecho se me grabó eternamente en la
memoria”.
La Inmaculada se lo llevó la víspera de su
gran fiesta: La Asunción. Moría un santo sacerdote en Auschwitz, mártir por
Dios, de la Virgen y por un padre de familia. El padre Kolbe venció al mal con
el poder del amor. Murió tranquilo, rezando hasta el último momento. Según el
certificado de defunción del campo, P. Maximiliano María Kolbe falleció a las
12:50 del 14 de agosto de 1941. Tenía 47 años.”
LECTIO
DIVINA
Si te escucha, habrás ganado a tu hermano
+ Evangelio de nuestro
Señor Jesucristo según san Mateo
18, 15-20
Jesús dijo a sus discípulos:
Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a
tu hermano. Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto
se decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles
caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad,
considéralo como pagano o publicano.
Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el
cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo.
También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo,
mi Padre que está en el cielo se lo concederá. Porque donde hay dos o tres
reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos.
Palabra del
Señor.
LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
Guías para la lectura:
Jesús invita a
expresar nuestro amor al hermano corrigiéndolo. Pero aquí no se trata solamente
de un error; se trata de un pecado persistente, cuando el hermano está cayendo
reiteradamente en una falta grave. Además, se trata de un pecado público, y por
eso, si es necesario, se pueden buscar testigos que nos ayuden a convencer al
hermano descarriado. Pero el primer paso es siempre una corrección en privado.
Es importante
leer esta invitación a la corrección en el contexto de lo que sigue. Por
ejemplo, en los versículos 21-22 se invita a perdonar al hermano todas las
veces que sea necesario. Por lo tanto, la corrección no se refiere a ofensas
personales. Luego, en los versículos 23-35 se invita a una actitud de
compasión, la misma que desearíamos que el Padre Dios tuviera ante nuestros
propios pecados.
Si el hermano
pecador, luego de hablarlo entre dos o tres, y de haber orado por él (18,
19-20), tampoco quiere reconocer su pecado y se obstina en ese comportamiento
público, se puede hacer un planteo en la comunidad más amplia, para tratar de
ayudarlo entre todos.
Pero si aún
así se empecina en mantener su opción por el mal, la comunidad no puede
identificarse con él, y debe dejar en claro cuál es el estilo de vida que
propone. La comunidad, en ese caso, no lo desprecia ni lo declara muerto, sino
que comienza a considerarlo como alguien que debe ser nuevamente evangelizado,
alguien a quien se debe hacer llegar una vez más el anuncio del Señor que lo
invita a la conversión.
Pero si al
corregirlo advertimos que lo hacemos sin un amor sincero, y más bien estamos
descargando nuestro rencor y nuestra incomprensión, tendríamos que seguir el
consejo de San Agustín: “reconocer nuestras propias debilidades, abrazarnos
a él, y llorar juntos la miseria de los dos”.
MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
Preguntas para
la meditación:
¿Conozco a
algún hermano en esa situación de riesgo espiritual?
¿Tengo una
inclinación al juicio o a la restauración?
¿Cómo debo
mirar mis propias maldades y miserias espirituales?
MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
“Señor,
ayúdame a tomar en serio la vida de mi hermano, a no desentenderme cuando veo
que se hunde en el mal y arruina su vida. Dame el amor necesario y la palabra
justa para poder ayudarlo, pero ayúdame a hacerlo con humildad, reconociendo mi
propia miseria”.
CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO
BÍBLICO?
Releo
detenidamente el texto bíblico mientras pienso en hermanos que conozco y que
pueden estar en esa situación.
Medito en mi
propia vida y en mi real motivación de restauración espiritual de mi hermano.
ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO
BÍBLICO?
Preguntas para
la acción:
¿Qué voy a
hacer con algún hermano que se encuentre en el caso planteado por el texto?
¿Cómo voy a
preparar mi corazón para asistirle?
¿Cómo
entenderé el deseo profundo de Dios en la restauración de una vida?
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