14 de agosto de 2013

14 de agosto de 2013 – TO - MIÉRCOLES DE LA SEMANA XIX

San Maximiliano Kolbe, presbítero y mártir

…Si te hace caso, has salvado a tu hermano…

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Deuteronomio    34, 1-12

    Moisés subió de las estepas de Moab al monte Nebo, a la cima del Pisgá, frente a Jericó, y el Señor le mostró todo el país: Galaad hasta Dan, todo Neftalí, el territorio de Efraím y Manasés, todo el territorio de Judá hasta el mar Occidental, el Négueb, el Distrito y el valle de Jericó -la Ciudad de las Palmeras- hasta Soar. Y el Señor le dijo: «Esta es la tierra que prometí con juramento a Abraham, a Isaac y a Jacob, cuando les dije: “Yo se la daré a tus descendientes.” Te he dejado verla con tus propios ojos, pero tú no entrarás en ella.»
    Allí murió Moisés, el servidor del Señor, en territorio de Moab, como el Señor lo había dispuesto. El mismo lo enterró en el Valle, en el país de Moab, frente a Bet Peor, y nadie, hasta el día de hoy, conoce el lugar donde fue enterrado. Cuando murió, Moisés tenía ciento veinte años, pero sus ojos no se habían debilitado, ni había disminuido su vigor. Los israelitas lloraron a Moisés durante treinta días en las estepas de Moab. Así se cumplió el período de llanto y de duelo por la muerte de Moisés.
    Josué, hijo de Nun, estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había impuesto sus manos sobre él; y los israelitas le obedecieron, obrando de acuerdo con la orden que el Señor había dado a Moisés.
    Nunca más surgió en Israel un profeta igual a Moisés -con quien el Señor departía cara a cara- ya sea por todas las señales y prodigios que el Señor le mandó realizar en Egipto contra el Faraón, contra todos sus servidores y contra todo su país, ya sea por la gran fuerza y el terrible poder que él manifestó en presencia de todo Israel.
Palabra de Dios.

SALMO    
Sal 65, 1-3a. 5 y 8. 16-17 (R.: cf. 20a y 9a) 
R.    Bendito sea Dios, que nos concedió la vida.

    ¡Aclame al Señor toda la tierra!
    ¡Canten la gloria de su Nombre!
    Tribútenle una alabanza gloriosa,
    digan al Señor: « ¡Qué admirables son tus obras!» R.

    Vengan a ver las obras del Señor,
    las cosas admirables que hizo por los hombres.
    Bendigan, pueblos, a nuestro Dios,
    hagan oír bien alto su alabanza. R.

    Los que temen al Señor, vengan a escuchar,
    yo les contaré lo que hizo por mí:
    apenas mi boca clamó hacia él,
    mi lengua comenzó a alabarlo. R.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo    18, 15-20

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
“Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano.
Les aseguro que todo lo que aten en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo.
Les aseguro, además, que si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.
Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

La muerte de Moisés cierra el libro del Deuteronomio y todo el Pentateuco. Son momentos solemnes: la última conversación que Moisés mantiene con Yahvé en la tierra.
Moisés subió de las estepas de Moab al monte Nebó, sobre una cima frente a Jericó. El Señor le mostró todo el país y le dijo: “Esta es la tierra que bajo juramento prometí a Abraham, a Isaac y a Jacob dar a su descendencia. Te dejo verla, pero no entrarás en ella”.
Después del desierto del Negueb, Moisés tiene a la vista: el verde palmeral de Jericó, los cultivos irrigados de las orillas del Jordán. Es el oasis, la abundancia.
Moisés había sido el «servidor de Dios», el «profeta que el Señor trataba cara a cara». Ha sido un hombre que dio lo mejor de sí mismo para «liberar a su pueblo» y conducirlo a esa «tierra de libertad y de felicidad».
Este es un texto emocionante, esa mirada de Moisés de la “tierra que mana leche y miel” es todo un símbolo. Moisés ve “con el corazón”, toma por adelantado posesión de una tierra que Yahvé había prometido a Abrahán, Isaac y Jacob. Moisés no entrará en ella.
Allí murió Moisés, el servidor del Señor, muy cerca de la Tierra prometida.
Sin embargo el proyecto de Dios continúa. El Nuevo Testamento es continuación de Moisés.
***
El capítulo 18 de Mateo está centrado la dinámica que debe caracterizar las relaciones de los discípulos de Jesús entre sí. Hoy, el evangelista aborda el tema del perdón.
La sociedad primitiva, se manifestaba violentamente contra las faltas del individuo, porque al carecer de medios para perdonarlo, sólo podía repararse la ofensa mediante un castigo ejemplar setenta y siete veces más fuerte que la misma falta.
La ley del talión, marca un progreso importante al tener que ser la venganza, no superior a la ofensa o daño recibido. Si bien el Levítico da un paso en este proceso, no establece la obligación del perdón. Sin embargo se pone un fuerte acento en la solidaridad que debe unir a los hermanos entre sí y deja bien en claro la prohibición de arreglar sus diferencias recurriendo a procedimientos judiciales.
Una de las novedades que aporta el texto es la aparición del término “hermano” para designar la relación existente entre los integrantes de la comunidad de discípulos de Jesús.
Al inicio se presentan tres caminos para ganar al hermano. Los dos primeros: la corrección privadala hecha en presencia de dos o tres testigos eran procedimientos habituales entre los judíos y confirmados por los libros sagrados.
Las ofensas y perjuicios entre hermanos llevan pérdida de fraternidad y ésta no se recupera si el perjudicado, no gana al ofensor por el camino del perdón.
El camino de la corrección fraterna lleva al ofendido a buscar a la persona que le ha causado el problema y a tratar de hacerle ver el error. De este modo, se rompe el círculo vicioso de las ofensas mutuas porque el ofendido toma una actitud reconciliadora. Si el que ofende se niega a reconocer el error cometido, entonces se llama a dos testigos, no para recriminarle la falta, sino paraayudarlo a entrar en razón. Cuando esto no funciona, entonces, el problema pasa a manos de la comunidad. Este modo de obrar es exigente y no pocas veces ingrato e incómodo. Hay que evitar caer en la trampa de una equivocada “caridad cristiana”, que puede ser un puro escapismo,cobardía o comodidad.
Jesús repite a toda la comunidad lo que había dicho personalmente a Pedro: “Todo lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo, y todo lo que aten en la tierra, quedará atado en el cielo”. Así, todos los miembros de la comunidad quedan encargados de perdonar a sus hermanos. La Iglesia tiene que ser el lugar de la misericordia.
Nuestras comunidades necesitan ser espacios reconciliados y reconciliadores. Comunidadesabiertas al diálogotolerantes y comprometidas con las necesidades de quienes lo necesitan. Iglesia donde las personas que se sientan agredidas por el hermano, se adelanten a ayudarle al otro a reconocer su falta.

PARA DISCERNIR   

¿Cuál es nuestra actitud ante nuestros amigos, compañeros y vecinos cuando se presenta un conflicto?
¿Somos capaces de vivir el amor de Cristo en la vida cotidiana?
¿Preferimos aislarnos en nuestro rencor o damos pasos para el perdón? 

REPITAMOS Y VIVAMOS HOY LA PALABRA   

…Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos… 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL  

…”Cristo está entre el otro y yo… Dado que Cristo se encuentra entre el otro y yo, no debo desear una comunión inmediata con éste. Del mismo modo que sólo Cristo puede hablar conmigo de forma que me socorra realmente, así también el otro sólo puede ser ayudado por Cristo mismo. Ahora bien, eso significa que debo dejar libre al otro y no intentar determinar sus decisiones, obligarle o dominarle con mi amor. Por ser libre respecto a mí, el otro quiere ser amado tal como es verdaderamente, esto es, como un hombre para el que Cristo ha conquistado la remisión de los pecados y para el que ha preparado la vida eterna. Puesto que Cristo ya ha realizado desde hace tiempo su obra en mi hermano, mucho antes de que yo pudiera empezar mi obra en él, debo dejar libre a mi hermano por Cristo, debe encontrarme sólo en aquel hombre que él es ya por Cristo.
Eso es lo que significa que podamos encontrar al prójimo sólo a través de Jesucristo. El amor psíquico se crea su propia imagen del otro, de lo que es y de aquello en que debe convertirse. Toma la vida del prójimo en sus propias manos. El amor espiritual reconoce la verdadera imagen del prójimo a través de Jesucristo; es la imagen que Jesucristo ha forjado y que quiere forjar. Por eso el amor espiritual seguirá confiando constantemente, en todo lo que dice y en todo lo que hace, el prójimo a Cristo. No intentará suscitar emociones en su ánimo, tratando de influenciarle de una manera demasiado personal e inmediata, o interviniendo en su vida de una manera impura; no experimentará placer en la excitación de los sentimientos ni en el excesivo ardor religioso, sino que le saldrá al encuentro con la clara Palabra de Dios y estará dispuesto a dejarlo solo con esta Palabra durante un extenso período, a dejarlo de nuevo libre, para que Cristo pueda obrar en él. Respetará los límites que Cristo ha puesto entre el otro y yo, y encontrará la plena comunión con él en Cristo, que enlaza y une a todos.
Por eso hablará más con Cristo del hermano que no de Cristo al hermano. Sabe que el camino más corto que lleva al otro pasa a través de la oración dirigida a Cristo y que el amor por él está completamente unido a la verdad en Cristo. Respecto a este amor, dice el apóstol Juan: «Nada me produce tanta alegría como oír que mis hijos son fieles a la verdad» (3 Jn 4)”…
D. Bonhoeffer, Vida en comunidad.

PARA REZAR

Señor Dios
ayúdanos a trabajar en comunidad.
Que cada uno aprenda a poner en común,
esa parte de verdad y de bien
que todos poseemos.
Que no haya egoísmos.
Danos valor y comprensión.
Que nunca callemos
cuando debamos hablar
y que nunca digamos
ni un sola palabra de más
cuando tenemos que callar.
Te pedimos constancia y entusiasmo,
ganas de participar y fuerzas para hacerlo.
Que nos queme el fuego del servicio,
los deseos de salir de adentro nuestro
para correr hacia Vos que estás en los otros,
en el hermano que pasa a nuestro lado.
Que sepamos servir con alegría
porque ser alegres nos llena de vida
y sabemos que a tu lado, es posible.
Amén.
    
14 DE AGOSTO-SAN MAXIMILIANO KOLBE

Tenemos que ganar el mundo entero y cada alma, ahora y en el futuro hasta el final de los tiempos, para la Inmaculada y a través de ella, para el Corazón Eucarístico de Jesús”.
(San Maximiliano María Kolbe)

EL MARTIRIO FINAL

El bloque 14 había salido para la cosecha de unas parcelas de trigo. Aprovechando algún descuido de los guardias, un preso se fugó. Por la tarde, al pasar lista, se descubrió el hecho. El terror congeló los corazones de aquellos hombres. Todos sabían la terrible amenaza del jefe: “Por cada evadido, 10 de sus compañeros de trabajo, escogidos al azar, serian condenados a morir de hambre en el bunker o sótano de la muerte.
A todos aterrorizaba el lento martirio del cuerpo, la tortura del hambre, la agonía de la sed. Al día siguiente, los otros bloques siguen sus faenas diarias. Los del bloque 14 han de quedar en posición de atención en la explanada bajo el sol calcinante de verano, sin comer ni beber. Tres horas pasan como la eternidad. El P. Maximiliano, el de los pulmones agujereados por la tisis, el que acaba de salir del hospital, siempre débil y enfermizo, resiste de pie, no desmaya ni cae. El solía repetir: “En la Inmaculada todo lo puedo”. A las 21 horas se distribuyo la comida. Pero no para el bloque 14. Estos pobres observaron cómo sus raciones eran tiradas de las ollas al desagüe. Al romper filas todos van a catres sabiendo que al día siguiente diez de entre ellos serian escogidos para el bunquer de la muerte. Ya había ocurrido en dos ocasiones.
Al día siguiente, a las 18 horas, Fritsch, el comandante del campo, se planta de brazos cruzados ante sus víctimas. Un silencio de tumba sobre la inmensa explanada, atestada de presos sucios y macilentos. “El fugitivo no ha sido hallado… Diez de ustedes serán condenados al bunker de la muerte… La próxima vez serán veinte”.
Con total desprecio a la vida humana, los condenados son escogidos al azar. ¡Este!… ¡Aquel!… grita el comandante. El ayudante Palitsch marca los números de los condenados en su agenda. Aterrorizado, cada condenado sale de las filas, sabiendo que es el final.
¡Adiós, adiós, mi pobre esposa!.. ¡Adiós, mis hijitos, hijitos huérfanos! dice sollozando el sargento Francisco Gajownieczek.
Las palabras del sargento sin duda tocan el corazón de muchos presos, pero en el corazón del padre Kolbe hacen más. Mientras los diez condenados responden al grito: “¡Quítense los zapatos!”, porque deben ir descalzos al lugar del suplicio; de improviso ocurre lo que nadie podía imaginarse.

He aquí los testimonios de los que estaban presentes:

“Después de la selección de los diez presos atestigua el Dr. Niceto F. Wlodarski, el P. Maximiliano salió de las filas y quitándose la gorra, se puso en actitud de ¡firme! ante el comandante. Este sorprendido, dirigiéndose al Padre, dijo: “Que quiere este cerdo polaco?”. “El P. Maximiliano, apuntando la mano hacia F. Gajownieczek, ya seleccionado para la muerte, contesto: “Soy sacerdote católico polaco; soy anciano; quiero tomar su lugar, porque él tiene esposa e hijos…”.
“El comandante maravillado, pareció no hallar fuerza de hablar. Después de un momento, con un gesto de la mano, pronunciando la palabra ¡Raus! ¡Fuera!…, ordeno a Gajowniczek que regresara a su fila. De este modo, el P. Maximiliano María Kolbe tomo el lugar del condenado”.
“Parece increíble que el comandante Frisch haya borrado de la lista al sargento, y haya aceptado el ofrecimiento del P.Kolbe, y que mas bien no haya condenado a los dos al bunker de la muerte. Con un monstruo como ese, todo era posible”
“Los diez pasaron ante nuestras filas”, declara Fray Ladislao Swies, palotino, “y entonces observe que el Padre Kolbe seguía por último, y sostenía a tientas a otro de los condenados, más débil que él, que no era capaz de caminar con sus propias fuerzas”.

A la Virgen dirige su oración: “Reina mía, Señora mía, has mantenido tu palabra. ¡Es para esto que yo he nacido!”.
“El sacrificio del P. Kolbe, mientras provocó la consternación entre las autoridades del campo, provocó la admiración y el respeto de los presos”, (Sobolewski). “En el campo casi no se notaban manifestaciones de amor al prójimo. Un preso rehusaba a otro un mendrugo de pan. En cambio, el había dado su vida por un desconocido” (Dr. Stemler)
El sol se estaba hundiendo en el horizonte detrás de las tétricas alambradas. El cielo estaba tomando los colores rojos de los mártires. “Fue una magnifica puesta del sol, una puesta nunca vista”, relatan los pocos supervivientes de esa tarde de fines de julio de 1941. Entre el odio brilló mas fuerte el amor que la Virgen nos concede. “No hay amor más grande que dar la vida por un amigo” (San Jn 15:13) .
Los diez condenados al hambre y la sed bajan al sótano de la muerte del que solo salen cadáveres directamente al crematorio.

Bruno Borgowiec, un polaco encargado de retirar los cadáveres, dio su testimonio: “Después de haber ordenado a los pobres presos que se desnudaran completamente, los empujaron en una celda. En otras celdas vecinas ya se hallaban otros veinte de anteriores procesos. Cerrando la puerta, los guardias sarcásticamente decían: “Ahí se van a secar como cascaras”. Desde ese día los infelices no tuvieron ni alimentos ni bebidas”
“Diariamente, los guardias inspeccionaban y ordenaban retirar los cadáveres de las celdas. Durante estas visitas estuve siempre presente, porque debía escribir los nombres-números de los muertos, o traducir del polaco al alemán las conversaciones y los pedidos de los presos.
“Desde las celdas donde estaban los infelices, se oían diariamente las oraciones recitadas en voz alta, el rosario y los cantos religiosos, a los que se asociaban los presos de las otras celdas. En los momentos de ausencia de los guardias yo bajaba al sótano para conversas y consolar a los compañeros. Loas fervorosas oraciones y cantos a la Virgen se difundían por todo el sótano. Me parecía estar en una iglesia. Comenzaba el P. Maximiliano y todos los otros respondían. A veces estaban tan sumergidos en las oraciones, que no se daban cuenta de la llegada de los guardias para la acostumbrada visita. Sólo a los gritos de estos, las voces se apagaban.

“Al abrir las celdas, los pobres infelices, llorando a lágrima viva, imploraban un trozo de pan y agua, pero les era negado. Si alguno de entre los más fuertes se acercaba a la puerta, en seguida recibía de los guardias patadas al vientre, tanto que cayendo atrás sobre el cemento, moría en el acto o era fusilado.
“Del martirio que han debido padecer los pobres condenados a una muerte tan atroz, da testimonio el hecho de que los cubos estaban siempre vacíos y secos. De lo cual hay que concluir que los desgraciados, a causa de la sed, tomaban la propia orina”.

“El P. Maximiliano se comportaba heroicamente. Nada pedía y de nada se quejaba. Daba ánimo a los demás. Persuadía a los presos a esperar que el fugitivo sería hallado y ellos serían liberados.
“Por su debilidad recitaba las oraciones en voz baja. Durante toda visita, cuando ya casi todos estaban echados sobre el pavimento, se veía al P. Maximiliano de pie o de rodillas en el centro, mirando con ojos serenos a los llegados. Los guardias conocían su sacrificio, sabían también que todos los que estaban con el morían inocentemente. Por esto, manifestando respeto por el P. Kolbe, decían entre si: “Este sacerdote es todo un caballero. ¡Hasta ahora no hemos visto nada semejante!”.
Así pasaron dos semanas, mientras tanto los presos morían uno tras otro. Al término de la tercera semana, solo quedaban cuatro, el P. Kolbe entre ellos.
A las autoridades pareció que las cosas se alargaban demasiado. La celda era necesaria para otras víctimas. “Por esto, un día, el 14 de agosto, condujeron al director de la sala de enfermos, el criminal Boch, el cual propino a cada uno una inyección endovenosa de ácido fénico. El P. Kolbe, con la plegaria en los labios, el mismo ofreció el brazo al verdugo.
“Partidos los guardias con el verdugo, volví a la celda donde encontré al P. Kolbe sentado”, narra Borgowiec, “recostado en la pared, con los ojos abiertos y concentrados en un punto y la cabeza reclinada hacia la izquierda (era su posición habitual). Su cuerpo limpio y luminoso. Su rostro lucia sereno y bello, radiante, mientras los demás muertos estaban tendidos sobre el pavimento, sucios y con los signos de la agonía en el rostro.
“En el campo por meses se recordó el heroico acto del sacerdote. Durante cada ejecución se recordaba el nombre de Maximiliano Kolbe.

“La impresión del hecho se me grabó eternamente en la memoria”.

La Inmaculada se lo llevó la víspera de su gran fiesta: La Asunción. Moría un santo sacerdote en Auschwitz, mártir por Dios, de la Virgen y por un padre de familia. El padre Kolbe venció al mal con el poder del amor. Murió tranquilo, rezando hasta el último momento. Según el certificado de defunción del campo, P. Maximiliano María Kolbe falleció a las 12:50 del 14 de agosto de 1941. Tenía 47 años.”

LECTIO DIVINA

Si te escucha, habrás ganado a tu hermano

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     18, 15-20

    Jesús dijo a sus discípulos:
    Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano.
    Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo.
    También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos.
Palabra del Señor.

LECTURA -  ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?

Guías para la lectura:

Jesús invita a expresar nuestro amor al hermano corrigiéndolo. Pero aquí no se trata solamente de un error; se trata de un pecado persistente, cuando el hermano está cayendo reiteradamente en una falta grave. Además, se trata de un pecado público, y por eso, si es necesario, se pueden buscar testigos que nos ayuden a convencer al hermano descarriado. Pero el primer paso es siempre una corrección en privado.
Es importante leer esta invitación a la corrección en el contexto de lo que sigue. Por ejemplo, en los versículos 21-22 se invita a perdonar al hermano todas las veces que sea necesario. Por lo tanto, la corrección no se refiere a ofensas personales. Luego, en los versículos 23-35 se invita a una actitud de compasión, la misma que desearíamos que el Padre Dios tuviera ante nuestros propios pecados.
Si el hermano pecador, luego de hablarlo entre dos o tres, y de haber orado por él (18, 19-20), tampoco quiere reconocer su pecado y se obstina en ese comportamiento público, se puede hacer un planteo en la comunidad más amplia, para tratar de ayudarlo entre todos.
Pero si aún así se empecina en mantener su opción por el mal, la comunidad no puede identificarse con él, y debe dejar en claro cuál es el estilo de vida que propone. La comunidad, en ese caso, no lo desprecia ni lo declara muerto, sino que comienza a considerarlo como alguien que debe ser nuevamente evangelizado, alguien a quien se debe hacer llegar una vez más el anuncio del Señor que lo invita a la conversión.
Pero si al corregirlo advertimos que lo hacemos sin un amor sincero, y más bien estamos descargando nuestro rencor y nuestra incomprensión, tendríamos que seguir el consejo de San Agustín: “reconocer nuestras propias debilidades, abrazarnos a él, y llorar juntos la miseria de los dos”.

MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?

Preguntas para la meditación:

¿Conozco a algún hermano en esa situación de riesgo espiritual?
¿Tengo una inclinación al juicio o a la restauración?
¿Cómo debo mirar mis propias maldades y miserias espirituales?

MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?

“Señor, ayúdame a tomar en serio la vida de mi hermano, a no desentenderme cuando veo que se hunde en el mal y arruina su vida. Dame el amor necesario y la palabra justa para poder ayudarlo, pero ayúdame a hacerlo con humildad, reconociendo mi propia miseria”.

CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?

Releo detenidamente el texto bíblico mientras pienso en hermanos que conozco y que pueden estar en esa situación.
Medito en mi propia vida y en mi real motivación de restauración espiritual de mi hermano.

ACCIÓN -  ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?

Preguntas para la acción:

¿Qué voy a hacer con algún hermano que se encuentre en el caso planteado por el texto?
¿Cómo voy a preparar mi corazón para asistirle?
¿Cómo entenderé el deseo profundo de Dios en la restauración de una vida?


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