6 de octubre de 2013 – TO - DOMINGO XXVII - Ciclo C
En
la Arquidiócesis de Buenos Aires se celebra la misa propia de
Nuestra Señora de Luján (a continuación del domingo XXVII)
…Si
tuvieras
fe…
PRIMERA
LECTURA
Lectura
de
la
profecía
de
Habacuc
1,
2-3;
2,
2-4
¿Hasta
cuándo,
Señor,
pediré
auxilio
sin
que
tú
escuches,
clamaré
hacia
ti:
«¡Violencia!»,
sin
que
tú
salves?
¿Por
qué
me
haces
ver
la
iniquidad
y
te
quedas
mirando
la
opresión?
No
veo
más
que
saqueo
y
violencia,
hay
contiendas
y
aumenta
la
discordia.
El
Señor
me
respondió
y
dijo:
Escribe
la
visión,
grábala
sobre
unas
tablas
para
que
se
la
pueda
leer
de
corrido.
Porque
la
visión
aguarda
el
momento
fijado,
ansía
llegar
a
término
y
no
fallará;
si
parece
que
se
demora,
espérala,
porque
vendrá
seguramente,
y
no
tardará.
El
que
no
tiene
el
alma
recta,
sucumbirá,
pero
el
justo
vivirá
por
su
fidelidad.
Palabra
de Dios.
SALMO
Sal
94,
1-2.
6-7.
8-9
(R.:
8)
R. Ojalá
hoy
escuchéis
la
voz
del
Señor:
«No
endurezcáis
vuestro
corazón.»
¡Vengan,
cantemos
con
júbilo
al
Señor,
aclamemos
a
la
Roca
que
nos
salva!
¡Lleguemos
hasta
él
dándole
gracias,
aclamemos
con
música
al
Señor!
R.
¡Entren,
inclinémonos
para
adorarlo!
¡Doblemos
la
rodilla
ante
el
Señor
que
nos
creó!
Porque
él
es
nuestro
Dios,
y
nosotros,
el
pueblo
que
él
apacienta,
las
ovejas
conducidas
por
su
mano.
R.
Ojalá
hoy
escuchen
la
voz
del
Señor:
«No
endurezcan
su
corazón
como
en
Meribá,
como
en
el
día
de
Masá,
en
el
desierto,
cuando
sus
padres
me
tentaron
y
provocaron,
aunque
habían
visto
mis
obras.»
R.
SEGUNDA
LECTURA
Lectura
de
la
segunda
carta
del
apóstol
san
Pablo
a
Timoteo 1,
6-8.
13-14
Querido
hermano:
Te
recomiendo
que
reavives
el
don
de
Dios
que
has
recibido
por
la
imposición
de
mis
manos.
Porque
el
Espíritu
que
Dios
nos
ha
dado
no
es
un
espíritu
de
temor,
sino
de
fortaleza,
de
amor
y
de
sobriedad.
No
te
avergüences
del
testimonio
de
nuestro
Señor,
ni
tampoco
de
mí,
que
soy
su
prisionero.
Al
contrario,
comparte
conmigo
los
sufrimientos
que
es
necesario
padecer
por
el
Evangelio,
animado
con
la
fortaleza
de
Dios.
Toma
como
norma
las
saludables
lecciones
de
fe
y
de
amor
a
Cristo
Jesús
que
has
escuchado
de
mí.
Conserva
lo
que
se
te
ha
confiado,
con
la
ayuda
del
Espíritu
Santo
que
habita
en
nosotros.
Palabra
de Dios.
EVANGELIO
Lectura
del
santo
Evangelio
según
san
Lucas 17,
5-10
Los
apóstoles
le
dijeron
al
Señor:
«Auméntanos
la
fe.»
El
respondió:
«Si
ustedes
tuvieran
fe
del
tamaño
de
un
grano
de
mostaza,
y
dijeran
a
esa
morera
que
está
ahí:
“Arráncate
de
raíz
y
plántate
en
el
mar,”
ella
les
obedecería.
Supongamos
que
uno
de
ustedes
tiene
un
servidor
para
arar
o
cuidar
el
ganado.
Cuando
este
regresa
del
campo,
¿acaso
le
dirá:
“Ven
pronto
y
siéntate
a
la
mesa”?
¿No
le
dirá
más
bien:
“Prepárame
la
cena
y
recógete
la
túnica
para
servirme
hasta
que
yo
haya
comido
y
bebido,
y
tú
comerás
y
beberás
después”?
¿Deberá
mostrarse
agradecido
con
el
servidor
porque
hizo
lo
que
se
le
mandó?
Así
también
ustedes,
cuando
hayan
hecho
todo
lo
que
se
les
mande,
digan:
“Somos
simples
servidores,
no
hemos
hecho
más
que
cumplir
con
nuestro
deber”»
Palabra
del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
- La vida, día a día nos pone a prueba. Pone a prueba nuestra imagen de Dios. Siempre nos han dicho que nada escapa a su mirada, que es todopoderoso, que gobierna cielo y tierra, por eso cuando el dolor del mundo se nos mete en el corazón sentimos que tiene una extraña manera de gobernar el mundo. Porque entre los que sufren hay muchos niños e inocentes… ¿Por qué Dios soporta esto? ¿Acaso no le importa? ¿Por qué tanto mal ante el que nos sentimos impotentes?… Mientras tanto, pensamos que Dios permanece callado por más que le pedimos a gritos que llegue su justicia.
- El silencio de Dios desespera y a muchos los lleva a dudar de su existencia. Si Dios existe, ¿no debería oír el grito de los sufrientes y ver la injusticia que nos rodea por todas partes. El silencio de Dios nos duele. Quizás no sea su “silencio” sino sentirnos enfrentados a nosotros mismos, a nuestras responsabilidades ante las injusticias, no pronuncian esa palabra que estamos esperando que Él pronuncie. El silencio de Dios nos obliga a hablar, a actuar a nosotros. Dios ha puesto en nuestras manos la historia y su destino.
- Para aceptar el silencio de Dios y trabajar por llevar adelante su Reino hace falta una gran fe. El silencio de Dios deja de ser escandaloso en la medida en que los hombres nos comprometemos.
***
- Habacuc presenta la fe como sostenimiento en medio de una situación dramática, cuando parece que todo se hunde: quien se sostiene en Dios, podrá vivir en medio de los conflictos, aunque todo se vaya al traste: al final, queda Dios. El creyente camina por el difícil camino personal y colectivo de la humanidad, convencido de que Dios le sostiene y que sostiene el camino de todos.
***
- Pablo llama “tesoro” a la gracia y a le fe recibidas. A cada creyente le ha sido confiado este tesoro: el tesoro de la fe, el tesoro del Evangelio, el tesoro de la vida nueva en Jesucristo. Un tesoro para ser amado, para ser conservado, para ser vivido, para ser transmitido en todas las circunstancia de la vida, con la fuerza del Espíritu Santo.
***
- La súplica de fe de los Apóstoles tiene como contexto la exigencia del perdón total. Es tan difícil este perdón que los apóstoles piden la capacidad de aceptar las debilidades de los hermanos, así como ellos tienen que aceptar las suyas.
- Los apóstoles han comprendido que tienen fe, pero comprenden que no es suficiente y que esta fe es un don. Pero no se trata de aumentar la cantidad, sino de saber recibir con disponibilidad el don que debe dar fruto.
- A la petición de los apóstoles de que se les aumente la fe, Jesús responde hablando del poder y sentido de la fe. Basta un mínimo de fe para mover el mundo. La frase de Jesús no tiene una perspectiva milagrera de tal modo que los problemas se pueden resolver casi por arte de magia con sólo abrir los labios y poner a Dios a nuestro servicio. Jesús no responde exactamente a la petición de sus discípulos. Aprovecha la ocasión para expresar la eficacia de la verdadera fe, capaz de obtenerlo todo de Dios.
- La petición de los apóstoles los sitúa y nos sitúa en el centro de toda la oración cristiana. Pedirle a Jesús que nos aumente la fe es:
- aceptar con nuestra vida el misterio del Dios que se revela en Jesús
- valorar lo que él valora y como él lo valora, traduciéndolo en vida.
- La fe toca el fondo de Dios y el centro del corazón de los hombres. La fe nos hace participar de la vida del Dios que todo lo puede, del Dios que no tiene límites en su amor.
- La fe es reconocimiento de debilidad. Quien no se siente débil, nunca tendrá el gozo de poder sentir la fortaleza de Dios.
- La fe es el convencimiento de que en la lucha por la transformación del mundo el mal puede ser arrancado de raíz. Es el poder que vence al mundo.
- La fe es un modo nuevo de vivir en el mundo y por el mundo.
- La fe es una fuerza interior que nos empuja y nos hace capaces de afrontar las dificultades de la vida sabiendo que, al fin y al cabo, todo lo que existe tiene un sentido y todo está bajo la mirada de Dios.
- La fe no es sólo creer que Dios existe: es fiarse, esperar, caminar por donde Jesús caminó guiados por su palabra sabiendo desde lo más profundo de nosotros mismos que, si creemos, no es porque nosotros lo hayamos logrado con nuestro trabajo, sino porque el Padre nos ha llamado y nos ha dado su mano, nos ha hecho descubrir que todo esto vale la pena.
- La fe tiene que estar unida a la vida, contrastada por la vida. No es un puro asentimiento intelectual que se conforma con recitar el Credo. La ortodoxia de la fe exige la ortopraxis. Las obras son la marca de la verdadera fe.
- La fe es calidad de vida, actitud existencial que hace posible lo imposible. Pero esta actitud puede tener el riesgo de la vanidad. Para contrarrestar este posible riesgo Lucas propone la parábola del criado que, obedeciendo al amo, no hacía más que cumplir con su deber. El criado es criado y tiene que hacer lo que se le mande.
- de hombre que viva en la libertad y en el amor ya es suficiente premio. Tener fe es aprender a vivir con intensidad y gozo la experiencia humilde de sentirse llamado a vivir de un modo nuevo y hacer nuevas todas las cosas. Y esto no debe ser motivo de envanecimiento porque se está haciendo lo que debe aquí y ahora.
- Cuando respondemos a esta llamada lo único que hacemos es corresponder a un amor que nos lo ha dado todo y ser agradecidos.
- Dios no está obligado a nada, sin embargo sabemos que se preocupa de nosotros y que podemos confiar en su ayuda. Nos quiere mucho más de lo que nosotros podamos imaginar y por eso estamos seguros en sus manos. No sabemos lo que nos dará, pero tenemos la confianza en que siempre es mucho más de lo que hubiéramos soñado.
- Si la recompensa es esperada, debe ser recibida como un don de la bondad del Padre.
PARA
DISCERNIR
- ¿Pedimos al Señor que nos aumente la fe?
- ¿Nos pensamos con derechos ante Dios?
- ¿Valoramos la fe como un premio?
REPITAMOS
Y
VIVAMOS
HOY
LA
PALABRA
Señor,
auméntanos
la
fe
PARA
LA
LECTURA
ESPIRITUAL
Somos
unos
pobres
siervos
Éste
es
un
modo
de
servir
que
hace
humilde
al
que
sirve.
No
adopta
una
posición
de
superioridad
ante
el
otro,
por
miserable
que
sea
momentáneamente
su
situación.
Cristo
ocupó
el
último
puesto
en
el
mundo
—la
cruz—,
y
precisamente
con
esta
humildad
radical
nos
ha
redimido
y
nos
ayuda
constantemente.
Quien
es
capaz
de
ayudar
reconoce
que,
precisamente
de
este
modo,
también
él
es
ayudado;
el
poder
ayudar
no
es
mérito
suyo
ni
motivo
de
orgullo.
Esto
es
gracia.
Cuanto
más
se
esfuerza
uno
por
los
demás,
mejor
comprenderá
y
hará
suya
la
palabra
de
Cristo:
«
Somos
unos
pobres
siervos
»
(Lc
17,10).
En
efecto,
reconoce
que
no
actúa
fundándose
en
una
superioridad
o
mayor
capacidad
personal,
sino
porque
el
Señor
le
concede
este
don.
A
veces,
el
exceso
de
necesidades
y
lo
limitado
de
sus
propias
actuaciones
le
harán
sentir
la
tentación
del
desaliento.
Pero,
precisamente
entonces,
le
aliviará
saber
que,
en
definitiva,
él
no
es
más
que
un
instrumento
en
manos
del
Señor;
se
liberará
así
de
la
presunción
de
tener
que
mejorar
el
mundo
—algo
siempre
necesario—
en
primera
persona
y
por
sí
solo.
Hará
con
humildad
lo
que
le
es
posible
y,
con
humildad,
confiará
el
resto
al
Señor.
Papa
Benedicto XVI – Encíclica «Deus caritas est», § 35
PARA REZAR
Dame
fe
como
un
grano
de
mostaza,
Señor
Para
que, orando, me olvide de todo lo que me rodea
y,
viviendo, sepas que Tú habitas en mí.
Para
que, creyendo en Ti, anime a otros a fiarse de Ti
a
moverse por Ti
a
no pensar sino desde Ti
¿Me
ayudarás, Señor?
¿Será
mi fe como el grano de mostaza?
Dame
la capacidad de esperar y soñar siempre en Ti
Dame
el don de crecer
y
de robustecer mi confianza en Tí
Dame
la alegría de saber que, Tú, vives en mí
Dame
la fortaleza que necesito para luchar por TI
Dame
fe como un grano de mostaza.
sencilla,
pero obediente y nítida,
radical,
pero humilde y acogedora,
soñadora,
pero con los pies en la tierra.
Con
la mente en el cielo, pero con los ojos despiertos.
Con
los pies en el camino, pero con el alma hacia Ti.
¿Me
ayudarás, Señor?
Dame
fe, como un grano de mostaza
¿Será
suficiente, Señor?
Javier
Leoz
Madre,
cuidá
la
fe
de
tu
pueblo
que
camina
PRIMERA
LECTURA
Lectura
del
libro
del
profeta
Isaías
35, 1-7
35, 1-7
¡Regocíjense
el desierto y la tierra reseca, alégrese y florezca la estepa! ¡Sí,
florezca como el narciso, que se alegre y prorrumpa en cantos de
júbilo! Le ha sido dada la gloria del Líbano, el esplendor del
Carmelo y del Sarón. Ellos verán la gloria del Señor, el esplendor
de nuestro Dios.
Fortalezcan
los brazos débiles, robustezcan las rodillas vacilantes; digan a los
que están desalentados: « ¡Sean fuertes, no teman: ahí está su
Dios! Llega la venganza, la represalia de Dios: él mismo viene a
salvarlos.»
Entonces
se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los
sordos; entonces el tullido saltará como un ciervo y la lengua de
los mudos gritará de júbilo. Porque brotarán aguas en el desierto
y torrentes en la estepa; el páramo se convertirá en un estanque y
la tierra sedienta en manantiales; la morada donde se recostaban los
chacales será un paraje de caña y papiros.
Palabra
de
Dios
O
bien
Lectura
del
libro
del
profeta
Isaías
58, 7-8, 10
58, 7-8, 10
Este
es el ayuno que yo amo – oráculo del Señor- : soltar las cadenas
injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los
oprimidos y romper todos los yugos. Compartir tu pan con el
hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas
desnudo y no despreocuparte de tu propia carne.
Entonces
despuntará tu luz como la aurora y tu llaga no tardará en
cicatrizar; delante de ti avanzará tu justicia y detrás de ti irá
la gloria del Señor. Entonces llamarás, y el Señor responderá;
pedirás auxilio, y él dirá: “¡Aquí estoy!”.
Si
eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra
maligna; si ofreces tu pan al hambriento y sacias al que vive en la
penuria, tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como
el mediodía.
Palabra
de
Dios
SALMO
Lc
1,
46-48.
49-50.
51-53.
54-55
(R.:
cf.
49)
R.
El Señor hizo en mí maravillas: ¡gloria al Señor!
«Mi
alma
canta
la
grandeza
del
Señor,
y
mi
espíritu
se
estremece
de
gozo
en
Dios,
mi
Salvador,
porque
él
miró
con
bondad
la
pequeñez
de
su
servidora.
En
adelante
todas
las
generaciones
me
llamarán
feliz.
Porque
el
Todopoderoso
ha
hecho
en
mí
grandes
cosas:
¡su
Nombre
es
santo!
Su
misericordia
se
extiende
de
generación
en
generación
sobre
aquellos
que
lo
temen.
Desplegó
la
fuerza
de
su
brazo,
dispersó
a
los
soberbios
de
corazón.
Derribó
a
los
poderosos
de
su
trono
y
elevó
a
los
humildes.
Colmó
de
bienes
a
los
hambrientos
y
despidió
a
los
ricos
con
las
manos
vacías.
Socorrió
a
Israel,
su
servidor,
acordándose
de
su
misericordia,
como
lo
había
prometido
a
nuestros
padres,
en
favor
de
Abraham
y
de
su
descendencia
para
siempre.»
SEGUNDA
LECTURA
Lectura
de
la
carta
del
apóstol
san
Pablo
a
los
cristianos
de
Efeso
1, 3-6. 11-12
1, 3-6. 11-12
Bendito
sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido
en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo, y nos ha
elegido en él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos
santos e irreprochables en su presencia, por el amor.
El
nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo,
conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria
de su gracia, que nos dio en su Hijo muy querido.
En
él hemos sido constituidos herederos, y destinados de antemano
-según el previo designio del que realiza todas las cosas conforme a
su voluntad- a ser aquellos que han puesto su esperanza en Cristo,
para alabanza de su gloria.
Palabra
de Dios
EVANGELIO
Lectura
del
santo
Evangelio
según
san
Juan
19,
25-27
Junto
a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María,
mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de
ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí
tienes a tu hijo.» Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu
madre.» Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.
Palabra
del Señor
PARA
REFLEXIONAR
María
Peregrina
- En este tiempo, en este día: queremos y debemos mirar de una manera especial a nuestra Madre: María es la estrella que refleja los rayos del Sol de Justicia que viene de los alto y nos muestra el camino de nuestro peregrinar. María nos educa «consiguiéndonos abundantes dones del Espíritu Santo y proponiéndonos, al mismo tiempo, el ejemplo de aquella “peregrinación de la fe”, de la cual es maestra incomparable» (Juan Pablo II).
- Su vida se consume en el seguimiento radical de ese Camino que es su propio Hijo, y recorriendo con ella sus pasos, vamos caminando hacia la santidad. Ella es la “Madre del peregrino”, que nos acompaña siempre, y especialmente en los momentos de cansancio o dificultad. María es peregrina por excelencia. Además del Señor Jesús, ella es quién ha comprendido mejor que nadie, que este mundo no es un lugar para instalarse, sino para realizar el Plan de Dios.
- Su vida estuvo marcada por las peregrinaciones. La primera es aquella por la que sale de sí para abrirse al plan de Dios, luego vendrá la que emprende para atender a su prima Isabel, quien, como Ella, está embarazada. Ambos embarazos son fruto del amor de Dios por su pueblo. Se pone en camino después que el ángel le anuncia que será la Madre del Redentor; luego de su peregrino “Hágase” lleno de confianza y amor, María inicia una peregrinación para vivir el servicio humilde y necesario. La que lleva la Palabra en su vientre “se levanta” y se pone en marcha, a la ciudad de Ain Carim, para ofrecer su servicio de compasión y amor. Todo su ser expresa esa unión íntima, con el Hijo a quien lleva en sus entrañas.
- María, responde a la alabanza de Isabel redireccionando su saludo y volviéndolo una alabanza al buen Dios. Poco tiempo después María, peregrina hacia José, hacia la oscuridad que se hace luz y juntos inician su peregrinar, ahora como familia, a Belén, la ciudad de David. La Madre de Jesús experimenta las dificultades del camino, la indiferencia de los posaderos, las incomodidades y necesidades de un pesebre. Pero nada podrá empañar la inmensa alegría del nacimiento del Señor, acompañada por la solidaridad de los pobres pastores y por el homenaje de los reyes que manifiestan la esperanza de todos los pueblos por el Mesías.
- Peregrinarán luego para cumplir con las prescripciones de la Ley de Moisés, y recibe la profecía del dolor y la contradicción por parte del anciano Simeón. Peregrina a Jerusalén para la fiesta de la Pascua cuando Jesús tuvo doce años. Año tras año María peregrinó a Jerusalén, la Ciudad Santa, año tras año, llevó a su Hijo educándolo en el sentido de la peregrinación y dejándose educar por Él, que debía estar en las cosas del Padre.
Peregrina
al
pie
de
la
cruz
- Todas estas peregrinaciones, la preparan para la peregrinación hasta los pies de la Cruz de su Hijo Jesús, donde hace su propio Vía Crucis. María acompaña a su hijo viviendo la “compasión”, sufriendo en su interior los dolores de su Hijo por la misteriosa, amorosa y profunda unión que vivían. Ella participa activamente en el camino de la Cruz. Ofrece a Dios todo su dolor y se configura con Jesús en este momento de sufrimiento.
- Ella no desfallece en el seguimiento de Cristo cuando éste se hace cada vez más doloroso y exigente. No pierde el paso, no se aleja. Está siempre al lado de su Hijo y en lo alto del monte Calvario está de pie en medio de su dolor inimaginable.
- Y está de pie porque en lo más íntimo de su ser, por debajo de esta peregrinación de dolor, corre, como un río profundo, una alegría inmensa que brillará en todo su esplendor en la Resurrección. Ella sabe, con la certeza de la fe, que en la Cruz su Hijo está venciendo el pecado y la muerte, sabe que allí está reconciliando a los hombres con el Padre.
- Desde lo alto de la Cruz, en el culmen de esa peregrinación de dolor y alegría, Jesús nos entrega a su Madre, como compañía en el camino de nuestro cotidiano peregrinar. El Señor le confía la misión de ser Madre nuestra y Ella cumple con fiel amor este encargo, acompañando este andar de la Iglesia primitiva, de la Iglesia de todos los tiempos.
- La palabra del Crucificado al discípulo y, por medio de él, a todos los discípulos de Jesús se hace de nuevo verdadera en cada generación. María se ha convertido efectivamente en Madre de todos los creyentes. La esperanza de María al pie de la cruz encierra una luz más fuerte que la oscuridad que reina en muchos corazones: ante el sacrificio redentor, nace en María la esperanza de la Iglesia y de la humanidad.
- En el momento de la máxima entrega, María está a la altura del Amor de su Hijo y se entrega plenamente, otra vez, a la bondadosa voluntad de Dios sobre los hombres, y por eso se le encarga la maternidad de todos los hombres: Esta nueva maternidad de María, engendrada por la fe, es fruto del nuevo amor que maduró en ella definitivamente al pie de la cruz, por medio de su participación en el amor redentor de su Hijo.
- Este es el gran legado que Cristo concede desde la Cruz a la humanidad. Es como una segunda Anunciación para María. Hace treinta y tres años un ángel la invitó a entrar en los planes salvadores de Dios. Ahora, no ya un ángel, sino su propio Hijo, le anuncia una tarea nueva: recibir como hijos de su alma a los causantes de la muerte de su primogénito. María” Madre de Dios”, “Madre de Cristo”, “Madre de los hombres”.
- Sólo Jesús sabe lo que hay en el corazón de su madre, por eso la llama mujer, no María o mamá. En la cruz no le puede pedir que renuncie a ser madre. Jesús sabe que comienza una nueva época para la humanidad. Su nueva maternidad le agranda el corazón hasta límites insospechados. Jesús entrega a su Madre como Madre de todos los vivientes, especialmente de los que serán hijos de Dios por la gracia.
- A su bondad materna, se dirigen los hombres de todos los tiempos y de todas partes del mundo, en sus necesidades y esperanzas, en sus alegrías y contratiempos, en su soledad y en su convivencia». En Pentecostés, atrae con su oración el Espíritu Santo sobre los Apóstoles, que la llena de fuerza para la tarea evangelizadora y el servicio generoso.
- María es Madre del Pueblo de Dios y desde su Asunción a los cielos nos guía y acompaña en nuestro peregrinar hacia la Patria definitiva. «La Madre de Jesús, es la imagen y principio de la Iglesia que ha de ser consumada en el futuro siglo; así en esta tierra, hasta que llegue el día del Señor, antecede con su luz al Pueblo de Dios peregrinante como signo de esperanza y de consuelo».
- Y desde su cielo se hizo, también, peregrina hasta nuestra patria para quedarse de un modo particular y amoroso en las orillas del río Luján como signo de su maternal entrega por estos hijos suyos.
Los
jóvenes
hacen
historia
- El pueblo argentino lo ha reconocido y camina hacia ella. El pueblo joven desde hace más de tres décadas sintió fuertemente, en medio de la oscuridad y el dolor fraticida, la necesidad de poner la situación del país y de cada argentino en sus manos de Madre. Sólo ella nos alcanza de Dios lo que los hombres no podemos alcanzar solos. Se ha entendido y se ha vivido así. Los lemas que hemos rezado en estos más de treinta años, son un vivo reflejo de esta realidad.
- Miles y millones de pisadas han sido testigos y protagonistas de este deseo atravesando el camino que nos lleva a Luján y atravesando las distintas épocas de la historia del país, pisando egoísmos y alentando esperanzas. Basta con hacer memoria de algunos de los lemas que cada año animaban nuestro caminar para descubrir las situaciones que fuimos viviendo: La juventud peregrina a Luján por la patria (1975), Los hermanos sean unidos (1976), Con María construyamos una patria de hermanos (1985), María ayúdanos a trabajar por la justicia (1990), Madre, hacenos más hermanos (1994), Madre, gracias por estar con nosotros, queremos cuidarnos como hermanos (2003), Virgen ayúdanos, queremos ser un solo pueblo, (2004), Madre, enséñanos a cuidar la vida (2005), Madre, necesitamos vivir como hermanos (2006)…
“Madre,
cuidá
la
fe
de
tu
pueblo
que
camina”
Ahí
está tu hijo”, ¡aquí están tus hijos Madre! Cada año, como
promesa de fidelidad desde hace muchísimos años, desde hace siglos,
vienen a la casa de la Madre. Así como en el corazón de cada hijo
está siempre presente el amor de la Madre, en el corazón del pueblo
creyente están grabadas a fuego las palabras pronunciadas en el
momento de la generosidad extrema de nuestro Señor. En ellas nos
confía su madre como nuestra madre. La madre es nido, casa, refugio,
por eso en Luján, que es la casa de nuestra Madre, cada peregrino
que se acerca después de caminar largas horas vive de manera
personal e íntima la experiencia del apóstol Juan. En la casa de
Luján Jesús nos confirma la maternidad de la Virgen y nuestra
filiación.
Igual
que hoy, a lo largo del año en diversas oportunidades hombres y
mujeres de diferentes lugares y realidades sociales viene para estar
cerca de la Madre. En medio de tanta angustia, agitación y dolor
ella es refugio y es descanso. En silencio o balbuceando alguna
palabra o simplemente con un avemaría le presentan la vida. Y
también en silencio su mirada consuela el corazón, alivia la carga
de cada día, se hace remanso para el futuro.
Es
la pausa que necesitamos para seguir andando el camino de la vida.
La
casa de la Virgen es punto de encuentro de hermanos que sufren y se
alegran y que necesitan seguir confiando que vale la pena seguir
viviendo con sentido y apostando a la vida.
La
Virgen nos pertenece, porque Jesús nos la ha dado; y a la Virgen le
pertenecemos. La Virgen a pesar de ver a su hijo muriendo en la cruz
no puede renunciar a su vocación de Madre. Desde Lujan a este pueblo
Argentino ella le ofrece incesantemente su protección y su
delicadeza maternal. Este pueblo peregrino cuando es reconocido como
hijo recupera su dignidad tantas veces pisoteada. Esa dignidad de
hombres, de hijos de Dios, de argentinos. Al calor de la Virgen los
grandes de la Patria, y también muchos que permanecen en el
anonimato, se han animado a construir la historia de nuestra nación.
Cada ofrenda de oración, cada ofrenda material es signo de una vida
que ha querido no sólo recibir sino dar para que todos crezcan.
Es
necesario
pasar
la
herencia
de
gracia
a
las
nuevas
generaciones.
Es
necesario
que
nuestro
pueblo
vuelva
una
y
otra
vez
a
ponerse
bajo
el
manto
y
el
cuidado
de
la
Virgen
“La
primera
fundadora
de
esta
Villa”,
y
la
cofundadora
de
nuestra
patria,
sabiendo
que
no
será
defraudado.
A
ella le pedimos, como hijos de este suelo, Madre, cuidá la fe de tu
pueblo que camina.
Dijo el Señor a sus discípulos: «Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti diciendo: "Me arrepiento", perdónalo».
Consciente que la fe es un don de Dios, debo pedirla y prepararme para recibirla, pero proveerla es asunto de Dios. Elevemos nuestra súplica al Padre con la oración que San Clemente María Hofbauer rezaba y la recomendaba:
LECTIO DIVINA
Si tuvieras fe
+ Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 17, 3b-10
Dijo el Señor a sus discípulos: «Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti diciendo: "Me arrepiento", perdónalo».
Los apóstoles le dijeron al Señor: «Auméntanos la fe». Él respondió: «Si
ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera
que está ahí: "Arráncate de raíz y plántate en el mar", ella les
obedecería.
Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: "Ven pronto y siéntate a la mesa"? ¿No le dirá más bien: "Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después"? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó?
Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: "Ven pronto y siéntate a la mesa"? ¿No le dirá más bien: "Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después"? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó?
Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan:
"Somos
simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber"».
Palabra
del Señor
1. LECTURA -
¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
·
Guías para la lectura:
De
camino a Jerusalén, Jesús viene enseñando a través de parábolas (Lc 15-16). El
domingo pasado con la parábola del rico y el pobre Lázaro, enseña a sus
discípulos a cuidarse de ser ambiciosos y acumular riquezas. Luego sigue
insistiendo en la exigencia del Reino y en hacernos responsables y perdonarnos
unos a otros (Lc 17,1-4).
El
pasaje de hoy tiene dos partes: en la primera (vv. 5-6) los apóstoles piden a
Jesús crecer en la fe. En la segunda (vv.7-10) les enseña a ser servidores.
Ante
las exigencias que muestran las parábolas del capítulo 16: el mayordomo astuto
(vv.1-14) y la del rico y el pobre Lázaro (vv.19-31), y el mandato de perdonar “¡hasta
siete veces por día!” (17,4), no es sorprendente que los apóstoles le pidan a
Jesús: “Auméntanos la fe”. Los discípulos son conscientes de la exigencia del
seguimiento a Jesús, de la fragilidad que tienen (ver 12,28) y le piden ayuda.
La
respuesta de Jesús se parece a un reproche: “si tuvieran fe como un grano de
mostaza, podrían decirle a ese árbol: «Arráncate de aquí y plántate en el mar»,
y les haría caso”. Era proverbial la pequeñez del grano de mostaza. La
comparación que hace Jesús, naturalmente no hay que tomarla en forma literal.
No es que la fe permita “hacer magia” no se refiere a eso, sino a la confianza
radical en Aquel que llama y envía (“apóstoles” (v.5) quiere decir literalmente
“enviados”).
En
la segunda parte Jesús enseña a través de una parábola a no creerse merecedores
de premios o de alabanzas (cosa que sucedía mucho con los fariseos). El
planteamiento se hace por medio de tres preguntas que tienen una respuesta
implícita (vv. 7.8.9). La situación supone la cultura de esclavitud de la
época, en que el esclavo no esperaba el agradecimiento o reconocimiento de su
patrón, (la sensibilidad de hoy es muy distinta frente a esta situación) sino
que hacía lo que tenía que hacer.
El
centro al que apunta Jesús es el desinterés por la recompensa al obrar, e
invita a la gratuidad del servicio, porque como dijo Él mismo “Yo estoy entre
ustedes como el que sirve” (Lc 22,27).
2. MEDITACIÓN
- ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Preguntas
para la meditación:
Ø
¿Es tu fe de convicción o de tradición?
Ø
¿Cuáles son las motivaciones o los intereses por los que se “sirve” al Señor?
Ø
¿Hay un interés de recompensa o de mérito, o simplemente estamos alegres de
tener
a tan buen
patrón?
3. ORACIÓN
- ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
|
Consciente que la fe es un don de Dios, debo pedirla y prepararme para recibirla, pero proveerla es asunto de Dios. Elevemos nuestra súplica al Padre con la oración que San Clemente María Hofbauer rezaba y la recomendaba:
Oh
Jesús Redentor, autor y consumador de nuestra fe,
te
suplicamos desde lo profundo de nuestro corazón arrepentido y humillado
no
permitas que se extinga la hermosa luz de nuestra fe.
Oh
Jesús, autor y consumador de nuestra fe,
consérvanos
dentro de la nave de Pedro, fieles a su sucesor,
para
que se construya la unidad de la Iglesia,
se
promueva su santidad y se extienda en bien de todos los pueblos.
Concédenos
la paz y la unidad.
Confórtanos
y consérvanos en tu santo servicio,
para
que por Ti y en Ti vivamos siempre.
Amén.
4. CONTEMPLACIÓN
- ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
|
El
Señor nos invita a tener fe, a sentir que nos encontramos en sus manos y allí
estamos seguros por eso decimos:
«Auméntanos
la fe».
5. ACCIÓN
- ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
Ø
¿Cómo puedo compartir mi experiencia de fe con mis amigos?
Ø
¿La fe en Jesús me motiva a servir?
Ø
¿Qué cosas puedo hacer por los demás esta semana sin esperar nada a cambio?
Gentileza
Lectionautas
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