25 de diciembre de 2013 – TIEMPO DE NAVIDAD – 25 DE DICIEMBRE
NAVIDAD (S)
…La Palabra se hace carne y acampa entre nosotros…
PRIMERA
LECTURA
Lectura del libro del profeta
Isaías 52, 7-10
¡Qué hermosos son sobre las montañas los pasos del que trae la buena noticia,
del que proclama la paz, del que anuncia la felicidad, del que proclama la
salvación y dice a Sión: «¡Tu Dios reina!»
¡Escucha! Tus centinelas levantan la voz, gritan todos juntos de alegría,
porque ellos ven con sus propios ojos el regreso del Señor a Sión.
¡Prorrumpan en gritos de alegría, ruinas de Jerusalén, porque el Señor consuela
a su Pueblo, él redime a Jerusalén! El Señor desnuda su santo brazo a la vista
de todas las naciones, y todos los confines de la tierra verán la salvación de nuestro
Dios.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 97, 1. 2-3ab. 3cd-4. 5-6 (R.: 3c)
R. Los
confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios.
Canten al Señor un canto nuevo,
porque él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria. R.
El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad
en favor del pueblo de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado
el triunfo de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos. R.
Canten al Señor con el arpa
y al son de instrumentos musicales;
con clarines y sonidos de trompeta
aclamen al Señor, que es Rey. R.
SEGUNDA
LECTURA
Lectura de la carta a los
Hebreos 1, 1-6
Después de haber hablado antiguamente a nuestros padres por medio de los
Profetas, en muchas ocasiones y de diversas maneras, ahora, en este tiempo
final, Dios nos habló por medio de su Hijo, a quien constituyó heredero de
todas las cosas y por quien hizo el mundo.
El es el resplandor de su gloria y la impronta de su ser. El sostiene el
universo con su Palabra poderosa, y después de realizar la purificación de los
pecados, se sentó a la derecha del trono de Dios en lo más alto del cielo. Así
llegó a ser tan superior a los ángeles, cuanto incomparablemente mayor que el
de ellos es el Nombre que recibió en herencia.
¿Acaso dijo Dios alguna vez a un ángel: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado
hoy? ¿Y de qué ángel dijo: Yo seré un padre para él y él será para mí un hijo?
Y al introducir a su Primogénito en el mundo, Dios nos dice: Que todos los
ángeles de Dios lo adoren.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Principio del santo Evangelio según san
Juan 1, 1-5. 9-14
Al principio existía la Palabra,
y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios.
Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra
y sin ella no se hizo nada de todo lo que
existe.
En ella estaba la vida,
y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas,
y las tinieblas no la percibieron.
La Palabra era la luz verdadera
que, al venir a este mundo,
ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo,
y el mundo fue hecho por medio de ella,
y el mundo no la conoció.
Vino a los suyos,
y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron,
a los que creen en su Nombre,
les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre,
ni por obra de la carne,
ni de la voluntad del hombre,
sino que fueron engendrados por Dios.
Y la Palabra se hizo carne
y habitó entre nosotros.
Y nosotros hemos visto su gloria,
la gloria que recibe del Padre como Hijo único,
lleno de gracia y de verdad.
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
Ante un recién nacido,
experimentamos sentimientos de ternura. Un nacimiento vivido de
cerca es, cada vez, una verdadera maravilla: palpamos, podríamos
decir, las fuentes de la vida, las fuentes de nuestra misma
humanidad, y nos hacemos más “humanos”, más aún cuando este niño
es Jesús de Nazaret, es un Dios humano, un Dios-con-nosotros.
***
Isaías recuerda la liberación del pueblo judío de la opresión de Asiria y su
retorno del destierro de Babilonia. Un mensajero trae el pregón de la
victoria y la buena noticia de la paz. Los vigías de las murallas responden
con cantos y con gritos de alegría. Es una alegría tan estrepitosa
y atronadora que va creciendo y se amplía hasta los confines de la
tierra, a tal punto que hasta las piedras de las ruinas de la ciudad, rompen a
cantar porque “ya reina tu Dios”.
***
El texto es la introducción a la carta
a los Hebreos. Dios toma la iniciativa y se revela ante
el hombre, primero por medio de los profetas, y ahora por medio de su
Hijo, palabra hecha persona. Esta primera parte resume en pocas líneas el
Antiguo Testamento y su fin con la encarnación del Verbo de Dios. Él es
el centro de la creación, por Él se hizo todo. Es la cima y quien
“mantiene el universo”. Es imagen y reflejo del Padre. Por su sangre realizó la
salvación y luego recibió la glorificación. Por ser Hijo de Dios es superior a
los ángeles y recibe el nombre de “Señor”.
***
La Palabra se hace carne y acampa entre
nosotros. Dios
crea por su Palabra, re-crea por su Palabra, se hace Palabra en Jesús. Y Jesús nos revela la vida íntima de Dios, que es la luz de los hombres. Dios se hace hombre, como uno de nosotros. Desde aquella Navidad Dios tiene un rostro: Jesús. Él es el rostro de Dios, el lugar de Dios para el hombre. Desde aquella Navidad la pregunta por Dios, del hombre de hoy y de todos los tiempos, se concreta y se aclara de forma definitiva. La pregunta por Dios será la pregunta por Jesús. Las palabras de Jesús son palabras de Dios, las actitudes de Jesús son actitudes de Dios.
crea por su Palabra, re-crea por su Palabra, se hace Palabra en Jesús. Y Jesús nos revela la vida íntima de Dios, que es la luz de los hombres. Dios se hace hombre, como uno de nosotros. Desde aquella Navidad Dios tiene un rostro: Jesús. Él es el rostro de Dios, el lugar de Dios para el hombre. Desde aquella Navidad la pregunta por Dios, del hombre de hoy y de todos los tiempos, se concreta y se aclara de forma definitiva. La pregunta por Dios será la pregunta por Jesús. Las palabras de Jesús son palabras de Dios, las actitudes de Jesús son actitudes de Dios.
La Palabra se hace carne y acampa entre
nosotros. Jesús nace en Belén y esto nos grita que Dios está de nuestra parte.
Dios no es un Dios lejano que se coloca frente a nosotros para juzgarnos,
sino el Dios-con-nosotros y en favor nuestro: el Emmanuel. En Jesucristo y
por Jesucristo Dios hizo suya la causa del hombre y ha empeñado su palabra en
la salvación del mundo.
La Palabra se hace carne y acampa entre
nosotros. Esta es la culminación de todos los ensayos de Dios para vivir
en medio de los hombres. Se ha encarnado en la historia para orientarla y hacerla
luminosa. Ya no estamos en tinieblas. Existe un sentido en la vida,
un futuro, una esperanza. Siguiendo el camino de Jesús, entramos en
comunión con la vida de Dios. Ha desaparecido la distancia entre Dios y el
hombre y la búsqueda angustiada de Dios.
La Palabra se hace carne y acampa entre
nosotros. Siendo Dios, se hace hombre, uno cualquiera. Nace de una familia
humilde, en soledad y pobreza, sin protocolos, ni solemnidades palaciegas, sólo
un niño, indefenso, impotente, accesible y que reclama amor. La salvación no
viene de la riqueza, ni del poder, ni de la violencia. El amor será su
predicación, su ley, el motivo de su muerte, y el fundamento de la
resurrección. El amor es el mensaje de Navidad, el amor es
la tarea a renovar cada Navidad.
La Palabra se hace carne y acampa entre
nosotros. Dios pone su tienda en el campamento de la humanidad, haciéndose
solidario del empeño humano, de construir la fraternidad universal. Dios se
hace nuestro prójimo, y el prójimo se transforma en el punto
de mira que nos orienta y conduce a Dios. Jesús une indisolublemente el amor a
Dios y el amor al prójimo, de modo que ya no son sino dos caras de la misma
moneda. El nacimiento de Jesús significa el encuentro de Dios con los
hombres, pero significa también el encuentro del hombre -de todos los
hombres- con Dios.
La Palabra se hace carne y acampa entre
nosotros. Al venir Dios a este mundo abre definitivamente el camino de los
hombres a Dios y a los que lo reciben les da el poder ser hijos de Dios, no por
obra de la raza, sangre o nación, sino por la fe. En Jesús y por Jesús,
los hombres, hijos todos de Dios, debemos aprender a vivir como en familia,
como una gran familia.
La Palabra se hace carne y acampa entre
nosotros. Ésta es nuestra fe, Jesús vive y está con nosotros. Esta es nuestra
esperanza también. Lo que celebramos en la Navidad no es sólo aquello que
fue, lo que pasó en aquel tiempo y en aquel lugar, sino lo que sigue pasando
en todo el mundo, porque fue y es una Navidad definitiva.
La Palabra se hace carne y acampa entre
nosotros. Dios nos ha hecho hijos suyos por nuestra unión a Jesús, su Hijo
único hecho uno de nosotros. Por eso también nosotros estamos llamados ser, en
el mundo, el resplandor de la Gloria del Padre por nuestras actitudes de
amor, de rectitud, de bondad, de misericordia. Este es el mejor regalo que Dios
quiere dar a la humanidad: una Iglesia
que sabe amar, que sabe perdonar, que sabe salvar porque, desde ella, continúa actualizándose en el mundo el poder amoroso, misericordioso y salvador de Dios a favor de toda la humanidad.
que sabe amar, que sabe perdonar, que sabe salvar porque, desde ella, continúa actualizándose en el mundo el poder amoroso, misericordioso y salvador de Dios a favor de toda la humanidad.
Que el niño Jesús los bendiga.
¡De corazón, muy feliz Navidad para todos!
PARA LA LECTURA
ESPIRITUAL
Paz en la
tierra
Paz en la tierra a los hombres que Dios
ama.
La vida del hombre está llena de
conflictos, enfrentamientos violentos y mutua agresividad. Las relaciones entre
los pueblos están salpicadas de guerras. Encontramos conflictos en las familias
y grupos sociales. Lo detectamos en nuestra propia persona. La falta de paz en
el mundo es como una maldición implacable que se ha apoderado de la humanidad y
amenaza con destruirla.
Ante los conflictos, los hombres tanto
individualmente como colectivamente, tienen que hacer una opción: escoger el
camino del diálogo, de la razón, del mutuo entendimiento o seguir los caminos
de la violencia.
El hombre ha escogido casi siempre este
segundo camino. Y a pesar de que todas las generaciones han ido experimentando
el poder destructivo y absurdo que se encierra en la violencia, el hombre no ha
sabido renunciar a ella.
Incluso, en nuestros días, en que siente
con horror la amenaza de una posible aniquilación total de la vida sobre el
planeta, parece que nada le puede detener en este camino de destrucción.
Desde estas tinieblas de violencia hemos
de escuchar los creyentes el mensaje de Navidad: «Paz en la tierra a los
hombres que ama el Señor». La paz firme, duradera y estable no se impondrá por
las armas sino con el amor. La salvación del mundo no está en manos de las
armas sino en manos de Dios.
Por eso nos atrevemos a celebrar una vez
más la Navidad, pese a la angustia, la falta de paz y las guerras que siguen
acosando al hombre y en vez de disminuir, siguen aumentando.
Navidad es una fiesta que no la hemos
inventado ni hecho los hombres, sino que nos ha sido regalada por el mismo
Dios. Este Niño es para nosotros el signo y la garantía de que Dios tiene la
última palabra en la historia del mundo.
Cuando sentimos que las tinieblas del mal
y la violencia crecen, los cristianos celebramos a este Niño como la única
esperanza verdadera del mundo. Creemos que en este pequeño se encierra la
fuerza salvadora de la humanidad.
Este día de Navidad se nos pide confiarnos
a Dios. Creer en la fuerza del amor. Descubrirla en lo pequeño y humilde.
Cada uno de nosotros hemos de sentirnos
llamados a llenar nuestro corazón de amor, no de violencia, de ternura, no de
agresividad, de diálogo, no de guerra. Entonces podremos cantar también este
año: «Gloria a Dios en los cielos y en la tierra paz a los hombres que ama
Dios».
JOSE ANTONIO PAGOLA
PARA REZAR
¡Ven Señor Jesús!
¡Ven Señor Jesús! Señor, vivimos tiempos
difíciles y duros:
las naciones se agitan temerosas unas de
otras.
Millones de seres humanos viven en la
extrema pobreza
mientras unos pocos acaparan inmensas
fortunas.
¡Ven Señor Jesús! Vivimos en medio de
odios raciales y religiosos,
de luchas sociales, de miedos y
persecuciones…
Aumenta el hambre, la pobreza, el abandono
de los niños,
la penuria de los ancianos, la miseria de
los marginados…
¡Ven Señor Jesús! necesitamos Tu
presencia,
la que nos trae tu reino de amor, de
comprensión,
de justicia, de paz, de perdón y de
reconciliación.
¡Ven Señor Jesús! Porque llega el reino
que nos anunciaste,
la nueva humanidad donde brilla la armonía
y la paz,
pues los lobos habitan con los corderos
mientras que los niños juegan con las
serpientes,
porque los que se odiaban ya se han
perdonado
y los que estaban distantes ya se han
unido.
¡Ven Señor Jesús! Porque tu reino ya está
cerca,
porque ya percibimos sus signos entre
nosotros,
porque esta comunidad también ha sido
llamada y elegida,
porque sabemos que nos amas y que nos
salvas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Te invitamos a dejarnos tus comentarios, sugerencias u observaciones. Gracias por hacerlo.