30 de diciembre de 2013 - Día 6º dentro
de la Octava de Navidad
…El que cumple su voluntad permanece en Él…
PRIMERA
LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol
san Juan 2, 12-17
Hijos, les escribo
porque sus pecados han sido perdonados por el nombre de Jesús.
Padres, les
escribo porque ustedes conocen al que existe desde el principio.
Jóvenes, les
escribo porque ustedes han vencido al Maligno.
Hijos, les he
escrito porque ustedes conocen al Padre.
Padres, les he
escrito porque ustedes conocen al que existe desde el principio.
Jóvenes, les he
escrito porque son fuertes, y la Palabra de Dios permanece en ustedes, y
ustedes han vencido al Maligno.
No amen al mundo
ni las cosas mundanas. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en
él. Porque todo lo que hay en el mundo -los deseos de la carne, la codicia de
los ojos y la ostentación de riqueza- no vienen del Padre, sino del mundo. Pero
el mundo pasa, y con él, sus deseos.
En cambio, el que
cumple la voluntad de Dios permanece eternamente.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 95, 7-8a. 8b-9. 10 (R.: 11a)
R. Alégrese el
cielo y goce la tierra.
Aclamen al Señor,
familias de los pueblos,
aclamen la gloria
y el poder del Señor;
aclamen la gloria
del nombre del Señor. R.
Entren en sus
atrios trayendo una ofrenda,
adoren al Señor al
manifestarse su santidad:
¡que toda la
tierra tiemble ante él! R.
Digan entre las
naciones: « ¡el Señor reina!
el mundo está
firme y no vacilará.
El Señor juzgará a
los pueblos con rectitud.» R.
EVANGELIO
Lectura del santo
Evangelio según san Lucas 2, 22. 36-40
Cuando llegó el
día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al Niño a
Jerusalén para presentarlo al Señor. Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia
de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido
siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda, y tenía
ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día
con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar
gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la
redención de Jerusalén.
Después de cumplir
todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en
Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia
de Dios estaba con él.
Palabra del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
La primera carta de Juan define las modalidades
de la comunión con Dios: vivir con Él en la luz, compartir su amor
amando a los hermanos: esto es conocerlo. Pero esa comunión supone una
elección deliberada. No es posible servir a dos amos a la vez: al Padre
y al Mundo. El término “mundo” no se refiere al mundo por el que
Cristo ha muerto y al que Dios ha amado tanto, sino esa humanidad que
se niega a admitir que su futuro depende de la iniciativa gratuita de Dios, ese
mundo cuyo príncipe es Satanás.
El cristiano no huye del mundo; forma parte activa de él y sabe
que puede llevar al mundo a su plenitud cuando vive tratando de ser dócil
a los impulsos del Espíritu de Dios.
***
En esta línea el evangelio nos
presenta a esta buena mujer, Ana que es conducida por el
Espíritu. Ella es del grupo de los «pobres de Yahvé», que esperaban
confiados la salvación de Dios y la alcanzaron a
celebrar gozosamente. Representa a las tantas personas que desde su vida de
cada día sirven a Dios y siguen el camino de Jesús, y, sin demasiada cultura
probablemente, tienen capacidad para discernir los signos de los
tiempos y de reconocer, más que los sabios, la presencia de Dios
en la vida. Esta mujer, viuda, marginada, necesitada por lo tanto de sustento
material, es una mujer religiosa que vive en profundidad su comunión
con Dios. Su religiosidad no se limita al ámbito de lo íntimo e individual.
Según Lucas, Ana tenía el don de profecía que no era algo común para
las mujeres en Israel. Dios le había concedido ese don. Su experiencia
religiosa le permitió reconocer en el niño Jesús, al Mesías y el don de
profecía, la llevó a compartir esta alegría.
Ana
no descubre al Mesías de un modo mágico; había preparado su alma y su
corazón desde hacía muchos años. Su fe no era
improvisada sino que se apoyaba en una experiencia de entrega en la
oración profunda y creyente.
El descubrimiento de Jesús como Mesías no fue el resultado de haber estado en contacto
con el templo, ni con la religión, sino directamente con Dios. La mujer servía
en el templo, del mismo modo que lo hacían los sacerdotes; pero estos últimos
no reconocen la presencia de Jesús liberador, porque eran otras sus
preocupaciones. Es la experiencia con el Dios Vivo desde donde
se puede reconocer al Mesías, y no sólo desde la pertenencia a una estructura
religiosa.
La real comunión con el Dios de la
Vida, abre el corazón a la novedad de lo que el mismo Dios quiere
manifestar en cada tiempo, y nos ayuda a descubrir lo que Dios va haciendo en
la historia.
El final del evangelio nos hace mirar a Jesús que va creciendo y
aprendiendo. Los largos años de Nazaret son años de camino oculto: aprendiendo
de sus padres y maestros, yendo a la sinagoga, llenándose de Dios. Su vida tan
normal como la nuestra nos da a entender que Dios estará siempre junto a
aquellos que, siendo hombres de buena voluntad, están dispuestos
a dejarse conducir por su Espíritu. Navidad es invitación a estar siempre
en la presencia del Señor: cuando oramos en el templo, pero sobre todo cuando
con nuestro modo fiel de vivir, hacemos de toda nuestra vida una
continua alabanza de su Nombre.
PARA
DISCERNIR
¿Qué es lo que espero más ardientemente en
esta vida?
¿En qué expreso mi deseo de comunión con
Dios?
¿Me dejo conducir por el Espíritu?
REPITAMOS Y
VIVAMOS HOY LA PALABRA
…Te alabo Señor y te doy gracias…
PARA LA
LECTURA ESPIRITUAL
…”Ser hijo de Dios no te hace libre de las
tentaciones. Podrás tener momentos en que te sientas tan bendecido por Dios,
tan en Dios, tan amado, como para olvidar que vives aún en un mundo de
potencias y de principados. Pero tu inocencia de hijo de Dios tiene necesidad
de ser protegida. De otro modo serás fácilmente catapultado fuera de tu
verdadero yo y experimentarás la fuerza devastadora de las tinieblas que te
rodean.
Este salir de ti mismo puede sobrevenirte
como una gran sorpresa. Antes que seas plenamente consciente podrás encontrarte
derrotado por la concupiscencia, por la ira, por el resentimiento o por la
avidez. Un cuadro, una persona, un gesto, pueden desencadenar estas emociones
fuertes y destructivas y seducir tu yo inocente.
Como hijo de Dios, debes ser prudente. No
puedes andar sencillamente por el mundo como si nada o nadie pudiesen hacerte
daño. Continúas siendo extremadamente vulnerable: La mismas pasiones que te
hacen amar a Dios pueden ser utilizadas por las potencias del mal.
Los hijos de Dios necesitan apoyo,
protección, ayudarse unos a otros cercanos al corazón de Dios. Tú perteneces a
una minoría en un mundo grande y hostil. Haciéndote más consciente de tu
verdadera identidad de hijo de Dios, distinguirás también más claramente las
muchas fuerzas que tratan de convencerte de que todas las realidades
espirituales son un falso sustituto de las cosas reales de la vida (…).
No te fíes de tus pensamientos ni de tus
sentimientos cuando te encuentras fuera de ti mismo. Vuelve rápidamente a tu
centro verdadero y no prestes atención a lo que te ha llevado a engaño.
Gradualmente llegarás a estar mejor preparado para estas tentaciones y ellas
tendrán cada vez menos poder sobre ti. Protege tu inocencia ateniéndote a la
verdad: eres hijo de Dios y eres profundamente amado”…
H. J. M. Nouwen, La voz interior del amor, Madrid
1998.
PARA REZAR
ANTE NADA, PARA NADA
Hay vidas que se consumen
a través de una ventana,
mueren sin encontrar
un camino,
mueren de no haber partido.
hay plegarias que son su propio eco;
esperanzas que son espejos:
aguardan sólo lo que aguardan,
se transforman en la estatua
de aquello que esperaban,
son el miedo a perder
no el deseo del encuentro.
Hay otras, otras vidas, que laten vida:
buscan lo aún sin nombre
hacen del azar su esperanza,
no miran a lo lejos
hacen de la lejanía un atajo.
es la de hombres que hablan con palabras
que no son palabras son golpes
contra el pecho de la vida,
como los que dan contra las paredes
los presidiarios
para que desde otra celda respondan.
son como mudos moviendo
los labios dentro de una ronda de ciegos,
como mudos, sí,
pero sin cerrar la boca, sin traicionar el
grito.
Y hay vidas que ni gritan
ni golpean,
que no tienen ni siquiera una tapia donde
tatuar un nombre,
donde inscribir su paso,
son vidas a la intemperie:
es la espera en carne viva
como la de un mendigo en medio
de un páramo
ante nadie, para nada,
pero sin bajar ni cerrar la mano.
LECTIO
DIVINA
Hablaba acerca del niño
a todos los que esperaban la redención de Jerusalén
a todos los que esperaban la redención de Jerusalén
+ Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo según san Lucas 2. 22. 36-40
Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor.
Estaba también
allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya
entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su
marido. Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años.
No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones.
Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba
acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
Después de
cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de
Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría,
y la gracia de Dios estaba con él.
Palabra del Señor.
Palabra del Señor.
1. LECTURA - ¿QUÉ DICE
EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías
para la lectura:
En los primeros dos
capítulos de Lucas, todo gira alrededor del nacimiento de dos criaturas: Juan y
Jesús. Los dos capítulos nos hacen sentir el perfume del Evangelio de Lucas. En
ellos, el ambiente es de ternura y de alabanza. Desde el comienzo hasta el fin,
se alaba y se canta la misericordia de Dios: los cánticos de María (Lc
1,46-55), de Zacarías (Lc 1,68-79), de los ángeles (Lc 2,14), de Simeón (Lc
2,29-32). Finalmente, Dios llega para cumplir sus promesas, y las cumple a
favor de los pobres, que supieron perseverar y esperar su venida: Isabel, Zacarías,
María, José, Simeón, Ana y los pastores.
• Los capítulos 1 y 2 del Evangelio de Lucas son muy conocidos, pero se profundiza poco en ellos. Lucas escribe imitando los escritos del AT. Es como si los dos primeros capítulos de su evangelio fueran el último capítulo que abre la puerta para la llegada del Nuevo. Estos dos capítulos son el gozne entre el AT y el NT. Lucas quiere mostrar cómo se están realizando las profecías. Juan y Jesús cumplen el Antiguo e inician el Nuevo.
• Lucas 2,36-37: La vida de la profetisa Ana. “Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada. Casada en su juventud, había vivido siete años con su marido, y luego quedó viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones”. Al igual que Judit (Jd 8,1-6), Ana es viuda. Al igual que Débora (Ju 4,4), ella es profetisa. Esto es, una persona que comunica algo de Dios y que tiene una apertura especial para las cosas de la fe hasta el punto de poderlas comunicar a los demás. Ana se casó joven, vivió casada siete años, se quedó viuda y siguió dedicándose a Dios hasta los 84 años. Hoy, en casi todas nuestras comunidades, en el mundo entero, es posible encontrar a gente de una cierta edad, mujeres, muchas de ellas viudas, cuya vida se resume en rezar, asistir a celebraciones y servir al prójimo.
• Lucas 2,38: Ana y el niño Jesús. “Presentándose en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén”. Llegó al templo en el momento en que Simeón abrazaba al niño y conversaba con María sobre el futuro del niño (Lc 2,25-35). Lucas sugiere que Ana participó en ese gesto. La mirada de Ana es una mirada de fe. Ve a un niño en los brazos de su madre y descubre en él al Salvador del mundo.
• Lucas 2,39-40: La vida de Jesús en Nazaret. “Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él”. En estas pocas palabras, Lucas comunica algo del misterio de la encarnación. “El Verbo se hizo carne y puso su morada entre nosotros” (Jn1,14). El Hijo de Dios se volvió en todo igual a nosotros, y asumió la condición de siervo (Filip 2,7). Fue obediente hasta la muerte y a la muerte de cruz (Filip 2,8). De los treinta y tres años que vivió entre nosotros, treinta los vivió en Nazaret. Si uno quiere saber cómo fue la vida del Hijo de Dios durante los años que vivió en Nazaret, tiene que tratar de conocer la vida de cualquier nazareno de aquella época, cambiar el nombre, ponerle el nombre de Jesús y conocerá la vida del Hijo de Dios durante los treinta y tres años de su vida, igual a nosotros en todo, excepto en el pecado (Heb 4,15). En estos treinta años de su vida, “El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él”. En otro lugar Lucas afirma la misma cosa con otras palabras. Dice que el niño “crecía en sabiduría, en edad y en gracia, tanto para Dios como para los hombres” (Lc 2,52). Crecer en sabiduría significa asimilar los conocimientos, la experiencia humana acumulada a lo largo de los siglos: los tiempos, las fiestas, los remedios, las plantas, las oraciones, las costumbres, etc. Esto se aprende viviendo y conviviendo en la comunidad natural de la gente. Crecer en edad significa nacer pequeño, crecer y devenir adulto. Es el proceso de cada ser humano, con sus alegrías y tristezas, sus descubrimientos y frustraciones, sus rabias y sus amores. Esto se aprende viviendo y conviviendo en la familia con los padres, los hermanos y las hermanas, los tíos y los parientes. Crecer en gracia significa: descubrir la presencia de Dios en la vida, su acción en todo lo que acontece, la vocación, su llamada. La carta a los Hebreos dice que: “Aun siendo Hijo, aprendió en su pasión lo que es obedecer” (Heb 4,8).
• Los capítulos 1 y 2 del Evangelio de Lucas son muy conocidos, pero se profundiza poco en ellos. Lucas escribe imitando los escritos del AT. Es como si los dos primeros capítulos de su evangelio fueran el último capítulo que abre la puerta para la llegada del Nuevo. Estos dos capítulos son el gozne entre el AT y el NT. Lucas quiere mostrar cómo se están realizando las profecías. Juan y Jesús cumplen el Antiguo e inician el Nuevo.
• Lucas 2,36-37: La vida de la profetisa Ana. “Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada. Casada en su juventud, había vivido siete años con su marido, y luego quedó viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones”. Al igual que Judit (Jd 8,1-6), Ana es viuda. Al igual que Débora (Ju 4,4), ella es profetisa. Esto es, una persona que comunica algo de Dios y que tiene una apertura especial para las cosas de la fe hasta el punto de poderlas comunicar a los demás. Ana se casó joven, vivió casada siete años, se quedó viuda y siguió dedicándose a Dios hasta los 84 años. Hoy, en casi todas nuestras comunidades, en el mundo entero, es posible encontrar a gente de una cierta edad, mujeres, muchas de ellas viudas, cuya vida se resume en rezar, asistir a celebraciones y servir al prójimo.
• Lucas 2,38: Ana y el niño Jesús. “Presentándose en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén”. Llegó al templo en el momento en que Simeón abrazaba al niño y conversaba con María sobre el futuro del niño (Lc 2,25-35). Lucas sugiere que Ana participó en ese gesto. La mirada de Ana es una mirada de fe. Ve a un niño en los brazos de su madre y descubre en él al Salvador del mundo.
• Lucas 2,39-40: La vida de Jesús en Nazaret. “Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él”. En estas pocas palabras, Lucas comunica algo del misterio de la encarnación. “El Verbo se hizo carne y puso su morada entre nosotros” (Jn1,14). El Hijo de Dios se volvió en todo igual a nosotros, y asumió la condición de siervo (Filip 2,7). Fue obediente hasta la muerte y a la muerte de cruz (Filip 2,8). De los treinta y tres años que vivió entre nosotros, treinta los vivió en Nazaret. Si uno quiere saber cómo fue la vida del Hijo de Dios durante los años que vivió en Nazaret, tiene que tratar de conocer la vida de cualquier nazareno de aquella época, cambiar el nombre, ponerle el nombre de Jesús y conocerá la vida del Hijo de Dios durante los treinta y tres años de su vida, igual a nosotros en todo, excepto en el pecado (Heb 4,15). En estos treinta años de su vida, “El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él”. En otro lugar Lucas afirma la misma cosa con otras palabras. Dice que el niño “crecía en sabiduría, en edad y en gracia, tanto para Dios como para los hombres” (Lc 2,52). Crecer en sabiduría significa asimilar los conocimientos, la experiencia humana acumulada a lo largo de los siglos: los tiempos, las fiestas, los remedios, las plantas, las oraciones, las costumbres, etc. Esto se aprende viviendo y conviviendo en la comunidad natural de la gente. Crecer en edad significa nacer pequeño, crecer y devenir adulto. Es el proceso de cada ser humano, con sus alegrías y tristezas, sus descubrimientos y frustraciones, sus rabias y sus amores. Esto se aprende viviendo y conviviendo en la familia con los padres, los hermanos y las hermanas, los tíos y los parientes. Crecer en gracia significa: descubrir la presencia de Dios en la vida, su acción en todo lo que acontece, la vocación, su llamada. La carta a los Hebreos dice que: “Aun siendo Hijo, aprendió en su pasión lo que es obedecer” (Heb 4,8).
Los Carmelitas
2. MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME
DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la meditación:
Ø ¿Qué
enseñanza me deja la fe y constancia de Ana?
Ø ¿Qué
ejemplo nos ofrece el crecimiento armónico del niño Jesús tanto física como
espiritualmente?
Ø ¿Qué
significa que “la gracia de Dios estaba con él”?
3. ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO
A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
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Señor Jesús, tú asumiste el desafío de tener que crecer, no te clausuraste en una perfección acabada. Dame la gracia de reconocer y aceptar que mi vida no está acabada, que no tengo toda la verdad, que necesito crecer en fortaleza y en gracia. No permitas que me encierre en lo que ya he alcanzado o que niegue el dinamismo de la vida.
4. CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO
INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
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Reflexiono acerca de la
importancia del ministerio silencioso de la profetisa Ana que servía a Dios
noche y día con sus ayunos y oraciones y su sensibilidad para reconocer al
Mesías en el niño Jesús. Medito en los primeros años de Jesús y su
fortalecimiento completo en cuerpo y alma.
5. ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR
EL TEXTO BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
Ø ¿Cuál
es mi tarea silenciosa en la Iglesia?
Ø ¿Soy
o seré útil para Dios aun cuando sea anciano?
Ø ¿Cómo
debo velar para el crecimiento armónico de los niños que están a mi cuidado?
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