16 de enero de 2014 – TO –
JUEVES DE LA SEMANA I
…Si quieres, puedes purificarme…
LECTURA
Lectura del primer libro de
Samuel 4, 1b-11
Los filisteos se reunieron para combatir
contra Israel. Israel les salió al encuentro para el combate, y acamparon en
Eben Ezer, mientras los filisteos acampaban en Afec. Los filisteos se alinearon
en orden de batalla frente a Israel, y se entabló un duro combate. Israel cayó
derrotado delante de los filisteos, y unos cuatro mil hombres fueron muertos en
el frente de batalla, en campo abierto.
Cuando el pueblo regresó al campamento,
los ancianos de Israel dijeron: « ¿Por qué el Señor nos ha derrotado hoy
delante de los filisteos? Vayamos a buscar a Silo el Arca de la Alianza del
Señor: que ella esté presente en medio de nosotros y nos salve de la mano de
nuestros enemigos.»
El pueblo envió unos hombres a Silo, y
trajeron de allí el Arca de la Alianza del Señor de los ejércitos, que tiene su
trono sobre los querubines. Jofní y Pinjás, los dos hijos de Elí, acompañaban
el Arca.
Cuando el Arca de la Alianza del Señor
llegó al campamento, todos los israelitas lanzaron una gran ovación y tembló la
tierra.
Los filisteos oyeron el estruendo de la
ovación y dijeron: « ¿Qué significa esa estruendosa ovación en el campamento de
los hebreos?» Al saber que el Arca del Señor había llegado al campamento, los
filisteos sintieron temor, porque decían: «Un dios ha llegado al campamento.» Y
exclamaron: « ¡Ay de nosotros, porque nada de esto había sucedido antes! ¡Ay de
nosotros! ¿Quién nos librará de este dios poderoso? Este es el dios que castigó
a los egipcios con toda clase de plagas en el desierto. ¡Tengan valor y sean
hombres, filisteos, para no ser esclavizados por los hebreos, como ellos lo
fueron por ustedes! ¡Sean hombres y luchen!»
Los filisteos libraron batalla. Israel fue
derrotado y cada uno huyó a sus campamentos. La derrota fue muy grande, y
cayeron entre los israelitas treinta mil hombres de a pie. El Arca del Señor
fue capturada, y murieron Jofní y Pinjás, los dos hijos de Elí.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 43,10-11.14-15.24-25
¡Líbranos, Señor, por tu misericordia!
Ahora, Señor nos rechazaste y humillaste:
Dejaste de salir con nuestro ejército,
Nos hiciste retroceder ante el enemigo
Y nuestros adversarios nos saquearon. R.
Nos expusiste a la burla de nuestros
vecinos,
A la risa y al escarnio de los que nos
rodean;
Hiciste proverbial nuestra desgracia
Y los pueblos nos hacen gestos de
sarcasmo.R.
¡Despierta, Señor! ¿Por qué duermes?
¡Levántate, no nos rechaces para siempre!
¿Por qué ocultas tu rostro
y te olvidas de nuestra desgracia y
opresión? R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Marcos 1, 40-45
Se acercó a Jesús un leproso para pedirle
ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: «Si quieres, puedes purificarme.» Jesús,
conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Lo quiero, queda purificado.»
En seguida la lepra desapareció y quedó purificado.
Jesús lo despidió, advirtiéndole
severamente: «No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega
por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de
testimonio.»
Sin embargo, apenas se fue, empezó a
proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya
no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera,
en lugares desiertos. Y acudían a él de todas partes.
Palabra del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
La presencia de Dios se
concretizaba en el seno del pueblo, en el arca y
pasará después a la ciudad santa y a su templo,
después al corazón del justo y del servidor de Dios.
En la lectura de hoy, aparece
el desastre anunciado primero por un hombre de Dios y después por
Samuel y que se cumple en la batalla de Afeq hacia el 1050 antes de Cristo.
Los filisteos se reunieron para combatir a
Israel. Se libró una gran batalla e Israel fue vencido por los filisteos y
cerca de cuatro mil hombres murieron. El Arca de Dios fue capturada y
murieron los dos hijos de Elí. Esta batalla debió ser una auténtica catástrofe
nacional para el pueblo de Israel.
De repente los israelitas se
acuerdan del «Arca» de Dios que debía de estar muy olvidada. El
Arca era un cofrecito que contenía las palabras principales de la
Alianza y que estaba cubierto con una tapa de oro y las imágenes de unos
querubines. Ella era para los israelitas, sobre todo durante su período nómada
por el desierto, uno de los símbolos de la presencia de Dios entre
ellos.
El sentimiento de fracaso que vivió el
pueblo por este desastre fue muy grande, porque habían puesto su confianza en
esta Arca. Por otro lado el libro de Samuel interpreta la derrota como castigo
de Dios por los pecados de los hijos de Elí.
Si el Señor está con nosotros, entonces sí
somos invencibles. Pero no tenemos que absolutizar esa presencia sólo
en unas cosas o unos objetos o unos actos. Dios no es un amuleto de
buena suerte. Dios es nuestro Padre, amoroso y misericordioso y
nuestra Alianza con Él no es sólo para recibir sus beneficios, sino para que
seamos fieles a su proyecto salvador.
***
En el evangelio de Marcos se
van sucediendo, en este primer capítulo los diversos episodios de
curaciones y milagros de Jesús. La lepra era la peor
enfermedad de su tiempo y nadie podía tocar ni acercarse a los leprosos. Al
leproso se le consideraba impuro y se le aislaba de la comunidad. Lo que el
enfermo pide a Jesús no es solamente una curación física, sino ser aceptado
entre los suyos, ser nuevamente parte de la comunidad. Jesús «sintiendo
compasión, extendió la mano» y lo curó.
Después le hace la recomendación de no
divulgar lo sucedido. Jesús no tiene una actitud de falsa modestia, ni pretende
pasar de incógnito. No quiere que la gente lo reconozca como el Mesías a partir
de acontecimientos maravillosos como los milagros, a riesgo de no
descubrir lo profundo del nuevo mensaje y las exigencias que lleva
descubrirse hermanos e hijos de un mismo Padre. No quiere que su mesianismo se
quede atrapado en las redes del espectáculo.
Al tocar Jesús al leproso también se
convirtió en “impuro”, según la ley. Sin embargo, no es la impureza la que de
ahora en adelante dominará, sino la pureza. Jesús no queda impuro al
tocar al leproso, sino que es éste, el que queda puro.
El leproso no puede contener
su alegría y proclama quién lo ha curado, a pesar de la
expresa prohibición de Jesús. Los signos de curación que Jesús hace van
extendiendo su fama.
El leproso del evangelio de hoy nos
presenta una realidad muy cercana a nosotros: la pobreza de nuestra
condición humana. La experimentamos y nos la topamos a diario: no sólo en las
enfermedades, sino también en nuestro carácter que dificulta nuestra relación
con los demás; la inconstancia cotidiana, la debilidad de nuestra voluntad, el
egoísmo, la sensualidad, la soberbia … Sin embargo, el caso del leproso nos
muestra otra realidad que sobrepasa la frontera de nuestras
limitaciones humanas: Cristo. El, hoy, para cada uno de nosotros sigue
siendo el liberador total. El nos quiere comunicar su salud pascual,
la plenitud de su vida; vida en abundancia. Sólo necesita que
igual que el leproso, nos reconozcamos necesitados, nos acerquemos a Él, le
pidamos, confiando en su compasión, bondad y poder.
También Marcos nos recuerda que están los
«leprosos» de nuestra sociedad a los que por distintas razones marginamos,
segregamos, no queremos ni verlos, está prohibido tocarlos, hablarles, los
dejamos solos con su enfermedad. El ejemplo de Jesús es claro: «Él
manifestó su amor para con los pobres y los enfermos, para con los pequeños y
los pecadores. El nunca permaneció indiferente ante el sufrimiento humano». Signo
de que su salvación nos ha tocado y ha sanado es: «que nos preocupamos
de compartir en la caridad las angustias y las tristezas, las alegrías y las
esperanzas de los hombres, y así les mostramos el camino de la salvación».
PARA DISCERNIR
¿Me reconozco necesitado de purificación?
¿Me acerco a pedirla con humildad?
¿Margino y segrego a los que no son como
yo?
REPITAMOS Y
VIVAMOS HOY LA PALABRA
…Purifícame Señor y quedaré limpio…
PARA LA
LECTURA ESPIRITUAL
San Francisco cura de sus miedos a un leproso
…”Un día, cuando el joven Francisco
montaba a caballo cerca de Asís, se le acercó un leproso. Normalmente Francisco
sentía horror hacia los leprosos, y por eso tuvo que hacerse violencia; bajó
del caballo y le dio una moneda de plata besándole al mismo tiempo la mano.
Después de recibir del leproso un beso de paz, volvió a montar al caballo y
siguió su camino. A partir de este momento fue superándose cada vez más hasta
llegar a una completa victoria sobre sí mismo por la gracia de Dios.
Unos días más tarde, habiéndose provisto
de muchas monedas, se dirigió al hospicio de los leprosos y, habiéndolos
reunido a todos, dio a cada una limosna besándole la mano al mismo tiempo. Al
regresar, fue exactamente así: lo que antes se le hacía amargo –es decir, ver y
tocar a los leprosos- se le había convertido en dulzura. Ver a los leprosos,
tal como él mismo lo había dicho, le era hasta tal punto penoso que no tan sólo
rechazaba verlos sino que ni tan sólo podía acercarse a su habitación; si
alguna vez los veía o pasaba cerca de la leprosería… giraba su rostro y se
tapaba la nariz. Pero la gracia de Dios hizo que los leprosos le fueran hasta
tal punto familiares que, como dice él mismo en su Testamento, vivía entre
ellos y les servía humildemente. La visita a los leprosos le había
transformado”…
Narración de tres compañeros de san Francisco de Asís
(hacia 1244) § 11
PARA REZAR
TU MANO APRETADA
No pida yo nunca estar libre de peligros,
sino denuedo para afrontarlos.
No quiera yo que se apaguen mis dolores,
sino que sepa dominarlos mi corazón.
No busque yo amigos
por el campo de batalla de la vida
sino más fuerza en mí.
No anhele yo,
con afán temeroso, ser salvado
sino esperanza de conquistar,
paciente, mi libertad.
¡No sea yo tan cobarde, Señor,
que quiera tu misericordia en mi triunfo,
sino tu mano apretada en mi fracaso!
sino denuedo para afrontarlos.
No quiera yo que se apaguen mis dolores,
sino que sepa dominarlos mi corazón.
No busque yo amigos
por el campo de batalla de la vida
sino más fuerza en mí.
No anhele yo,
con afán temeroso, ser salvado
sino esperanza de conquistar,
paciente, mi libertad.
¡No sea yo tan cobarde, Señor,
que quiera tu misericordia en mi triunfo,
sino tu mano apretada en mi fracaso!
Tagore
LECTIO
DIVINA
La lepra desapareció y quedó purificado
+ Evangelio de nuestro
Señor Jesucristo según san Marcos
1, 40-45
Se acercó a Jesús un leproso para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le
dijo: «Si quieres, puedes purificarme». Jesús, conmovido, extendió la mano y lo
tocó, diciendo: «Lo quiero, queda purificado.» En seguida la lepra desapareció
y quedó purificado.
Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente: «No le digas nada a nadie, pero
ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que
ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio».
Sin embargo,
apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de
tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino
que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a Él de todas
partes.
Palabra del
Señor.
LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
Guías para la lectura:
El leproso es
el caso extremo y el prototipo de la marginación religiosa y social impuesta
por la Ley (Lev 13,34ss). Por su condición de impuro, y según lo que se enseña
en la sinagoga, este hombre cree estar excluido del acceso al reino de Dios.
El leproso
estaba obligado a mantenerse a distancia de los sanos; al acercarse a Jesús,
está violando la Ley, pero su angustia lo hace arriesgarse; de rodillas,
temiendo un castigo por su atrevimiento. El leproso ve en Jesús un poder
divino.
La reacción de
Jesús no es la que teme el leproso: al ver la miserable situación de aquel
hombre, se conmueve; este verbo se usaba en el judaísmo solamente para Dios, en
el NT, sólo para Jesús: el amor entrañable de Dios por los hombres se
manifiesta en Jesús. El no reconoce marginación alguna; la establecida por la
Ley no corresponde a lo que Dios es y quiere: el reinado de Dios no excluye a
nadie de la salvación. Jesús toca al leproso y éste queda limpio de la lepra.
Pero al
leproso, no le basta estar curado, tiene que convencerse de que ninguna
marginación procede de Dios. Cuando éste se convence, su alegría es grande y
difunde la noticia. Jesús ha tomado postura pública contra la marginación. En
consecuencia, queda marginado; no puede entrar abiertamente en los lugares
donde hay sinagogas (ciudades), pero aumenta el número de marginados que acuden
a Él. Se abre así el Reino a todos los excluidos.
MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
Preguntas para
la meditación:
¿Quiénes son
los marginados de hoy?
¿Tengo una
actitud conmovedora (moverme – con) hacia ellos o de aislamiento y
discriminación?
¿Tengo temor a
ser marginado por identificarme con los tales?
ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL
TEXTO BÍBLICO?
Señor que
tenga yo tu actitud de amor que me haga conmover de la situación de los
marginados.
Quítame el
temor de acercarme a ellos y “tocar su situación” para poder darles la salud
del encuentro y el acompañamiento.
CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO
BÍBLICO?
Pienso en el
temor de rechazo del leproso hacia Jesús, según el desprecio y discriminación a
que se veía sometido cotidianamente.
Reflexiono
acerca de la actitud y acción revolucionaria de Jesús, tocándolo y sanándolo.
ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO
BÍBLICO?
Preguntas para
la acción:
¿A cuáles
marginados sociales me tendría que acercar hoy?
¿Qué actitudes
discriminatorias, descalificadoras o de rechazo hacia los marginados debo
vencer en mí mismo?
¿Qué temores
de las consecuencias de conmoverme activamente con ellos debo quitar de mi
corazón?
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