Crean por las obras
PRIMERA
LECTURA
Oía los rumores de la gente: «
¡Terror por todas partes! ¡Denúncienlo! ¡Sí lo denunciaremos!» Hasta mis amigos
más íntimos acechaban mi caída: «Tal vez se lo pueda seducir; prevaleceremos
sobre él y nos tomaremos nuestra venganza.»
Pero el Señor está conmigo
como un guerrero temible: por eso mis perseguidores tropezarán y no podrán
prevalecer; se avergonzarán de su fracaso, será una confusión eterna,
inolvidable.
Señor de los ejércitos, que
examinas al justo, que ves las entrañas y el corazón, ¡que yo vea tu venganza
sobre ellos!, porque a ti he encomendado mi causa.
¡Canten al Señor, alaben al
Señor, porque él libró la vida del indigente del poder de los malhechores!
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 17, 2-3a. 3bc-4. 5-6. 7
R. En mi angustia invoqué al
Señor y Él me escuchó.
Yo te amo, Señor, mi fuerza,
Señor, mi Roca, mi fortaleza y
mi libertador. R.
Eres mi Dios, el peñasco en
que me refugio,
mi escudo, mi fuerza
salvadora, mi baluarte.
Invoqué al Señor, que es digno
de alabanza
y quedé a salvo de mis
enemigos. R.
Las olas de la Muerte me
envolvieron,
me aterraron los torrentes
devastadores,
me cercaron los lazos del
Abismo,
las redes de la Muerte
llegaron hasta mí. R.
Pero en mi angustia invoqué al
Señor,
grité a mi Dios pidiendo
auxilio,
y él escuchó mi voz desde su
Templo,
mi grito llegó hasta sus
oídos. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio
según san Juan 10, 31-42
Los judíos tomaron piedras
para apedrearlo.
Entonces Jesús dijo: «Les hice
ver muchas obras buenas que vienen del Padre; ¿por cuál de ellas me quieren
apedrear?»
Los judíos le respondieron:
«No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino porque blasfemas, ya que,
siendo hombre, te haces Dios.»
Jesús les respondió: « ¿No
está escrito en la Ley: Yo dije: Ustedes son dioses? Si la Ley llama dioses a
los que Dios dirigió su Palabra -y la Escritura no puede ser anulada- ¿Cómo
dicen: “Tú blasfemas”, a quien el Padre santificó y envió al mundo, porque
dijo: “Yo soy Hijo de Dios”?
Si no hago las obras de mi
Padre, no me crean; pero si las hago, crean en las obras, aunque no me crean a
mí. Así reconocerán y sabrán que el Padre está en mí y yo en el Padre.»
Ellos intentaron nuevamente
detenerlo, pero él se les escapó de las manos. Jesús volvió a ir al otro lado
del Jordán, al lugar donde Juan había bautizado, y se quedó allí. Muchos fueron
a verlo, y la gente decía: «Juan no ha hecho ningún signo, pero todo lo que
dijo de este hombre era verdad.» Y en ese lugar muchos creyeron en él.
Palabra del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
Jeremías cuando fue llamado por Dios a su vocación de
profeta era un muchacho y le tocó anunciar desgracias y catástrofes, si los
hombres no se convertían. El suyo fue un mensaje mal recibido por
todos, por el pueblo, por sus familiares, por las autoridades. Tramaron su
muerte, y él era muy consciente de ello. Pero a pesar del drama personal que
vive, triunfa en él la oración confiada en Dios.
Jeremías es como una figura, un anticipo, un bosquejo de
lo que será Jesús en los meses más duros de su vida: vigilado, perseguido,
apedreado, caminando hacia la muerte salvífica.
Con ocasión de la fiesta de la dedicación del Templo,
que conmemoraba la victoria de Judas Macabeo con la que el pueblo fue liberado
y el templo nuevamente consagrado, Jesús se paseaba por el templo, bajo el
pórtico de Salomón y los judíos lo rodearon increpándolo para que les dijera si
era verdaderamente el Mesías.
Jesús les responde, invitándolos a que vean las obras
que hace en nombre del Padre: ellas dan testimonio de su identidad. Jesús dice
que su actuación y obra en el mundo se fundamentan en su unión con Dios.
La calidad del hombre se prueba por la de sus obras;
Él demuestra ser enviado e Hijo de Dios con las obras que realiza. Los que lo
persiguen no pueden representar a Dios. Presentan y se glorían de tener
credenciales jurídicas, mientras que las únicas que atestiguan una
misión divina no son siquiera las palabras, sino las obras. De ellas
se debe deducir la unidad entre Jesús y el Padre; ambos tienen el mismo
objetivo, dar vida al hombre.
Los judíos deberían dejarse convencer por las obras de
Jesús. Pero sus cabezas están llenas de prejuicios y por eso rechazan a Dios en
Jesús irritándose tanto que toman piedras para tirárselas. La lapidación era el
castigo por gravísimos pecados, entre otros el de blasfemia.
Los que rechazan a Jesús y buscan matarlo, no lo hacen
por sus buenas obras, sino a causa de su pretensión de hacerse a sí mismo Dios,
cuando no es más que un simple hombre. Entienden esa afirmación de
Jesús como una blasfemia.
Nuestra fe cristiana descansa, se apoya,
en el testimonio de Cristo, Él es el revelador de Dios. La fe cristiana se
transmite, no por evidencia, sino por testimonio. Cristo es testigo
del Padre; los apóstoles son testigos de Cristo y muestra fe descansa en su
testimonio.
Nuestras obras deben dar testimonio, de
nuestra opción de vida cristiana, al igual que Jesús, nosotros realizamos las
obras que Él mismo realizó a fin de llevar a cabo el proyecto del Padre para
nuestro mundo. No se trata de hablar, sino de
mostrar con nuestra propia vida que pertenecemos a Cristo, que su camino es nuestro camino, que sus proyectos son los nuestros, en fin que ya no somos nosotros lo que vivimos sino que es Cristo quien vive en nosotros.
mostrar con nuestra propia vida que pertenecemos a Cristo, que su camino es nuestro camino, que sus proyectos son los nuestros, en fin que ya no somos nosotros lo que vivimos sino que es Cristo quien vive en nosotros.
Como el discípulo no es más que su Maestro, tenemos el
difícil desafío de afrontar la adversidad y la persecución como oportunidad
para dar testimonio fehaciente de fidelidad a Jesús. La fe no es un
blindaje que nos impide sentir la oposición, la burla, el dolor o la
incomprensión. Tampoco es la anestesia que nos distrae mientras el mundo sigue
rodando con violencia o crueldad.
La fe es una luz sobrenatural que nos permite
reconocer la fuerza de un amor que se ha entregado entero por
nosotros, y que nos mueve más allá de nosotros mismos, a continuar “haciendo
las obras buenas que hablan de Dios que ama al hombre y quiere su felicidad”.
En este camino el Señor está con nosotros. Este modo de vida nos hace
partícipes de su Pasión y resurrección. En comunión con Él, estamos haciendo
con nuestro andar por la vida, historia de Salvación.
PARA
DISCERNIR
¿Nuestras obras hablan de nuestra opción de fe?
¿Nuestros proyectos son los de Cristo?
¿Los defendemos y realizamos con todo el corazón?
REPITAMOS A
LO LARGO DE ESTE DIA
…Yo te amo, Señor, mi fortaleza…
PARA LA
LECTURA ESPIRITUAL
…Soportar los ultrajes, ser objeto de burla a causa de
la fe, es una señal de los creyentes, a lo largo del tiempo. Hace mal al cuerpo
y al alma cuando no pasa un día sin que el nombre de Dios sea expuesto a la
duda o la blasfemia.
¿Dónde está tu Dios? Yo lo confieso ante el mundo y
ante todos sus enemigos cuando desde el abismo de mi miseria creo en su bondad,
cuando desde la culpa creo en su perdón, desde la muerte en la vida, desde la
derrota en su victoria, desde el abandono en su presencia llena de gracia.
Quien ha encontrado a Dios en la cruz de Jesucristo sabe cómo Dios se esconde
de modo sorprendente en este mundo, sabe cómo está presente al máximo
precisamente donde pensábamos que estaba sumamente lejano. Quien ha encontrado
a Dios en la cruz perdona también a todos sus enemigos, porque Dios le ha
perdonado.
Oh Dios, no me abandones cuando tenga que padecer
ultrajes; perdona a todos los ateos, porque me has perdonado a mí, y lleva a
todos a ti, por la cruz de tu hijo amado. ¡Abandona cualquier preocupación y
espera! Dios sabe el momento de ayudarte y llegará sin duda, pues es Dios
verdadero. El será la salvación de tu rostro, pues te conoce y te ha amado aún
antes de crearte. No dejará que caigas. Estás en sus manos. Sólo podrás dar
gracias por todo lo sucedido, porque habrás aprendido que Dios omnipotente es
tu Dios. Tu salvación se llama Jesucristo.
Trinidad de Dios, te doy gracias por haberme elegido y
amado. Te doy gracias por los caminos por los que me guías. Te doy gracias
porque tú eres mi Dios. Amén…
D. Bonhoeffer, Memoria y fidelidad, Magnano 1995, 40s.
PARA REZAR
Para estar en el camino del
Señor
¿Quién será recibido en la casa de Dios?
¿Quién vivirá con él?
El que trata de practicar la justicia
y es auténtico en la búsqueda de la verdad,
el que no habla mal de los otros,
no hace mal a sus hermanos
ni trata de sacar ventaja de nadie,
ni insulta al prójimo.
A sus ojos
el mal intencionado no merece la admiración,
pero él respeta a los que aman a Dios.
Si ha jurado
no retrocede aunque salga perjudicado,
ni tampoco acepta la injusticia
para no perjudicar a los inocentes.
El que así proceda encuentra al Señor.
LECTIO DIVINA
Intentaron detenerlo, pero él se les escapó de las manos
+ Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 10, 31-42
Los judíos tomaron piedras para apedrearlo.
Entonces Jesús
dijo: «Les hice ver muchas obras buenas que vienen del Padre; ¿por cuál de
ellas me quieren apedrear?»
Los judíos le
respondieron: «No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino porque
blasfemas, ya que, siendo hombre, te haces Dios.»
Jesús les
respondió: «¿No está escrito en la Ley: Yo dije: Ustedes son dioses?
Si la Ley
llama dioses a los que Dios dirigió su Palabra -y la Escritura no puede ser
anulada- ¿Cómo dicen: "Tú blasfemas", a quien el Padre santificó y
envió al mundo, porque dijo: "Yo soy Hijo de Dios"?
Si no hago las
obras de mi Padre, no me crean; pero si las hago, crean en las obras, aunque no
me crean a mí. Así reconocerán y sabrán que el Padre está en mí y yo en el
Padre.»
Ellos
intentaron nuevamente detenerlo, pero él se les escapó de las manos.
Jesús volvió a
ir al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había bautizado, y se quedó
allí. Muchos fueron a verlo, y la gente decía: «Juan no ha hecho ningún signo,
pero todo lo que dijo de este hombre era verdad.» Y en ese lugar muchos
creyeron en él.
Palabra del Señor.
Palabra del Señor.
1. LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías para la lectura:
El contexto
del relato del Evangelio de hoy se encuentra entre los versículos 22 y
24: “Se celebraba entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era
invierno, y Jesús se paseaba por el Templo, en el Pórtico de Salomón. Los
judíos lo rodearon y le preguntaron: “¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si
eres el Mesías, dilo abiertamente”.
La fiesta de
la Dedicación , celebrada durante ocho días en diciembre, conmemora la
restauración y consagración del Templo de Jerusalén por Judas Macabeo en 164
a.C., después de haber sido profanado por Antíoco Epífanes. (1 Mac.4.52-59;
1.54). El pórtico de Salomón era una galería al oriente del Templo, en el lado
interior del muro que lo rodeaba.
En rigor de
verdad, la pregunta de los judíos que inducía a un “sincericidio” de Jesús ya
había sido respondida en el marco de la discusión anterior cuando Jesús
declara: “Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas”
(vs.11). Por ello responde de inmediato “Ya se los dije, pero ustedes no lo
creen” (vs.25). Luego, el Señor continúa la línea de argumentación del pastor
de ovejas, las cuales conocen sus obras a diferencia de sus polemistas que las
niegan, hasta que se decide a efectuar una declaración indubitable de su
condición trinitaria y mesiánica: “El Padre y yo somos una sola cosa” (vs.30).
No es de
extrañar entonces que el texto del Evangelio de hoy comience diciendo:
“Los judíos tomaron piedras para apedrearlo”. La respuesta de Jesús es una
pregunta que busca que ellos expresen directamente el delito cometido: “Les
hice ver muchas obras buenas que vienen del Padre; ¿por cuál de ellas me
quieren apedrear?”. En la respuesta de los judíos ya no caben dudas de las
causas de su dura sentencia: “No queremos apedrearte por ninguna obra buena,
sino porque blasfemas, ya que, siendo hombre, te haces Dios.”
Los judíos
pretendían ser jueces sobre Jesús, mientras él hizo dos cosas: los denunció
como jueces injustos y los llamó a fijarse en la evidencia concreta y así
portarse como jueces justos. De esta manera, Jesús se quedó con el estrado de
juez sobre los que pretendían enjuiciarlo.
Así dadas las
cosas, lo central en la argumentación de Jesús fue que sus contenedores se
confronten con las obras que hacía. No debían juzgar sus palabras sin hacer
frente a la evidencia de las obras, evidencia que demostraba, de hecho, la
unidad entre el Padre y el Hijo. Sin embargo, los judíos hicieron caso omiso a
las milagrosas obras públicas de Jesús.
La cita que Jesús
hace del Salmo 82: “Ustedes son dioses, todos son hijos del Altísimo” (82.6)
debe entenderse a la luz de todo el salmo. Éste en los versículos 2 al 5,
reprocha a los que juzgan injustamente y en lugar de defender a los débiles de
la comunidad, favorecen los intereses de los malvados y poderosos. Pero el
versículo siguiente, el que cita Jesús, hace una declaración importante que los
judíos debían conocer: “Pero morirán como cualquier hombre, caerán como
cualquiera de sus príncipes”. Finalmente, el salmo culmina de la manera que
comenzó, exaltando al Señor como el juez de la tierra y de los dioses: “El
Señor se levanta en la asamblea divina y juzga en medio de los dioses” (vs.1) y
“Levántante, Señor, juzga a la tierra, porque tú eres el dueño de todas las
naciones”. (vs.8). De esta manera, en lugar de juzgar a Jesús asimilándose
a los jueces corruptos del salmo 82, debían fijarse en las obras de Jesús
y reconocerlo como el Señor y juez que no está sujeto a las leyes de la muerte
como el resto de los mortales.
Sin embargo
sucede nuevamente la escena de la detención fallida y la salida indemne de
Jesús hasta que llegue la hora fijada por el Padre: “Ellos intentaron
nuevamente detenerlo, pero él se les escapó de las manos” (vs.39).
En los
versículos 40-42, se presenta al pueblo simple con su fe correcta, frente a los
“jueces de la religión” con su incapacidad de reconocer los signos de Dios en
los tiempos. El pueblo fue capaz de hacer lo que las autoridades no podían:
reconoció que, sin tener el comprobante de signos, el Bautista había dicho la
verdad en cuanto a Jesús. Y, sobre la base de ese testimonio, creyeron en
Jesús. El contraste con las autoridades no podía ser más grande: persistieron
en su ceguera, a pesar de haber tenido no sólo el testimonio del Bautista sino
también el de las obras.
2. MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Preguntas para la meditación:
Ø
¿De qué manera la reflexión de los signos y obras de Jesús fortifican mi fe?
Ø
¿Qué lección aporta a mi vida cristiana la exégesis que Jesús hace del Salmo
82?
Ø
¿Qué aprendo de la gente simple con su fe correcta?
3. ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO
BÍBLICO?
|
Señor, te
alabo por tus obras que hablan por sí mismas de que eres uno con el Padre y que
el Espíritu Santo me recuerda a través de tu palabra.
¡Gloria sea al
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo!
4. CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
|
Reflexiono en
las obras y los signos de Jesús narrados en el Evangelio de Juan y reconozco en
ellos la autoridad de Jesús y la voluntad del Padre.
Medito en el
contraste de la actitud de fe del pueblo sencillo frente a quienes cuestionan a
Jesús, poniéndose en calidad de jueces en lugar de mortales sujetos al juicio
de Dios.
5. ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
Ø
¿De qué manera mi fe se ve renovada hoy al leer las obras de Jesús?
Ø
¿Cómo y a quiénes voy a compartir la Buena Nueva de la persona de Jesús?
Ø
¿Cuáles son las obras de Dios y su reino que debo hacer hoy?
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