10 de abril de 2014

10 de abril de 2014 – CUARESMA - JUEVES DE LA SEMANA V 

El que es fiel a mi palabra no morirá

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Génesis    17, 1-9

    Abraham cayó con el rostro en tierra, mientras Dios le seguía diciendo:
    «Esta será mi alianza contigo: tú serás el padre de una multitud de naciones. Y ya no te llamarás más Abram: en adelante tu nombre será Abraham, para indicar que yo te he constituido padre de una multitud de naciones. Te haré extraordinariamente fecundo: de ti suscitaré naciones, y de ti nacerán reyes.
    Estableceré mi alianza contigo y con tu descendencia a través de las generaciones. Mi alianza será una alianza eterna, y así yo seré tu Dios y el de tus descendientes. Yo te daré en posesión perpetua, a ti y a tus descendientes, toda la tierra de Canaán, esa tierra donde ahora resides como extranjero, y yo seré su Dios.»
    Después, Dios dijo a Abraham: «Tú, por tu parte, serás fiel a mi alianza; tú, y también tus descendientes, a lo largo de las generaciones.»
Palabra de Dios.

SALMO    
Sal 104, 4-5. 6-7. 8-9 (R.: 8a) 
R.    El Señor se acuerda eternamente de su alianza.

    ¡Recurran al Señor y a su poder,
    busquen constantemente su rostro;
    recuerden las maravillas que él obró,
    sus portentos y los juicios de su boca! R.

    Descendientes de Abraham, su servidor,
    hijos de Jacob, su elegido:
    el Señor es nuestro Dios,
    en toda la tierra rigen sus decretos. R.

    El se acuerda eternamente de su alianza,
    de la palabra que dio por mil generaciones,
    del pacto que selló con Abraham,
    del juramento que hizo a Isaac. R.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Juan    8, 51-59

    Jesús dijo a los judíos:
    «Les aseguro que el que es fiel a mi palabra, no morirá jamás.»
    Los judíos le dijeron: «Ahora sí estamos seguros de que estás endemoniado. Abraham murió, los profetas también, y tú dices: “El que es fiel a mi palabra, no morirá jamás.” ¿Acaso eres más grande que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?»
    Jesús respondió: «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. Es mi Padre el que me glorifica, el mismo al que ustedes llaman “nuestro Dios”, y al que, sin embargo, no conocen. Yo lo conozco y si dijera: “No lo conozco”, sería, como ustedes, un mentiroso. Pero yo lo conozco y soy fiel a su palabra.
    Abraham, el padre de ustedes, se estremeció de gozo, esperando ver mi Día: lo vio y se llenó de alegría.»
    Los judíos le dijeron: «Todavía no tienes cincuenta años ¿y has visto a Abraham?»
    Jesús respondió: «Les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy.»
    Entonces tomaron piedras para apedrearlo, pero Jesús se escondió y salió del Templo.
Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

El Libro de Génesis nos presenta la alianza que Dios establece con Abraham. Una alianza perpetua. Los verdaderos descendientes de Abraham son aquellos que por la fe confían en las promesas de Dios. El cambio de nombre de Abraham, indica un cambio de misión: será el padre de una muchedumbre de pueblos, y su fe será referencia constante para sus hijos.
A ese hombre que estaba deseando un hijo, desde tanto tiempo, Dios le anuncia una fecundidad sobrehumana. La verdadera «fecundidad» de Abraham no es su descendencia biológica, que le vino por el nacimiento de Isaac, sino su fecundidad espiritual; porque puso su fe en Dios y se lanzó a la aventura espiritual más grande, abandonar su país, sus seguridades humanas renunciando a apoyarse en sus propias fuerzas, para apoyarse únicamente en Dios. Renunció a sus aparentes certezas naturales, para confiarse a la Palabra y a la Promesa de Otro, a esperarlo todo de Otro.

En el evangelio de hoy, Jesús se vincula a la gran historia que comienza en Abraham que exultó y se alegró esperando ver su día. Uno de los títulos más preciados del Israel del tiempo de Jesús, era el de ser “hijos de Abraham”, el padre de la fe, el patriarca trasmisor de la vida y del derecho a la tierra. Toda la fe del pueblo se apoyaba en la fe de este hombre que creyó contra toda esperanza.
Jesús, al tema de su identidad,  hoy añade el de la vida y la muerte en relación a la aceptación de la Palabra: en verdad el que guarda su palabra no probará la muerte jamás. Jesús ofrece la vida eterna a quienes escuchan y ponen en práctica su Palabra.
Los judíos, entienden las palabras de Jesús en forma literal y lo tildan de loco porque pretende ser más que Abraham y los profetas. Un hombre que asegura poder dar vida eterna con su palabra, no puede ser una persona “normal”, porque esa facultad le compete sólo a Dios. A la pregunta sobre su pretensión, Jesús vuelve a responder presentándose en relación al Padre, a quien Él conoce y por quien es enviado a anunciar la palabra. Para San Juan, mantenerse fiel a la Palabra de Jesús, da la Vida, tal como Jesús recibe la plenitud de la vida gloriosa del Padre, porque se mantiene obediente y guarda su Palabra.
No es Jesús el que da valor a su pretensión de dar la vida eterna, sino Dios mismo que glorificará a Jesús porque es fiel a su misión de revelador.
En el camino hacia la Pascua también nosotros sentimos la llamada a la vida. La Pascua es una invitación a entrar en sintonía sacramental y profunda con el Cristo que atraviesa la muerte hacia la vida. Así entramos en la nueva alianza del verdadero Abraham y nos hacemos con Él herederos de la vida.
Ser hijo de Abraham no se puede entender de una manera biológica, carnal, cuantitativa, sino de un modo simbólico o espiritual. Significa tener las cualidades espirituales de Abraham y su ideal de un pueblo amante de la justicia y de la libertad. La vida del discípulo es la de aquel que tiene que guardar “la Palabra” y entrar en el peregrinaje de vivirla cada día, haciéndola realidad en el trato con los demás, en el proyecto de vida, realizando el mandato de Jesús de amar a los hermanos con un amor como el suyo, capaz de llegar hasta la muerte y trascender la muerte.
Tener la vida eterna es saber que nuestro destino se realiza plenamente en la vida junto a Dios. En Él llegan a la perfección nuestros anhelos, afectos, ilusiones, sueños y luchas más queridas. En Él se superan todos nuestros males y todos nuestros límites. Desde Abraham hasta nosotros, todos los seres humanos nos gozamos en el día de Cristo, porque es el día de nuestra salvación que celebramos y hacemos nuestra en cada Pascua.
Si nuestra fe en Cristo es profunda, si no sólo sabemos cosas de Él, si no sólo «creemos en Él», sino que «le creemos a Él» y lo aceptamos como razón de ser de nuestra vida; si somos fieles como Abraham, si somos capaces de salir de nosotros para estar  en comunión con Cristo, tendremos vida y vida eterna. Quien guarda la palabra de Jesús con fe y la convierte en algo determinante para su vida, no verá la muerte jamás.

PARA DISCERNIR

¿De veras he apostado todo a Dios?
¿Confío realmente, en su Palabra?
¿Nos fiamos de nosotros mismos o de la Palabra del Señor?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DIA

…Yo me alegraré con el Señor… 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

…Permanece con él no sólo con el corazón, sino también con los oídos y los ojos, que van donde les lleva el corazón. El amor desea conocer y ver. Nosotros no hemos escuchado ni visto al Señor Jesús, Verbo hecho carne. Pero sabemos que su carne se ha hecho Palabra para hacerse carne en nosotros, que le escuchamos y contemplamos. Y es que el hombre se convierte en la palabra que escucha y se transfigura en el que tiene delante. La palabra que nos cuenta la historia de Jesús es para nosotros su carne, norma de fe y criterio supremo de discernimiento espiritual. De lo contrario, nos inventamos un Dios a la medida de nuestras fantasías religiosas (cf. Ef. 4,20; 1 Jn 4,2) y creemos no en él, sino en las ideas que nos hacemos de él.
No tenemos ninguna imagen de Dios y no debemos hacernos ninguna. Lo conocemos a través de su revelación a Israel y en el acontecimiento de Jesús, en el que habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad (Col 2,9).
Por consiguiente, lee siempre la Escritura para conocer la Palabra de la cual eres siervo para tu salvación y en favor de los hermanos. Es tu profesión específica de apóstol (Lc 1,2; Hch 6,4). Léela siempre con admiración y acción de gracias. La Palabra será luz para tus ojos, miel en la boca y gozo para tu corazón (Sal 19,9.1 1; 119,103.11 1). Lee y admira; conviértete y goza; discierne y elige, luego actúa.
Debes saber que donde no te admiras, no comprendes; donde no te conviertes, no gozas; donde no gozas, no disciernes; donde no disciernes, no eliges; donde no eliges, actúas inevitablemente según el pensamiento humano y no según el de Dios (Mc 8,33). Que la Palabra sea el centro de tu vida. Es Jesús, el Hijo, al que amas y deseas conocer cada vez más para amarlo siempre mejor y en verdad…
S. Fausti, Carta a Sita. Cuál es el futuro del cristianismo,
Casale Monf. 1991, 23s.
  
PARA REZAR

Jesucristo, el mismo ayer, hoy y siempre,
Señor de la historia,
viajero que acompaña nuestro caminar.
Danos la esperanza que no defrauda,
que en medio de las dificultades
y tristezas de la vida, no bajemos los brazos,
sino que los alcemos hacia Vos.
En tu palabra queremos echar las redes
y echar nuestra vida,
en tu nombre mantenernos firmes en el dolor
y seguros en la contrariedad.
Por tu amor,
amar hasta dar la vida,
Amar aunque duela.

LECTIO DIVINA

Abraham, vuestro padre, se alegró pensando ver mi día

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan    8, 51-59

    Jesús dijo a los judíos:
    «Les aseguro que el que es fiel a mi palabra, no morirá jamás.» 
    Los judíos le dijeron: «Ahora sí estamos seguros de que estás endemoniado. Abraham murió, los profetas también, y tú dices: "El que es fiel a mi palabra, no morirá jamás." ¿Acaso eres más grande que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?» 
   Jesús respondió: «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. Es mi Padre el que me glorifica, el mismo al que ustedes llaman "nuestro Dios", y al que, sin embargo, no conocen. Yo lo conozco y si dijera: "No lo conozco", sería, como ustedes, un mentiroso. Pero yo lo conozco y soy fiel a su palabra.  Abraham, el padre de ustedes, se estremeció de gozo, esperando ver mi Día: lo vio y se llenó de alegría.» 
    Los judíos le dijeron: «Todavía no tienes cincuenta años ¿y has visto a Abraham?» 
    Jesús respondió: «Les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy.»
    Entonces tomaron piedras para apedrearlo, pero Jesús se escondió y salió del Templo. 
Palabra del Señor.

LECTURA -  ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?

Guías para la lectura:

El texto del Evangelio de hoy es una continuidad narrativa de la lectio de ayer. La larga discusión entre Jesús y los judíos que “creyeron en él” se viene desarrollando desde el versículo 37 en torno a la paternidad con Abraham. La misma toma matices dramáticos cuando esta relación filial se discute en torno a ser un verdadero hijo de Dios (vs. 41-42), para luego virar hacia la filiación con el mismo demonio (vs.44-50).
En el versículo 51 Jesús retoma la centralidad del tema y la hace girar en torno a la fidelidad a su palabra “Les aseguro que el que es fiel a mi palabra, no morirá jamás”. Esto no es nuevo en la argumentación de Jesús en esta discusión. En el vs. 31 relaciona esa fidelidad a ser un verdadero discípulo, en los versículos 36-37 a la verdadera libertad y en los vs. 47-48 a la pertenencia a Dios. Ahora la relaciona con la vida eterna.
Esto es lo que produce la ira de sus polemistas “¿Acaso eres más grande que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?” (vs. 53).  En esas palabras, encontraron la prueba de su acusación, al pretender Jesús garantizar la vida a sus seguidores y de esa manera ser más fuerte que la muerte que había vencido al mismísimo Abraham.
La respuesta de Jesús es punzante y sin ningún tipo de eufemismos. Entre los vs. 54 al 56 declara de sí mismo que: su gloria viene del Padre, a quién él conoce íntimamente y a cuya palabra es fiel.  En la misma respuesta declara de sus polemistas que: no conocen a aquel que llaman su Dios y eso los hace mentirosos.
Pero es el retorno al tema de la filiación con Abraham el que provoca el desenlace violento de la discusión. Esto se da entre los versículos 56 al 58. Jesús profundiza el núcleo de la discusión al afirmar nada menos que: “Abraham, el padre de ustedes, se estremeció de gozo, esperando ver mi día: lo vio y se llenó de alegría.” Según algunas tradiciones judías, Abraham había contemplado en una visión las cosas futuras. También se interpretaba la risa de Abraham (Gn.17.16-17) como risa de alegría.
Los judíos que están muy lejos de entender el contenido profético de las palabras de Jesús, las toman de una manera literal: “Todavía no tienes cincuenta años ¿y has visto a Abraham?”. Seguramente por esa ceguera espiritual, Jesús no duda  en declarar su existencia trinitaria y su identificación divina,  relacionándola con la respuesta que recibe Abraham  de Dios acerca de su nombre: “Yo soy”. Les dice: “Les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy.”
Jesús acababa de dar la fórmula de la revelación reservada únicamente a Dios.  Mucho más que un viejo con cara de joven, Jesús se atrevió a pretender ser Dios.
Esta vez,  sus interlocutores entendieron perfectamente bien lo que Jesús decía: “Entonces tomaron piedras para apedrearlo”. Pero Jesús conocedor de los tiempos en la economía soteriológica de Dios “se escondió y salió del Templo”.

MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?

Preguntas para la meditación:

¿Cómo es la ecuación de glorificación que presenta Jesús?
¿Cómo interpreto el rol de Jesús en el universo al unir su presencia antes de Abraham, su identificación con el “Yo soy” y su unión eterna con él y su palabra?
¿Qué significa en mi vida de obediencia a la palabra de Dios el saber de boca de Jesús que Él se identifica como fiel a ella?

ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?

Señor, te doy gracias porque en tu persona hay vida abundante presente y eterna.
Señor, te alabo porque en la fidelidad a tu palabra encuentro la paz que me da reconocer tu voz y tu presencia.

CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?

Releo todo el relato de la polémica entre Jesús y los judíos “que creyeron en él” en voz alta y deteniéndome en los temas principales de debate.
Escribo las declaraciones personales de Jesús y luego las vuelvo a repetir y memorizar.

ACCIÓN -  ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?

Preguntas para la acción:

¿Qué efecto renovador de esperanza de vida me traen las palabras de Jesús en  el vs.52?
¿Qué efectos en mi vida presente producen las palabras de Jesús: “el que es fiel a mi palabra, no morirá jamás”?

¿Con quiénes voy a compartir estas verdades profundas de la persona y la misión de Jesús?

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