18 de mayo de
2014 - DOMINGO
V DE PASCUA – Ciclo A
Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida
PRIMERA LECTURA
Lectura de los Hechos de los
Apóstoles 6, 1-7
Como el número de discípulos
aumentaba, los helenistas comenzaron a distribución diaria de los alimentos.
Entonces los Doce convocaron a
todos los discípulos y les dijeron: «No es justo que descuidemos el ministerio
de la Palabra de Dios para ocuparnos de servir las mesas. Es preferible,
hermanos, que busquen entre ustedes a siete hombres de buena fama, llenos del
Espíritu Santo y de sabiduría, y nosotros les encargaremos esta tarea. De esa
manera, podremos dedicarnos a la oración y al ministerio de la Palabra.»
La asamblea aprobó esta
propuesta y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, a
Felipe y a Prócoro, a Nicanor y a Timón, a Pármenas y a Nicolás, prosélito de
Antioquía. Los presentaron a los Apóstoles, y estos, después de orar, les
impusieron las manos.
Así la Palabra de Dios se
extendía cada vez más, el número de discípulos aumentaba considerablemente en
Jerusalén y muchos sacerdotes abrazaban la fe.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 32, 1-2. 4-5. 18-19 (R.: 22)
R. Señor, que tu amor descienda
sobre nosotros,
conforme
a la esperanza que tenemos en ti.
Aclamen, justos, al Señor:
es propio de los buenos
alabarlo.
Alaben al Señor con la cítara,
toquen en su honor el arpa de
diez cuerdas. R.
Porque la palabra del Señor es
recta
y él obra siempre con lealtad;
él ama la justicia y el
derecho,
y la tierra está llena de su
amor. R.
Los ojos del Señor están fijos
sobre sus fieles,
sobre los que esperan en su
misericordia,
para librar sus vidas de la
muerte
y sustentarlos en el tiempo de
indigencia. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san
Pedro 2, 4-10
Queridos hermanos:
Al acercarse al Señor, la
piedra viva, rechazada por los hombres pero elegida y preciosa a los ojos de Dios,
también ustedes, a manera de piedras vivas, son edificados como una casa
espiritual, para ejercer un sacerdocio santo y ofrecer sacrificios
espirituales, agradables a Dios por Jesucristo.
Porque dice la Escritura: Yo
pongo en Sión una piedra angular, elegida y preciosa: el que deposita su
confianza en ella, no será confundido.
Por lo tanto, a ustedes, los
que creen, les corresponde el honor. En cambio, para los incrédulos, la piedra
que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: piedra de
tropiezo y roca de escándalo. Ellos tropiezan porque no creen en la Palabra:
esa es la suerte que les está reservada.
Ustedes, en cambio, son una
raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido para
anunciar las maravillas de aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable
luz.
Palabra de Dios.
ALELUIA Jn
14, 6
Aleluia.
Dice el Señor: Yo soy el
Camino, la Verdad y la Vida.
Nadie va al Padre, sino por
mí.
Aleluia.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Juan 14, 1-12
Jesús dijo a sus discípulos:
«No se inquieten. Crean en
Dios y crean también en mí. En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si
no fuera así, se lo habría dicho a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar. Y
cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos
conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes. Ya conocen el
camino del lugar adonde voy.»
Tomás le dijo: «Señor, no
sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?»
Jesús le respondió: «Yo soy el
Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si ustedes me
conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han
visto.»
Felipe le dijo: «Señor,
muéstranos al Padre y eso nos basta.»
Jesús le respondió: «Felipe,
hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha
visto, ha visto al Padre. ¿Cómo dices: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo
estoy en el Padre y que el Padre está en mí?
Las palabras que digo no son
mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras. Créanme: yo estoy en
el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras.
Les aseguro que el que cree en
mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al
Padre.»
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
La mayoría de la gente se queja de que no está donde
quiere estar, ni trabaja donde quiere trabajar, ni hace lo que quiere hacer. El
grado de satisfacción es para muchos mínimo o nulo.
Hay en la vida momentos de verdadera sinceridad en
que, de pronto, surgen de nuestro interior con una avidez desacostumbrada, las
preguntas más decisivas: ¿Adónde voy…? ¿qué espero? ¿en quién apoyo mi
vida?
Hoy vivimos en una sociedad altamente tecnificada en
la que se investigan los medios y se ignoran los fines. Diríase que nos tapan
los ojos para que no podamos descubrir nuestro propio camino, y después nos
dejan movernos y aún elegir muchas cosas. Pero sin libertad porque no sabemos
adónde vamos.
Muchos caminan y corren sin parar de acá para allá,
sin saber si su camino es el sensato. El hombre es, por naturaleza, un
ser itinerante, un ser en camino, en marcha; más aún: el hombre,
por su propia naturaleza, se ve forzado a tener que “andar caminos”. «Caminante,
no hay camino»–dijo Machado. Y añadió que cada cual es el que ha de trazar
su propia ruta abriéndose paso a golpes de creatividad y de esfuerzo:«Se
hace camino al andar».
Esto es verdad. Pero también es verdad que al hombre
se le brindan muchas ofertas. Tanto para el desvío como para el acierto, tanto
para su propia dignificación como para su degradación. Proliferan, abundan
caminos y encrucijadas que reclaman para sí el derecho de ser los únicos
válidos; ¿qué camino será el acertado, el que lleve al hombre a su
meta?
***
La primera lectura nos da a conocer un momento de la
comunidad primitiva: la elección de siete responsables que atiendan a
los cristianos que se habían convertido, provenientes del mundo helenista. No
se trata simplemente de diáconos que sirven a las mesas de los pobres, se trata
de representantes de los Apóstoles, de responsables directos de esta
comunidad.
En la segunda lectura, san Pedro nos ofrece una bella
descripción de la Iglesia. Es una construcción “espiritual”, por estar
construida y habitada por el Espíritu: la cohesión mutua de las piedras vivas
que la conforman es obra del Espíritu. Es la casa, la Iglesia que se va
congregando y edificando en torno a Cristo, la piedra angular. Este nuevo
templo espiritual ofrece acogida en medio de la inseguridad de la
marcha a través del desierto de la vida.
En el evangelio Tomás pide a Cristo que le muestre
al Padre. Cristo se sorprende de que en esos años de convivencia no hayan
descubierto en Él, el rostro del Padre. Cristo es la revelación del amor del
Padre. El Padre está en Cristo y Cristo está en el Padre. Las palabras que Él
nos dice, no las dice por propia cuenta, las pronuncia en nombre del Padre. “En
Cristo, que es la palabra de Dios, Dios Padre habla al mundo” (Hans Urs von
Balthasar).
***
En el fondo de cada corazón hay una cierta nostalgia
del hogar, de la casa paterna – materna. Este hogar añorado y querido, no es un
lugar para llegar al final de un día de trabajo o de estudio, para comer,
dormir y nada más. El hogar está donde alguien nos espera con amor, nos recibe,
nos cuida, nos acepta como somos; conoce nuestras posibilidades y nuestra
debilidad.
Los discípulos de Jesús creemos que hay un hogar
para el hombre, para todos los hombres que caminan, buscan sinceramente y no
flaquean. Pero el hogar del hombre no está en esta tierra. Ni
siquiera el hombre con todo lo que ha conseguido es para el hombre el hogar
pleno. El único que puede acoger plenamente al hombre y darle pleno
sentido a su vida es el Padre Dios.
Nuestro destino definitivo no es el vacío ni la
oscuridad, creemos que Alguien nos espera con amor, por eso podemos
hacer camino sin miedo a la muerte y a través de la misma muerte. En camino
hacia la Casa del Padre creemos que Jesús, nuestro hermano, se ha adelantado
con el fin de adueñarse del futuro y allí prepararnos sitio.
Este Cristo que es el rostro amoroso del Padre
volcado a los hombres, va a prepararnos un lugar en el reino definitivo.
Jesús con su muerte y resurrección nos ha abierto la vida eterna y nos
reconduce a la casa del Padre.
Por eso Jesús afirma: “¡Yo soy el camino, la
verdad y la vida!”. Sin camino, no se camina. Él mismo es el camino, porque
nadie va al Padre sino por Èl. Ya que, Él es la puerta, por la que las ovejas
entran y salen.
Vivir la experiencia de Jesús como camino, es
permanecer unidos a Él y vivir como Él vivió, amando a la humanidad con un amor
como el suyo, hasta la muerte. Vivir de este modo significa ser un hombre para
los demás, dar la vida para construir con todos un mundo más humano. Saliendo
al encuentro del otro es como llegaremos a la casa del Padre donde todos
seremos hermanos. El acceso a Dios en Jesucristo sólo es posible en la medida
en que nos acerquemos los unos a los otros, en que nos amemos los unos a los
otros como hemos sido amados por Jesucristo, el hermano y prójimo de todos los
hombres.
Sin verdad, no se acierta. El camino que se
nos ofrece para llegar al Padre no es una doctrina o un comportamiento ético,
sino una persona: Jesucristo. Él es la verdad porque es la Sabiduría
eterna y personificada de Dios. Es el sentido último de todas las cosas que da
consistencia a todo. Es la Verdad que confirma todas las verdades.
Jesucristo es la verdad del hombre hecho a imagen y semejanza de Dios. Jesús es
la verdad, porque mirándolo a Él, vemos la imagen del Padre. Cuanto más
nos acercamos a Cristo, más nos humanizamos; cuanto más nos alejamos de
Cristo, más nos desfiguramos. El que no se transfigura se desfigura. Cristo, el
hombre perfecto, el hombre verdadero.
Sin vida, sólo hay muerte. Jesús nos muestra el
sentido de la vida. Jesús es la vida, porque caminando como Jesús ha
caminado, estaremos unidos al Padre y tendremos la vida en nosotros. Jesús es
la vida, porque es el único que la posee en plenitud y puede comunicarla. Es el
único camino porque sólo su vida y su muerte muestran a la humanidad el
itinerario que la pueda llevar a la máxima realización. Los hombres se realizan
plenamente, desde una vida sostenida e iluminada por el amor fraterno, al
estilo de Jesús que da vida dando la vida.
***
Jesús afirma que su intimidad con el Padre no es un
privilegio sólo de Él, sino que es posible para todos nosotros que creemos en
Él. Jesús promete que través de Él, podemos llegar a hacer las mismas cosas que
Él hacía por el pueblo de su tiempo y aun mayores. Y podrán ser verdaderamente
mayores si se maduran en la oración y se sostienen desde la Palabra viva del
Señor.
En Jesús todo es revelación del Padre. Los signos y
obras que realiza son las obras del Padre. Así como Jesús fue un reflejo
claro del Padre para los suyos, nosotros en nuestro modo de vivir y
de compartir, tenemos que ser una revelación de Jesús Dios para este mundo. El
que nos ve, tiene que poder ver y reconocer en nosotros algo de este Jesús de Nazaret
que caminaba con los pobres, acogía a los marginados, curaba a los enfermos,
reinsertaba a los excluidos, desde una obediencia que lo identificaba
totalmente con el Padre.
El testimonio de vida es el mejor canal de
evangelización. No se trata tanto de hacer cosas para dar ejemplo, ni de
repetir gestos o copiar actitudes que nos parecen loables. Es una nueva
vida que va surgiendo por connaturalidad con el origen de la
vida, que es Dios y su enviado Jesucristo. Que nuestra vida sea,
como la de Jesús, un reflejo de la vida de Dios para que los que nos rodean se
sientan invitados a seguir el camino de Jesús.
PARA DISCERNIR
¿Cuál es el camino por el que más transita mi vida?
¿Dónde se apoyan mis criterios de juicio sobre las
distintas realidades?
¿En qué situaciones experimento que “hay Vida”?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
…Eres mi camino, mi verdad y mi vida…
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
…Hace algunos años, un hombre de Dios que me guiaba
entonces me envió un mensaje que me asustó mucho: «Sea siempre fiel a Dios en
la observación de sus promesas y no se preocupe de las burlas de los insulsos.
Sepa que los santos siempre se han hecho la burla del mundo y de los mundanos y
han sido pisoteados por el mundo y por sus máximas. El campo de la lucha entre
Dios y Satanás es el alma humana, donde se desarrolla esta lucha en todos los
momentos de la vida. Para vencer a enemigos tan poderosos, es preciso que el
alma dé libre acceso al Señor y sea fortalecida por él con toda suerte de
armas, que su luz la irradie para combatir contra las tinieblas del error, que
se revista de Jesucristo, de su verdad y justicia, del escudo de la fe, de la
Palabra de Dios. Para revestirnos de Jesucristo, es preciso que muramos a
nosotros mismos. Estoy seguro de que nuestra Madre celestial le acompañará paso
a paso.
Estaba yo confuso, mi mente daba vueltas, cavilaba en
estos pensamientos sin llegar a ninguna conclusión. Pasó después otro trecho de
vida y comprendí que morir a nosotros mismos es hacernos vivir a nosotros
mismos. Caigo en la cuenta de que los momentos de vida plena son aquellos en
que siento la tentación de hacer vivir en mí a Dios y su voluntad. Al final he
comprendido que abandonarme a Dios no significa haber superado todos mis
problemas, sino querer verdaderamente, con todo mi ser, que él pueda obrar en
mí y pueda encontrar en mí una plena colaboración. Al leer ahora de nuevo esta
carta, cada palabra toma un valor diferente y, contrariamente a hace algunos
años, me anima a continuar por este sendero…
E. Olivero,
Amar con el corazón de Dios, Turín 1993, pp. 72s.
PARA REZAR
Jesús es
Para mí, Jesús
es
El Verbo hecho carne.
El Pan de la vida.
La víctima sacrificada en la cruz por nuestros pecados.
El Sacrificio ofrecido en la Santa Misa por los pecados del mundo
El Verbo hecho carne.
El Pan de la vida.
La víctima sacrificada en la cruz por nuestros pecados.
El Sacrificio ofrecido en la Santa Misa por los pecados del mundo
y por los míos
propios.
La Palabra, para ser dicha.
La Verdad, para ser proclamada.
El Camino, para ser recorrido.
La luz, para ser encendida.
La Vida, para ser vivida.
El Amor, para ser amado.
La Alegría, para ser compartida.
El sacrificio, para ser dado a otros.
El Pan de Vida, para que sea mi sustento.
El Hambriento, para ser alimentado.
El Sediento, para ser saciado.
El Desnudo, para ser vestido.
El Desamparado, para ser recogido.
El Enfermo, para ser curado.
El Solitario, para ser amado.
El Indeseado, para ser querido.
El Leproso, para lavar sus heridas.
El Mendigo, para darle una sonrisa.
El Alcoholizado, para escucharlo.
El Deficiente Mental, para protegerlo.
El Pequeñín, para abrazarlo.
El Ciego, para guiarlo.
El Mudo, para hablar por él.
El Tullido, para caminar con él.
El Drogadicto, para ser comprendido en amistad.
La Prostituta, para alejarla del peligro y ser su amiga.
El Preso, para ser visitado.
El Anciano, para ser atendido.
Para mí, Jesús es mi Dios.
Jesús es mi Esposo.
Jesús es mi Vida.
Jesús es mi único amor.
Jesús es mi Todo
La Palabra, para ser dicha.
La Verdad, para ser proclamada.
El Camino, para ser recorrido.
La luz, para ser encendida.
La Vida, para ser vivida.
El Amor, para ser amado.
La Alegría, para ser compartida.
El sacrificio, para ser dado a otros.
El Pan de Vida, para que sea mi sustento.
El Hambriento, para ser alimentado.
El Sediento, para ser saciado.
El Desnudo, para ser vestido.
El Desamparado, para ser recogido.
El Enfermo, para ser curado.
El Solitario, para ser amado.
El Indeseado, para ser querido.
El Leproso, para lavar sus heridas.
El Mendigo, para darle una sonrisa.
El Alcoholizado, para escucharlo.
El Deficiente Mental, para protegerlo.
El Pequeñín, para abrazarlo.
El Ciego, para guiarlo.
El Mudo, para hablar por él.
El Tullido, para caminar con él.
El Drogadicto, para ser comprendido en amistad.
La Prostituta, para alejarla del peligro y ser su amiga.
El Preso, para ser visitado.
El Anciano, para ser atendido.
Para mí, Jesús es mi Dios.
Jesús es mi Esposo.
Jesús es mi Vida.
Jesús es mi único amor.
Jesús es mi Todo
LECTIO
DIVINA
Yo soy el camino, y la
verdad y la vida
+ Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 14, 1-12
Jesús dijo a sus discípulos:
«No se
inquieten. Crean en Dios y crean también en mí. En la Casa de mi Padre hay
muchas habitaciones; si no fuera así, se lo habría dicho a ustedes.
Yo voy a
prepararles un lugar. Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré
otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también
ustedes. Ya conocen el camino del lugar adonde voy.»
Tomás le dijo:
«Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?»
Jesús le respondió: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto.»
Jesús le respondió: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto.»
Felipe le
dijo: «Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta.»
Jesús le
respondió: «Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me
conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Cómo dices:
"Muéstranos
al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en
mí?
Las palabras
que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras.
Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las
obras.
Les aseguro
que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque
yo me voy al Padre.»
Palabra del
Señor.
1. LECTURA -
¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías para la lectura:
Las
predicciones dichas por Jesús debieron llenar de inquietud el corazón de los
discípulos. Podemos imaginarnos la escena: la sala, mal alumbrada por los
cirios vacilantes que comenzaban ya a extinguirse; un silencio angustioso en el
interior, y fuera ruidos de pasos, ir y venir de gente que a veces se detiene
junto a la puerta. ¿No vendrán ya a prender al Maestro? Jesús continúa su
discurso, reanimando a los discípulos: “No se turbe vuestro corazón. Creéis
en Dios, pues creed también en Mí”. Y les habla del cielo como de la
casa del Padre, donde hay habitaciones innumerables “Yo voy a prepararos
hospedaje, y, una vez que lo haga, vendré otra vez y os tomaré conmigo para
que, donde Yo estoy, estéis también vosotros”. Y después de esta promesa
enternecedora, añade con dulce condescendencia, para indicar que, mientras Él
esté ausente, los suyos tienen que seguir peregrinando: “Ya sabéis dónde
voy, y conocéis el camino”.
Pero los
discípulos no comprenden el íntimo sentido que encierra esa figura del viaje y
de la ciudad hacia la cual hay que caminar. Tomás lo confiesa con una pregunta
que nos retrata una vez más su temperamento lógico, pesimista y amigo de las
realidades palpables: “Señor – dice con una agudeza puramente racional
-, no sabemos dónde vas; ¿cómo vamos a conocer el camino?”. Cristo no
quiere discutir. Ante estas almas débiles, pero consagradas a Él por el amor,
su respuesta es llevarlas pacientemente hacia otras verdades más altas:
levantarlas a la región superior en que Él vive. Antes había dicho a Marta: “Yo
soy la resurrección y la vida”. Ahora dice a Tomás: “Yo soy el camino,
la verdad y la vida. Nadie vine al Padre sino por Mí; si me conociereis a Mí,
conoceríais también al Padre; y desde ahora lo conocéis y le habéis visto”,
es acaso una alusión a la Eucaristía que acaban de recibir. Cristo es el camino
que hay que seguir, la verdad que hay que creer, la vida que hay que esperar.
El que está unido a Él lo tiene todo: tiene al Padre y ve al Padre, no con los
ojos corporales, sino con los del espíritu.
Al llegar
aquí, una nueva interrupción acentúa el carácter familiar de esta última
conversación de Jesús con sus Apóstoles. El que ahora interviene es Felipe,
espíritu rectilíneo, que se perdía en aquel mundo de verdades sublimes y de
divinas enseñanzas. A su entender, hay un medio para evitar todas las
dificultades. Tomás pedía que Jesús le dijese el lugar donde se dirigía y el
camino que era necesario seguir. Felipe cree ser menos exigente: “Señor
– dice a Jesús -, muéstranos al Padre, y eso nos basta”. Con un temblor
de suave tristeza, responde el Señor: “Tanto tiempo como hace que estoy con
vosotros, ¿y no me habéis conocido? Felipe, el que me ve a Mí, ve también al
Padre”. Está maravillado de aquella miopía espiritual. La unión con el
Padre es el ser mismo de Jesús; de ella depende su vida humana; su doctrina es
luz de aquel foco; sus milagros, manifestaciones del poder divino, y, sin
embargo, los mismos que lo aman siguen sin comprender el misterio. “¿No
crees que Yo estoy en el Padre y el Padre está en Mi? Si no me creéis a Mí,
creed a las obras”. La visión de que les hablaba era la de la fe; sólo más
tarde podrían disfrutar de otra visión más alta. Pero la fe manifiesta desde
ahora su certidumbre con un poder maravilloso. “En verdad, en verdad os
digo: el que cree en Mí hará también las obras que yo hago, y mayores aún.
Porque todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, os lo concederé para que el
Padre sea glorificado en el Hijo”.
2. MEDITACIÓN
- ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Preguntas para la meditación:
Ø ¿Me
identifico con Tomás y/o Felipe? ¿En qué? ¿En qué medida?
Ø ¿Qué
significado tiene para mi vida de hoy el conocer las promesas de Jesús para un
mañana?
Ø ¿De
qué formas busco a Jesús como Camino?
3. ORACIÓN -
¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
|
Señor, perdón
porque muchas veces me sorprendo con actitudes de incredulidad o duda como
Tomás o Felipe. Fortalece mi fe y ayúdame a buscarte siempre como Camino para
que me muestres la Vida abundante que hay en Ti y la Verdad que contienen tus
palabras.
4. CONTEMPLACIÓN
- ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
|
Reflexiono en
la actitud de Tomás y Felipe y en sus motivaciones, pensamientos, dudas, ...,
que motivaron sus palabras.
Trato de ver
si en mí hay similitudes con ellos y busco en las respuestas dadas por Jesús
las que necesito para fortalecer mi fe.
5.
ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO
BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
Ø ¿Qué
actitudes voy a adoptar para encontrar en mi interior zonas de incredulidad?
Ø ¿Dejo
que las palabras de Jesús llenen mi alma de paz y seguridad?
Ø ¿Estoy
dispuesto a compartir las verdades contenidas en el texto de hoy con alguien?
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