Santos Pedro y Pablo, apóstoles - Solemnidad
PRIMERA LECTURA
Lectura de los Hechos de los apóstoles 12, 1-11
Por aquel entonces, el rey Herodes hizo arrestar a
algunos miembros de la Iglesia para maltratarlos. Mandó ejecutar a Santiago,
hermano de Juan, y al ver que esto agradaba a los judíos, también hizo arrestar
a Pedro. Eran los días de «los panes Ácimos.»
Después de arrestarlo, lo hizo encarcelar, poniéndolo bajo la custodia de
cuatro relevos de guardia, de cuatro soldados cada uno. Su intención era
hacerlo comparecer ante el pueblo después de la Pascua. Mientras Pedro estaba
bajo custodia en la prisión, la Iglesia no cesaba de orar a Dios por él.
La noche anterior al día en que Herodes pensaba
hacerlo comparecer, Pedro dormía entre los soldados, atado con dos cadenas, y
los otros centinelas vigilaban la puerta de la prisión.
De pronto, apareció el Ángel del Señor y una luz
resplandeció en el calabozo. El Ángel sacudió a Pedro y lo hizo levantar,
diciéndole: «¡Levántate rápido!» Entonces las cadenas se le cayeron de las
manos.
El Ángel le dijo: «Tienes que ponerte el cinturón y
las sandalias» y Pedro lo hizo. Después de dijo: «Cúbrete con el manto y
sígueme.»
Pedro salió y lo seguía; no se daba cuenta de que
era cierto lo que estaba sucediendo por intervención del Ángel, sino que creía
tener una visión.
Pasaron así el primero y el segundo puesto de
guardia, y llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad. La puerta se
abrió sola delante de ellos. Salieron y anduvieron hasta el extremo de una
calle, y en seguida el Ángel se alejó de él.
Pedro, volviendo en sí, dijo: «Ahora sé que
realmente el Señor envió a su Ángel y me libró de las manos de Herodes y de
todo cuanto esperaba el pueblo judío.»
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9 (R.: 5)
R. El Señor me libró de todos
mis temores.
Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloría en el Señor:
que lo oigan los humildes y se alegren. R.
Glorifiquen conmigo al Señor,
alabemos su Nombre todos juntos.
Busqué al Señor: él me respondió
y me libró de todos mis temores. R.
Miren hacia él y quedarán resplandecientes,
y sus rostros no se avergonzarán.
Este pobre hombre invocó al Señor:
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.
El Angel del Señor acampa
en torno de sus fieles, y los libra.
¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!
¡Felices los que en él se refugian! R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a
Timoteo 4, 6-8. 17-18
Querido hermano:
Yo ya estoy a punto de ser derramado como una
libación, y el momento de mi partida se aproxima: he peleado hasta el fin el
buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe. Y ya está preparada para mí
la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me dará en ese Día, y no
solamente a mí, sino a todos los que hayan aguardado con amor su Manifestación.
Pero el Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas,
para que el mensaje fuera proclamado por mi intermedio y llegara a oídos de
todos los paganos. Así fui librado de la boca del león.
El Señor me librará de todo mal y me preservará
hasta que entre en su Reino celestial. ¡A él sea la gloria por los siglos de
los siglos! Amén.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 16,
13-19
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús
preguntó a sus discípulos: «¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién
dicen que es?»
Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el
Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas.»
«Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?»
Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú eres
el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de
Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre
que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te
daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará
atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el
cielo.»
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
El Prefacio de este día en el que celebramos a San Pedro y a San Pablo nos
ayuda a descubrir a cada uno de ellos como dos formas de ser y de actuar que
llevan adelante la obra de Cristo en su Iglesia. Dos personalidades con temperamentos
y dotes muy distintos.
Pedro, impulsivo, generoso noble, dispuesto a la entrega a Cristo y a su
causa como así de inestable es nuestra roca firme y nuestro guía en la fe que
profesamos. Es lo que le pidió Cristo después de aquella triple confesión de
fidelidad: apacienta a mis ovejas. Es el pescador del mar de Galilea fuerte y
decido, que deja todo para seguir radicalmente a Jesús y aquel que después,
consolidará la Iglesia primitiva con los israelitas que creyeron y la conducirá
a lo largo de la historia mediante sus sucesores. Pedro es la autoridad
constituida por Cristo para darle la unidad y la solidez necesarias a la
Iglesia para que sea signo visible y eficaz de salvación para todos los
hombres.
Saulo de Tarso, genio de alta formación en la más pura tradición judía,
apasionado y profundo; perseguidor de la Iglesia y asesino de cristianos es
llevado por su celo por la verdad, su fidelidad a Dios y a la fe de sus
antepasados a convertirse en el más ferviente y más dinámico predicador,
fundador y maestro de comunidades creyentes fuera de Israel y a lo largo de las
márgenes del Mar Mediterráneo. Su personalidad, su genio y su imagen son las
que le permitieron extender la fe de la Iglesia naciente.
Ambos representan dos líneas de pensamiento y de acción diferentes que
conforman el ser, la misión y el quehacer de la Iglesia de todos los tiempos.
Por eso, “después de haber congregado por caminos diversos a la familia de Cristo, esa misma familia los asocia ahora en su veneración con una sola corona”
Por eso, “después de haber congregado por caminos diversos a la familia de Cristo, esa misma familia los asocia ahora en su veneración con una sola corona”
Ambos apóstoles, son signo de una Iglesia llamada a ser instrumento de
salvación para todos los hombres y mujeres que buscan y aman la verdad y desde
el amor a Dios se esfuerzan por la práctica de la justicia y de la paz. Pero en
los dos, lo más importante que se observa es la apertura a la acción de la
gracia que, poco a poco, los va transformando en instrumentos para la misión
evangelizadora. Los dos llegan al final con generosidad y capacidad suficientes
para dar su vida por el Evangelio. Los dos nos recuerdan que el cristiano
alcanza la santidad en la medida en que abre el corazón a la acción de la
gracia.
Las columnas que sostienen la comunión eclesial ejercieron su función desde
la cercanía afectiva y entusiasmante hacia el Maestro y amigo. La Iglesia no es
producto de su historia, sino de su experiencia de la presencia del fundador en
ella.
La Iglesia necesitó y necesita un principio sólido, estable y permanente de
autoridad y de unidad en la misión. Éste es Pedro y sus sucesores. Pero también
necesita del elemento innovador que movido por el Espíritu esté continuamente
buscando las formas de acercamiento al hombre en su cultura y en sus
circunstancias propias de cada tiempo y de cada lugar. Éste es Pablo y la
multitud de hombres y mujeres que a su imagen renuevan continuamente la Iglesia.
Esta fiesta es una invitación a todos los que integramos la Iglesia, a una
conversión permanente hacia Dios y hacia el mundo, según los criterios del
evangelio. Que Pedro, la roca firme, sea nuestro ejemplo y nos ayude a confesar
a Jesús y volver a él con humildad, a pesar de nuestras negaciones. Que Pablo,
el Apóstol nos de la apertura de corazón y la audacia para anunciar a
Jesucristo a todos los que desean ser fieles al plan de Dios.
Dos tipos distintos
Pero, ¿qué hay de común entre el humilde pescador de Galilea y el gran
intelectual salido de la academia de Tarso y de la prestigiosa escuela de
Gamaliel?
Pedro anduvo con Jesús de Nazareth por los caminos de Galilea, siguiéndolo
con generosidad, tomando el liderazgo entre sus compañeros, sufriendo las
consecuencias de la terquedad de su noble corazón. Él acompañó al Maestro hasta
el fin, o mejor, casi hasta el fin, cuando su debilidad lo llevó a negarlo;
pero su fidelidad fue finalmente la del amor primero de Jesús, porque la mirada
misericordiosa del Señor le llegó bien hondo y lo llamó de nuevo.
Pablo no caminó con el Jesús terreno, ni escuchó sus parábolas, ni
compartió con él la cena. Más bien -a pesar de que escuchó hablar de él- lo que
hizo fue combatir a los cristianos que propagaban su memoria y afirmaban su
resurrección. También él experimentó la misericordia del Resucitado, quien lo
llamó en el camino de Damasco e hizo de él el intrépido apóstol que abrió
tantos caminos al evangelio y formó muchas de las comunidades que todavía hoy
siguen inspirando las nuestras.
Un camino de comunión
Pedro y Pablo, dos hombres bien diferentes en sus orígenes, formación y
temperamento que, a pesar de sus resistencias, fueron ambos llamados y
moldeados por las palabras y el Espíritu de Jesús. Pero el mismo Señor hizo que
sus ministerios fueran complementarios y los constituyó en pilares de la
Iglesia naciente.
Hay que destacar que el entendimiento entre ellos no fue fácil. Ambos
tuvieron que aprender los caminos de la “comunión”, núcleo del evangelio. Por
ejemplo, en Gálatas 2,9, Pablo cuenta con alegría como en la visita a Jerusalén
Pedro, Santiago y Juan “nos tendieron la mano en señal de comunión”, pero
también como luego tuvo que reprenderlo: “al ver que no procedía con rectitud,
según la verdad del Evangelio, lo acusó de arrastrar a otros a “actuar la misma
comedia” (ver 2,11-14).
La complementariedad entre los dos apóstoles es necesaria. En materia de
“comunión”, la Iglesia no nació “sabida”, ella tuvo que aprender. Es bonito ver
eso: a pesar de contar con las “memoria” de la palabras y dichos de Jesús,
entre los primeros cristianos nadie sabía de una vez por todas lo que había que
hacer en todas las circunstancias de la vida. Por eso, cuando tenían un
problema, dialogaban entre ellos y, si era el caso, no tenían reparo en debatir
algunos temas polémicos que iban surgiendo. Lo importante era que (1) lo hacían
con una fidelidad total al Señor, sin apartar la mirada de Jesús; y (2) se
dejaban orientar por los apóstoles. Así, la Iglesia primitiva, fue un verdadero
volcán de amor, abierta dócilmente a la guía del Espíritu Santo, pronta para el
servicio de la Palabra. Esta era la raíz de la comunión eclesial que fue
animada por los apóstoles.
P. Fidel Oroño. Cebipal
PARA REZAR
“Me has dicho: ‘Anda y enseña a todas las naciones’ (Mt 28,19).
Creí y por eso hablé (Sal 116,10; 2 Cor 4,13)
Me prohibieron enseñar en tu Nombre (Hch 5,28),
pero yo obedecí a Dios antes que a los hombres (Hch 5,29).
Fui extremadamente humillado (Sal 116,3),
pero estoy feliz de haber sido considerado digno
de padecer ultrajes por el Nombre de Jesús (Hch 5,41).
Y cada día, en el Templo y en las casas,
no dejé de anunciar, oh Jesús, que Tú eres el Cristo (Hch 5,42).
Apacenté el rebaño que me confiaste,
lo cuidé de buena gana, apacible con todos (1 Pe 5,2).
Los que odiaban la paz me atacaron sin motivo (Sl 12).
Me regocijé por tener parte en tus sufrimientos.
Me alegraré cuando se manifieste tu Gloria.
Fui ultrajado por tu Nombre, pero de eso me regocijé,
pues tu Espíritu, oh Dios, reposó en mí.
Padecí como cristiano y no tuve vergüenza.
Glorifiqué a Dios por el Nombre de cristiano (1 Pe 4,14).
Y tú, rompiste mis lazos (Sl 116,16).
Reconocí verdaderamente que Tú mandaste a tu Ángel
y me libraste de la expectación del pueblo (Hch 12,1-19).
A ti me ofrezco en hostia de alabanza,
y tu Nombre aún lo invoco (Sl 116,4).
Cumplo mi promesa a la faz de todo el pueblo,
en los atrios de tu Templo Santo, en medio de
Jerusalén (Sl 116,18-19),
no dejaré de anunciar que Tú eres el Cristo“.
Oración compuesta con base en el Salmo
116,
pasajes de los Hechos de los Apóstoles y
1ª Pedro 4 y 5;
Preparada por el Monasterio Apostólico
Piedra Blanca- Colombia
LECTIO
DIVINA
Tú eres Pedro, y te daré las
llaves del Reino de los Cielos
+ Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 16, 13-19
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
¿Qué dice la
gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?»
Ellos le
respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros,
Jeremías o alguno de los profetas.»
«Y ustedes,
les preguntó, ¿quién dicen que soy?»
Tomando la
palabra, Simón Pedro respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Y Jesús le
dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni
la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú
eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte
no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo
lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en
la tierra, quedará desatado en el cielo.»
Palabra del Señor.
Palabra del Señor.
1. LECTURA - ¿QUÉ
DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías para la lectura:
El evangelio
de hoy habla de tres puntos: la opinión de la gente respecto de Jesús (Mt
16,13-14), la opinión de Pedro respecto de Jesús (Mt 16,15-16) y la respuesta
de Jesús a Pedro (Mt 16,17-19).
● Mateo
16,13-14: La
opinión de la gente respecto de Jesús.
Jesús hace una
pregunta respecto a la opinión de la gente hacia su persona. Las respuestas son
variadas: Juan Bautista, Elías, Jeremías, un profeta. Nadie acierta. Hoy
también, es grande la variedad de opiniones de la gente respecto de
Jesús.
● Mateo
16,15-16: La
opinión de Pedro respecto de Jesús.
Enseguida,
Jesús pide la opinión de los discípulos. Pedro se convierte en portavoz y dice:
“¡Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo!” La respuesta no es nueva.
Anteriormente, los discípulos habían dicho lo mismo (Mt 14,33). En el Evangelio
de Juan, Marta hace la misma profesión de fe (Jn 11,27). Significa que en Jesús
se realizan las profecías del AT.
● Mateo
16,17-19: La respuesta
de Jesús a Pedro. La respuesta tiene varias partes:
- Bienaventurado tú Pedro. Jesús proclama a Pedro “¡Bienaventurado!”, porque recibiste una revelación del Padre. Aquí también la respuesta de Jesús no es nueva. Anteriormente, Él había alabado al Padre por haber revelado el Hijo a los pequeños y no a los sabios e inteligentes (Mt 11,25-27) y había hecho la misma proclamación de felicidad a los discípulos porque estaban viendo y oyendo cosas que antes nadie conocía (Mt 13,16).
- Pedro es Piedra. Pedro debe ser piedra, esto es, debe ser fundamento firme para la Iglesia para poder resistir contra las puertas del infierno. Con estas palabras de Jesús, Mateo anima a las comunidades perseguidas de Siria y Palestina. A pesar de ser débiles y perseguidas, las comunidades tienen un fundamento firme, garantizado por la palabra de Jesús. La piedra, como fundamento de la fe, evoca la palabra de Dios al pueblo en el exilio: “¡Escúchenme, los que van tras la justicia, ustedes, los que buscan al Señor! Fíjense en la roca de la que fueron tallados, en la cantera de la que fueron extraídos; fíjense en su padre Abraham y en Sara, que los dio a luz: cuando él era uno solo, yo lo llamé, lo bendije y lo multipliqué.”. (Is 51,1-2). Indica un nuevo comienzo.
- Pedro, Piedra. Jesús da un nombre a Simón y lo llama Piedra (Pedro). Pedro es Piedra de dos formas: fundamento (Mt 16,18) y es piedra de tropiezo (Mt 16,23). En nuestra iglesia católica insistimos mucho en Pedro-piedra-fundamental. Pedro, por un lado, era débil en la fe, dividido, trató de desviar a Jesús, tuvo miedo en el huerto, se durmió y huyó, no entendía lo que Jesús decía. Por otro lado, era como los pequeños que Jesús proclamó bienaventurados. Siendo uno de los doce, se hace de ellos portavoz. Más tarde, después de la muerte y de la resurrección de Jesús, su figura creció y se volvió símbolo de la Comunidad. Pedro está firme no por mérito propio, sino porque Jesús rezó por él, para que su fe no desfalleciera (Lc 22,31-34)
- Iglesia, Asamblea. La palabra Iglesia, en griego eklésia, aparece 105 veces en el NT, casi exclusivamente en los Hechos de los Apóstoles y en las Cartas. En los evangelios aparece tres veces, solamente en Mateo. La palabra significa literalmente “convocada” o “escogida”. Indica a la gente que se reúne convocada por la Palabra y trata de vivir el mensaje del Reino que Jesús trae. La Iglesia o la comunidad no es el Reino, pero sí un instrumento y una muestra del Reino. El Reino es mayor. En la Iglesia, en la comunidad tiene que aparecer a los ojos de todos, aquello que acontece cuando un grupo humano deja que Jesús reine y sea el centro de sus vidas.
- Las llaves del Reino. Pedro recibe las llaves del Reino. Este mismo poder de atar y desatar es dado también a las comunidades (Mt 18,18) y a los otros discípulos (Jn 20,23). Uno de los puntos en que el evangelio de Mateo insiste más es en la reconciliación y el perdón. Es una de las tareas más importantes de los coordinadores y coordinadoras de las comunidades. Imitando a Pedro, tienen que atar y desatar, es decir, procurar que reinen la reconciliación, la aceptación mutua, la construcción de la fraternidad.
- Bienaventurado tú Pedro. Jesús proclama a Pedro “¡Bienaventurado!”, porque recibiste una revelación del Padre. Aquí también la respuesta de Jesús no es nueva. Anteriormente, Él había alabado al Padre por haber revelado el Hijo a los pequeños y no a los sabios e inteligentes (Mt 11,25-27) y había hecho la misma proclamación de felicidad a los discípulos porque estaban viendo y oyendo cosas que antes nadie conocía (Mt 13,16).
- Pedro es Piedra. Pedro debe ser piedra, esto es, debe ser fundamento firme para la Iglesia para poder resistir contra las puertas del infierno. Con estas palabras de Jesús, Mateo anima a las comunidades perseguidas de Siria y Palestina. A pesar de ser débiles y perseguidas, las comunidades tienen un fundamento firme, garantizado por la palabra de Jesús. La piedra, como fundamento de la fe, evoca la palabra de Dios al pueblo en el exilio: “¡Escúchenme, los que van tras la justicia, ustedes, los que buscan al Señor! Fíjense en la roca de la que fueron tallados, en la cantera de la que fueron extraídos; fíjense en su padre Abraham y en Sara, que los dio a luz: cuando él era uno solo, yo lo llamé, lo bendije y lo multipliqué.”. (Is 51,1-2). Indica un nuevo comienzo.
- Pedro, Piedra. Jesús da un nombre a Simón y lo llama Piedra (Pedro). Pedro es Piedra de dos formas: fundamento (Mt 16,18) y es piedra de tropiezo (Mt 16,23). En nuestra iglesia católica insistimos mucho en Pedro-piedra-fundamental. Pedro, por un lado, era débil en la fe, dividido, trató de desviar a Jesús, tuvo miedo en el huerto, se durmió y huyó, no entendía lo que Jesús decía. Por otro lado, era como los pequeños que Jesús proclamó bienaventurados. Siendo uno de los doce, se hace de ellos portavoz. Más tarde, después de la muerte y de la resurrección de Jesús, su figura creció y se volvió símbolo de la Comunidad. Pedro está firme no por mérito propio, sino porque Jesús rezó por él, para que su fe no desfalleciera (Lc 22,31-34)
- Iglesia, Asamblea. La palabra Iglesia, en griego eklésia, aparece 105 veces en el NT, casi exclusivamente en los Hechos de los Apóstoles y en las Cartas. En los evangelios aparece tres veces, solamente en Mateo. La palabra significa literalmente “convocada” o “escogida”. Indica a la gente que se reúne convocada por la Palabra y trata de vivir el mensaje del Reino que Jesús trae. La Iglesia o la comunidad no es el Reino, pero sí un instrumento y una muestra del Reino. El Reino es mayor. En la Iglesia, en la comunidad tiene que aparecer a los ojos de todos, aquello que acontece cuando un grupo humano deja que Jesús reine y sea el centro de sus vidas.
- Las llaves del Reino. Pedro recibe las llaves del Reino. Este mismo poder de atar y desatar es dado también a las comunidades (Mt 18,18) y a los otros discípulos (Jn 20,23). Uno de los puntos en que el evangelio de Mateo insiste más es en la reconciliación y el perdón. Es una de las tareas más importantes de los coordinadores y coordinadoras de las comunidades. Imitando a Pedro, tienen que atar y desatar, es decir, procurar que reinen la reconciliación, la aceptación mutua, la construcción de la fraternidad.
2. MEDITACIÓN
- ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Preguntas para la meditación:
Ø ¿Cuáles
son las opiniones que existen en nuestra comunidad sobre Jesús?
Ø Estas
diferencias en la forma de vivir y expresar la fe: ¿enriquecen la comunidad o
perjudican el camino y la comunión?
Ø ¿Por
qué?
3.
ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A
PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
|
En este día
del Papa, oremos especialmente y mantengamos toda la jornada una actitud de
oración por S.S. Francisco.
Utilizamos
como guía de oración una escrita por Marcelo A. Murúa, y tomada del sitio
www.BuenasNuevas.com
Padre Bueno,
que siempre
escuchas el clamor de tu pueblo,
te pedimos por
nuestro pastor, el papa Francisco.
Anímalo y dale
fuerzas con tu Espíritu,
para que unido
a los obispos pastores
de todas las
iglesias diocesanas del mundo,
guíe la vida
de los cristianos
por las
huellas del camino de Jesús.
En el espíritu
de san Francisco de Asís, Señor,
te pedimos ser
una Iglesia pobre y fraterna,
con un corazón
abierto y compasivo a los que sufren,
a los que no
tienen lugar, a los que son excluidos,
a los que
padecen violencia, a los enfermos de toda dolencia,
a los que
dejan su tierra como migrantes,
y a los niños,
jóvenes y mayores que mueren por la droga,
en todos
ellos, y en muchos otros, vemos tu rostro sufriente,
y queremos,
como enseñó Francisco al besar al leproso,
dar muestras
concretas de un amor que haga crecer la vida.
Queremos ser,
con el papa Francisco,
con nuestros
obispos pastores,
con todas las
comunidades cristianas,
una Iglesia
sencilla y servidora,
que anuncie
con alegría el Evangelio de Jesús,
que ame y
cuide la naturaleza y la Tierra, casa de todos,
que trabaje
junto a otros para hacer un mundo de hermanos,
que se alegre
con María, y con Ella se haga fuerte en la fe y la esperanza,
porque para
Dios “no hay nada imposible”.
- Que así sea
-
4. CONTEMPLACIÓN
- ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
|
ALELUIA Mt 16, 18
Aleluia.
Tú eres Pedro,
y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia,
y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella.
Aleluia.
Aleluia.
Tú eres Pedro,
y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia,
y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella.
Aleluia.
5. ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
Ø ¿Quién
es Jesús para mí?
Ø ¿Quién
soy yo para Jesús?
Ø ¿De
qué manera la respuesta a estos dos interrogantes son determinantes de mi vida
cristiana práctica?
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