4 de agosto de
2014 – TO – LUNES DE LA SEMANA XVIIII
San Juan María Vianney
Mándame ir a tu
encuentro sobre el agua
PRIMERA
LECTURA
Lectura del libro del profeta
Jeremías 28, 1-17
Aquel mismo año,
al comienzo del reinado de Sedecías, rey de Judá, el cuarto año, en el quinto
mes, Ananías, hijo de Azur, que era un profeta de Gabaón, me habló así en la
Casa del Señor, en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo:
«Así habla el
Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: ¡Yo he quebrado el yugo del rey de
Babilonia! Dentro de dos años, devolveré a este lugar los objetos de la Casa
del Señor que Nabucodonosor, rey de Babilonia, sacó de este lugar y se llevó a
Babilonia. Y también a Jeconías, hijo de Joaquím, rey de Judá, y a todos los
deportados de Judá que fueron a Babilonia, los haré volver a este lugar
-oráculo del Señor- cuando yo quiebre el yugo del rey de Babilonia.»
Entonces el
profeta Jeremías se dirigió al profeta Ananías, en presencia de los sacerdotes
y de todo el pueblo, que estaban de pie en la Casa del Señor, y el profeta
Jeremías dijo: « ¡Amén! ¡Que así lo haga el Señor! Que el Señor cumpla tus
palabras, las que tú has profetizado, haciendo volver los objetos de la Casa
del Señor y a todos los deportados, de Babilonia a este lugar. Sin embargo, escucha
bien esta palabra que yo digo a tus oídos y a los oídos de todo el pueblo: Los
profetas que nos han precedido desde siempre, a mí y a ti, profetizaron la
guerra, el hambre y la peste a numerosos países y contra grandes reinos. Pero
si un profeta profetiza la paz, sólo cuando se cumple la palabra de ese
profeta, él es reconocido como profeta verdaderamente enviado por el Señor.»
El profeta Ananías
tomó la barra que estaba sobre el cuello de Jeremías y la quebró. Luego dijo,
en presencia de todo el pueblo: «Así habla el Señor: De esta misma manera,
dentro de dos años, yo quebraré el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, que
está encima del cuello de todas las naciones.» Y el profeta Jeremías se fue por
su camino.
Después que el
profeta Ananías quebró la barra que estaba sobre el cuello del profeta
Jeremías, la palabra del Señor llegó a Jeremías, en estos términos: «Ve a
decirle a Ananías: Así habla el Señor: Tú has quebrado barras de madera, pero
yo pondré en lugar de ellas barras de hierro. Porque así habla el Señor de los
ejércitos, el Dios de Israel: Yo he puesto un yugo de hierro sobre todas estas
naciones, para que sirvan a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y ellas lo
servirán; hasta los animales del campo se los he dado.»
El profeta Jeremías
dijo al profeta Ananías: « ¡Escucha bien, Ananías! El Señor no te ha enviado, y
tú has infundido confianza a este pueblo valiéndote de una mentira. Por eso,
así habla el Señor: Yo te enviaré lejos de la superficie del suelo: este año
morirás, porque has predicado la rebelión contra el Señor.»
El profeta Ananías
murió ese mismo año, en el séptimo mes.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 118, 29. 43. 79. 80. 95.
102 (R.: 68b)
R. Señor, enséñame
tus mandamientos.
Apártame del
camino de la mentira,
Y dame la gracia
de conocer tu ley. R.
No quites de mi
boca la palabra verdadera,
Porque puse mi
esperanza en tus juicios. R.
Que se vuelvan
hacia mí tus fieles;
Los que tienen en
cuenta tus prescripciones. R.
Que mi corazón
cumpla íntegramente tus preceptos,
Para que yo no
quede confundido. R.
Los malvados están
al acecho para perderme,
Pero yo estoy
atento a tus prescripciones. R.
No me separo de
tus juicios,
Porque eres tú el
que me enseñas. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 14, 22-36
Después que se
sació la multitud, Jesús obligó a los discípulos que subieran a la barca y
pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud.
Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba
allí, solo.
La barca ya estaba
muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra. A
la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, al
verlo caminar sobre el mar, se asustaron. «Es un fantasma», dijeron, y llenos
de temor se pusieron a gritar.
Pero Jesús les
dijo: «Tranquilícense, soy yo; no teman.»
Entonces Pedro le
respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua.»
«Ven», le dijo
Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en
dirección a él. Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como
empezaba a hundirse, gritó: «Señor, sálvame.» En seguida, Jesús le tendió la mano
y lo sostuvo, mientras le decía: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?»
En cuanto subieron
a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en ella se postraron ante él,
diciendo: «Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios.»
Al llegar a la
otra orilla, fueron a Genesaret. Cuando la gente del lugar lo reconoció,
difundió la noticia por los alrededores, y le llevaban a todos los enfermos,
rogándole que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y todos los que
lo tocaron quedaron curados.
Palabra del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
Baruc nos narra una de las escenas más
dramáticas de la actividad de Jeremías. Jeremías después de los gestos
simbólicos del cinturón de lino y el taller del alfarero aparece caminando por
la calle encorvado, con un yugo de madera al cuello.
El rey Sedecías cree que, con la
ayuda militar de otros reyes vecinos, va a poder resistir a Nabucodonosor.
Jeremías quiere hacerle a entender que van a caer en la esclavitud como castigo
de los males que han hecho.
Pero el problema surge cuando un profeta
de la corte, Ananías asegura a las autoridades que no hay que tener
miedo porque Dios los librará una vez más y vencerán a los ejércitos del norte.
Jeremías reconoce que es muy fácil anunciar la felicidad y no encuentra ningún
placer en anunciar la prueba y el sufrimiento. También él desea la felicidad y
desearía que Ananías tuviera razón.
Ananías cree que Yahvé tiene obligación de
salvar a su pueblo siempre, la elección comporta una seguridad total, Jerusalén
es inviolable; Jeremías, en cambio, sabe que Yahvé es libre y tiene
decidido un período de castigo para salvar, después, con más plenitud; y
preparar al hombre a recibir esta salvación.
Ananías conduce al pueblo y a las
autoridades a una confianza falsa. Cuando Ananías rompe el yugo de
madera, Jeremías, se retira, pero luego, recibe entonces una nueva palabra de
Yahvé, que le descubre la mentira de Ananías y lo confirma en su postura y se
siente forzado por el mismo Yahvé, a anunciar la muerte a Ananías como castigo
y confirmación de que no tenía razón. Jeremías intenta ser fiel a la
voluntad de Dios, por eso se atreve a denunciar los pecados de sus
oyentes y a anunciar castigos.
Jeremías presenta los criterios para
discernir entre un verdadero y un falso profeta: no hay que
fiarse del que nos anuncia éxitos, porque puede que lo diga solamente para
conformar al oyente, mientras que al que anuncia la dureza de la
existencia, le podemos creer porque eso no es algo fácil de decir.
***
Después de la multiplicación de los panes,
Jesús obligó a los discípulos a que se embarcaran y que se adelantaran a la
otra orilla, mientras El despedía a la gente. Estos, maravillados por el
milagro, querían arrastrar a Jesús a la aventura política intentando
proclamarlo rey.
Jesús conocía a sus discípulos, que
compartían esa misma perspectiva de mesianismo temporal. Por eso los obligó a
alejarse de allí. Después de despedir a la multitud, Jesús ora por ellos, para
que no cedan a la tentación de un Mesías de poder.
Al anochecer, seguía allí solo. Mientras
tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, maltratada por las olas, porque
llevaba viento contrario. De madrugada, se les acercó Jesús caminando por el
lago. Los discípulos se asustaron mucho creyendo que era un fantasma, pero
Jesús los invita a no tener miedo y no se presenta; dice
sencillamente: “Soy yo”.
Pedro, con cierta presunción, desafía en cierto modo a Jesús. Le pide que
lo mande ir hacia Él sobre el agua. Cree en el poder «milagroso» de Jesús, no
en la fuerza del Reino. Pedro quiere andar sobre el agua, participar de la
misma condición divina de Jesús. Éste lo acepta y lo invita. Sin embargo, Pedro
ante el viento, siente miedo; esperaba la condición divina sin obstáculos,
de manera automática y milagrosa. Se ha olvidado que el discípulo vive
en medio de la oposición y persecución del mundo.
Pedro siente miedo porque no ha entendido que la misión se realiza
con la entrega total. Pedro llama a Jesús en el momento de la dificultad,
forzándolo a intervenir. Cree todavía que la salvación, será una intervención
milagrosa de Dios, desde el cielo, que resuelve la situación desesperada del
hombre. El concepto de Jesús es distinto: estando con Él, el hombre
se basta a sí mismo y ya está salvado. La presencia de Jesús hizo que amainara
el viento. La reacción del grupo de apóstoles está llena de admiración: «realmente
eres Hijo de Dios».
Jesús compaginaba su intenso y generoso
trabajo misionero con los momentos de soledad y oración. En el diálogo con su
Padre es donde encontraba, también Él, la fuerza para su entrega a los demás.
Para que nuestra actividad no
sea sólo humanamente buena y hasta generosa, sino que sea realizada desde
las motivaciones de Dios, necesitamos ese contacto permanente
con el Padre.
La barca de los discípulos, zarandeada por vientos contrarios, es símbolo de
la Iglesia que vive agitada por los problemas internos y la oposición. Pero
también es símbolo de nuestra propia vida, con sus tempestades y
vaivenes. En ambos casos, sin Jesús en la barca todo parece hundirse. Si lo
dejamos subir, el viento calma. En los momentos de tempestad, deben resonar las
palabras de Jesús: «Ánimo, soy yo, no tengan miedo». Y confiar en
Él.
La victoria es fruto únicamente de
la fe en Jesús Salvador; fe que excluye cualquier sentimiento de
confianza en uno mismo, de entusiasmo inútil, de temor o de duda. A pesar de
que tengamos que caminar sobre las aguas embravecidas del sufrimiento, físico o
moral, entre vientos de oposiciones; no dudemos de la presencia de Jesús;
El no permitirá que la prueba supere nuestras fuerzas.
PARA
DISCERNIR
¿Cómo vivimos la misericordia?
¿Qué podemos hacer para saciar el hambre
de nuestros hermanos?
¿Confío en la providencia del Señor?
¿Qué significa confiarse a la providencia?
REPITAMOS A
LO LARGO DE ESTE DÍA
Habla, Señor: anunciaré tu Palabra
PARA LA
LECTURA ESPIRITUAL
…”El camino de la experiencia gradual de
Dios fue también, para la Iglesia de los orígenes, el camino de una libertad
cada vez mayor. Para mí, la vía de la mística es el auténtico camino hacia la
libertad.
Por el camino místico nos tropezamos, en
primer lugar, con nuestra verdad personal. Y sólo la verdad nos hará libres.
Descubrimos aquí los modelos de vida de los que somos prisioneros, nuestros
modos de ver ilusorios que distorsionan la realidad y a causa de los cuales nos
hacemos mal. Cuanto más nos acercamos a Dios, con mayor claridad reconocemos
nuestra verdad. Cuanto más unidos estamos a Dios, más libres nos volvemos.
Todos anhelamos la libertad, pero la
verdadera libertad no consiste en la liberación con respecto a una soberanía
externa a nosotros mismos, sino que consiste en la libertad interior, en la
libertad respecto al dominio del mundo, en la libertad respecto al poder de los
otros hombres y mujeres, y respecto a la libertad de las constricciones
interiores y exteriores.
Debe quedar claro que la libertad
constituye un aspecto esencial del mensaje cristiano y que todo camino
espiritual auténtico conduce al final a la libertad interior. Y esto es así
porque la experiencia de Dios y la experiencia de la libertad están
intrínsecamente conectadas”…
Anselm Grün- edición española:
Portarse bien con uno mismo, Sígueme, Salamanca 1999.
PARA REZAR
Te comparto mi esperanza
Te comparto mi esperanza de esperar cada momento
con la misma fuerza y ganas de la primera mañana.
Ofrecer siempre las manos abiertas y no cerradas,
saber entregar amor a través de la mirada.
Aprender a dar la vida, compartir la espera larga,
al lado de los que sufren hacer la fe solidaria.
Soñar con las utopías, vivir para realizarlas,
luchando por los ideales, y la justicia sumarla.
Saber caminar con otros en lucha comunitaria, para que
todos los hombres vivan una vida más humana.
Vivir para los demás, como nos mostró Jesús,
hasta entregarnos su vida en lo alto de una cruz.
Vivir mirando las cosas con la mirada de Dios,
para hacer un mundo nuevo de Justicia, Paz y Amor.
No creas que será fácil caminar este camino pero
las crisis ayudan a ir descubriendo el sentido.
La verdad que hay en las cosas es un tesoro escondido,
quien equivoca la senda, tal vez su vida ha perdido.
El Evangelio te muestra como no errar el camino,
de veras, vale la pena a Jesucristo seguirlo.
Te comparto mi esperanza de empezar cada momento
con la misma fuerza y ganas de la primera mañana.
con la misma fuerza y ganas de la primera mañana.
Ofrecer siempre las manos abiertas y no cerradas,
saber entregar amor a través de la mirada.
Aprender a dar la vida, compartir la espera larga,
al lado de los que sufren hacer la fe solidaria.
Soñar con las utopías, vivir para realizarlas,
luchando por los ideales, y la justicia sumarla.
Saber caminar con otros en lucha comunitaria, para que
todos los hombres vivan una vida más humana.
Vivir para los demás, como nos mostró Jesús,
hasta entregarnos su vida en lo alto de una cruz.
Vivir mirando las cosas con la mirada de Dios,
para hacer un mundo nuevo de Justicia, Paz y Amor.
No creas que será fácil caminar este camino pero
las crisis ayudan a ir descubriendo el sentido.
La verdad que hay en las cosas es un tesoro escondido,
quien equivoca la senda, tal vez su vida ha perdido.
El Evangelio te muestra como no errar el camino,
de veras, vale la pena a Jesucristo seguirlo.
Te comparto mi esperanza de empezar cada momento
con la misma fuerza y ganas de la primera mañana.
Marcelo A. Murúa
04 Agosto
San Juan María Vianney – “El santo cura de
Ars” (1786-1859)
Sacerdote diocesano, miembro de la Tercera Orden
Franciscana, que tuvo que superar incontables dificultades para llegar a
ordenarse de presbítero. Su celo por las almas, sus catequesis y su ministerio
en el confesionario transformaron el pueblecillo de Ars, que a su vez se
convirtió en centro de frecuentes peregrinaciones de multitudes que buscaban al
Santo Cura. Es patrono de los párrocos.
Oremos
Dios todopoderoso y lleno de bondad, que nos has dado
en San Juan María Vianney un modelo de pastor apasionadamente consagrado a su
ministerio, concédenos, por su intercesión, dedicar como él nuestras vidas a
ganar para Cristo a nuestros hermanos por medio de la caridad y alcanzar, juntamente
con ellos, la gloria eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
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