Conmemoración de los fieles difuntos
…Yo soy el camino la verdad y la vida…
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Apocalipsis. Ap
21,1-5a.6b-7.
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una
tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra han pasado, y el mar
ya no existe. Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo,
enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo.
Y escuché una voz potente que decía
desde el trono: -Esta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre
ellos. Ellos serán su pueblo y Dios estará con ellos. Enjugará las lágrimas de
sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer
mundo ha pasado.
Y el que estaba sentado en el trono
dijo: -«Ahora hago el universo nuevo». Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio
y el Fin. Los sedientos beberán de balde de la fuente de agua viva. El que ha
vencido es heredero universal: yo seré su Dios y él será mi hijo.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 129, 1-8
R: A ti, Señor,
elevo mi alma.
¡Cuánto me han asediado desde mi
juventud
que lo diga Israel,
cuánto me han asediado desde mi
juventud,
pero no pudieron contra mí! R.
Clavaron un arado en mis espaldas
y abrieron largos surcos.
Pero el Señor, que es justo,
rompió el yugo de los impíos. R.
¡Retrocedan llenos de vergüenza
todos los que aborrecen a Sión:
sean como la hierba de los techos,
que se seca antes de ser arrancada! R.
Con ella, el segador no llena su mano,
ni cubre su pecho el que ata las
gavillas.
Y nadie comenta al pasar:
“El Señor los ha bendecido”. R.
Descienda sobre ustedes nuestra
bendición,
en el nombre del Señor. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del
apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 15, 20-23
Hermanos:
Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos. Porque la muerte vino al mundo por medio de un hombre, y también por medio de un hombre viene la resurrección.
En efecto, así como todos mueren en
Adán, así también todos revivirán en Cristo, cada uno según el orden que le
corresponde: Cristo, el primero de todos, luego, aquellos que estén unidos a él
en el momento de su Venida.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 24, 1-8
El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado. Ellas encontraron removida la piedra del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.
Mientras estaban desconcertadas a
causa de esto, se les aparecieron dos hombres con vestiduras deslumbrantes.
Como las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del
suelo, ellos les preguntaron: “¿Porqué buscan entre los muertos al que está
vivo? No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que él les decía cuando aún
estaba en Galilea: “Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos
de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día”". Y
las mujeres recordaron sus palabras.
Palabra de Dios.
Palabra de Dios.
PARA REFLEXIONAR
El aumento de la violencia y la
inseguridad nos hacen vivir momentos muy intensos, muy dolorosos que
nos llenan de indignación, de temor, de impotencia. Sentimos que la
posibilidad de la muerte está agazapada, escondida, en cualquier
esquina, en cualquier momento, a plena luz del día. Podemos llegar a
aceptar, no sin esfuerzo, la muerte inevitable y esperada como parte del
proceso natural de la vida, pero el corazón se quiebra y la razón no encuentra
respuestas cuando la vida es arrebatada porque sí, sin otra razón que el robo,
la corrupción, la venganza o el desequilibrio de quien tiene un arma en la mano.
Cuando nos rodea la muerte injusta, violenta y absurda, nos damos cuenta que
cualquier muerte a pesar de su inevitabilidad, no entra en
nuestros cálculos.
Su venida nos sorprende siempre y
nos deja perplejos y enmudecidos. La muerte es trágica, y
dolorosa porque contradice el deseo de vida. Cuando entra
en nuestra casa y nos arrebata a un ser querido, entonces con toda
crudeza nos preguntamos:
¿Se puede celebrar
la muerte?
La liturgia nos propone hacer memoria
de los fieles difuntos. El sentido de la conmemoración es ante todo la
fiesta, la memoria agradecida con Dios y con esos hermanos que nos han tomado
la delantera en el encuentro definitivo con nuestro Padre.
Celebramos al Dios de la Vida,
al Dios que Salva, al Dios de la Resurrección. Nuestro Dios no es un
Dios de muertos, sino de vivos, por eso desde el corazón de la
muerte, celebramos y proclamamos la resurrección.
***
La primera lectura lleva
nuestros pensamientos hacia la eternidad, se abren ante
nosotros perspectivas de aquel “nuevo cielo” y de
aquella “nueva tierra”, que serán la “morada de Dios entre
los hombres”; donde “Dios enjugará las lágrimas de
sus ojos, y la muerte no existirá más, no habrá duelo, ni gritos, ni
trabajo, porque todo esto es ya pasado”. Esta es ya realidad
vivida, por la inmensa multitud de los santos, que en el cielo
gozan del encuentro con Dios.
***
Pablo habla del hecho histórico de la
resurrección de Jesucristo para resaltar su valor salvífico, viendo en esa
resurrección el principio de la nueva creación. Cristo resucita, pero resucita
como “primicias” de los muertos, y por su unión a Él viven ahora ya “nueva
vida” y resucitarán todos los que han creído en él. Es el nuevo Adán que
arrastra consigo a toda la humanidad hacia la justicia y la vida.
***
La perspectiva última para el
cristiano no es la muerte, sino la vida. Y la vida eterna; esa
es su esperanza, una participación plena más allá
de los límites de la vida presente y más allá de la muerte, en la vida
misma infinita de Dios.
En la certeza de la resurrección de
Jesús radica la serenidad del cristiano frente a la muerte. Serenidad que no se
confunde con insensibilidad o resignación apática; muy por el
contrario es el convencimiento firme de que la muerte, contrariamente
a lo que parece, no tiene la última palabra. La muerte ha sido
vencida por la vida nueva del resucitado.
Por eso, la invitación a creer que hace
Jesús en el Evangelio, significa creer en un amor que está más
allá de las debilidades humanas. Un amor
que es más fuerte que cualquier mal que los hombres podemos hacer. Un amor que es vida para siempre, esperanza que no falla, confianza infinita.
que es más fuerte que cualquier mal que los hombres podemos hacer. Un amor que es vida para siempre, esperanza que no falla, confianza infinita.
Creemos que Dios ha venido a vivir
en medio de nosotros, creemos que Dios ha vivido nuestra misma vida,
con sus angustias y dolores, con sus ilusiones y esperanzas, en la persona
de su Hijo. Nuestra misma vida, vivida con un amor infinito, totalmente
entregado a un amor hasta la muerte. Un amor que ha vencido,
definitivamente, el mal, el dolor y la muerte misma. Un amor que es
resurrección, vida nueva para siempre.
Los cristianos, cuando recordamos
a nuestros difuntos, lo hacemos mirando a Jesús, muerto en la cruz
por amor, que ha resucitado, y que vive por siempre, y que nos llama a
todos a compartir su vida. Esto no significa que esté ausente el dolor que
siempre significa recordar a las personas que ya no están
entre nosotros. Pero hay una invitación a experimentar la
paz, que nos da saber que nuestros difuntos, están en buenas
manos, en las manos de este Dios que quiere acoger a todos sus hijos.
Creer en Dios significa recordar
a nuestros difuntos, con la esperanza de que compartirán esta vida nueva de
Jesús, resurrección que también nosotros compartiremos un día, si caminamos por
este mundo siguiendo los pasos de Jesús, amando como Jesús, y confiando en
Dios como Jesús confiaba.
Hay garantía para los discípulos, de
una vida que se prolonga más allá de la muerte; si el proyecto
de Jesús, su Evangelio, como camino, lo recorremos como Él mismo lo recorrió;
si la Verdad de Jesús, la proclamamos como Él la proclamó; si la Vida
que es Jesús, la vivimos como Él vivió. La vida traspasa las murallas de
la muerte.
Porque el misterio total del hombre
sólo alcanza a vislumbrarse desde el misterio de Cristo, el
enigma tremendo de nuestra muerte sólo puede ser iluminado desde la
suya, asumida libre y amorosamente por nosotros y por nuestra salvación;
superada luego por el poder de Dios con su resurrección gloriosa; anticipo
y prenda a su vez de nuestra propia resurrección.
Dios es un Dios de vida y de vivos, no
un Dios de muerte. Hoy es un día para la esperanza. Si la muerte
ha sido vencida, ¿qué nos puede hacer temblar? Nada. Si
vencer la muerte es posible -ha sido realidad ya en Jesucristo- ningún
horizonte está cerrado. Para quien sepa ponerse confiadamente en
manos de Dios, habrá desaparecido toda esclavitud, toda opresión, toda
muerte. Y todo esto nos llevará a vivir en verdadera y continua
esperanza, que nos lleva a trabajar con toda confianza por ese mundo
nuevo, distinto, en paz, en armonía y fraternidad que todos queremos; pero
que pocos ponen los medios eficaces para alumbrarlo entre nosotros.
Hoy, fiesta de los fieles
difuntos, es continuación y complemento de la de ayer. Junto a todos los santos
ya gloriosos, queremos celebrar la memoria de nuestros difuntos.
Muchos de ellos formarán parte, sin duda, de esa “inmensa multitud” que
celebrábamos ayer. Pero hoy, no queremos rememorar su memoria en cuanto “santos”,
sino en cuanto difuntos. En esta Eucaristía que celebramos recordando a
nuestros difuntos, comemos el Cuerpo de Cristo para unirnos a Él
más fuertemente. Porque la Eucaristía es compartir ya ahora su vida nueva,
como prenda de que un día viviremos su resurrección.
PARA DISCERNIR
¿Cuál es mi actitud ante la muerte?
¿La aguardo con angustia o esperanza?
¿Cómo reaccionas
ante la muerte de un ser querido?
¿Cómo podemos
entender la muerte desde la vida y pasión del Señor?
¿Cómo me preparo
para el día en que el Señor me llame?
REPITAMOS Y VIVAMOS
HOY LA PALABRA
…Creo, Señor que
sos la Resurrección y la Vida…
PARA LA LECTURA
ESPIRITUAL
…” ¿Creemos que
nosotros gozaremos de la eterna bienaventuranza? Somos mortales, pero
quien nos lo ha prometido es omnipotente, es Dios. Y, ¿no puede hacer
un ángel del hombre el que hizo al hombre de la nada? ¿O es que
Dios tiene al hombre por nada, habiendo muerto por él su Hijo único?
Cobre alientos la flaqueza humana, no desespere, no se abata, no diga:
“¡Es imposible!”. Dios lo ha prometido. Apareció entre los hombres, vino
a tomar nuestra muerte y a prometernos su vida…, pues dijo: “Padre,
quiero que donde estoy yo estén también ellos conmigo”. ¡Qué inmenso
amor! Vino donde estamos nosotros, para que estemos con Él, donde
Él está. Hombre mortal, Dios te ha prometido que vivirás eternamente. ¿No
lo crees? Créelo, créelo, pues es más lo que ha hecho que lo que te ha
prometido. ¿Qué hizo? Morir por ti. ¿Qué prometió? Que vivirás con Él. Es
más increíble que el Eterno muera que el mortal viva eternamente.
Pues bien, lo más
increíble ya ha sucedido, Dios murió por el hombre; entonces, ¿no ha de
vivir el hombre con Dios, no vivirá eternamente el hombre mortal por
quien murió el que vive para siempre? El Verbo se hizo carne para ser
cabeza de la Iglesia. Algo nuestro ya está arriba, en el cielo: la carne
que aquí tomó el Verbo, la carne en la que murió, en la que fue
crucificado.
Tus primicias te
han precedido, ¿y todavía dudas de que tú has de seguirlas?”…
San Agustín. Narraciones sobre los salmos, 148, 8
PARA REZAR
Hoy te bendice nuestro corazón,
Padre, Dios de la vida,
porque en Cristo Jesús,
vencedor del pecado y de la muerte,
vemos que el fin de nuestro camino es
la vida contigo.
En Jesús radica nuestra esperanza
de vida sin término,
porque es resurrección y vida
para todo el que cree en Él.
Así la vida de los que creemos en ti,
Señor,
no termina, se transforma,
y al deshacerse nuestra morada
terrenal,
adquirimos otra mansión eterna para
vivir siempre a tu lado.
¡Bendito seas, Señor! Haz que nuestro
contacto con Cristo por su palabra,
por la fe y por los sacramentos,
despierte tu gesto creador
que da vida al hombre para siempre.
Amén
LECTIO DIVINA
No está aquí ha resucitado
+ Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 24, 1-8
El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado. Ellas encontraron removida la piedra del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.
Mientras estaban desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres con vestiduras deslumbrantes. Como las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del suelo, ellos les preguntaron: "¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que él les decía cuando aún estaba en Galilea: "Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día"". Y las mujeres recordaron sus palabras.
Palabra de Dios.
1. LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías para la lectura:
Escuchemos a los Padres de la Iglesia
reflexionando sobre el texto del Evangelio de hoy:
“Al domingo se le llama también primero.
Pero el primero desaparece cuando llega el segundo. En cambio, aquel día,
simboliza en éste: octavo y primero a la vez, es la eternidad primera, cuyo
abandono por el pecado original de los primeros padres nos condujo a esta
mortalidad, y también la última – la octava -, que recuperaremos cuando haya
sido vencida, después de la resurrección, la muerte, el último enemigo, de
forma que este cuerpo corruptible se vista de incorrupción y este mortal se
revista de inmortalidad. Entonces el hijo pródigo regresará a casa y
recibirá la estola primera, que se le devolverá como la última, y, por así
decir, la octava, después de la fatiga de un largo camino, del pastoreo de
puercos y de las restantes miserias de la vida mortal, acabados ya los períodos
de tiempo regulados por el número de siete. No sin motivo, pues, nuestro Señor
mismo, que ya no muere ni la muerte tiene poder sobre Él, se dignó darnos en el
domingo, día primero y octavo al mismo tiempo, una prueba de la resurrección
corporal en su carne. A esa misma exaltación debemos tender mediante la
humildad”. (AGUSTÍN)
“Si hubo ángeles que dieron a los pastores
de Belén la buena noticia del nacimiento, la dan ahora también de la
resurrección. El cielo sirve a sus órdenes, y los ejércitos celestiales honran
al Hijo como Dios, también cuando ya se ha encarnado. Llegan las mujeres al
sepulcro y no encuentran el cuerpo de Cristo. Había resucitado, en efecto, y
ellas quedan completamente atónitas. ¿Qué ocurre entonces? Por su amor a Cristo
y por su celo fueron consideradas dignas de ver a los santos ángeles, los
cuales se convirtieron para ellas en evangelistas y mensajeros de la resurrección,
diciendo: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí,
sino que ha resucitado”. Y es que el Verbo de Dios vive para siempre y su
propia naturaleza es vida. Cuando Él se vació de su condición de Dios y se hizo
semejante a nosotros, probó la muerte, pero esto significaba la muerte de la
muerte. Ha resucitado, por lo tanto, de entre los muertos: un camino de ascenso
hacia la incorrupción que realizó no para sí mismo sino más bien para nosotros.
¡Y que nadie busque entre los muertos al que vive eternamente! No está aquí, es
decir: en la muerte y en el sepulcro. ¿Dónde pues? En el cielo, evidentemente,
en la gloria que a Dios corresponde”. (CIRILO DE ALEJANDRÍA).
2. MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
|
· Preguntas
para la meditación:
·
¿Qué me dice la solícita actitud de las mujeres de ir
al sepulcro inmediatamente que pudieron?
·
¿Qué relación tiene con otras partes del Evangelio el
hecho que sean ángeles los anunciadores?
·
¿Qué significa hoy seguir buscando entre muertos al
que Vive?
3. ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL
TEXTO BÍBLICO?
|
Señor, ayúdame a recordar siempre las palabras dichas
a las mujeres en ese día de gloria: “¿Por qué buscan de entre los muertos al
que vive?”. Tu resurrección es la garantía de la nuestra y de la de
nuestros seres queridos que ya partieron contigo.
4. CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO
BÍBLICO?
|
Trato de recrear la enorme escena descripta en el
Evangelio.
“Escucho” la voz de los ángeles y percibo la sorpresa
y admiración de las mujeres.
Dejo que las palabras del Evangelio anunciando
la resurrección inunden mi alma y la llenen de paz.
5. ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO
BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
·
¿Qué significa ese anuncio hoy para mí?
·
¿Suelo buscar esperanza donde no la hay, como buscar
entre los muertos al que vive?
·
¿Con quién compartiré este texto lleno de esperanza
ante la muerte?
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