3 de noviembre de 2014

3 de noviembre de 2014 – TO – LUNES DE LA SEMANA XXXI
 
…No invites a quienes pueden devolverte…

PRIMERA LECTURA 
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Filipos    2, 1-4

    Hermanos:
    Si la exhortación en nombre de Cristo tiene algún valor, si algo vale el consuelo que brota del amor o la comunión en el Espíritu, o la ternura y la compasión, les ruego que hagan perfecta mi alegría, permaneciendo bien unidos.
    Tengan un mismo amor, un mismo corazón, un mismo pensamiento. No hagan nada por espíritu de discordia o de vanidad, y que la humildad los lleve a estimar a los otros como superiores a ustedes mismos. Que cada uno busque no solamente su propio interés, sino también el de los demás.
Palabra de Dios.

SALMO    
Sal 130, 1. 2. 3 
R.    Señor, guarda mi alma en la paz, junto a ti.

    Mi corazón no se ha ensoberbecido, Señor,
    ni mis ojos se han vuelto altaneros.
    No he pretendido grandes cosas
    ni he tenido aspiraciones desmedidas. R.

    No, yo aplaco y modero mis deseos:
    como un niño tranquilo en brazos de su madre,
    así está mi alma dentro de mí. R.

    Espere Israel en el Señor,
    desde ahora y para siempre. R.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Lucas    14, 12-14

    Jesús dijo al que lo había invitado: «Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa.
    Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos.
    ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!» 
Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

Pablo está en la cárcel, probablemente en Éfeso. Cuando escribe a los filipenses ya ha comparecido ante el tribunal, pero la sentencia está todavía pendiente. Encarcelado y juzgado por ser cristiano, Pablo puede pedir con coherencia y autoridad a los miembros de la comunidad de Filipos, que den a su vez testimonio cristiano; y se ha ofrecido a sí mismo como modelo de lucha contra los enemigos del Evangelio.
La carta a los Filipenses está llena de cariño por parte de Pablo, correspondiendo así al afecto que le tenía aquella comunidad. La comunidad cristiana de Filipos debió, como todas las demás, sentirse agitada por disensiones de grupos opuestos. Este parece ser el motivo por el que les pide encarecidamente que le den la gran alegría de mantenerse unánimes y concordes, con un mismo amor y un mismo sentir.
Para Pablo los motivos para vivir esta unidad se apoyan sobre todo en la fe, dado que nos une el mismo Espíritu. Las divisiones vienen de que cada uno se cree superior a los demás y se preocupa de lo suyo, sin prestar atención a lo que interesa a los demás.
No obrar por envidia ni por ostentación, considerando siempre superiores a los demás, sin encerrarse en los propios intereses, sino buscando el interés de los demás, son las condiciones que ayudarán a mantener esta unanimidad.
***
Jesús ya recomendó no ir buscando los primeros puestos al ser invitados. Ahora, en el marco de una gran cena en casa de uno de los jefes de los fariseos, anuncia de una manera radical algunas de las exigencias del Reino de Dios.
Al que lo había invitado le dice “Cuando des una comida o una cena, no invites a tus “amigos”, ni a tus “hermanos” ni a tus “parientes”, ni a tus “vecinos ricos” si lo hacemos así, lo que estamos buscando en el fondo, es que luego ellos nos inviten.
Si seguimos el criterio de Jesús y la nueva lógica del reino, si invitamos “a pobres, lisiados, cojos y ciegos”, no podrán pagarnos, y entonces el que nos premiará será Dios.
El evangelio se nos presenta muchas veces opuesto a nuestros criterios espontáneos y a las directrices de este mundo. En el mundo todo se calcula y se mide, la rentabilidad es la norma y alcanzar el éxito es el valor supremo. Los importantes son los que saben manejarse, “todos trepan” y muchos sólo cuentan cuando sirven a intereses personales y satisfacen los deseos y necesidades de los que alcanzaron el primer lugar.
A pesar de esto, las palabras del evangelio de hoy, desvelan el fondo del corazón de Dios y son una invitación a nuestra conversión. Jesús invierte el orden de valores, o los pone en su verdadero lugar: grande es el que sirve; vive el que muere a sí mismo; rico es el que se desprende de todo para ser colmado con lo que recibe y recoge.
Dios llama gratuitamente; y los destinatarios serán todos aquellos a quienes los hombres atribuyen los últimos lugares. Sin embargo, a los ojos de Dios son los más queridos, porque no tienen nada de qué presumir y no tendrán con qué pagar.
El discípulo de Jesús no se mueve por el egoísmo que busca la recompensa de sus servicios. Da, ama, sin buscar nada a cambio. Por eso sirve a los pobres, a los excluidos; hasta a los enemigos. Sólo así se asegurará la única recompensa, la del Padre, la que tiene valor definitivo.
Esta nueva actitud surge de una profunda experiencia de la misericordia de Dios, que gratuitamente se ha acercado a los hombres. Sólo, con esa manera de vivir el creyente se hace en el mundo signo del amor del Dios bueno, que hace salir el sol sobre justos e injustos. Sólo el Padre es recompensa auténtica para el servicio desinteresado del creyente.

PARA DISCERNIR

¿Creo vínculos interesados?
¿Sé dar sin esperar nada a cambio?
¿Me acerco a aquellos que no pueden brindarme nada?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

…que dé Señor sin esperar recompensa…

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

«Te pagarán cuando resuciten los justos»
…”El amor tiene un gran poder; es nuestra fuerza. Si carecemos de amor, todo el resto no nos servirá de nada. «Yo podría hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles, dice el apóstol Pablo, si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden» (1C 13, 1). Escuchad seguidamente esta magnífica palabra: «Podría repartir en limosna todo lo que tengo, y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve» (v. 3). Si sólo tienes amor, aunque no puedas dar nada a los pobres, amas. Aunque no dieras más que «un vaso de agua fresca» (Mt 10,42) eso solo ya sería suficiente para obtener la misma recompensa que Zaqueo, que distribuyó la mitad de su fortuna (Lc 19,8) ¿Cómo puede ser esto? ¿Uno da poco, el otro mucho y sus gestos tienen el mismo precio? Pues sí –los recursos son desiguales pero el amor es el mismo…
El salmista dice: «Vamos a la casa del Señor» (Sl 121,4). Es a nosotros que nos toca ver si realmente vamos. No son nuestros pies, sino nuestros corazones los que nos conducen hasta allí. Ved si vamos hacia allá; que cada uno se pregunte: ¿Qué haces para el fiel pobre, para tu hermano indigente o para el mendigo que tiende su mano? Fíjate en si tu corazón es estrecho… «Buscad lo que construye la paz de Jerusalén» (v. 6). ¿Qué es lo que hace que
haya paz en Jerusalén? «La abundancia para los que te aman» (Vulg). El salmista se dirige a Jerusalén: «Los que te aman vivirán en la abundancia» –la abundancia después del despojo. Aquí abajo, la miseria, allá arriba, la abundancia; aquí, la debilidad, allá, la fuerza; los que son pobres aquí, allá arriba serán ricos. ¿De dónde les viene su riqueza? De haber dado aquí los bienes, recibidos de Dios, que poseían por un tiempo; allá reciben lo que Dios les da por toda la eternidad.
Hermanos míos: aquí los ricos son los pobres; es bueno que el rico descubra su pobreza. ¿Se cree que está lleno? Es hinchamiento, no plenitud. Que reconozca su vaciedad para poder ser colmado. ¿Qué es lo que posee? Oro. ¿Qué es lo que todavía le falta? La vida eterna. Que mire bien lo que tiene y reconozca lo que le falta. Hermanos, que dé lo que posee a fin de recibir lo que no tiene”… 
San Agustín (354-430) obispo de Hipona (África del Norte) y
doctor de la Iglesia – Exposición sobre el salmo 121

PARA REZAR

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme el ver tu cuerpo tan herido,
muéveme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera
que aunque no hubiera cielo yo te amara
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara
lo mismo que te quiero te quisiera.

3 de noviembre – San Martín de Porres

PARA CONOCER ALGO MÁS SOBRE SAN MARTÍN DE PORRES

…En la curación de las enfermedades, fray Martín disponía de varios recursos, todos ellos eficaces. Era el primero en la oración. A sus enfermos graves los encomendaba a Dios y a su Santísima Madre, y las curaciones no tardaban en realizarse. El segundo procedimiento era la aplicación de las medicinas usadas ya para las diferentes dolencias. El tercer medio que usaba fray Martín, a petición de los enfermos, era aplicarles su propia mano al sitio del dolor. Las curaciones eran repentinas. El contacto de su mano era eficacísimo y la curación instantánea. El convento de dominicos del Rosario de Lima se había convertido en un hospital; fray Martín iba recogiendo los enfermos callejeros, llevándolos a él. Algunos religiosos mostraban su disgusto por ello, ya que los ayes, los cuidados, la asistencia a los enfermos no solamente ocupaba a fray Martín, sino también a otros religiosos, con daño para la disciplina regular, el buen orden y los deberes de la comunidad. Un día se presentó en el claustro con un enfermo al que llevaba a cuestas. Le entró en su propia celda y le acostó en su misma cama. El enfermo iba hecho una lástima. Lo había encontrado caído en la calle. Vestía andrajos y ardía en una fiebre altísima. Uno de los hermanos de obediencia le reprendió por aquella caridad, no por ir contra dicha virtud, sino por el trastorno que causaba en el convento. “¿Cómo, hermano Martín, traéis a la clausura enfermos?” “Los enfermos no tienen jamás clausura”, contestó fray Martín. “¿Queréis decir que traeréis al convento a cuantos enfermos encontréis en las calles?” La caridad ha roto con todo lo que no sea amor de Dios. Y el amor de Dios tiene paso franco por todos los claustros. Fray Martín regresaba al convento de noche. En una callejuela encontró un hombre herido de gravedad. Lo tomó a cuestas y entró en el convento con él. Le curó le herida, que era de puñal y muy honda, y le acostó en su cama, con la intención de trasladarlo a casa de su hermana tan pronto como mejorase. El provincial, por el momento, impuso una penitencia a fray Martín por haber faltado a la obediencia. Fray Martín probó su humildad aceptándola y cumpliéndola al pie de la letra. Ahora fue el padre provincial que solicitó su ciencia, “Hermano fray Martín, no tuve otro remedio que imponeros una penitencia por no haber cumplido mis órdenes.” “Perdone S. P. mi desatino -contestó fray Martín-. Pensaba yo que la santa caridad debía tener todas las puertas abiertas.” “Bien está lo que habéis hecho -dijo el padre provincial-; y desde este momento el convento del Rosario será vuestro segundo hospital. Podéis traer cuantos enfermos queráis a él”… 
ANTONIO GARCÍA FIGAR, O. P.

LECTIO DIVINA  

No invites a tus amigos, sino a los pobres y a los lisiados

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     14, 1. 12-14

    Un sábado, Jesús entró a comer en casa de unos de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente.
    Jesús dijo al que lo había invitado: «Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa.
    Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos.
    ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!»
Palabra del Señor.

1.     LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?

 ·   Guías para la lectura:                        

La escena que describe el texto se desarrolla en una comida de Jesús en casa de los principales fariseos. A la luz de la aclaración del evangelista “ellos lo observaban atentamente”, esta invitación no sólo no era cordial ni inocente, sino por el contrario estaba preparada para encontrar a Jesús en alguna falta. Sólo Lucas registra lo sucedido en esa oportunidad.
Es en ese contexto en que Jesús toma la iniciativa y sana a un hombre enfermo de hidropesía, previa consulta a los fariseos sobre la legitimidad de realizar este acto piadoso en un día de reposo (vs. 2-6) 
Seguidamente a ese hecho, Jesús da un consejo de humildad al ver las ansias de los invitados de ocupar los lugares más destacados en la mesa (vs. 7-11).  
En la lectura de hoy, Jesús pone ahora su mirada en los invitados a una comida. Seguramente seguía observando con atención las características sociales de los comensales que eran invitados a una comida en casa de gente religiosa que oficiaban de anfitriones.
Al consejo dirigido por Jesús a los invitados sigue otro dado a los fariseos. El imperativo presente del verbo griego, traducido como “no invitar”, puede significar “no tomar la iniciativa de invitar” únicamente a las personas que pueden devolverte la invitación, porque de esa forma ya tendrías en la tierra tu recompensa. Sustancialmente, se trata de la misma enseñanza de Lucas 6,34: no hay que dar prestado únicamente a quienes te lo puedan devolver. Lo que Jesús recomienda es una nueva concepción de las relaciones humanas, fundada no en la reciprocidad, sino en el amor unilateral, como el amor de Dios por el hombre.  
Lo que Jesús propone es el derrumbamiento del muro de los círculos cerrados en las relaciones humanas, y la apertura a todos, con preferencia por los abandonados.   

2.     MEDITACIÓN - ¿QUÉ  ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?

·                       Preguntas para la meditación:

·         ¿Cuál es la motivación correcta de un anfitrión?
·         ¿Cuál es la motivación incorrecta de un anfitrión?
·         ¿De qué manera la enseñanza de Jesús quita las barreras y prejuicios sociales?

3.     ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?

Señor, ayúdame a no buscar dar algo esperando que la otra persona me reconozca o me recompense. Enséñame a dar a quienes no pueden hacerlo para poder amar de la manera que Tú nos amaste a nosotros en Cristo.

4.     CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?

Trato de recrear la escena de la comida y las sucesivas sorpresas e intrigas de los hechos y dichos de Jesús.  
Reflexiono en la profundidad de la enseñanza a los anfitriones y medito en mis propias motivaciones al dar u ofrecer algo a los demás.

5.     ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?

·                        Preguntas para la acción:

·         ¿Cuáles serán mis motivaciones al dar algo o invitar a alguien?
·         ¿Qué recompensa esperaré a mis acciones?

·         ¿Me siento identificado en la escena del texto? ¿Con quiénes?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Te invitamos a dejarnos tus comentarios, sugerencias u observaciones. Gracias por hacerlo.