6 de enero de 2015 – TIEMPO DE NAVIDAD
6 de enero - Epifanía del Señor (S) - Ciclo B
Sobre ti
brillará el Señor
PRIMERA
LECTURA
Lectura del libro del profeta
Isaías 60, 1-6
¡Levántate,
resplandece, porque llega tu luz y la gloria del Señor brilla sobre ti! Porque
las tinieblas cubren la tierra y una densa oscuridad, a las naciones, pero
sobre ti brillará el Señor y su gloria aparecerá sobre ti.
Las naciones
caminarán a tu luz y los reyes, al esplendor de tu aurora.
Mira a tu
alrededor y observa: todos se han reunido y vienen hacia ti; tus hijos llegan
desde lejos y tus hijas son llevadas en brazos.
Al ver esto,
estarás radiante, palpitará y se ensanchará tu corazón, porque se volcarán
sobre ti los tesoros del mar y las riquezas de las naciones
llegarán hasta ti. Te cubrirá una multitud
de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá. Todos ellos vendrán desde Sabá,
trayendo oro e incienso, y pregonarán las alabanzas del Señor.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 71, 1-2. 7-8. 10-11. 12-13 (R.: cf.11)
R. Que se postren
ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra.
Concede, Señor, tu
justicia al rey
y tu rectitud al
descendiente de reyes,
para que gobierne
a tu pueblo con justicia
y a tus pobres con
rectitud. R.
Que en sus días
florezca la justicia
y abunde la paz,
mientras dure la luna;
que domine de un
mar hasta el otro,
y desde el Río
hasta los confines de la tierra. R.
Que los reyes de
Tarsis y de las costas lejanas
le paguen tributo.
Que los reyes de
Arabia y de Sebá
le traigan
regalos;
que todos los
reyes le rindan homenaje
y lo sirvan todas
las naciones. R.
Porque él librará
al pobre que suplica
y al humilde que
está desamparado.
Tendrá compasión
del débil y del pobre,
y salvará la vida
de los indigentes. R.
SEGUNDA
LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de
Efeso 3, 2-6
Hermanos:
Seguramente habrán
oído hablar de la gracia de Dios, que me ha sido dispensada en beneficio de
ustedes.
Fue por medio de
una revelación como se me dio a conocer este misterio, tal como acabo de
exponérselo en pocas palabras. Al leerlas, se darán cuenta de la comprensión
que tengo del misterio de Cristo, que no fue manifestado a las generaciones
pasadas, pero que ahora ha sido revelado por medio del Espíritu a sus santos
apóstoles y profetas.
Este misterio
consiste en que también los paganos participan de una misma herencia, son
miembros de un mismo Cuerpo y beneficiarios de la misma promesa en Cristo
Jesús, por medio del Evangelio.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 2, 1-12
Cuando nació
Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se
presentaron en Jerusalén y preguntaron: « ¿Dónde está el rey de los judíos que
acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo.»
Al enterarse, el
rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. Entonces reunió a
todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en
qué lugar debía nacer el Mesías. «En Belén de Judea, le respondieron, porque
así está escrito por el Profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no
eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un
jefe que será el Pastor de mi pueblo, Israel.»
Herodes mandó
llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha
en que había aparecido la estrella, los envió a Belén, diciéndoles: «Vayan e
infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado,
avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje.»
Después de oír al
rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía,
hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella
se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María,
su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le
ofrecieron dones: oro, incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la
advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por
otro camino.
Palabra del Señor.
Para
reflexionar
Nuestra vida transcurre con frecuencia en
la cáscara de la existencia. Responsabilidades, trabajos, reuniones,
encuentros, compromisos de todo tipo nos toman el tiempo, y la vida se nos va
pasando atrapada por la infinidad de cosas que tenemos que hacer,
decir, ver o planificar. Nuestra propia identidad corre el riesgo de perderse
convirtiéndonos en una cosa más entre otras y no saber ya en qué dirección
caminar.
La gran tragedia del hombre moderno es el
haber perdido la dimensión de profundidad. Ya no es capaz de preguntar de dónde
viene y a dónde va. No sabe interrogarse por lo que hace y debe hacer de sí
mismo en este breve lapso de tiempo entre su nacimiento y su muerte”. P. Tillich.
Las preguntas sobre el sentido de la
vida no encuentran ya respuesta en muchos hombres y mujeres de hoy,
quizás, porque ni siquiera son planteadas cuando se ha perdido esa «dimensión
de profundidad».
Fascinados por estrellas fugaces vemos
como los hombres y mujeres de hoy van perdiendo la capacidad y el coraje de
plantearse estas cuestiones con seriedad y hondura. Se prefiere seguir
caminando en tinieblas.
Incluso la fe, para muchos, pareciera que
significa encuadrarse en un sistema estático de fundamentos y verdades que
estereotipan nuestra conducta y nos tranquilizan de por vida. A pesar que nos
asuste, lo importante es descubrir que vivimos en tinieblas y que hemos
perdido el sentido fundamental de la vida. Quien descubre esto ya se ha
puesto en camino.
Hay una luz capaz de orientar nuestra
existencia. Existe una respuesta a nuestros anhelos y aspiraciones
más íntimas y profundas. Esa respuesta, esa luz brilla ya en ese Niño
nacido en Belén.
Por eso, en este tiempo, es bueno volver a
recordar que ser creyente es, antes que nada, preguntar
apasionadamente por el sentido de nuestra vida y estar
abiertos a una respuesta, aún cuando la veamos de manera vacilante y
oscura. Seguir una estrella en la oscuridad de la noche.
***
Israel vuelve del exilio babilónico. En ese momento difícil Isaías quiere
dar confianza a su pueblo. “La luz del Señor, su gloria se cierne sobre
ti”. Pero a la ciudad de salvación son llamados, no sólo
los judíos, sino también los pueblos paganos: vendrán en grandes caravanas
las tribus de regiones lejanas. El profeta describe así, poéticamente, la universalidad
de la salvación.
Ni el
pueblo judío, ni ningún otro tienen el monopolio de la
salvación. Con esta perspectiva de redención universal, Pablo se
presenta como “distribuidor de la gracia de Dios”, sobre todo entre aquellos
que no pertenecen al pueblo de la Alianza. Pone en práctica el misterio que le
fue revelado por el Espíritu: “que también los gentiles son
coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en
Jesucristo, por el Evangelio“.
Jesús se manifiesta como Salvador
del mundo pagano, encarnado en esos magos del Oriente, y en ellos a todos
los pueblos. La apertura y docilidad de estos hombres, a las inspiraciones y
manifestación del Mesías, se contraponen a la dureza y la oposición de los
representantes del mundo judío.
Jesús no es el Salvador de un solo pueblo. Su
misión redentora es universal. El es la luz que vio el profeta
Isaías que “ilumina a todos los pueblos”.
Los gentiles representados en los “magos de Oriente”, tras preguntar, caminar, superar la contradicción, en una perseverancia ejemplar, encuentran al “niño, con María su Madre”. Y gozosamente lo aceptan, lo adoran, y ofrecen sus dones de oro, incienso y mirra.
Los gentiles representados en los “magos de Oriente”, tras preguntar, caminar, superar la contradicción, en una perseverancia ejemplar, encuentran al “niño, con María su Madre”. Y gozosamente lo aceptan, lo adoran, y ofrecen sus dones de oro, incienso y mirra.
***
La fe de estos hombres que nos presenta el evangelio sigue un itinerario: descubrir la
estrella, dejarse iluminar, ser obedientes a la llamada sin
desfallecer, informarse, buscar, preguntar, encontrar, caer de rodillas y adorar.
Es el símbolo del itinerario de fe de todo hombre que se abre
a ella.
Lo que ocurre en el evangelio de hoy,
también ocurre en el itinerario de la fe de los creyentes de nuestros días: el
amigo o familiar creyente, el sacerdote, la lectura del evangelio, la devoción
a María, alguna actividad de la Iglesia; se hacen estrella que
nos iluminan en un momento determinado y nos conducen al encuentro con
Jesús. Después estará nuestra decisión personal ante la gracia que
Dios nos ofrece.
Cuando esta decisión se asume desde la
libertad y el amor, nos libera, nos compromete a una tarea de transformación en
el mundo.
La fe es la luz por la que
reconocemos a Dios. Es una estrella que nos lleva a Cristo. Es un don
de Dios, no una propiedad nuestra; es una iluminación, no es esclavitud, ni
carga sino fuente de libertad y de vida
plena.
plena.
La luz de la fe es algo que puede
y debe ser compartido. Así como necesitamos el testimonio de otros, que se
hacen estrella en el itinerario de nuestro caminar; también nosotros estamos llamados
a “dar testimonio de la luz”. El testimonio de una vida buena, de una fe
viva, se hace mucho más eficaz que todo un torrente de palabras. Ese es el mensaje
de la estrella de epifanía.
Porque la fe es una luz que guía
para andar, no para quedarnos parados. Guía para
aventurarnos con plena confianza, aunque no siempre con plena claridad, día
tras día, año tras año por este largo y a menudo difícil camino que es
nuestra vida. Un camino que es de continua búsqueda por conocer
mejor a Dios y por amar más al hermano.
Los hombres vivimos como deslumbrados
ante el mundo y las estrellas fugaces que va apareciendo y cegándonos en
el esfuerzo de tener una mirada que trascienda lo que aparece. Bajo las
estrellas que brillan en el mundo tecnificado y glamoroso, hay que buscar
un signo más profundo y más humanizador. Si investigamos, si buscamos, si no
desfallecemos, encontraremos al final la llamada de Dios, la llamada de
la fe que nos conduce al Dios hecho hombre, al Mesías
Salvador de todos los hombres.
La Iglesia tiene hoy la misión de ser “epifanía” de
Cristo en este mundo. Como comunidad y cada uno de nosotros podremos ser
epifanía si por nuestras palabras y obras somos signos de comunión, de
paz, de justicia y liberación.
Somos luz y epifanía cuando individual
y grupalmente, orientamos, abrimos y marcamos caminos nuevos, en la realización
de un mundo según el querer de Dios, que tiene en cuenta a todos.
Somos epifanía cuando conducidos
por el espíritu, tenemos el valor y el coraje inusitado de animarnos a lo bueno
y a lo justo, en medio de un mundo que vive claudicando. Somos epifanía y
profetas de luz que guían los pasos del pueblo, cuando somos
capaces de poner nuestra vida al servicio de la humanidad.
Somos epifanía cuando defendemos
el derecho de los más débiles aunque no estemos contados entre ellos. Somos
epifanía en la vida cuando infundimos confianza y
esperanza, y podemos decir que hemos iluminado cuando prestamos atención,
nos fijamos en los otros y los aceptamos como son; cuando escuchamos
con hondura y verdad, no para responder ni dar soluciones prefabricadas; cuando amamos
y nos identificamos con los otros; cuando tratamos a los demás
como personas y no como instrumentos a utilizar. Somos epifanía de
Dios cuando lo reconocemos por la adoración sencilla, fiel y
contagiosa.
Somos epifanía cuando soportamos
y no bajamos los brazos ante las pruebas, las purificaciones, las oscuridades,
las dificultades; y hasta los pecados. Hay testimonio de luz cuando
en el encuentro con el Señor, nos dejamos iluminar y transfigurar.
Esta es nuestra misión, aunque
sabemos que no se vive siempre en plenitud. Esto no nos debe hacer caer en el
derrotismo, que nos hace pensar que no sirve nada de lo que se ha hecho o se
hace. La perfección se alcanzará sólo en el último día. Pero esa meta debe
alentar nuestro esfuerzo sin interrupción. El camino de transformación
y compromiso de la Iglesia tiene la vertiente personal por
la cual, cada uno como cristiano y miembro consciente de la Iglesia, se
esfuerza para ser “señal” más íntegra y transparente de Cristo.
Para discernir
¿Nuestra actividad eclesial nos hace
luz en el mundo de hoy?
¿Manifestamos a Cristo o lo ocultamos?
¿Somos libres por la fe y liberadores de
las distintas realidades?
Repitamos a
lo largo de este día
…Jesús, Luz para alumbrar a las naciones…
Para la
lectura espiritual
«Cristo es nuestra paz…de los dos pueblos (Israel
y gentiles) hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad (Ef.
2,14)
…”En los hombres reunidos en torno al
pesebre tenemos una imagen de la Iglesia y de su desarrollo. Los representantes
de la antigua dinastía real, a la cual le había sido prometido el Salvador del
mundo, y los representantes del pueblo creyente constituyen el lazo de unión
entre la Antigua y la Nueva Alianza. Los Reyes del lejano Oriente representan a
los gentiles, a los que desde Judea les llegó la salvación. Así tenemos aquí
«la Iglesia de los judíos y de los gentiles.» Los magos son ante el pesebre los
representantes de todos los que buscan. La gracia los había conducido, si bien
no pertenecían aún a la Iglesia visible.
En ellos vivía un deseo puro de alcanzar
la verdad que no se deja contener en las fronteras de las doctrinas y
tradiciones particulares. Puesto que Dios es la verdad y quiere dejarse
encontrar por todos aquellos que le buscan de todo corazón, tarde o temprano
tenía que iluminar la estrella a esos sabios para indicarles el camino de la
verdad. Y así se presentan ante la verdad encarnada, se postran ante ella en
profunda adoración y depositan sus coronas a sus pies, pues todos los tesoros
del mundo no son más que polvo en comparación con ella”….
Santa Teresa Benedicta (Edith Stein)
l891-l942, carmelita descalza, doctora de la Iglesia y co-patrona de Europa –
Vida escondida y Epifanía; trad. Monte Carmelo 1998, Burgos
Para rezar
Te bendecimos, Dios nuestro Padre,
por la estrella que has revelado a los Magos,
y por la luz de la fe que has reavivado en nuestro
corazón.
Te bendecimos Señor, eternamente,
por la alegría con que nos has colmado
de encontrar al Niño con María su Madre,
y por la alegría que nos das
de encontrarte en medio de nuestros hermanos.
Te bendecimos, Dios nuestro Padre,
por las ofrendas que tu bondad ha aceptado
de los reyes de oriente,
y por la ofrenda de nuestro amor que aceptas,
a pesar de ser pobre y muchas veces inútil.
Te bendecimos, Dios nuestro Padre,
por la herencia que has preparado a tu pueblo Israel,
y por la gracia de hacernos participar de ella.
Te bendecimos, Dios nuestro Padre
porque en nuestras almas,
has encendido la estrella de la fe.
Guarda en nosotros su luz hasta el día en que,
en nuestro corazón, se levantará la Estrella de la
mañana,
Cristo Jesús, tu Hijo, nuestro Salvador y hermano.
Santos Benetti
LECTIO
DIVINA
Hemos venido de Oriente a adorar al Rey
+ Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 2, 1-12
Cuando nació
Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se
presentaron en Jerusalén y preguntaron: «¿Dónde está el rey de los judíos que
acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo.»
Al enterarse,
el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén.
Entonces
reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para
preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías. «En Belén de Judea, le
respondieron, porque así está escrito por el Profeta:
"Y tú,
Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales
ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo,
Israel".»
Herodes mandó
llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha
en que había aparecido la estrella, los envió a Belén, diciéndoles: «Vayan e
infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado,
avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje.»
Después de oír
al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía,
hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella
se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María,
su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le
ofrecieron dones: oro, incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la
advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por
otro camino.
Palabra del
Señor.
LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
Guías para la lectura:
El evangelio de hoy nos
trae el relato de la Epifanía, es decir, de la manifestación de la gloria de
Dios a los hombres.
El relato comienza
situando el nacimiento de Jesús en un tiempo y un espacio. En tiempos del rey
Herodes, y en Belén de Judea. A partir de este momento Belén se convierte en el
epicentro, por eso irán hacia allá de todos los lugares de la tierra.
El evangelio de hoy nos
presenta unos magos venidos de oriente, que no sólo reconocen a Jesús como rey
de los judíos, es decir, que si ellos vienen de oriente no son judíos, con lo
cual no sería su rey “territorial”, pero que al postrarse ante Él y adorarlo lo
están reconociendo como su propio rey, pues Jesús no es el rey de un
territorio, como Herodes que es rey sólo de Judea, sino que Jesús es el
Rey del mundo y hoy el evangelio lo confirma con la visita de estos tres
ilustres personajes.
Cada uno de ellos le ha
llevado un regalo a este niño que acaba de nacer. Tres regalos que simbolizan
la realeza (el oro: destinado sólo a los reyes y a los objetos reales), la
dignidad Sacerdotal y Divina (incienso: ofrecido en el santuario para que por
medio del humo subieran las oraciones y ofrendas a Dios), y su tarea
salvadora como Redentor (la mirra: utilizado en la antigüedad para embalsamar a
los muertos).
Como esta manifestación de
Dios es ahora universal, estará guiada por un elemento cósmico como la estrella,
no sólo porque brilla con su propia luz, sino porque cualquiera que mire al
cielo podrá verla. Ahora nadie podrá ocultarnos el camino que conduce a Dios,
ni Herodes con su maldad, ni ningún otro ser de este mundo, pues el niño que
acaba de nacer es el Hijo de Dios que ha venido a mostrarnos ese camino, Él
mismo es el camino.
Gentileza Lectionautas
MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
Preguntas para la meditación:
Comencemos nuestra
meditación con las palabras de San Juan Pablo II
La Epifanía es una fiesta
de la luz. «¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del
Señor amanece sobre ti!» (Is 60,1). Con estas palabras del profeta Isaías, la
Iglesia describe el contenido de la fiesta. Sí, ha venido al mundo Aquel que es
la luz verdadera, Aquel que hace que los hombres sean luz. Él les da el poder
de ser hijos de Dios (cf. Jn 1,9.12). Para la liturgia, el camino de los Magos
de Oriente es sólo el comienzo de una gran procesión que continúa en la
historia. Con estos hombres comienza la peregrinación de la humanidad hacia
Jesucristo, hacia ese Dios que nació en un pesebre, que murió en la cruz y que,
resucitado, está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo (cf. Mt
28,20)
¿Cuál es la estrella que
te condujo a Dios?
¿Es Jesús el Rey de tu
vida?
¿Es Jesús quien lleva al
Padre tu oración, tu intercesor?
ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR
DEL TEXTO BÍBLICO?
"Quien quiera algo
que no sea Cristo, no sabe lo que quiere;
quien pida algo que no sea
Cristo, no sabe lo que pide;
quien no trabaje por
Cristo, no sabe lo que hace"
San Felipe Neri
CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL
TEXTO BÍBLICO?
Contempla hoy al recién
nacido en tu corazón, date un momento para disfrutar de la grandeza de Dios
hecho hombre, imagina poder ver al niño en el pesebre, permite que la ternura y
fragilidad de Jesús recién nacido moldee en este año que apenas comienza tu
corazón.
“Oh niño de Belén, ven a
habitar mi vida”
ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO
BÍBLICO?
Preguntas para la acción:
¿Qué regalos
tienes para ofrecer a Dios en la conmemoración de su nacimiento?
¿Cómo puedes
manifestar la Luz de Dios a otras personas?
¿Estás
permitiendo que el resplandor del recién nacido ilumine tu vida?
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