Jesucristo es
el mismo ayer y hoy, y siempre
PRIMERA LECTURA
Lectura de la carta a los
Hebreos 13, 1-9a
Hermanos:
Perseveren en el
amor fraternal. No se olviden de practicar la hospitalidad, ya que gracias a
ella, algunos, sin saberlo, hospedaron a los ángeles. Acuérdense de los que
están presos, como si ustedes lo estuvieran con ellos, y de los que son
maltratados, como si ustedes estuvieran en su mismo cuerpo.
Respeten el matrimonio
y no deshonren el lecho conyugal, porque Dios condenará a los lujuriosos y a
los adúlteros.
No se dejen llevar
de la avaricia, y conténtense con lo que tienen, porque el mismo Dios ha dicho:
No te dejaré ni te abandonaré. De manera que podemos decir con plena confianza:
El Señor es mi protector: no temeré. ¿Qué podrán hacerme los hombres?
Acuérdense de
quienes los dirigían, porque ellos les anunciaron la Palabra de Dios:
consideren cómo terminó su vida e imiten su fe.
Jesucristo es el mismo
ayer y hoy, y lo será para siempre.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 26, 1. 3. 5. 8b-9abc (R.: 1a)
R. El Señor es mi
luz y mi salvación.
El Señor es mi luz
y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el
baluarte de mi vida,
¿ante quién
temblaré? R.
Aunque acampe
contra mí un ejército,
mi corazón no
temerá;
aunque estalle una
guerra contra mí,
no perderé la
confianza. R.
Sí, él me cobijará
en su Tienda de campaña
en el momento del
peligro;
me ocultará al
amparo de su Carpa
y me afirmará
sobre una roca. R.
Yo busco tu
rostro, Señor,
no lo apartes de
mí.
No alejes con ira
a tu servidor,
tú, que eres mi
ayuda. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según San
Marcos 6, 14-29
El rey Herodes oyó
hablar de Jesús, porque su fama se había extendido por todas partes. Algunos
decían: «Juan el Bautista ha resucitado, y por eso se manifiestan en él poderes
milagrosos» Otros afirmaban: «Es Elías.» Y otros: «Es un profeta como los
antiguos.» Pero Herodes, al oír todo esto, decía: «Este hombre es Juan, a quien
yo mandé decapitar y que ha resucitado.»
Herodes, en
efecto, había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer
de su hermano Felipe, con la que se había casado. Porque Juan decía a Herodes:
«No te es lícito tener a la mujer de tu hermano.» Herodías odiaba a Juan e
intentaba matarlo, pero no podía, porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era
un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía, quedaba perplejo, pero
lo escuchaba con gusto.
Un día se presentó
la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a
sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea. La hija de
Herodías salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el
rey dijo a la joven: «Pídeme lo que quieras y te lo daré.» Y le aseguró bajo
juramento: «Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi
reino.» Ella fue a preguntar a su madre: « ¿Qué debo pedirle?» «La cabeza de
Juan el Bautista», respondió esta.
La joven volvió
rápidamente adonde estaba el rey y le hizo este pedido: «Quiero que me traigas
ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.»
El rey se
entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso
contrariarla. En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan. El
guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una
bandeja, la entregó a la joven y esta se la dio a su madre.
Cuando los
discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.
Palabra del Señor.
Para reflexionar
El final de la Epístola a los
Hebreos recomienda algunas actitudes muy prácticas. La
fe no es solamente intelectual: se traduce en conductas y
compromisos concretos.
En primer lugar aparece la
hospitalidad. Si bien el huésped era considerado sagrado, en tiempos de
persecuciones, la hospitalidad equivalía a la protección del indefenso,
del perseguido, del buscado por su fe y a quien había que proteger
recibiéndolo y ocultándolo, aún con todo el riesgo que ello suponía. Junto a
esto aparece la atención a aquellos que están en prisión recordando
la regla de oro que proporciona el evangelio: “hagan con los otros lo
que quieren que hagan con ustedes”.
La castidad del matrimonio es
otra realidad enunciada. Santificados por Cristo y participantes
ya del cielo, el cristiano no puede comportarse, en la sexualidad, como el
que no tiene esperanza.
En relación con el dinero se
condena la avaricia. Al fundamentar nuestra vida en las cosas materiales
excluimos a Dios y su providencia del horizonte de toda vida humana.
Por último, se invita a recordar a
los pastores y dirigentes. Su muerte es presentada como ejemplo de fe
cimentada en Cristo, que es inmutable, el mismo ayer, hoy y por los siglos.
***
La actividad misionera de Jesús, prolongada ahora en los discípulos, extiende la
fama pero también los interrogantes sobre su persona. Entre el envío de
los discípulos y el regreso de su misión, Marcos introduce dos
relatos, en el primero la gente opina sobre Jesús y en el
segundo se presenta el martirio de Juan el Bautista.
El evangelista, de forma sutil pero
clara, está anunciando la suerte que correrá Jesús con su predicación
tan impetuosa y transformadora, y la posible suerte que correrían el grupo
de sus discípulos, si se comprometen con seriedad y dedicación al anuncio de la
llegada inminente del Reino, y de la necesidad de un cambio de vida para asumir
esta causa.
Juan el Bautista es admirado por su
ejemplo de entereza en la defensa de la verdad y su valentía en la denuncia del
mal. Por eso Herodes lo aprecia y respeta, a pesar de que, esa denuncia lo
perjudicaba. Pero la debilidad de este rey, que le había quitado injustamente
la mujer a su hermano Felipe, y las intrigas de la mujer y de su hija, acabaron
con su vida. El profeta no podía permanecer imparcial ante esta
injusticia.
Herodías, aprovechó la fiesta de
cumpleaños de Herodes y utilizando a su hija como señuelo, la hizo danzar. Esto
agradó tanto a Herodes que prometió a la joven darle lo que pidiese, incluso si
fuera necesario la mitad de su reino. A Herodías, le bastó la cabeza del
profeta. Herodes por no quedar mal ante la corte se ve obligado a cumplir su
promesa.
Juan el Bautista es fiel, hasta sus
últimas consecuencias, a Aquel que lo envió. Al entregar su vida, da
paso para que la Buena Nueva del amor de Dios, a los hombres,
se centre sólo en Aquel que Dios nos envía.
Si bien el Señor no pide a todos
los cristianos que derramen su sangre en testimonio de su fe, reclama
de todos una firmeza heroica para proclamar la verdad con la vida y la palabra
en medio del mundo, en las circunstancias en las que nos ha colocado la
vida. Habrá ocasiones en las que no podremos permanecer en
silencio, sino que tendremos que denunciar el mal allí donde se
manifiesta. No podemos pasar de largo ante la pobreza, el
hambre provocada por sistemas injustos. No podemos cerrar la boca ante los
desvalidos que son injustamente tratados. No podemos poner la mirada en
otra parte cuando vemos el deterioro que la droga, la falta de
oportunidades y una cultura vacía de valores, provocan en las generaciones más
jóvenes.
Pero no sólo podemos limitarnos a
denunciar el pecado; Cristo tiene que llegar a todos como verdad, vida y
camino de salvación. Por eso, abiertos al Evangelio y a las inspiraciones del
Espíritu Santo, tenemos que ser creativos, al proponer caminos que, desde el
Evangelio, ayuden al hombre a verse libre de sus esclavitudes.
Derramar hoy nuestra sangre por fidelidad
al Evangelio, es no tener miedo a
derramar nuestro tiempo, nuestras capacidades en la lucha por el bien de nuestros hermanos, con la certeza que sólo el Señor es nuestra herencia. Vivamos en plenitud nuestro compromiso con el Señor y, con la misión que Él nos ha confiado, con palabras valientes, pero sobre todo con una vida coherente que sea como un signo profético en medio de un mundo que levanta altares a dioses falsos.
derramar nuestro tiempo, nuestras capacidades en la lucha por el bien de nuestros hermanos, con la certeza que sólo el Señor es nuestra herencia. Vivamos en plenitud nuestro compromiso con el Señor y, con la misión que Él nos ha confiado, con palabras valientes, pero sobre todo con una vida coherente que sea como un signo profético en medio de un mundo que levanta altares a dioses falsos.
Para discernir
¿Vivimos la verdad del Evangelio a medias?
¿Nos animamos a dar un paso más aunque nos
cueste tiempo y renuncias?
¿Estamos dispuestos nosotros, a seguir el
camino de la entrega incondicional?
Repitamos a lo largo de este día
…Mi corazón no temerá…
Para la lectura espiritual
…Ésta fue la tarea de Jesús como sumo
sacerdote de la nueva alianza, mediador entre el Padre y la humanidad pecadora:
en primer lugar, abrió el acceso al santo de los santos y lo recorrió él mismo.
Allí es donde Jesús ora ahora, en este «ahora» sin límites de la eternidad que
nuestro tiempo creado no puede fijar ni hacernos alcanzar, a no ser a través de
la oración. Jesús es así, para siempre, el hombre de la oración, nuestro sumo sacerdote
que intercede. Tal es y tal permanece así «ayer, hoy y siempre» (Heb 13,8).
Allí arriba, en Jesús resucitado, se encuentra también la fuente perenne de
nuestra oración de aquí abajo. Gracias a la oración estamos cerca de él, rotos
y sobrepasados los límites del tiempo, y respiramos en la eternidad,
manteniéndonos en presencia del Padre, unidos a Jesús.
Para llegar allí es necesario recorrer
aquí abajo el mismo camino que el Salvador, no hay ningún otro: el de la cruz y
el de la muerte. La misma carta a los Hebreos observa que Jesús padeció la
muerte fuera de las puertas de la ciudad. En consecuencia, los cristianos
también deben salir «a su encuentro fuera del campamento y carguemos también
nosotros con su oprobio (Heb 13,13), es decir, la vergüenza de la cruz. Todo
bautizado lleva en él el deseo de este éxodo hacia Cristo. «No tenemos aquí
ciudad permanente, sino que aspiramos a la ciudad futura (Heb 13,14), allí
donde está presente Jesús ahora. También nosotros estamos ya allí, en la medida
en que, mediante la oración, habitamos junto a él. «Así pues, ofrezcamos a Dios
sin cesar por medio de él un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los
labios que bendicen su nombre» (Heb 13,15). En efecto, el cristiano, que camina
tras las huellas de Jesús, ofrece como él un sacrificio de oración. Confiesa e
invoca constantemente su nombre. Y después, en el amor, comparte todo con sus
hermanos”…
Louf, El espíritu ora en nosotros, Narcea, Madrid
1985.
Para rezar
Oración de un Misionero Mártir
Que mis manos sean las tuyas.
Que mis ojos sean los tuyos.
Que mi lengua sea la tuya.
Que mis sentidos y mi cuerpo
no sirvan sino para glorificarte.
Que mis ojos sean los tuyos.
Que mi lengua sea la tuya.
Que mis sentidos y mi cuerpo
no sirvan sino para glorificarte.
Pero sobre todo: transfórmame:
¡Que mi memoria, mi inteligencia,
mi corazón, sean tu memoria,
tu inteligencia y tu corazón!
¡Que mi memoria, mi inteligencia,
mi corazón, sean tu memoria,
tu inteligencia y tu corazón!
¡Que mis acciones y mis sentimientos,
sean semejantes a tus acciones y
a tus sentimientos! Amén
sean semejantes a tus acciones y
a tus sentimientos! Amén
Juan Gabriel Perboyre – (Patrono de
Oceanía)
LECTIO DIVINA
Este hombre es Juan, a quien
yo mandé decapitar,
y que ha resucitado
y que ha resucitado
+ Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 6, 14-29
El rey Herodes oyó hablar de Jesús, porque su fama se había extendido por todas partes. Algunos decían: «Juan el Bautista ha resucitado, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos» Otros afirmaban: «Es Elías.» Y otros: «Es un profeta como los antiguos.» Pero Herodes, al oír todo esto, decía: «Este hombre es Juan, a quien yo mandé decapitar y que ha resucitado.»
El rey Herodes oyó hablar de Jesús, porque su fama se había extendido por todas partes. Algunos decían: «Juan el Bautista ha resucitado, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos» Otros afirmaban: «Es Elías.» Y otros: «Es un profeta como los antiguos.» Pero Herodes, al oír todo esto, decía: «Este hombre es Juan, a quien yo mandé decapitar y que ha resucitado.»
Herodes, en
efecto, había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer
de su hermano Felipe, con la que se había casado. Porque Juan decía a Herodes:
«No te es lícito tener a la mujer de tu hermano.» Herodías odiaba a Juan e
intentaba matarlo, pero no podía, porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era
un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía, quedaba perplejo, pero
lo escuchaba con gusto.
Un día se
presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un
banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea. La
hija de Herodías salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados,
que el rey dijo a la joven: «Pídeme lo que quieras y te lo daré.» Y le aseguró
bajo juramento: «Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi
reino.» Ella fue a preguntar a su madre: «¿Qué debo pedirle?» «La cabeza de
Juan el Bautista», respondió esta.
La joven
volvió rápidamente adonde estaba el rey y le hizo este pedido: «Quiero que me
traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.»
El rey se
entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso
contrariarla. En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan. El
guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una
bandeja, la entregó a la joven y esta se la dio a su madre.
Cuando los
discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.
Palabra del Señor.
Palabra del Señor.
1. LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías para la lectura:
En apariencia Herodes
Antipas tenía todo el poder en Galilea. En sus manos no sólo reposaba el poder
sobre las decisiones políticas y jurídicas generales, sino algo mucho más
serio: decidir sobre la vida y la muerte de las personas. Sin embargo, tenía el
poder del autoritario, no tenía domino y poder sobre sí mismo y mucho menos de
los caprichos de su concubina Herodías.
Herodes tenía una relación
de admiración, odio, miedo y curiosidad sobre Juan el Bautista. Sin dudas, no
era una persona que le pasara desapercibida. Especialmente porque éste había
desaprobado públicamente su inmoral unión con Herodías, la mujer de su medio
hermano Felipe. Sin embargo, Herodes “respetaba a Juan, sabiendo que era un
hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía, quedaba perplejo, pero lo
escuchaba con gusto.”
Herodías, sin embargo
odiaba sin atenuantes a Juan. No soportaba sus denuncias morales y por ello,
hizo todo lo posible para que Herodes lo arreste. Pero no estaba satisfecha,
deseaba acallar sus denuncias proféticas definitivamente con su muerte. La
oportunidad fue la fiesta de cumpleaños de Herodes y el “anzuelo” su propia
hija. El riesgo de perder su parte en el reino de Herodes le hizo imaginar que
matando al profeta de Dios, ganaba mucho más que “la mitad del reino”, lo
obtenía todo.
Herodes tenía más temor a
Herodías y a quedar desaprobado por no cumplir “con su palabra” frente a los
altos dignatarios invitados a su banquete, que a cometer un homicidio injusto.
Por ello, cuando Herodías instruye a su hija para que, ante la solicitud
afiebrada de Herodes, le pida la cabeza de Juan el Bautista, este rey (o
tetrarca) no tiene el valor y la autoridad para negarse. Sus palabras lo habían
condenado a él primero y luego fueron vehículo de muerte para Juan. Fueron un
anuncio inequívoco de la suerte que iba a correr en unos meses el mismísimo
Jesús.
Esa postura esquizofrénica
y corrupta que Herodes tenía del poder, lo torturó el resto de su vida. El
texto comienza diciendo que aún después de su muerte, el rey veía en Jesús a la
reencarnación del Bautista. Era una visión sin duda animista de la
resurrección, pero muestra una vez más, que en lo profundo de su ser, sufría
por su poder limitado, ahora por el regreso de sus propios muertos.
2. MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
|
· Preguntas para la meditación:
·
¿Existe el poder terrenal absoluto?
·
¿Qué sentimientos de impotencia sufren aquellos que creen
tener “el mundo en sus manos”, incluyendo la vida de las personas?
·
¿Por qué Jesús dijo que Juan el Bautista fue el más
grande de todos los profetas?
3. ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL
TEXTO BÍBLICO?
|
Señor, gracias por la
fidelidad y el coraje de Juan al denunciar el pecado de los poderosos. Dame la
fuerza y la valentía para ser un testigo tuyo incorruptible.
4. CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO
BÍBLICO?
|
Reflexiono en las
contradicciones que a veces tienen quienes ejercen el poder y las perversas
influencias que los dominan.
Medito en la actitud de
Juan y en su coherencia de llevar la verdad del Evangelio hasta las últimas
consecuencias.
5. ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO
BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
·
¿Qué hecho corrupto que conozco estoy callando?
·
Si estoy en una posición de autoridad. ¿Le tengo más
temor al “qué dirán” o a la palabra de Dios?
·
¿Con quién compartiré lo reflexionado en la lectio de
hoy?
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