2 de abril 2015
– JUEVES SANTO
Nos amó
sirviendo y nos salvó amándonos
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Éxodo 12,
1-8. 11-14
El Señor dijo a Moisés y a
Aarón en la tierra de Egipto: «Este mes será para ustedes el mes inicial, el
primero de los meses del año. Digan a toda la comunidad de Israel:
“El diez de este mes,
consíganse cada uno un animal del ganado menor, uno para cada familia. Si la
familia es demasiado reducida para consumir un animal entero, se unirá con la
del vecino que viva más cerca de su casa. En la elección del animal tengan en
cuenta, además del número de comensales, lo que cada uno come habitualmente.
Elijan un animal sin ningún
defecto, macho y de un año; podrá ser cordero o cabrito. Deberán guardarlo
hasta el catorce de este mes, y a la hora del crepúsculo, lo inmolará toda la
asamblea de la comunidad de Israel. Después tomarán un poco de su sangre, y
marcarán con ella los dos postes y el dintel de la puerta de las casas donde lo
coman. Y esa misma noche comerán la carne asada al fuego, con panes sin
levadura y verduras amargas.
Deberán comerlo así: ceñidos
con un cinturón, calzados con sandalias y con el bastón en la mano. Y lo
comerán rápidamente: es la Pascua del Señor.
Esa noche yo pasaré por el
país de Egipto para exterminar a todos sus primogénitos, tanto hombres como
animales, y daré un justo escarmiento a los dioses de Egipto. Yo soy el Señor.
La sangre les servirá de señal
para indicar las casas donde ustedes estén. Al verla, yo pasaré de largo, y así
ustedes se librarán del golpe del Exterminador, cuando yo castigue al país de
Egipto.
Este será para ustedes un día
memorable y deberán solemnizarlo con una fiesta en honor del Señor. Lo
celebrarán a lo largo de las generaciones como una institución perpetua.”»
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 115, 12-13. 15-16bc. 17-18 (R.: cf. 1Cor 10, 16)
R. El cáliz que bendecimos es
la comunión de la Sangre de Cristo.
¿Con qué pagaré al Señor
todo el bien que me hizo?
Alzaré la copa de la salvación
e invocaré el nombre del
Señor. R.
¡Qué penosa es para el Señor
la muerte de sus amigos!
Yo, Señor, soy tu servidor,
tu servidor, lo mismo que mi
madre:
por eso rompiste mis cadenas.
R.
Te ofreceré un sacrificio de
alabanza,
e invocaré el nombre del
Señor.
Cumpliré mis votos al Señor,
en presencia de todo su
pueblo. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de
Corinto 11, 23-26
Hermanos: Lo que yo recibí del
Señor, y a mi vez les he transmitido, es lo siguiente:
El Señor Jesús, la noche en
que fue entregado, tomó el pan, dio gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi
Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía.»
De la misma manera, después de
cenar, tomó la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con
mi Sangre. Siempre que la beban, háganlo en memora mía.»
Y así, siempre que coman este
pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del Señor hasta que él vuelva.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Juan 13, 1-15
Antes de la fiesta de Pascua,
sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, él,
que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin.
Durante la Cena, cuando el
demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de
entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él
había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y
tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y
empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía
en la cintura.
Cuando se acercó a Simón
Pedro, este le dijo: «¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?»
Jesús le respondió: «No puedes
comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás.»
«No, le dijo Pedro, ¡tú jamás
me lavarás los pies a mí!»
Jesús le respondió: «Si yo no
te lavo, no podrás compartir mi suerte.»
«Entonces, Señor, le dijo
Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!»
Jesús le dijo: «El que se ha
bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio.
Ustedes también están limpios, aunque no todos.» El sabía quién lo iba a
entregar, y por eso había dicho: «No todos ustedes están limpios.»
Después de haberles lavado los
pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: «¿comprenden lo que acabo
de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque
lo soy. Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes
también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que
hagan lo mismo que yo hice con ustedes.»
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
Después de haber experimentado la
humanidad tantos fracasos,
¿Podemos esperar un nuevo amanecer para el
mundo, una transformación de nuestras costumbres y relaciones, un surgir de la
paz que sea fruto de la verdad y la justicia?
El ritual de la Pascua es la memoria
histórica del pueblo de Israel que, esclavo en Babilonia, quiere responder a
los anhelos de libertad. Al principio, la Pascua y los Panes ázimos eran dos
fiestas distintas. La Pascua, de origen preisraelita, era una fiesta
de pastores para celebrar, en la primavera, el nacimiento de las
ovejas, y utilizaban la sangre para ahuyentar a los malos espíritus; la de
los ázimos, era una fiesta agrícola que comenzó a ser
celebrada, cuando Israel entró en la tierra prometida y solamente después, de
la reforma de Josías, fue integrada a la Pascua.
La liberación de los antepasados de
Egipto, era el comienzo de una nueva vida. El compartir será el pilar de esta
nueva sociedad. La Pascua es el fin de los días de opresión, días
de hierbas amargas. El pueblo tiene apuro, no hay tiempo que fermente la masa
para el pan y está preparado para el viaje que lo llevará fuera de la
esclavitud. Pascua es la gran fiesta de la liberación de la servidumbre
y de la muerte, donde la sangre del cordero juega una función redentora.
Pero la salvación, a medida que se desarrolla la revelación, será
salvación del pecado.
***
“Habiendo amado a los suyos que estaban
en el mundo, los amó hasta el extremo”
Jesús se reúne con sus discípulos. La cena de aquella noche era la cena del
pueblo liberado, la gran fiesta del pueblo de Israel que se reunía para repetir
y volver a hacer presente que el Señor, con brazo poderoso, liberó las débiles
tribus hebreas de la esclavitud del faraón. El Señor había hecho suya
la causa de los pobres, para hacerlos salir hacia una nueva tierra, una
tierra que había de ser construida en la solidaridad, en la justicia, en la
fraternidad.
La carne de aquel cordero, asada y comida
sin perder tiempo, las verduras amargas de la aflicción, son los signos repetidos
año tras año, que le recuerda al pueblo quién es el Dios en quien hay que
creer, quién es el Dios verdadero.
Jesús y los discípulos, seguramente desde pequeños, han celebrado este
memorial, y han repetido la memoria del Dios que libera, del Dios que siempre
se coloca a favor de los débiles. Pero esta noche, el memorial de
la liberación está tomando un sentido nuevo, un significado distinto, porque
en el horizonte cercano, se vislumbra ya la muerte, el término de aquella
historia de entrega total, de anuncio de una nueva manera de vivir, de
proclamación del amor infinito de Dios para todos los hombres.
El evangelio de Juan no habla de la
Eucaristía como lo hacen los sinópticos. Para Juan, la Nueva
Pascua tendrá como fundamento el amor y el servicio. En
este contexto, como primer gran signo; Jesús se levanta de la cena
y se pone a lavar los pies a los discípulos.
La vida entera de Jesús está resumida en
este gesto: sus palabras, sus milagros, su amistad con los pecadores,
su llamada a la conversión, su defensa de la verdadera vida humana, su
simplicidad y su fuerza, su muerte, toda su vida es vida de comunión con los
hombres, de servicio.
“Habiendo amado a los suyos que estaban en
el mundo, los amó hasta el extremo”
El gesto de Jesús tiene la cruz en el
horizonte. Se quita el manto, así como le serán quitados los vestidos, los
amigos e incluso su vida misma, en la última y más grande manifestación de su
amor. El lavado ritual de los pies para purificarlos, que
habitualmente hacían los esclavos, es eco de todo el evangelio: la
purificación del leproso, la liberación del endemoniado, la curación del ciego,
la resurrección del joven, la libertad vivida y comunicada. La vida entera
de Jesús, su muerte y resurrección, han sido la purificación del hombre, la
recuperación de nuestra vida, la liberación de nuestras esclavitudes, la nueva
realización de la paz, la alegría, la esperanza, la libertad fundadas en un
amor de servicio. La purificación para poder sentarse a la Mesa
del Reino, donde los hombres se sirven unos a otros; la humanidad renovada
en el amor.
Los que quieran ser sus discípulos también
tienen que hacerlo. Es la primera respuesta a aquella pregunta que, ante este
gesto y el anuncio de su muerte, anidaba en el corazón de los discípulos. La
muerte de Jesús,
muestra cuál es la manera de vivir que realmente merece la pena: poner la vida entera a los pies de los demás, al servicio de los demás. Él lo hizo totalmente: su cruz constituye el testimonio definitivo.
muestra cuál es la manera de vivir que realmente merece la pena: poner la vida entera a los pies de los demás, al servicio de los demás. Él lo hizo totalmente: su cruz constituye el testimonio definitivo.
Y después, Jesús, realiza otro
gesto. Toma pan, toma el vino, y lo parte y lo reparte a sus discípulos y nos
invita a repetir esta comida, y a reconocer su presencia permanente, viva,
activa, transformadora para todos.
Es la segunda respuesta a la pregunta
sobre el sentido de su muerte. En ese gesto de amor tejido sobre el pan y el
vino: el alimento y la alegría, la carne y la sangre; Jesús, se
deja a sí mismo para permanecer siempre con los suyos, para que nunca se encuentren
solos ni desamparados en medio del duro combate de la vida y reciban fuerza
para amar y entregarse hasta la muerte.
El pasado se mantiene vivo y nos proyecta
hacia el futuro.
Con el lavatorio de los pies, Jesús nos muestra quién es Dios; no el soberano sentado en un trono lejano, sino el Dios que en Jesús se ha puesto al servicio del hombre. Con el gesto de lavar los pies, Jesús ha elevado al hombre hasta Dios, ha hecho a todos iguales y libres. Sus discípulos tendremos la misma misión: crear una comunidad de hombres iguales y libres. El poder que se pone por encima del hombre, se pone por encima de Dios. Jesús destruye toda pretensión de poder humano, que no es un valor, al que Él renuncia por humildad, sino una injusticia que no puede aceptar.
Con el lavatorio de los pies, Jesús nos muestra quién es Dios; no el soberano sentado en un trono lejano, sino el Dios que en Jesús se ha puesto al servicio del hombre. Con el gesto de lavar los pies, Jesús ha elevado al hombre hasta Dios, ha hecho a todos iguales y libres. Sus discípulos tendremos la misma misión: crear una comunidad de hombres iguales y libres. El poder que se pone por encima del hombre, se pone por encima de Dios. Jesús destruye toda pretensión de poder humano, que no es un valor, al que Él renuncia por humildad, sino una injusticia que no puede aceptar.
Jesús, desde este nuevo mandamiento y
desde su presencia en los dones de pan y vino, le dejó a la comunidad de sus
discípulos la posibilidad de vivir siempre la nueva alianza con el Dios
Salvador, como realización del Reino definitivo que había anunciado y realizado.
La experiencia comunitaria vivida originalmente por los
discípulos es entrar en el destino histórico de Jesús, que es la historia misma
de Dios, su Reino, que se realiza definitivamente en la manifestación suprema
del amor hecho servicio generoso y cotidiano.
Jesús
que expresó la grandeza de su amor con su propia vida, nos muestra la medida del verdadero amor. La medida de nuestro amor a los demás es la medida en que Jesús nos ha amado y esto que parece imposible se puede hacer realidad si nos identificamos con Él.
que expresó la grandeza de su amor con su propia vida, nos muestra la medida del verdadero amor. La medida de nuestro amor a los demás es la medida en que Jesús nos ha amado y esto que parece imposible se puede hacer realidad si nos identificamos con Él.
Cuando nos reunimos y comemos este pan y
bebemos este cáliz, proclamamos a Jesús, muerto por amor, vivo para siempre a
nuestro lado, fuerza para nuestro camino de hombres y mujeres que queremos
seguirlo y seguimos buscando un mundo y una vida distinta.
Comulgar con Cristo, supone
comprometerse como Él a aceptar el papel de servidores en favor de
todos. Para el discípulo, la construcción de un mundo solidario y justo
está esencialmente ligada con la celebración de la Eucaristía. Sin justicia no
hay Eucaristía, y no hay justicia que redima sin Eucaristía que la sostenga.
El amor de Jesús es el mismo amor con que
Dios ama a los hombres; Dios ama a los hombres “lavándoles los pies”. El
Dios que nos muestra Jesús es un Dios servidor de los hombres, que acepta
estar por debajo de éstos para, desde abajo, poder levantarlos, elevarlos. En
esta nueva humanidad, todos los hombres son igualmente señores, porque todos
son igualmente servidores; yquien quiera ser discípulo no tiene otra tarea
que continuar sirviendo para continuar creando condiciones de libertad,
de igualdad, de fraternidad entre todos los hombres.
La comunidad cristiana verdadera, se
define por su capacidad de servicio, y no por la grandeza de sus
estructuras, ni por el brillo de sus logros. Sentirse hermano del otro, es
sentir la alegría del servicio que nunca es humillación, sino verdadera
grandeza. El servicio, vivido desde la fraternidad, convierte al cristiano en otro
Jesús y la vida diaria en manifestación del Reino.
PARA DISCERNIR
¿Vivo cotidianamente la unidad entre el gesto del
lavado de los pies, la Eucaristía y la muerte de Jesús en la Cruz?
¿Qué servicios concretos me está pidiendo Jesús en
este momento de mi vida?
¿Qué gestos concretos de amor humilde y servicial
podría hacer para aliviar el dolor de mis hermanos que sufren y para dar
repuesta a sus necesidades?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
…Nos ha dado el ejemplo, para que hagamos lo mismo…
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
…El día de Jueves Santo se celebra la memoria de la
primera vez que Nuestro Señor tomó el pan y lo convirtió en su cuerpo, tomó el
vino y lo transformó en su sangre. Esta verdad requiere de nosotros una gran
humildad, que sólo puede ser un don suyo. Me refiero a esa humildad de mente
por la que conocemos la verdad de que lo que antes era pan ahora es su cuerpo y
lo que antes era vino ahora es su sangre. Por eso nos arrodillamos para honrar
a Jesús en el Santísimo Sacramento. Sucesivamente, cuando se ora ante el altar
de la Reserva, nos damos cuenta de cómo estamos unidos a él en el sufrimiento
del huerto de Getsemaní, tan cercanos a él como
María Magdalena cuando lo encontró en el huerto el
primer domingo de pascua: este hecho es el que nos causa más extrañeza.
El día de Jueves Santo [...] evocamos también cómo
nuestro Señor, durante la última cena, se levantó y se puso a lavar los pies de
sus apóstoles y, con este gesto, nos mostró algo de la divina bondad. Jesús nos
revela en qué consiste lo divino. Jesús lavó los pies de sus discípulos para
mostrar las atenciones y la gran bondad que Dios tiene con nosotros. Es un
pensamiento maravilloso que podría ocupar nuestra mente y nuestras plegarias.
Si esta bondad divina puede manifestársenos, ¿qué podremos
hacer nosotros a cambio? ¿No deberíamos igualar esta dulce bondad suya, que
rebosa amor por nosotros, y brindar la misma bondad
y el mismo amor? Esto demostraría que el amor, la caridad cristiana, no es sólo
una palabra fácil, sino algo que nos lleva a la acción y al servicio,
especialmente al de los pobres y al de cuantos pasan necesidad…
B. Hume, EI misterio y el absurdo, Casale
Monf. 1999, 107s.
PARA REZAR
Jesús Cristo, Cordero de Dios, que quitas los pecados
del mundo;
Ten piedad de nosotros.
Jesús Cristo, Cordero de Dios, nos ponemos en oración;
inclinamos toda nuestra vida delante tuyo.
Jesús Cristo, Cordero de Dios, tócanos con tu amor.
Ten piedad de nosotros.
Jesús Cristo, Cordero de Dios, nos ponemos en oración;
inclinamos toda nuestra vida delante tuyo.
Jesús Cristo, Cordero de Dios, tócanos con tu amor.
Y en tu gracia permite que de tal manera participemos
del pan y del vino;
Que seamos más semejantes a vos.
Jesús Cristo, Cordero de Dios,
Que seamos más semejantes a vos.
Jesús Cristo, Cordero de Dios,
queremos compartir el pan y el vino
como vos lo hiciste con tus discípulos
cuando anticipaste de esa manera
la ofrenda de tu propia vida en la cruz.
Ofrenda grata a los ojos del Padre.
Ofrenda grata a los ojos del Padre.
Ofrenda única y definitiva por la que somos hijos de
Dios.
Jesús Cristo, Cordero de Dios;
Jesús Cristo, Cordero de Dios;
signo de la Pascua que se hace real en tu cuerpo y en
tu sangre;
Cuerpo que se da por nosotros,
Cuerpo que se da por nosotros,
sangre del Nuevo Pacto derramada para nuestra
salvación.
Jesús Cristo, Cordero de Dios te alabamos y te bendecimos
Jesús Cristo, Cordero de Dios te alabamos y te bendecimos
porque en tu entrega confirmamos los hechos poderosos
de Dios:
como cuando Dios sacó a su pueblo de la esclavitud
como cuando Dios sacó a su pueblo de la esclavitud
y el dolor guiándolo por el desierto
hacia lugares de esperanza y plenitud.
Jesús Cristo, Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo,
Jesús Cristo, Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo,
danos la santidad que nos compromete
con los desiertos de los seres humanos.
Que no decaigamos en la fe.
Que no prostituyamos la esperanza.
Que no perdamos la comunión con tu Cuerpo que es tu
Iglesia. Que no claudiquemos en el servicio.
Que en las cimas de la soberbia y la autosuficiencia
Iglesia. Que no claudiquemos en el servicio.
Que en las cimas de la soberbia y la autosuficiencia
miremos a Jesús Cristo, haciéndose siervo,
lavando nuestros pecados. AMEN.
Carlos Enrique García
LECTIO DIVINA
Los
amó hasta el fin
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Juan 13, 1-15
Antes de la
fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este
mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los
amó hasta el fin.
Durante la
Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el
propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus
manos y que él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se
sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en
un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la
toalla que tenía en la cintura.
Cuando se
acercó a Simón Pedro, este le dijo: «¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?»
Jesús le
respondió: «No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo
comprenderás.»
«No, le dijo
Pedro, ¡tú jamás me lavarás los pies a mí!»
Jesús le
respondió: «Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte.»
«Entonces,
Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la
cabeza!»
Jesús le dijo:
«El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está
completamente limpio. Ustedes también están limpios, aunque no todos.» Él sabía
quién lo iba a entregar, y por eso había dicho: «No todos ustedes están
limpios.»
Después de
haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo:
«¿comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y
Señor, y tienen razón, porque lo soy. Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les
he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he
dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes.»
Palabra del
Señor
LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
Guías para la
lectura:
El primer
versículo del texto de hoy nos introduce a la segunda sección del Evangelio de
Juan. La expresión “sabiendo que había llegado la hora” contrasta
con la que en la práctica encabeza la primera sección “Mi hora no ha llegado
todavía” (v.2.4b). Mientras que aquella primera sección del Evangelio
pretendía narrar “El libro de los signos de Jesús”, esta segunda es “El libro
de la hora de Jesús”.
Desde luego
que el suceso del lavado de los pies de los discípulos es el nudo narrativo de
esta perícopa, pero vale la pena reflexionar que tamaño gesto de servicio y
humildad estaba siendo realizado por quien tenía plena conciencia de su
existencia.
Jesús sabía
perfectamente de donde venía “sabiendo…que había venido de Dios” (v.3),
hacia donde iba “…volvía a Dios” (v.3), la magnitud de su poder y autoridad “…que
el Padre había puesto todo en sus manos”. También sabía que iba a dar su
propia vida para salvar al mundo: “sabiendo Jesús que había llegado la hora
de pasar de este mundo” (v.1). Sabía de sus atributos: “Ustedes
me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy” (v.13).
Como si semejante conocimiento fuera insuficiente, sabía que uno de sus
discípulos, el tesorero, lo iba a traicionar: “Él sabía quién lo iba a
entregar” (v.11 a)
Resulta
entonces estremecedor entender que quien tenía tal conocimiento de sí mismo,
tenía además en su corazón un incomparable sentimiento de amor: “él, que
había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin”.
Desde su existencia, “no tenemos permiso los cristianos” de redimensionar el
amor; está modelado (tiene como modelo) en el mismo Jesús y en su entrega
personal hasta el fin. Por eso, cuando él anuncia un mandamiento nuevo,
explica que lo novedoso residía en que se amen a su modo: “Así como yo los
he amado, ámense también ustedes los unos a los otros” (v.34b).
Es además
impactante comprender que ese conocimiento de sí mismo lo lleva a realizar una
expresión insuperable de servicio. ¿Cuál? Juan lo relata de manera simple y
hasta natural: “se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla
se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los
pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura” (v.4-5).
Nuevamente, Jesús emerge como modelo en sí mismo, ahora de servicio. Por eso,
luego del lavado de los pies dice a sus discípulos “Les he dado el ejemplo,
para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes” (v.15).
En el
cenáculo, no había quien hiciera el “trabajo sucio” de lavar los pies de
los comensales. Esta tarea estaba reservada a los esclavos no judíos (1S
24.41). Ninguno de los discípulos se ofrece para hacer lo que entendían era una
tarea humillante. Es el propio Jesús quien toma la iniciativa y realiza la
tarea.
El único
suceso conflictivo se presenta cuando le toca el turno a Pedro (v.6-9). Éste no
puede entender ni aceptar que semejante tarea sea realizada por Jesús a su
favor: “¿Tú, Señor me vas a lavar los pies a mí?, y ante la serena
explicación del Señor de que la comprensión de este hecho la iba a tener más
adelante, Pedro redobla el rechazo “¡tú jamás me lavarás los pies a mí! Recién
en ese momento Jesús hace una advertencia severa: “Si yo no te lavo, no
podrás compartir mi suerte”. Pedro, conocedor únicamente de
posiciones extremas, pero entendedor de que algo muy importante estaba en juego
exclama: “¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!”.
Finalmente,
aunque no está explícito en el texto bíblico, está implícito en el contexto del
mismo: ¡Jesús lavó los pies de Judas! ¡Qué amor sobrenatural! ¡Qué servicio
inigualable!
MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
Preguntas para
la meditación:
¿De qué manera
entiendo el amor cristiano a partir de este pasaje?
¿De qué manera
entiendo el servicio cristiano a partir de este pasaje?
¿Qué nueva
dimensión toma Jesús en mi vida a partir de este relato?
ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A
PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
Señor y
Maestro, ayúdame a amar cómo Tú amaste, ayúdame a servir como Tú serviste.
Enséñame a amarte cómo Tú me amas.
CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL
TEXTO BÍBLICO?
Trato de
recrear la escena bíblica de manera vívida.
¿Cómo hubiera
reaccionado si Jesús se hubiera acercado para lavarme los pies? ¿Rechazo?
¿Aceptación? ¿Indiferencia? ¿Incomprensión? ¿Orgullo?
ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO
BÍBLICO?
Preguntas para
la acción:
¿Cuáles son
las maneras actuales de “lavar los pies” de mis semejantes?
¿Qué gesto
concreto de amor estoy dispuesto a hacer hoy?
Esas acciones
de amor y servicio. ¿Las haría a un enemigo como hizo Jesús con Judas?
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