25 de mayo de
2015 – TO – Semana VIII – LUNES DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
María Madre de la Iglesia (M.O)
…Aquí tienes a tu hijo…aquí tienes a tu madre…
PRIMERA
LECTURA
Lectura de los
Hechos de los apóstoles 1, 12-14
Después que Jesús
subió al cielo, los Apóstoles regresaron entonces del monte de los Olivos a
Jerusalén: la distancia entre ambos sitios es la que está permitida recorrer en
día sábado. Cuando llegaron a la ciudad, subieron a la sala donde solían
reunirse. Eran Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé, Mateo,
Santiago, hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas, hijo de Santiago. Todos
ellos, íntimamente unidos, se dedicaban a la oración, en compañía de algunas
mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos.
Palabra de Dios.
SALMO
Jdt 13, 18bcde.
19 (R.: 15, 9d)
R. ¡Tú eres el
insigne honor de nuestra raza!
Que el Dios
Altísimo te bendiga, hija mía,
más que a todas
las mujeres de la tierra;
y bendito sea el
Señor Dios,
creador del cielo
y de la tierra. R.
Nunca olvidarán
los hombres
la confianza que
has demostrado
y siempre
recordarán el poder de Dios. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Juan 19, 25-27
Junto a la cruz de
Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y
María Magdalena.
Al ver a la madre
y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí
tienes a tu hijo.»
Luego dijo al
discípulo: «Aquí tienes a tu madre.»
Y desde aquel
momento, el discípulo la recibió en su casa.
Palabra del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
María es, el primer y principal miembro de la Iglesia, nuestra
hermana en la fe, y al mismo tiempo, nuestra Madre. Siendo
Madre de Cristo, es Madre de su cuerpo que es la Iglesia. Siendo madre del que
es la cabeza, lo es también de sus miembros los cuales estamos incorporados a
Él por la gracia: «Como la maternidad divina es el fundamento de la
especial relación de María con Cristo y de su presencia en el plan de salvación
obrado por Jesucristo, así también constituye el fundamento principal de las
relaciones de María con la Iglesia, por ser la Madre de Aquél que estuvo desde
el primer instante de la encarnación en su seno virginal y unió así como Cabeza
a su Cuerpo místico, que es la Iglesia. María, pues, por ser la Madre de
Cristo, es también Madre de todos los fieles y los pastores, es decir, la
Iglesia». (Pablo VI, CVII)
El Concilio Vaticano II, nos dice que María es Madre no sólo
de la Cabeza, sino también de los miembros del Cuerpo místico de
Cristo: «Porque cooperó con su caridad a que los fieles naciesen en su
Iglesia» (LG 53). Cooperó en la encarnación y cooperó también en la cruz, en el
momento en el que del Corazón traspasado de Cristo nacía la familia de los
redimidos: «no sin designio divino, estuvo de pie, se condolió
vehementemente con su Unigénito y se asoció maternalmente a su sacrificio,
consintiendo amorosamente a la inmolación de la víctima que Ella había
engendrado» (LG 58).
Sin negar su sufrimiento, la actitud de la
Virgen María no fue la de una madre que se duele ante la muerte de su
hijo; fue la actitud de una madre, que aún en medio del dolor, se
asocia, se une positivamente al sacrificio, no sólo porque la víctima inmolada
era su propio Hijo, sino porque el amor la lleva a volver a dar su sí como lo
dio el día de la Encarnación.
María es nuestra Madre porque ha cooperado decisivamente para nuestro nacimiento a la gracia, pero sobre todo, porque en la medida en que el Espíritu Santo nos inserta en Cristo, hermanándonos con Él, María nos ama como miembros que somos de su Cuerpo. Ella no puede dejar de amar con amor maternal a los que están hermanados con su Hijo por la gracia.
María es nuestra Madre porque ha cooperado decisivamente para nuestro nacimiento a la gracia, pero sobre todo, porque en la medida en que el Espíritu Santo nos inserta en Cristo, hermanándonos con Él, María nos ama como miembros que somos de su Cuerpo. Ella no puede dejar de amar con amor maternal a los que están hermanados con su Hijo por la gracia.
Esta realidad nos permite tener los mismos
sentimientos que Cristo tenía hacia su Padre del cielo y hacia su Madre
terrena. La maternidad de María no viene a oscurecer en nada la paternidad de
Dios, sino que, más bien, llega a confirmarla, en la medida en que suscita
en nosotros una confianza filial, clave para ser engendrados por Dios.
Ella, con su delicadeza y su providencia maternal, prepara el camino de la
mejor manera posible. La maternidad de María es así para nosotros un puro
regalo de Dios.
La vida de María aquí en la tierra fue una vida empapada de Dios,
haciéndose: canto de glorificación en el magníficat, petición
confiada en las bodas de Caná y espera perseverante con la
Iglesia en el cenáculo. Desde entonces hasta nuestros días es en todo
tiempo intercesora para todos los miembros del Cuerpo místico de Cristo: «No
dejó en el cielo su oficio salvador, sino que continúa alcanzándonos, por su
continua intercesión, los dones de salvación. María hace que la Iglesia
se sienta familia (Documento de Puebla 285,287) y hace que el
Evangelio se haga más carne entre nosotros (Documento de Puebla 303).
Por su amor maternal cuida de los hermanos de su Hijo que peregrinan y se
debaten entre peligros y angustias y luchan contra el pecado hasta que sean
llevados a la patria feliz. Por eso la bienaventurada Virgen en la Iglesia es
invocada con los títulos de abogada, auxiliadora, socorro, mediadora»
(LG 62).
María en el cielo sigue siendo nuestra
madre e intercede maternalmente por nosotros. La intercesión de María es una
intervención maternal llena de delicadeza, de finura, de paciencia, de
solicitud, de tacto de Madre, que con su intervención múltiple va implorando
las gracias indispensables. Como Madre de Dios, su intercesión es poderosa;
como Madre nuestra, su intercesión es segura. María, Madre de la
Iglesia, ruega por nosotros.
***
La Iglesia es semejante en todo a María. Dio a
luz a la cabeza de la Iglesia, y ésta engendra constantemente
hijos que forman el cuerpo místico de la cabeza. Engendra y da
a luz sus hijos por medio de la predicación de la palabra y la
administración de los sacramentos. La fuente bautismal es el fecundo
seno materno del que constantemente brotan nuevos hijos. María concibe y
da a luz en el Espíritu Santo; también la Iglesia concibe y da a luz en
el Espíritu Santo. María da a luz para una nueva creación, y la
Iglesia da a luz a los nuevos hombres.
Pero la relación entre María y la Iglesia
va más allá del mero paralelo. Es una relación de origen,
pues los alumbramientos de la Iglesia están condicionados por el parto de
María. Lo nacido de María vino al mundo como cabeza de una nueva
humanidad. Su parto está ordenado a los alumbramientos de la
Iglesia, como la cabeza al cuerpo.
A la inversa, los partos de
la Iglesia se reflejan en el de María, consuman en cierto sentido lo que
comenzó por aquél. De esa manera, el parto de María y los de la Iglesia
forman un todo único. María tiene en esto importancia fundamental.
PARA
DISCERNIR
¿Mi relación con la Virgen María se limita
a simple piedad?
¿Experimento su materna protección?
¿Me confío a su intercesión?
REPITAMOS A
LO LARGO DE ESTE DÍA
“Y desde aquel momento, el discípulo la
recibió en su casa.”
PARA LA
LECTURA ESPIRITUAL
…”El título de «Madre de la Iglesia»,
aunque se ha atribuido tarde a María, expresa la relación materna de la Virgen
con la Iglesia, tal como la ilustran ya algunos textos del Nuevo Testamento.
María, ya desde la Anunciación, está
llamada a dar su consentimiento a la venida del reino mesiánico, que se
cumplirá con la formación de la Iglesia.
María en Caná, al solicitar a su Hijo el
ejercicio del poder mesiánico, da una contribución fundamental al arraigo de la
fe en la primera comunidad de los discípulos y coopera a la instauración del
reino de Dios, que tiene su «germen» e «inicio» en la Iglesia (cf. Lumen
gentium, 5).
En el Calvario María, uniéndose al
sacrificio de su Hijo, ofrece a la obra de la salvación su contribución
materna, que asume la forma de un parto doloroso, el parto de la nueva
humanidad.
Al dirigirse a María con las palabras
«Mujer, ahí tienes a tu hijo», el Crucificado proclama su maternidad no sólo
con respecto al apóstol Juan, sino también con respecto a todo discípulo. El
mismo Evangelista, afirmando que Jesús debía morir «para reunir en uno a los
hijos de Dios que estaban dispersos» (Jn 11, 52), indica en el nacimiento de la
Iglesia el fruto del sacrificio redentor, al que María está maternalmente
asociada”…
De la Catequesis de S.S. Juan Pablo II
en la audiencia general de los miércoles 17 de
septiembre de 1997
PARA REZAR
Oración a María Madre de la Iglesia
María, tus hijos llenos de gozo,
Te proclamamos por siempre bienaventurada
Tú aceptaste gozosa la invitación del
Padre
para ser la Madre de su Hijo.
Con ello nos invitas a descubrir
la alegría del amor y la obediencia a
Dios.
Tú que acompañaste hasta la cruz a tu
Hijo,
danos fortaleza ante el dolor
y grandeza de corazón
para amar a quienes nos ofenden.
Tú al unirte a la oración de los
discípulos,
esperando el Espíritu Santo,
te convertiste en modelo
de la Iglesia orante y misionera.
Desde tu asunción a los Cielos,
proteges los pasos de quienes peregrinan.
guíanos en la búsqueda
de la justicia, la paz y la fraternidad.
María gracias por tenerte como Madre. Amén.
LECTIO DIVINA
Vende lo que
tienes y sígueme
+ Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 10, 17-27
Jesús se puso en camino, un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?»
Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno. Tú conoces los
mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso
testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre.»
El hombre le respondió: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud.»
Jesús lo miró con amor y le dijo: «Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme.»
Él, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes.
Jesús lo miró con amor y le dijo: «Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme.»
Él, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes.
Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡qué difícil será
para los ricos entrar en el Reino de Dios!»
Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó
diciendo: «Hijos míos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil
que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de
Dios.»
Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros:
Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros:
«Entonces,
¿quién podrá salvarse?»
Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: «Para los hombres es imposible,
pero no para Dios, porque para Él todo es posible.»
Palabra del Señor.
Palabra del Señor.
1. LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías para la lectura:
• El evangelio
de hoy narra dos cosas: (a) cuenta la historia del hombre rico que pregunta por
el camino de la vida eterna (Mc 10,17-22), y (b) Jesús llama la atención sobre
el peligro de las riquezas (Mc 10,23-27). El hombre rico no aceptó la propuesta
de Jesús, pues era muy rico. Una persona rica está protegida por la seguridad
que la riqueza le da. Tiene dificultad en abrir la mano y dejar escapar esta
seguridad. Agarrada a las ventajas de sus bienes vive defendiendo sus propios
intereses. Una persona pobre no acostumbra tener esta preocupación. Pero puede
que tenga una cabeza de rico. Entonces, el deseo de riqueza crea en ella una
dependencia y hace que esta persona se vuelva esclava del consumismo. Hay gente
que tiene tantas actividades que ya no tiene tiempo para dedicarse al servicio
del prójimo. Con esta problemática en la cabeza, tanto de las personas como de
los países, vamos a meditar el texto del hombre rico.
• Marcos
10,17-19: La
observancia de los mandamientos y la vida eterna. Alguien llega
cerca de Jesús y le pregunta: “Maestro
bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?” El
evangelio de Mateo informa que se trata de un joven (Mt 19,20.22). Jesús responde
bruscamente: “¿Por
qué me llamas bueno? ¡Nadie es bueno, sino sólo Dios!” Jesús
aleja la atención sobre sí mismo y apunta hacia Dios, pues lo que importa es
hacer la voluntad de Dios, revelar el Proyecto del Padre. En seguida, Jesús
afirma: “Ya
sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes
falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre”.
Es importante mirar bien la respuesta de Jesús. El joven había preguntado por
la vida eterna. ¡Quería vivir cerca de
Dios! Pero Jesús
no menciona los tres primeros mandamientos que definen nuestra relación con
Dios. Recuerda los mandamientos que hablan del respeto a la vida ¡cerca del prójimo! Para
Jesús, sólo conseguimos estar bien con Dios, si estamos bien con el prójimo. No
sirve de nada engañarse. La puerta para llegar a Dios es el prójimo.
• Marcos
10,20: Observar
los mandamientos, ¿para qué sirve? El hombre responde
diciendo que ya observaba los mandamientos desde su juventud. Lo que es curioso
es lo siguiente. Él había preguntado por el camino de la vida. Ahora, el camino de la vida era y
sigue siendo: hacer la voluntad de Dios expresada en los mandamientos. Quiere decir que
él observaba los mandamientos sin saber a qué servían. De lo contrario, no
hubiera hecho la pregunta. Es como lo que ocurre a muchos católicos de hoy: no
saben decir para qué sirve ser católico. ”Nací en un país católico, ¡por esto
soy católico!” ¡Cosa de costumbre!
• Marcos
10,21-22: Compartir
los bienes con los pobres y seguir a Jesús. Oyendo la respuesta del
joven: “Jesús
fijando en él su mirada, le amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, cuanto
tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego,
ven y sígueme.» La observancia de los mandamientos es apenas
el primer grado de una escalera que va más allá y más alto. ¡Jesús pide más! La
observancia de los mandamientos prepara a la persona para que pueda llegar a la
entrega total de sí a favor del prójimo. Jesús pide mucho, pero lo pide con
mucho amor. El joven no aceptó la propuesta de Jesús y se fue “porque tenía muchos bienes”.
• Marcos
10,23-27: El
camello y el ojo de la aguja. Después de que el joven se fuera,
Jesús comentó su decisión: ¡Qué
difícil es que los que tenga riquezas entren en el Reino de los Cielos! Los
discípulos quedaron asombrados. Jesús repite la misma frase y añade: ¡Qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es
más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja, que el que un rico entre
en el Reino de Dios.» La expresión “entrar en el Reino” indica no
sólo y en primer lugar la entrada en el cielo después de la muerte, sino
también y sobre todo la entrada en comunidad alrededor de Jesús. La comunidad
es y debe ser una muestra del Reino. La alusión a la imposibilidad de que un camello pase por el ojo de la aguja viene
de un proverbio popular de la época usado por el pueblo para decir que una cosa
era humanamente imposible. Los discípulos quedaron desconcertados ante la
afirmación de Jesús y se preguntaban unos a otros: "¿Y quién se podrá salvar?" Señal
de que no habían entendido la respuesta de Jesús al joven rico: “Va, vende todos sus bienes y dalos a los
pobres, luego ven y ¡sígueme!” El joven había observado los
mandamientos desde su juventud, pero sin entender el porqué de la observancia.
Algo semejante estaba aconteciendo con los discípulos. Ellos habían abandonado
ya todos los bienes según había pedido Jesús al joven rico, pero ¡sin entender
el porqué del abandono! Si lo hubiesen entendido no se hubiesen quedado
asombrados ante la exigencia de Jesús. Cuando la riqueza o el deseo de la
riqueza ocupan el corazón y la mirada, la persona deja de percibir el sentido
del evangelio.
¡Sólo Dios
puede ayudar! Jesús mira a los discípulos y dice: "Para los hombres, imposible, pero no para
Dios. ¡Porque todo es posible para Dios!"
Texto extraído
de Lectio divina “Los Carmelitas”.
2. MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
|
· Preguntas para la meditación:
·
¿Qué debo hacer para heredar la Vida eterna?
·
¿Qué cosas aún no pongo a disposición de Dios?
·
¿Qué significa para mí saber que entrar al Reino de los Cielos es imposible
para los hombres pero no para Dios?
3. ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL
TEXTO BÍBLICO?
|
SALMO Sal 31,1-2. 5. 6. 7 (R.: 11a)
¡Qué los
justos se alegren en el Señor!
¡Feliz el que ha sido absuelto de su pecado
y liberado de su falta!
¡Feliz el hombre a quien el Señor
no le tiene en cuenta las culpas,
y en cuyo espíritu no hay doblez!
Pero yo reconocí mi pecado,
no te escondí mi culpa,
pensando: «Confesaré mis faltas al Señor.»
¡Y Tú perdonaste mi culpa y mi pecado!
Por eso, que todos tus fieles te supliquen
en el momento de la angustia;
y cuando irrumpan las aguas caudalosas
no llegarán hasta ellos.
Tú eres mi refugio,
tú me libras de los peligros
y me colmas
con la alegría de la salvación.
¡Feliz el que ha sido absuelto de su pecado
y liberado de su falta!
¡Feliz el hombre a quien el Señor
no le tiene en cuenta las culpas,
y en cuyo espíritu no hay doblez!
Pero yo reconocí mi pecado,
no te escondí mi culpa,
pensando: «Confesaré mis faltas al Señor.»
¡Y Tú perdonaste mi culpa y mi pecado!
Por eso, que todos tus fieles te supliquen
en el momento de la angustia;
y cuando irrumpan las aguas caudalosas
no llegarán hasta ellos.
Tú eres mi refugio,
tú me libras de los peligros
y me colmas
con la alegría de la salvación.
4. CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO
BÍBLICO?
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ALELUIA 2Cor 8, 9
Aleluia.
Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre por nosotros,
a fin de enriquecernos con su pobreza.
Aleluia.
Aleluia.
Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre por nosotros,
a fin de enriquecernos con su pobreza.
Aleluia.
5. ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO
BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
·
¿Me acercaré al Señor con argumentos de auto
justificación o en búsqueda de su gracia?
·
¿Qué cosas que me faltan o me cuestan debo ceder?
·
¿Con quién compartiré lo reflexionado en la Lectio de
hoy?
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