3 de mayo de 2015 - TIEMPO PASCUAL - DOMINGO V – Ciclo B
…El que
permanece en mí, y Yo en él, da mucho fruto…
PRIMERA
LECTURA
Lectura de los Hechos de los
Apóstoles 9, 26-31
Cuando Saulo llegó
a Jerusalén, trató de unirse a los discípulos, pero todos le tenían
desconfianza porque no creían que también él fuera un verdadero discípulo.
Entonces Bernabé, haciéndose cargo de él, lo llevó hasta donde se encontraban
los Apóstoles, y les contó en qué forma Saulo había visto al Señor en el
camino, cómo le había hablado, y con cuánta valentía había predicado en Damasco
en el nombre de Jesús. Desde ese momento, empezó a convivir con los discípulos
en Jerusalén y predicaba decididamente en el nombre del Señor.
Hablaba también
con los judíos de lengua griega y discutía con ellos, pero estos tramaban su
muerte. Sus hermanos, al enterarse, lo condujeron a Cesarea y de allí lo
enviaron a Tarso.
La Iglesia, entre
tanto, gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaría. Se iba consolidando,
vivía en el temor del Señor y crecía en número, asistida por el Espíritu Santo.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 21, 26b-27. 28 y 30abcd. 31-32 (R.:
26a)
Te alabaré, Señor, en la gran asamblea.
Cumpliré mis votos
delante de los fieles:
los pobres comerán
hasta saciarse
y los que buscan
al Señor lo alabarán.
¡Que sus corazones
vivan para siempre! R.
Todos los confines
de la tierra
se acordarán y
volverán al Señor;
todas las familias
de los pueblos
se postrarán en su
presencia.
Todos los que
duermen en el sepulcro
se postrarán en su
presencia;
todos los que
bajaron a la tierra
doblarán la
rodilla ante él. R.
Mi alma vivirá
para el Señor,
y mis
descendientes lo servirán.
Hablarán del Señor
a la generación futura,
anunciarán su
justicia a los que nacerán después,
porque esta es la
obra del Señor. R.
SEGUNDA
LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol
san Juan 3, 18-24
Hijitos míos, no
amemos solamente con la lengua y de palabra, sino con obras y de verdad. En
esto conoceremos que somos de la verdad, y estaremos tranquilos delante de Dios
aunque nuestra conciencia nos reproche algo, porque Dios es más grande que
nuestra conciencia y conoce todas las cosas.
Queridos míos, si
nuestro corazón no nos hace ningún reproche, podemos acercarnos a Dios con
plena confianza, y él nos concederá todo cuanto le pidamos, porque cumplimos
sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.
Su mandamiento es
este: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos los unos a
los otros como él nos ordenó.
El que cumple sus
mandamientos permanece en Dios, y Dios permanece en él; y sabemos que él
permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Juan 15, 1-8
Lectura del santo Evangelio según san Juan 15, 1-8
Jesús dijo a sus
discípulos:
«Yo soy la
verdadera vid y mi Padre es el viñador. El corta todos mis sarmientos que no
dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están
limpios por la palabra que yo les anuncié. Permanezcan en mí, como yo
permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece
en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí.
Yo soy la vid,
ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto,
porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es
como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego
y arde.
Si ustedes
permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y
lo obtendrán.
La gloria de mi
Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.»
Palabra del Señor.
Para
reflexionar
“El hombre no es el creador de las
circunstancias, más bien las circunstancias crean al hombre”.(Benjamín
Disraeli). Si bien podemos disentir con esta afirmación, que en cierto
sentido ofende nuestra libertad para autodeterminarnos, no podemos dejar de reconocer
el influjo que “las circunstancias” realizan en nuestra vida personal y social.
Sin ir más lejos, la cultura del consumo, cultura de lo efímero, condena todo
al desuso inmediato. Todo cambia al ritmo vertiginoso de la moda,
puesta al servicio de la necesidad de vender. Las cosas envejecen
en un abrir y cerrar de ojos para ser reemplazadas por otras con fecha
de vencimiento.
Lo único que dura y permanece, es
la inseguridad que alimenta la máquina de las cosas fabricadas para
no durar.
En una realidad con tales características
es casi inevitable que los ideales, los valores, los sentimientos
entren en la dinámica de lo fugaz y transitorio. No se concibe una búsqueda
que no tenga gratificación inmediata, ni compromiso que vaya más allá del hoy y
el aquí.
La “certeza” de lo transitorio de
todo y todas las cosas, se transformó en una trampa cazabobos que
eliminando el valor del trabajo cotidiano que construye, del esfuerzo, de los
pequeños logros, de la renuncia por un bien mayor, nos hace cada vez
más incapaces de lograr algo que perdure.
***
La primera lectura presenta las dificultades con que se
encontró San Pablo, dos años después de su conversión, cuando intentó
incorporarse a la comunidad cristiana de Jerusalén. No le resultará fácil dado
que todos recordaban al antiguo perseguidor, y lo miraban
con recelo dudando de la sinceridad de la conversión
del miembro “nuevo”. Desde el principio, aquella primera comunidad
cristiana sintió la tendencia a encerrarse en sí misma, poniendo obstáculos a
la incorporación de los que no tenían la misma mentalidad.
***
Juan insiste una vez más en el amor, pero en un amor que no se
contenta con hermosas palabras; sino un amor como el de Cristo, que
dio la vida por nosotros. Por este amor conocemos si somos o no de la verdad.
Si hemos nacido de Dios y somos sus hijos, debemos aceptarnos en
nuestras propias debilidades sinceramente, y esforzarnos en superarlas
con mayor amor. El amor de Dios es mucho más fuerte que nuestro
amor y muestra su grandeza perdonándonos.
Lo verdaderamente decisivo para la
salvación, es creer que Jesús es el Cristo y el Hijo de Dios, y cumplir su
mandamiento de amor. El que cree en el nombre de Jesucristo acepta y cumple lo
que El mismo nos enseñó.
***
Después de haber leído el domingo pasado
el evangelio del “Buen Pastor”, que “da su vida por las ovejas”, en este
domingo, Jesús nos revela como “toma cuerpo” en nosotros su misterio
pascual. Como en otras oportunidades, el maestro de Nazaret, se inspira en la
vida cotidiana de los campesinos judíos, para expresar realidades espirituales
profundas. Palestina era famosa por sus viñedos y sus
higueras, de ahí que los profetas compararan al pueblo hebreo con una vid o
con una higuera. Con su cepa robusta y sus mil ramificaciones, la
vid expresa de modo elocuente lo que debe ser la comunidad de
creyentes.
Jesús dice ahora que “Él es la vid
verdadera”, que es Él quien produce finalmente los frutos que Dios ha estado
esperando durante muchos siglos. Jesús pone todo el énfasis en el “dar
frutos”. Si Él es el sólido fundamento de nuestra vida, somos por
naturaleza “de buena cepa”, entonces los frutos deben también ser buenos.
En el contexto de la cena y de su discurso
de despedida, donde ha estado instruyendo a sus discípulos sobre su futuro y
misión después de su muerte, Jesús cuenta la alegoría de la vid y los
sarmientos. El sarmiento tiene que estar constantemente unido a la vid, si
no quiere secarse. Un sarmiento seco, no sirve para nada; como las zarzas o los
cardos.
Jesús ha afirmado que después de la pascua
comprenderán que Él está en el Padre, y ellos en Él, y Él en ellos,
y ahora les dice el “cómo”. Esta nueva realidad se alcanza
permaneciendo en Él.
Permanecer es insertarse en Jesús,
vivir una relación profunda que consiste en “estar” en Él, “habitar” en
Él, “fundamentarnos” en Él. Ser discípulo es vivir este “permanecer”
en Jesús en todas las circunstancias de la historia, recibiendo y entregando
allí la vida del Resucitado. No se trata de una experiencia pasajera, sino de
una presencia envolvente, de una realidad penetrante, de una comunión
permanente. Estar unido a la vid es recibir su savia y su vida.
Jesús invita a entrar en una sólida
relación de amor con Él, que nos lleve a encarnar la dinámica de su vida. Apoyar
toda nuestra existencia en su persona de modo que poco a poco nos vaya
transformando a imagen suya.
Cualquier intento de vida cristiana
prescindiendo de esta unión profunda con Jesús, está destinado al
fracaso. Nuestra vida de discípulos, sin Jesús, no tiene
identidad, ni misión, ni camino. Sin encuentro vivo y unión con
Jesús, nuestra espiritualidad es vacía y nuestra piedad es simple cumplimiento.
Permanecer en Jesús implica por un
lado nuestra acción, y por otro lado dejar que Jesús haga en nosotros. No
es un vínculo que depende solamente de lo que nosotros podemos hacer,
porque corremos el riesgo de caer en un fariseísmo de autosuficiencia
espiritual, ni tampoco es una relación en la que se espera que
todo baje del cielo, y Dios se encargue de lo que a nosotros nos corresponde. Es
un vínculo recíproco en el que nuestra “acción” más importante es dejar a Jesús
“hacer”.
Si Cristo es la vid, el Padre es el
viñador que quiere que su viña dé frutos. Para eso hace la poda. Podar significa “purificar”,
“limpiar”, “retocar”.
La primera obra de Dios Padre es podar la vid, cortando los sarmientos que no
producen fruto. Y los buenos sarmientos también reciben la mano cuidadosa del
viñador, por eso la segunda obra de Dios Padre es podar
los sarmientos buenos para que den todavía más fruto. Y para ello usa
su Palabra.
El modo como Dios nos purifica para que demos más, está en las
enseñanzas de Jesús que nos confrontan y muchas veces nos enfrenta con
el mundo. El “fruto” esperado está relacionado con la
“Palabra” sembrada en nosotros, la cual se manifiesta
como conversión que hace brotar de dentro de nosotros,
una vitalidad renovada que da nuevo sentido, luz y color a todas las
cosas, que es autenticidad, amor, paz y gozo. La purificación de la Palabra es
una purificación en el amor, que hace resurgir la fuerza de la vida de Jesús en
nosotros, de manera que, nuestra existencia tenga la belleza de la vida de
Jesús reflejada en nuestros gestos.
La poda es siempre necesaria. Cuando una
vid permanece mucho tiempo sin que la poden produce racimos de uvas silvestres,
pequeñas y amargas, de mala calidad. Lo mismo sucede con nuestra vida. Vivir
es optar continuamente y toda opción implica una renuncia. Alguien que en
la vida quiere vivir muchas cosas al mismo tiempo termina disperso, sin tener prioridades. Dejarse
podar es tener el valor de tomar decisiones, dejando de lado intereses
secundarios, para concentrarse en los importantes. Maduramos en la fe,
quitando, podando, todo lo inútil que nos dispersa del objetivo central de la
vida, y no nos permite realizarnos de verdad. Es así como se
moldea nuestra vida de discípulos, como Jesús se forma en nosotros,
como somos hechos hombres nuevos al estilo de Jesús.
En una vida comprometida, amándonos los
unos a los otros, como Él nos amó en la Cruz, la oración se
vuelve eficaz porque nuestra vida está en sintonía con el querer de Dios. La
eficacia de la oración está condicionada al plan de Dios, un plan que
conoce quien está en comunión de vida con Jesús. La oración no es una manera de
obligar a Dios a que haga lo que queremos, sino pedir que cumpla su
promesa. Por eso hay que orar en sintonía con la Palabra.
Jesús concluye diciendo que “la gloria
del Padre está en que demos mucho fruto, y seamos sus discípulos”. Dios
quiere que brote en nosotros la fuerza de la pascua, que se desarrollen todas
las potencialidades de nuestra existencia, y para ello tenemos que permanecer
unidos a Jesús.
El testimonio de los discípulos
da “gloria” al Padre, es decir, revela al Padre como dador y generador de vida. Por el gozo, el amor, la paz, por su compromiso concreto a favor de la vida en el mundo, que irradian los discípulos, atraen a otros hacia esta hermosa experiencia de Dios. Y en esta fecundidad misionera hace del mundo, la viña que Dios siempre quiso, “el Padre es glorificado”, es decir, es reconocido y acogido por el mundo como Padre generador de vida.
da “gloria” al Padre, es decir, revela al Padre como dador y generador de vida. Por el gozo, el amor, la paz, por su compromiso concreto a favor de la vida en el mundo, que irradian los discípulos, atraen a otros hacia esta hermosa experiencia de Dios. Y en esta fecundidad misionera hace del mundo, la viña que Dios siempre quiso, “el Padre es glorificado”, es decir, es reconocido y acogido por el mundo como Padre generador de vida.
Cuando vivimos en comunión profunda,
radical, constante con Jesús, los frutos se ven. De la poda que lleva a
una “comunión” progresiva y cada vez más honda con Jesús, brota la
fecundidad espiritual y apostólica.
Lo que Jesús pide es que nos sumerjamos en
el abandono confiado al Padre, entregándonos incondicionalmente en
el servicio y en la misión dando la propia vida.
Para
discernir
¿Qué necesito hacer para que la vida de
Jesús se desarrolle en mí verdaderamente?
¿Sobre qué base se edifican mi vida de
oración, mi vida comunitaria y mi acción evangelizadora?
¿Qué experiencia de Pascua revelo en mis
opciones, gestos y actitudes?
Para repetir
a lo largo de este día
Quiero permanecer en Ti, Señor…y dar mucho
fruto…
Para la
lectura espiritual
«Yo soy la vid y vosotros los sarmientos»
… En el pasaje del Evangelio que nuestro
Señor dice que él es la vid y nosotros los sarmientos, habla así en tanto que
él es la cabeza de la Iglesia y nosotros somos sus miembros (Ef 5,25), en tanto
que «mediador entre Dios y los hombres» (1Tm 2,5). En efecto, la vid y los
sarmientos son de la misma naturaleza; por eso el que era Dios, y por tanto de
una naturaleza distinta de la nuestra, se hizo hombre a fin de que, en él, la
naturaleza humana fuera como una vid de la que nosotros seríamos los
sarmientos…
Decía él a los discípulos: «Permaneced en
mí como yo permanezco en vosotros». Ellos no estaban en él de la misma manera
que él en ellos. Esta unión recíproca no le reportaba a él ningún provecho; tan
sólo ellos sacan provecho. Los sarmientos están estrechamente unidos a la vid
pero no le comunican nada, sino que es de ella que los sarmientos reciben su
principio de vida. La vid, por el contrario, está unida a los sarmientos para
comunicarles su savia vivificante, sin recibir de ellos nada a cambio. Es así
como Cristo permanece en sus discípulos…
Si Cristo no hubiera sido un hombre no
hubiera podido ser vid; sin embargo, si él no fuera también Dios, no podría
proveer de esta gracia a los sarmientos. Porque no se puede vivir sin esta
gracia, y porque la muerte está en poder de nuestro libre arbitrio, nuestro
Señor añade: «Al que no permanece en mí, lo tiran fuera, como al sarmiento, y se
seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden (Jn 15,6). Es por eso
que, si la madera de la vid es despreciable cuando no permanece unida a la vid,
es tanto más gloriosa cuando permanece en él…
San Agustín (354-430),
obispo de Hipona (África del Norte)y doctor de la
Iglesia
Comentario al evangelio de Juan, 80, 1; 81, 1.3-4; CCL
36, 527-531
Para rezar
Dios quiere que hagamos lo que podamos,
le pidamos lo que no podamos y
Él nos ayudará para que podamos.
Pero si no ponemos lo que podemos,
Pero si no ponemos lo que podemos,
Dios no suplirá lo que debemos hacer.
Dios pone casi todo, nosotros ponemos casi nada;
Dios pone casi todo, nosotros ponemos casi nada;
pero Dios no pone su «casi todo»
si nosotros no ponemos nuestro «casi
nada».
Por eso si unimos nuestra oración a nuestra colaboración,
Por eso si unimos nuestra oración a nuestra colaboración,
la fecundidad es segura.
Hagamos siempre lo que Dios quiere
Hagamos siempre lo que Dios quiere
y queramos lo que Dios hace».
LECTIO
DIVINA
El que permanece en mí, y Yo
en él,
da mucho fruto
da mucho fruto
+ Evangelio de nuestro
Señor Jesucristo según san Juan 15, 1-8
Jesús dijo a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid y
mi Padre es el viñador. El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que
da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la
palabra que yo les anuncié.
Permanezcan en mí, como yo
permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece
en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí.
Yo soy la vid, ustedes los
sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque
separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el
sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde.
Si ustedes permanecen en
mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán.
La gloria de mi Padre
consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.»
Palabra del Señor.
1. LECTURA - ¿QUÉ DICE
EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías para la lectura:
El texto de hoy
presenta los ocho primeros versículos de dicho capítulo y se lo podría dividir
en tres grandes partes:
1. La vid verdadera
(versículos 1-3).
2. Mantenerse unidos a la
vid (versículos 4-6).
3. Ampliación del tema
central (versículos 7-8).
Explicaremos brevemente
cada una de las partes.
El domingo pasado Jesús se
presentaba como el “buen pastor”, hoy se presenta como la “vid verdadera”. La
vid era una plantación común en Palestina pero que requería muchos cuidados por
parte del viñador dado las particulares condiciones climáticas de aquella
región. El dueño se “desvivía” por el cuidado de su vid. Cuando una rama no da
uvas, no da fruto debe ser cortada. Cuando una rama da uvas debe ser limpiada
(literalmente “purificada”) para que pueda dar más fruto. A esto habitualmente
se lo denomina como poda. Es consolador que Jesús les diga a sus discípulos que
ellos ya están limpios por la palabra que han recibido.
En la segunda parte del
relato se pone el acento en dos cuestiones íntimamente relacionadas: por un
lado la insistencia en dar frutos, en dar uvas. Por otro lado la necesidad de
“mantenerse unidos” a Jesús para, justamente, poder dar fruto. El verbo que
aquí se traduce como “mantenerse unido”, se puede traducir también como
“permanecer”. Es el verbo griego menein que significa “permanecer unido” pero
no de manera estática y fija como resuena en nuestra lengua castellana. Es un
permanecer unidos de manera dinámica, con un ida y vuelta, con una relación de
diálogo con el Señor de tú a tú. En cinco versículos, desde el 4 al 7 aparece
ocho veces este verbo. Así como las ramas no pueden hacer nada sin la planta de
la misma manera los discípulos de Jesús no pueden hacer nada si no están unidos
a Él.
En la tercera parte del
texto se da como una suerte de consecuencia lógica: quién está unido a Jesús va
tener la experiencia de una oración eficaz: “recibirán de mi Padre todo lo que
pidan”. Esto es fácil decirlo pero muy difícil vivirlo. Por eso pongamos manos
a la obra para que siendo auténticos discípulos, demos mucho fruto y
disfrutemos de una oración eficaz de parte del Padre porque estamos íntimamente
unidos al Señor.
2. MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME
DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Preguntas para la meditación:
·
¿Qué significa para mí hoy que Jesús se defina como “vid verdadera”?
·
¿Experimento que el Padre “me cuida” al cuidar la vid a la que pertenezco?
·
¿Por qué creo que me cuesta dar fruto en algunos aspectos de mi vida?
3. ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO
A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
|
Señor, ayúdame cada día a
permanecer muy unido a ti y a tu Palabra para poder dar fruto de vida a mi
alrededor.
4. CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO
INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
|
Releo
despacio el texto.
Reviso
las podas y purificaciones y me alegro por los frutos que han traído.
Rezo
la "permanencia" como escucha activa de la voz del Señor.
5. ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR
EL TEXTO BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
·
¿Cuáles son los “buenos frutos” de mi vida?
·
¿En qué circunstancias de mi vida no estoy dando fruto o me cuesta dar
fruto?
·
¿Con quién compartiré la lectio de hoy?
Gentileza
Lectionautas
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