2 de mayo de 2015

2 de mayo de 2015 – SÁBADO DE LA SEMANA IV DE PASCUA

El que me ha visto ha visto al Padre

PRIMERA LECTURA
Lectura de los Hechos de los Apóstoles    13, 44-52

    Casi toda la ciudad se reunió el sábado siguiente para escuchar la Palabra de Dios. Al ver esa multitud, los judíos se llenaron de envidia y con injurias contradecían las palabras de Pablo.
    Entonces Pablo y Bernabé, con gran firmeza, dijeron:
    «A ustedes debíamos anunciar en primer lugar la Palabra de Dios, pero ya que la rechazan y no se consideran dignos de la Vida eterna, nos dirigimos ahora a los paganos. Así nos ha ordenado el Señor: Yo te he establecido para ser la luz de las naciones, para llevar la salvación hasta los confines de la tierra.»
    Al oír esto, los paganos, llenos de alegría, alabaron la Palabra de Dios, y todos los que estaban destinados a la Vida eterna abrazaron la fe. Así la Palabra del Señor se iba extendiendo por toda la región.
    Pero los judíos instigaron a unas mujeres piadosas que pertenecían a la aristocracia y a los principales de la ciudad, provocando una persecución contra Pablo y Bernabé, y los echaron de su territorio. Estos, sacudiendo el polvo de sus pies en señal de protesta contra ellos, se dirigieron a Iconio.
    Los discípulos, por su parte, quedaron llenos de alegría y del Espíritu Santo. 
Palabra de Dios.

SALMO    
Sal 97, 1. 2-3ab. 3cd-4 (R.: 3cd) 
R.    Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios.

    Canten al Señor un canto nuevo,
    porque él hizo maravillas:
    su mano derecha y su santo brazo
    le obtuvieron la victoria. R.

    El Señor manifestó su victoria,
    reveló su justicia a los ojos de las naciones:
    se acordó de su amor y su fidelidad
    en favor del pueblo de Israel. R.

    Los confines de la tierra han contemplado
    el triunfo de nuestro Dios.
    Aclame al Señor toda la tierra,
    prorrumpan en cantos jubilosos. R.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Juan    14, 7-14

    Jesús dijo a sus discípulos:
    «Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto.»
    Felipe le dijo: «Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta.»
    Jesús le respondió: «Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Cómo dices: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras.
    Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras.
    Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre. Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré.» 
Palabra del Señor.

Para reflexionar

El sábado que siguió a la predicación de Pablo en la sinagoga de Antioquía de Pisidia casi toda la ciudad se congregó para oír la palabra de Dios. Ocho días después, la buena noticia del Evangelio había recorrido toda la ciudadLos judíos al ver lo que sucedía se llenaron de envidia y contradecían con blasfemias todo lo que Pablo anunciaba.
Los apóstoles, después de haber predicado primero a los judíos en las sinagogas, se verán obligados a dirigirse a los gentiles en los que encontraron oyentes mejor dispuestos. El pueblo de la antigua alianza había sido elegido primero, pero por esto no podían pretender monopolizar la salvación de Dios. Su elección era sólo el inicio de algo que tenía que extenderse a todos los pueblos.
El Dios creador del cielo y de la tierra ama a todos los hombres y quiere que todos se salven. Pablo y Bernabé llevan adelante algo que repetirán en muchas ciudades: si son rechazados por los judíos, van a predicar a los paganos. Siempre siguen el mismo orden: «anuncian primero la Palabra de Dios a los judíos, pero cuando la rechazan, se dedican a los gentiles». Esto era para lo que Dios había elegido particularmente a Pablo.
Al oír esto, los paganos se alegraron y glorificaban a Dios. Sin embargo los judíos incitaron a algunos notables del país y promovieron una persecución contra Pablo y Bernabé; estos sacudiendo ante ellos el polvo de sus pies, se fueron a Iconio.
***
En el momento de la partida de Jesús de este mundo al Padre, el anhelo profundo y escondido de todo hombre de querer ver al Padre aparece en los labios de Felipe. En el evangelio nos encontramos con la médula de la revelación que Jesús hace de su propia persona y de su relación con el Padre. Los apóstoles creen que podrían ver al Padre como ven al Hijo. El Padre no es accesible a las miradas, sino a la contemplación, y esta se apoya en el signo por excelencia que es mismo Hijo y sus obras.
La pregunta de Felipe conduce a Jesús a la afirmación decisiva de que Él está en el Padre y el Padre en Él y que Él mismo hace las obras del Padre. Al Padre nadie lo ha visto: pero el que ha visto a Jesús, ya ha visto al Padre.
El que cree y acepta a Cristo, ha creído y aceptado al mismo Dios. Jesús es la puerta, el camino, la luz, y en él tenemos acceso a Dios Padre. También la fecundidad de nuestra oración queda asegurada al pedir “en el nombre de Jesús”. Pedir “en el nombre de Jesús” equivale, efectivamente, a pedir la presencia de Cristo en el actuar humano, a fin de que sea verdaderamente signo de la presencia de Dios.
Tenemos en Jesús al mediador más eficaz: su unión íntima con el Padre hará, si nosotros estamos unidos a Él, que nuestra oración sea siempre escuchada.
El conocimiento que pide Jesús a Felipe significa pasar de una lógica, racional y fría, a tener ojos para la realidad interior. Esta es la mirada de fe que pide Jesús a Felipe. Dios no es algo que está arriba, ni abajo; está entre los hombres y se llama Jesús.
Jesús es el rostro del Padre, la imagen acabada del Padre. Está entre nosotros, acompaña nuestra existencia, vela por nuestra vida, tiene compasión de los enfermos, atiende a los pobres. Sus predilectos son los excluidos, los pecadores, los menospreciados de la sociedad. Va en busca de la oveja descarriada a la que trae sobre los hombros.
Jesús, el rostro del Padre, nos da esperanza a los hombres de que un día, después de haber caminado en esta tierra, se nos regalará la vida definitiva en Dios.
Donde hay hombres y mujeres que tienen la mirada limpia y el corazón abierto para recibir a sus hermanos, donde hay alguien que ama y anda por un camino que le puede costar su tranquilidad por vivir a favor de sus hermanos, donde existen hombres que no se preocupan obsesivamente del mañana porque viven en las manos del Padre, allí está Dios. Dios anda entre las cosas de esta vida y está hablando: hay que saber escucharlo.
A través de Jesús, el amor del Padre seguirá manifestándose en la ayuda a los discípulos para su misión. Esa es nuestra certeza más profunda y la fuente de todo gozo a pesar de las dificultades y persecuciones.

Para discernir

¿Qué rostro de Dios ando buscando?
¿Qué rostro de Jesús me revela el rostro de Dios?
¿Cuáles son los signos que hacen creíble mi amor?

Repitamos a lo largo de este día

Muéstrame, Señor, tus caminos

Para la lectura espiritual

…Te revelaste, Señor, como invisible; eres un Dios escondido e inefable. Pero te haces visible en cada ser: la criatura es la flor de tu mirada. Tu mirada confiere el ser, Dios mío, tú te haces visible en la criatura.
Soy incapaz de darte un nombre, estás más allá del límite de toda definición humana. Socorre a los hijos de los hombres: ellos te veneran en figuras diferentes y eres para ellos causa de guerras religiosas. Sin embargo, ellos te desean, Bien único, oh Inefable y Sin Nombre.
No sigas oculto aún, manifiesta tu rostro: así seremos salvos. Responde a nuestra oración: desaparecerán la espada y el odio, encontraremos la unidad en la diversidad. Aplácate, Señor, tu justicia es misericordia: ten piedad de nosotros, frágiles criaturas… 
Nicolás de Cusa, cit. en G. Vannucci, 11 Libro de la oración universal,
Florencia, 1985, p. 367.

Para rezar

Ante Tí, Señor

Jesús,
Estar aquí, ante Tí, y ya está todo,
Cerrar los ojos de mi cuerpo
Cerrar los ojos de mi alma
y quedarme así, inmóvil, silencioso,
abrirme ante tí, que estás abierto a mí.
estar presente ante tí, el infinito presente.

Yo acepto, Señor, este no sentir nada,
no ver nada,
no oír nada,
vacío de toda idea,
de toda imagen,
en la noche.
Heme aquí simplemente
para encontrarte sin obstáculo
en el silencio de la Fe,
ante Tí, Señor. Amén.

Michel Quoist

LECTIO DIVINA

El que me ha visto ha visto al Padre

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     14, 7-14 

Jesús dijo a sus discípulos:
«Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto.»
Felipe le dijo: «Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta.»
Jesús le respondió: «Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Cómo dices: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras.
Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras.
Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre. Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré.»
Palabra del Señor.

1.     LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?

 ·   Guías para la lectura:

Jesús nos refleja la gloria del Padre, en él encontramos todo el amor y la luz del Padre Dios. Pero Jesús nos promete aquí algo desconcertante. Dice que los creyentes harán obras mayores que las que hizo él. ¿Cómo podemos entender esta promesa? ¿Acaso todos los creyentes podemos hacer algo más grande que resucitar muertos y curar ciegos? 
En realidad no, porque cuando el evangelio de Juan usa la palabra “mayores” se refiere a cosas de un nivel superior. ¿Pero qué sería un nivel superior que resucitar a un muerto? Hay algo superior a eso: comunicar a los demás algo sobrenatural. 
Porque la resurrección de Lázaro fue devolverle la vida física, natural; pero cuando una persona abre su corazón a Dios y recibe su gracia y su luz, entonces entra en otra dimensión, en la vida sobrenatural, en una vida que vale mucho más que la vida física y natural. 
De hecho, veamos que Jesús antes de su resurrección logró muy poco, porque pocos creyeron realmente en él, y lo abandonaron en la cruz. En cambio, luego de su resurrección la fe cristiana creció de una manera admirable, una multitud abrió el corazón a Jesús en poco tiempo. 
Por lo tanto, cuando Jesús antes de morir promete que los creyentes harán obras mayores que las que él hizo, está diciendo que los creyentes unidos a él, a partir de su resurrección lograrían difundir la fe y el amor de una manera admirable, pero no por su propio poder, sino por el poder de Cristo resucitado actuando a través de ellos. 
¿Somos capaces de dejarnos tomar por Jesús resucitado para hacer esas obras superiores, o nos conformamos con poco?

 2.  MEDITACIÓN - ¿QUÉ  ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
  
·                       Preguntas para la meditación:
                 
·        ¿Por qué conocer a Cristo es como conocer al Padre que nadie ha visto?
·        ¿Cuáles son las obras iguales y aún mayores que los discípulos de Jesús podrán hacer?
·        ¿Qué significa conceptual y prácticamente pedir algo en el Nombre de Jesús?

3.  ORACIÓN - ¿QUÉ  LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?

Señor, no quisiera encerrarme en una vida mediocre, sin fecundidad. Quisiera lograr algo maravilloso, algo grande con las fuerzas que me diste. Y tú me enseñaste que lo más grande que puedo hacer es llevarte a los demás, para que ellos te conozcan y te amen. Tómame con tu poder para cambiar el corazón de los que te rechazan.

4.  CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?

Reflexiono en el verdadero y actual significado de “conocer” a Jesús y orar “en su Nombre”.  
Medito sobre las obras que puedo hacer que estén a la altura del llamado misionero de Jesús. 

5.  ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?

·                        Preguntas para la acción:

·        ¿Cómo y con quién compartiré la manera en que conozco a Dios?
·        ¿Cuánto hace que “estoy con Jesús? ¿Puedo decir que lo conozco?
·        ¿Cómo oraré en el Nombre de Jesús? 


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