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de junio de 2015 – TO - DOMINGO XII
– Ciclo B
…¿Por qué tienen miedo?…
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Job 38, 1, 8-11
El señor habló a Job desde la tempestad, diciendo: ¡¿Quién encerró
con dos puertas al mar, cuando él salía a borbotones del vientre materno,
cuando le puse una nube por vestido y por pañales, densos nubarrones?! Yo
tracé un límite alrededor de él, le puse cerrojos y puertas y le dije:
“Llegarás hasta aquí y no pasarás; aquí se quebrará la soberbia de tus olas”.
Palabra de Dios
SALMO
Sal 106, 23-26. 28-31
R. ¡Den gloria al señor porque es bueno,
porque es eterno su amor!
Los que viajaron en barco por el mar
para traficar por las aguas inmensas,
contemplaron las obras del Señor,
sus maravillas en el océano profundo.
Con su palabra desafió el vendaval,
que encrespaba las olas de océano:
ellos subían hasta el cielo, bajaban al abismo,
se sentían desfallecer por el mareo.
Pero en la angustia invocaron al Señor,
y él los libró de las tribulaciones:
cambió el huracán en una brisa suave
y se aplacaron las olas del mar.
Entonces se alegraron de aquella calma,
el Señor los condujo al puerto deseado.
Den gracias al Señor por su misericordia
y por sus maravillas a favor de los hombres.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol San Pablo
a los cristianos de Corinto 2 Cor 5,14-17
Hermanos:
El amor de Cristo nos apremia, al considerar que si uno sólo murió
por todos, entonces todos han muerto. Y El murió por todos a fin de que los que
viven no vivan más para sí mismos, sino para Aquel que murió y resucitó por
ellos. Por eso nosotros, de ahora en adelante, ya no conocemos a nadie con
criterios puramente humanos, y si conocimos a Cristo de esa manera, ya no lo
conocemos más así. El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha
desaparecido, un ser nuevo se ha hacho presente.
Palabra de Dios
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Marcos 4.35-41
Un día, al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: “Crucemos a la
otra orilla”. Ellos dejando a la multitud lo llevaron en la barca, así como
estaba. Había otras barcas junto a la suya. Entonces se desató un fuerte
vendaval, las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús
estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le dijeron:
“¡Maestro! ¿no te importa que nos ahoguemos?”. Despertándose, él increpó al
viento y dijo al mar: “¡Silencio! ¡Cállate!”. El viento se aplacó y sobrevino
una gran calma. Después les dijo: ¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?.
Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: “¿Quién es este que
hasta el viento y el mar le obedecen?”.
Palabra del Señor
Para reflexionar
Ciertamente vivir no resulta fácil. El sentimiento de
inseguridad es uno de los condicionantes más fuertes y una de las
causas más grandes de frustraciones, de violencia, de angustia. La
experiencia de vida amenazada nos va tomando poco a poco y se va
trasladando a nuestras opciones, decisiones y comportamientos.
En nuestra vid de fe están las amenazas que provienen
del medio: la injusticia, la violencia, la corrupción, el consumismo,
el relativismo y el sensualismo. Están las amenazas de dentro. Las de
la misma Iglesia, las de la comunidad en la que no siempre vemos reflejado el
rostro de Cristo y traen como consecuencia la burla, el descrédito, la
intolerancia. Ante esto nos avergonzamos o abatimos pensando si el esfuerzo
vale la pena.
También están las amenazas de dentro nuestro, cuando
descubrimos tristemente que no somos todo lo que pensábamos que éramos y que “el
tiempo no para”.
Esta lucha provoca cansancio, duda, miedo. Miedo a la
verdad, miedo a los sentimientos, miedo a perder, miedo a lo nuevo, miedo al
cambio, miedo al miedo. Y así, cuando la realidad nos ahoga y nos sentimos
perdidos y desorientados abandonamos todo esfuerzo y dejamos que la
barca de la vida sea empujada por su propio viento y que la historia
se construya sola.
***
Todo el libro de Job es un esfuerzo pedagógico de
la Palabra de Dios a fin de que el hombre reflexione sobre el problema del mal,
sobre las injusticias en el mundo, y, sobre todo, en el hecho insólito de
que sufra el hombre justo Job se lamenta del trato que recibe después
de una vida entregada a hacer el bien. Pero Dios no responde Su
lógica es distinta de la nuestra. Dios, es siempre misterio para
el hombre pero puede ser contemplado en sus obras, en la creación. En
el universo entero hay huellas del su amor y sabiduría infinita. Se encuentra
con Dios, y entonces sus interrogantes ya no piden respuesta.
***
Pablo se defiende contra la opinión de ciertos grupos de
Corinto que sólo se fijan en las apariencias y menosprecian su persona y
su actuación, llegando a decir de él que no está en sus cabales y que ha
perdido la cabeza. Pablo comienza su exposición diciendo que la base
de su proceder es el amor que Cristo ha mostrado a los hombres. El tomó
nuestra muerte y así nosotros podemos tomar su vida. Esto es lo que
impulsa a quien se siente identificado con Cristo a proceder como Él superando
el egoísmo del hombre viejo viviendo para los demás. Este cambio se
produce en la más profunda intimidad , y aquellos que se no se someten a esta transformación
radical del amor siguen juzgando a las persona según los viejos prejuicios
de la carne y el egoísmo.
***
El evangelio no es una crónica periodística o histórica,
sino una reflexión de fe con la mirada puesta en Jesús, desde el ambiente de
las nacientes comunidades cristianas que van creciendo
en medio de conflictos y dificultades. Están insertas en una historia
concreta que experimenta el asedio de muchas amenazas internas y
externas . Son comunidades nuevas, perseguidas y surge en ellas la
desesperación, el desencanto. Este relato quiere animar a las
comunidades agobiadas y desalentadas por tantos enfrentamientos a
permanecer mantener
una fe inquebrantable
en Jesús en medio de los apuros y tribulaciones de su existencia y a pesar de todo lo oscuro y tambaleante que pueda parecerles el panorama que tienen delante. La garantía se les propone a través de la victoria de Jesús sobre la tormenta del lago. Es el sentido del evangelio que hoy leemos.
una fe inquebrantable
en Jesús en medio de los apuros y tribulaciones de su existencia y a pesar de todo lo oscuro y tambaleante que pueda parecerles el panorama que tienen delante. La garantía se les propone a través de la victoria de Jesús sobre la tormenta del lago. Es el sentido del evangelio que hoy leemos.
***
La narración de la tempestad que calmó Jesús en el lago
de Galilea viene a continuación de unas enseñanzas en parábolas. Jesús se daba
cuenta de la incomprensión y hostilidad que lo rodeaba.
El mar en la literatura bíblica, por influencia de las
literaturas primitivas , está relacionado con los enemigos de Dios, es
signo de los poderes del mal, de las fuerzas que pretenden acabar con su obra.
En medio del lago de Genesaret se levanta repentinamente una
gran tempestad. Las tempestades de este tipo aunque duran poco tiempo, son
muy peligrosas para las pequeñas barcas de pescadores. Sin embargo el
tema central es la barca que está en peligro de hundirse y la palabra
eficaz y definitiva de Jesús. La tradición cristiana ha visto desde siempre a la
barca como símbolo de la Iglesia, que navega por las aguas
tempestuosas del mundo y de la vida.
El incidente tiene lugar de noche. Los símbolos que se
utilizan son los más sugestivos para presentar a la embarcación cercada por
todos los peligros imaginables.
El sueño de Jesús simboliza su ausencia, indica que los
discípulos no son conscientes de su presencia hasta el momento
del peligro. Los discípulos lo despiertan: pidiéndole que los salve porque se
hunden. Se sienten perdidos y no encuentran ayuda ni en su experiencia ni en
sus propias fuerzas. Es una llamada de desesperación, pero también de
confianza.
Jesús se dirige a los discípulos y a la tempestad. “El viento cesó
y vino una gran calma. El reproche de Jesús no se hizo esperar. Ya lo
habían visto expulsando demonios y curando enfermedades, ahora les manifiesta
su señorío dominando las fuerzas de la naturaleza.
Hoy Igual que en las primeras comunidades, en las que la fe
de muchos naufragaba ante las amenazas y las presiones del medio, nos urge
recordar que Jesús no ha abandonado la barca. El navega con nosotros. Es
capaz de derrotar la tempestad. La certeza de la presencia de Jesús debe
fortalecer la frágil fe de la comunidad.
Seguir el camino de Jesús, es vivir comprometidos con la
novedad del Evangelio. Con Cristo lo viejo ya ha pasado, se impone
lo nuevo. La misión de la Iglesia es impregnar la vida y la historia con
verdaderos “criterios” cristianos, trabajar sin descanso con la misma
vocación del maestro de Nazaret en la construcción de una nueva tierra en
habitada por la justicia y el amor. Impregnar la cultura desde la vida personal y
social “de Evangelio”, para que abandonada la injusticia, el odio, la
ambición, se alcance la fraternidad, la paz, la solidaridad y la justicia entre
los hombres. Esto supone por lo tanto lucha, esfuerzo, opción y persecución.
A los discípulos no se nos ha prometido un crucero apacible
por el mar de esta vida. Nuestra historia, como la de los demás hombres,
es muchas veces una historia de tempestades.
En el empeño por la fidelidad al Evangelio y a los propios
ideales, tantas veces contrapuestos a los ideales del “mundo”, en el sueño de
una vida transformada no faltarán mares inquietos y movidos, peligros,
mareos de toda clase, miedos, cobardías, desorientación, cansancios.
Tampoco faltarán crisis internas y externas, tensiones dentro y
persecuciones u hostilidad fuera, y podemos tener la sensación de
que nos hundimos, que la barca, personal o comunitaria va a zozobrar.
Si la realidad nos muestra esto en el camino de la realización
del reino; a la le vez Jesús nos dice que nos estamos solos.
La vida está cada día realizándose, tiene algo de
dramático pero mucho de esperanzador que necesitamos interpretar todos
los días. Venimos con un pasado escrito y abiertos a un futuro por escribir
lleno de posibilidades. Aceptar la propia vida como llamado de Dios y
querer realizarla exige sinceridad, coraje, valentía y un serio
compromiso para no perderla dejándonos llevar por el viento de turno
que sople. Dios no quiere nuestro naufragio, sino que lleguemos a la
otra orilla.
Cristo como vencedor, es la respuesta definitiva de Dios. Sólo
Jesús es el Mesías, y sólo en Él en podemos fiarnos para
encontrar la salida y el sentido para todos nuestros problemas, sólo él puede
dar respuesta a todas nuestras ilusiones.
Esta fe suprime el temor porque llena de Dios nuestra vida,
disipando las tinieblas de todos los rincones, sacudiendo las preocupaciones y
disipando las angustias. Pero, muchas veces, como los discípulos de la barca:
esperamos la ayuda del Padre, pero no toda la ayuda y de ese modo creemos, pero
no nos abandonamos.
Igual que aquella noche, para los discípulos los peligros
son sólo aparentes. Tener fe es creer en Cristo como Señor de la vida,
no huyendo ante los peligros o compromisos que puedan traernos su seguimiento
aunque se nublen los ideales, surjan las dificultades, nos sintamos
lejos de la orilla y parezca que ya no hay nada que hacer.
Si Jesús está «dormido» es porque confía en nosotros y
en nuestras posibilidades cuando nos entregamos incondicionalmente a la fuerza
poderosa de su Palabra encarnada en el día a día con la certeza de que es
Él quien realmente conduce la barca de nuestra vida y la de la
comunidad cristiana que cree. El poder de Jesús exige nuestra confianza,
necesita de ella: “Todo lo puedo, si creo“. Con la fe todo se pone
en pie, todo puede ocurrir. Sin ella, nada. Jesús nos invita a creer antes
de hacer cualquier cosa, y también a medida que la hacemos.
La fe no elimina las situaciones de peligro ni evita las
contradicciones y los males pero lo que cambia con la fe en Cristo, el Señor,
es la forma de afrontar la vida. Tanto la calma o la tormenta, la salud o
enfermedad, la vida o muerte, son aspectos relativos en la vida de
un hombre nuevo que con Cristo puede ver las cosas «desde el final», «desde
la pascua», que nos traduce la fidelidad de Dios que conduce los hilos de la
historia por oscuras encrucijadas, pero siempre hacia una meta de plenitud
y de paz.
Aunque a menudo podamos tener la sensación
de que estamos a merced de las olas, la fuerza de Dios tiene sus propios
caminos para salvarnos que casi siempre pasan a través de nuestra existencia
pobre y frágil. Lo que salva al hombre es su fe, y lo que lo hunde es
la falta de fe.
Contra viento y marea a los discípulos somos invitados
a fiarnos de Dios y a una fe que elimine ese miedo a afrontar la vida. Una
fe que nos madure para mirar de frente los acontecimientos y
encontrar el sentido hacia el que apuntan. Cristo Jesús, que por su Pascua
ha vencido ya radicalmente el mal, y que aunque parezca dormido, está
presente y conduce nuestra existencia. En El ha mostrado Dios toda la
fuerza de su plan salvador y liberador.
La fe no nos da la seguridad de la posesión, hoy y aquí, de un
mundo feliz, sino la seguridad de que por Jesús hay valores que no serán
destruidos y que por eso vale la pena arriesgar hasta la misma vida.
La certeza de que Jesús camina con nosotros nos puede ayudar a
vencer los miedos y las incertidumbres, y a «remar decididamente mar
adentro». … Cristo está dormido en ti, es decir, has olvidado a Cristo.
Despierta, pues, a Cristo, acuérdate de Cristo, que Cristo despierte en ti; piensa
en él. (San Agustín)
Para discernir
¿Cuáles son mis miedos e incertidumbres en el camino de la
construcción del Reino?
¿Qué cosas me detienen o paralizan?
¿Qué debilidades descubro?
¿Clamo al Señor? ¿Tengo certeza de su presencia?
Repitamos a lo largo
de este día
…Jesús, que no tema…
Para la lectura espiritual
Tu nave es tu corazón
Le hemos invocado. Levántese, pues; tome sus armas y venga en
nuestra ayuda. ¿De dónde ha de levantarse? Se le invoca en otro lugar con estas
palabras: Levántate, Señor, ¿por qué duermes? (Sal 43,23). Cuando se dice que
duerme él, somos nosotros quienes dormimos, y cuando se dice que se levanta él,
somos nosotros quienes nos levantamos. El Señor dormía también en la nave, que
zozobraba porque dormía Jesús. Si Jesús hubiese estado despierto, no hubiera
zozobrado. Tu nave es tu corazón. Jesús estaba en la nave: la fe habita en tu
corazón. Si traes a la memoria tu fe, no vacilará tu corazón; si olvidas la fe,
Cristo duerme y el naufragio está a las puertas. Por tanto, haz lo que falta,
para que si se encuentra dormido, despierte. Dile: «Despierta, Señor, que perecemos»,
para que dé órdenes a los vientos y se produzca la bonanza en tu corazón (Mt
8,24). Cuando Cristo, es decir, cuando tu fe está despierta en tu corazón, se
alejan todas las tentaciones o, al menos, pierden toda su fuerza. Por tanto,
¿qué significa levántate? Muéstrate, manifiéstate, hazte notar. Levántate,
Señor, y ven en mi auxilio
San Agustín –
Comentario al salmo 34,1, 3.
Para rezar
Señor Jesucristo, te damos gracias porque eres nuestro hermano.
Porque siendo Dios, quisiste hacerte uno como nosotros, igual en
todo, menos en el pecado.
Porque viviendo eternamente con el Padre, viniste al mundo, a
experimentar la vida humana con todas sus consecuencias. Y entre
nosotros sentiste la vida, la alegría, el dolor, la compasión,
y el amor.
Te hiciste hombre como nosotros, para que nosotros nos acercáramos
a Tí. ¡Qué bueno eres con tus hermanos, Jesús! Y por eso, te damos gracias y te pedimos que nos ayudes a asemejarnos a Tí, buen Jesús.
Que nos ayudes imitarte, en la bondad, en la paciencia, en la alegría, en el optimismo. En la lucha decidida contra el pecado, personal y social.
Ayúdanos Señor Jesucristo, a vivir la unidad en la familia, en la Iglesia y en la sociedad.
Ayúdanos Señor, a construir la paz ahí donde hace tanta falta, ahí donde reina la discordia; danos tu paz para hacerla presente.
Danos tu gracia, Cristo, para que seamos tus testigos, y los hombres crean en Tí.
Gracias Jesús por tu presencia en medio de nosotros, gracias por tu amor que nos salva. Amén.
Porque siendo Dios, quisiste hacerte uno como nosotros, igual en
todo, menos en el pecado.
Porque viviendo eternamente con el Padre, viniste al mundo, a
experimentar la vida humana con todas sus consecuencias. Y entre
nosotros sentiste la vida, la alegría, el dolor, la compasión,
y el amor.
Te hiciste hombre como nosotros, para que nosotros nos acercáramos
a Tí. ¡Qué bueno eres con tus hermanos, Jesús! Y por eso, te damos gracias y te pedimos que nos ayudes a asemejarnos a Tí, buen Jesús.
Que nos ayudes imitarte, en la bondad, en la paciencia, en la alegría, en el optimismo. En la lucha decidida contra el pecado, personal y social.
Ayúdanos Señor Jesucristo, a vivir la unidad en la familia, en la Iglesia y en la sociedad.
Ayúdanos Señor, a construir la paz ahí donde hace tanta falta, ahí donde reina la discordia; danos tu paz para hacerla presente.
Danos tu gracia, Cristo, para que seamos tus testigos, y los hombres crean en Tí.
Gracias Jesús por tu presencia en medio de nosotros, gracias por tu amor que nos salva. Amén.
LECTIO DIVINA
¿Quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?
+ Evangelio de nuestro
Señor Jesucristo según san Marcos
4, 35-41
Al
atardecer de aquel día, Jesús dijo a sus discípulos: «Crucemos a la otra
orilla.» Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba.
Había otras barcas junto a la suya.
Entonces
se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba
llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo
despertaron y le dijeron: «¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?»
Despertándose,
él increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio! ¡Cállate!»
El
viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Después les dijo: «¿Por qué tienen
miedo? ¿Cómo no tienen fe?»
Entonces
quedaron atemorizados y se decían unos a otros: «¿Quién es este, que hasta el
viento y el mar le obedecen?»
Palabra
del Señor.
1. LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías para la lectura:
Después
de un día agitado, nada más apropiado que la calma marina vista desde una
simple barca. Lejos de las multitudes agobiantes y de las demandas incesantes,
llegó la hora para los discípulos y para Jesús del merecido relax. Solo el
suave golpeteo del agua sobre los bordes de la embarcación. Jesús no tarda en
dormirse en popa, los discípulos disfrutaban de esa calma, además su Maestro
estaba con ellos. ¿Es posible imaginar un escenario mejor? La barca era para
los hombres de mar su segunda casa, su lugar en el mundo, su refugio.
De
pronto, la calma exterior se transforma en caos. Un vendaval azota
impiadosamente la barca, la cual comienza a llenarse de agua. Al mismo ritmo,
los discípulos se llenan de terror. El terror paraliza, y lo inmanejable de las
fuerzas naturales les produce una enorme inseguridad. Muy pronto el miedo
tendrá un “chivo expiatorio”.
El
efecto que la inesperada y feroz tormenta causó en estos “experimentados
pescadores” fue un reclamo directo a Jesús. Si aquel que había demostrado
poseer cualidades y poderes tan misteriosos como celestiales, optaba por dormir
en tales circunstancias, ¿de qué les “servía” a ellos seguirle? El reproche de
los discípulos es durísimo porque ataca el interés que el mismísimo Hijo de
Dios pueda tener de la humanidad. «¡Maestro! ¿No te importa que nos
ahoguemos?». En apariencia siguen “reconociendo” su autoridad al llamarlo
“Maestro”, pero es solo un título vacío de contenido cuando se analiza el fondo
del reclamo, nada menos que su amor y protección para con los suyos.
La
respuesta de Jesús a los discípulos es doble. En primer lugar los interroga
sobre las verdaderas razones de su temor “¿Por qué tienen miedo?”. ¿No eran
acaso avezados hombres de mar? ¿No habían enfrentado en su vida varias
tormentas de este tipo o aún mayores? ¿Era la presencia, o la aparente ausencia
de Jesús, la que les originó que dejasen de confiar en sus habilidades y le
endilgasen toda la responsabilidad a Jesús? En segundo lugar, Jesús ataca el
fondo del problema de los discípulos y la síntesis de la enseñanza que deseaba
darles en esta “parábola dramatizada”: su propia fe. Jesús los vuelve a
desafiar en forma de interrogante: “¿Cómo, no tienen fe?”.
Tomando
en cuenta este diálogo entre Jesús y sus discípulos, el hecho sobrenatural de
Jesús increpando a las fuerzas de la naturaleza casi pasa desapercibido. Marcos
lo relata con breves palabras: “…increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio!
¡Cállate!» El viento se aplacó y sobrevino una gran calma.
La
calma volvió a la escena del contexto circunstancial. Es una paz que sólo dará
tregua hasta la nueva tormenta. La verdadera, la paz que puede mantenerse a
pesar de las tormentas, Jesús se las acaba de enseñar con su ejemplo. La llave,
la fe.
2. MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
|
· Preguntas
para la meditación:
·
¿Tengo tendencia a poner mi paz en cosas exteriores?
·
¿Le “echo la culpa a Dios” cuando vienen las
tormentas en mi vida?
·
¿He analizado mi fe como fuente de calma ante la
adversidad?
3. ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL
TEXTO BÍBLICO?
|
Señor, enséñame a
mantener la fe y la calma ante las adversidades de la vida. Que mi confianza en
Ti no dependa de las circunstancias pasajeras sino en tu misma persona, que
señorea sobre todo lo creado y quiere ser Señor de mi propia existencia.
4. CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO
BÍBLICO?
|
Reflexiono en la
reacción miedosa de los discípulos ante la adversidad.
Medito en la
incorrecta dependencia que tienen del Maestro, al cual ven cerca pero no lo
pueden “ver” con los ojos de la fe.
5. ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO
BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
· ¿Cómo voy a considerar
las circunstancias exteriores en relación a la verdadera calma en mi vida?
· ¿Voy a culpar a Dios
por las tormentas de mi vida?
· ¿Cómo voy a fortalecer
mi fe, sabiendo que nuevos vendavales azotarán mi camino?
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