15 de julio de 2015


…te alabo Padre por haberte revelado a los sencillos…

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Éxodo        3, 1-6. 9-12

    Moisés, que apacentaba las ovejas de su suegro Jetró, el sacerdote de Madián, llevó una vez el rebaño más allá del desierto y llegó a la montaña de Dios, al Horeb. Allí se le apareció el Ángel del Señor en una llama de fuego, que salía de en medio de la zarza.
    Al ver que la zarza ardía sin consumirse, Moisés pensó: «Voy a observar este grandioso espectáculo. ¿Por qué será que la zarza no se consume?»
    Cuando el Señor vio que él se apartaba del camino para mirar, lo llamó desde la zarza, diciendo: « ¡Moisés, Moisés!» «Aquí estoy», respondió él. Entonces Dios le dijo: «No te acerques hasta aquí. Quítate las sandalias, porque el suelo que estás pisando es una tierra santa.» Luego siguió diciendo: «Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.»
    Moisés se cubrió el rostro porque tuvo miedo de ver a Dios.
    Entonces Dios le dijo: «El clamor de los israelitas ha llegado hasta mí y he visto cómo son oprimidos por los egipcios. Ahora ve, yo te envío al Faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los israelitas.»
    Pero Moisés dijo a Dios: « ¿Quién soy yo para presentarme ante el Faraón y hacer salir de Egipto a los israelitas?»
    «Yo estaré contigo, le dijo Dios, y esta es la señal de que soy yo el que te envía: después que hagas salir de Egipto al pueblo, ustedes darán culto a Dios en esta montaña.» 
Palabra de Dios.

SALMO    
Sal 102, 1-2. 3-4. 6-7 (R.: 8a) 
R.    El Señor es bondadoso y compasivo.

    Bendice al Señor, alma mía,
    que todo mi ser bendiga a su santo Nombre;
    bendice al Señor, alma mía,
    y nunca olvides sus beneficios. R.

    El perdona todas tus culpas
    y cura todas tus dolencias;
    rescata tu vida del sepulcro,
    te corona de amor y de ternura. R.

    El Señor hace obras de justicia
    y otorga el derecho a los oprimidos;
    él mostró sus caminos a Moisés
    y sus proezas al pueblo de Israel. R.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo    11, 25-27
    Jesús dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido.
    Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.»
Palabra del Señor.

Para reflexionar

Han pasado varios años desde la huida de Moisés. Se ha instalado en tierras de Madián. Viviendo la vida de los nómadas, tiene experiencia de las tradiciones de sus antepasados, Abraham, Isaac, Jacob. Se ha casado allí con la hija del sacerdote pagano Jetró. Ha tenido familia. Ha madurado en su carácter. Es un retorno a las fuentes. Esta experiencia le será muy útil cuando tenga que volver a atravesar ese desierto del Sinaí, unos años después.
Es pastor de oficio y está cuidando los rebaños de su suegro. Y allí, el ángel del Señor se le apareció en forma de llama de fuego que salía de una zarza llamándolo: «¡Moisés! ¡Moisés!, «Aquí estoy», es la primera respuesta, pero, luego, se da cuenta de lo que Dios le está pidiendo y presenta sus objeciones. Ha huido de la justicia de Egipto, y tiene que volver allí a pedir al Faraón que deje salir a los suyos. La respuesta de Dios es consoladora: «Yo estoy contigo».
Dios lo llama por su nombre. Le va a revelar su proyecto de liberación y le confía la misión de realizarlo. Es el Dios de los patriarcas. El Dios de la promesa. El Dios que ve cómo sufre su pueblo y no lo puede soportar y decide intervenir, enviándolo. Dios lleva siempre a cabo sus planes por medio de intermediarios humanos, hombres y mujeres. Dios necesita de los hombres. Llama a las personas a su servicio.
La visión de la zarza ardiente representa un momento decisivo en la vida de Moisés y de su pueblo: Dios lo llama para llevar a cabo la ansiada liberación. Dios siempre saca bien del mal y, a través de las vicisitudes de la historia, purifica a su pueblo y lo ayuda a recapacitar y a madurar.
***
Jesús había dirigido su condena a tres ciudades que eran sede de escuelas rabínicas y centros de cultura religiosa. Esto las hacía orgullosas de su sabiduría y autosuficientes. Esta vanidad, les impedía descubrir el obrar de Dios manifestado en Jesús.
Por una parte, dolorido, y por otra, lleno gozo Jesús bendice al Padre, Señor de cielo y tierra, porque son los humildes y sencillos los que saben entender los signos de la cercanía de Dios, su proyecto, los secretos de su corazón, su modo de actuar.
Con mucha frecuencia, presenta la Biblia la convicción de que a Dios, no lo descubren los sabios y los poderosos, porque están demasiado llenos de sí mismos. Sino los débiles, los que tienen un corazón sin demasiadas complicaciones.
En Belén, lo acogieron una humilde pareja de jóvenes judíos; los pastores, los magos de tierras lejanas y los ancianos Simeón y Ana. Los «sabios y entendidos», las autoridades civiles y religiosas, no lo recibieron.
El hecho de que Dios «oculta» ese saber, no se debe a su designio, sino al obstáculo humano; se atribuye a Dios lo que es culpa del hombre. De hecho, la realidad de Jesús está patente a todos, viene para ser conocido de todos. Los sabios y entendidos, son con su actitud obcecada e irresponsable, incapaces de reconocer y aceptar el paso de Dios en la historia.
Los sencillos pueden percibir claramente los signos del Reino de Dios que se manifiestan en la acción de Jesús, porque su vista, no está deslumbrada por el resplandor de las riquezas, de la ciencia, del poder o de la sabiduría humana. La limpieza de corazón, permite ver con los ojos de Dios. Los pequeños de que habla Jesús, son los que se saben necesitados, pobres, limitados, y por esa razón, abren sus manos poniendo de manifiesto simplemente que están vacías.
Jesús reconoce que su tarea evangelizadora le ha sido encomendada por su Padre, y que se conoce al Padre por el Hijo.
Entre «estas cosas», que no entienden los sabios está, sobre todo, quién es Jesús y quién es el Padre.
La frase de Jesús «mi Padre me lo ha entregado todo», está en relación con la designación «Dios entre nosotros». Jesús es la presencia de Dios en la tierra. De esta manera, nos encontramos con una síntesis de la autorrevelación de Jesús. Jesús es el Hijo de Dios en un plano distinto y superior al del resto de los hombres.
Jesús descubre la gozosa apertura a nuevos horizontes que se abre a la humanidad, por la participación íntima en los secretos del Padre.
La revelación divina, no se encuentra en el orden de la cantidad de conocimientos que somos capaces de acumular a lo largo de nuestra vida. Ella sólo es fecunda, si somos capaces de participar del modo de actuar de Jesús, en un amor limpio y desinteresado, que no cuida de los propios intereses, sino que pone por encima de todo los intereses del Padre.
Sólo siendo pequeños, sintiéndonos necesitados de Dios, recibiremos la revelación del misterio divino, seremos capaces de descubrir las huellas y la presencia de Dios en todo lo que existe y en todo lo que acontece.
No la mucha ciencia nos consigue la fe, sí el mucho amor nos hace capaces de acercarnos íntimamente al corazón de Dios y descubrir su voluntad.
Que sea nuestra vida en el amor, más que nuestras palabras, manifiesten nuestra sabiduría.

Para discernir

¿A qué sabiduría aspiro en mi vida?
¿Qué cosas admiro de los demás?
¿Qué testimonios merecen mi confianza?

Repitamos a lo largo de este día

…Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra…

Para la lectura espiritual

…La venida de Dios es repentina, imprevista. Moisés no fue conscientemente a la búsqueda de Yahvé: fue Yahvé el que se presentó de una manera imprevisible a él. Este dato de la revelación ha sido subrayado de una manera repetida tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Israel había comprendido que el contacto con el Dios vivo no es algo que el hombre pueda obtener mediante técnicas de contemplación. La revelación es siempre efecto de la intervención soberanamente libre de Dios. Es siempre Dios quien comienza el diálogo con el hombre.
En el caso de Moisés, el encuentro tiene lugar en el momento en que Dios le llama por su nombre. Ex 3,4. Cuando Dios llama, lo que se le pide al hombre, en primer lugar, es prontitud y disponibilidad para acoger la Palabra de Dios. La respuesta de Moisés en esta circunstancia es concisa, una sola palabra hebrea, “hinnent” que implica la misma respuesta franca e inmediata: «¡Aquí! estoy! ¡A tu servicio!».
Existe, no obstante, una inequívoca ambivalencia en la reacción de Moisés ante la presencia de Dios. Si la experiencia de lo sagrado atrae al hombre con su fascinación misteriosa, le colma al mismo tiempo de temor y temblor, puesto que la experiencia de lo sagrado es para él, simultáneamente, experiencia de su propia naturaleza profana y de su indignidad. Entonces toma el hombre conciencia de que ni el hecho de quitarse las sandalias ni las purificaciones rituales, pueden prepararle de una manera adecuada para entrar en la presencia del Dios vivo.
Así le sucede a Moisés: su primera reacción frente a la zarza ardiente fue de audaz y profano curiosidad, mas ahora se cubre el rostro y tiene miedo de mirar para no vislumbrar al Dios absolutamente santo. Moisés no intenta huir ni esconderse, pero se cubre el rostro para no ver a Dios. Israel, en efecto, estaba convencido de que Dios era demasiado santo para ser visto por el hombre, como Dios mismo dirá de inmediato a Moisés: «No podrás ver mi cara, porque quien la ve no sigue vivo».Ex 33,20.

U. Plastaras, El Dios del Éxodo, Casale Monf. 1976, pp. 53ss.

Para rezar

Gracias Señor porque me llamas
Gracias por la vida,
por mi vida,
por tus inspiraciones.
Gracias Señor porque me llamas,
porque me pides
que colabore contigo;
que sea tu instrumento
como papel en blanco,
donde Tú puedas ir escribiendo,
como barro en manos del alfarero
que va tomando forma,
como hombre que sabe escuchar
y está pronto a responder.

LECTIO DIVINA

Has ocultado estas cosas a los sabios 
y se las has revelado a los pequeños

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     11, 25-27

    Jesús dijo:
    Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido.
    Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Palabra del Señor.

LECTURA -  ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?

Guías para la lectura:

En la Lectio de hoy, escuchemos a los Padres de la Iglesia:

“De este modo Jesús llama “sabios” a los judíos, o porque tenían puesta su confianza en los oráculos de Dios, o porque eran malos y sabios en hacer el mal; pero a los apóstoles los llama “niños”. A los escribas y a los fariseos los llama “sabios”, no porque tengan realmente la sabiduría, sino la que aparece como sabiduría a partir de la habilidad de las palabras; a los pescadores, que estaban libres de maldad, los llama “niños”. En el que se da a conocer a los sencillos, se manifiesta la gracia de Dios; por otra parte, si Cristo en persona hizo especialmente estas cosas, sin embargo, da gracias por ellos por las cosas que hizo del Padre, y manifiesta, al dar gracias por los bienes con los que hemos sido beneficiados, que la voluntad y el amor de ambos para con nosotros es uno”. (TEODORO DE HERACLEA)

“Y reveló estas cosas a los pequeños. ¿A qué pequeños? No a los que son pequeños en edad, sino a los que son pequeños respecto al pecado y la malicia. A éstos es a los que reveló cómo buscar los bienes del paraíso y las cosas futuras del reino de los cielos, porque así le agradó antes a Dios, puesto que “vendrán muchos de Oriente y de Occidente a ponerse a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos, mientras que los hijos del reino serán arrojados a las tinieblas exteriores, donde habrá llanto y rechinar de dientes” (Mt.8, 11-12)”. (EPIFANIO EL LATINO)

“Para que nadie piense que Él tiene menos cosas que el Padre es por lo que dice que todo se lo ha entregado el Padre, que sólo el Padre lo conoce y que al Padre sólo lo conoce Él y aquel a quien Él desee revelárselo. Precisamente esta revelación nos enseña que la identidad de naturaleza de uno y de otro está en su conocimiento mutuo. De esta manera quien conoce al Hijo debe conocer también al Padre en el Hijo, porque todo se lo ha entregado el Padre. Y lo que se le ha entregado no es otra cosa que el Padre sea conocido en el Hijo y lo que sólo es conocido por el Hijo pertenece también al Padre. Por lo tanto, en ese secreto de su mutuo conocimiento se entiende que nada se ha manifestado en el Hijo que no sea cognoscible en el Padre”. (HILARIO DE POITIERS)

“Quien ve al Hijo, portador de la imagen del Padre, ve al Padre mismo. Ahora bien, esto debe conocerse desde una perspectiva digna de Dios. Puesto que había dicho: “Todo me lo ha entregado”, para que no pareciese que Él era de distinto linaje e inferior al Padre, añadió esto con el fin de mostrar que su propia naturaleza es inefable e incomprensible, como la del Padre. En efecto, sólo la naturaleza divina de la Trinidad se conoce a sí misma; sólo el Padre conoce a su propio Hijo, el fruto de su misma naturaleza; sólo el vástago conoce a aquel de quien procede; sólo el Espíritu Santo conoce “las profundidades de Dios” (1 Cor 2,10), esto es, los pensamientos del Padre y del Hijo”. (CIRILO DE ALEJANDRÍA).

“El Hijo aquí glorifica al Padre, quien ha previsto la trayectoria del verbo desde los judíos hasta los gentiles”. (ORIGENES)

MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?

Preguntas para la meditación:

¿Me considero sabio o prudente en el conocimiento de Dios?
¿Tengo un corazón y mente sencilla y “pequeña” para recibir la revelación de la palabra de Dios?
¿Cómo impacta mi relación con Dios la estrecha e incomparable filiación Padre-Hijo?

ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?

Señor, dame la humildad y sencillez de reconocer mi pequeñez y así estar abierto a la revelación de tu palabra. Ayúdame junto a Jesucristo a alabar al Padre por su divina voluntad.

CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?

Reflexiono en las actitudes de los religiosos de la época de Jesús y como éstas fueron un velo para no conocer las verdades de Dios.
Medito en la importancia de reconocer mi pequeñez como puerta para recibir la revelación del Padre y del Hijo.

ACCIÓN -  ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?

Preguntas para la acción:

¿Cómo voy a buscar en mi interior si hay actitudes “sabias” o “sencillas”?
¿Cómo prepararé mi mente y corazón para recibir cada día la revelación de la palabra de Dios?

¿De qué manera entenderé los misterios de la voluntad de Dios?

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