26 de julio de 2015 – TO - DOMINGO
XVII - Ciclo B
…Jesús tomó los
panes y los peces, dio gracias y los distribuyó…
PRIMERA LECTURA
Lectura del segundo libro de los
Reyes 4, 42-44
Llegó un hombre de
Baal Salisá, trayendo al hombre de Dios pan de los primeros frutos: veinte
panes de cebada y grano recién cortado, en una alforja.
Eliseo dijo: «Dáselo a la gente para que coman.»
Pero su servidor
respondió: « ¿Cómo voy a servir esto a cien personas?»
«Dáselo a la gente para que coman, replicó él, porque
así habla el Señor: Comerán y sobrará.»
El servidor se lo
sirvió; todos comieron y sobró, conforme a la palabra del Señor.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 144, 10-11. 15-16. 17-18 (R.: cf. 16)
R. Abres tus manos,
Señor, y nos sacias con tus bienes.
Que todas tus
obras te den gracias, Señor,
y tus fieles te
bendigan;
que anuncien la
gloria de tu reino
y proclamen tu
poder. R.
Los ojos de todos
esperan en ti,
y tú les das la
comida a su tiempo;
abres tu mano y
colmas de favores
a todos los
vivientes. R.
El Señor es justo
en todos sus caminos
y bondadoso en
todas sus acciones;
está cerca de
aquellos que lo invocan,
de aquellos que lo
invocan de verdad. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de
Efeso 4, 1-6
Hermanos:
Yo, que estoy
preso por el Señor, los exhorto a comportarse de una manera digna de la
vocación que han recibido. Con mucha humildad, mansedumbre y paciencia, sopórtense
mutuamente por amor. Traten de conservar la unidad del Espíritu, mediante el
vínculo de la paz.
Hay un solo Cuerpo
y un solo Espíritu, así como hay una misma esperanza, a la que ustedes han sido
llamados, de acuerdo con la vocación recibida. Hay un solo Señor, una sola fe,
un solo bautismo. Hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, lo
penetra todo y está en todos.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Juan 6, 1-15
Jesús atravesó el
mar de Galilea, llamado Tiberíades. Lo seguía una gran multitud, al ver los
signos que hacía curando a los enfermos. Jesús subió a la montaña y se sentó
allí con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos.
Al levantar los
ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: « ¿Dónde
compraremos pan para darles de comer?»
El decía esto para
ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer.
Felipe le
respondió: «Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un
pedazo de pan.»
Uno de sus
discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: «Aquí hay un niño que
tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta
gente?»
Jesús le
respondió: «Háganlos sentar.»
Había mucho pasto
en ese lugar. Todos se sentaron y eran unos cinco mil hombres. Jesús tomó los
panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo
con los pescados, dándoles todo lo que quisieron.
Cuando todos
quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: «Recojan los pedazos que
sobran, para que no se pierda nada.»
Los recogieron y
llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de
cebada.
Al ver el signo
que Jesús acababa de hacer, la gente decía: «Este es, verdaderamente, el
Profeta que debe venir al mundo.»
Jesús, sabiendo
que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la
montaña.
Palabra del Señor.
Para reflexionar
Eliseo es el continuador de la misión profética
de Elías. Todo lo referente a su actividad comienza con el traspaso de poderes:
al recoger el manto de su maestro y quedando investido de su poder.
El contexto del pasaje es una situación
de hambre. El pueblo está sufriendo las consecuencias de un hambre
prolongada. La gente que sigue a Eliseo no tiene qué comer, pero también buscan
con ansia al Señor. El pan de primicias es el pan hecho con la harina nueva de
la cosecha reciente. Era una costumbre el llevar a los hombres de Dios,
como signo de sacrificio y consagración a Dios, los primeros frutos del campo.
Un hombre se acerca a Eliseo y le hace un
don de panes y de grano recién recogido que debía ser ofrecido a Dios antes de
ser destinado como alimento; pero aquí no se ofrece a Dios. A través del gesto
del profeta, la palabra divina hace que la insuficiencia se transforme en
superabundancia.
***
Pablo en pocas palabras denuncia la
división de los cristianos y los exhortan a caminar buscando la unidad.
Los cristianos deben actuar en
consecuencia a la vocación a que han sido llamados. Esta vocación se realiza desde la práctica de la
humildad, la mansedumbre, la paciencia y la caridad que lleva a soportarse unos
a otros. Esto equivale a renunciar a los deseos de autoafirmación en las cosas
de este mundo que muchas veces se transforman en un obstáculo para el encuentro
con Cristo.
También es un grito de esperanza porque
todo lo que de gracia hay en el corazón de los bautizados proviene de una
fuente única con vistas a un único proyecto. Las diferencias en los creyentes
también provienen de Dios, que ha hecho a unos apóstoles, a otros profetas,
evangelistas, pastores o maestros no para provecho personal, sino en vistas al
servicio de todos y a la edificación del cuerpo de Cristo
Estas orientaciones del obrar cristiano no
las fundamenta Pablo en un saber adquirido en la vida, sino derivan de la
comprensión que tiene del misterio de Cristo realizado en los creyentes.
***
La multitud seguía a Jesús, se sentían
impresionados y tocados por Él; curaba enfermos, se acercaba a los pecadores y
a los marginados, abría a todos a la esperanza dándole un sentido nuevo a la
vida. Los pobres, los excluidos, los tenidos por nada van a su
encuentro porque intuyen que tiene la respuesta para sus anhelos más profundos,
porque perciben en sus gestos y en sus palabras la verdadera vida, una vida más
plena y feliz. Por eso no lo dejaban en ningún momento.
Jesús capta esa necesidad profunda en
aquellos que lo buscan y se dispone a enseñarles, pero antes se da cuenta que
toda esa multitud que lo viene siguiendo no ha comido, y que quizá lleva mucho
tiempo sin comer. El maestro se decide a intervenir y plantea
el problema, quiere probar la fe de sus discípulos y también la de toda la
multitud.
Le pregunta a Felipe: “Dónde“. Nos
se trata de una simple pregunta sobre un lugar para ir a comprar sino que está
relacionada con el problema de la “vida”. Felipe, le muestra que su pretensión
de darle de comer a toda esa multitud es absurda: “Doscientos denarios
de pan no bastan para que cada uno coma un poco”.
El discípulo responde de un modo humano
porque doscientos denarios, que son casi el equivalente del salario de un año,
“no basta” para alimentar a tanta gente. Pero Jesúsno quiere
saber cuánto dinero tienen ellos para comprar. Rompe con las soluciones
acostumbradas e introduce una nueva manera de obrar. Pregunta qué tienen ellos
para poder dar a los otros.
Andrés presenta a un joven que tiene unos
pocos panes y peces como un posible camino de solución, que también resulta
insuficiente: “¿Pero qué es eso para tantos?”.
Tenían sólo “cinco panes y dos peces”.
Esto es poco a primera vista. Cinco más dos es igual a siete, número que en la
Biblia significa “muchos”. El
alimento es poco, pero es todo lo que tienen. La desproporción entre los cinco panes y los cinco mil hombres es grandísima. La matemática de Dios es distinta a la de los hombres. Ahí aparecerá la verdadera enseñanza: Jesús parte de lo poco, que en realidad es suficiente. Lo poco que se tenga puede ser mucho según cómo se utilice y se comparta. Esto es lo que Jesús busca: que compartan lo propio.
alimento es poco, pero es todo lo que tienen. La desproporción entre los cinco panes y los cinco mil hombres es grandísima. La matemática de Dios es distinta a la de los hombres. Ahí aparecerá la verdadera enseñanza: Jesús parte de lo poco, que en realidad es suficiente. Lo poco que se tenga puede ser mucho según cómo se utilice y se comparta. Esto es lo que Jesús busca: que compartan lo propio.
A continuación manda que se sienten y se
acomoden en grupos, tomó los cinco panes y los dos peces que tenían y pronunció
la bendición, como solía hacer el padre de una familia judía antes de las
comidas para dar gracias a Dios por sus dones.
Al pronunciar la acción de gracias al
Padre desliga los panes y los peces de sus poseedores humanos para
considerarlos como dones de Dios, último origen de todos ellos, y hacerlos
propiedad de todos. Sólo cuando reconocemos que nuestros bienes son regalo del
Padre a la humanidad, podemos ponerlos al servicio de los hermanos. Cuando ya
el alimento dejó de ser posesión absoluta de alguno de los presentes por
haberlo hecho de todos con la acción de gracias, se demostró que había más que
suficiente.
“La acción de gracias” de Jesús crea la
abundancia, pero sin sustituir la colaboración siempre necesaria del
hombre. Sólo después de la entrada de Dios podrá ser alimentada la
multitud. Dios a través de la creación da alimentos para todos; basta
liberarlos de los que se los apropian para que vuelvan a ser dones de Dios a
toda la humanidad. Que todos puedan comer lo obra del amor y la acción de Dios
unidos al desprendimiento del hombre: dar todo sin reservarse nada.
La solución no estaba en una acción mágica
de Jesús, sino en algo al alcance de todos: compartir los bienes que Dios ha
dado para todos. Porque el signo de Jesús alimentando abundantemente a la
multitud que lo seguía es fundamentalmente un compartir lo que se tiene y lo
que se es, aunque parezca muy poca cosa. La pobreza de estos cinco panes y dos
peces compartida se convirtió en alimento de miles de personas y sobró aún más
de lo que había. Dios multiplica siempre lo que se posee cuando se pone a
disposición de todos.
Dios actúa y pone su parte cuando los
hombres hemos hecho lo nuestro. No importa que lo que tengamos sea pobre; lo
que importa es que sea todo: Jesús hará lo demás. No importó ese día que esos
panes de cebada, panes de los pobres, fueran cinco; importo que se ofrecieran
todos.
La gente comió hasta hartarse y sobró. Los
doce canastos con las sobras manifiestan que el amor de Dios es total, sin
límite, sin medida. Dios desborda todos los cálculos humanos; cuando se hace
presente, trasciende todas las expectativas, toda lógica, todo esquema mental.
El está más allá de toda mezquindad. La palabra de Jesús produce un cambio de
mentalidad por el que, ante las necesidades vitales del pueblo, nadie se
reserva para sí en propiedad lo que pertenece a todos. Con él, hay una nueva
justicia que es una buena nueva para todos.
Un pan que nunca se termina, unos peces
que pasan de mano en mano y alcanzan para todos, y todo el mundo toma cuanto
quiere.
Este signo se repite en cada Eucaristía. Para los discípulos de Jesús, la clave de la
solidaridad está en la eucaristía, el misterio y milagro que celebramos
ininterrumpidamente. No se trata de que Dios multiplique el pan para darnos de
comer, Dios mismo se hace pan en Jesús para ser el alimento que sacia el hambre
de pan y todas las hambres del hombre.
La Eucaristía es el misterio del amor y de
la solidaridad del Hijo de Dios con los hombres. Es también el signo de la
solidaridad de los hombres entre sí y de todos con Dios. Jesús vino al mundo
para que tengamos vida y la tengamos en abundancia. En Jesús, Dios se ha hecho
el prójimo de todos los hombres, para que ningún hombre quede al margen de la
solidaridad.
No es posible seguir a Jesús de verdad sin
compartir con los demás lo que se tiene y lo que se es. Solo el hombre abierto
a los demás, dispuesto a compartir toda su vida, puede abrirse a la vida que
regala Jesús y participar de ella.
Vida que se realiza desde un amor afectivo
y efectivo. Sólo el amor verdadero puede oponerse al egoísmo, sólo el amor
puede presentar la única alternativa válida en nuestro mundo injusto. Nosotros,
que compartimos un mismo pan que es el Cuerpo de Cristo, debemos sentirnos
exigidos por Cristo a dar a todos los hombres no sólo el pan, fruto de nuestro
trabajo, sino incluso nuestra misma vida. Sólo así nuestra eucaristía será
efectivamente una señal del amor en el mundo y para el mundo. Como Iglesia
somos llamados a llevar a cabo la multiplicación cotidiana de panes y peces,
viviendo y proclamando como principio de realización humana y social el amor
entre todos los hombres, sin el cual todo progreso quedará nulo y dejará a unos
sin pan, a otros sin dignidad y a todos profundamente insatisfechos.
En cada eucaristía renovamos la donación
de Jesús, su lucha contra todo tipo de mal, de explotación, de injusticia, de
mentira y su fidelidad a la verdad en el amor al Padre. Los bienes de la tierra no deben servir para
acrecentar la discordia y la explotación sino para crear mayor fraternidad y
comunión. La vida se nos ha dado no para acumular riquezas sino para hacernos
hermanos.
Para discernir
¿Doy lo que me sobra o lo que los demás me
piden?
¿Doy automáticamente o dando me doy?
¿Descubro el dar como expresión del amor?
Repitamos a lo largo de este día
…Jesús, que seamos pan…
Para la lectura espiritual
Las palabras de Cristo son muy claras,
pero debemos entenderlas como una realidad viviente, tal como Él las propuso.
Cuando Él habla de hambre, no habla solamente del hambre de pan, sino de hambre
de amor, hambre de ser comprendido, de ser querido.
Él experimentó lo que es ser rechazado
porque vivió entre los suyos y los suyos no lo quisieron. Y El conoció lo que
es estar solo, abandonado, y no tener a nadie suyo.
Esta hambre de hoy, que está rompiendo
vidas en todo el mundo destruyendo hogares y naciones, habla de no tener hogar,
no solamente un cuarto con techo, pero el anhelo de ser aceptado, de ser
tratado con compasión, y que alguien abra nuestro corazón para recibir al que
se sienta abandonado.
Madre Teresa, M.C.
Madre Teresa, M.C.
Para rezar
El milagro de compartir
Si tanto os preocupa la gente
y la situación clama al cielo,
no me salgáis con peteneras
diciendo que son muchos y no llega,
que hay que despedirlos,
que no es tiempo de vacas gordas…
¡Dadles vosotros de comer!
¡Aquí hay cinco panes y dos peces!
Son los primeros del banquete.
Y tú, ¿qué es lo que tienes?
Vacía tu alforja
y, ligero, pregunta a tu compañero
si quiere poner también él lo que lleva.
Corred la voz.
Que se haga mesa fraterna;
que nadie guarde el pan de hoy para mañana.
Desprendeos, de lo que lleváis encima.
Tomad todo lo que llega.
Levantad los ojos al cielo
y bendecid al Dios de la vida
que tanto vela y vela.
Lo repartieron los que nada tenían.
Llegó para todos
y aún sobró para soñar utopías.
Días habrá en que tendréis que compartir
no lo de un día,
ni lo de una mochila,
ni lo que lleváis encima,
ni las sobras de la primavera,
sino lo mejor de vuestra cosecha,
y aun vuestra vida misma.
Gracias, Señor,
Por romper nuestras murallas
y enseñarnos a compartir
siguiendo tu palabra.
Ulibarri, Fl.
LECTIO DIVINA
Distribuyó a los que estaban sentados,
dándoles todo lo que quisieran
dándoles todo lo que quisieran
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Juan
6, 1-15
Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos. Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos.
Al
levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe:
«¿Dónde compraremos pan para darles de comer?»
Él decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer.
Felipe le respondió: «Doscientos denarios no bastarían para que cada uno
pudiera comer un pedazo de pan».
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: «Aquí hay un
niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para
tanta gente?»
Jesús le respondió: «Háganlos sentar».
Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran unos cinco mil
hombres. Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban
sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron.
Cuando
todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: «Recojan los pedazos
que sobran, para que no se pierda nada».
Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los
cinco panes de cebada.
Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: «Éste es,
verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo».
Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra
vez solo a la montaña.
Palabra del
Señor.
1. LECTURA -
¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías
para la lectura:
El relato que
hoy compartimos es el que se denomina habitualmente como “la multiplicación de
los panes y de los peces”. Lo llamativo de este episodio es que aparece contado
6 veces en el Nuevo Testamento: dos veces en Mateo, dos veces en Marcos, una
vez en Lucas y una vez en Juan (la que hoy compartimos). Es obvio que este episodio
fue muy significativo para los primeros discípulos de Jesús que quisieron
conservarlo en seis lugares del Nuevo Testamento.
Jesús se va al
otro lado del lago de Galilea y mucha gente lo sigue por los signos portentosos
que ha realizado fundamentalmente curando y sanando a los enfermos. Acercándose
la fiesta de la Pascua, Jesús se va con sus discípulos a un cerro y al percibir
la cantidad de gente que hay retóricamente le pregunta a Felipe dónde se puede
comprar comida para tantas personas. Felipe con sentido calculador responde que
es obvio que no hay dinero suficiente para alimentarlos. En ese momento entra
en escena Andrés que presenta a un niño que tiene cinco panes y dos pescados,
pero claramente sabe que eso es absolutamente insuficiente para poder darles de
comer.
Jesús manda
que se sienten en la hierba y tomando los panes y los pescados en sus manos ora
en actitud de acción de gracias y reparte entre toda la gente: ¡unos cinco mil
hombres! Lo interesante no es que todos comieron sino que además se nos narra
que quedaron satisfechos y que sobraron doce canastos llenos.
Al
percibir este signo, todos los que participaron se dan cuenta que Jesús es
realmente el “profeta que tenía que venir al mundo”. Pero la gente quiere
apoderarse de Jesús para hacerlo rey.
Entonces Jesús
se aleja de ellos en lo alto de un cerro.
2. MEDITACIÓN
- ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Preguntas
para la meditación:
·
¿Sigo a Jesús por sus caminos? ¿Me acerco para que me sane mi corazón? ¿Dejo
que Jesús me interrogue?
·
¿Qué implica para mí hoy la actitud de Andrés que presenta al niño con los
cinco panes y los dos pescados pero que no confía en lo que Jesús puede llegar
a hacer?
·
¿Caigo en la tentación de hacer de Dios un “mesías rey a mi medida”, en
perspectiva solo humana, social y política?
3. ORACIÓN
- ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
|
Señor, que yo pueda ofrecerme en servicio para los otros en forma generosa. Enséñame a comprender los distintos tipos de hambre que hoy existen y de qué manera esperas que yo me disponga a atenderlos. Multiplica mis pocas posesiones materiales y espirituales para bendición de muchos.
4. CONTEMPLACIÓN
- ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
|
Para
contemplar el relato retomar el ofrecimiento de los cinco panes y los dos
pescados:
·
Jesús te ofrezco los cinco panes y los dos pescados de mi pequeñez.
·
Jesús te ofrezco los cinco panes y los dos pescados de mi vida humilde.
·
Jesús te ofrezco los cinco panes y los dos pescados de mis miedos y
debilidades.
·
Jesús te ofrezco los cinco panes y los dos pescados de…
·
Jesús te ofrezco los cinco panes y los dos pescados de…
5. ACCIÓN
- ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
· ¿De qué manera me
dispongo a acrecentar mi actitud de ofrecimiento en las distintas
circunstancias de mi vida?
· ¿Cómo me dejaré
transformar por el Señor?
· ¿Con quién compartiré
la lectio de este día?
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