25 de septiembre de 2015 –
TO – VIERNES
DE LA XXV SEMANA
Tú eres el Mesías de Dios
PRIMERA LECTURA
Lectura de la profecía de Ageo 1, 15b-2, 9
El
segundo año del rey Darío, el día veintiuno del séptimo mes, la palabra del
Señor llegó, por medio del profeta Ageo, en estos términos:
«Di
a Zorobabel, hijo de Sealtiel, gobernador de Judá, a Josué, hijo de Iehosadac,
el Sumo Sacerdote, y al resto del pueblo: ¿Queda alguien entre ustedes que haya
visto esta Casa en su antiguo esplendor? ¿Y qué es lo que ven ahora? ¿No es
como nada ante sus ojos? ¡Animo, Zorobabel! -oráculo del Señor-. ¡Animo, Josué,
hijo de Iehosadac, Sumo Sacerdote! ¡Animo, todo el pueblo del país! -oráculo
del Señor- . ¡Manos a la obra! Porque yo estoy con ustedes -oráculo del Señor
de los ejércitos según el compromiso que contraje con ustedes cuando salieron
de Egipto, y mi espíritu permanece en medio de ustedes. ¡No teman!
Porque
así habla el Señor de los ejércitos: Dentro de poco tiempo, yo haré estremecer
el cielo y la tierra, el mar y el suelo firme. Haré estremecer a todas las
naciones: entonces afluirán los tesoros de todas las naciones y llenaré de
gloria esta Casa dice el Señor de los ejércitos.
¡Son
míos el oro y la plata! -oráculo del Señor de los ejércitos-. La gloria última
de esta Casa será más grande que la primera, dice el Señor de los ejércitos, y
en este lugar yo daré la paz -oráculo del Señor de los ejércitos-.»
Palabra de
Dios.
SALMO
Sal 42, 1. 2. 3. 4 (R.: cf. 5bc)
R. Espero
en Dios, le daré gracias, a él, que es mi salvador y mi Dios.
Júzgame,
Señor,
y
defiende mi causa
contra
la gente sin piedad;
líbrame
del hombre falso y perverso. R.
Si
tú eres mi Dios y mi fortaleza,
¿por
qué me rechazas?
¿Por
qué tendré que estar triste,
oprimido
por mi enemigo? R.
Envíame
tu luz y tu verdad:
que
ellas me encaminen
y
me guíen a tu santa Montaña,
hasta
el lugar donde habitas. R.
Y
llegaré al altar de Dios,
el
Dios que es la alegría de mi vida;
y
te daré gracias con la cítara,
Señor,
Dios mío. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9,
18-22
Un
día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó:
«¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos
le respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros,
alguno de los antiguos profetas que ha resucitado.»
«Pero
ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?»
Pedro,
tomando la palabra, respondió: «Tú eres el Mesías de Dios.»
Y
él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie.
«El
Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos,
los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al
tercer día.»
Palabra del
Señor.
Para reflexionar
Estamos en
octubre del 520. Después de un largo período de desaliento los repatriados
emprendieron la reconstrucción del Templo. Los israelitas, vueltos del
desierto, no contaban con todos los recursos que David había dejado a su hijo
Salomón para la construcción del Templo.
Muchos se dejan
invadir por el pesimismo. El profeta Ageo sigue animando a los
que han vuelto del destierro, a que reconstruyan equilibradamente su identidad;
sin descuidar los valores religiosos, representados en el templo.
Ageo les presenta la reconstrucción del
templo como el principio de una era de prosperidad. Israel había experimentado
las consecuencias del abandono del templo; pero, una vez renovadas las obras de
reconstrucción, Dios será fiel a la alianza. De nuevo Yahvé «bendecirá» al
pueblo.
Les recuerda
que Dios ha estado siempre cercano, tanto cuando los liberó de
Egipto como ahora, que los ha devuelto de Babilonia.
El profeta defiende una comunidad centrada
en el templo, pero esto no quiere decir que tenga una visión puramente cultual
de la religión, y mucho menos una moral ritualista. La palabra de este
día nos recuerda las promesas a los patriarcas.
***
Después de
haber dado el signo mesiánico por excelencia, Jesús se retira a orar como en
otros acontecimientos muy significativos para su ministerio. Los
discípulos están presentes mientras Jesús reza, pero no participan en la
oración, no comparten todavía su intimidad. Mientras tanto, flota en el ambiente
la gran pregunta: « ¿Será el Mesías?»
Los discípulos,
igual que muchos, al ver las actitudes de Jesús estaban desconcertados
respecto a su verdadera identidad. Jesús no se sometía a sus expectativas
nacionalistas, milagreras, autoritarias o de cualquier tipo. Jesús se mostraba
como un ser profundamente auténtico que fundaba su identidad humana, en una
inquebrantable fe en el Reino y en la relación filial con Dios.
Los discípulos
esperaban que Él fuera el liberador de Israel. Sus expectativas mesiánicas,
apuntaban a la liberación de la opresión romana con la institucionalización de
un gobierno propio.
Jesús toma la
iniciativa. Quiere que
se definan. Entre la gente se barajan toda suerte de opiniones. La mayoría
lo tienen por una reencarnación de Juan Bautista. Otros por Elías que
había de preceder a la venida del Mesías. Unos terceros creen que es un
profeta de los antiguos que ha vuelto a la vida. Nadie, se atreve a
decir que es el Mesías. Lleva una carga política y peligrosa en exceso.
Además, tantos que pretendían serlo han fracasado y finalmente fueron
aplastados por los romanos.
Por otro lado,
la gente esperaba un Mesías-rey carismático, de casta
davídica, con fuerza y poder, con un ejército aguerrido.
Jesús, por el contrario, habla del reino de Dios, pero no lo entronca con
David. No tiene a los poderosos de su lado y no acepta la
violencia.
La confesión de
fe de Pedro, aunque reconoce el carácter trascendente de la misión de Jesús,
tiene todavía el tinte de sus ideales políticos. Por eso, Jesús tiene que
aclararle cuál es el destino del “Hijo del Hombre”. La misión y la vida
de Jesús rebasaban las expectativas vigentes e iniciaban una nueva manera de
concebir las relaciones con Dios, con el hermano y la búsqueda de un mundo
mejor.
“El hijo del Hombre
tiene que padecer mucho”… Jesús anuncia el fracaso como el Mesías humano que esperan. Se lo predice
a los discípulos para que cambien de manera de pensar y se habitúen a ser
también ellos unos fracasados ante la sociedad judía, aceptando incluso una muerte
infame con tal de cumplir su misión.
Pero el fracaso
no será definitivo. La resurrección del Hijo del Hombre marcará el principio de
la verdadera liberación. El éxodo del Mesías a través de una muerte
ignominiosa, posibilitará la entrada a la tierra prometida de la vida nueva,
donde no pueda instalarse ninguna clase de poder que domine al hombre.
El fracaso
libremente aceptado es el único camino que puede ayudar al discípulo a cambiar
de mentalidad frente a los intocables valores del éxito y de la eficacia.
La primera
etapa del discipulado nos conduce a la adhesión a la Persona de Jesús, como
única respuesta valedera, a nuestras búsquedas más profundas.
Pero después se
hace necesario dar un paso más. El Mesías, necesita recorrer el camino hacia
Jerusalén en que tiene lugar la historia de la Pasión. Esta es la suerte
reservada al Hijo del Hombre y es también la suerte que debe ser asumida por
todos sus seguidores si quieren, como Él, ser agentes de transformación de un
mundo dominado por el egoísmo, la injusticia y el éxito aparente.
La lucha por la
verdad nos coloca en el horizonte de la Pasión, entendida como una actitud de
coraje para encarnar los valores del Reino, en un mundo que trata de acallarlos
a cualquier precio.
El martirio es
siempre una posibilidad real para los que asumen el camino del discipulado. La
causa de Jesús necesita testigos confiables que asuman la posibilidad de
la entrega de la propia vida para que los hombres tengan Vida.
Para discernir
¿Acepto la cruz
en el horizonte de mi camino de fe?
¿Me puedo
identificar con un Mesías entregado y sufriente?
¿Vivo mi fe de
acuerdo a las categorías del mundo?
Repitamos a lo largo de este día
…Creo Señor,
que eres el Mesías…
Para la lectura espiritual
«Y vosotros,
¿quién decís que soy yo?»
…”¡Cristo!
Siento la necesidad de anunciarlo, no puedo callarlo: « ¡Desdichado de mí si no
anuncio el Evangelio! (1C 9,16). Para esto he sido enviado; soy apóstol, soy
testigo. Cuanto más lejos esta el objetivo más difícil es la misión, más me
siento apremiado por el amor (2C 5,14). Debo proclamar su nombre: Jesús es el
Cristo, el Hijo de Dios vivo (Mt 16,16). Él es quien nos ha revelado al Dios
invisible, el primer nacido de toda criatura, es el fundamento de toda cosa
(Col 1,15s). Es el Señor de la humanidad y el Redentor: nació, murió y resucitó
por nosotros; es el centro de la historia y del mundo. Él es el que nos conoce
y nos ama; es el compañero y el amigo de nuestra vida. Es el hombre del dolor y
de la esperanza; es el que ha de venir y un día será también nuestro juez,
nosotros le esperamos, es la plenitud eterna de nuestra existencia, nuestra
bienaventuranza.
Nunca acabaría de hablar de él: él es la luz, es la verdad; mucho más, es «el Camino,
la Verdad y la Vida» (Jn 14,6). Es el Pan, la Fuente de agua viva que sacian
nuestra hambre y nuestra sed (Jn 6, 35; 7, 38); Es el Pastor, nuestro guía,
nuestro ejemplo, nuestro consuelo, nuestro hermano. Igual que nosotros, y más
que nosotros, ha sido pequeño, pobre, humillado, trabajador, desdichado y
paciente. Para nosotros habló, hizo milagros, y fundó un Reino nuevo en el que
los pobres serán dichosos, en el que la paz es el principio de la vida de todos
juntos, en el que los que son puros de corazón y los que lloran serán exaltados
y consolados, en el que los que suspiran por la justicia serán escuchados, en
el que los pecadores pueden ser perdonados, en el que todos son hermanos.
Jesucristo: vosotros habéis oído hablar de él, e incluso la mayoría sois ya de
los suyos, sois cristianos. ¡Pues bien! A vosotros cristianos os repito su
nombre, a todos os lo anuncio: Jesucristo es «el principio y el fin, el alfa y
la omega» (Ap 21,6). ¡Él es el rey del mundo nuevo; es el secreto de la
historia, la llave de nuestro destino; es el Mediador, el puente entre la
tierra y el cielo…; el Hijo del hombre, el Hijo de Dios…, el Hijo de María…
Jesucristo! Acordaos: es el anuncio que hacemos para la eternidad, es la voz
que hacemos resonar por toda la tierra (Rm 10,18) y por los siglos de los
siglos”…
Pablo VI, papa de 1963-1978 –
Homilía en Manila, 29-11-1979
Para rezar
Ven Señor Jesús
Ven Señor
Jesús, hijo de Dios
que entraste en
el mundo como uno de tantos,
que podamos en
tu Iglesia mostrarte
como único
salvador y redentor.
Ven Señor
Jesús, a nuestra historia
de miseria y de
pecado para que comprendiendo
tu amor
redentor descubramos que cada momento
de nuestra
existencia
forma parte de
una historia de salvación.
Ven Señor
Jesús, y danos tu sabiduría y dulzura
que nos permita
trabajar en las cosas cotidianas
dejando una
impronta de tu presencia.
LECTIO DIVINA
Tú eres el Mesías de Dios.
El Hijo del hombre debe sufrir mucho
El Hijo del hombre debe sufrir mucho
+ Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 9, 18-22
Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos le respondieron: «Unos dicen que eres Juan el
Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado.»
«Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy
yo?»
Pedro, tomando la palabra, respondió: «Tú eres el Mesías de Dios.»
Pedro, tomando la palabra, respondió: «Tú eres el Mesías de Dios.»
Y Él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a
nadie.
«El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.»
Palabra del Señor.
«El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.»
Palabra del Señor.
1. LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías para la lectura:
La confesión de Pedro, reconocimiento humano del mesiazgo de
Jesús, corresponde perfectamente a la confesión de la filiación divina de Jesús
por parte del Padre (Lc 9, 28-36). Lucas omite toda indicación topográfica, mientras
que, siguiendo la preocupación que le caracteriza, señala que Jesús se
encontraba en un lugar apartado orando. El tercer evangelista conecta siempre
los momentos importantes de la vida de Jesús con la oración, para animar
también a su comunidad a permanecer en una constante actitud de oración. Por
otra parte, hace comprender que los discípulos sólo pueden entrar en los
misterios del Reino gracias a la intercesión orante de Jesús.
La pregunta de Jesús a los discípulos quiere conducirles a una comprensión
más plena de su identidad, más allá de las opiniones inadecuadas de la gente,
referidas aquí únicamente para preparar el momento culminante de la respuesta
de Pedro. Éste capta la verdadera identidad de Jesús y no le identifica ya con
un profeta del pasado, sino que indica su novedad mesiánica de una manera
precisa. Lucas, como los otros dos sinópticos, recuerda que Jesús impone
silencio a los discípulos no, a buen seguro, para desmentir a Pedro, sino para
disipar todo posible equívoco sobre la propia identidad mesiánica. Jesús, para
evitar cualquier posible malentendido, precisa que el Cristo de Dios coincide
con el Hijo del hombre, que debe ser rechazado, sufrir y morir (v 22). La
realeza de Dios, que el Mesías deberá realizar en la tierra, es una realeza que
pasa por la experiencia de la pasión y de la muerte. Nótese que el “debe
sufrir mucho” indica que el plan de Dios, revelado a Israel en las
Escrituras, prevé también el rechazo de Cristo por parte de los hombres. A los
tres primeros verbos que expresan la obra del hombre se asocia un cuarto verbo,
“resucitar” – atestiguado aquí en griego en la forma de la pasiva
teológica-, para indicar la poderosa acción de Dios en Jesús, que se manifiesta
precisamente en la resurrección.
Párrafo
extraído de “Lectio divina para cada día del año”
Editorial
Verbo Divino – Páginas 379-380
2. MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
|
· Preguntas para la meditación:
·
¿Por qué Jesús pregunta sobre su identidad a sus discípulos?
·
¿Cuáles son las similitudes y diferencias de este pasaje con Lc 9, 7-9?
·
¿Qué importancia tiene la declaración mesiánica de Pedro?
3. ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL
TEXTO BÍBLICO?
|
Señor,
que yo pueda también de todo corazón y mente, reconocerte cada día como el
Mesías de Dios y mi Señor.
4. CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO
BÍBLICO?
|
Reflexiono
acerca de la pregunta de Jesús y el desconcierto de los discípulos acerca de la
verdadera identidad de Jesús.
Me
gozo en la iluminación del Espíritu Santo sobre Pedro que le permitió reconocerlo
como el Cristo de Dios.
5. ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO
BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
·
¿Quién dice la gente hoy que es Jesús?
·
¿Cómo compartir la identidad mesiánica y salvadora de Jesús hoy?
·
¿De qué manera – con y sin palabras – reconozco a Jesús como lo que es?
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