El Hijo del Hombre va a ser entregado
PRIMERA LECTURA
Lectura de
la profecía de Zacarías 2, 5-9. 14-15a
Yo levanté
los ojos, y tuve una visión: Había un hombre que tenía en la mano una cuerda de
medir. Entonces le pregunté: « ¿A dónde vas?» El me respondió: «Voy a medir
Jerusalén, para ver cuánto tiene de ancho y cuánto de largo.»
Mientras el
ángel que hablaba conmigo estaba allí, otro ángel le salió a su encuentro y le
dijo: «Corre, habla a ese joven y dile: Jerusalén será una ciudad abierta por
la gran cantidad de hombres y animales que habrá en ella. Yo seré para ella
-oráculo del Señor- una muralla de fuego a su alrededor, y seré su Gloria en
medio de ella.»
Grita de
júbilo y alégrate, hija de Sión: porque yo vengo a habitar en medio de ti
-oráculo del Señor- . Aquel día, muchas naciones se unirán al Señor: ellas
serán un pueblo para él y habitarán en medio de ti.
Palabra de Dios.
SALMO
Jer 31,
10. 11-12b. 13 (R.: 10d)
R. El Señor
nos cuidará como un pastor a su rebaño.
¡Escuchen,
naciones, la palabra del Señor,
anúncienla
en las costas más lejanas!
Digan: «El
que dispersó a Israel lo reunirá,
y lo cuidará
como un pastor a su rebaño.» R.
Porque el
Señor ha rescatado a Jacob,
lo redimió
de una mano más fuerte que él.
Llegarán
gritando de alegría a la altura de Sión,
afluirán
hacia los bienes del Señor. R.
Entonces la
joven danzará alegremente,
los jóvenes
y los viejos se regocijarán;
yo cambiaré
su duelo en alegría,
los alegraré
y los consolaré de su aflicción. R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Lucas 9, 43b-45
Mientras
todos se admiraban por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:
«Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en
manos de los hombres.»
Pero ellos
no entendían estas palabras: su sentido les estaba velado de manera que no
podían comprenderlas, y temían interrogar a Jesús acerca de esto.
Palabra del Señor.
Para
reflexionar
Ahora el que habla es el profeta
Zacarías, contemporáneo también de Ageo y de los
acontecimientos de la vuelta del destierro y la restauración de Jerusalén.
Nos presenta un gesto simbólico: una
persona que quiere tomar, con una cuerda, las medidas de Jerusalén. Un ángel le
dice que no, que no hace falta medir nada, porque Jerusalén va a ser ciudad
abierta, llena de riqueza, y que Yahvé será su única muralla y defensa: “alégrate,
hija de Sión, que yo vengo a habitar dentro de ti”. Es la vuelta a los
tiempos de las buenas relaciones entre Yahvé y su pueblo.
La salvación de Dios no sólo
alcanza al pueblo judío, sino que va a ser universal.
Este texto de Zacarías nos invita al
optimismo y a la vez nos recuerda que la Iglesia ha de ser abierta, universal.
Espacio de esperanza para todos.
***
Los discípulos «no comprendían» las
palabras de Jesús, no porque éstas fueran oscuras o ininteligibles, sino porque
su proceder no iba conforme a las ideas vigentes. No podían admitir que el
camino del enviado de Dios tuviera que pasar necesariamente por la cruz. Ellos,
igual que gran parte del pueblo, esperaban un Cristo triunfante que mediante un
poder absoluto y arrollador realizara la liberación tan esperada. Las palabras
de Jesús cuestionaban hondamente a los discípulos y había
“algo” que les impedía comprender.
Ese “algo” eran las falsas
expectativas mesiánicas que tenían y no coincidían con el obrar de Jesús. Esto
lo llevó en el momento de la prueba a enfrentar su destino en absoluta
soledad.
Ese “algo” era un mundano
triunfalismo que los volvía ciegos ante la novedad definitiva de un
Dios,que se abaja hasta las profundidades más absolutas de la vida de
los hombres, para elevarlas hacia Dios. Esa ceguera les impedía ponerse del
lado del hombre, que realmente los podía salvar.
Todavía hoy, el anuncio de la pasión
de Jesús continúa provocándonos y desconcertándonos. Que el Autor de la Vida
anuncie su entrega en manos de aquéllos por quienes ha venido a darlo todo es
una clara provocación. Tal es así que los mercaderes de muchas seudo religiones
siguen proclamando que “hay que parar de sufrir”. El cristiano no
elige el sufrimiento por el sufrimiento mismo. Opta por la vida y ésta tiene
sus límites; muchas veces dolorosos. El sufrimiento está ahí, aunque no lo
llamemos. La verdad y la justicia se luchan y se paren y no hay parto
sin dolor.
Aceptar el camino de la cruz de
Jesús es dejarlo ser nuestro redentor, más aún, es dejarnos amar por Dios, y
salir de nuestras cortas categorías y de la inmediatez y de éxito.
Cristo asumió libremente el dolor
hasta la muerte, para que sea para nosotros, camino de encuentro con el Padre
de toda vida y no castigo de Dios. Olvidamos una y otra vez, que Cristo vino a
redimirnos del pecado, y no se redime lo que no se asume. Por eso
cargó sobre sí todos nuestros sufrimientos y por sus llagas hemos sido curados.
El camino de nuestra verdadera liberación pasa por dejarnos perdonar
por un Dios que nos ama hasta el punto de morir por nosotros.
Una de las claves de la sabiduría
cristiana que nos lleva a la verdadera libertad, es el reconocimiento de la
grandeza y de la inmensidad del Amor de Dios, al mismo tiempo que admitimos
nuestra pequeñez.
Para discernir
¿Acepto el camino del dolor?
¿Me desilusiona un Jesús que sufre?
¿Cómo vivo mis sufrimientos?
Repitamos a
lo largo de este día
…Quiero seguirte Señor, quiero
imitar tu entrega…
Para la
lectura espiritual
«Al Hijo del hombre lo van a
entregar en manos de los hombres»
…”Los soldados romanos, después de flagelar a Jesús, coronarlo de espinas y revestirlo de un manto de burla, lo condujeron a Pilato. Este militar de corazón duro, aparentemente se sobrecogió al ver a este hombre desecho, roto. Lo presentó a la multitud, invitándola a la compasión, declarando: «Idou ho anthropos; Ecce homo» que nosotros traducimos habitualmente por: « ¡Ahí tenéis al hombre!» (Jn 19,5). Pero, en griego, quiere decir más exactamente: « ¡Ved, este es el hombre!» En boca de Pilato, estas palabras eran las de un cínico que quiere decir: «Nos gloriamos de ser hombres, pero ahora, miradle, este gusano de tierra, es el hombre! ¡Cuán menospreciable y pequeño es!». En estas cínicas palabras, el evangelista Juan, ha reconocido, sin embargo, unas palabras proféticas que ha transmitido a la cristiandad.
…”Los soldados romanos, después de flagelar a Jesús, coronarlo de espinas y revestirlo de un manto de burla, lo condujeron a Pilato. Este militar de corazón duro, aparentemente se sobrecogió al ver a este hombre desecho, roto. Lo presentó a la multitud, invitándola a la compasión, declarando: «Idou ho anthropos; Ecce homo» que nosotros traducimos habitualmente por: « ¡Ahí tenéis al hombre!» (Jn 19,5). Pero, en griego, quiere decir más exactamente: « ¡Ved, este es el hombre!» En boca de Pilato, estas palabras eran las de un cínico que quiere decir: «Nos gloriamos de ser hombres, pero ahora, miradle, este gusano de tierra, es el hombre! ¡Cuán menospreciable y pequeño es!». En estas cínicas palabras, el evangelista Juan, ha reconocido, sin embargo, unas palabras proféticas que ha transmitido a la cristiandad.
Sí, Pilato tiene razón al decir:
«¡Ved, este es el hombre!». En él, en Jesucristo, podemos leer qué es el
hombre, el proyecto de Dios, y cuál es el trato que le reservamos. Viendo a
Jesús destrozado podemos ver cuán cruel, pequeño y mezquino puede llegar a ser
el hombre. En él podemos leer la historia del odio del hombre y la historia del
pecado. Pero en él, en su amor que sufre por nuestra culpa, podemos ver todavía
mejor la respuesta de Dios: Sí, éste es el hombre que Dios ha amado hasta el
polvo, que Dios ha amado hasta el punto de seguirle hasta el último sufrimiento
de la muerte. Hasta en la máxima bajeza, sigue siendo el llamado de Dios, el
hermano de Jesucristo, llamado a tomar parte en el amor eterno de Dios.
La pregunta «¿Qué es el hombre?»
encuentra su respuesta en la imitación de Jesucristo. Poniendo nuestros pasos
en los suyos, podemos aprender día tras día qué es el hombre en la paciencia
del amor y del sufrimiento junto a Jesucristo, y así llegar a ser hombres. Así
es que queremos levantar los ojos hacia aquel que Pilato y la Iglesia nos
presentan. El hombre, es Él. Pidámosle que nos enseñe a llegar a ser
verdaderamente unos hombres, a ser hombre”…
Cardenal Joseph
Ratzinger [Papa Benedicto XVI]
Sermones de
Cuaresma 1981, nº 3
Para rezar
Para los que ya
murieron, sea Resurrección.
Los que no te conocen, un verdadero rescate.
Los que conociéndote no creen, un reto.
Los que creyendo no te buscan, una llamada.
Los que te buscan y no logran salir de sus errores, un regalo.
Los arrastrados por la maldad que no han podido encontrarte,
sea esperanza de purificación.
Sacerdotes y religiosas que están cerca de Ti,
sea camino de cristificación y su fin único.
Los que aceptando la salvación no saben como asumirla desde el alma,
sea la muestra de tu amor, fuente de sabiduría y paz.
Los autosuficientes que creen que no necesitan ser salvados,
sea la única verdad.
Los que no entienden ni valoran tu sacrificio redentor,
sea reconciliación profunda.
Los que sufren y se debaten en luchas sin sentido,
sea aliciente que reconforte.
Los que deseamos tu salvación y nuestro camino ha sido de
búsquedas y caídas, sea un pozo profundo de misericordia.
Los acusados, calumniados, incomprendidos, perseguidos,
desechados, sea tu justificación prometida.
Para culpables e inocentes,
sea la liberación que nos acerca a TI.
PARA TODOS,
SIGAS SIENDO PROMESA ETERNA DE PERDÓN Y VIDA
Los que no te conocen, un verdadero rescate.
Los que conociéndote no creen, un reto.
Los que creyendo no te buscan, una llamada.
Los que te buscan y no logran salir de sus errores, un regalo.
Los arrastrados por la maldad que no han podido encontrarte,
sea esperanza de purificación.
Sacerdotes y religiosas que están cerca de Ti,
sea camino de cristificación y su fin único.
Los que aceptando la salvación no saben como asumirla desde el alma,
sea la muestra de tu amor, fuente de sabiduría y paz.
Los autosuficientes que creen que no necesitan ser salvados,
sea la única verdad.
Los que no entienden ni valoran tu sacrificio redentor,
sea reconciliación profunda.
Los que sufren y se debaten en luchas sin sentido,
sea aliciente que reconforte.
Los que deseamos tu salvación y nuestro camino ha sido de
búsquedas y caídas, sea un pozo profundo de misericordia.
Los acusados, calumniados, incomprendidos, perseguidos,
desechados, sea tu justificación prometida.
Para culpables e inocentes,
sea la liberación que nos acerca a TI.
PARA TODOS,
SIGAS SIENDO PROMESA ETERNA DE PERDÓN Y VIDA
María Eugenia
Ochoa Medina – MVP – Colombia
26 de Septiembre –
SANTOS COSME Y DAMIÁN (c. 300)
Con los santos
populares de los primeros siglos la leyenda ha hecho estragos. De tal manera ha
embrollado sus vidas, que ahora nos resulta poco menos que imposible
desenmarañar la madeja.
Si fueron
santos que, además, tuvieron mucho culto, que vieron surgir en honor suyo
numerosas iglesias, que favorecieron con el beneficio de sus milagros a los
fieles que se encomendaban a ellos, entonces la cosa se complica, hasta el
punto de que podamos encontrarlos sufriendo el martirio
en poblaciones distantes o hallar sus cuerpos enterrados en santuarios diferentes.
en poblaciones distantes o hallar sus cuerpos enterrados en santuarios diferentes.
Todo se
comprende partiendo de la devoción popular, que pedía detalles, anécdotas,
referencias concretas, y si eran prodigiosas, mejor.
Y nunca
faltaban quienes se prestasen a saciar este ansia de noticias. No con mala
intención, sino simplemente para glorificar al santo bendito. Eran tiempos en
que el concepto de lo histórico no tenía un significado tan riguroso como en
nuestros días.
Por eso, al
comenzar la semblanza de San Cosme y San Damián habremos de desbrozar primero
el terreno para quedarnos con el hecho cierto de su existencia, atestiguado por
la enorme extensión de su culto, que alcanzó de Oriente a Occidente.
Lo que refieren
las gestas Cosmae et Damiani merecen poco crédito. Queden como ejemplo típico
de leyendas hagiográficas, a las que el padre Delehaye dio hace ya años el
golpe de muerte. Es verdad que todavía las recoge el segundo nocturno de
maitines de su oficio litúrgico. Eso quiere decir únicamente la penosa tarea
que tiene delante la Comisión Histórica de la Sagrada Congregación de Ritos
antes de proceder a una reforma del breviario. Actualmente nos sirven de
resumen de las pasadas tradiciones, a través de las cuales se percibe lo
fabuloso. Veamos lo que dice el martirologio romano de estos Santos:
“En Egea,
ciudad del Asia Menor, los dos santos hermanos Cosme y Damián, que en la
persecución de Diocleciano sufrieron diversos tormentos, pues como hubiesen
sido cargados de cadenas, arrojados a la cárcel, pasados por el agua y por el
fuego, crucificados y por fin asaeteados, sin experimentar daño alguno gracias
al auxilio divino, acabaron siendo decapitados hacia el año 300″.
Las lecciones
del oficio dicen además que “eran médicos muy distinguidos, que tanto como por
sus conocimientos en medicina curaban con la virtud de Cristo, aún aquellas
enfermedades que se consideraban incurables”.
La tradición
constante los designa con el calificativo agua y por el fuego, crucificados y
por fin asaeteados, sin exigir honores por sus servicios.
Pero aquí surge
otra vez la duda: ¿fueron médicos en el sentido profesional de la palabra, o
fueron más bien médicos sobrenaturales en virtud de las sanaciones milagrosas
debidas a su intercesión después de muertos?
Esto segundo
parece más probable y contribuyó eficazmente a la asombrosa propagación de su
culto. Ya San Gregorio de Tours, en su libro De gloria martyrium, escribe:
“Los dos
hermanos gemelos Cosme y Damián, médicos de profesión, después que se hicieron
cristianos, espantaban las enfermedades por el solo mérito de sus virtudes y la
intervención de sus oraciones… Coronados tras diversos martirios, se juntaron
en el cielo y hacen a favor de sus compatriotas numerosos milagros. Porque, si
algún enfermo acude lleno de fe a orar sobre su tumba, al momento obtiene
curación. Muchos refieren también que estos Santos se aparecen en sueños a los
enfermos indicándoles lo que deben hacer, y luego que lo ejecutan, se
encuentran curados. Sobre esto yo he oído referir muchas cosas que sería
demasiado largo de contar, estimando que con lo dicho es suficiente”.
A pesar de las
referencias del martirologio y el breviario, parece más seguro que ambos
hermanos fueron martirizados y están enterrados en Cyro, ciudad de Siria no
lejos de Alepo. Teodoreto, que fue obispo de Cyro en el siglo V, hace alusión a
la suntuosa basílica que ambos Santos poseían allí. Desde la primera mitad del
siglo V existían dos iglesias en honor suyo en Constantinopla, habiéndoles sido
dedicadas otras dos en tiempos de Justiniano. También este emperador les
edificó otra en Panfilia. En Capadocia, en Matalasca, San Sabas († 531)
transformó en basílica de San Cosme y San Damián la casa de sus padres. En
Jerusalén y en Mesopotamia tuvieron igualmente templos. En Edesa eran patronos
de un hospital levantado en 457, y se decía que los dos Santos estaban
enterrados en dos iglesias diferentes de esta ciudad monacal.
En Egipto, el
calendario de Oxyrhyrico del 535 anota que San Cosme posee templo propio. La
devoción copta, siempre fue muy ferviente, a ambos Santos.
En San Jorge de
Tesalónica aparecen en un mosaico con el calificativo de mártires y médicos. En
Bizona, en Escitia, se halla también una iglesia que les levantara el diácono
Estéfano.
Pero tal vez el
más célebre de los santuarios orientales era el de Egea, en Cilicia, donde
nació la leyenda llamada “árabe”, relatada en dos pasiones, y es la que recogen
nuestros actuales libros litúrgicos.
Estos Santos,
que a lo largo del siglo V y VI habían conquistado el Oriente, penetraron
también triunfalmente en Occidente. Ya hemos referido el testimonio de San
Gregorio de Tours. Tenemos testimonios de su culto en Cagliari (Cerdeña),
promovido por San Fulgencio, fugitivo de los bárbaros. En Ravena hay mosaicos
suyos del siglo VI y VII.
El oracional
visigótico de Verona los incluye en el calendario de santos que festejaba la
Iglesia de España.
Más donde
gozaron de una popularidad excepcional fue en la propia Roma, llegando a tener
dedicadas más de diez iglesias. El papa Símaco (498-514) les consagró un
oratorio en el Esquilino, que posteriormente se convirtió en abadía. San Félix
IV, hacia el año 527, transformó para uso eclesiástico dos célebres edificios
antiguos, la basílica de Rómulo y el templum sacrum Urbis, con el archivo
civil, a ellos anexo, situados en la vía Sacra, en el Foro, dedicándoselo a los
dos médicos anárgiros.
Tan magnífico
desarrollo alcanzó su culto, por influjo sobre todo de los bizantinos, que,
además de esta fecha del 27 de septiembre, se les asignó por obra del papa
Gregorio II la estación coincidente con el jueves de la tercera semana de
Cuaresma, cuando ocurre la fecha exacta de la mitad de este tiempo de
penitencia, lo que daba lugar a numerosa asistencia de fieles, que acudían a
los celestiales médicos para implorar la salud de alma y cuerpo. Caso realmente
insólito, el texto de la misa cuaresmal se refiere preferentemente a los dichos
Santos, que son mencionados en la colecta, secreta y poscomunión, jugándose en
los textos litúrgicos con la palabra salus en el introito y ofertorio y estando
destinada la lectura evangélica a narrar la curación de la suegra de San Pedro
y otras muchas curaciones milagrosas que obró el Señor en Cafarnaúm aquel mismo
día, así como la liberación de muchos posesos. Esta escena de compasión era
como un reflejo de la que se repetía en Roma, en el santuario de los anárgiros,
con los prodigios que realizaban entre los enfermos que se encomendaban a
ellos.
El texto de la
misa que acabamos de referir, cuyas oraciones son del sacramentario Gelasiano,
debió de ser el empleado en la dedicación de la iglesia de los gloriosos
taumaturgos, como lo abona la lectura de la epístola, tomada de Jeremías, en
que se reprende la actitud de los judíos, que sólo veían en su templo de
Jerusalén una gloria nacional, sin percibir que la presencia divina se hace más
cercana para aquellos que cumplen los mandamientos y practican sobre todo la
caridad con el prójimo. Esta misa debió de ser la usada primitivamente el 27 de
septiembre, transferida después a la estación cuaresmal del jueves de la
tercera semana. La actual para hoy tiene también muy en cuenta el poder
milagroso de los dos hermanos, pues la lectura del evangelio nos presenta a
Cristo rodeado de las turbas, “que querían tocarle, porque salía de Él una
virtud que curaba a todos”. A pesar de la restauración un tanto “bárbara” que
llevó a cabo el papa Barberini, Urbano VIII, en 1631, la iglesia de San Cosme y
San Damián en el Foro es una de las más hermosas de Roma. En la actualidad es
título cardenalicio. En el ábside, un antiguo mosaico de fondo oscuro con nubes
rojas nos presenta a Cristo “con unos ojos grandes, que miran a todas partes”,
como dice el epitafio de Abercio, llenando con su presencia toda la sala de la
asamblea. A uno y otro lado están los hermanos médicos, prontos a escuchar las
súplicas de sus devotos.
Cabría
preguntarse: ¿Por qué hoy estos Santos gloriosos no obran las maravillas de las
antiguas edades? Tal vez la contestación podría formularse a través de otra
pregunta: ¿Por qué hoy no nos encomendamos a ellos con la misma fe, con esa fe
que arranca los milagros?
También podría
entrar en la providencia divina el reservar cada época a determinados santos, y
así tenemos que en el sepulcro del monje Charbel Makhlouf, muerto en 1898,
vecino libanés de los médicos sirios, parecen renovarse los prodigios que de
éstos nos refieren los historiadores.
Pero lo que
conviene es que no se apague la fe, que la mano del Señor “no se ha contraído”.
Y si San Cosme y San Damián continúan siendo patronos de médicos y
farmacéuticos, bien podemos seguirles invocando con una oración como ésta, de
la antigua liturgia hispana: “¡Oh Dios, nuestro médico y remediador eterno, que
hiciste a Cosme y Damián inquebrantables en su fe, invencibles en su heroísmo,
para llevar salud por sus heridas a las dolencias humanas, haz que por ellos
sea curada nuestra enfermedad, y que por ellos también la curación sea sin
recaída”.
Casimiro Sánchez Aliseda
LECTIO DIVINA
El Hijo del hombre va a ser entregado.
Temían interrogar a Jesús acerca de esto
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 9, 43b-45
Mientras todos se admiraban por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus
discípulos: «Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser
entregado en manos de los hombres.»
Pero ellos no entendían estas palabras: su sentido les estaba velado de manera
que no podían comprenderlas, y temían interrogar a Jesús acerca de esto.
Palabra del
Señor.
1 LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
Guías para la lectura:
El segundo anuncio de la pasión viene detrás del relato de la curación
del niño epiléptico (Lc 9, 37-42); así, estas palabras suenan – si ello es
posible – todavía más duras, difíciles de aceptar por parte de los discípulos,
porque contrastan con el estupor generalizado que suscitan las acciones
milagrosas de Jesús. “Escuchen bien esto que les digo”. Es preciso que
los discípulos comprendan la identidad profunda de Jesús como Hijo del hombre,
cuya misión se revelará precisamente a través del sufrimiento y del rechazo que
le espera. Aquí se impone una aclaración exegética sobre el título de “Hijo del
hombre”. Éste parece tomado del libro de Daniel, y se trata de una figura
misteriosa que recibe el poder de Dios y lo ejerce en favor del hombre, al
contrario que las bestias, que ejercen un poder que se han arrogado por sí
mismas y quieren hacer reinar un orden bestial, inhumano. “Hijo del hombre” es,
por consiguiente, un título contrario al de “hijo de la bestia” y no al de
“Hijo de Dios”. Este último, en cambio, es el título pascual que expresa la
relación de intimidad total entre el Padre y Jesús.
La predicción de la pasión anuncia el “ser entregado en manos
de los hombres”, que, además de indicar el destino de Jesús, implica
también una manifestación paradójica del rostro de Dios. Se trata de la llamada
pasiva teológica alusiva al plan divino que se realiza en la “entrega” del
Hijo. Dicho con otras palabras, Dios, en su voluntad inescrutable, deja a Jesús
en manos de los impíos, pero esta dramática entrega se convertirá en fuente de
salvación para la humanidad.
Lucas señala, a continuación, que los discípulos no comprendían,
porque la perspectiva de la pasión de Jesús choca de manera radical con la
lógica mundana. Será preciso que la luz de la Pascua haga caer el velo de
sus ojos (Lc 24, 16.31). El miedo a preguntarle (v 45) señala la permanencia de
una cierta distancia como discípulos, la falta de una comunión plena con el
Maestro. Éste sigue siendo fundamentalmente incomprendido por ellos.
Párrafos
extraídos de “Lectio divina para cada día del año”
Editorial
Verbo Divino – Páginas 387-388
MEDITACIÓN
- ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
Preguntas para la meditación:
¿Por qué Jesús decide hacer esta declaración?
¿Por qué los discípulos no entendían estas palabras?
¿Por qué tenían miedo de preguntar a Jesús sobre esto?
ORACIÓN
- ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
Señor, gracias por tu sacrificio a nuestro favor, entrega que
conocías plenamente en tu peregrinar como Hijo del hombre. Ayúdame a entender
plenamente su significado en mi vida.
CONTEMPLACIÓN
- ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
Reflexiono acerca de la confusión de los discípulos y de la
importancia del Espíritu Santo para abrir el entendimiento.
Medito en la valentía y la entrega de Jesús y doy gracias por el
Espíritu Santo que nos ha revelado su plan redentor para todos.
ACCIÓN
- ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
Preguntas para la acción:
¿Cómo voy a compartir la admiración de las obras de Jesús?
¿Cómo voy a compartir la entrega y sacrificio de Jesús?
¿Cómo voy a vivir conociendo la revelación plena de su misión?
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