11 de
noviembre de 2015 – TO – MIÉRCOLES DE LA XXXII SEMANA
Solemnidad de San Martín de Tours
Patrono principal de la ciudad y Arquidiócesis
Volvió a dar gracias sólo un extranjero
PRIMERA
LECTURA
Lectura del libro de la
Sabiduría 6, 1-11
¡Escuchen, reyes, y
comprendan! ¡Aprendan, jueces de los confines de la tierra! ¡Presten atención,
los que dominan multitudes y están orgullosos de esa muchedumbre de naciones!
Porque el Señor les ha dado el dominio, y el poder lo han recibido del Altísimo:
él examinará las obras de ustedes y juzgará sus designios.
Ya que ustedes, siendo
ministros de su reino, no han gobernado con rectitud ni han respetado la Ley ni
han obrado según la voluntad de Dios, él caerá sobre ustedes en forma terrible
y repentina, ya que un juicio inexorable espera a los que están arriba.
Al pequeño, por piedad, se le perdona, pero los poderosos serán examinados con rigor. Porque el Señor de todos no retrocede ante nadie, ni lo intimida la grandeza: él hizo al pequeño y al grande, y cuida de todos por igual, pero los poderosos serán severamente examinados.
Al pequeño, por piedad, se le perdona, pero los poderosos serán examinados con rigor. Porque el Señor de todos no retrocede ante nadie, ni lo intimida la grandeza: él hizo al pequeño y al grande, y cuida de todos por igual, pero los poderosos serán severamente examinados.
A ustedes, soberanos, se
dirigen mis palabras, para que aprendan la Sabiduría y no incurran en falta;
porque los que observen santamente las leyes santas serán reconocidos como
santos, y los que se dejen instruir por ellas, también en ellas encontrarán su
defensa. Deseen, entonces, mis palabras; búsquenlas ardientemente, y serán
instruidos.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 81, 3-4. 6-7 (R.: 8a)
R. Levántate, Señor, juzga a la
tierra.
¡Defiendan al desvalido y al
huérfano,
hagan justicia al oprimido y
al pobre;
libren al débil y al
indigente,
rescátenlos del poder de los
impíos! R.
Yo había pensado: «Ustedes son
dioses,
todos son hijos del Altísimo.»
Pero morirán como cualquier
hombre,
caerán como cualquiera de los
príncipes. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Lucas 17, 11-19
Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través
de Samaria y Galilea. Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez
leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: «¡Jesús,
Maestro, ten compasión de nosotros!»
Al verlos, Jesús les dijo: «Vayan a presentarse a los
sacerdotes.» Y en el camino quedaron purificados.
Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió
atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro
en tierra, dándole gracias. Era un samaritano.
Jesús le dijo entonces: «¿Cómo, no quedaron
purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar
gracias a Dios, sino este extranjero?» Y agregó: «Levántate y vete, tu fe te ha
salvado.»
Palabra del Señor.
Para reflexionar
Ya desde el principio, el libro de la Sabiduría iba
dirigido sobre todo a los gobernantes.
La antigua tradición judía veía en los reyes davídicos
a los representantes de Dios, pero nunca se habían animado a
afirmar que los reyes paganos podían detentar también el poder de Dios. Algunos
profetas habían presentado a algunos jefes paganos como «instrumentos» de los
que Dios se servía accidentalmente.
El autor de «La Sabiduría» va mucho
más lejos y se permite dar buenos consejos a las «autoridades» de su tiempo ya
que han recibido el poder del Señor y el juicio será más exigente que para los
demás.
Toda responsabilidad viene de Dios. Dios examinará la
conducta, escrutará las intenciones y pedirá cuentas.
***
Todo el camino de Jesús por la vida es un encuentro
con la miseria humana y un triunfo de su misericordia y su poder sobre el mal.
La lepra que aparece en la Biblia comprende una serie
de enfermedades de la piel y no sólo la lepra en sentido propio. Los judíos
consideran estas enfermedades como un castigo especial de Dios. De
ahí que el leproso fuera tratado como un muerto para la sociedad y
se le obligara a vestir como se vestía a los muertos: ropa desgarrada,
cabello suelto, barba rapada. No podían vivir dentro de ciudades
amuralladas, pero sí en las aldeas con tal de no mezclarse con sus habitantes.
Todo lo que ellos tocaban se consideraba que quedaba impuro, por eso tenían que
anunciar su presencia desde lejos. Eran “impuros” ritualmente y
en caso de quedar curados, debían presentarse a los sacerdotes para que les
dieran el alta y fueran aceptados cultualmente en la comunidad.
Vivir la relación con Dios, mediante el culto
vinculado al templo, era el deseo de todo judío. Los leprosos han encontrado a
Jesús y en Él a Dios, pero los judíos no han comprendido que quedar limpios de
la lepra, entrar de nuevo en comunión con Dios y con los hombres, no es fruto
de ser miembro del pueblo elegido, sino que se ofrece, como un don, a todo el
que acepta y encuentra a Dios en el Mesías, Jesús.
Al curar a los leprosos, Jesús los reintegra a la
sociedad y demuestra que en Él, se ha hecho presente el reino de Dios y la
superación de toda forma de esclavitud y marginación. En Jesús la salvación
llega hasta la salud del cuerpo, supera la resignación, se abre a la esperanza
y se retorna a la alabanza a Dios.
Sólo uno ha comprendido esta realidad, y vuelve sobre
sus pasos “para dar gloria a Dios”, es decir, para reconocer que la
curación obrada en él era obra exclusivamente de Dios, sin ningún mérito
propio. Los otros nueve, judíos, creían tener derecho a ser purificados por el
hecho de ser miembros del pueblo elegido, y por lo tanto no tenían nada que
agradecer. Vuelven a la religiosidad del templo, sin descubrir que se
han encontrado con Dios, no en unas prácticas religiosas, sino en un
hombre, en Cristo.
La salvación está abierta a todos; judíos,
samaritanos, gentiles, pero es necesaria la humildad de saber reconocer la
propia pobreza ante el don de Dios; y al mismo tiempo la actitud de alabanza y
agradecimiento.
La fe hay que entenderla como la capacidad de acoger
la presencia de Dios cerca de nosotros. El agradecimiento es la respuesta de
corazón a lo que se ha recibido gratis. Fruto de ese agradecimiento ante el don
de Dios es la misericordia, la compasión, que experimentamos ante el hermano
pobre o necesitado. Y la cadena vuelve a empezar, porque al dejarnos llevar por
esa misericordia nos hacemos testigos de la presencia de Dios para nuestros
hermanos y hermanas.
Nuestra fe en Cristo nos debe hacer conscientes de que
nos ha salvado, y que tenemos que continuar en la historia su obra de
salvación, hasta el final de los tiempos. A nosotros corresponde acercarnos
a quienes han sido marginados a causa de sus enfermedades, pobreza, edad o
cultura. A ellos tenemos que llegar con el mismo amor de Cristo,
para ayudarlos a vivir con mayor dignidad.
Para
discernir
¿Me siento separado de Dios por mis límites y pecados?
¿Experimento que su salvación llega a toda mi vida?
¿Me hago transmisor de la misericordia y el perdón recibidos?
Repitamos a
lo largo de este día
…Gracias, Señor…
Para la
lectura espiritual
«Los otros
nueve ¿dónde están?»
…”En nuestros días se ve a mucha gente que ora, pero,
desgraciadamente, no hay muchos que se den cuenta de lo que deben a Dios y le
den gracias… « ¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve ¿dónde
están?» Creo que os acordáis que es con estas palabras que el Señor se
lamentaba de la ingratitud de los otros nueve leprosos. Leemos que bien sabían
«orar, suplicar, pedir» porque levantaron la voz para exclamar: «Jesús, hijo de
David, ten compasión de nosotros». Pero les faltó una cuarta cosa que es la que
reclama san Pablo: «la acción de gracias» (1Tm 2, 1), porque no regresaron y no
dieron gracias a Dios.
También vemos en nuestros días que hay un cierto
número de personas que piden a Dios con insistencia lo que les hace falta, pero
tan sólo un número reducido de entre ellos parece reconocer los beneficios
recibidos. No hay nada malo en pedir con insistencia, pero lo que hace que Dios
no nos escuche es porque se da cuenta que nos falta agradecimiento. Al fin y al
cabo es quizás un acto de su clemencia el no dar a los ingratos lo que piden,
para que no sean juzgados con más rigor a causa de su ingratitud… Es pues a
causa de su misericordia que Dios, a veces, retiene su misericordia…
Podéis bien ver cómo todos los que son curados de la lepra del mundo, quiero decir de desórdenes evidentes, no se aprovechan de su curación. En efecto, muchos están secretamente afectados de una úlcera peor que la lepra, tanto más peligrosa porque es más interior. Es por esta razón que el Salvador del mundo pregunta donde están los otros nueve leprosos, porque los pecadores se alejan de la salvación. Por eso Dios preguntó al primer hombre después de su pecado: « ¿Dónde estás?» (Gn 3,9)”…
Podéis bien ver cómo todos los que son curados de la lepra del mundo, quiero decir de desórdenes evidentes, no se aprovechan de su curación. En efecto, muchos están secretamente afectados de una úlcera peor que la lepra, tanto más peligrosa porque es más interior. Es por esta razón que el Salvador del mundo pregunta donde están los otros nueve leprosos, porque los pecadores se alejan de la salvación. Por eso Dios preguntó al primer hombre después de su pecado: « ¿Dónde estás?» (Gn 3,9)”…
San Bernardo
(1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia – Sermones diversos, nº
27
Para rezar
Gracias Señor…
Gracias Señor…
Porque en la cruel tormenta,
me haces escuchar el suave susurro de tu voz.
Gracias Señor…
Pues envías rayos de luz que iluminan mi camino,
Gracias Señor…
Pues envías rayos de luz que iluminan mi camino,
en medio de las adversidades.
Gracias Señor…
Por cada instante y cada problema,
Gracias Señor…
Por cada instante y cada problema,
que me recuerda mi necesidad de Ti.
Gracias Señor…
Porque hasta en lo alto del cielo,
Gracias Señor…
Porque hasta en lo alto del cielo,
y en la profundidad del océano,
tus oídos están siempre atentos a escuchar mi clamor.
Gracias Señor…
Porque a pesar de los errores de la gente,
Gracias Señor…
Porque a pesar de los errores de la gente,
sigues enviando sol y lluvia sobre todos sin
distinción.
Gracias Señor…
Por este día, en el que me das la oportunidad,
Gracias Señor…
Por este día, en el que me das la oportunidad,
de buscarte nuevamente
Gracias Señor…
Por cada ser humano que se cruza en mi camino,
Gracias Señor…
Por cada ser humano que se cruza en mi camino,
pues algo deseas que aprenda de él.
Gracias Señor…
Por Ti mismo, que escuchas esta humilde oración,
Gracias Señor…
Por Ti mismo, que escuchas esta humilde oración,
proveniente de tu hijo.
Por todo esto y lo que me sería imposible de contabilizar…
Por todo esto y lo que me sería imposible de contabilizar…
¡¡¡Gracias Señor!!!
Amén
Amén
11 de noviembre - SAN
MARTIN DE TOURS
“Oriundo de Sabaria (Panonia), hijo de un tribuno
romano, se alistó como soldado a los quince años: en este período es cuando
tuvo lugar la famosa escena de partir la capa militar para darle la mitad a un
pobre. Bautizado a los dieciocho años, abandonó la milicia para convertirse en
discípulo de san Hilario de Poitiers. Tras un viaje a la patria, empezó a hacer
vida eremítica en la isla Gallinaria, cerca de Génova. Más tarde, fundó en
Ligugé, el primer cenobio de Occidente.
El pueblo lo eligió como obispo de Tours. Siendo
obispo fundó el Maius Monasterium, destinado a ser un gran centro
de vida religiosa, de donde debían salir muchos candidatos al episcopado.
Misionó el centro de Francia y se puso en contacto con las autoridades
políticas, sobre todo para obtener la paz en los asuntos de los herejes
priscilianistas, lo que le causo la enemistad de algunos.
Murió el 8 de noviembre en Candes, durante la visita
pastoral del año 397, un testigo directo dice que en sus funerales, celebrados
el día 11, concurrió una impresionante multitud de fieles, en especial monjes y
vírgenes. Martín es uno de los primeros santos no mártires venerados en la
liturgia, sino el primero.
Los reyes francos conservaban como reliquia insigne la
capa que se tenía como la de san Martín: el custodio de ésta se titulaba
“capellán” y el nombre “capilla” procede del lugar donde se guardaba esa
capa.”
“El Santoral del calendario” CPL 83. Barcelona, 1999
LECTIO
DIVINA
Ninguno volvió a dar gracias
a Dios, sino este extranjero
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 17, 11-19
Mientras se
dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea. Al entrar en
un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a
distancia y empezaron a gritarle: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!»
Al verlos,
Jesús les dijo: «Vayan a presentarse a los sacerdotes.» Y en el camino quedaron
purificados.
Uno de ellos,
al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se
arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias.
Era un
samaritano.
Jesús le dijo
entonces: «¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde
están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?» Y agregó:
«Levántate y vete, tu fe te ha salvado.»
Palabra del
Señor.
LECTURA
- ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
Guías
para la lectura:
En el Evangelio de hoy,
Lucas cuenta como Jesús cura a diez leprosos, pero uno sólo le agradece. ¡Y era
un samaritano! La gratitud es otro tema muy propio de Lucas: vivir con gratitud
y alabar a Dios por todo aquello que recibimos de Él. Por esto, Lucas habla
muchas veces de que la gente quedaba admirada y alababa a Dios por las cosas
que Jesús hacía (Lc 2,28.38; 5,25.26; 7,16; 13,13; 17,15.18; 18,43; 19,37;
etc.). El evangelio de Lucas contiene varios cánticos e himnos que expresan
esta experiencia de gratitud y de reconocimiento (Lc 1,46-55; 1,68-79;
2,29-32).
Lucas 17,11: Jesús, camino
hacia Jerusalén.
Lucas recuerda que Jesús
estaba de camino hacia Jerusalén, pasando por Samaría para ir a Galilea. Desde
el comienzo del viaje (Lc 9,52) hasta ahora (Lc 17,11), Jesús va por Samaría.
Sólo ahora está saliendo de Samaría, pasando por la Galilea para poder llegar a
Jerusalén. Esto significa que las importantes enseñanzas, dadas en estos
capítulos de 9 a 17, fueron dadas todas en un territorio que no era judío. El
oír esto tiene que haber sido motivo de mucha alegría para las comunidades,
venidas del paganismo. Jesús, el peregrino, sigue su viaje hasta Jerusalén.
Sigue eliminando las desigualdades que los hombres han creado. Sigue el largo y
doloroso camino de la periferia hacia la capital, de una religión cerrada en sí
misma, a una religión abierta que sabe acoger a los otros como hermanos y
hermanas, hijos e hijas del mismo Padre. Esta apertura se verá en la acogida
dada a los diez leprosos.
Lucas 17,12-13: El grito
de los leprosos.
Diez leprosos se acercan a
Jesús, se paran a distancia y gritan: "Jesús, maestro, ¡ten piedad de
nosotros!" El leproso era una persona excluida. Era marginado y
despreciado, sin el derecho a vivir con su familia. Según la ley de la pureza,
los leprosos debían de ir con ropa rota y el cabello suelto gritando: “¡Impuro!
¡Impuro!” (Lv 13,45-46). Para los leprosos, la busca de un tratamiento
significaba lo mismo que buscar la pureza para poder ser reintegrados en la
comunidad. No podían acercarse a los otros (Lv 13,45-46). Si un leproso tocaba
a alguien le causaba impureza y creaba un impedimento para que la persona
pudiera dirigirse a Dios. A través de este grito, ellos expresaban la fe en que
Jesús podía curarlos y devolverles la pureza. Obtener la pureza significaba
sentirse, de nuevo, acogido por Dios y poder dirigirse a Él para recibir la
bendición prometida a Abrahán.
Lucas 17,14: La respuesta
de Jesús y la sanación.
Jesús responde:"¡Vete
a mostrar a los sacerdotes!" (cf. Mc 1,44). Era el sacerdote que debía
verificar la curación y dar el certificado de pureza (Lv 14,1-32). La respuesta
de Jesús exigía mucha fe de parte de los leprosos. Deben ir donde el sacerdote
como si ya estuvieran curados, cuando, en realidad, su cuerpo seguía cubierto
de lepra. Pero ellos creen en la palabra de Jesús y van donde el sacerdote. Y
ocurre que mientras van de camino, se manifiesta la curación. Quedan
purificados. Esta curación evoca la historia de la purificación de Naamán de
Siria (2Re 5,9-10). El profeta Eliseo mandó al hombre que se lavara en el
Jordán. Naamán tenía que creer en la palabra del profeta. Jesús ordena a los
diez leprosos que se presenten a los sacerdotes. Ellos tenían que creer en la
palabra de Jesús.
Lucas 17,15-16: Reacción
del samaritano.
“Uno de ellos,
viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz, y, postrándose
rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un
samaritano”. ¿Por qué los otros no volvieron? ¿Por qué sólo el samaritano? En
la opinión de los judíos de Jerusalén, el samaritano no observaba la ley como
era debido. Entre los judíos había la tendencia a observar la ley para poder
merecer o conquistar la justicia. Por la observancia, ellos iban acumulando
créditos ante Dios. La gratitud y la gratuidad no forman parte del vocabulario
de las personas que viven así su relación con Dios. Tal vez sea por esto que no
agradecieron el beneficio recibido. El samaritano representa a las personas que
tienen la conciencia clara de que nosotros, los seres humanos, no tenemos
mérito, ni crédito ante Dios. Todo es gracia, empezando por el don de la vida.
Lucas 17,17-19: La
observación final de Jesús.
Jesús se extraña: “¿No
quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien
volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero?” Para Jesús, agradecer a los
demás por el beneficio recibido es una manera de dar a Dios la alabanza que le
es debida. En este punto, los samaritanos daban lecciones a los judíos. Hoy son
los pobres los que desempeñan el papel del samaritano y nos ayudan a
redescubrir esta dimensión de la gratuidad de la vida. Todo lo que recibimos
tiene que ser visto como un don de Dios que viene hasta nosotros a través del
hermano, de la hermana.
La acogida dada a los
samaritanos en el evangelio de Lucas.
Para Lucas, el lugar que
Jesús daba a los samaritanos es el mismo que el que las comunidades tenían que
reservar a los paganos. Jesús presenta al samaritano como un modelo de gratitud
(Lc 17,17-19) y de amor al prójimo (Lc 10,30-33). Esto debía ser muy chocante,
pues para los judíos, samaritano o pagano, era la misma cosa. No podían tener
acceso a los atrios interiores del Templo de Jerusalén, ni participar del
culto. Eran considerados portadores de impureza, impuros desde la cuna. Para
Lucas, la Buena Nueva de Jesús se dirige, en primer lugar, a las personas y a
los grupos considerados indignos de recibirla. La salvación de Dios que llega
hasta nosotros en Jesús es puro don. No depende de los méritos de nadie.
Tomado de “Los Carmelitas”
MEDITACIÓN
- ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
Preguntas
para la meditación:
¿Por qué Jesús
los manda a presentarse a los sacerdotes como muestra de su fe sanadora?
¿Qué habrá
pasado con los otros nueve? ¿Llegaron a ver a los sacerdotes? ¿Se olvidaron de
Jesús luego de ser sanados?
¿Qué significa
para los observadores que justamente un no judío haya sido el único agradecido
a Jesús?
MEDITACIÓN
- ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
Hoy oramos con la lectura
de los Salmos de la liturgia:
SALMO Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6 (R.: 1)
El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.
El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
El me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas.
Me guía por el recto sendero,
por amor de su Nombre.
Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.
El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.
El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
El me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas.
Me guía por el recto sendero,
por amor de su Nombre.
Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.
MEDITACIÓN
- ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
Medito en las palabras,
los pensamientos y sentimientos del Señor que se desprenden de ellas:
«¿Cómo, no
quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a
dar gracias a Dios, sino este extranjero?» Y agregó: «Levántate y vete, tu fe
te ha salvado.»
CONTEMPLACIÓN
- ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
Preguntas
para la acción:
¿Suelo
agradecer al Señor y a las personas?
¿Agradezco por
mera costumbre o por convicción?
¿Cómo
transmitir a los demás la importancia de vivir en la gratitud y en la
gratuidad?
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