19 de enero de 2017 – TO - JUEVES
DE LA SEMANA II
Cristo es el
mediador de una Alianza
Lectura de la Carta a los
Hebreos 7, 25-28. 8, 1-6
De ahí que él puede salvar en forma
definitiva a los que se acercan a Dios por su intermedio, ya que vive
eternamente para interceder por ellos.
El es el Sumo Sacerdote que necesitábamos:
santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y elevado por encima del
cielo.
El no tiene necesidad, como los otros
sumos sacerdotes, de ofrecer sacrificios cada día, primero por sus pecados, y
después por los del pueblo. Esto lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose
a sí mismo.
La Ley, en efecto, establece como sumos
sacerdotes a hombres débiles; en cambio, la palabra del juramento -que es
posterior a la Ley- establece a un Hijo que llegó a ser perfecto para siempre.
Este es el punto capital de lo que estamos
diciendo: tenemos un Sumo Sacerdote tan grande que se sentó a la derecha del
trono de la Majestad en el cielo.
El es el ministro del Santuario y de la
verdadera Morada, erigida no por un hombre, sino por el Señor.
Ahora bien, todo Sumo Sacerdote es
constituido para presentar ofrendas y sacrificios; de ahí la necesidad de que
tenga algo que ofrecer.
Si Jesús estuviera en la tierra, no podría
ser sacerdote, porque ya hay aquí otros sacerdotes que presentan las ofrendas
de acuerdo con la Ley.
Pero el culto que ellos celebran es una
imagen y una sombra de las realidades celestiales, como Dios advirtió a Moisés
cuando este iba a construir la Morada, diciéndole: Tienes que hacerlo todo
conforme al modelo que te fue mostrado en la montaña.
Pero ahora, Cristo ha recibido un
ministerio muy superior, porque es el mediador de una Alianza más excelente,
fundada sobre promesas mejores.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 40
(39), 7-8.8-9.10.17.
R: Aquí estoy, Señor, para hacer tu
voluntad.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: “Aquí estoy.” R.
“Como está escrito en mi libro
para hacer tu voluntad.”
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas. R.
He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes. R.
Alégrense y gocen contigo
todos los que te buscan;
digan siempre: “Grande es el Señor”
los que desean tu salvación. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Marcos 3, 7-12
Jesús se retiró con sus discípulos a la
orilla del mar, y lo siguió mucha gente de Galilea. Al enterarse de lo que
hacía, también fue a su encuentro una gran multitud de Judea, de Jerusalén, de
Idumea, de la Transjordania y de la región de Tiro y Sidón. Entonces mandó a
sus discípulos que le prepararan una barca, para que la muchedumbre no lo
apretujara.
Porque, como curaba a muchos, todos los
que padecían algún mal se arrojaban sobre él para tocarlo. Y los espíritus
impuros, apenas lo veían, se tiraban a sus pies, gritando: « ¡Tú eres el Hijo
de Dios!» Pero Jesús les ordenaba terminantemente que no lo pusieran de
manifiesto.
Palabra del Señor.
Para reflexionar
El autor de la carta, ante la añoranza que
algunos cristianos sentían de los valores que habían abandonado al convertirse
a Cristo: el Templo, los sacrificios, el culto, el sacerdocio; insiste en
mostrar cómo Jesús es superior a todo el AT.
Los sacerdotes del Templo estaban llenos
de debilidades, ofrecían sacrificios por sus propios pecados y lo hacían
diariamente, con víctimas que no eran capaces de salvar.
Mientras que Cristo Jesús, santo, inocente
y sin mancha, no necesita ofrecer sacrificios cada día, porque lo hizo una vez
por todas, no tiene que ofrecerlos por sus propios pecados, y no ofrece
sacrificios de animales, porque se ha ofrecido a sí mismo.
Nos debe llenar de confianza saber que
tenemos un Sacerdote santo, glorificado junto a Dios, Cristo Jesús.
***
Después de las cinco escenas conflictivas
con los fariseos a propósito del sábado y del ayuno, el pasaje de hoy es un
resumen de lo que hasta aquí ha realizado Jesús en Galilea. Ahora va con sus
discípulos a la orilla del lago y lo sigue mucha gente. Tanta era la atracción
de Cristo que en la playa no había lugar para Él. Al conocer la actividad de
Jesús, en favor de los enfermos y oprimidos expulsando a los demonios y sanando
toda dolencia y aflicción, por encima de toda ley religiosa, acude una
muchedumbre tanto judía como pagana, que ve en Él un liberador.
La gente que lo sigue, llega incluso a
arrojarse sobre Jesús para tocarlo, de manera que tiene que subirse a una barca
para poder enseñarles a todos, las cosas del Reino.
Jesús siente el sufrimiento de los hombres.
La compasión mueve su corazón. Deja que la miseria se acerque a Él, pero Él es
más fuerte que ella. El Señor no es un idealista, convencido de que podría
desaparecer el dolor en este mundo. Jesús, sencillamente lucha contra el mal en
esta tierra. A algunos los cura, a otros simplemente los ayuda a llevar los
males, siempre se ofrece a limpiar el corazón de la gente, para que en Él se
refleje nítidamente el rostro de Dios, en todo momento da esperanza de que el
mal, se va a acabar un día en la patria definitiva.
Es el Hijo de Dios y es el hombre
entregado a los demás, sin sombra de egoísmo. Sus milagros, su santidad, su
profetismo no crean ninguna separación con la multitud, al contrario, es
aclamado, es querido, la multitud piensa que Jesús está a su disposición. Esta
muchedumbre está lejos de admitir un Mesías paciente, humilde, siervo. La gente
lo busca más por el deseo de una curación, que de una sincera conversión, más
por su poder taumaturgo, que por su propio mensaje. Jesús quiere que los
beneficiados por sus curaciones no lo divulguen, para evitar malas
interpretaciones de su identidad mesiánica. Su actuación ha estado llena de
éxitos, pero a la vez se ve rodeado de peleas y controversias por parte de sus
enemigos, los fariseos y los letrados.
Todo en Jesús estuvo siempre orientado a
la práctica, a la construcción del Reino de Dios, ya fuera con su palabra, con
su testimonio personal o con sus acciones concretas de liberación. Es sacerdote
y mediador compadecido y conocedor de nuestras pobrezas y debilidades.
También los espíritus inmundos, quieren
ver en Jesús ese Mesías davídico que liberaría al pueblo mediante el poder y la
fuerza. Pero Jesús, no se identifica con ese tipo de Mesías, que se impone por
la fuerza, y manda callar. La verdadera liberación no se conseguirá mediante la
fuerza, la dominación o la opresión de los demás, sino mediante la práctica
individual y comunitaria de un amor capaz de dar la vida para dar vida. La
liberación se basa en el desarrollo del ser humano en libertad, autonomía y
amor solidario.
Hoy Jesús ya no nos sana milagrosamente de
nuestras enfermedades como en Palestina, pero nos libera del egoísmo, hace que
nos ayudemos los unos a los otros, que ayudemos especialmente a los enfermos,
que carguemos con sus dolores y problemas como Él cargó con los de sus
contemporáneos que lo buscaban.
El programa de Jesús incluye la misión
universal con judíos y paganos sin distinción. Ya no hay un pueblo elegido y
naciones extranjeras, sino una humanidad doliente y necesitada, a la que hay
que ofrecer la salvación que brota del amor. El evangelio está destinado a
todos los hombres, incluso a los endemoniados, es decir, a los que no son
dueños de sí mismos porque padecen enfermedades degradantes, físicas y morales.
Es nuestra misión como Iglesia,
preocuparnos del bien de aquellos a quienes hemos sido enviados, para
proclamarles el Evangelio no sólo con los labios, sino con actitudes que sean
un signo de la cercanía, amor, bondad y misericordia de Cristo. Así como
Iglesia nos convertiremos en portadores de Cristo y de su acción salvadora para
todos los hombres.
Para discernir
¿Para qué me acerco a Jesús?
¿Qué reconozco en Él?
¿A qué me llama su Vida?
Repitamos a lo largo de este día
…Tú eres el Hijo de Dios…
Para la lectura espiritual
La misma Vida se ha manifestado en la carne
“…Lo que existía desde el principio, lo
que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que
contemplamos y palparon nuestras manos, es el Verbo, la Palabra de la vida»
(1Jn 1,1), ¿Quién es el que puede tocar con sus manos a la Palabra, si no es
porque «la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros»? (Jn 1,14). Esta
Palabra, que se hizo carne para que pudiera ser tocada con las manos, comenzó
siendo carne cuando se encarnó en el seno de la Virgen María. Pero no en ese
momento comenzó a existir la Palabra, porque el mismo Juan dice que «existía
desde el principio»…
Quizá alguno entienda la expresión «la
Palabra de la vida» como referida a la persona de Cristo y no al mismo cuerpo
de Cristo, que fue tocado con las manos. Fijaos en lo que sigue: «Pues la vida
se hizo visible» (1Jn 1,2). Así, pues, Cristo es la Palabra de la vida. ¿Y cómo
se hizo visible? «Existía desde el principio» pero no se había manifestado a
los hombres, pero sí a los ángeles, que la contemplaban y se alimentaban de
ella, como de su pan, Pero ¿qué dice la Escritura? «El hombre comió pan de
ángeles» (sl 77,25).
Así, pues, la Vida misma se ha manifestado
en la carne, para que, en esta manifestación, aquello que sólo podía ser visto
con el corazón fuera también visto con los ojos, y de esta forma sanase los
corazones. Pues la Palabra se ve sólo con el corazón, pero la carne se ve
también con los ojos corporales. Éramos capaces de ver la carne, pero no lo
éramos de ver la Palabra. «La Palabra se hizo
carne», a la cual podemos ver, para sanar en nosotros aquello que nos hace capaces de ver la Palabra.
carne», a la cual podemos ver, para sanar en nosotros aquello que nos hace capaces de ver la Palabra.
San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del
Norte)
y doctor de la Iglesia – Sermones sobre la 1ª carta de
san Juan, 1,3
Para rezar
Sed de justicia y hambre de vida fraterna
Venimos, Señor,
a derramar nuestro corazón ante tu presencia.
No somos muchos ni de gran poder,
pero toda nuestra carne anhela
que venga tu reino.
a derramar nuestro corazón ante tu presencia.
No somos muchos ni de gran poder,
pero toda nuestra carne anhela
que venga tu reino.
Tenemos sed de justicia, Señor,
y hambre de una vida fraternal.
Soñamos con aquel día
en que los hombres y las mujeres del pueblo
podamos mirarnos afectuosamente,
cara a cara, sin ira.
¿Será, Señor, nuestra esperanza
un idealismo falaz?
y hambre de una vida fraternal.
Soñamos con aquel día
en que los hombres y las mujeres del pueblo
podamos mirarnos afectuosamente,
cara a cara, sin ira.
¿Será, Señor, nuestra esperanza
un idealismo falaz?
En las paredes leemos
unos mensajes enormes,
los altavoces transmiten
las proclamas de los líderes:
¡Abundancia y Paz!
y nos prometen empleos muy ventajosos,
prestigio y seguridad.
unos mensajes enormes,
los altavoces transmiten
las proclamas de los líderes:
¡Abundancia y Paz!
y nos prometen empleos muy ventajosos,
prestigio y seguridad.
Pero nuestro corazón está apegado a tu pueblo
y no se deja engañar.
Más estimo un almuercito entre hermanos
que todas las recepciones en fiestas pomposas.
Prefiero una reunión al caer de la tarde
para avanzar algún paso en la organización popular,
a una invitación exclusiva
para trepar en los rangos sociales.
y no se deja engañar.
Más estimo un almuercito entre hermanos
que todas las recepciones en fiestas pomposas.
Prefiero una reunión al caer de la tarde
para avanzar algún paso en la organización popular,
a una invitación exclusiva
para trepar en los rangos sociales.
Y mis delicias son, Señor, contemplar
cómo el pueblo se desencanta de sus opresores
y se pone a caminar.
Cuando no cree en promesas,
cuando aprende a trabajar,
cuando sabe distinguir
su verdadero provecho,
cuando muchos proyectan juntos
y trabajan para beneficio de todos
y se amparan en la dificultad,
siento, Señor, soplar a tu Espíritu.
cómo el pueblo se desencanta de sus opresores
y se pone a caminar.
Cuando no cree en promesas,
cuando aprende a trabajar,
cuando sabe distinguir
su verdadero provecho,
cuando muchos proyectan juntos
y trabajan para beneficio de todos
y se amparan en la dificultad,
siento, Señor, soplar a tu Espíritu.
Míranos, Señor, a veces tenemos miedo,
nuestros ojos están fijos
en las estrategias de los opresores,
vivimos temiendo su golpe mortal.
Haznos sentir la fuerza invencible
de esa semilla de amor
que sembraste en nuestras vidas.
nuestros ojos están fijos
en las estrategias de los opresores,
vivimos temiendo su golpe mortal.
Haznos sentir la fuerza invencible
de esa semilla de amor
que sembraste en nuestras vidas.
Y tú, que eres fiel, un Dios constante
haznos firmes en los desalientos,
danos aguantar los trabajos y los días
y que no nos falta nunca el hambre
de ver tu rostro
y la sed de una vida fraternal.
haznos firmes en los desalientos,
danos aguantar los trabajos y los días
y que no nos falta nunca el hambre
de ver tu rostro
y la sed de una vida fraternal.
Amén.
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