20 de julio de 2017 – TO – JUEVES DE LA SEMANA XV
Vengan a mí los
que están afligidos y agobiados
Lectura del libro del
Éxodo 3, 13-20
Moisés, después de oír la voz del Señor
que le hablaba desde la zarza, dijo a Dios: «Si me presento ante los israelitas
y les digo que el Dios de sus padres me envió a ellos, me preguntarán cual es
su nombre. Y entonces, ¿qué les responderé?»
Dios dijo a Moisés: «Yo soy el que soy.»
Luego añadió: «Tú hablarás así a los israelitas: “Yo soy” me envió a ustedes.»
Y continuó diciendo a Moisés: «Tú hablarás así a los israelitas: El Señor, el
Dios de sus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, es
el que me envía. Este es mi nombre para siempre, y así será invocado en todos
los tiempos futuros. Ve a reunir a los ancianos de Israel y diles: El Señor, el
Dios de sus padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se me apareció y
me dijo: “Yo los he visitado y he visto cómo los maltrataban los egipcios. Por
eso decidí librarlos de la opresión que sufren en Egipto, para llevarlos al
país de los cananeos, los hititas, los amorreos, los perizitas, los jivitas y
los jebuseos, a una tierra que mana leche y miel.”
Ellos te escucharán, y tú irás a
presentarte ante el rey de Egipto, junto con los ancianos de Israel. Entonces
le dirás: “El Señor, el Dios de los hebreos, vino a nuestro encuentro. Y ahora
tenemos que realizar una marcha de tres días por el desierto, para ofrecer
sacrificios al Señor, nuestro Dios.”
Ya sé que el rey de Egipto no los dejará
partir, si no es obligado por la fuerza. Pero yo extenderé mi mano y castigaré
a Egipto, realizando ante ellos toda clase de prodigios. Así él los dejará
partir.»
Palabra de Dios.
SALMO Sal 104, 1 y
5. 8-9. 24-25. 26-27 (R.: 8a)
R. El Señor se
acuerda eternamente de su alianza.
¡Den gracias al Señor, invoquen su Nombre,
hagan conocer entre los pueblos sus
proezas;
recuerden las maravillas que él obró,
sus portentos y los juicios de su boca! R.
El se acuerda eternamente de su alianza,
de la palabra que dio por mil
generaciones,
del pacto que selló con Abraham,
del juramento que hizo a Isaac. R.
El Señor hizo a su pueblo muy fecundo,
más fuerte que sus mismos opresores;
cambió el corazón de los egipcios,
para que sintieran odio por su pueblo
y trataran con perfidia a sus servidores.
R.
Luego envió a Moisés, su servidor,
y a Aarón, que era su elegido;
por su intermedio realizó prodigios,
hizo portentos en la tierra de Cam. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 11, 28-30
Jesús tomó la palabra y dijo:
Vengan a mí todos los que están afligidos y
agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí,
porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi
yugo es suave y mi carga liviana.
Palabra del Señor.
Para
reflexionar
En Egipto en medio de toda clase de dioses
era fácil que los hebreos hubiesen adoptado, en parte, la idolatría ambiental.
Dios se revela como el único verdadero y se une así a la gran tradición de los
patriarcas, quizá algo olvidada. El nombre para los hebreos indica, «el ser»
profundo.
Dios no es una realidad imprecisa,
impersonal, una cosa vaga. Tiene un «nombre», es alguien vivo. «Yahvé» se
revela a Moisés diciendo: “Yo soy el que soy”, reúne a los ancianos de Israel …
y diles que he decido sacarlos de la opresión egipcia. «Yo soy», «soy el que
estoy ahí para», «soy el que estoy cerca». Es el Dios de los patriarcas, el
Dios de la promesa, el que ha decidido estar siempre ayudando a su pueblo, en
el pasado y en el futuro. Por eso ahora se dispone a su liberación. El nombre de
Dios se nos revela, no en los libros, sino en la historia. Dios es el «ser que
posee su existencia en sí mismo», la roca sólida, el único que existe
verdaderamente. Y este Nombre es una garantía. «¡Aquél que ha enviado a Moisés,
es la Roca!»
El Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob, el
Dios “fiel”, que cumple sus promesas; ha visto lo que les han hecho en Egipto,
donde se los oprime y ha decidido llevarlos al país de los cananeos, país que
mana leche y miel.
Dios, es un Dios comprometido en la
historia, un Dios que interviene para «crear», «salvar», «reunir». El pueblo de
Israel debe saber, y nosotros también, que Dios está siempre, en los días de
prosperidad y en días de infortunio, y ese Dios quiere nuestra liberación.
***
El pueblo estaba agobiado por la infinita
carga de las prescripciones religiosas. La confusión que les producía, su falta
de conocimiento de la implicancia de los preceptos de la Escritura, sumado al
analfabetismo y a la falta de formación, hacían de la Palabra revelada por Dios
en el Antiguo Testamento, una carga insoportable. Los doctores de la ley
imponían obligaciones difíciles de cumplir, que eran como esos “yugos” duros y
mal trabajados, que los labradores ponen sobre el cuello de las bestias y que lastiman
su piel.
Jesús continúa mostrando su preocupación
por los que ocupan el primer lugar en su corazón: los pequeños, los humildes,
los pobres, los que sufren, los hambrientos, los enfermos, los desgraciados;
todos los que están rendidos y agobiados. Por eso les dice que se acerquen, que
vayan hacia Él que los aliviará.
Jesús ofrece darles respiro, una pausa
para que la carga sea más “llevadera”. Presenta la imagen del pobre hombre que
lleva una carga abrumadora, y que se detiene para depositar junto a Él su
carga, para tomarla luego de nuevo, y continuar su marcha. Es la imagen de todo
aquel que lleva un peso tan grande que necesita descansar unos momentos antes
de reemprender su camino.
Esto es lo que Jesús quiere hacer por
nosotros, aliviarnos, confortarnos, hacernos más ligeros, libres y seguros.
Jesús invita a cargar con su yugo que es suave y su carga ligera. Invita a ser
sus discípulos; aprender de Él, que es manso y humilde para encontrar alivio.
El “yugo” de Jesús no es una carga que aplaste y lastime.
El yugo que propone Jesús, se resume en un
incondicional amor al prójimo, fruto de la experiencia de Dios como Padre. Para
esto es necesario aprender de El siendo su discípulo. Siguiendo a Jesús, la
alianza y la ley del Señor; la Torah y los mandamientos de la voluntad de Dios,
ya no son un yugo opresor y duro, sino que generan la gozosa paz prometida a
los que aman y por eso crecen en libertad.
El yugo que carga el discípulo, ya no es
un sistema legal para cumplir, sino seguir a Jesús, el Hijo, que revela la
voluntad de Dios; y la realiza plena y definitivamente en el servicio, el amor
y la alegría.
Esto no significa que no sea un estilo de
vida exigente. Su programa incluye renuncias, cargar con la cruz. Pero para eso
nos promete su ayuda. Asumimos la propuesta del reino, cargamos con la cruz
pero en su compañía, Él está con nosotros y nos ayuda a superar nuestras luchas
y dificultades. Sabe de las caídas y debilidades de sus discípulos, pero se
muestra siempre cercano, comprensivo, dispuesto a ayudar y perdonar. No nos
quiere seguidores con el temor de los esclavos, sino con el amor y la alegría
de los hijos que se saben amados.
Aprender de su mansedumbre y humildad de
corazón, significa saberse pobre y saber comprender a los pobres, a los humildes,
a los descarriados. Jesús padece con nosotros asumiendo en todo nuestra vida,
porque es el enviado de Dios, el Mediador, que viene a salvar a los hombres.
Jesús llama a sí, a todos los que necesitamos de salvación; a los que gemimos
bajo la carga de la vida. La moral sin alegría y torturante del fariseísmo, se
convierte en gozoso servicio, producido por la cercanía de la presencia de
Dios. Las exigencias, sólo se comprenden desde la felicidad del seguimiento de
Jesús, tal como se proponen en las bienaventuranzas.
Primero es evangelio y sólo después ley.
Siempre habrá en el mundo yugos pesados y cargas aplastantes. Jesús al
revelarnos que somos aceptados tal como somos, angustiados y desgarrados, nos
tranquiliza; y da un sentido a nuestro andar. En adelante sabemos que estamos
en Dios, porque Él mismo ha querido estar en nosotros, sea cual fuere nuestra
debilidad y nuestro pecado.
Los discípulos hallaremos la paz y el
alivio, no porque Jesús no sea exigente, sino porque Jesús nos da la alegría de
sentirnos salvados y amados por El; y esta relación personal hace que el yugo
sea suave y la carga, ligera.
Para
discernir
¿Dónde ubico la valoración de mi vida?
¿Me siento decepcionado de mí mismo?
¿Cuál es la meta de la carrera de la vida
en la que me encuentro?
Repitamos a
lo largo de este día
…Tu yugo es suave y tu carga liviana…
Para la
lectura espiritual
«Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados,
y yo os aliviaré»
…”El Señor ama a los hombres, pero permite
que sean probados. De esta manera pueden reconocer su impotencia y humillarse
y, gracias a su humildad, recibir el Santo Espíritu. Y con el Santo Espíritu
todo va bien, todo se llena de gozo… El humilde estará contento con todo lo que
le pueda suceder, porque el Señor es su riqueza y su gozo; todos los hombres
quedarán sorprendidos de la belleza de su alma.
Tú dices: «Mi vida está llena de
sufrimientos». Pero yo te contestaré, o mejor dicho, será el mismo Señor el que
te dirá: «Se humilde y verás como tus pruebas se cambian en descanso», hasta el
punto que te sorprenderás de ti mismo y te dirás: « ¿Por qué en otro tiempo
estaba yo tan atormentado y afligido?» Ahora eres feliz porque has llegado a
ser humilde y has recibido la gracia divina; ahora, incluso cuando te
encontraras solo con tu pobreza, el gozo no te abandonará porque tienes en tu
alma la paz que nos prometió el Señor cuando dijo: «Mi paz os doy» (Jn 14,27).
Es de esta manera que el Señor da su paz a todas las almas humildes”…
San Silvano (1866-1938), monje ortodoxo –
Escritos
Para rezar
La fuerza de la Vida
Creo en un Dios impotente,
débil y debilitado;
creo en un Dios que no puede;
que no triunfa. Derrotado.
débil y debilitado;
creo en un Dios que no puede;
que no triunfa. Derrotado.
Creo en un Dios ¡tan vecino!
que se vuelve un Dios-humano;
que su vida entre nosotros,
es muerte que le entregamos.
que se vuelve un Dios-humano;
que su vida entre nosotros,
es muerte que le entregamos.
Ceo en un Dios sin poder,
hecho hombre y torturado;
y por coronas, ¡espinas!
y por respuesta, ¡insultado!
hecho hombre y torturado;
y por coronas, ¡espinas!
y por respuesta, ¡insultado!
Creo en un Dios impotente,
un Dios de brazos atados;
un Dios distinto a los hombres,
poderosos, soberanos…
un Dios de brazos atados;
un Dios distinto a los hombres,
poderosos, soberanos…
Creo en un Dios
que no sabe negar lo que ha declarado;
creo en un Dios impotente,
¡impotente de enamorado!
que no sabe negar lo que ha declarado;
creo en un Dios impotente,
¡impotente de enamorado!
Creo en un Dios novedoso,
de novedad siempre a mano;
que genera a cada instante
lo que el amor va dictando.
de novedad siempre a mano;
que genera a cada instante
lo que el amor va dictando.
Creo en un Dios generoso,
del amor crucificado;
creo en un Dios también pobre,
que tiene a los pobres al lado.
del amor crucificado;
creo en un Dios también pobre,
que tiene a los pobres al lado.
Creo en un Dios que no puede,
¡es el amor quien lo ha atado!
Creo en un Dios sin poder;
pobre… ¡Resucitado!
¡es el amor quien lo ha atado!
Creo en un Dios sin poder;
pobre… ¡Resucitado!
Anónimo
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